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¡Mamá, no te hagas ilusiones conmigo!

Ella es Milagros, hace más de 2 años fue trasplantada del hígado, desde ese
momento hasta ahora todo había evolucionado bien. Ahora estudia
psicología en la Universidad y es una delas mejores alumnas de su
promoción. Hace un mes los resultados de los exámenes rutinarios que le
toman salieron mal, hicieron otros exámenes para ver qué pasaba, lo peor
que podían esperar era que presentará un cuadro de rechazo.
Una joven de 20 años, que pasó por la experiencia de pensar que si no era
transplantada era solo cuestión de horas para que muriera pues su estado
era crítico, volvía a sentir sobre ella la sombra del pasado. Inevitable sentir
dolor, angustia y preocupación, tanto de la madre como de la hija, y llegó el
momento de la crisis inevitable. Mari nos contó que el viernes estuvo
llorando y que entre todo lo que le dijo le quedaron grabadas estas
palabras: ¡Mamá, yo te he dicho que no te hagas ilusiones conmigo!
Quisiera explicar esta frase pero prefiero que tú la traduzcas.
La vida para Milagros no es tan normal como la mayoría de jóvenes de su
edad, quién la viera tan linda y sonriente no podría pensar que todos los
días tiene que tomar pastillas que controlen su estado, que debe cuidar su
alimentación, vivienda, pero ella ha optado por vivir y vivir bien, en medio
de la juventud que vive, con sueños y proyectos, trabaja en la pastoral de
su parroquia. Los últimos resultados gracias a Dios salieron bien, luego de
recibirlos, Milagros recibió la autorización para ir misión unos días a una
zona rural de Lima. Dice la doctora que todo se debió a la supresión de una
medicina, su hígado se encuentra en perfectas condiciones.
Qué gran alivio siente el alma cuando las situaciones de tensión se alejan y
todo vuelve a la normalidad. Ver a Mari, su mamá y mi compañera de
trabajo, volver a sonreír y dejar de lado el velo de preocupación que la
cubría es bueno, Mari es como una campanita en la oficina, su falta de
alegría se percibe inmediatamente.
La historia de Milagros me lleva a pensar en muchas cosas, espero que a ti
también.
Que Dios te bendiga
Katya

Ella es Milagros, está con mi hijo Manuel, cuando viajamos al Cusco el año
pasado.
Antes que la operaran todos la llamaban Yohana (su primer nombre), luego
de su operación ella decidió que la llamaran por su segundo nombre:
Milagros. Quién le hubiera dicho a su madre que cuando escogió su nombre,
hizo muy bien, pues la vida de Milagros es eso, un milagro que muestra
cuán grande y misericordioso es el amor de Dios, no solo en la vida de ella,
sino en la vida de cada uno de nosotros, cada día, hasta el fin.

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