¿QUE ES ORAR?
Padre GUSTAVO BAENA -Jesuita- 1992
1. ¿QUÉ ES ORAR DESDE EL EVANGELIO?
Lo que Jesús vino a hacer, fundamentalmente en
este mundo, fue a ORAR y a ENSEÑARNOS A ORAR.
Y lo hizo, sobre todo, cuando anunciaba el Reino de
Dios.
¿Qué buscaba en la gente?
Que supieran y aprendieran lo hermoso y sencillo
que era “tratar con el Padre”
- Vuélvete sobre ti mismo, cierra tus ojos y entra en tu
corazón.
- Y allí encuéntrate con el Padre. Siéntelo dentro de ti.
- y luego, haz eso que sientes de Dios.
Así de Sencillo
1. Entra en ti.
2. Encuéntrate con tu Padre, con tu Buen Dios.
¡Siéntelo!
3. Hazle caso.
2. ¡SENTIR A DIOS!
Esto es ORAR: TOMAR CONCIENCIA
Entrar y sentir a Dios para obedecerle
Cuando uno verdaderamente se encuentra con EL:
- Se sienten deseos de ser buenos
- Se reconoce el propio pecado, las fallas.
- Se sienten ganas de cambiar.
- Se sienten que se tienen buenas intencio-
nes de mejorar.
ESTA ES LA MANERA INEQUÍVOCA como EL,
¡SE DEJA SENTIR!
Por principio debemos tener esta certeza:
No existe una persona en el mundo (que tenga
USO DE RAZON) que no sepa, con certeza,
CUAL sea, en ese MOMENTO,
la voluntad de Dios sobre ella.
Porque si fuera tan difícil CONOCER que quiere Dios
de mí, cómo quiere que sean mis sentimientos y ac-
titudes… pues sería un dios falto de AMOR, de mise-
ricordia para con sus hijos. O sea un falso dios.
La EXPERIENCIA DE DIOS no es espectacular! Es algo
llano, sencillo. Es algo NORMAL, cotidiano.
¿DONDE ESTA DIOS? Dentro de Mí! Así de sencillo.
Y ORAR ¿qué es entonces?
“Cuando vayas a orar
entra en tu habitación, cierra la puerta…
y reza a tu Padre a escondidas…
y tu Padre que ve lo secreto, te lo pagará!...
El Padre de ustedes, sabe lo que necesitan
antes que ustedes se lo pidan”
Encontrarse con El. Y sentirlo. Y hacerle caso.
Si la oración no nos lleva a COMPROMETERNOS
concretamente CON LOS DEMAS ¡no hemos ora-
do!
“Quién ama a DIOS, AME TAMBIEN A SU HERMANO”
1ª. Jn. 4, 21
Dios nos toca no solamente en los ratos de ORA-
CION explícita, sino en cualquier momento.
¡EL nos VIVE TOCANDO el corazón!
3. MOMENTOS DE LA ORACIÓN.
A. DISTENSIONARSE: Si usted tiene tan solo un
poco de rabia, impaciencia, tensión… no
puede orar. Primero pues, hay que aquietar-
se, calmarse. ¿Cómo? Cómo usted quiera,
cómo a usted le de resultado. Por eso lo ob-
vio es ORAR por la MAÑANA. Todavía no nos
hemos cargado.
PARA ENTRAR EN SÍ MISMO: Con el método
que quiera: Sentir el propio cuerpo, la propia
respiración, cerrar los ojos, fijar la atención.
Nada hay que lo concentre a uno más, que lo
mande “hacia adentro”… hacia que SENTIRSE
a uno mismo... Eso es “recogerse” hacia UN
CENTRO que es el propio corazón, la propia
interioridad.
B. SALUDA CON CARIÑO AL DIOS QUE TE IN-
HABITA, o sea a JESUCRISTO RESUCITADO,
que está en tu interioridad, Siempre lo
hallarás, siempre aunque hayas pecado. ¡Ni
más faltaba que nos dejara cuando más lo
necesitáramos!. Háblale, dile lo que quieras,
únicamente hazlo en la verdad y con humil-
dad
ESCUCHA A DIOS CON SERIEDAD. Los prime-
ros “buenos deseos” que siento, que se me
ocurren… eso es lo que DIOS me está CO-
MUNICANDO.
Tomemos en serio la oración y nos GUSTARÁ.
Todo lo que uno hace bien, conciente, en se-
rio, nos gusta, nos satisface. La persona dis-
 persa, desordenada, compulsiva… parrandea la
propia vida.
C. HAZLE CASO A DIOS: ¡OBEDÉCELE!
La oración en para transformar la vida. Para dis-
frutarla en ese momento.
Pero ¿Cómo se transforma la Vida?
Pidiéndole a Dios con toda el alma, sincera y
humildemente ME HAGA VER en QUÉ debo
CAMBIAR!
Así será SIEMPRE la ORACIÓN! Aun en etapas ele-
vadísimas de la mística. Por eso el Evangelio dice
que nuestra oración debe SER COMO LA DE UN NI-
ÑO: sencilla, atenta, sincera y sin recovecos:
1. Entrar en sí
2. Sentir a Dios
3. Obedecerle
4. SI REZÁRAMOS DE VERDAD
Si orando NO SENTIMOS NADA, no “producimos” ni
siquiera un buen deseo, es que NO estamos orando
de verdad, porque no hemos entrado en nosotros
mismos.
Dios vive al interior de la persona, y lo que desea es
que ella se ponga de ACUERDO con EL, entre en su
sintonía y le permita CREARLA.
El vive de RODILLAS en mi interior, con los brazos
levantados, diciéndome: ¡Déjate AMAR! Te quiero
CREAR hoy: hermosa, perfecta, FELIZ… Y tú no solo
no te dejas, sino que me estorbas, te opones. ¡DE-
JAME hacerte FELIZ!
Cuando no le hago caso me siento siempre insatis-
fecho… como mal por dentro. El es la DESOLACIÓN
que comienza a anidarse en mi CORAZON…
No le hago caso a “SUS TOQUES”, que son esos
“BUENOS DESEOS” de cambio.
La SANTIDAD está en el modo de RELACIONARNOS
con los DEMAS. Si somos presencia viva de Dios,
nuestra única preocupación será SERVIR a los de-
más. Hacerles el BIEN. Mucho BIEN. Sin excepción,
pues: Todo impulso interior en la oración, dice RE-
LACION con los DEMAS. Y es por eso que TODO PE-
CADO tiene un ROSTRO HUMANO ofendido, recha-
zado.
LA CUMBRE DE LA MISTICA CRISTIANA ES LA ENTREGA
DESINTERESADA A LOS DEMÁS.
5. ¿COMO TERMINAR LA ORACION?
Agradeciéndole a Dios su cercanía, su amor y pre-
guntándole: “¿QUÉ FUE LO QUE ME DIJISTE?”… Así vuel-
vo a tomar conciencia de esas “Sus Palabras” en
mi o sea “los buenos deseos” que me regaló el
Espíritu Santo.
¡Esta es la fuerza para cambiar!
El Padre Baena nos dijo en otras ocasiones:
Para saber SI ANDAMOS MAL… hay que saber
COMO ES UNO ORDENADO y esto LO SABEMOS
estando dentro de nosotros mismos, SINTIENDO
A DIOS, tomando conciencia de su presencia y de
su acción en nosotros.
El conjunto de sus TOQUES nos va indicando la
dirección, el TONO del querer a Dios sobre mí.
Atención:
NUNCA el plan de Dios, o sea su querer, su volun-
tad, es para saber o conocer el FUTURO…
Siempre descubro su PLAN en el PASADO, ¡en MI
PASADO!
Si el contenido del anuncio de Jesús, es la presencia
inmediata y la plenitud de Dios en él, y Jesús mismo
es el testimonio de esta su propia experiencia, se
sigue que Jesús es el anuncio mismo o sea la pre-
sencia actuante y visible de Dios, o lo que es lo
mismo, Jesús es la llegada del Reino de Dios a este
mundo.
Por eso el medio con el cual Jesús anuncia el Reino
de Dios, es él mismo como presencia de Dios, o sea
ser Dios para los demás, y no simplemente palabras
o discursos o parábolas.
Antes había dicho que lo propio de la realidad de
Dios era crear el hombre, saliendo de sí mismo,
trascendiéndose en él, haciendo comunión con él,
dándosele; esto lo percibía Jesús perfectamente en
su experiencia de unión con él (su oración), y por
esto mostrándose él mismo como Dios, transpa-
rentándolo en todas sus acciones.
Ahora bien, si Jesús experimenta, como dijimos,
que Dios crea su humanidad haciendo comunión
con él dándose a plenitud, esto mismo era lo que
Jesús hacía con cada una de las personas que en-
contraba. O en otras palabras, Jesús se comportaba
con los demás como Dios se comportaba con él. Por
eso la manera masiva como Jesús disponía a las
personas para acogieran, como él, a Dios vivo, era
haciendo comunión con todo el que se encontraba
a su paso.