Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
industria cultural ;
: J. Martín Barbero
u n iversi dad del
"ó:t?":r1i
Para que Io que sigue adquíera su sentido se hace necesario ubicarlo, así sea
Ce manera esquemática, en la investigación de la que forma parte. Una in'
vestigación sobre"lo popularylo masivo" a la quelleguéempu jadoporla ne'
ces¡did de dos desplazamientos gueseñalan en el terreno dela teoría los cam-
bios que 5s vive en lo polítÍco.
El primero: La cultura de masa nose identifica ni puedeser reducida a lo
que pasaen o por los medios masivos. La culturade masa, como aÍirma Rosi-
tl,t no es solo un conjunto Ce objetos sino un "principio de comprensión" de
unos nuevos mo<ielos de comportamiento, es decir, un modelo cultural. Lo
cual implica que Io que pasa en los medios no puede ser comPrendido por
fuera de su relación con las mediaciones sociales, con los "mediadores" en el
sentido que los define lrf artín Serranot y a los diferentes contextos culturales
escolar, familiar, etc.- desde los que, o en contraste con ios
-religioso,
cuales viven los g¡upos y los individuos esa cultura. El segundo: La mayoría
de las investígaciones que estudian Ja cuitura de masa enfocan ésta desde el
modelo cullo, no sólo en cuanto experiencia vital y estética de la que parte el
investigador, sino ysobre todo definiendo la ülTura de masa, identifÍcándo-
la con procesos de vulgarización y abaraiamiento, de envilecimiento y deca-
dencia de la cultura culta. Y en esa dirección operaciones desentido como la
predominancia de ia intriga o la veiocidad de un relato y en términos genera-
les la repetición o el esquernatismo son a prion descalificadas como recursos
de simplificaeión, de facilismo, que rem¡tiría:r en últimas a las presiones de
los formatos tecnológicos.v a las estratagemas comerciales.
5g
j)
Coudcrdónycultun . Maaotü ¡c¿ralla"'
60 q 8l
Cr,nrunic¡ción !' cr¡ltr¡ re lttemoria narrcfir¡...
.
refrán, en las historias que se cuentan de boca en boca, en los cuentos yen los dor de la cuitura de masa en los años cincuenta, R. Hoggart, quien estudian-
chistes, en el alburyen losoroverbios. De,manera queinclusoc:¡andoesos re- do la canción pooular define l¿s canoencíonet c{mo "lo que pe:raite Ia rela-
latos son puefios por escrito no gozan nqr¡ea del status socjai dei libro. Las ción de la experiencia con los arquetipos"reyladeM. Bajtin iescubriendo en
coplas de ciego, los piiegosde corciel, el folletín la fiesta popular todas las señas de un otro modc de comunicación.t0 Desde
)rla novela por en tregas ma te_
riaii¿an tanto ensu forma de impresión como en la circulacl¿n vconsurno ese esa convergencia analizar relatos es astudiar!?óEesos de comun:cación que
otro :nundo cie e¡istencia del relato popular: algo toscacnente :mpreso iro se agotan en los ciirocsiiivos tecnológicosporque remiten ciesde ahí mismo
).en
papel periódico, que nose adquiere en laslibreriassinoen ia caileo en el mer- a Ia economia del inraginario coleetivo.
c¿do como ilegaban los almanacues ¡r los iibnllcs de devcción c cle rece-
-o I-a ¡:rimeraoposic!ón que permite caracterizarel relato popuiar es la ínii-
tas nredicinales durantesiglos a lor cacia por !a ci ta Ce Ben jami n: f rente a la noveia y su textuaiidaci iniransitiva,
iueblos, en la boisa del b,.ihcner..¡ er, ia
que iban tambión lo.scordones y las agujas, los ungüentos,v
e:erios apercs dr la narración popuiar essiempre un "contar a". Recitado o leí<jo en voz aita el
trabajo- y e ue una vez leido si rve para otros usos cctici:rncs. .{ ú n hiv cuan- reiaio oopularse realiza siempre en un acto decomunicación, en ia puestaen
cio las clases populares comp¡an iibros no lo hacen nun3a en !lbrerías r, no común ie una mernoria que iusiona experiencia y mocio de conta¡ia. Porque
"n no se trata sólo de una memoria de los hechos sino también cie los gestos. Ai
_ i,-,.
(^
::''- 85
Comunicrclóo y nrlturr
!¡l an oria nc,r?o,t at a...
-hablo dd
to que allí había.15 O la lectura que los campesinos andal uces o sicilianos
del
históricamente en el melodrama milod¡ama, teatro de 1800 en
XIX hacia¡r del reiato de las acciones de los bandoleros, lectura performativa Inglaterra y sobre todo en Francia, verdadero punto de arranque del me-
que obligó más de una vez a bandoleros asueldo de lospatronoJa ponerse del lodrama como espectáculo popular, que nace pcrun decretode la revolución
lado de los sampesinos pobres.rs o la lectura de las masas nordeitinas en el francesapor el queselevanta la prohibición quepesaba contra los teatrospo-
Brasil hacen de ios "relatos de milagros" a! resernantizarios desde la no coin- pulares, y que encuentra su paradigma en una obra de GuilÉert de Pixérecóurt
cidencia dei hecho ydelsentido, y por tantocomo irrupción de lo imposib!e- Celina o eI hiio del misteríole- se fusionan por orimera vez Ia rnemoria
posible frente al chato realismo de ios periódicos.r; o la l€rura, un iin, qu" narrativa ¡r ia gestual, las dos grandes"tradiciones populares: ladelos relatos,
las clases ¡:opulares hacen hc1,de lo que les ofrece la raciío o la TV dando lu- que viene de los romances y las coplas de cieg{, de ia literatura de cordel y las
qar a una mulritud ie formas de resistencia n arraciones de terro r Ce I a no vei a gót ica por un ! ado, y del otro I a de los espec-
l,reapropiación.
tóculospopulara que viene Ce ia pantomirna y el circo, del teatro de feria y
los ritos de fiesla. Perosiel meiod¡ama esel punio dellegada y plasmación de
la memoria narrativa y escénica popular es también ya, en el melo-teatro de
1800, el lugar de emergencia de lo masivo. De manera que del melo-teatro al
*^t" proposito: H-R. "Pe<¡ueia a¡:ologia de ta e.rperieniia e¡tética', en Be¡¡.
li'l f auss. Eco No. folletín y le novela por entregas, yde ésteal cineylaradio, ydespués ala tele-
p. !17.f{, Ver tarnbién, .\f . Dufrennc, ..L.art de masse exisreril?'.,
l?;L cn
en f1!tr^^:;unio,.i$0.
de mtrt:te n crirte ¡ran. p. 9-f/.
jkt,cf,,rojls quc tieren €n cu.'nra esa lcctr¡re: l.l. Eo.,s<¡cialirno y orcolociótt, garcclona,
i.v-i{' ,'! IJo-r}', Er¡cn:e Str', rlonrly nak socialiste, Parfu. lg?3. ItJ.ltfartinBarbero.Apurrres
vardunchisloriodele¡matria-sailurala delomossmdiación,p.
'over en E'j. llcbsba'.s n, Rebcldrc prirniticos, el capitulo dedicado aJ "banColerosocial'. p. 27. (,
55. fgJ.Coimard,'[¡mdodrame:lemotetiachcse", enLaCohíend.elacincmathbque,No.ü,
lTgrbre era lectura, r.cr
\Í. de Cerrcar t. IJn,-art.. brrrsr/ior, en op.cil., p. 56-60. \4 Perpignan. 1980.
.t
66
67
Comurúcrctón y cr¡ltun
Malorlr rcrr¡ils.-
visión, una h¡stor¡¿ de las rnstdcer culturales, de los modelos nerrativos y l¡ Dice Zonabend: d tiempo femitiar es "ese tiempo a partir del cual el
puert¿ cn escena dela culturade masa esen muybuenaparteuna historia det hombrese piensesocíal, un hombre quees antes que todo un pariente. El pa-
melodrama 'í: rentesco funde la sociedad... engendra la solidar idad. De ahf que el tiempo
Pero atención, porque si el melodrama es un terreno especialmente apto familiarsc rccncucntre enel tiempo de la colectir"idad".s Dice Hoggart "los
para estudier eI nacim iento y desarrollo de "lo masivo" ello sólo es cierto si el econtecimientos no son percib idos m a,s que cu an¡ lo a fectan la vida del grupo
melodr¡me es estudiado en su funcionamiento sociel, es decir en su obstina- famlli¡r".É Gráficamente podríamos ilustrar el ':apel mediador de la fami-
da percistencia, más allá de la "desaparición" de sus condiciones de p'roduc- lia cn csta formr: entre el tiempo de la Hrstona --que es el tiempo de la na-
ei ó n, en su cap acidad de tra nsfo rm aci ón y ad aptación a I os diferent es form a- ción y dcl mundo, el de los grandes aclontecimientos, que vienen a irrumpir
tos tecnológicos y en su eficacia ideológica. Lo cual implica referir el len- desde fuere en le comunidad- y el tiempo de la .¡ida tientpo que
-que el
es
guaje del melodrama y su historia a la de los procesos culturales y los movi- va dcl'nacimicnto a la muertede cada individuo y que jalonan los ritosdc ini-
mientossociales. Y para evitar el mecanicismo que aún aceeha no haymás re- ci aclón a les üferentes ed ades- el tiem pola milia¡ esel que m edi a y hacr po-
medio que planteerse el estudío de las mediaeiones, ésas en las que los proce- siblesu coniuniceción. :
sos ecpnómicos dejan de ser dgo exterior a los procesos simbólicos. De manera que, por ejemplo, una guerra es percibida como "el tiempo en
*ei lugar donde vive la
La pista sobre la mcdiación más importante que debemostenercomo rele- aue murió el tfo" y la capital como cuñada". En
rancia en el estudio del melodrama la encontréen ün texto de C. MonsivaisÚ síntesis podemos afirmar que en la cultura popular la familia aparec€ cpmo
en el que deíine el melodrama como "la clave del entendimiento familiar de la gran mediaeión a travésdela cualsevive lasocialidad, estoes,lapresencia
la realidad". Y de ahi partió entonc:s mi hipótesís de trabajo: en el melodra- ineiudible y constante de la colectiüdad en la vida. De ello da cuenta todo,
ma perduran algunas señas de identidad de la concepcién popular, de eso desde Ia orga nización espaci al del hab i tat h asta las fo rm as de i n tercam bio de
que E.P. Thompson ha lla¡nado "ta ecúnornía moral de los pobres'lr y que b ienes y saberes, y I as m aneras de i niciar un noviaz go y el sentido y los ritos de
68 6ft
C¡ ¡mu¡rlcrcián y cr¡hu rr ,1f
¡elacióo entre vida política y vida familiar no er vistren relación de c-onti- pacio<¡ueelptrebloesige para !racerseTi.sible: cailesyplazas, maresy monta'
n uidad sino de contradicción".s i^rcnn tol.anes ¡'terre*ntnt. El melodrama de los primeros 20 añosdel siglo
El irnaginario urbano vendrá a cor¡sagrar definitirrr¡ente esa separac!óil XiX es elespeetáct¡lo total para un puebloque al fin ptrede mirarsedecuerpo
y ese repliegue: organización arquitectónica de los egcios ¡'del habitat en entem "imponente ¡' trivial, sentencioso e ihgenuo' solemne y bufón, respi-
partiorlar, regulación de los patrones de ocio, ostigaü presencia policial. rando terror, estrar;agancias y iocosidad".s De ahí que la participación del
etcétera, todoviene a fragmentar I as relacicnes sociab,y a reactivar una im- público est¿ teiida de una particutar complicidad. -Escribo para los que no
periosa necesidad de intimidad, búsqueda compulsiv¡de la seguridad que iaben leer" dióe Pixérécouit. Y los que no saben leer encuentran en la escena
hace que la familia gire obsesivarnente sobre la iru*en del refugio ¡r lr lo r¡ue buscan: no palabra.s.sino acciones ¡- pasiones. Y actuada.sa su modo, se-
i¡ clausura. Y ello tanto en el escenario del domingo cno en el de la rutina gún su ritmo. Poresos mi-smos años un ilustrado español, Jovellanos, encar-
populares
diaria. El domingo urbano seha transform ado en el dirde la máxima privati' ladoporel re-v de investígarlosespectáculosl'formasdediversión
zación, de [a "huidaen familia", frentealo quesiempcfueel dia de fiestasen áenuncia esa ctmplicidad 1'propode que cualqtrier reforma deberá comen-
las cuituras populares y lo que sigue siendo aún en lospreblitos: el día de la zar porabolirel modo vulgar de actttar, estoes,'-losgritosy aullidosdescom'
m ás fuertesocialización. Ei otroes et de la casa donde hTV m arca lasdoseta- p.re5tor, las violentas contorsiones y desplantes, los gestos ¡r ademanes desa-
pas delsimulacro que cubre la negación, o en palabrur& Baudrillardt la di- compasados, y finalmente aquella falta de estudio y de memoria, aquel im-
solución de lo social. Primero fue el apara to -TV como rarticul ador del espa- pudente descaro, aquellas miradas libres' ac¡uellos'meneos indecentes,
cio y catalizador del cambio: ya no es la mesa el centrccn torno de la cual la aquella faita de propiedad, de decoro, de pudor, de policía y de aire noble
famili¿ se reune a conversar sino la TV-foco hacia d que todos miran sin *
qu" advierte en tantos de nuestroscómieos, qtre tanto alborotan a la gsnte
hablar. Yuna TV que trae a casa todo haciendo innectnriosalirde casa para d-esmandada :/ procaz y tanto tedio causa a las personas cuerdas y bíen
divertirse o asistir a los grandes espectáculos; el cine od futbol "están" en la criadas".¡ No nos engañemos, más allá de la grosería, lo queJovellanos de-
pequeñá pantalla. Después ya ni siquiera la famillasiunta a mirar, cada nuncia es lo cercana que esa complicidad entre actores y público está del
miembm tiene su propio televisor en su cuarto. Hc¡os llegado a los an- motín popular.
típodasde Io que las relaciones familiares son y signi&an en la cultura po- H oüofilón por donde el melodrama conectaba directamente con la cul-
pular. 5ólo un anacronismo gigantesco puede hqy mantc-rüvo el melodrama. tura popular es la continuidad entre la estétiúa y la ética. Aquí nada de
psicología, deestructura psicológica delospersonaies, sólo relacionesprima'
II. ¡{EI¡DRAillA: Il i\lE.\fORtA YSU DESACTIVAC¡ON .i"¡ y sus signos: el Padre, la Hiia, la Obediencia, el Deber; la Traición' la
fusticia, la Piedad. Y una articulación exacta, elemental, entre conflicto y
Por paradójico que pueda sonar hoy el melodrama cshijo de la revolución dramaturgia, entreacción y lenguaje. De manera quelasaventuras, lasperi-
frangqa: de la transformación de la canalla, del popúcho en pueblo, y de pecias y loi gol¡rcs teatrales no son exteriores a los actos morales, los efectos
su escgoografia. Es la entrada del pueblo en escena, e¡s¡¡ doble sentido. Las clramáticos son expresión de una exigencia moral.tl Y d fondo, como es-
pasiones políticas y las terribles escernas vividas han edado la imaginación quema que contiene el secreto de toda la aventura, ysus mil complicacione'
y la rnsibilidad del pueblo que al fir: puede darse el guCo de poner en escena Ia estructura Jamiliar en cuanlo estructura de Is !ídelidadx primordíalx.
sus e¡nociones, sr¡s fuertes ernociones. Y para que ellaspredan desplegarse el De ah í que el d rama, todo el peso del dram a, resida en que s€an precisamen te
esc-enario se llenará de cárceles, de conspiraciones y deajusticiarnientos, de esas fidelidacies el origen, la causa del suplicio, es decir, de Ia trama que va
desgracias inmensassufridas por inocentes victimas, y& traidores que al fin del des-conocimiento al re-conocimiento de li'i?entidad de la víctima. El
pagarán caro sirs traiciones. ¿No es esa aca;o la moraleia de la revolución? momen to del clímar es "ese irutan te en el que la moral se impone y se hace re'
"Antes de ser un medio de propaganda el melodramrserá el espejo de r:ra conoc€r".3! El melodrama puro, afirma P. Brooks, noes más que "el drama
concierrcia colectiva". 4 La p anto m i m a que se juega ea h escen a se ensayó ul del reconocimiento". De ahí que todas las acciones y todas las pasiones ali-
aire libre, por las calles y plazas, en los mimos con qr- se ridiculizaba a la menten yse nutran de unasola y misma lucha ctntra las apariencias, contra
nobleza. Y toda la maquinaria que la puesta en escen¡riel melodrarira exige los maleficios, contra todo lo que oculta y dísfraza, una lucha por hacerse re-
de Pixérécourt necesitaba tressemanas pam escribirel libreto y conocer. ¿Y no tendrá algo que ver esa lucha en la escena con la que Por esos
-6UU"¡t
tres meses para montar la escena- está en relación directa,con el tipo de es-
nuevos, se i¡án haciendo cada vez m{s expllciict. En ese proceso hay tres eia'
mismos tiempos de la p rimera mi tad del si glo XIXlibra h vieis €conom la mo'
pas especialmente dignasdeestudio desde la perspectiva que he trazado- Pri'
ral de los pobres contra la nueva economía Política de los ricos?
.. . 5í, tieó- no poco que ver. Y ah í reside p recisamente la posibilidad de su se'
"
¡¡.t., l" tra¡uformación del melo.teatro enmdo'nouefc, esdecir en folletín
y novela porentregas. Trarsformación que seproduce a mediados del s. XIX,
cuestro, de su desa'Ctivación, de la inversión de su sentido. El melodrama'
teatro de 1800-1820 esel piíín€i"gran espectáculo fabric¡do industrialmente y -ut*a tanto aldesanollo económico y tenológico de la prensa, al en-
para el consumo de las masas. Y lo de ind¡.¡strialmente noeJ ningUna metáfo' sanchamiento social del público lector, como también a Ia explotación de to-
do lo que de novelesco había ya en el meto-teatro. El folletín nace a caballo
ra, delosefectossonoros a loscorrimientosde tierraylosviajespor marrepre-
entre el penodismo impone un modo inciustrial a la produeción litera-
sentados, la puesta en escena del melodramasesirvió de no pocos inventos de -que
la révolución industrial, La masificación en su estado naciente ya estaba en ria, unarelación asalariada al escritor y unos circuitos cornerciales de distri-
obra aquí. Y no en la vulgarización de la literaturao del teatro cultos que el buciónyventa de la mercancíacultura- y la Literatura, que inaugura con el
melodrama jamás fue ya que sus argumentos fueron extsaídos de los relatos folletín una aueva relación del lectorcon loste¡tos,loquesignifica nosólo un
de terror, dela novela gótiia ínglesa, y s,, etcunografía venía del circo y la fe' nuevo públÍco lector sino una nueve forma de lectura, que ya no es la
ria, sino en la desactiváción de lo que ahí queda de memoria popular, en su populai-traücional pero que tampoco es la cuita, y unos nuevos dispositivos
mistíficación. Y ello fundamentalmente a través de dosoperaciones: la ho- ie'narraeión: los uiitodiát y las series. Segunda, la transformación del
mogenización y la estilización. r folletín en melodramo cinanatogrófico y ar radionovela. A través del
{ahomogeiiucíón funciona borrando las huellas de la difeiencia, de la folletín el cine recibe en he¡encia el melodrama, o mejor el cine se constituye
pluralidad áe origen, de la diversidad en la proc=denciacultural de los rela' en su herCe¡o "natural". Pero reinventándolo, esto es reconvirténdolo en el
los y las formas escénicas, obstruyendo su permeabilidad a los contextos. De' g¡an espectáculo, en el gran esPectáculo popular que moviliza l¿s grandes
cir cultura popular es ya, en cierto modo, caeren la trampapueslo histórica'' m asasy dienta una fuerteparticipación del espectador. Hayuna convergen-
mente uutd"iuto es la existencia de culturas popularér, pluralidad que la cia profunda ent¡e cine y melodrama: en el fumionamiento narrativo y erce'
centrqlización polÍtica -y religiosa- y la jerarquización absolutamente nográfico, en las exigencias mordes y los arqueüpos míticos, y en la eficacia
vertical de las ielaciones soeiaies hicieron imposible ya desde finales del s. ideológica. \f ís que un género, durante muchos años, el melodrama ha sido
XVII.ts El granespectáculo popular urbano no fueposible mris que a costa de la entraña misrna del ci ne, su horizonte estéti cc y politico. Y de ah í, en buena
su masificación, esto es fragmentando yconcentrando, absorbiendo y uniii'
parte, tanto n¡ éxito popular, ese reconocimierto y esa simpatía de las clases
cEndo. La indr:strialización de la cultura no essÓlo, ni principalmente, una populares oor el cinematógrafo, c'omo el largo desprecio de las élites con-
cuestión de técnica y conrercio, es an te todo .'- en profundidad la acción corro- sagrando d aeyorativo y vefgotlzante sentido de Ia palabra melodrama y
siva del capitalismo que desarticula las culruras tradicionales en su resisten- más aún dei adjetivo "rnelodramátics" como sicónimo de todo lo que para el
cia a defarse imponei una lógica económica que destruía los modos de vida, hombreculto caracteriza la vulgaridad de la estética popular; sentimentalis-
con susconcepciones del tiempo y sus formas de trabajo, en una palabra, su mo, €squematismo, efectismo, etcÉtera. Y terce¡a etapa, la fuión de ciertos
moral y las expresiones religios¡ls y estéticas de esa moral. dispositivosde melodramstizsción del cine y de Ia radioenlatelenooelaldtí-
¡t o am ericanc. Produciendo un melodrama prcfu ndamente "ori g'i nal", que
La at ilízaárín es I a o tra cara del proceso de homo gen izació n, aquell a q ue
mira a le transformación del pueblo en público, Y que funciona a t¡avés de la reencuenb.alasmasa5, pero ehorade uno en uno; ensucasa, ydeSdeelimagi-
constitución de una lengua y un discurso en el que puedan reconocerse todos' nario urbano con el que traba una complicidad hasta ahora no lograda y cu-
o sea el hombre-medio, o sea la masa. Ahora lo que la borradura tacha, o in- )'o apoyo más secretó se halla "n * ""i""¡dat ie descontemporaneizai, de
tenta tachar, son las diferencias sociales de los espectadores, esas que los pre- destemporaii¿ario todo, inciuida le más inmeiiata cotidianidad. En la tele-
cíos de los boletos testimonian obstinadamente. Estilizar significa aqui la novela latinoamericana el melodrama toca ru propio fondo, nr plena
p ro gresiva rebaja delos elementos más clarementecaracterizadores de lo po- anacronía: ia .oequeña familia intimista y privrda intenta reconoc',erse en el
pular, tanto en el léxico como en el gesto o en losctmportamientos; una edul- tiempo im gosible de la familia<omunidad. An rcronia que en América Lati-
coración de los sabores m¿s fuertes y la entrada de tem as y de formas Proce- na no remiie. como quizá en EuroPa o los Estaios Unidos, a la mera nostal-
dentes de la otra estética, como el conflicto cie caracteres o la búsqueda indi- gia. Porqueaquí,su referertria, es¡r queflima alacesposesióneconómicael desa-
vidual dei éxito, y la transformacíón de lo heroico y lo maravilloso en un ñaigo cultu¡ai. sigUe estando en la persistencia, :un en medío del más rabioso
pseudorreaiismo. imaiinario ie ma'sa, de ciertas señas de identiC¡d de ia memoria popular.
Las presiones de los dispositivos de masifieación senalados, y de otros
Cali, junio de 1982
$R. Itluchc¡r¡bled, Cufturc populairc et aillu¡cs da élü¿¡, Prrí¡, lgl8.
^a
nn
72