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INTRODUCCIÓN

Existe una percepción de inseguridad ciudadana cada vez más generalizada en la


población de Paraguay, que tiene una base real en el aumento de los hechos delictuosos y
de violencia protagonizadas en estos días por jóvenes, en esta investigación se demostrara
el alcance y contenido en una modificación en el estado de inseguridad ciudadana; en gran
medida esta condicionado por múltiples factores jurídicos y de hecho. Entre estos últimos,
tienen especial relevancia las posibilidades que la realidad ofrece en materia social,
económica, política y cultural; como también respecto de las instituciones encargadas de
velar por la seguridad ciudadana.

Asimismo, se observa un aumento del grado de violencia ejercida por los delincuentes,
que en muchos casos obedece al consumo de drogas y la disponibilidad de armas de fuego.

Con este trabajo lograremos ver la caracterización de los jóvenes delincuentes para poder
estudiar desde diferentes puntos de vista, la acción de estos en hechos delictivos, no
dejando de lado tampoco los derechos y garantías de los adolescentes infractores de la ley,
formas de tratamiento y reinserción social de estos, que deben ser atendidos por las
organizaciones encargadas de la protección de los derechos del niño y adolescente.

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CAPÍTULO I
CONTEXTO SOCIAL DE LA PROBLEMÁTICA
1 El problema

Las autoridades locales de las principales ciudades del departamento central del Paraguay
han identificado como principales problemas de seguridad ciudadana los homicidios, los
robos y el tráfico y consumo de drogas; protagonizado por jóvenes también preocupan el
aumento de la violencia intra familiar y el maltrato infantil.

La falta de efectividad del Ministerio Público, el incremento en la venta de droga y la


insuficiencia del personal policial son algunos factores que han generado la elevada
incidencia delictiva juvenil en el Paraguay., además, de la combinación de un mayor
número de riesgos sociales... dan lugar a problemáticas particulares que afectan a un
menor número..." de niños y adolescentes pero que, a pesar de su reducido impacto
numérico, requieren de "...políticas específicas de tratamiento teniendo en cuenta sus
derechos y así lograr una optima reinserción social,

Es necesario puntualizar también el problema de fondo que radica en la pobreza que


impacta no solamente en las condiciones de desarrollo
Material y emocional de la vida de los niños de manera directa, sino que -y con
consecuencias devastadoras- la mayor parte de las veces los jóvenes delincuentes se
inician en la vida delictiva por factores netamente económicos.

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1.2 Planteamiento del problema

• ¿Cuáles son los factores jurídicos que influyen sobre la inseguridad ciudadana en
el departamento central de Paraguay?
• ¿Cuál es el grado de caracterización en los jóvenes de los factores que inciden
sobre la inseguridad ciudadana en el departamento central de Paraguay
• ¿Cuáles son los factores que influye sobre los jóvenes para iniciarse en la vida
delictiva en el departamento central de Paraguay?
• ¿Qué razones incitan a los jóvenes a ser violentos?

1.3 Objetivos de la investigación

• -Describir los factores que inciden sobre la inseguridad ciudadana en el departamento


central de Paraguay.
• Examinar los grados de caracterización en los jóvenes y los adultos de los factores que
influyen sobre la inseguridad ciudadana en el departamento central de Paraguay.
• Describir los factores que inciden en los jóvenes para la participación en los hechos
delictivos

• describir las razones por el cual los jóvenes se vuelven violentos

1.4 Objetivo General

• Analizar los factores que incide en los jóvenes para la participación de hechos
delictivos y tratar de reducirlas buscando estrategias

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JUSTIFICACION DE LA INVESTIGACION

Este proyecto de investigación pretendo abordar el tema “Seguridad”, en un esfuerzo por


definir, limitar, reorganizar, articular y dar respuesta o derivar las demandas a los efectos
de motorizar las soluciones.

La seguridad es un bien público y su valor se vincula estrechamente con la calidad de vida


y el bien común. Su construcción y materialización es gravitante en las diversas esferas y
ámbitos del progreso, y por ello no es posible admitir un enfoque reduccionista o
minimalista que entienda el problema como meramente policial o judicial. Por el
contrario, se trata de un desafío que posee diversas aristas, que interpelan en diversos
órdenes sociales, económico, culturales, estructurales, entre otras.

En los últimos años el aumento de las denuncias por delitos de mayor connotación social y
diversos sucesos que han alcanzado espectacularidad a través de los medios de
comunicación ha puesto el temor y la inseguridad provocada por la criminalidad y falta de
eficiencia y eficacia de las instituciones del Estado entre las primeras preocupaciones de la
ciudadanía.

También se ha hecho evidente la necesidad de un tratamiento diferenciado de los factores


de riesgo objetiva y subjetivamente presentes, de aquellos vinculados a la percepción y las
representaciones sociales, atendiendo a especificidades locales y regionales, exigiendo
respuestas de naturaleza macro estructural y microsocial.

La percepción de la crisis está basada en la realidad, las explicaciones del recrudecimiento


del crimen aparecen como relacionadas al estancamiento económico y la desigualdad en el
ingreso, tráfico de drogas e ineficiencia en la aplicación de la ley. Además parece haber un
efecto inercial en las tasas criminales en el sentido de que, una vez iniciadas, las tasas de
los crímenes más graves parecen persistir a lo largo del tiempo.

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Aunadas a éstas realidades debemos también subrayar las dimensiones subjetivas de la
inseguridad. El sentir de la ciudadanía con respecto a la seguridad parece más relacionado
con su percepción de la efectividad del gobierno en aplicar la ley que con las mismas
percepciones sobre el crimen.

Las medidas puestas en práctica que ofrecen una mayor seguridad ciudadana pueden
agruparse en tres categorías: preventivas, de control y mixtas; estas últimas han sido las
más exitosas, dado el carácter multidimensional del fenómeno. Junto con las medidas de
control y los distintos niveles de intervención preventiva primaria o secundaria, debe
tenerse en cuenta la necesidad de una coordinación interinstitucional, la producción
constante de estadísticas continuas y la cooperación activa de la comunidad.

En este contexto, reconociendo el esfuerzo que vienen desarrollando diversas instituciones


del Estado, en el ámbito de la prevención, control, juzgamiento y rehabilitación, nosotros
pretendemos que este trabajo contribuya en la aplicación de nuevos planes estratégicos de
prevención, control y represión de los factores que influyen sobre la inseguridad ciudadana
en departamento central de Paraguay; constituir centros de reflexión que superen las
expectativas contingentes del sector y puedan, con el mayor nivel de excelencia,
desarrollar en sí mismas una capacidad de análisis y estudio permanente sobre la materia.

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1.6 Delimitación del Problema

1.6.1 Ambito Temporal

Toda la investigación esta elaborada a través de materiales de apoyo y estadísticas


realizadas en el año 2007

1.6.2 Ámbito Espacial

Departamento central comisarías del área metropolitana ( 7ma., 10ma.11 metropolitana y


séptima central )

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CAPITULO II
2 REVISION DE LITERATURA

2.1MARCO TEORICO

La sensación de inseguridad está directamente relacionado con el miedo al delito y con la


desconfianza en el sistema encargado de brindarla.

Según Soria Verde, las encuestas realizadas en España demuestran que la multiplicación
de los delitos menores y la difusión informal de los mismos (rumor) es lo que provoca el
incremento de la inseguridad ciudadana. Para este autor, se ha producido una
"construcción mitológica de la realidad", mito que se basa en dos componentes:

• Base real: Incremento de la delincuencia, dificultades del sistema jurídico penal,


etc.
• Base irreal: Convicción de no poder conseguir la seguridad y, por lo tanto, estar
condenados por el "mito".

2.1.1 La "construcción mitológica de la realidad" se realimentaría a partir de cuatro


principios:

• Percepción subjetiva de la realidad: Lo que sucede no es igual a lo que la gente


cree que sucede.

• Componentes personales: Reacciones de tipo emocional, reacciones individuales


de autoprotección, etc.

• Componentes colectivos: Creación de sistemas de autoprotección colectivos,


crecimiento de la industria de seguridad privada.

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• Incidencia de los medios de comunicación: Actúa como fuente creíble, la forma y
contenido de su mensaje y predisposición del receptor.

Los postulados de la teoría del constructivismo social, establece que el orden social es
producto de la actividad humana en el sentido de que la subjetividad del hombre está
continuamente externalizándose en actividad.

Esta actividad se transforma en realidad objetiva accesible a toda la comunidad. La


relación entre el hombre productor y su producto (la realidad social) es dialéctica, el
producto vuelve a actuar sobre el productor. Las objetivaciones comunes de la vida
cotidiana se sustentan por la significación lingüística ya que el sistema de signos es
decisivo para la transmisión de experiencias. El lenguaje tiene la capacidad de trascender
el "aquí y ahora" y tiende puentes entre distintas zonas de la realidad de la vida cotidiana.

Esta postura es relevante a la hora de explicar, por lo menos hipotéticamente, por qué la
inseguridad ciudadana se instala, en determinados periodos, en sociedades en las cuales
los índices delictivos se mantienen relativamente estables.

Es significativo que la sensación de inseguridad esté directamente relacionada con el


miedo al delito y con la desconfianza en las instituciones encargadas de prevenirlo. Poco
importa de momento que estos aspectos guarden entre sí una relación causal o que
mancomunadamente sean determinantes de la inseguridad, lo cierto es que en la
desconfianza juega un papel primordial la mala imagen de las instituciones (policía y
justicia, fundamentalmente) en cuanto a su ineficiencia y grado de corrupción.

Resulta interesante observar de qué modo una realidad acotada espacialmente al ámbito de
Asunción se traslada a otro espacio donde, ni remotamente, se alcanzan los niveles de
corrupción observados en aquel lugar. A nuestro criterio, con una apreciación muy
superficial del problema, esta subjetivización social de realidades "ajenas" está dada por la
gran influencia de los medios de comunicación como vehículo de significados
objetivamente accesibles, que son integrados dentro de un todo significativo para una
comunidad.

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La inseguridad ciudadana supone, según José María Rico y Luís Salas, la existencia de
riesgo y ausencia de garantía para el libre ejercicio de los derechos y libertades de los
ciudadanos. Estos mismos autores definen la inseguridad ciudadana como el fenómeno
que la mayoría de la población suele identificar con la falta de represión y prevención del
delito así como con el aumento de la criminalidad. Para González Sánchez, la inseguridad
ciudadana tiene que ver también con la falta de respaldo y garantías tanto legales como
jurisdiccionales a favor de las víctimas para ejercer su legítimo derecho a la persecución
del delito y al resarcimiento correspondiente y ello nos da pié para pasar a exponer el
segundo de los conceptos del binomio que nos sirve de guía: la seguridad jurídica.

La seguridad jurídica se puede definir como la certeza del imperio de la ley en el sentido
de que el Estado protegerá los derechos de las personas tal y como la Ley los declara.

“La garantía de seguridad jurídica reviste para el Estado una obligación de naturaleza
positiva, la cual se traduce no en un mero respeto o abstracción, sino en el cumplimiento
de ciertos requisitos, condiciones, elementos o circunstancias exigidas por el propio
ordenamiento jurídico para que la afectación de la esfera jurídica del gobernado sea
válida”2

2.1.2Según Méndez Juan, las causas de la inseguridad estarían dadas por:

• El modelo de desarrollo socioeconómico imperante en la mayoría de países


latinoamericanos, facilita la mayor concentración de riqueza en pocas manos y el
conjunto de las actuales políticas macroeconómicas han traído graves
consecuencias para las condiciones de vida de la población.

• En el campo de la cultura y de los valores se envían mensajes contradictorios a la


sociedad. Al tiempo que se genera un discurso que critica las medidas de fuerza y
se queja de la inseguridad, en la práctica se la fomenta. En los discursos y la
propaganda oficial se vende la idea de salir adelante mediante el trabajo y el
esfuerzo personal y colectivo, y en la práctica se implanta la falta de solidaridad
total, al poner a competir a todos contra todos y terminar premiando a aquél que
logra salir adelante aun por encima de sus más próximos, estimulando así la
violencia.

2
(Manual de Derecho Constitucional. Dr. Bertrán Galindo y otros autores).

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• En la esfera de la política, encontramos transformaciones en cuanto al papel del
Estado, expresadas en el desmantelamiento de lo poco que había de “Estado
benefactor” y se adelanta la privatización de buena parte de los servicios públicos
esenciales, que afecta principalmente a los sectores de la población de nivel económico
más bajo. Dentro de esos servicios, además de la salud y la educación, se encuentran
también el de la seguridad y la justicia, los cuales en la práctica se han venido
privatizando.

• La privatización de la seguridad y la Justicia tiene un sinnúmero de


manifestaciones: Agencias de seguridad, vigilancia privada en las unidades
residenciales, en centros industriales y comerciales, equipos de escoltas o
guardaespaldas, todos con licencia para tener y portar armas de diversa clase. Es una
lógica alimentada y promovida por la industria armamentista nacional e internacional,
la cual en la medida en que necesita mayor número de consumidores de armas y
municiones, fomenta la creencia de que las armas en manos de los particulares
garantizan esa seguridad que el Estado no alcanza a proporcionar. A lo anterior se
suman los grupos de “justicia privada”, que en forma de bandas, organismos
paramilitares y otros, de manera ilegal manejan armas para su protección o para la
realización de actividades delincuenciales.

• La Impunidad. Las protuberantes deficiencias en cuanto al papel de la


administración de justicia, en sus fases de investigación, juzgamiento y sancionadora o
penitenciaria, muestran claramente la gran impunidad que campea, en contraste con el
auge de la delincuencia, todo lo cual contribuye a “justificar” ante la opinión pública,
los insistentes reclamos por mayores medidas represivas o por salidas desesperadas de
seguridad privada.

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• En este sentido, la definición de niñez / adolescencia que se utiliza en el PNA es la que
establece la CDN (Ley 57/90) y las precisiones que al respecto se establecen en la Ley
1680/01, Código de la Niñez y la Adolescencia (CNA), que determinan una franja
ataría específica para definir al sector
• Todas las personas entre 0 y 18 años de edad son niños y adolescentes, aceptándose en
general que entre 0 y 12 años es extiende la niñez y a partir de los 13 y hasta los 18 se
considera la adolescencia. Debe señalarse que a la fecha se encuentra a la espera de su
promulgación por el Poder Ejecutivo una nueva Ley que modifica los límites
cronológicos de la mayoría de edad.

• Al abordar la descripción de la situación de la niñez y la adolescencia, se ha


considerado de manera primordial el enfoque conceptual vertido por Sottoli / Crine en
su estudio Hacia una política social de Infancia y Adolescencia en Paraguay en el que
las autoras puntualizan que se puede "...enfocar el análisis en los niños/as con
problemas y, otra, en abordar los problemas enfrentados por los niños/as y
adolescentes." Y señalan, al respecto, que "...pensar la problemática de la infancia y la
adolescencia en términos de grupos de riesgo pueda reforzar la concepción de atención
a estos grupos mediante acciones específicas y parciales, en lugar de poner el énfasis
sobre las causas comunes y muchas veces estructurales de los problemas..." por lo que
en dicho documento ambas autoras prefieren "...el abordaje de los principales
problemas que afectan a la infancia y a la adolescencia en Paraguay, más que la
identificación de categorías de niños/as y adolescentes de alto riesgo."3, abordaje con el
que este Plan coincide.

la privación como "la falta de ingresos, servicios básicos o activos suficientes para
satisfacer las necesidades humanas más elementales";

la impotencia como "la incapacidad de los pobres de incidir y tener influencia directa en
las decisiones que le afectan , que resulta de su debilidad de organización y representación
ante las instancias de poder";

3
(Sottoli/Crine, 2000:29)

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y la vulnerabilidad como "la exposición a los impactos de fenómenos externos, naturales,
sociales o económicos, sin los recursos o capacidades suficientes para superar o aminorar
sus efectos negativos."

El estudio señalado concluye, entonces, que "...la pobreza va mucho más allá que las
limitaciones del ingreso, aunque éste constituya una de las variables más comunes para
medirla.", perspectiva con la que este Plan Nacional concuerda conceptualmente.

• Otro de los principios conceptuales que el presente PNA


promoverá es la desjudicialización de la atención de los
problemas que afectan a la niñez y a la adolescencia, en
consonancia con los postulados de la Doctrina de Protección
Integral.

2.1.3 LA DEFINICIÓN DE LA POLNA

La Política Nacional, POLNA, es una orientación general para encaminar las acciones en
dirigidas a la niñez y la adolescencia, originada en una decisión de los más altos niveles
del poder político del país.

La promulgación de la Ley 1680/01, Código de la Niñez y la Adolescencia, promulgada


en el año 2001, por una parte, y la instalación del Sistema Nacional de Protección y
Promoción Integral y de la Secretaría Nacional de la Niñez y la Adolescencia (SNNA) en
diciembre del mismo año, por otra, instalan este nuevo escenario de acción.

Ambos eventos -resultado de una larga acción protagonizada por diversos actores claves
del sector no gubernamental y del sector estatal- constituyen sin duda acontecimientos
relevantes que ponen de manifiesto la decisión del Estado paraguayo en avanzar hacia la
incorporación plena de los principios doctrinales, jurídicos y técnicos más avanzados que
existen en cuanto a la defensa, protección y promoción de la niñez y la adolescencia y
ubican al país, además, entre los pioneros en la materia a nivel regional.

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La POLNA tiene como paradigma la Convención sobre los Derechos del Niño (base
también del Código de la Niñez), pues parte de concebir al niño y adolescente como
sujetos de derechos.

Se basa en la Doctrina de la Protección Integral, cuerpo doctrinal integrado por la


Convención y otros instrumentos internacionales de Derechos Humanos y de la Niñez.

Parte de la convicción de que sólo con un esfuerzo conjunto del gobierno, los organismos
internacionales, la sociedad civil y las organizaciones de niños/as y adolescentes, se
conseguirá desarrollar políticas y programas eficaces que logren ajustarse a las distintas
realidades, necesidades y demandas que enfrentan día a día los niños y niñas del país.

Por eso, es concebida como un conjunto articulado de acciones basadas en los principios
normativos y doctrinales mencionados, que se concreta cuando el Estado y la sociedad
civil logran trabajar de manera conjunta.

• El Estado hace referencia a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en


todos sus niveles (nacional, departamental y municipal).

• La sociedad civil hace referencia a las organizaciones de niños, niñas y


adolescentes; las familias; las ONG que trabajan en el área; las organizaciones
sociales; los empresarios; sindicatos; formadores de opinión; comunicadores;
Iglesias; y organizaciones vecinales y comunitarias.

• La articulación refiere a un trabajo complementario entre fuerzas distintas, que


en la convergencia no pierden su identidad, su autonomía ni su manera propia de
actuar en relación a lo social.

Esta articulación y búsqueda de convergencia permanente en beneficio de niños, niñas y


adolescentes, supone un amplio proceso de movilización social promovido e impulsado
desde los órganos centrales del Sistema: El órgano rector de políticas (el Consejo
Nacional) y su órgano ejecutivo (la SNNA).

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Para que esta configuración y la puesta en marcha de la POLNA se efectivicen, se requiere
un marco institucional con actores y competencias claramente definidos, que funcione de
manera eficiente y articulada.

En nuestro país, el Sistema Nacional de Protección y Promoción Integral creado por el


Código de la Niñez en su Art. 37, es el dispositivo organizacional y operativo concebido
para la implementación de la POLNA, ya que a través del Sistema se busca estructurar y
sistematizar el relacionamiento entre todos los actores a los efectos de dar efectividad a los
Derechos del Niño y el Adolescente.

2.2 Marco Jurídico

El marco jurídico normativo está integrado por los Convenios y


Disposiciones internacionales de la Doctrina de la Protección Integral,
entre los que pueden señalarse las Reglas Mínimas de Naciones Unidas
para la Administración de la Justicia de Menores (Reglas de Beijing); las
Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la
Delincuencia Juvenil; las Reglas de Naciones Unidas para la Atención de
Menores Privados de Libertad y, en especial, la Convención de Naciones
Unidas sobre los Derechos del Niño.

A nivel nacional, los cuerpos normativos principales son la Constitución


Nacional de 1992 y el Código de la Niñez y la Adolescencia, Ley
1680/01 de 2001.

2.2.1 La Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño (1990)

La Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN) es ley nacional
desde que el 20 de septiembre de 1990 fue promulgada como Ley N° 57/90. Fue

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ratificada "...en un momento clave en el proceso de apertura política en el Paraguay, luego
de años de autoritarismo. Coincidió con la ratificación de otros compromisos
internacionales referentes a los Derechos Humanos y, por lo tanto, constituye un elemento
central en el proceso de construcción de un orden jurídico-político democrático.

La Ley 57/90 explícitamente define como compromiso del Estado signatario la protección
del bienestar de niños y niñas, todos los seres humanos de 0 a 18 años de edad y en los
artículos 3, 4 y 6 de la CDN se define el papel del Estado para con la infancia y
adolescencia de manera precisa. Si bien todos los Derechos enunciados en la CDN son
responsabilidad del Estado firmante, en estos tres artículos se resume el rol del Estado en
cuanto a adecuación administrativa y normativa a realizar a los efectos de garantizar la
vigencia efectiva de los Derechos de los niños/as consagrados.

2.2.2 La Constitución Nacional (1992)

La Carta Magna nacional promulgada el 20 de junio de 1992 otorga a los Derechos del
Niño y el Adolescente categoría constitucional, al consagrar en su texto (Art. 54) la
obligación correspondiente al Estado, la sociedad y la familia de garantizar el desarrollo
integral de la infancia, el ejercicio pleno de sus derechos y la protección contra el
abandono, la desnutrición, la violencia, el abuso, el tráfico y la explotación, al mismo
tiempo de establecer el carácter prevalente de los derechos del niño.

Igualmente, en varios otros artículos la Constitución Nacional de 1992 reglamenta


aspectos que guardan relación con el derecho a la vida (Art. 4); a la protección a la familia
(Art. 49); de los hijos (Art. 53); de la maternidad y la paternidad (Art. 55); de la juventud
(Art. 56); de la protección contra la violencia (Art. 60); de la planificación familiar y de la
salud infantil (Art. 61); del derecho a la salud (Art. 68); del derecho a la educación y sus
fines (Art. 73); de la responsabilidad educativa (Art. 75); de las obligaciones del Estado
(Art. 76); y del trabajo de los menores (Art. 90).

Y, tal como lo afirman Sottoli/Crine, con la promulgación de la Constitución de 1992 se


verificó un primer adelanto de la obligación establecida por la CDN de adecuar la
legislación nacional en materia de derechos de la infancia y la adolescencia.

15
2.2.3 El Código de la Niñez y la Adolescencia (2001)

Promulgado a mediados del año 2001 como Ley 1680, el Código, CNA, constituye el más
importante avance en materia de legislación referida a la infancia dado que es el cuerpo
jurídico más completo y avanzado que ..."establece y regula los derechos, garantías y
deberes del niño y adolescente, conforme a lo dispuesto en la Constitución Nacional, la
Convención sobre los Derechos del Niño, los instrumentos internacionales sobre la
protección de los Derechos Humanos aprobados y ratificados por el Paraguay, y las leyes”

El proceso de elaboración del Código -que se inició en 1991, apenas un año después de
haber sido ratificada la CDN- fue ampliamente participativo y contó con la acción
protagónica de las ONG más representativas del sector, representantes de algunas
dependencias del Estado interesadas en el tema y profesionales y técnicos de la sociedad
civil.

Las discusiones y análisis de los borradores de proyecto de Código elaborados se


extendieron a lo largo de seis años y por cuatro años más se trabajó en la gestión
parlamentaria para su aprobación, hasta su promulgación a mediados del año 2001

La delincuencia juvenil es un fenómeno sociocultural y económico que afecta tanto a los


países desarrollados como a los que están en vías de desarrollo, como eufemísticamente se
denomina a los países pobres y explotados como el nuestro. En los países en desarrollo, la
juventud en tanto que grupo de población, aumenta sin cesar. En el año 2000 la mitad de la
población mundial tendrá menos de 25 años, según apreciaciones de la O.N.U. Muy a
menudo los menores se ven privados demasiado pronto de su infancia y se ven obligados
muy jóvenes a ganar su vida en un mundo de adultos. Privados así de la oportunidad de
desarrollarse gradualmente hasta convertirse en miembros responsables de la sociedad,
tienen muchas posibilidades de entrar en conflicto con la ley.
Determinados problemas socioeconómicos muchas veces asociados con el desarrollo
podrían muy bien precipitar la creciente incidencia y gravedad de la delincuencia juvenil
en muchos países. Entre esos problemas figuran la pobreza, el rápido crecimiento
demográfico, las viviendas inadecuadas, la industrialización, la urbanización, el desempleo
y el subempleo juveniles, la descomposición de la unidad familiar, la erosión de los

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valores tradicionales y la internacionalización de las estructuras del comportamiento, la
creciente influencia de los medios de información, la debilitación de los sistemas de apoyo
de la comunidad, el suministro insuficiente de servicios sociales y la incapacidad del
sistema educativo de responder a los nuevos retos.

Los jóvenes son las personas menos preparadas o aptas para mantenerse a sí mismos, a
menudo están margilinizados y se encuentran entre las víctimas más frecuentes de la
pobreza crítica.
En Latinoamérica los jóvenes constituyen un porcentaje muy elevado de la población; el
45% de la población tiene menos de 17 años de edad. Pero analizando particularmente los
países los porcentajes pueden ser aún mayores; por ejemplo, en El Salvador, los jóvenes
de menos de 18 años representan el 55% de la población; en el Ecuador, el 56% de los
habitantes tiene menos de 15 años y en Nicaragua, el 60% tiene menos de 19 años de edad
( datos proveídos por la ONU). Consecuentemente, no pueden subestimarse las
repercusiones de la crisis por la que pasa la vida o, mejor, el desarrollo de la vida de los
menores en Latinoamérica y, por supuesto, en nuestro país.
En los países desarrollados, el conjunto de la población envejece cada vez más debido a
una combinación de factores, siendo los principales las tasas de natalidad cada vez bajas y
una esperanza de vida cada vez más elevada. Las familias tienden a tener menos hijos y
los hijos de esas familias tienden a prolongar la adolescencia mucho más allá de los límites
tradicionales. Esta fase puede extenderse fácilmente hasta la edad de 25 años.
En el mundo occidental, la creciente prosperidad y la disponibilidad cada vez mayor de
bienes de consumo ha aumentado las oportunidades para la delincuencia juvenil,
especialmente el robo, el vandalismo y la destrucción de bienes materiales. Con los
cambios sociales ocurridos en decenios recientes, la familia nuclear más pequeña ha
sustituido a la familia extensa; la vigilancia de los jóvenes, tradicionalmente ejercida en
forma flexible por los adultos -progenitores y familiares, profesores, entrenadores de
deportes, trabajadores en esferas de la juventud, etc.- ha disminuido gradualmente y no
han surgido sucedáneos adecuados. Si aceptamos que la falta o la insuficiencia de
supervisión por los progenitores es una de las causas más importantes de la delincuencia
juvenil, la estructura de la familia occidental contemporánea deberá ser considerada como

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uno de los principales factores a los que debe atribuirse el aumento de la delincuencia
juvenil en los últimos 50 años. En nuestro país, la falta de oportunidades para el desarrollo
equilibrado de los jóvenes, la carencia de apoyo social y de servicios de atención, así como
las perspectivas de empleo cada vez más limitadas con un telón de fondo de pobreza,
privación y atraso, constituyen algunos de los principales factores que repercuten en la
delincuencia juvenil.

El comportamiento delictivo puede ser una reacción a la falta de perspectivas apropiadas


de educación, empleo y sobrevivencia a la disparidad existente entre aspiraciones cada vez
mayores y opciones limitadas. Conviene entonces prestar atención el problema de la
delincuencia juvenil, delimitarlo criteriosamente a fin de conocerlo con meridiana claridad
y a partir de un diagnóstico serio y sereno, tentar la prevención, antes que la represión.

Que se entiende por delincuencia juvenil?. La delincuencia juvenil es tan antigua como la
humanidad, pero cuando resulta alarmante es en realidad en el siglo XIX, durante la
revolución industrial. El término 'delincuencia juvenil' aparece recién en Inglaterra en año
1815. Un año antes, cinco niños habían sido condenados a muerte. En 1823 aparece en
EE.UU., a iniciativa de filántropos y educadores. Se afirma conceptualmente cuando en
1889 se estableció el primer Tribunal de Menores en Chicago.
El término 'delincuencia juvenil' se emplea en todo el mundo, pero no siempre con el
mismo significado: Para los americanos: 1) Conjunto de menores definidos como tales por
la ley; 2) menores que cometen contravenciones; 3) menores que cometen delitos o
crímenes; 4) menores que tienen un comportamiento considerado como asocial o
socialmente reprensible (ausentismo escolar, la incorregibilidad, el hallarse fuera de todo
control, la ociosidad, el servirse de lenguaje ordinario y obsceno, vagabundear, fumar
cigarrillos o consumir tabaco en alguna forma, mendigar, intentar casarse sin
consentimiento, entregarse a irregularidades sexuales o a la promiscuidad sexual).
En Europa: 1) Conjunto de menores definidos tales por la ley; 2) que hayan cometido
delitos o crímenes; y 3) que se comportan de una manera que la ley los asimila a la
delincuencia propiamente dicha (vagabundeo, prostitución, mendicidad, etc.)
En Rusia se denomina 'delincuencia juvenil' al conjunto de menores que comenten delitos
graves.
En Canadá, delincuente juvenil es todo aquel que viola el Código Penal o la ley provincial,
u ordenanza municipal, o quien es culpable de inmoralidad sexual o cualquier otra forma

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de vida viciosa o quien debe ser enviado al reformatorio.
Los rusos distinguen netamente el comportamiento indisciplinado -que para ellos cae
dentro de la educación- del comportamiento criminal.

Según nuestro sistema legal, se consideran delincuencia juvenil todos los delitos
cometidos por menores de edad y existen algunos sostenedores de que a ellos deben
sumarse los menores que se encuentran en estado de peligrosidad, es decir, aquellos que
están en un estado limítrofe con la delincuencia, pero que aún no han delinquido. Sin
embargo, creemos que, tratándose de etiquetar de alguna manera a los menores con
comportamientos diversos a lo esperado por la sociedad, se debe ser muy cauteloso y
restringido, debido a que fácilmente se lo puede estigmatizar, acarreando esto los
consabidos problemas y a ser aceptado por su entorno social.

La Ley de las Doce Tablas (499 a.J.) prevé una pena severa para los ladrones; no obstante,
añade que los niños impúberes recibirán una corrección severa, según el arbitrio del pretor.
Hasta la época de Justiniano, el Derecho Romano no precisó lo que entendía por
impúberes, exceptuando las niñas, para las cuales se habían fijado la edad de 12 años.
Paulatinamente la legislación va distinguiendo tres categorías de menores penales: niños
menores de siete años, edad próxima a la infancia; entre siete y diez años; y edad
prepuberal entre diez y catorce años. No obstante, exceptuando los casos de crímenes
graves, los menores de hasta 25 años eran castigados con menor dureza que los adultos.
En el siglo XIX se fijó la ley de la edad límite por encima de la cual se somete a los
menores al derecho y jurisdicción ordinarias. Por debajo de este tope absoluto se dan dos
categorías:
los menores que escapan a la acción penal; los menores que son objeto de medidas
educativas o eventualmente de penas adecuadas dictadas por el juez de menores o por un
órgano administrativo. En el siglo XX se ha extendido a los adolescentes las medidas
educativas y finalmente se extiende a los jóvenes mayores, Con la Ley 903/81, Código
Paraguayo del Menor, se crea en nuestro país, por primera vez en su historia jurídica, la
Jurisdicción Especial de Menores, a tenor del Título Cuarto del mencionado Código del

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Menor. A partir de ese momento se inicia también el andar de dos tipos de juzgados
totalmente nuevos en nuestro medio: el Juzgado en lo Tutelar de Menores y el Juzgado en
lo Correccional de Menores; hoy día ya son más de uno en lo tutelar y también en lo
Correccional.
La competencia de cada Juzgado -en lo Tutelar y Correccional- a primera vista parece
clara. Al Juzgado en lo Tutelar corresponde: 1) Todo lo relacionado con la patria potestad
y la tenencia de menores, la designación y remoción de tutores; 2) Las reclamaciones de
alimentos de menores; 3) Las relativas a la ayuda prenatal y la protección de la
maternidad; 4) Lo relativo a las adopciones; 5) Entender en el reconocimiento judicial o
voluntario y contestatario o desconocimiento de la filiación promovido por los hijos
matrimoniales o extramatrimoniales; 6) Los casos de guarda, tenencia y colocación
familiar de menores; 7) En las medidas cautelares de acuerdo al Código de Menores; y 8)
Lo relativo a la protección de los menores en estado de abandono o de peligro, conforme
con el Código ( Art. 227, inc.i), aparte de poder adoptar cuantas medidas y disposiciones
creyere convenientes en beneficio de los menores. Tomase en cuenta el numeral '8' para su
comparación posterior en lo relativo al Juzgado en lo Correccional.
Ahora bien, el Código del Menor, en su Art. 231, especifica cuáles son las funciones del
Juez en lo Correccional y ellas son: 1) Conocer y resolver en los procedimientos relativos
a la investigación de acciones u omisiones previstas y penadas por la ley, cuando ellas
fueren cometidas por menores de catorce años; 2) Conocer y resolver sobre denuncias
relativas a los malos tratos, castigos o tratamientos indebidos a los menores de 20 años por
parte de sus padres, tutores, guardadores o el personal de las instituciones de enseñanza, de
tutela o de protección de menores; 3) Investigar, entender y resolver en lo relativo a la
protección de los menores sometidos al procedimiento correccional que se hallaren en
estado de peligro, conforme al código; y 4) Disponer la permanencia bajo la autoridad de
sus padres a los menores sometidos al procedimiento correccional, su internación en
establecimientos especiales u hogares sustitutivos, o adoptar respecto a ellos otras medidas
establecidas en el Código. De lo precedente expuesto sobresale nítidamente una cuestión,
la de los menores en estado de peligro. Veamos en primer lugar lo que corresponde al Juez
en lo Correccional en cuanto al tema: el mencionado magistrado, en cuanto a su
intervención en problemas de minoridad, tiene dos estadios diferentes: a) EN primer lugar
debe entender obligatoriamente en todos los actos u omisiones previstas y penadas por la
ley cometidas por menores de 14 años ( Art. 231, inc.a). Se entiende aquí, sin ningún tipo
de dudas, que se trata de la intervención del Juez correccional cuando un menor de 14 años

20
ha cometido un delito, ya sea culposo o doloso, que obviamente debe estar previsto y
penado en el Código Penal. Si el delito fuese cometido por un menor de edad, pero mayor
de 14 años, el Juez Correccional pierde competencia y la misma ya corresponde al Juez
del Crimen.

Pero cuando se trata de actos que no constituyen delitos, pero denota una actitud proclive
al mismo, lo que se denomina estado de peligrosidad sin delito, en este caso, la
competencia corresponde al Juez en lo Correccional, tenga el menor menos de 14 años, o
más de 14 años, hasta los 19 años de edad.
La problemática deja de ser simple cuando analizamos el Art. 227, inc.i del Código del
Menor, el cual, como ya lo apuntáramos antecedentemente, da competencia también al
Juez en lo Tutelar para entender en lo relativo a menores en estado de abandono o de
peligro, salvo los casos de peligro que requieran la actuación del Juzgado en lo
Correccional y no el de lo Tutelar. Tomando en consideración lo señalado, no existe
impedimento alguno para que el Juez en lo Tutelar intervenga en los casos de peligrosidad
de menores previstos en el Art. 222 del Código. Se crea así una duplicidad de funciones y
de hecho esto siempre se llevó adelante, desde la misma creación de los juzgados.
Es nuestra opinión esa duplicidad de funciones del Juez en lo Tutelar sería saludable en
caso de existir varios juzgados y no unos pocos, habida cuenta la cantidad inmensa de
juicios que actualmente se tramitan ante estos juzgados, lo que imposibilita muchas veces
realizar en buena forma esa doble actividad; pero puede ser una válvula de desahogo ante
la inoperancia o mal manejo del Juzgado en lo Correccional.
A la pregunta: ¿Puede el Juzgado en lo tutelar conocer y resolver en los casos de
peligrosidad sin delito?. La respuesta es: Según nuestro Código puede hacerlo, está no sólo
habilitado, sino obligado.

2.2.4 Medidas que puede aplicar el juez correccional de menores


Las medidas que puede tomar el Juez Correccional de Menores están previstas en el
Art.232 del Código del Menor y son: Devolver el menor a sus padres, tutores,
guardadores o encargados, previa amonestación; Entregarlos a sus padres, tutores,
guardadores o encargados, o a terceros, bajo la vigilancia de un inspector auxiliar del
cuerpo previsto en el Art. 240 del Código (oficiales de libertad vigilada);
Confiarlo al cuidado de una persona con el objeto de que el menor siga haciendo vida

21
familiar, poniendo especial atención en que la designada reúna los requisitos de
honestidad, buenas costumbres y capacidad para dirigir su educación;

Ordenar la internación del menor que haya cumplido los 12 años por un lapso no mayor de
dos años en un establecimiento especial de reeducación, o en algún otro que estime
conveniente para el menor. Dentro de este catálogo no muy extenso, debe manejarse el
Juez Correccional de Menores en el Paraguay, cuando que, no sólo la doctrina, sino las
recomendaciones o reglas internacionales, nos proporcionan un glosario mucho más
extenso y variado de medidas; claro está que no debemos esperar que en otras latitudes,
allende las fronteras, se tengan nuevas ideas para que nosotros -por fin- podamos copiarlas
y tratar de aplicarlas a nuestro medio. Ya lo he expresado e varias oportunidades y lo
repetiré ahora: podemos pecar en el Paraguay de ser pobres, de no tener medios
económicos suficientes, pero no podemos pecar de faltos de originalidad y faltos de
imaginación para solucionar nuestros problemas. Entre las medidas precedentemente
mencionadas, la primera, 'devolver al menor a sus padres, tutores guardadores o
encargados, previa amonestación', es cumplida a medias y generalmente luego que el
menor haya estado en comisarías u otros internados en largo tiempo.

Generalmente los menores son retenidos en las comisarías de menores por orden judicial o
remitidos a algún hogar de reeducación y luego de un tiempo -no prudencial- son
entregados nuevamente a sus padres, con quienes los menores generalmente tiene graves
antecedentes de problemas familiares y de disciplina, que por supuesto no lo han podido
solucionar desde su lugar de retención. El conflicto familiar de los menores es casi
siempre de los extremos: por un lado el menor y por otro lado los padres; en otras
palabras, el conflicto o la problemática que impele a un menor a abandonar su hogar y
resistirse a regresar al mismo, no siempre proviene del menor, en la mayoría de los casos
proviene justamente de los padres, a quienes los jueces no les solicitan mayores recaudos
socio-familiares para la entrega del menor; basta que presenten el certificado de
nacimiento del niño en es casi seguro que la entrega se hará. Decimos que el menor
internado en algún hogar de reeducación es a veces entregado a sus padres en un tiempo
no prudencial, habida cuenta nuestra experiencia y los seguimientos que se lleven adelante
por parte de la Fundación Justicia para Todos.

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Se han tenido casos concretos en que los niños con graves conflictos estaban reaccionando
positivamente a los esfuerzos de sicólogos y otros profesionales que son responsables del
Instituto del Mañana y en ese preciso momento son entregados nuevamente a los padres
por orden judicial. Resultado: todo un trabajo minucioso, de meses de esfuerzos del menor
y de los profesionales ha sido arruinado; el menor volverá al ambiente que lo corrompe,
sin estar totalmente preparado para enfrentarlo o sin tener todavía los elementos necesarios
personales o profesionales- para cambiar de ambiente. Es necesario que se dé más libertas
de trabajo a los hogares de reeducación, que digan los técnicos encargados de los menores
cuándo éstos están en condiciones de enfrentar nuevamente la vida ciudadana sin tanto
peligro para su personalidad como para la seguridad de sus semejantes componentes de la
sociedad.
En cuanto a la amonestación a los padres, casi nunca se ha visto y mucho menos consta en
ningún expediente, que sepamos nosotros al menos; generalmente no pasa de un 'reto' in
vocee del Juez, y nada más. Hacer constar en actas no cuesta nada, así como notificar
formalmente a los padres de dicha medida, para que no se siga creyendo -como lo creen
algunos padres- que la problematización de su niño se debe a la sociedad, al Estado, al
propio niño, pero nunca a ellos. Siguiendo con el análisis del Art. 232 del Código del
Menor, veamos lo relativo el inc.b. Este inciso establece como una de las medidas que
puede aplicar el Juez Correccional de Menores, la entrega del niño a sus padres, tutores o
encargados o a terceras personas, bajo la vigilancia de un inspector auxiliar; en otras
palabras, consagra en nuestra legislación La institución de la libertad vigilada.
A los efectos de dar cumplimiento a lo preceptuado en el mencionado inciso, el Código en
el art.235 inc.e, nombra como uno de los auxiliares de la justicia de menores a los
'Inspectores auxiliares'; quienes, para desempeñar dicho cargo, deberán reunir ciertos
requisitos, como: Nacionalidad paraguaya, tener más de 25 años, poseer idiomas
nacionales, tener título de abogado, psicólogo, pedagogo, asistente social u otro título de
nivel universitario y notoria buena reputación y conducta. Deberán ser designados por el
Poder Ejecutivo y una de sus principales actividades será la de: 'efectuar visitas periódicas

23
a los menores colocados bajo el régimen de libertad vigilada, prestándoles orientación y
consejo en las actividades propias de la vida honesta, e informar mensualmente al Juzgado'

(Art.240, inc.b). Debemos aclarar que el tiempo futuro en que nos referimos a la
institución de la libertad vigilada no es casual, habida cuenta que la mentada institución, si
bien existe en la ley, jamás fue instrumentada en la realidad, en otros términos: en la
realidad no existe. Evidentemente, para llevar a la práctica lo preceptuado por la ley en
cuanto a la libertad vigilada, se necesitarán medios económicos, pero no será más costoso
que tener a un niño en la comisaría de menores u otros lugares de reclusión.
Es nuestro deseo que esta institución pueda ser instrumentada muy pronto. En nuestro país
será de gran utilidad para el Juzgado y sobre todo para los niños y sus padres. Cae de
maduro que no podrá ser aplicado a todos los menores en conflicto con la ley, pero sí a
una buena parte de esa población que, a veces, innecesariamente pasa un tiempo bastante
largo en las comisarías de menores y expuesto al contagio de la subcultura del delito y la
corrupción.
Art.232 inc.c) expresa textualmente: 'Confiarlo al cuidado de una persona con el objeto de
que el menor siga haciendo vida familiar, poniendo especial atención en que la designada
reúna los requisitos de honestidad, buenas costumbres y capacidad para dirigir su
educación'.
Es lo que en doctrina se conoce como la institución de la colocación familiar, instituto éste
de enorme valía si se lo utiliza prudentemente. Consiste, como ya lo adelantara el texto de
la ley, en insertar a un menor con problemas con la justicia y, evidentemente, en un hogar
sustituto para seguir haciendo vida de hogar tipo y no estereotipado, como lo son los
internados.

Pero ¿cuáles son las condiciones en que debe encontrarse el menor para que el Juez pueda
tomar tal determinación?. En primer lugar se hace necesaria la colocación familiar cuando
el menor está en conflicto con su familia natural o simplemente no la tiene o se ha alejado
tanto de ella que ya no tiene contacto con la misma. Esto en nuestro país ya no resulta
raro, principalmente en la población marginal; la mayoría de los niños que deambulan por
las calles de Asunción provienen de zonas periféricas y ya no tienen contacto con su
familia original.

24
Los niños de las calles que duermen en zaguanes ajenos, en las plazas, en las calles y
mercados, etc., han perdido toda referencia en cuanto a sus familias y ya no saben -cómo
es la vida en casa, en familia, con padres y hermanos. ¿Qué medidas se pueden disponer
con respecto a estos niños cuando cometen delitos o se encuentran es estado de
peligrosidad tal que los encontramos inhalando cola y haciendo de 'caballo loco' por las
calles de la ciudad? Evidentemente que la entrega a los padres o encargados se hace
imposible y, por otro lado, la libertad vigilada es impracticable, porque no existen en la
realidad los vigilantes a los que hace alusión el Código. Cae de maduro que no queda otra
alternativa que la colocación familiar, antes de recurrir a la medida extrema de la
internación.
Ahora, a sabiendas de la situación del menor con respecto a su familia, la segunda
condición para que el instituto sea aplicable es la existencia de personas honestas, capaces
y de buenas costumbres, que estén dispuestas a tomar la responsabilidad del cuidado y
educación de esos menores. Aquí la cosa se complica, pues ¿cuántas personas reúnen las
condiciones exigidas por el Código, y de ellas cuántas dispuestas a asumir semejante
responsabilidad? Generalmente se busca entre personas conocidas alguna de buena
voluntad que esté dispuesta a ese fin, casi nunca hay respuesta favorable y, si la hay, con
los primeros problemas que enfrenta con el menor, optan por desistir.

Resulta harto evidente que se necesita una pasta especial para abordar y educar e un niño-
problema, como es el que viene de la calle; por lo tanto, el estudio que se debe hacer a las
personas voluntarias debe ser minucioso y técnico, de tal suerte a evitar graves equívocos
y que los menores no sean llevados en supuesta colocación familiar para ser explotados
como sirvientes. En nuestra experiencia de años de estar trabajando -a través de la
Fundación 'Justicia para Todos'- para la ayuda de niñas y niños en conflicto con la ley,
hemos constatado con tristeza que principalmente en cuanto a las niñas, muchas personas
se presentan con pretensiones de llevarlas en colocación familiar, pero al solo efecto de
tenerlas como servidumbre sin remuneración, es decir, gratuitamente.

25
Teniendo en vista estas experiencias, la recomendación es tener mucho cuidado en el
otorgamiento de la colocación familiar, ya que de no ser así se puede dar el caso, como ya
se dio en alguna oportunidad, que el estamento que debía defender inclaudicablemente al
menor, se convierta en el nexo entre los explotadores y los menores, dando apariencia de
legalidad a un hecho aberrante y que viola todos los derechos fundamentales de los niños.

La última medida que puede tomar el Juez Correccional de Menores es la internación del
niño; y a tenor del Art. 232 inc.d del Código del Menor, esta internación sólo puede
decretarse cuando el menor haya cumplido los 12 años y por un tiempo no mayor de dos
años.
Lo anteriormente dispuesto en el Código del Menor, concuerda con el Art. 37, inc.b del la
Ley 57/90 que dice: 'Ningún niño será privado de su libertad ilegal o arbitrariamente. La
detención, encarcelamiento o prisión de un niño se utilizará tan sólo como medida de
último recurso y durará el período más breve que proceda'.
Todo lo precedentemente apuntado coincide con las recomendaciones de las Naciones
Unidas para la Administración de la Justicia de Menores. Las Reglas de Beijing, en su Art.
19 -hablando de menores imputables- expresa: 'El confinamiento de menores en
establecimientos penitenciarios se utilizará en todo momento como último recurso y por el
más breve plazo posible'. Cae de maduro a esta altura de las consideraciones que el
principio al que debe atenerse el Juez Correccional de Menores es que: si un menor debe
ser internado en algún establecimiento, la pérdida de la libertad debe limitarse al menor
grado posible, a la vez que -de procederse a la internación- debe hacerse en instituciones
especiales para el efecto, sin perder de vista la diferencia entre los distintos niños que
estén internados.

Es de claridad palmaria que deben preferirse los establecimientos 'abiertos' a los


'cerrados'. Por otra parte, vale la pena aclararlo, cualquier instalación debe ser de tipo
correccional o educativo antes que carcelario. En nuestro medio el problema de la niñez es
grave; la gran mayoría de los niños no tienen hogares de referencia y, si lo tienen, antes

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que un alivio para la situación de los mismos, conforman el caldo de cultivo donde nacen
los mayores conflictos que impulsan al menor a una vida totalmente desordenada.

Los niños que de alguna manera deben enfrentar a la justicia, normalmente son primero
derivados a las comisarías y luego al Juzgado. Aquí el problema es grave porque, si bine
se abusó de la internación en un primer momento, hoy día en nuestro país esa medida es
prácticamente inaplicable, habida cuenta que los pocos lugares de internación están
abarrotados de menores y no hay lugar para más chicos cuyo destino apropiado sería la
internación.

Todo lo que establece la ley, las buenas intenciones, no se pueden cumplir por falta de
medios. Mientras tanto, seguimos viendo impasibles que nuestros políticos, que en
campañas políticas no dejaban de mencionar como problema prioritario a solucionar una
vez que lleguen al poder, el problema de los menores; hoy discuten si llueve o no, si
mejorar dietas o no, o cualquier otra cosa, ¿y los menores? Bueno, de ellos ya no se habla,
ya no es época de campañas políticas y de utilizarlos para sensibilizar a la población hacia
este o aquel sector para conseguir votos. Tal vez esto cambie. Dios quiera así sea o tal vez
lo que tenemos que cambiar son los hombres.

2.2.5 La Mayoría de edad penal en la legislación comparada


La mayoría de edad penal no es sino el límite de edad mínima de responsabilidad penal; se
discute hoy día si de cuándo debe ser esa edad y la tendencia e aumentar la edad mínima
de tal suerte a tenerlo al menor la mayor parte de su minoridad fuera del alcance del
rigorismo penal. En la Argentina, no se puede acusar bajo ninguna circunstancia a los
menores de 16 años. Los adolescentes de 16 a 18 años de edad que hayan cometido un
delito grave pueden ser considerados responsables en el orden penal, pero no se les
impone ninguna pena, salvo que sea absolutamente necesaria. Los jóvenes entre 18 y 21
años que sean enviados por los jueces competentes a las instituciones del servicio
penitenciario federal reciben un tratamiento especial y se les mantiene separados de los
adultos.

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Burundi ha fijado la mayoría de edad penal en los 13 años. Se reconoce que los menores
entre 13 y 18 años de edad tienen una responsabilidad penal disminuida. Para ellos, las
penas máximas de muerte y condena perpetua han sido substituidas por la pena de prisión
de 5 a 10 años. Colombia, con la promulgación de su último Código del Menor, ha
elevado la mayoría de edad penal de 16 a 18 años; este tope puede superarse si el menor es
sicológicamente inmaduro. Se proporcionarán, según la legislación colombiana, garantías
procesales especiales a los menores de 12 a 16 años de edad. Conforme a las leyes de
Portugal, los menores de 16 años no tienen responsabilidad penal, aunque están sometidos
a los tribunales de menores y a medidas destinadas a protegerlos, educarlos y prestarles
asistencia bajo las circunstancias específicas en la ley de protección de menores.
En Cuba, los menores de 16 años no pueden ser juzgados por los tribunales ordinarios. El
Código Penal de 1979 ha sido enmendado por la Ley 62 de abril de 1988, que dispone que
los menores de 20 años de edad deben cumplir su condena en establecimientos especiales
o en secciones separadas de los destinados a adultos; se han adoptado disposiciones
análogas para las personas de 20 a 27 años de edad. Pueden imponerse penas inferiores a
los menores de 16 a 20 años; pero jamás aplicar la pena de muerte a menores de 20 años.
La Ley de Menores Delincuentes de Canadá distingue entre niños y jóvenes. Se define a
los niños como personas menores de 12 años, consideradas incapaces de intencionalidad
criminal y, en consecuencia, no responsables de su conducta. Los jóvenes, definidos como
personas desde 12 años de edad o más, pero menores de 18, son considerados capaces de
intencionalidad criminal y, en consecuencia, responsables conforme al derecho penal.
Conforme al Código Penal del Japón, los menores de 14 años de edad no pueden ser
considerados responsables penalmente. En virtud de la Ley de Menores, a los menores de
16 años no pueden aplicárseles sanciones penales y ninguna persona que fuera menor de
18 años cuando cometió el delito puede ser condenada a muerte.
La nueva Ley de Niños y Jóvenes de Nigeria derogó la antigua Ley de 1878 según la cual
la mayoría de edad penal se fijaba a los siete años, limitando la aplicación de sanciones
penales a los mayores de 17 años. Finalmente, agreguemos a este sumario estudio
comparativo, que en China la mayoría de edad penal se fijó en 16 años, salvo para delitos

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muy graves, en que la edad es de 14 años; los menores entre 14 y 18 años reciben penas
inferiores. Rumania tiene fijada la mayoría de edad penal a los 16 años y Ruanda a los 14
años.

En nuestro país la mayoría de edad penal está fijada a los 14 años, un poco separado de
que internacionalmente se plantea: 'Elevar la edad mínima para ser responsable
penalmente'. Existe en estudio un nuevo Código del Menor, veremos con el tiempo si la
tendencia de los legisladores paraguayos es elevar o disminuir la edad mínima. De todas
formas, esperemos que se decidan por lo que signifique una mejora en el tratamiento y
comprensión del tema de la delincuencia juvenil.

2.2.6 La Explotación de Niños

La venta de niños es un fenómeno subestimando, que no se investiga con la profundidad


necesaria, y que causa millones de 'víctimas inocentes' que, debido a su vulnerabilidad, se
dedican o están sometidas a prácticas de explotación y que, por el simple hecho de estar
implicadas, no sólo pueden encontrase en situaciones de conflicto con la ley, sino que
necesitan protección especial.

La venta y trata de niños es el tipo de explotación que ha alcanzado ribetes o proporciones


graves en los últimos años, causando la preocupación del mundo civilizado. En especial la
venta y trata de niños con fines de explotación sexual, si bien no son fenómenos
novedosos, son de una gravedad preocupante, habida cuenta sus vinculaciones con la
delincuencia internacional, la pornografía y la prostitución.
La pornografía infantil es la forma más visible de la explotación sexual. La producción de
la misma implica, sin lugar a dudas, un abuso de los niños. Además, la existencia y
distribución de material pornográfico que utiliza niños, alienta los puntos de vista de los
grupos inclinados a la pedofilia, según los cuales las relaciones sexuales entre adultos y
niños son normales y provechosas para el desarrollo del niño. Por el contrario, se ha
demostrado claramente que dichas relaciones sexuales son perjudiciales para el niño, que
es objeto de explotación porque no posee madurez emocional e intelectual para dar o
negar su consentimiento. Es menester aquí destacar la importancia de la función de los
medios informativos en la transmisión de una imagen sana de la niñez, procurando
presentar a los niños sin mensajes eróticos implícitos y sin proponer a los niños como

29
posibles objetos sexuales. En la edición de marzo de 1993 de la revista argentina 'Gente',
nada menos que en la portada mostraba la foto de la modelo preadolescente más joven del
mundo que exhibe ropa para adultos -según esa revista-, Nicole Neuman, de tan sólo 12
años de edad, con esta leyenda: 'Sexy a los 12 años'.

Enfundada en apretadas como diminutas prendas y en provocativas poses aparecía en el


interior del mencionado medio informativo la pequeña niña, suscitando una inquietante
imagen de una mujer fatal, convirtiéndose así en un objeto de consumo erótico. La
difusión de estos estereotipos en nada favorece al sano desarrollo de la niñez. Debe
prestarse, por otro lado, especial atención a ciertas categorías de niños y menores que
corren riesgos mayores de ser victimizados y verse implicados en prácticas de prostitución
infantil, como los niños maltratados, desatendidos y abandonados, los niños que han huido
de su hogar, los drogadictos y los niños callejeros. Deben establecerse las estructuras y
servicios apropiados para su protección. Dado que la pornografía y la prostitución
infantiles son engendradas no sólo por los productores y explotadores, sino también por
los clientes y consumidores, deben tomarse medidas en ambos frentes.

También deben tomarse medidas para prohibir el 'turismo sexual' que implique a los
niños. Esta es una práctica muy difundida en África, Asia y América Latina, si bien la
clientela proviene, en su mayoría, del mundo occidental. Un ejemplo crudo y triste lo da
en nuestro continente Brasil, cuyo ministro de Bienestar Social, Jutahy Magalhaes, en
junio de 1993 admitía públicamente que en ese país existía al menos 500.000 niñas en los
prostíbulos, situando a Brasil en segundo lugar en el mundo después de Filipinas en la
prostitución de menores y primero en Latinoamérica. Lo admitido por el mencionado
funcionario público no era otra cosa sino la confirmación de los informes divulgados por
la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos celebrada en Viena a instancias de las
Naciones Unidas. La población menor del Brasil más afectada por el fenómeno de la
prostitución tiene entre 10 y 16 años y la situación más grave se registra en el Estado de
Rondonia, limítrofe con Bolivia y Perú, por donde han pasado hasta junio de 1993
aproximadamente 3.000 niñas, en la mayoría de los casos menores de 14 años, quienes son
secuestradas o compradas por los dueños de burdeles en el vecino departamento de Acre,
también fronterizo con el Perú.

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Una vez en Rondonia las menores son obligadas a prostituirse y cuando se enferman son
'pura y simplemente asesinadas', denunciaba a los medios de prensa Marilú Guimaraes,
presidenta de la Comisión Parlamentaria de Investigación de la Cámara de Diputados del
Congreso brasileño. En principio todas son subastadas y una muchacha virgen de 14 años
puede llegar hasta 1.000 dólares americanos; casi todas termina convertidas en drogadictas
y tras morir prematuramente, víctimas de enfermedades venéreas, sus cuerpos son
arrojados a los ríos de la región. La explotación continúa. El 25 de agosto de 1996 el diario
ABC Color, en la página 60 de la sección Internacionales, publica las declaraciones de
María Lucía Leal, coordinadora de un informe redactado por la organización no
gubernamental 'Centros de Estudios y de Acción sobre la Infancia y la Adolescencia'
(CECRIA). En ella se menciona que en el Estado de Paraguay hay 400 prostíbulos y la
mayoría de las chicas tienen de 11 a 15 años y que, en los 32 cavareis locales, 25
muchachas de 15 a 18 años estaban sometidas a un régimen de esclavas.

Pero si lo relatado precedentemente es horroroso, no es menos desgarrador la situación en


Moscú, que según una información de la agencia de noticias EFE, que publicó el Diario
Noticias el lunes 12 de octubre de 1992, más de 1.000 niñas entre 7 y 15 años ejercen la
prostitución en las calles de Moscú, regenteadas por proxenetas un poco mayores que
ellas, mientras crece la industria de películas pornográficas con protagonistas menores de
edad. Las llamadas 'prostitutas de moño' (las madres rusas engalanan con grandes moños
en el pelo a sus hijas) actúan en la Plaza Roja y en los principales hoteles estatales de la
ciudad y los 'favores' de una niña de 7 años puede costar 200 dólares. Las niñas
normalmente son reclutadas en las estaciones de ferrocarril, pues son menores del interior
del país que han huido de sus hogares, o que han venido a ver cómo es Moscú, o
simplemente se han perdido. Otras vías de reclutamiento son cuando las madres,
generalmente alcohólicas o vagabundas, venden a sus hijas por un precio promedio de
30.000 rublos (100 dólares), o simplemente el secuestro.

31
La crueldad caracteriza a las 'prostitutas de moño' que así lo demuestran no sólo en la
guerra sórdida y silenciosa que mantienen con las de mayor edad, sino también contra las
menores que se niegan a ejercer el comercio sexual: 'Las castigamos, o las forzamos a
drogarse hasta que se conviertan en adictas, o las rapamos y les quemamos la frente con
cigarrillos, o bien les metemos un vaso en la vagina y luego se lo rompemos', declaró
Maya, una prostituta de 13 años a un periodista del diario 'Komsmolskaya Pravda', de
Moscú. En Polonia cada día miles de niñas de corta edad salen a las calles, muchas de
ellas enviadas por sus propios padres, para ganarse la vida vendiendo sus cuerpos. 'La
mayoría de esas adolescentes, entre las que hay muchas de apenas 13 y 14 años, está
segura que su trabajo es normal como cualquier otro', relataba a la agencia EFE una
activista de la Sociedad de Amigos del Niño. Informaciones provenientes de Beijing daban
noticia de que una aldea de una región agrícola del sur de China fue convertida en un
enorme burdel con la compra de por lo menos un centenar de mujeres, muchas de ellas
adolescentes, que fueron obligadas a ejercer la prostitución; eran tratadas como esclavas
sexuales bajo amenaza de ser objeto de hechos de violencia, según el 'Yangcheng Evening
News', de China.

Nuestro país no ha sido la excepción, la prostitución de menores de edad es un flagelo que


ha llamado la atención de la población. No en pocas ocasiones, tanto la Policía como los
Juzgados de menores han intervenido lupanares donde se encontraban ejerciendo la
prostitución menores de edad, de 13 años inclusive; aunque, por investigaciones realizadas
por la Fundación 'Justicia para Todos', sabemos de la existencia de niñas con mucho
menos de 13 años que son prostitutas en las calles de Asunción y sus límites con otros
municipios, como Fernando de la Mora, Cuatro Mojones, etc., es más, se tiene
información que sobre calle Última se estarían prostituyendo indígenas menores con una
edad promedio de 12 y 13 años. Según un informe que será presentado en el Congreso
sobre Explotación de Niños en Estocolmo, el 27 de agosto de 1996, preparado por
UNICEF Paraguay, en Ciudad del Este y Asunción el 60% de las prostitutas son menores
de edad. Otra situación de explotación que causa alarma surge del hecho de que, en
muchas partes del mundo, muchísimos niños son considerados como objetos que pueden
utilizarse para obtener beneficio económico.

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Algunas veces, la pobreza hace que los padres vendan a sus propios hijos para ganar
dinero, o que los obliguen a emprender actividades ilícitas para sustentar a la familia. El
difundido uso de los niños como agentes en actividades delictivas y en el comercio ilícito
de drogas, basado en la consideración de que carecen de responsabilidad penal, es tema
también al cual debemos apuntar nuestra preocupación. Esta grave forma de explotación
de los niños se realiza dentro del marco de la delincuencia organizada local e internacional
y perjudica especialmente a los niños, dado que se encuentran atrapados en actividades
delictivas a edades muy tempranas. Sus oportunidades de llevar vidas normales se ven
truncadas y, sin una intervención rápida, poco es lo que puede hacerse para rescatarlos del
inevitable proceso de criminalización. Finalmente, también debe prestarse atención a la
difundida práctica de secuestrar y trasladar clandestinamente a niños para su adopción.
Esta práctica no sólo viola el derecho básico del niño de no ser separado de su familia,
sino que también constituye una forma de burlar la legislación que gobierna la adopción
internacional, privando al niño de los estrictos controles que garantizan que la familia
adoptiva sea adecuada.

También se utiliza el secuestro para obtener esclavos y niños, en especial muchachas


jóvenes, para la explotación sexual de índole trasnacional en la que, con frecuencia,
participan organizaciones delictivas. Si hace unos años atrás nos sorprendía leer que en el
Brasil un niño de 12 años mató a un banquero de un disparo en el pecho durante un asalto,
hoy, en 1996, no nos deja de sorprender la noticia llegada también desde Brasil del primer
niño de 8 años que ha participado con toda tranquilidad de un asalto a un banco. La niñez
tiene sus problemas, pera nunca será reprimiendo, estigmatizando que lograremos
erradicar el mal, sino analizándolo críticamente, diagnosticándolo y, sobre todo, tomando
conciencia de que el problema existe, que es nuestro y no de otros, y que
irremediablemente afectará nuestro futuro y el de nuestros hijos

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2.3 La Delincuencia Juvenil

De muchas maneras las comunidades han denominado los grupos de jóvenes y


adolescentes calificados en "riesgo social" por sus actitudes, costumbres, situación de
vida. Esos nombres varían: pandillas, barras, huelgas, maras, chapulines, gamberros,
hooligan, etc.; pero tienen en común dos cosas: por un lado la preocupación y la alarma
social que provocan, y por otro la falta de distinción entre lo que constituye una actividad
delictiva propiamente dicha y un comportamiento simplemente desviado de las
costumbres y tradiciones, o lo que es peor, "desviado" por los condicionamientos socio-
económicos en que se encuentran y la ausencia de una familia.

El problema ha alcanzado una magnitud tal que pretende motivar y determinar la totalidad
de la incipiente política criminal referida a los menores de edad. Esto es grave en virtud de
que el problema delincuencial es bastante más heterogéneo y además que muchas de las
conductas y actitudes de esos grupos no son delictivas, lo cual debiera descartar la
intervención represiva del Estado.

En estas líneas pretendemos exponer algunas ideas relativas a la reacción que esos grupos
generan en la sociedad, como respuestas dirigidas a resolver un conflicto con el fin de
implantar una mayor "seguridad ciudadana".

Tenemos claro que "seguridad ciudadana" es un concepto bastante difuso, y que hoy se
utiliza con muy diversos propósitos, como en épocas pasadas se utilizaron los conceptos
de "seguridad nacional" y "seguridad del Estado" en el plano ideológico, que pretendieron
constituirse en la razón de ser de la política criminal y justificaron una gran cantidad de
atropellos a los derechos humanos.

Cuando se habla de las pandillas y grupos juveniles, "seguridad ciudadana" se utiliza, por
lo general, como sinónimo de seguridad física en las calles y las casas, olvidándose que un
verdadero concepto del vocablo debiera incluir también otras libertades públicas y
privadas, conformadas por derechos básicos y fundamentales como los derechos políticos,

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los derechos económicos y los derechos sociales, los cuales nunca se ven afectados -ni
amenazados- por la existencia de esos grupos.

Sin embargo hay un verdadero "estado de guerra" generado por la existencia y el accionar
de los grupos juveniles, en especial los que se dedican a realizar hechos delictivos, y en
esa misma proporción, como veremos, algunos llegan a justificar actuaciones estatales
alejadas de los derechos humanos.

La situación se ha agravado porque los ciudadanos han sido culturizados hacia la solución
represiva como único medio capaz de defenderse ante estos peligros para la seguridad.

Se trata de un "estado de guerra" provocado psicológicamente por una percepción


distorsionada o exagerada de la realidad, en la que no hay concordancia con el verdadero
índice de criminalidad.

Hay razón por la alarma social que provocan ciertos delitos que van en constante aumento,
como los delitos contra la propiedad, sin embargo algunos de éstos provocan mucha
alarma social no obstante su nivel relativamente bajo de violencia, como ocurre con los
arrebatos de bolsos y carteras, sólo porque son realizados por menores de edad
organizados en grupos.

Paralelamente, hay delitos que han aumentado en forma exagerada en relación con años
anteriores, que afectan derechos básicos como la vida, pero que no provocan una alarma
social proporcionada a esa gravedad. Tal es el caso de los accidentes de tránsito o de la
circulación, que generan una gran cantidad de muertos (en muchos países en cantidades
bastante mayores que los homicidios dolosos) y sin embargo no provocan una reacción y
preocupación equivalente con los resultados.

En igual sentido podemos citar los delitos no convencionales (ecológicos, abuso de poder
económico y abuso de poder público) cuyos resultados tienen serias repercusiones en los
derechos básicos de todos los ciudadanos, pero no llegan a provocar una reacción
proporcional con esos resultados, a diferencia de los asaltos en las calles.

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La criminología distingue entre delito (constituido por el volumen real de la criminalidad y
sus repercusiones) y temor al delito (constituido por la percepción de la criminalidad y el
riesgo de ser victimizado). La percepción de la criminalidad y el temor a ser víctima de un
delito agiganta y distorsiona la realidad, con un efecto multiplicador desproporcionado,
sobre todo tratándose de hechos realizados por grupos de jóvenes y adolescentes, lo cual
aumenta la posibilidad de adoptar políticas equivocadas e inconstitucionales en aras de la
prevención general.

De ahí entonces que haya un sentimiento generalizado en la ciudadanía para resolver el


problema de la delincuencia infantil y juvenil por medio de la confrontación y el castigo.

2.3.1 Delincuencia relacionada con violencia

En primer lugar se entiende por violencia a la acción o serie de acciones en las que se hace
uso de la fuerza, en especial la fuerza física, con la finalidad o el propósito de destruir una
cosa. También violencia es obligar a alguien a que haga algo en contra su voluntad o
causarle daño.

Ahora bien, como su nombre lo indica la violencia urbana, es la que se desarrolla en la


ciudad, ella no distingue una clase social, sexo, raza, o religión, puede ser violento tanto el
individuó que viva en una urbanización residencial de Lima o como aquel individuo que
vive en un asentamiento humano ubicado en algún cono urbano de la ciudad.

La violencia juvenil puede producirse de muchas formas; las invasiones, son un ejemplo
clásico de estas manifestaciones de violencia en donde cierta población carente de un sitio
en donde vivir, se posesionan ilícitamente de un terreno de propiedad privada, y que al
momento de ser desalojados se enfrentan a la fuerza pública, en verdaderas batallas
campales, y que en algunos casos hay pérdida de vidas humanas. Otro claro ejemplo de
violencia juvenil, es el accionar de las pandillas.

Cuando las pandillas tratan de mantener una supremacía acaparando el territorio de otra
pandilla, es un hecho seguro que se dará origen a un enfrentamiento encarnizado de
extrema violencia, por el control del territorio en disputa, sobre este aspecto de la
violencia urbana no podemos dejar de lado la alevosía y premeditación con la que los

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adolescentes actúan y cometen una infracción a la ley penal, con una clara y abierta
predisposición a la violencia.

2.3.2 Factores de la violencia y delincuencia juvenil

La Violencia Familiar.- Se dijo que la familia es el primer ente socializador del

Nuevo individuo. Pero que sucede cuando en el seno de una familia, esta se encuentra
desintegrada, con carencias en sus recursos económicos para subsistir, con valores morales
deteriorados, en donde la violencia familiar es su modo de vida. Bajo esta influencia
socializadora de la violencia familiar el nuevo individuo asumirá una aptitud de violencia
como medio de vida ante la sociedad.

Ahora bien, una cultura de violencia se acrecienta cuando individuos con los mismos
patrones de conducta (en este caso niños y adolescentes) que provienen de hogares con
problemas de integración, se adecuan, se manejan, se identifican y se aceptan bajo los
mismos códigos sociales dentro de su grupo o entorno social. Sobre esas bases de su
identidad con la violencia buscarán hacerse sentir dentro del circuito social con
manifestaciones de violencia juvenil.

Así "Uno de los factores predominantes de la delincuencia juvenil es el influjo negativo de


la disolución o ineducación familiar, acompañada de la carencia de Comprensión y
afecto". Para concluir con esta parte del tema, la familia como institución aún en pleno
siglo XXI, es importante para el desarrollo de los nuevos individuos por que de no estar
fortalecida, como el árbol mal abonado y sin cuidado dará malos frutos. Trabajemos por
ella.

2.3.2.1 Factores Económicos

Las alicaídas economías familiares de los sectores con menos recursos, son en algunos
casos (o si se quiere entender en la mayoría de ellos) el factor económico que determina y
condiciona la violencia urbana. Cuando se habla de la solidez de una economía familiar no
se desvirtúa que alguno o todos sus miembros asuman aptitudes de violencia o posturas
anómicas dentro de la sociedad.

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Se manifiesta que la violencia emerge de los lugares marginados por la sociedad, además
hay cierta predisposición a satanizar a la pobreza como generador de violencia, dicha
aseveración cumple una proposición válida, pero no es total.

Ahora bien, no toda sociedad por ser pobre tiende a ser violenta, es más existen sociedades
muy desarrolladas pero que tienen un alto índice de violencia, como por ejemplo la
sociedad norteamericana.

Lo que sí queda claro es que las incidencias de violencia pueden tener mayor aceptación
en los sectores más populosos de la ciudad, debido a una escasa o pobre educación, a la
falta de oportunidades de trabajo, a la poca expectativa de superación y a las escasas
fuentes de generación de empleos para los que menos tienen. De esta manera el papel de la
economía basada en los ingresos que puedan percibir las familias de menos recursos sí
determinan en la mayoría de ellos el grado de violencia que puedan asumir.

Bajo este contexto existen paradojas e incongruencias sociales; mientras por un lado
existen jóvenes que no tienen espacios en donde pueden canalizar sus ratos de ocio, no
cuentan con programas alternativos que apoyen al fortalecimiento de la familia como
institución en los aspectos sociales, económicos y culturales, y el no tener propuestas o
alternativas para el desarrollo personal, la violencia estará mas cerca y latente a ellos. Caso
contrario sucede con aquella población de jóvenes que si tienen un modo de vida
aceptable, sin restricciones económicas y que teniendo una inmejorable y adecuada
infraestructura educativa y recreativa a su favor, asumen pautas con marcadas tendencias a
la violencia.

En tal sentido "La pobreza la miseria, son fuentes de delitos contra la propiedad en
especial, pero sucede que hoy asiste al fenómeno de un crecimiento más explosivo en los
países más desarrollados, con mayor índice de ocupación y de producto bruto interno, que
en lo no desarrollados económicamente durante mucho tiempo se identificó la
delincuencia juvenil con barrios pobres, villas miserias, fabelas u otras zonas de subcultura
delictual; hoy las formas más frecuentes, graves y asociadas se dan en los centros de ocio
de las grandes urbes de consumo y de confort; entre jóvenes de familias pudientes aún
universitarios".

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Para finalizar, cualquier manifestación de violencia que provenga de sectores precarios o
de las más adinerados de la ciudad, son condenables, pues causan en la población el
mismo temor y dejan las mismas secuelas y muchas veces llegando hasta la muerte

2.3.2.2 Factor de alteración de conductas

Causas del consumo de alcohol de los joven

La mayoría de los jóvenes toman bebidas alcohólicas:

• Para sentirse bien y divertirse.


• Para descansar y olvidar el estrés.
• Para escapar.
• Porque les gusta el sabor de las bebidas alcohólicas.
• Para estar más a gusto en reuniones.
• Para ser parte del grupo.

Para emborracharse. En los lugares donde se baila y se escucha esta música los jóvenes
consumen sustancias y bebidas tóxicas como las drogas y el alcohol. En este entorno la
excitación

y desenfreno se apodera de los jóvenes y adolescentes originando así un escenario de


violencia, de cuyas consecuencias muchas veces fatales se ignora, por nuestra propia
ignorancia.

2.3.3 Factor Influencia Grupal

La delincuencia juvenil está presente en casi todos los estratos sociales. Esta errónea
forma de manifestación de los jóvenes puede obedecer a varias causas; sin embargo, hay
factores muy comunes como la influencia grupal, es decir, el grupo es, muchas veces,
determinante de la conducta de sus integrantes, conforme a las reglas que se establecen;
así, aquel que quiera integrarse a él, debe adoptar determinada conducta. En la actualidad,
son cada vez más jóvenes las personas que ingresan en el campo delictivo, incluso niños y
niñas.

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También el consumismo ejerce una gran influencia sobre la juventud: para obtener bienes
materiales costosos, como vehículos, equipos de sonidos, ropas, teléfonos móviles, etc.,
muchos de ellos y ellas recurren a actividades delictivas; se suma a todo esto el consumo
de alcohol o drogas.

2.3.4 Factores Culturales

Los medios de comunicación masivos. Juegan un papel elemental en la socialización de


nuestra sociedad, propone el modelo de conducta a su público objetivo.

El poder y la capacidad económica que poseen los medios de comunicación masivos para
manejar conciencias son fuertes, ya que sus intereses económicos van acompañados por lo
general de intereses políticos y así de esta manera se moldea el sistema de información que
se quiere dar y trasmitir.

Se entiende que los medios de comunicación como la radio, televisión, periódicos, revistas
y demás tienen por finalidad de informar y difundir cultura, mantener a la población al
tanto de los sucesos más relevantes del quehacer nacional.

Según nuestro análisis, en lo que se refiere al factor de los medios de comunicación como
determinante de la violencia, no cuestionamos el porqué (aunque deberíamos hacerlo) se
nos esté llenando la conciencia con información de mala calidad y que simplemente no
culturiza, ese no es el tema. El problema radica que cuando los medios de comunicación
quieren tener un alto rating o llegar a aumentar sus volúmenes de ventas en sus ediciones
periodísticas recurren al sensacionalismo; este sensacionalismo que contiene elementos
violentos, los lleva a enfocar de una manera fría y cruda un hecho con sucesos violentos,
ellos nos alimentan el morbo de muertes y hechos sangrientos.

Son estos los medios de comunicación que socializan la violencia en la mente de muchos
individuos, aquí radica el problema, en la cual se comercializa el morbo. Esos medios de
comunicación nos acostumbraron a leer, ver y escuchar a diario noticias trágicas de
muertes y charcos de sangre. Pareciera que algunos medios de comunicación tienen el fiel
propósito de socializar violencia y hacer de esta algo cotidiano entre nosotros.

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Ahora bien, hay un publico que es vulnerable al impacto de lo que se difunde en los
medios de comunicación respecto a la violencia, y estos son los niños quienes "Están
expuestos a diversos medios de comunicación masiva que llegan a gran cantidad de
personas – televisión, radio, cine, videos, discos, historietas cómicas, revistas y periódicos.
Si bien todos los medios son agentes importantes de socialización, el más influyente es
probablemente la televisión. Ciertamente ningún otro medio consume más tiempo de los
niños (…) Los padres y otras personas están preocupadas por la forma como la televisión
está socializando a los niños.

Están insatisfechos con los contenidos de muchos programas (especialmente por la


cantidad de violencia)". En este aspecto la televisión como medio socializador puede
manifestar hechos positivos con la programación de espacios educativos y culturales, los
cuales son limitados y 8 "Por el lado negativo, numerosos estudios han demostrado que
mirar la violencia en la televisión impulsa a la agresión. Un estudio a largo plazo sobre los
jóvenes encontró que la preferencia por la violencia en la televisión era una predicción
mas adecuada de comportamientos agresivos que el ambiente socio - económico, que as
relaciones familiares, que el cociente intelectual o que cualquier otro factor".

Sabemos también que los periódicos chichas o informales, se quiera o no, cumplen una
función socializadora de la violencia ya que tienen una gran aceptación por un segmento
mayoritario de la población Limeña.

De igual modo la radio como medio masivo de difusión tiene una limitada programación.

En la mayoría de ellas sólo se dedican de lleno en copiar modelos de programas foráneos,


insertando en nuestros medios géneros musicales que no pertenecen a nuestra realidad.

Una muestra de socialización de la violencia en las radios, es la emisión de un género


musical conocido como música "Subte" que significa subterráneo, la cual se baila dando
de saltos, puñetes y patadas.

En resumen, los medios de comunicación masivos, directa o indirectamente se están


encargando de socializar la violencia en especial la violencia urbana ya que las incidencias
se manifiestan en todos los sectores socioeconómicos de la sociedad limeña y peruana en
general.

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2.4 Comportamientos de riesgo relacionados con la violencia y delincuencia
juvenil
La participación en riñas, la intimidación y portar armas son importantes comportamientos
de riesgo de violencia y delincuencia juvenil. La mayoría de los estudios que examinan
estos comportamientos han incluido a alumnos de escuelas primarias y secundarias, que
difieren considerablemente de los niños y adolescentes que han dado por concluido sus
estudios o han desertado de la escuela. En consecuencia, probablemente sea limitada la
aplicabilidad de los resultados de estos estudios a los jóvenes que ya no están asistiendo a
la escuela. La participación en riñas es muy común entre los niños en edad escolar en
muchas partes del mundo. Alrededor de un tercio de los alumnos informan haber
participado en riñas y, en comparación con las niñas, es de dos a tres veces más probable
que los varones hayan intervenido alguna vez en riñas. La intimidación es también
frecuente entre los niños en edad escolar. En un estudio de comportamientos relacionados
con la salud en niños en edad escolar de 27 países, se encontró que la mayoría de los niños
de 13 años en la generalidad de los países habían llevado a cabo actos de intimidación al
menos por algún tiempo

2.4.1 La dinámica de la violencia juvenil

Las pautas de comportamiento, incluida la violencia, cambian en el curso de la vida de las


personas. La adolescencia y los primeros años de la edad adulta constituyen un período en
que la violencia, así como otro tipo de comportamientos, a menudo se expresan con más
intensidad. Conocer cuándo y en qué condiciones se presenta de manera característica el
comportamiento violento conforme se desarrolla la persona puede ayudar a planificar
intervenciones y políticas de prevención orientadas a los grupos de edad más críticos.

2.4.2 Violencia en los Centros Educativos

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Este fenómeno ha adquirido, desde los años setenta, una magnitud apreciable en países
como Estados Unidos, Suecia, Noruega y Reino Unido. En nuestro país, parece ser que su
incidencia es menor pero empiezan a detectarse, cada vez más, manifestaciones
preocupantes como consecuencia de la crisis social, cultural y familiar que se está
sufriendo.

La realidad es muy compleja porque en ella se cruzan factores muy diversos, la


investigación y el análisis sobre el fenómeno son aún muy precarios y las respuestas
educativas son igualmente distintas. No se puede afirmar que exista un buen paradigma
conceptual desde el cual interpretar, en toda su dimensión, la naturaleza psicológica y
social del problema.

Los actos violentos están sujetos a un gran sistema de relaciones interpersonales donde las
emociones, los sentimientos y los aspectos cognitivos están presentes y configuran parte
del ámbito educativo. Asimismo están ligados a las situaciones familiares de cada alumno
y al ámbito social de la escuela.

El problema comienza cuando se aborda la resolución del conflictos través del ejercicio de
la autoridad, del castigo, etc. provocando un clima de tensión en el aula que el profesorado
no sabe resolver, y queda la cuestión sumergida en el currículo oculto de las relaciones
interpersonales y en el clima del centro que lo sustenta.

Un aspecto sobre el que parece que hay consenso es la forma de abordar el problema,
desde una posición de análisis e investigación sobre el tema de la violencia y la
agresividad y sobre el propio marco escolar y sus características para poder llegar al
desarrollo de programas de intervención y prevención aplicables a la realidad educativa.
Es decir, reflexión teórica e investigación empírica.

2.5 Las Respuestas Inconstitucionales frente a la Criminalidad Juvenil

En muchos países latinoamericanos, de manera directa los menos, por tolerancia,


indiferencia o complicidad los más, se sostiene que la criminalidad juvenil sólo es posible
enfrentarla recurriendo a métodos violentos, con el fin de defender a la sociedad.

Es así como se plantea la necesidad de organizar grupos paramilitares, compuestos por


miembros de las fuerzas armadas, policías, grupos privados de vigilancia, comerciantes y
otros ciudadanos, dedicados a actuar en forma clandestina, con el fin de aplicar

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ajusticiamientos sobre aquellos jóvenes a quienes el grupo "juzga" como personas
indeseables para la sociedad. Tal es el grado de tolerancia e impunidad con que operan,
incluso todavía hoy, que en algunos casos ni siquiera se preocupan por hacer desaparecer
los cuerpos.

Otros, al menos en forma más abierta que los anteriores, pero tan radicales como ellos,
estiman que a los "delincuentes" no deben reconocérsele derechos, y que en consecuencia
deben ser juzgados en procesos sumarísimos, con aplicación irrestricta de la prisión
preventiva, invirtiendo el principio de inocencia y sustituyéndolo por el de presunción de
culpabilidad, sin costear servicios de abogado defensor, y aplicando penas muy severas
que saquen de circulación por largo tiempo a estos delincuentes.

Algunos pretenden que los jueces desconozcamos esos derechos en la práctica, pero sin
modificar la Constitución, ni la adscripción a convenciones internacionales de derechos
humanos, criticando a los funcionarios judiciales por su excesivo garantismo en beneficio
de los "delincuentes".

Esta última posición encuentra mucha resonancia en la opinión de la gente, en los medios
de comunicación, en los órganos represivos (policías, fiscales), e incluso en los mismos
tribunales. Hay una marcada tendencia a creer que "sistema duro y represivo" es sinónimo
de "sistema penal eficiente", cuando en realidad la historia nos demuestra totalmente lo
contrario.

En efecto, en la práctica los sistemas penales más represivos, caracterizados por


desconocer los derechos de los acusados, no han sido los sistemas más eficientes para
tutelar los derechos fundamentales de los ciudadanos, sino que por el contrario aumentan
la criminalidad y la impunidad.

El mejor ejemplo, para no salir de nuestra región, lo constituyen los sistemas penales
típicos de las dictaduras militares latinoamericanas, los que -con notables excepciones-
legitimaron esos sistemas de poder, convalidaron sus actuaciones y permitieron los
mayores abusos que podamos imaginarnos sobre los ciudadanos. Iniciaron con la
delincuencia común (supuestamente), pero pronto ampliaron sus actuaciones sobre los
grupos que afectaban la "seguridad del Estado" y la "estabilidad social", persiguiendo

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sindicalistas, dirigentes, opositores, simples ciudadanos, y así surgieron miles de
desaparecidos, fosas comunes, el genocidio, para citar solamente lo más grueso.

Debemos preguntarnos si esos sistemas penales caracterizados por desconocer los


derechos de los acusados, que funcionaron paralelamente con grupos clandestinos
dedicados a exterminar personas (supuestamente delincuentes, indigentes, opositores,
críticos, etc.), representaron (y representan) una alternativa viable para defender los
derechos básicos de los ciudadanos?. Desde luego que la respuesta es negativa, pues la "la
seguridad ciudadana" (entendida, ahora sí, como el conjunto de los derechos básicos de los
ciudadanos, incluidas las libertades políticas, económicas y sociales) nunca se vio tan
comprometida y disminuida que en esos sistemas.

Debemos aprender de la historia, la cual nos enseña que los sistemas represivos de esa
naturaleza no constituyen un medio eficaz para disminuir la criminalidad y menos para
proteger los derechos humanos. Por el contrario, ellos dieron ( y dan) espacio a un mayor
margen de impunidad porque el genocidio fue patrocinado directamente por las estructuras
de poder público, con la complicidad de los órganos encargados de reprimirlos,
incluyendo a los tribunales.

Algunos ciudadanos creen en esas alternativas como único medio para combatir una
creciente criminalidad, sobre todo ante la ineficacia de los cuerpos represivos para
disminuirla, pero equivocadamente estiman que el empleo de esos métodos
inconstitucionales no los llegará a afectar a ellos, cuando la experiencia demuestra
totalmente lo contrario.

El problema se ha acrecentado al estimar una gran mayoría que el garantismo judicial es


sinónimo de impunidad, cuando la verdad es que todo depende del trabajo eficiente de la
policía y del Ministerio Público en la recopilación de los elementos de prueba que
permitan incriminar a una persona como autora de un hecho delictivo. Si hay suficientes y
eficientes elementos de prueba de cargo, independientemente de los derechos acordados al
acusado para el ejercicio de su defensa, existirá una condena.

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Las garantías procesales no constituyen un obstáculo para una correcta aplicación de la ley
penal. El proceso está conformado por un conjunto de reglas cuyo denominador común lo
forma la idea de resolver o transformar un conflicto en otro con menor contenido de
violencia, y es un medio para prevenirse de la arbitrariedad y de la ineficacia de los
órganos represivos. Estos últimos eluden su deber cuando pretenden que los tribunales
apliquen la pena sin tramitar adecuadamente un proceso, en el cual se examinen los
elementos de prueba válidos que se hubieren recopilado para averiguar la verdad.

2.5.1 Las Respuestas Tradicionales al Problema de la Delincuencia Juvenil

Dentro del marco constitucional y en forma bastante más moderada que las anteriores
corrientes, algunos sectores (dentro de los cuales se ubican en su mayoría los mismos
órganos represivos del Estado y los Tribunales, así como los medios de comunicación
colectiva) proponen las "soluciones" tradicionales al problema de la delincuencia en
general, y de la delincuencia juvenil en particular.

Estas respuestas tradicionales están inspiradas en la idea de "endurecer" el sistema penal


dentro de los límites constitucionales, con algunas medidas que son las que siempre se han
utilizado con mayor frecuencia para combatir la criminalidad:

• -aumentar y militarizar a la policía

• -aumentar y endurecer las penas

• -aumentar el número de personas detenidas

a.- El aumento y la militarización de la policía:

Es cierto que es necesaria una mayor presencia de los cuerpos de policía civil en las calles.
Con ello se previenen hechos delictivos y se facilita una intervención rápida para impedir

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mayores consecuencias, se logra prestar algún auxilio a las víctimas, y además permite
realizar de manera más eficiente la labor de aseguramiento y recolección de pruebas, así
como también propicia la identificación y detención de los presuntos agresores, entre otras
cosas.

Sin embargo, el aumento del número de policías o su militarización, no se traducen


necesariamente en una mayor "seguridad ciudadana".

En primer término porque una gran cantidad de delitos de los que provocan alarma social
no se realizan en las calles, pues ocurren en ámbitos de intimidad, al interno incluso de las
familias o en oficinas y lugares cerrados. porque una gran cantidad de delitos de los que
provocan alarma social no se realizan en las calles, pues ocurren en ámbitos de intimidad,
al interno incluso de las familias o en oficinas y lugares cerrados.

En segundo lugar, porque la eficiencia del sistema depende del buen funcionamiento de la
totalidad de sus componentes (policía, fiscales, jueces, sistema penitenciario, etc) y el
subcomponente policial no actúa mejor cuando aumenta su número o cuando utiliza
métodos militarizados en sus actuaciones contra la criminalidad., porque la eficiencia del
sistema depende del buen funcionamiento de la totalidad de sus componentes (policía,
fiscales, jueces, sistema penitenciario, etc) y el subcomponente policial no actúa mejor
cuando aumenta su número o cuando utiliza métodos militarizados en sus actuaciones
contra la criminalidad.

En tercer lugar, como ha puesto en evidencia la criminología, no tiene sentido pretender


reducir la violencia callejera (en especial las agresiones y los homicidios) aumentando el
número de personas armadas en las calles. Como muy bien se afirma "...en los países que
transitan por esa vía errada no se ha reducido la criminalidad, y se ha generado en cambio
un fenómeno circular: los delincuentes sancionados por el sistema penal pertenecen en
forma desproporcionada a los grupos más pobres de la población, y la numerosa policía
que los persigue, con salarios miserables, pertenece también al mismo estrato. Y ambos
grupos interactúan multiplicando una violencia espantosa que, obviamente, no puede
detenerse sino multiplicarse cada vez más de esa manera

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Lo anterior no significa, desde luego, que descartemos la necesaria intervención policial.
Por el contrario, creemos que es indispensable para una adecuada y correcta aplicación de
la ley penal, sin embargo la forma de mejorar su intervención no se reduce a un problema
numérico, ni a militarizar sus actuaciones, sino a la profesionalización y a un
mejoramiento de la totalidad de las condiciones laborales y sociales en que se encuentra la
policía, incluyendo aspectos como el salario, la capacitación, instrumentos de trabajo, etc.
como lo apuntamos más adelante.

b.- El aumento y el endurecimiento de las penas:

Otra de las respuestas que solemos encontrar con mayor frecuencia para combatir la
criminalidad en general, es la de aumentar y fortalecer la dureza de las penas previstas en
el Código Penal y leyes especiales, con la esperanza de que constituyan una forma de
desestimular la conducta proclive al delito. Los penalistas denominan ésta la función de
prevención general o intimidación, reservada a la pena incluida en el tipo penal.

Si bien en materia de menores los montos de la pena de prisión previstas en cada figura
delictiva no tienen aplicación directa, la verdad es que siempre tiene alguna incidencia
porque los tribunales de menores tienden a establecer el tipo de "medida tutelar" en
proporción a la gravedad del hecho y a la gravedad de la pena prevista para los adultos en
la ley, más que a las necesidades de tratamiento y atención que requiera el menor.

De acuerdo con esta idea, las personas (menores o mayores) no van a cometer hechos
delictivos si la pena prevista en la ley para esos delitos es dura y grave. Se tiene la creencia
que existe una relación directa entre cantidad y gravedad de la pena por un lado y no
inclinación hacia el delito, por otro. Vemos una tendencia en algunos países de América
Latina a aumentar las penas de prisión, haciéndolas más largas en el tiempo, así como
también a regresar a la pena de muerte (al menos a formalizarla en la legislación).

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Nuevamente los criminólogos se han encargado de desencantarnos. Por medio de la
"teoría de la indiferencia de las sanciones", las investigaciones han mostrado que
cualquiera que sea la sanción prevista en la ley (prisión, muerte, inhabilitación, prueba,
trabajo, servicio comunal, multa, etc.) ninguna en especial ha tenido incidencia o eficacia
en generar menos niveles de delincuencia que otra por el sólo hecho de encontrarse
prevista en abstracto y con independencia de su aplicación real. Las razones por las cuales
las personas deciden realizar hechos delictivos son otras, y la pena prevista en la ley
cuenta sólo algunas veces para determinar los costos del hecho (riesgo), como ocurre en
materia de drogas, homicidio, o en delitos como el aborto.

En realidad no existe una relación directa entre gravedad de la sanción y desestímulo del
hecho. Baste citar el caso de la lucha contra el tráfico de drogas y el "lavado" de dinero
para comprenderlo. En esta materia hemos aumentado y endurecido
desproporcionadamente las penas, sin embargo ello no se ha traducido en una reducción
de la actividad que se quiere reprimir. También en otras áreas hemos incurrido en el
mismo error, como ocurrió en Costa Rica donde recientemente se aumentaron las penas de
prisión a 50 años, pero ello no ha tenido ningún efecto positivo para disminuir la
delincuencia, sino por el contrario comienza a agravar la solución o la redefinición del
conflicto. En los países que han adoptado la pena de muerte tampoco encontramos índices
de criminalidad y violencia menores que en los países que no la tienen.

Por lo anterior, tampoco el camino del aumento y del endurecimiento de las penas ha sido
eficaz para disminuir o atenuar los índices de criminalidad.

c.- El aumento del número de menores presos en prisiones preventivas o


sentenciadas:
Al igual que el aumento y el endurecimiento de la pena, el aumento del número de
personas detenidas constituye una de las respuestas más populares para combatir la
criminalidad. Popular porque exista una generalizada creencia -sobre todo en sectores
externos al sistema penal- de que a mayor cantidad de personas detenidas menor índice de
delincuencia existirá en el país.

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Esta posición tiene dos vertientes. Por un lado se propugna un mayor uso de la prisión
preventiva con el fin de "sacar de la circulación" lo más pronto posible a menores que se
estima son presuntos violadores de la ley penal desde el inicio de cualquier procedimiento
judicial; y por otro también se propugna que la "medida tutelar" definida en sentencia,
cuando se determina que el menor efectivamente realizó el hecho delictivo, se aplique en
centros cerrados, de manera que también se impida su libre circulación en las calles, para
lo cual deben desconocerse todo tipo de beneficios de salida y permisos.

Esta es la respuesta que con mayor frecuencia clama la policía frente a los Tribunales. Su
queja constante es que ellos detienen a los presuntos delincuentes y los jueces los dejan en
libertad, lesionando así -en su opinión- la seguridad de los ciudadanos.

Los ciudadanos también tienen una gran confianza en la prisión (preventiva o no), pues
creen que es posible por ese medio frenar los índices de delincuencia, y por lo general se
pronuncian contra todos los programas dirigidos a racionalizar el uso de esa medida
represiva, como resultan ser las medidas sustitutivas, la libertad bajo palabra, la prueba, la
excarcelación, etc.

En realidad no existe ningún estudio técnico que permita afirmar que a mayor cantidad de
personas en prisión habrá menor cantidad de delitos, pero sí hay estudios que señalan que
los países que han aplicado desproporcionadamente la prisión preventiva no han
disminuido los índices de criminalidad, y han multiplicado sus problemas.

En efecto, cuando se hizo el estudio sobre "El preso sin condena en América Latina y el
Caribe" (CARRANZA, Elías; MORA, Luis Paulino; HOUED, Mario y ZAFFARONI,
Raúl; Ilanud, San José, 1983, pág.22) Paraguay mantenía un 94.25% de presos sin
condena en proporción a la población total privada de libertad, Bolivia el 89.70% y El
Salvador el 82.57%, sin que a la fecha hayan mejorado esas cifras; pero ninguno de esos
países ha logrado disminuir los índices de criminalidad y por el contrario en la actualidad
están empeñados en modificar totalmente la legislación penal con el fin de buscar nuevas
respuestas para resolver este grave problema, con fórmulas menos rígidas y más modernas
que la represión indiscriminada. En este sentido también debiéramos de aprender de la
historia, pero lamentablemente parece ser que tampoco es así.

50
Además de lo anterior, la prisión no constituye un medio eficiente para lograr la
reeducación, la resocialización o la rehabilitación de una persona, ni siquiera sirve para
reafirmar en ella la práctica de una vida sin violación de la ley. Por el contrario, los
penitenciaristas han insistido en que la finalidad rehabilitadora no pasa de ser una
aspiración difícil de alcanzar no sólo por la falta de recursos y el medio en que se habría
que desenvolverse, sino también por la naturaleza misma del encierro carcelario, donde las
relaciones son impuestas. Enseñar a alguien en la cárcel a vivir en sociedad es como
enseñarlo a nadar segregándolo del agua.

Por otra parte, la prisión tiene un altísimo costo. Es una de las respuestas más caras con
que cuenta el sistema penal. Sin tomar en consideración la afectación económica que se
produce en la persona privada de libertad y su familia, porque no puede trabajar, nos
señalaban en el Ministerio de Justicia de Costa Rica que en 1990 el costo mensual de
mantenimiento de un reo en prisión ascendía a 312 dólares (USA).

Como muy bien se afirma "...ni para adultos ni para menores de edad exacerbar el uso de
la prisión parece ser la solución recomendable. En materia de menores UNICEF ha
determinado que en América Latina los institutos de internación alcanzan a cubrir
solamente el 4.5% del fenómeno de los llamados menores de edad en "situación irregular".
De lo que se desprende que, además de sus desventajas y efectos negativos (tales como el
de "prisonización" y "rotulamiento" de los niños), los institutos de internamiento no son la
solución posible hacia la que los países en vías de desarrollo podrían orientarse.

En resumen, tampoco la prisión ha constituido un medio eficaz para disminuir los índices
de criminalidad, ni para resolver los conflictos provocados por los hechos delictivos,
aunque constituye la respuesta más buscada por los ciudadanos para esos fines.

51
2.6 Las Recomendaciones técnicas

En contraposición a las respuestas inconstitucionales (radicales) y las tradicionales


(conservadoras) existe toda una gama de recomendaciones y directrices giradas por los
sectores profesionales vinculados directamente con el tratamiento de los menores en riesgo
(psicólogos, educadores, trabajadores sociales, abogados, psiquiatras, sociólogos,
criminólogos, religiosos, orientadores, etc), cuyo propósito ha sido dirimir los conflictos
provocados con la delincuencia juvenil, disminuir o atenuar este tipo de problemas y dar
tratamiento y orientación a los menores, todo dentro del orden constitucional, los derechos
humanos, y con profundo respeto para todos los seres humanos involucrados en el
conflicto.

Para exponer esas "recomendaciones técnicas" creemos conveniente utilizar


principalmente las directrices de Naciones Unidas, recogidas en cuatro textos
internacionales de aplicación constante en esta materia:

-Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil


(Directrices de Riad, aprobadas por la Asamblea General de las N.U. mediante resolución
45/112 por recomendación del 8? Congreso de N.U. sobre Prevención del Delito y
Tratamiento del Delincuente)

-Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad
(Proyecto de resolución presentado a la Asamblea General de las N.U. por el 8? Congreso
sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente)

-Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la justicia de Menores


(Reglas de Beijing, Proyecto de resolución presentado a la Asamblea General por el 7?
Congreso de las N.U. sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente)

-Convención sobre los derechos del niño (Aprobada en el cuadragésimo cuarto período de
sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 20 de noviembre de 1989)

52
Dichos textos constituyen el mejor testimonio y el más adecuado conjunto de ideas que
podamos encontrar para resolver este grave problema de la delincuencia juvenil, en
especial para dar alguna respuesta serena, profesional y efectiva frente a la cada vez mayor
cantidad de voces que solicitan resolver el conflicto recurriendo a una mayor violencia,
como de hecho está ocurriendo en nuestros países.

2.6.1.-La prevención antes que la represión:

Esta parece ser la regla básica en materia de menores, a la que debiéramos dedicarle
mayores esfuerzos institucionales. La mejor manera de prevenirse contra la delincuencia
juvenil es la de impedir que surjan delincuentes juveniles, para lo cual se requieren
adecuados programas de asistencia social, económica, educacional y laboral.

Mientras respecto de otros sectores de la criminalidad el Estado realiza importantes


esfuerzos para prevenirla, en materia de menores observamos una actitud bastante más
pasiva. En efecto, vemos que las instituciones públicas y privadas dedican gran parte de su
tiempo para prevenir delitos forestales, con adecuados mecanismos y programas de control
que alerte sobre la deforestación; apreciamos también preocupaciones respecto a los
delitos ecológicos en general, donde se discute de los mejores y más eficaces métodos para
producir sin contaminar; observamos que en materia económica la comunidad busca
prevenirse de los abusos de poder de las empresas; que existen programas para prevenir
accidentes de tránsito y evitar los delitos en la circulación de vehículos, etc.

Pero cuando llevamos este discurso al tema de los menores de edad parece que la situación
es distinta, porque se piensa más en la represión y en la necesidad de someter a castigo a
los potenciales delincuentes.

53
Es obvio que debemos prevenir la delincuencia juvenil, y en esto no creo que haya
disidentes. El problema está en ver si estamos dispuestos a intentarlo, y más aún, a
transformar ese deseo en una verdadera política de gobierno en todas sus implicaciones,
pues requiere de la participación de una gran cantidad de sectores, tanto públicos como
privados. La prevención verdadera implica el desarrollo de políticas y programas que
permitan una mayor distribución de la riqueza, más adecuados programas de asistencia
social, el fortalecimiento de la educación en todos los niveles como una prioridad,
oportunidad de trabajo, en fin mejores oportunidades de vida en todos los sentidos y para
todos.

El tema de la prevención aparece claramente recomendado en las Directrices de Riad


(Directrices de Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil):

"Artículo 5. Deberá reconocerse la necesidad y la importancia de contar con políticas


progresistas de prevención de la delincuencia...Esas políticas y medidas deberán
comprender lo siguiente:

a) Suministro de oportunidades, en particular educativas, para tender las diversas


necesidades de los jóvenes y servir de marco de apoyo para velar por el desarrollo
personal de todos los jóvenes, en particular de aquellos que están latentemente en peligro o
en situación de riesgo social y necesitan un cuidado y una protección especiales;

b) doctrinas y criterios especializados para la prevención de la delincuencia, basados en las


leyes, los procesos, las instituciones, las instalaciones y una red de servicios, cuya
finalidad sea reducir los motivos, la necesidad y las oportunidades de comisión de las
infracciones o las condiciones que las propicien;

c) Una intervención oficial cuya principal finalidad sea velar por el interés general del
joven y se inspire en la justicia y la equidad..."

"Artículo 9. Deberán formularse en todos los niveles del gobierno planes generales de
prevención que comprendan, entre otras cosas, lo siguiente:...

54
d) Políticas, estrategias y programas basados en estudios de pronósticos que sean objeto de
vigilancia permanente y evaluación cuidadosa en el curso de su aplicación;

e) Métodos para disminuir eficazmente las oportunidades de cometer actos de delincuencia


juvenil;

f) Participación de la comunidad a través de una amplia serie de servicios y programas;

g) Estrecha cooperación interdisciplinaria entre los gobiernos nacionales, estatales,


provinciales y locales, con la participación del sector privado, de ciudadanos
representativos de la comunidad interesada y de organismos laborales, de cuidado del
niño, de educación sanitaria, sociales, judiciales y de los servicios de represión, en la
adopción de medidas coordinadas para prevenir la delincuencia juvenil y los delitos de los
jóvenes;

h) Participación de los jóvenes en las políticas y en los procesos de prevención de la


delincuencia juvenil, incluida la utilización de los recursos comunitarios, y la aplicación
de programas de autoayuda juvenil y de indemnización y asistencia a la víctimas;

i) Personal especializado en todos los niveles."

"Artículo 10. Deberá prestarse especial atención a las políticas de prevención que
favorezcan la socialización e integración eficaces de todos los niños y jóvenes, en
particular por conducto de la familia, la comunidad, los grupos de jóvenes que se
encuentran en condiciones similares, la escuela, la formación profesional y el medio
laboral, así como mediante la acción de organizaciones voluntarias. Se deberá respetar
debidamente el desarrollo personal de los niños y jóvenes y aceptarlos, en pie de igualdad,
como copartícipes en los procesos de socialización e integración."

55
• .Minimizar el uso del sistema de justicia tradicional:

Otra de las importantes recomendaciones deducidas de los principales instrumentos de


Naciones Unidas es la necesidad de reducir al máximo la utilización del sistema de justicia
tradicional, con el objeto de resolver los conflictos generados con la delincuencia juvenil,
de manera que se utilicen principalmente otras vías y medios para lograrlo, antes de que
intervenga el Juez.

Esta minimización del uso del sistema de justicia ordinaria tiene varias implicaciones y
puede obtenerse utilizando diferentes mecanismos y alternativas.

• Minimizar la intervención estatal

En primer término implica la necesidad de reducir la intervención de todos los subsectores


del sistema represivo del Estado, tales como la policía, el Ministerio Público, los Jueces y
el sistema penitenciario, así como de otros sectores del Estado, dándole mayor
intervención a otros grupos de la vida social en la solución del conflicto y en la búsqueda
de alternativas viables, como la familia, la escuela, la comunidad, las asociaciones, etc.

En parte lo señalan claramente las Reglas de Beijing (Reglas Mínimas de N.U. para la
administración de justicia de menores) al disponer:

"Artículo 1.3: ...al menor que tenga problemas con la ley, se concederá la debida
importancia a la adopción de medidas concretas que permitan movilizar plenamente todos
los recursos disponibles, con inclusión de la familia, los voluntarios y otros grupos de
carácter comunitario, así como las escuelas y otras instituciones de la comunidad."

"Artículo 11.1: "Se examinará la posibilidad, cuando proceda, de ocuparse de los menores
delincuentes sin recurrir a las autoridades competentes, mencionadas en la regla 14.1 infra,
para que los juzguen oficialmente"

56
También los Art. 11.2 y 11.3 de ese mismo texto facultan a la propia policía, al Ministerio
Público y a otros organismos que se dediquen a estos problemas, e incluso a la propia
comunidad para que "fallen dichos casos discrecionalmente"

En el mismo sentido podemos citar las Directrices de Riad (Directrices de N.U. para la
prevención de la Delincuencia Juvenil) al disponer:

"Artículo 2. Para tener éxito, la prevención de la delincuencia juvenil requiere, por parte
de toda la sociedad, esfuerzos que tiendan a garantizar un desarrollo armonioso de los
adolescentes, que respete y promueva su personalidad a partir de la primera infancia."

En el marco de estas ideas también se plantea la necesidad de reducir el campo de acción


del sistema de administración de justicia penal (despenalización) y a su vez señalar en
forma clara su campo de competencia (racionalización). También en materia de menores
es posible plantear el problema de la "despenalización" entendida como una reducción del
campo de intervención del Estado en los conflictos penales. Su propósito consiste en
reservar al sistema de administración de justicia los casos realmente relevantes, dejándole
a los demás (escuela, hogar, comunidad, lugar de trabajo, etc) la tarea de resolver los
conflictos menores y de orientar al menor.

Desde ese punto de vista "despenalización" consistirá en materia de menores en una


adecuada racionalización del uso del sistema oficial.

• Minimizar y hasta eliminar el uso de la prisión preventiva y el encarcelamiento

Todos los textos de Naciones Unidas que citamos supra recomiendan la necesidad de usar
el encarcelamiento como una regla excepcionalísima tratándose de menores de edad.

Las razones son obvias y se desprenden de las consideraciones que hemos hecho antes
sobre el encarcelamiento.

2.6.2 Las Reglas de N.U. para la protección de los menores privados de libertad
señalan:

57
"Artículo 17 ...En la medida de lo posible deberá evitarse y limitarse a circunstancias
excepcionales, la detención antes de la celebración del juicio. En consecuencia, deberá
hacerse todo lo posible para aplicar medidas sustitutorias..."

Las Reglas mínimas de N.U. para la administración de justicia de Menores (Reglas de


Beijing) disponen:

"Artículo 13.1: Sólo se aplicará la prisión preventiva como último recurso durante el plazo
más breve posible"

"Artículo 13.2: Siempre que sea posible, se adoptarán medidas sustitutorias de prisión
preventiva, como la supervisión estricta, la custodia permanente, la asignación a una
familia o el traslado a un hogar o institución educativa"

"Artículo 17.1.b: Las restricciones a la libertad personal del menor se impondrán sólo tras
cuidadoso estudio y se reducirán al mínimo posible."

"Artículo 17.1.c: Sólo se impondrá la privación de libertad personal en el caso de que el


menor sea condenado por un acto grave en el que concurra violencia contra otra
persona..."

En similar sentido, las Reglas de N.U. para la protección de los menores privados de
libertad señalan:

"Artículo 1: El sistema de justicia de menores deberá respetar los derechos y la seguridad


de los menores y fomentar su bienestar físico y mental. El encarcelamiento debería usarse
como último recurso."

Y también la Convención de los Derechos del Niño estatuye:

"Artículo 37.b) Ningún niño será privado de su libertad ilegal o arbitrariamente. La


detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño se llevará a cabo de conformidad con
la ley y se utilizará tan sólo como medida de último recurso y durante el período más
breve que proceda."

58
2.6.2.1Flexibilizar y diversificar la reacción penal:

El sistema penal de adultos instauró la rigidez como sinónimo de garantía, para prevenirse
de la arbitrariedad. De acuerdo con el principio de legalidad no es posible imponer una
sanción penal si ésta no se encuentra prevista con anterioridad en la ley para el tipo de
delito realizado. En consecuencia, para cada hecho ya está predeterminada la reacción
penal correspondiente, y el juez sólo puede hacer algunos ajustes para el caso concreto,
sobre todo determinar el tiempo en que se aplicará la medida entre los límites ya
establecidos por el legislador.

El sistema de justicia de menores debe prevenirse también de la arbitrariedad, y es


necesario sobre todo exigir el cumplimiento del principio de proporcionalidad, de manera
que la "medida tutelar" que se llegue a adoptar en el caso concreto guarde relación con el
disvalor de la conducta delictiva atribuida al menor, para que constituya un límite a la
intervención del Estado.

Sin embargo, no obstante lo anterior, dos de las características básicas de la justicia de


menores es que exista una amplia gama de respuestas posibles frente al caso concreto, con
el fin de escoger la más adecuada a las necesidades del menor; y por otro, que esa medida
sea flexible, se pueda ajustar y acondicionar periódicamente a las circunstancias del
menor, según las condiciones, el avance y el progreso en el tratamiento o en la ejecución
de la medida.

Se trata de cumplir con el principio de "personalización de la medida tutelar", según el


cual la reacción debe ser proporcional a la gravedad del caso (límite), pero al mismo
tiempo adaptarse a las condiciones y necesidades del menor.

Al mismo tiempo se requiere de la adopción de medidas alternativas de solución de


conflictos, así como medidas sustitutivas a las respuestas tradicionales, con el fin de

59
permitirle a los funcionarios estatales la posibilidad de escoger, entre una gruesa gama de
opciones, la medida que mejor se adapte a las condiciones objetivas y subjetivas del caso.

Estas ideas surgen de las Reglas Mínimas de N.U. para la Administración de Justicia de
Menores (Reglas de Beijing), al disponer:
"Artículo 6.1: Habida cuenta de las diversas necesidades especiales de los menores, así
como de la diversidad de medidas disponibles, se facultará un margen suficiente para el
ejercicio de facultades discrecionales en las diferentes etapas de los juicios y en los
distintos niveles de la administración de justicia de menores, incluidos los de
investigación, procesamiento, sentencia y de las medidas complementarias de las
decisiones"

"Artículo 18.1: Para mayor flexibilidad y para evitar en la medida de lo posible


confinamiento en establecimientos penitenciarios, la autoridad competente podrá adoptar
una amplia diversidad de decisiones. Entre tales decisiones, algunas de las cuales se
pueden aplicar simultáneamente, figuran las siguientes: a) Ordenes en materia de atención,
orientación y supervisión; b) Libertad vigilada; c) Ordenes de prestación de servicios a la
comunidad; d) Sanciones económicas, indemnizaciones y devoluciones; e) Ordenes de
tratamiento intermedio y otras formas de tratamiento; f) Ordenes de participar en sesiones
de asesoramiento colectivo y en actividades análogas; g) Ordenes relativas a hogares de
guarda, comunidades de vida u otros establecimientos educativos; h) Otras órdenes
pertinentes."

2.6.2.2 Aplicar a los menores infractores todos los derechos previstos para los
adultos:

Exigir que a los menores se les reconozcan -al menos- los derechos y las garantías
previstas para los adultos, parece ser una verdad que no requiere de justificación. Sin
embargo es la práctica la que se encarga de establecer esa necesidad, pues se discute y se
avanza mucho sobre los derechos de los acusados adultos, pero se niegan cuando se
relacionan con menores, con base en supuestas exigencias de rehabilitación.

60
Como muy bien se afirma, " 1) Tanto la tutela como el castigo reclaman un sistema de
garantías;.. 2) Como las garantías no son unitarias ni se procede por simple acumulación,
sino que se estructuran desde la finalidad de protección y según el tipo de respuesta
estatal, existirá una estructuración diferente, ya no sólo si se trata de tutela o castigo, sino
por cada tipo de tutela y por cada tipo de castigo." (Binder, Alberto. Menor infractor y
proceso... ¿penal?: un modelo para armar. En "La niñez y la adolescencia en conflicto con
la ley penal", ed. Hombres de Maíz, San Salvador, 1995, p. 95).

Sobre esos extremos Las reglas mínimas de N.U. para la administración de justicia
de menores (Reglas de Beijing), disponen:

"Artículo 7.1: Se respetarán las garantías procesales básicas en todas las etapas del
proceso, como la presunción de inocencia, el derecho a que se le notifiquen las
acusaciones, el derecho a no responder, el derecho al asesoramiento, el derecho a la
presencia de los padres o tutores, el derecho a la confrontación con los testigos y a
interrogar a éstos y el derecho de apelación ante una autoridad superior"

"Artículo 27.1: En principio, las Reglas Mínimas para el tratamiento de los Reclusos y las
recomendaciones conexas serán aplicables en la medidas pertinente al tratamiento de los
menores delincuentes en establecimientos penitenciarios, inclusive los que estén en prisión
preventiva."

En igual sentido pueden consultarse los artículos 12, 13, 14 y 18 de las Reglas de las
Naciones Unidas para la protección de los menores privados de libertad.

En general, sobre los derechos de los niños y adolescentes véanse los artículos que forman
la Primera Parte de la Convención sobre los derechos del niño (arts 1 a 41), y sobre sus
derechos procesales, entre otros, véanse los siguientes:

61
"Artículo 37: d) Todo niño privado de su libertad tendrá derecho a un pronto acceso a la
asistencia jurídica y otra asistencia adecuada, así como derecho a impugnar la legalidad de
la privación de su libertad ante un tribunal u otra autoridad competente, independiente e
imparcial y a una pronta decisión sobre dicha acción "

"Artículo 40: 2. b) Que todo niño del que se alegue que ha infringido las leyes penales o a
quien se acuse de haber infringido esas leyes tenga, por lo menos, las siguientes garantías:

o A que se le presuma inocente mientras no se pruebe su culpabilidad


conforme a la ley.

o A ser informado sin demora y directamente o, cuando sea procedente por


intermedio de sus padres o su representante legal, de los cargos que pesan
contra él..."

o A que la causa sea dirimida sin demora por una autoridad u órgano judicial
competente,...."

o A no ser obligado a prestar testimonio o a declararse culpable,..."

2.6.2.3 Profesionalizar y especializar a la policía :

Los sectores que buscan mayor eficiencia en los órganos encargados de la represión penal
debieran centrar más sus expectativas en la profesionalización y la especialización de los
policías encargados de la delincuencia juvenil, al menos con mayor intensidad que aquella
con la cual propugnan medidas más represivas y severas.

En efecto, la eficiencia del sector policía no se logra con mayor drasticidad y violencia,
como algunos pretenden, sino en la posibilidad de mejorar su situación en todos los
niveles. Debe mejorarse el aspecto técnico, para lograr una mayor efectividad y eficacia,
en la medida en que actúen profesionalmente, en cumplimiento del orden legal y
constitucional. Debe complementarse su preparación con conocimientos de cívica, e
informarlos mejor sobre los derechos de los ciudadanos. La situación económica del

62
policía debe mejorarse, pagando salarios adecuados, con el fin de atraer personal mejor
preparado y para darle mayor estabilidad económica a la familia del policía. Debe crearse
la carrera policial, con cierto grado de permanencia, para evitar las destituciones masivas y
las contrataciones masivas generadas con cada renovación de los órganos políticos del
Estado, así como también para mejorar la selección y el ingreso a la institución.
Deben crearse mecanismos permanentes de control y disciplina, para evitar los abusos, o
al menos ponerlos al descubierto y aplicar los correctivos.

Señalábamos que el abuso del poder policial es un problema muy grave, pero más grave es
aún el sistema que no reacciona frente a la existencia de los abusos, que los disimula, los
oculta, los protege o los ignora. Ningún sistema se encuentra vacunado contra los abusos,
pero éstos deben ser puestos en evidencia, señalados al público, así como también debe
perseguirse a sus autores.

En materia de menores -como en ningún otro caso- se requiere de la especialización.


Agentes con capacidad y conocimiento para tratar a los niños y niñas en riesgo social, a
los infractores, a aquellos jóvenes agresivos de las calles, con el fin de buscar adecuadas
medidas para no aumentar el conflicto ya provocado por la sola existencia de los menores.

Esa especialización la refiere directamente Las reglas mínimas de N.U. para la


administración de justicia de menores(Reglas de Beijing):

"Artículo 12.1: Para el mejor desempeño de sus funciones, los agentes de policía que
traten a menudo o de manera exclusiva con menores o que se dediquen fundamentalmente
a la prevención de la delincuencia de menores, recibirán instrucción y capacitación
especial. En las grandes ciudades habrá contingentes especiales de policía con esa
finalidad."

Estas y muchas otras medidas se encuentran recomendadas en los textos que venimos
citando, en relación con la delincuencia juvenil, las cuales sugieren respuestas más
adecuadas, profesionales y con alguna posibilidad de éxito. Para no equivocarnos, sobre
todo adoptando medidas dirigidas exclusivamente a la represión desproporcionada,
debemos mirar las experiencias pasadas y presentes de nuestros vecinos, y también es

63
necesario contar con mejor y mayor información sobre los problemas que se han
enfrentado.

CAPITULO III
3 Diseño Metodológico

3.1 Tipo de estudio

Descriptivo; el proyecto de esta investigación es aplicado en los estudios sociales,


psicológicos y al derecho,

3.2 Enfoque Metodológico

Se utiliza un enfoque no experimental por que se utilizan datos preexitentes sin modificar
las variables, realizando conclusiones de las informaciones relativas al tema

3.3 Población y Muestra

Ciudadanos del departamento central del paraguay

3.3.1 Unidad de análisis:

Efectivos de la Policía Nacional; padres de familia; personas de escasos recursos; internos


privados de su libertad; personal de emergencias médicas; reporteros y gerentes de
redacción de noticias; hombres y mujeres, mayores y menores de 20 años; funcionarios del
poder judicial.

3.3.2 Muestra

Ciudadanos de Asunción, Ñemby, Luque y Lambaré

64
3.3.3 Unidad de muestra

Unidad policial, casa de familia, barrios marginales, unidad penitenciaria para adultos y
para menores, hospital, palacio de justicia, agencia de noticias.

3.4 Fuentes de Información

3.4.1 Fuentes primarias: Grupos de Niños/as y Adolescentes Consultados -


Participantes en Consultas, por institución
CONNATS - Fernando de la Mora
ONATS - Asunción y Área Metropolitana
JOUCONI - Asunción y Área Metropolitana
CRISTO VIVE - Luque
JÓVENES POR EL LAGO - Aregua, San Bernardino, Itaugua
Plan OJO - Altos
NIÑOS/AS MUNICIPES - Fernando de la Mora

3.4.1. Fuentes secundarias: entrevistas, libros científicos, revistas especializadas,


enciclopedias, documentos de la institución, periódicos, folletos, Internet y otros.

3.5 Técnicas e Instrumentos de recolección de datos.

3.5.1 Procedimientos

Encuesta

Entrevista

Observación

Investigación

3.5.2 instrumentos

Cuestionario

Cuestionario guía

65
Guía o matrices

3.6 Procesamiento y Análisis de la información

Para la recolección, procesamiento y análisis de este trabajo se realizó cuestionamientos y


consulta de personas idóneas en el tema, y una investigación minuciosa para poder
analizar y sacar las conclusiones correspondientes del caso.

3.7 Localización del Área de Estudio

La investigación se realizo a los ciudadanos de la zona del departamento central del


Paraguay, jurisdicción de la comisaría décima metropolitana, séptima metropolitana,
séptima central y segunda central

66
CAPITULO IV

4. Resultados

A que edad los jóvenes se inician en la delincuencia


De 8 a 10 años 5%
De 10 a 14 años 55%
De 14 a 18 años 40%

De 8 a 10 años
5%
De 14 a 18
años
40%

De 10 a 14
años
55%

Análisis:

Aquí se demuestra que en la edad de 8 a 10 años hay un 5% de posibilidades a que se


inicien en hechos delictivo

En la edad de 10 a 14 años un 55% de posibilidades para que se inicien en hechos


delictivos

En la edad de 14 a 18 años un 40% de posibilidades para que se inicien en hechos


delictivos

67
En conclusión después de analizar los resultados vemos que en la edad de 10 a 14 años las
personas tienden mas a caer en la delincuencia,

4.2 Factores que inducen a los jóvenes a la delincuencia

Cual de los factores induce mas a los jóvenes a la


delincuencia
Factores económicos 35%
Factores de problemas intrafamiliar 15%
Factor del consumo de drogas 30%
Factor de influencia de grupos 20%

Cual de los factores induce mas a los jovenes a la delincuencia

Factor de
infuencia de
Analisis: grupos
Factores
20%
economicos
35%

Factor del
consumo de Factores de
drogas problemas
30% intrafamiliar
15%

Análisis:

En esta muestra se describe cual de los factores induce mas a los jóvenes a la delincuencia
y vemos que:

El factor de problemas económicos ocupa un 35% en la tabla

El factor de consumo de drogas un 30%

El factor de problemas intrafamiliares un 15%

68
El factor de influencia de los grupos un 20%

En síntesis uno de los factores que mas induce a los jóvenes a la delincuencia son los
problemas económicos que atraviesa el joven y uno de los factores que menos induce al
Joven a delinquir pero no menos importante son los problemas familiares

CAPITULO V
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
5.1 Conclusión

Como hemos podido ver, el problema de la violencia y delincuencia en general es un tema


de suma actualidad. Los problemas generados por los casos de violencia en el país son
múltiples, y en un lugar donde no existe una buena distribución de los recursos, el tema
parece agravarse cada día más; lo vemos todos los días: la sensación de inseguridad de la
gente tanto en Paraguay como a nivel mundial es algo corriente. Pero frente a esto, cabe
plantearse ¿dónde está la raíz del problema? ¿Existe una solución? Lamentablemente la
respuesta parece ser no, por ahora, o al menos no de una manera eficiente; como ya quedó
planteado en el desarrollo del trabajo, los factores que desencadenan los casos de violencia
y delincuencia juvenil son muy variados y sin una actitud de compromiso con la sociedad,
nunca podrá solucionarse. Es más, quizás lo más preocupante sea el aumento de casos de
violencia y delincuencia en niños de 6 a 12 años, si pensamos que el día de mañana serán
adultos, ¿qué es lo que les espera?

Pero la mayoría de la población parece mirar para otro lado cuando se habla del tema, "a
mi hijo no le va a pasar" es la respuesta de muchos. Es claro que es un problema de índole
social en el cual la educación tiene un papel extremadamente importante, dado que
constituye la base del desarrollo del individuo, y funciona como guía en el proceso de
aprendizaje, no puede ser deficiente y debería figurar entre las mayores prioridades a
considerar y a solucionar dentro de un país.

69
Creemos firmemente que a la violencia debe ser tratada desde la prevención, comenzando
por los hogares. Si los padres o responsables a cargo de un niño, no solo no se interesan
por lo que éste recibe del medio, sino que no ejercen ningún control sobre lo que recibe
durante el tiempo que permanece frente al televisor, no podemos pretender que luego el
chico no sea violento o padezca algún otro trastorno de personalidad, la mayoría de las
veces, la violencia tanto en niños como en adolescentes, es el resultado entre otras causas,
como la falla del núcleo familiar, de la falta de preocupación de los padres que debido a
las exigencias de una sociedad de consumo, cada vez encuentran menos tiempo libre en un
mundo cuyas exigencias son más fuertes cada día.

No se trata sólo de educar correctamente a los niños o de tratar de reformar a los jóvenes
sino de tener conciencia de que es un problema que nos afecta a todos y como tal, empezar
a tratarlo, comenzando en los hogares, las escuelas, los clubes, agrupaciones religiosas o
de otra índole, que se hallan en contacto con la comunidad. La situación que se desea
mejorar parte del hecho de que un amplio sector de la población joven – en particular los
de menores recursos – se hallan altamente expuestos a la violencia.

La violencia sólo genera más violencia, y una vez que el niño o el adolescente ingresa en
ese circuito, lo cual es sumamente más fácil de lo que parece, luego les es muy difícil salir
debido a las pocas posibilidades de insertarse en la sociedad y lograr una mejor calidad de
vida fuera de ese ámbito. Esto se da mucho más en los jóvenes, quienes ante un futuro
para nada prometedor, falto de proyectos y expectativas, optan por caer en un último
recurso: la delincuencia.

70
5.2 Recomendaciones

Al recolectar los datos concluimos que para reducir la delincuencia juvenil es necesario
que trabajen conjuntamente las entidades encargadas de la protección de menores con los
ciudadanos y personal policial teniendo siempre en cuenta las garantías de los
adolescentes infractores según las legislaciones internacionales y nacionales, creando
estrategias para modificar el entorno social de los jóvenes que tienden a cometer hechos
delictivos, eliminando los factores insita a los jóvenes a delinquir.

71
BIBLIOGRAFIA

Código de la Niñez y la Adolescencia. Ley 1680. (Ed. de bolsillo) AMAR -


UNICEF. Asunción, 2001

Constitución Nacional de la República del Paraguay 1992. Ed. La Ley. Asunción,


1994

Diagnóstico Nacional sobre la Educación Inicial y Preescolar. Lila Molinier.


Ed. MEC - BID. Asunción, 2002

Estrategia Nacional de Reducción de la Pobreza y la Desigualdad. Secretaría


de Acción Social, SAS. Con el apoyo del BID. Asunción, 2002

Compendio… niñez. Marco Normativo de los derechos de la niñez y la


adolescencia en el Paraguay. Tomo I y Tomo II. Lourdes Barboza – María Teresa
Martínez. Ed. AMAR en el marco de la Cooperación AMAR – UNICEF - CDIA.
Asunción. 2001

Estrategia reforzada de crecimiento económico y reducción de pobreza,


ERCERP. Consejo Nacional de Planificación Económica Social, CONPES.
Gobierno de Nicaragua. Managua, 2001

Hacia una política social de infancia y adolescencia en Paraguay. Diagnóstico


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ANEXOS

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