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El inconsciente esta estructurado como un lenguaje nos dice Lacan, y es ahí donde
se cifra el síntoma, en un lenguaje que es todo suyo, que tiene un código, y quien
posee ese código para descífralo es el sujeto. Por ello el psicoanálisis privilegia la
palabra.
De este modo el síntoma para el psicoanálisis es algo constituyente del sujeto, algo
con lo que todos tenemos que arreglárnoslas. Cuando una persona llega a la
consulta por un síntoma es porque en ese caso el síntoma se ha convertido en
obstáculo para seguir caminando. Y se trata no de suprimirlo, sino de escucharlo ,
para hacer algo con él.
En todos los dispositivos del psicoanálisis aplicado que se utilizan en las areas
clínicas de APOL: la práctica entre varios, el grupo de plática con el método del
psicodrama analítico, la sesión individual, y en la enseñanza y formación, se trata
mantenerse en esta ética que pone en juego la responsabilidad de la persona en la
construcción del síntoma que lo aqueja. Porque sólo así se logra una solución.
Sólo a partir del descubrimiento de esa implicación, el paciente puede tomar una
decisión sobre su vida y permitirse un nuevo uso del síntoma: una transformación de
tropiezo a instrumento que lo orienta en la vida, porque el conocimiento de su
responsabilidad hacia el síntoma le da un lugar desde donde poder mirarse incluído
en lo que le sucede, donde eso que le sucede y que le impide un desarrollo escolar,
laboral, familiar, personal, que lo mantiene en un impass, una parálisis que le impide
moverse de ese lugar, puede mirarlo no como algo ajeno al propio sujeto, sino
donde él hace parte y por lo tanto está en su saber cómo resolverlo.
El psicoanálisis parte del supuesto que el saber está del lado del sujeto que sufre y
hace una demanda y el dispositivo analítico es un lugar donde el sujeto puede
escucharse a través de un otro que escucha desde la ética psicoanalítica.
La solución que así se alcanza es estable, porque brota del interior del paciente: es
decir, del único que sabe todo sobre su condición de sufrimiento y que puede decidir
cómo resolverla.
Todos los dispositivos analíticos utilizados por APOL en sus actividades clínicas
están fundados, en consonancia con la teoría psicoanalítica lacaniana, sobre la
ética de bien decir (un decir que incluye la implicación del sujeto en el síntoma), y
sobre los poderes de la palabra.