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Anuario de Psicología Jurídica, 2000. Págs.

93-131

ESTUDIOS

LA EVALUACIÓN DE LA CREDIBILIDAD DEL


TESTIMONIO EN CONTEXTOS JUDICIALES A
PARTIR DE INDICADORES CONDUCTUALES
CREDIBILITY ASSESSMENT IN
JUDICIAL CONTEXTS FROM
BEHAVIORAL INDICATORS

Jaume MASIP y Eugenio GARRIDO


Departamento de Psicología Social y Antropología. Universidad de Salamanca.

RESUMEN

En este trabajo se propone integrar la evaluación de la credibilidad del testimonio


(detección de la verdad y la mentira) dentro del esquema propuesto por Wells (1978)
para clasificar los factores susceptibles de afectar la calidad del testimonio. Se observa la
escasa atención prestada desde la psicología del testimonio a la credibilidad frente a la
otorgada a la competencia del testigo, y se resumen las tres aproximaciones existentes
para la evaluación de la credibilidad para centrarnos en la de las claves no-verbales o con -
ductuales. Se describen en detalle los hallazgos efectuados desde dicha perspectiva,
tanto desde la aproximación de los canales (vías más o menos capaces de dejar entrever
el engaño) como desde la de los indicadores discretos (conductas específicas que puedan
indicar que el testigo está mintiendo). En el último apartado, se valora la posible aplica -
ción de estos hallazgos en contextos judiciales, se critica la falta de investigación sobre el
tema en tales contextos y se ofrecen algunas recomendaciones al respecto.

PALABRAS CLAVE: Credibilidad, testimonio, conductuales.

Toda correspondencia en relación a este artículo puede ser dirigida a cualquiera de sus dos autores:
Facultad de Psicología, Avda. de la Merced, 109-131, 37005 Salamanca. Telf. 923 294610. Fax: 923
294604. E-mail: jmasip@gugu.usal.es o garrido@gugu.usal.es

ANUARIO/2000 93
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

ABSTRACT

In this paper an attempt is made to insert credibility assessment (i.e., the detection of
truthfulness and deceit) within the framework posed by Wells (1978) to classify the fac -
tors which might affect the quality of eyewitness testimony. It is argued that eyewitness-
testimony psychological research has overlooked the issue of credibility, while overemp -
hasizing the negative role of competency-related deficits upon the quality of witnesses´
statements. Three approaches to credibility assessment are outlined, and then the non-
verbal or behavioral one is explained in detail. Findings both from the channel approach -
which has emphasized the porosity of communication channels to leak deception cues-
and from the specific indicators approach -which has studied what behaviors indicate
that the witness is lying- are described. In the last section the likelyhood of using these
research findings to assess credibility in real judicial cases is discussed, the need for con -
ducting lie-detection research in legal contexts is stressed, and a few recommendations
as to how to conduct that research are made.

KEY WORDS: Credibility, testimony, behavioral.

INTRODUCCIÓN En lo concerniente a las variables de


En 1978, Wells propuso un sistema de las personas implicadas en el incidente,
categorización de los factores que afec- se ha realizado mucha investigación
tan el testimonio en que difere n c i a b a s o b re sus capacidades cognitivas y el
entre variables del sistema y variables a efecto que éstas pueden tener sobre la
e s t i m a r. Las primeras serían aquellas exactitud de su testimonio. Sin embargo,
“que están (o potencialmente pueden algunos autores señalan que la falta de
estar) bajo el control directo del sistema exactitud en el testimonio puede deber-
de justicia criminal” (p. 1548), tales se no sólo a aspectos cognitivos - t a l e s
como las técnicas de entrevista, modo en como la memoria del testigo, su inteli-
que se realizan las ruedas de reconoci- gencia, habilidades lingüísticas, etc.-,
miento, etc. Las variables a estimar serí- sino también a aspectos motivacionales
an las que “afectan la precisión del testi- ( B u s s e y, Lee y Grimbeek, 1993; Köhn-
go, pero no están bajo el control del sis- ken, 1987, 1989; Lamb, Stern b e rg, y
tema de justicia criminal” (p. 1548), y se Esplin 1994; Miller, 1983; Miller, Bauch-
dividirían en características del crimen ner, Hocking, Fontes, Kaminski y Brandt,
(por ej., su gravedad, contexto en que 1981; Stone, 1991). En el primer caso, la
sucedió, etc.) y variables de los implica- pregunta sería “¿es el testigo (o sospe-
dos, es decir, el acusado y el testigo (para choso, o víctima) c a p a z de ofrecer un
una revisión reciente ver Vrij, 1998b). testimonio que se ajuste a los hechos?

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Jaume Masip y Eugenio Garrido

En el segundo, nos pre g u n t a r í a m o s lógica, la de los indicadores verbales de


“está dispuesto el testigo (o sospechoso, la mentira, y la de los indicadores no-ver-
o víctima) a ofrecer un testimonio que se bales (o conductuales) del engaño (por
ajuste a los hechos?” o, en otras pala- ej., Alonso-Quecuty, 1994; Masip y
bras, “¿miente el testigo (sospechoso, Garrido, 1999; Vrij, 2000).
víctima)?”. Siguiendo a Lamb et al.
(1994), llamaremos c o m p e t e n c i a a la La primera de dichas orientaciones
habilidad del interrogado para decir la tiene su máximo exponente en el polí-
verdad (aspecto cognitivo), y credibili- grafo, popularmente conocido por el
dad a la voluntad del mismo para expre- equívoco nombre de “detector de men-
sar esta verdad (aspecto motivacional). tiras”. Esta técnica se basa en que, al
mentir, el sujeto experimenta arousal, lo
Algunos autores (por ej., Köhnken, cual da lugar a ciertos cambios psicofi-
1989; Undeutsch, 1989) critican la esca- siológicos que se pueden re g i s t r a r
sez de investigación empírica sobre la mediante los instrumentos adecuados,
credibilidad de la persona que ofrece su como el citado polígrafo. Esta aproxima-
testimonio, especialmente en compara- ción fue desarrollada fundamentalmente
ción con el énfasis que se ha situado por policías pero, de la mano de Raskin,
sobre su competencia. Hay que tener en Honts, y sus discípulos en el bando de los
cuenta que a través del testimonio se defensores, y de Lykken, Furedy, Iacono,
p retende establecer los hechos, y en Saxe y algunos otros en el de los detrac-
base a dichos hechos se tomarán las tores, ha sido objeto de escrutinio empí-
decisiones judiciales (ver por ej., Gud- rico desde el campo de la psicofisiología.
jonsson, 1992; Magaldi, 1987). Por lo
tanto, cualquier distorsión durante la Una segunda orientación es la del
declaración merece consideración, con análisis del contenido verbal del discurso
independencia de si se debe a problemas como vía para la evaluación de la credibi-
de competencia o a una falta de credibi- lidad. Se espera que dicho contenido
lidad. Esto ha sido reconocido por la verbal varíe en función de si la declara-
jurisprudencia, de modo que en el Códi- ción describe hechos inventados o
go Penal se recogen los delitos de acusa- hechos que se han experimentado direc-
ción y denuncia falsas y el de deposición tamente. Destaca el Análisis de Conteni-
de falso testimonio en el juicio. Incluso do Basado en Criterios (C r i t e r i a - B a s e d
hay quien plantea que “al menos en Content Analysis o C B C A), elemento
determinados casos, sería muy aconseja- central del Análisis de la Validez de las
ble... la intervención como auxiliare s - Declaraciones (Statement Va l i d i t y
peritos de expertos psicólogos que eva- A s s e s s m e n t o S VA). El CBCA ha sido
luasen la calidad del testimonio” (Bernal, d e s a rrollado por psicólogos germ a n o s
1992, pp. 19-20). d e n t ro del ámbito del abuso sexual
infantil, en que la ausencia de pruebas
Ahora bien, ¿cuáles son las aproxima- sólidas es frecuente y no se dispone sino
ciones a la evaluación de la credibilidad de la declaración del menor que formula
desde la psicología experimental? En la acusación. Consta de un conjunto de
general, el estudio del engaño y su 19 criterios del contenido verbal cuya
detección puede estructurarse dentro de p resencia en la declaración del niño
tres perspectivas generales: la psicofisio- sugiere que es probable que éste relate

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hechos que ha experimentado realmen- ta razonable plantear la posibilidad de


te, y no hechos que no ha vivido (sean que la presencia diferencial de informa-
éstos mentiras deliberadamente conta- ción sensorial, contextual, y alusiones a
das por el niño o distorsiones inducidas procesos cognitivos en el testimonio del
por otras personas). Algunos de los crite- testigo, permita diferenciar entre decla-
rios parten de la base de que un niño raciones verdaderas y falsas. Desde prin-
que inventara la declaración no sería cipios de los años 90 se está realizando
capaz de incluir en la misma los conteni- investigación empírica en torno a esta
dos y cualidades que se describen en los cuestión (por ej., Alonso-Quecuty, 1990;
mismos. Otros aluden a contenidos que, Roberts, Lamb, Zale y Randall, 1998; Vrij,
caso de generar el menor una alegación Edward y Roberts, 1999).
falsa, estaría poco dispuesto a incluir,
pues podrían restarle credibilidad. Ade- Finalmente, debemos mencionar la
más del CBCA, la SVA también incluye aproximación a la detección del engaño
un protocolo de entrevista semi-estruc - a través de sus posibles indicadores no-
turada para obtener la declaración del verbales. Esta orientación deriva princi-
niño que será luego analizada con el palmente de los estudios sobre la expre-
CBCA, y la llamada Lista de Validez, en sividad emocional realizados por investi-
que otros elementos y circunstancias se gadores de la comunicación no-verbal,
tienen en cuenta antes de tomar la deci- que pasaron a comprobar si la expresión
sión final sobre la validez del testimonio de emociones simuladas (un claro ejem-
infantil. Este sistema ha generado mucha plo de engaño) ponía en guardia a los
investigación empírica en diversos pai- o b s e rv a d o res, qué diferencias había
ses. (Ver entre otras las revisiones de entre la expresión de emociones genui-
G a rrido y Masip, en prensa; Honts, nas y emociones simuladas, si había
1994; Lamb, Sternberg, Esplin, Hershko- algún indicador no-verbal de que se
witz y Orbach, 1997; Raskin y Esplin, estaba mintiendo, etc. (ver revisiones en
1991a, b; Ruby y Brigham, 1997; Tye y Buller y Burgoon, 1994, 1996; Burgoon,
Honts, 1999; Vrij, 2000; Vrij y Akehurst, Buller y Woodall, 1994; DePaulo, Stone y
1998). L a s s i t e r, 1985; DePaulo, Zuckerman y
Rosenthal, 1980a,b; Ekman, 1985;
Otra técnica, relacionada con la que Ekman y O´Sullivan, 1989; Ekman y
acabamos de ver, se basa en la aplicación Frank, 1993; Kalbfleisch, 1985, 1992;
de la Teoría del Control de la Realidad Köhnken, 1989; Kraut, 1980; Masip y
(Johnson y Raye, 1981) al contexto de la G a rrido, en prensa; Miller y Burg o o n ,
detección del engaño. Según esta orien- 1982; Miller y Stiff, 1992, 1993; Robin-
tación, los recuerdos de acontecimientos son, 1996; Vrij, 1998a, 2000; Zucker-
percibidos contienen más información man, DePaulo y Rosenthal, 1981; Zuc-
sensorial y contextual que aquellos de kerman y Driver, 1985).
acontecimientos imaginados, mientras
que estos últimos tienen más informa- Retomando el hilo de nuestra discu-
ción sobre operaciones cognitivas (por sión inicial, debemos admitir que, si bien
ej., Johnson, Foley, Suengas y Raye, la psicólogía ha prestado finalmente
1988). Dado que la verdad es el recuerdo atención a la técnica poligráfica, lo ha
de algo percibido y la mentira es un hecho medio siglo después del surg i-
recuerdo generado internamente, resul- miento de la misma (Steller, en Davies,

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1982) -y para demostrar su poca utili- con las apreciaciones de Köhnken y


dad-. Además, el trabajo de investiga- Undeutsch arriba indicadas de que es
ción -y algunas formulaciones teóricas, necesaria la investigación de la detección
como la del Control de la Realidad- sobre del engaño dentro del contexto de la psi-
los sistemas de categorías para la detec- cología jurídica. Asimismo, la care n c i a
ción verbal del engaño no se inició hasta parece ser especialmente notable en lo
la década de los ochenta, y no ha gene- concerniente a los indicadores no-verba-
rado el desarrollo de proyectos de inves- les del engaño. Por ello, el presente artí-
tigación dignos de consideración hasta culo se centrará sobre esta orientación,
los noventa. Por último, el enfoque de la con un doble objetivo: Primero, divulgar
a p roximación no-verbal para la detec- los hallazgos de investigaciones ajenas a
ción del engaño apenas sí ha sido siste- ambitos jurídicos, pero de probable utili-
máticamente aplicado a los contextos dad para el psicólogo forense que deba
legales. Que nosotros sepamos, sólo hay evaluar la credibilidad del testimonio o
dos líneas de investigación consistentes asesorar a otros sobre la posible utilidad
en este sentido: el persistente trabajo del de los indicadores conductuales del
equipo de Aldert Vrij en la Universidad engaño. Segundo, estimular al psicólogo
de Portsmouth desde inicios de los experimental para que realice investiga-
noventa (ver entre otros: Akehurst, ción empírica en torno a los índices no-
Köhnken, Vrij y Bull, 1996; Mann, Vrij y verbales del engaño en contextos judi-
Bull, 2000; Vrij, 1995; Vrij y Graham, ciales.
1997; Vrij y Mann, 1998; Vrij y Semin,
1996), y nuestra propia investigación
desde 1995 (Garrido, Herrero y de Elena, Precisiones Terminológicas
1997; Garrido y Masip, 1999; Garrido y
Masip, en prensa a; Garrido, Masip, Llegados a este punto se hacen nece-
Herrero y Rojas, 2000; Garrido, Masip, sarias algunas consideraciones de índole
H e rre ro y Ta b e rn e ro, 1997; Masip y t e rminológica. En primer lugar, se ha
Garrido, 2000; Masip, Garrido y Herrero, venido hablando de “indicadores no-ver-
1999, en prensa; Masip, Garrido y Rojas, bales”, pero un término más adecuado
2000), pese a la existencia de tímidas es el de “indicadores conductuales”, muy
investigaciones aisladas orientadas a la empleado por los investigadores que tra-
exploración del engaño en ámbitos judi- bajan desde esta perspectiva. La razón
ciales o policiales (por ej., DePaulo y quizás sea que tales autores atienden no
P f e i ff e r, 1986; Ekman y O´Sullivan, sólo a los correlatos no-verbales del
1991b; Ekman, O´Sullivan y Frank, 1999; engaño, sino también a los verbales. Así,
Greuel, 1992; Köhnken, 1987; Kraut y como se verá más adelante, hay una línea
Poe, 1980; Miller et al., 1981; Sander- de investigación que explora si los juicios
son, 1978; ver las revisiones de Bull, de credibilidad son más precisos al efec-
1989, y Garrido y Masip, 1999), y a algu- tuarlos sobre la base de la conducta visi-
nas revisiones que intentan aplicar a ble (imágenes sin sonido), auditiva (gra-
tales ámbitos los hallazgos experimenta- bación audio sin imágenes), audiovisual o
les provenientes de otros contextos textual (puramente verbal: transcripción
(Miller y Burgoon, 1982; Stone, 1991; escrita). En tres de estas cuatro condicio-
Vrij, 1998a; Waltman, 1983). Por lo nes el contenido del discurso (foco princi-
tanto, no queda sino estar de acuerdo pal de la aproximación verbal a la evalua-

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ción de la credibilidad) se encuentra pre- ción de mentiras, otras -como el CBCA-


sente. El término “indicadores conduc- parecen orientadas a verificar verdades.
tuales” comprende tanto la conducta no-
verbal como la verbal, por lo que lo utili-
zaremos aquí preferentemente. Acotación del Tema

También en el ámbito terminológico Debemos admitir que, debido a


debemos manifestar nuestra preferencia obvias limitaciones de espacio, no pode-
por la fórmula “evaluación de la credibi- mos incluir aquí una descripción exhaus-
lidad” (o de la veracidad) en lugar de tiva de la investigación y hallazgos expe-
“detección de la mentira” (o del enga- rimentales en el campo de la detección
ño). El valor moral negativo asociado al del engaño desde la perspectiva de los
acto de mentir y la consecuencia del índices conductuales. DePaulo y Rosent-
mismo -el castigo-, así como la tendencia hal (1979b) conceptualizaron la investi-
a dar por sentada la realidad de la infor- gación dentro de este área en tres gran-
mación directamente accesible a través des líneas. La primera atiende a la capa-
de los sentidos (Gilbert, Krull y Malone, cidad del emisor de mentir y la del recep-
1990; ver también Robinson, 1996, pp. tor para detectar la mentira1. Desde este
87-88), dirigen nuestra atención más enfoque se ha estudiado la influencia de
hacia la detección de la mentira (lo que diversas variables sobre la precisión del
merece castigo, lo infrecuente) que hacia receptor en sus juicios de credibilidad:
la de la verdad. No obstante, algunas variables del comunicador y/o del recep-
técnicas concretas (como el CBCA) estan tor (por ej., su personalidad, sexo, edad,
orientadas a confirmar la declaración, y profesión, etc.), y variables de la situa-
no a refutarla (identificar mentiras). Ade- ción o contexto de engaño (motivación
más, una aproximación neutral al tema para mentir, familiaridad entre emisor y
exige explorar de forma exhaustiva todas receptor, consecuencias de que se des-
las posibilidades, tanto la de que se cubra el engaño, etc.). En lo que se refie-
mienta como la de que se diga la verdad, re a contextos legales, la investigación
erradicando en la medida de lo posible desde esta perspectiva ha evidenciado
toda preconcepción o sesgo previo (ver que, contrariamente a lo que cabría
Garrido y Masip, en prensa b). El aproxi- esperar debido a la importancia de la
marse a la evaluación del testimonio
para “detectar la mentira” supone un 1. Se entiende por e m i s o r o c o m u n i c a d o r
i m p o rtante sesgo inicial: se buscarán aquella persona que emite una comunicación, y
i n d i c a d o res del engaño pero no de la por receptor u observador la persona depositaria
de dicha comunicación. Normalmente, en estu-
veracidad, de hecho, como se irá viendo dios sobre el engaño los observadores o recepto-
a través del presente capítulo, poca o res deben juzgar si la comunicación del emisor o
ninguna atención se ha prestado a la comunicador es de naturaleza veraz o engañosa.
identificación de los indicadores conduc- Cuando el comunicador miente podemos referir-
nos a él como mentiroso, pero quede constancia
tuales de la verdad. El empleo de la fór- de que al emplear dicha palabra en modo alguno
mula “evaluación de la credibilidad” pre- presuponemos la existencia de una tendencia
tende adoptar una actitud más neutral, consistente a mentir o rasgo de personalidad que
predisponga al sujeto a la mendacidad, sino que
así como reflejar la realidad de que, nos estamos refiriendo a una persona que en un
mientras la mayoría de orientaciones momento dado emite una comunicación engaño-
presentan un sesgo inicial a la identifica- sa. El énfasis está pues en la conducta y no en la
persona que la ejecuta.

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detección de la mentira para su profe- plazando hacia el polo de la mentira con


sión, los policías no son más precisos que la experiencia en el cuerpo: en compara-
los no-policías a la hora de juzgar la cre- ción con los nuevos, los policías con
dibilidad del testimonio (ver la revisión experiencia tendían más a asociar las cla-
de Garrido y Masip, 1999; ver también ves con la mentira y menos con la veraci-
Vrij, 2000, p.p. 74-81), sino que hay indi- dad, mientras que los policías nuevos, en
cios de que pueden ser incluso inferiores, comparación con los veteranos, tendían
debido a su sesgo a juzgar las declaracio- más a asociar las claves con la veracidad
nes como falsas (Garrido et al., 1997; y menos con la mentira; esto era así
Sanderson, 1978). La experiencia profe- tanto en lo re f e rente a los indicadore s
sional no implica mejora alguna en este no-verbales (visibles y paralingüísticos),
sentido. Además, la confianza de los como en lo concerniente a las claves ver-
policías en sus juicios supera la de los no- bales (Masip y Garrido, 2000).
policías, especialmente en el caso de los
policías con experiencia (DePaulo y Pfeif- Aunque apenas se ha realizado inves-
fer, 1986; Garrido et al., 1997). También, tigaciones de este tipo con jueces o abo-
los indicadores a que atienden los policí- gados, los datos de estudios sobre la
as al efectuar sus juicios de credibilidad p recisión de expertos cuya capacidad
difieren de aquellos que, según la inves- para detectar el engaño resulta relevan-
tigación en este campo, tienen ciert a te para sus ocupaciones sugieren que los
correlación con el engaño. Los indicado- resultados podrían ser similares. Jackson
res a los que dicen atender (es decir, sus y Granhag (1997) sí emplearon aboga-
creencias o estereotipos sobre la conduc- dos. Éstos no mostraron mayor precisión
ta engañosa) son igualmente inválidos que un grupo de estudiantes legos al
(ver Garrido y Masip, 1999). De hecho, evaluar la credibilidad de las transcrip-
en nuestra propia investigación hemos ciones de declaraciones en que niños de
encontrado que, ante los mismos vídeos, 11 y12 años mentían o decían la verdad.
policías y no-policías decían percibir con- Druckman, Rozelle y Baxter (1982) halla-
ductas diferentes e incluso opuestas ron que una muestra de altos ejecutivos,
cuando se les preguntaba por las razo- para los cuales detectar el engaño en
nes en que basaban sus juicios de credi- reuniones comerciales es muy importan-
bilidad: los policías mencionaban con- te, no era especialmente capaz en sus
ductas estereotípicamente asociadas con juicios de credibilidad. Garrido y Masip
el engaño (nerviosismo, aversión del (2000) han encontrado que los alumnos
contacto ocular, conducta inhibida, etc.), de último año de criminología tienen
mientras que un grupo control de estu- escasos conocimientos sobre la mentira
diantes tendía a citar aquellas que se y su detección, y muestran fuertes e
asocian a juicios de que el testigo es incorrectos estereotipos sobre los indica-
veraz (no-nerviosismo, contacto ocular, dores del engaño y la veracidad. Todo lo
conducta relajada, etc.) (Masip, Garrido previo enfatiza la importancia del psicó-
y Rojas, 2000; ver también Garrido et al., logo experto en los tribunales (o, al
2000). En otro trabajo hemos hallado menos, como educador de los profesio-
que las creencias que tienen los policías nales del sistema legal), psicólogos
sobre qué conductas no-verbales indican cuyos conocimientos sobre la comunica-
engaño son en general erróneas, coinci- ción engañosa podrían minimizar serios
den con las de no-policías, y se van des- errores judiciales.

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La segunda línea de investigación LA APROXIMACION CONDUCTUAL A


citada por DePaulo y Rosenthal (1979b) LA EVALUACION DE LA CREDIBILIDAD
examina el efecto del acceso a diferen- DEL TESTIMONIO
tes canales de comunicación (cuerpo,
ro s t ro, tono de voz, contenido de la Hasta aquí hemos contextualizado la
declaración) sobre la precisión al juzgar evaluación de la credibilidad dentro del
la credibilidad. En breve describiremos m a rco más amplio de la psicología del
en detalle esta orientación. testigo presencial, y hemos delineado las
diferentes aproximaciones al tema, cen-
Una tercera aproximación consiste trándonos sobre todo en la de los indica-
en la identificación de las conductas dores conductuales. En el presente apar-
c o n c retas indicadoras de engaño. Un tado pretendemos ofrecer información
matiz de importancia se impone en concreta sobre la propia evaluación de la
este punto: la distinción entre los indi- credibilidad, específicamente sobre los
cadores reales del engaño, los percibi- canales e indicadores conductuales a
dos y las creencias sobre los indicadores que atender al evaluar la veracidad del
del engaño (DePaulo y Rosenthal, testimonio. Advertimos de antemano,
1979b; Garrido y Masip, 1999, 2000; no obstante, que no existe ningún siste-
Masip y Garrido, 2000; Masip, Garrido ma estandarizado para la evaluación de
y Rojas, 2000; Zuckerman, Koestner y la credibilidad desde la orientación de los
Driver, 1981). Los indicadores reales del indicadores conductuales, con lo que las
e n g a ñ o son aquellas conductas cuya guías generales que aquí se ofre c e n
ocurrencia es mayor cuando los emiso- resultarán sin duda insuficientes para la
res mienten que cuando dicen la ver- evaluación de casos concretos en con-
dad, los i n d i c a d o res percibidos del textos judiciales. Sin embargo, nos pare-
e n g a ñ o son las conductas ante cuya ce importante derribar falsos mitos, muy
p resencia los observ a d o res tienden a frecuentes en contextos legales y policia-
considerar que el emisor está mintien- les según muestra la investigación empí-
do, y las creencias o estereotipos sobre rica: recuérdese por ejemplo los estudios
los indicadores del engaño son las con- sobre las creencias que tienen los policías
ductas que los potenciales observado- s o b re los indicadores del engaño que
res dicen creer que indican engaño: hemos mencionado anteriormente. En
hace unos momentos hemos hablado este sentido, quizás nuestra aportación
de tales creencias en policías y en alum- sea más relevante sobre lo que no debe
nos de criminología. hacer el evaluador de la credibilidad (sea
éste juez, policía, o perito experto en psi-
Dada la posible dimensión aplicada de cología) que sobre qué debe hacer. Pero
la segunda y la tercera de las líneas seña- pasemos a describir las líneas de investi-
ladas por DePaulo y Rosenthal y, dentro gación y los hallazgos empíricos de este
de la tercera, la de los indicadores reales enfoque.
del engaño, aquí nos centraremos fun-
damentalmente en éstas, pese a las pre- El empeño en descubrir la mejor
cauciones que se imponen a la hora de forma de discernir la verdad de la men-
derivar conclusiones de la investigación a tira en base a los indicadores conduc-
casos concretos dentro de contextos tuales, puede estructurarse en dos líne-
legales. as de indagación: Lo que aquí denomi-

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namos aproximación de los canales, en de juicios de veracidad, cuantas más


que se compara la precisión obtenida conductas del emisor sean accesibles al
por los observadores con acceso a dis- observador, más precisa será su discrimi-
tintos canales de comunicación (por nación entre declaraciones verdaderas y
ejemplo, auditivo versus visual), y la que falsas.
denominamos aproximación de los indi -
cadores discretos, en que se compara la Si bien Maier y Thurber (1968) no
conducta de una muestra de sujetos al plantearon explícitamente esta hipóte-
mentir con su conducta al decir la ver- sis, su estudio se encargó de examinar
dad. Dentro de la primera línea pode- esta cuestión. Mostraron a sus sujetos
mos distinguir, por un lado, la orienta- experimentales cuatro entrevistas en
ción de Maier y Thurber (1968) en que que un alumno universitario niega
se compara la precisión de las modali- haber falseado la nota de un examen.
dades textual, auditiva y audiovisual (a En dos de tales entrevistas el alumno
las que ocasionalmente se añaden decía la verdad, y en otras dos mentía.
otras, como la visible), y por otro lado la Las condiciones de presentación eran
a p roximación de Ekman y Friesen t res: t r a n s c r i p c i ó n, en que la única
(1969a, 1974) y su hipótesis del filtraje. información accesible era el contenido
En lo que concierne a la aproximación verbal de lo que el estudiante decía;
de los indicadores discretos destacan condición auditiva, en que al contenido
dos aportaciones: la perspectiva de los verbal se le añadían las características
cuatro factores de Zuckerman, DePaulo vocales o paralingüísticas (tono de voz,
y Rosenthal (1981), y la conceptualiza- pausas, tartamudeos, etc.); y condición
ción del engaño como comunicación audiovisual, en que además del conte-
estratégica y filtraciones no-estratégi- nido verbal y paralingüístico se tenía
cas por parte de Buller y Burg o o n acceso a la conducta visible del interro-
(1994, 1996, 1998). Pasamos a conti- gado. Nótese que cada una de estas
nuación a desglosar este esquema condiciones contiene más información
general. que la previa. Entonces, de acuerd o
con la hipótesis de la utilización de la
información, la precisión de los obser-
La Aproximación de los Canales v a d o res en sus juicios de cre d i b i l i d a d
debería ser máxima en la condición
Perspectiva de Maier y Thurber. E l audiovisual y mínima en la verbal, con
trabajo que suele citarse como el prime- la condición auditiva situada en un
ro que exploró el tema de la precisión de lugar intermedio.
diferentes canales de comunicación a la
hora de detectar el engaño es el publica- Los resultados, no obstante, no se
do por Maier y Thurber en 1968. ajustan a esta hipótesis. Los índices de
precisión hallados por Maier y Thurber
Hipótesis de la utilización de la infor- fueron del 77.3 % para la condición ver-
mación. Esta hipótesis se basa en la idea bal (transcripción), 77 % para la auditiva,
de que la precisión de un juicio será y 58.3 % para la audiovisual. Así, al con-
mayor cuanto mayor sea la cantidad de trario de lo esperado, la adición de infor-
i n f o rmación accesible para form u l a r mación visual no incrementa la precisión
dicho juicio. En otras palabras, si se trata de los juícios, sino que la reduce.

ANUARIO/2000 101
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

Hipótesis de la distracción e hipótesis la gran cantidad de información entrante


de la sobrecarga informacional. Discu- causara una sobrecarga cognitiva en los
timos aquí conjuntamente estas dos sujetos, que reaccionaron centrando su
hipótesis porque, si bien los mecanismos atención sobre las claves visuales, más
explicativos que proponen difieren, sus vívidas (Chaiken y Eagly, 1983), desesti-
mando la información vocal y verbal.
predicciones son idénticas. La hipótesis
de la distracción fue propuesta por los
La investigación empírica en torno al
p ropios Maier y Thurber (1968) como
efecto de primacía visual es consistente
una explicación post-hoc de sus resulta-
con dichas hipótesis, al haber encontra-
dos. Asumen que las claves visibles son
do que cuando se efectúan juicios sobre
menos útiles que las vocales y verbales a
otras personas el tipo de inform a c i ó n
la hora de evaluar la credibilidad, y que su
que se tiene más en consideración es la
presencia distrae a los receptores, limi-
visual (por ej., DePaulo et al., 1978;
tándose así su capacidad de procesar la
DePaulo y Rosenthal, 1979a; Ekman,
i n f o rmación relevante (vocal y verbal).
Friesen, O´Sullivan y Schere r, 1980;
Miller et al. (1981) sostienen que la dis-
Krauss, Apple, Morency, Wenzel y Win-
tracción facilita la persuasión e incremen-
ton, 1981; Noller, 1985). Pero Stiff et al.
ta la credibilidad percibida de la fuente al
(1989, ver también Miller y Stiff, 1993)
dividir la atención de los perceptores, con
cuestionan tales datos. La crítica de estos
lo que su capacidad para escudriñar la
investigadores se refiere a la confusión
información entrante se reduce, aumen-
entre la supuesta variable independien-
tando así su susceptibilidad a la influen-
te, es decir, las claves (tipo de informa-
cia. Esto, señalan Miller et al. (1981),
ción que se presenta: verbal, vocal y
tiene serias repercusiones en los tribuna-
visual; sólo verbal y vocal; o sólo verbal) y
les: “una sala de tribunales con mucha
el modo de presentación (cómo se pre-
actividad, repleta de extravagantes abo-
senta dicha información: en vivo o vídeo,
gados, frenéticos periodistas, y una
como una grabación de audio, o trans-
inquieta audiencia, da lugar a jurados
crita) (ver Tabla I). Así, las diferencias en
que son más susceptibles a los testigos
precisión observadas entre las condicio-
mentirosos (es decir, escudriñan menos la
nes audiovisual, auditiva y textual puede
actuación del embustero, que les conven-
que se deban no al tipo de información a
ce).” (p. 163).
que los receptores tienen acceso, sino al
La hipótesis de la sobrecarga infor- modo de presentación de tal inform a-
m a c i o n a l . ( B a u c h n e r, Kaplan y Miller, ción. Por poner un ejemplo, en las tres
1980; Miller et al., 1981; Miller y Stiff, condiciones la información verbal se
1993; Stiff, Miller, Sleight, Mongeau, halla presente. Ahora bien, a diferencia
Garlick y Rogan, 1989) también predice de lo que sucede en las modalidades
un decremento en el procesamiento de auditiva y audiovisual, los sujetos de la
información verbal, pero no debido a la condición textual pueden releer la narra-
distracción sino a la sobrecarga resultan- ción, ir hacia atrás y adelante para com-
te de tener que procesar una cantidad tal p robar ciertos detalles, etc. De haber
de información que sobrepasa nuestros
limitados recursos cognitivos. Seleccio- alguna diferencia entre la condición tex-
nar la informacion a que atender, deses- tual y las otras dos, no podemos saber si
timando el resto, es una posible estrate- ésta se debe a la presencia de claves
gia para reducir tal sobrecarga. Es posi- paralingüísticas y visuales o a la diferente
ble que en el estudio de Maier y Thurber presentación del contenido verbal.

102 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

Tabla 1
Confusión entre las claves (tipo de información que se presenta) y el modo de
presentación (cómo se presenta esta información).
CLAVES MODO DE PRESENTACIÓN
Tipo de información Cómo se presenta la información

Verbal, Vocal, Visual En vivo o grabación en vídeo


Verbal, Vocal Audio
Verbal Escrito

Stiff et al. (1989) lograron superar este de la distracción y de la sobrecarga infor-


problema con un ingenioso experimento macional son ciertas, el contenido verbal
en que manipularon de forma indepen- no se procesa, con lo que los observadores
diente el contenido verbal, visual y vocal de serían incapaces de evaluar adecuada-
presentaciones en vídeo, de modo que mente estas características (Miller y Stiff,
variaban las claves al tiempo que el modo 1993). Estas variables independientes y las
de presentación se mantenía constante. hipótesis del estudio se muestran en las
Para ello emplearon a dos actores, que dos primeras columnas de la Tabla II.
eran interrogados frente a una cámara de
vídeo. Tales actores manipulaban su con- Los resultados indican que si bien los
ducta verbal, visual y paralingüística de juicios de credibilidad de los sujetos se
modo que estuvieran presentes o no indi- correspondían más al tipo de información
cadores reales y percibidos del engaño o visual y vocal que a la información verbal,
de la veracidad. Se trataba por lo tanto de lo cual es congruente con las hipótesis de
un diseño 2 (claves verbales: de veraci- la distracción y sobrecarga informacional,
dad/de engaño) X 2 (indicadores visuales: la información verbal relevante para dife-
de veracidad/de engaño) X 2 (indicadores renciar entre declaraciones verdaderas y
vocales: de veracidad/de engaño). Si los falsas se procesó adecuadamente, pero
juicios de credibilidad de los sujetos obser- no se empleó para los juicios de veraci-
vadores correlacionaban con el tipo de dad. Dado que las hipótesis propuestas
indicadores de la modalidad verbal, enton- predicen una inhibición del procesamien-
ces la información verbal sería la relevante to del contenido verbal, Stiff et al. (1989)
para tales juicios; si correlacionaban con rechazan tales hipótesis, y elaboran la de
los indicadores de la modalidad visual, la la familiaridad situacional para dar cuen-
información relevante sería la verbal; y si lo ta de los resultados.
hacían con los de la modalidad vocal,
entonces esta modalidad sería la relevante. Hipótesis de la familiaridad situacio-
nal. Según Stiff y colaboradores (1989;
Aparte de la precisión, otra variable Miller y Stiff, 1993), el peso relativo de
dependiente de interés consistía en la eva- los canales de información dependerá de
luación de ciertas características del conte- la familiaridad del observador con la
nido verbal (su consistencia, plausibilidad, situación concreta. Específicamente, se
coherencia y especificidad) que de hecho propone que en situaciones poco fami -
difieren entre declaraciones verdaderas y l i a re s los observadores confían más en
falsas (Stiff y Miller, 1986). Si las hipótesis las claves visuales que en las verbales.

ANUARIO/2000 103
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

Tabla 2
Variables dependientes, hipótesis experimentales y resultados del “estudio 1”
de Stiff et al. (1989).
Si las hipótesis de
- Distracción o
Variables Dependientes - Sobrecarga informacional Resultados
se cumplen:
1.- Juicios de veracidad (V/F). Los juicios de los observadores Los juicios se corresponden
expuestos a los tres tipos de in- más al tipo de información
formación (verbal, visual y vocal) visual (y vocal) que a la infor-
se corresponderán más con el tipo mación verbal ⇒ Consistente
de información visual que se pre- con las hipótesis de distrac-
sente que con la información ver- ción y sobrecarga cognitiva
bal y vocal.

2.- Evaluación de ciertas carac- La presencia de información visual La presencia o cantidad de


terísticas del contenido verbal impedirá el procesamiento del con- información no-verbal no im-
relevantes para la discriminación. tenido verbal. pide que se procese el conte-
nido verbal: la información
verbal se procesa, aunque no
se utilice para efectuar los
juicios de credibilidad. ⇒ Se
rechazan las hipótesis de
distracción
sobrecarga cognitiva.

Ello es así porque no hay una base para que circulen por ella, etc., y juzgamos la
evaluar la veracidad a partir del conteni- c redibilidad de los hechos en base a
do verbal, así que los receptores se fijan nuestra familiaridad con esta situación,
más en las apariencias. Por el contrario, contra la cual cotejamos lo que el otro
en situaciones familiares al observador nos cuenta (contenido verbal). Ahora
éste atenderá más a la información ver- bien, ¿y si se nos dice que el suceso ha
bal, pues puede “visualizar” el aconteci- ocurrido en una ciudad lejana y desco-
miento y así juzgar la plausibilidad de lo nocida para nosotros (situación no-fami-
que se dice. Por ejemplo, supongamos liar)? En este caso no podremos emplear
que alguien nos cuenta que en nuestra nuestro conocimiento del contexto para
propia ciudad (situación familiar) un con- examinar la plausibilidad del contenido
ductor despistado aparcó el coche en verbal de la declaración, y nos fijaremos
una calle determinada sin poner el freno por lo tanto en la información visual. En
de mano, de modo que el coche se desli- el primer caso procesamos la informa-
zó calle abajo chocando contra un auto- ción de forma sistemática (Chaiken,
bús que pasaba por una calle perpendi- 1987), en el segundo nos es imposible,
cular. Nosotros podemos evaluar, en esta por lo tanto lo hacemos heurísticamente
situación, si la primera calle tiene la incli- (Chaiken, 1987; ver tambien Petty y Cac-
nación suficiente para que un coche se cioppo, 1986). Se sostiene pues que los
deslice, si la segunda calle cruza la pri- observadores pueden procesar tanto la
mera, si habitualmente hay autobuses i n f o rmación verbal como la vocal o la

104 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

visual, pero la importancia que se asigne situaciones familiares se concedía más peso
a un tipo u otro de información depen- al contenido verbal, pero cuando éstas eran
derá del grado en que el sujeto esté poco familiares los juicios de credibilidad se
familiarizado con la situación. basaban tanto en el contenido verbal como
en el no-verbal. Aún así, la hipótesis se vió
De ese modo, Stiff y Miller (1993) argu- parcialmente confirmada: la primacía de las
mentan que la primacía visual hallada en claves no-verbales en los estudios experi-
estudios previos, así como los resultados mentales de la mentira puede haber ocurri-
de Maier y Thurber (1968) y otros simila- do debido a la naturaleza de la situación.
res, podría deberse a que la mayor parte
de la investigación sobre el engaño se ha De hecho, los estudios meta-analíti-
centrado en situaciones no-familiares a los cos realizados por DePaulo, Zuckerman y
observadores, de ahí que éstos basaran Rosenthal (1980a), DePaulo et al.
sus juicios en la información no-verbal. (1985), Kalbfleisch (1985) y Zuckerman
et al. (1981), coinciden al mostrar la
Empleando un diseño experimental superioridad de la información verbal
similar al que hemos descrito anteriormen- sobre la visual como base para efectuar
te e incluyendo en el mismo la manipula- juicios de credibilidad precisos. Ello se
ción de la familiaridad situacional, Stiff et al. evidencia en la Tabla III, tomada de Zuc-
(1989) hallaron que, efectivamente, ante kerman et al. (1981). Los valores mues-
Tabla 3
Precisión obtenida por los observadores al estar expuestos a distintos canales
de información. Los resultados indican el tamaño del efecto en unidades de des-
viaciones típicas d de Cohen (1977). Se considera que una d = 0.20 indica un
efecto pequeño, d = 0.50 un efecto medio y d = 0.80 un efecto grande. En esta
tabla se recogen los resultados combinados de 35 estudios. Tomado de Zucker-
man, DePaulo y Rosenthal (1981), reproducido con permiso.
Claves Visuales

Claves Rostro Visible Rostro no Visible

Auditivas Cuerpo Visible Cuerpo no Visible Cuerpo Visible Cuerpo no Visible M e d i a-


Palabras +Pa- 1.00 0.99 1.49 1.09 1.14
ralenguaje

Ni Palabras ni 0.35 0.05 0.43 0.00* 0.21


Paralenguaje

Medias 0.68 0.52 0.96 0.54 0.68


0.60 0.75
Transcripción 0.70
(Palabras)

Tono de Voz 0.20

En cursiva: máxima y mínima precisión derivadas de los estudios empíricos.


* Precisión teórica esperada.

ANUARIO/2000 105
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

tran el tamaño del efecto en unidades de para diferenciar entre declaraciones ver-
desviaciones típicas (Cohen, 1977). A daderas y falsas, pero al parecer no
partir de esta tabla podemos obtener la emplean esta información al form u l a r
utilidad relativa de los distintos tipos de sus juicios. En cualquier caso, parece evi-
información. Así, el modo audiovisual (d dente que la presencia de claves visuales
= 1.16) supera levemente al auditivo no distrae a los observadores ni supone
(1.09), por delante del verbal (transcrip- una excesiva sobrecarga cognitiva que
ción, d = 0.70), con el contenido visual limite el procesamiento de la inform a-
(0.28) y vocal (0.20) en último lugar. La ción verbal (Stiff et al., 1989). De hecho,
importancia de la información verbal se hay indicios de que la atención a claves
evidencia en: primero, supera con creces visibles pudiera ser más típica de situa-
a cualquier otro tipo de información ais- ciones no-familiares para los sujetos
lada (es decir, sólo visual o sólo paralin- (como las empleadas en la mayor parte
güística); segundo, la gran difere n c i a de investigación del engaño) que de las
entre las condiciones vocal (.20) y auditi- f a m i l i a res, en que se tiene en cuenta
va (1.09) se debe, naturalmente, al papel tanto la información verbal como la no-
del contenido verbal; y tercero, el conte- verbal (Stiff et al., 1989).
nido visual poco aporta al añadirlo al
contenido audio (d = 1.09 en la condi-
ción auditiva, d = 1.16 en la audiovisual), Perspectiva de Ekman y Friesen: La
lo que indica que la contribución de la Hipótesis del Filtraje
información verbal al estar expuesto al
modo audiovisual supera a la que apor- Se ha hablado en el subapartado ante-
tan las claves visuales. En palabras de rior de la relativa superioridad del canal
Zuckerman et al. (1981): “La asunción verbal sobre el visual. Ahora bien, ¿qué
de que los canales no-verbales son más entendemos por “visual”? Obviamente,
i m p o rtantes en la comunicación del la información obtenida al ver el cuerpo
engaño que las claves verbales simple- entero del testigo no equivale a la obte-
mente no es cierta.” (p. 27). A similares nida al contemplar sólo su rostro, o úni-
conclusiones llegan los meta-análisis de camente sus manos. Este problema fue
DePaulo et al. (1980a, ver p. 147) y Kalb- a b o rdado por Paul Ekman y su equipo
fleisch (1985). Esta última autora halló la (por ej., Ekman, 1981, 1985; Ekman y
máxima precisión en la condición verbal, Friesen, 1969a, 1974; Ekman, Friesen y
seguida de las condiciones auditiva y S c h e re r, 1976; Ekman y O´Sullivan,
audiovisual y, en último lugar, la visual. 1989), y los resultados experimentales
derivados de esta perspectiva matizan
Conclusiones. El contenido verbal es la los descritos anteriormente.
fuente más rica de información para
saber si una persona está mintiendo o Ekman es especialmente conocido
diciendo la verdad (Kalbfleisch, 1985; por sus brillantes aportaciones en el
Zuckerman et al., 1981). Sin embargo, al campo de la expresión emocional. Este
efectuar juicios sobre otros las personas trasfondo hace que sus trabajos en el
tienen más en consideración la informa- campo del engaño enfaticen el plano
ción visual. Esto no impide que los obser- expresivo-emocional del fenómeno de la
vadores procesen ciertos elementos del mentira. Así, como veremos en breve, el
contenido verbal que son de utilidad paradigma experimental desarro l l a d o

106 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

por este autor concibe la mentira como La falsificación (falsification) consiste


falsificación y/u ocultamiento de emocio- no en ocultar lo que se siente -omisión-,
nes a través de los vehículos de la expre- sino en mostrar lo que no se siente -
sión emocional (por ej., expre s i o n e s comisión- (es decir, no en no proporcio-
faciales), más que como la distorsión ver- nar información sino en dar información
bal de unos hechos. No obstante, como falsa). Así, puede haber situaciones emo-
se verá más adelante, la “mentira emo- cionalmente neutras en que las normas
cional” es también de suma importancia sociales nos obliguen a mostrar ciertas
en situaciones de “mentira factual”. emociones, pese a que no sintamos
nada. O puede que intentemos incre-
Una importante distinción inicial es la mentar la natural expresión emocional
propuesta por Ekman y Friesen (1969a), de algo que estamos sintiendo modera-
luego adoptada por muchos autore s , damente. En este tipo de situaciones la
entre detección del engaño y detección e x p resión emocional puede perc i b i r s e
del filtraje o filtraciones. Por decirlo de como “forzada”, proporcionando claves
forma simple, no es lo mismo ser capaz de que la persona no siente nada (filtra-
de decir si una persona miente o no que je) o de que su expresión es simulada
detectar la información que dicha perso- (engaño).
na está ocultando al mentir. En el primer
caso se habla de detección del engaño o Finalmente, la ocultación y la falsifica-
de la mentira, en el segundo de detec - ción pueden darse concurrentemente.
ción del filtraje, ya que la inform a c i ó n Supongamos que alguien ha cometido
oculta puede “filtrarse” a través de cier- un asesinato, y que está feliz (emoción:
tos canales, relativamente “poro s o s ” , alegría) de haberse librado por fin de
haciéndose evidente al observador2. esta persona. Sin embargo, en el interro-
gatorio policial y al prestar declaración
El filtraje puede acontecer en diversas en el juicio debe mostrarse compungido
situaciones, explícitamente, en aquellas (tristeza) y sorprendido (sorpresa) por la
en que se dé ocultamiento y/o simula- “mala” e “inesperada” noticia. Nuestro
ción. El ocultamiento (concealment) se sospechoso tiene, por un lado, que ocul -
da cuando la persona siente algo y se tar su alegría, al tiempo que debe falsifi -
esfuerza en no mostrarlo (o sabe algo y car (simular) la expresión emocional de
no lo cuenta). No obstante, las emocio- sorpresa, tristeza e incredulidad. Obvia-
nes cuya expresión se reprime pueden mente, se corre el riesgo de que la expre-
“filtrarse” a través de la máscara de neu- sión natural de las emociones genuinas
tralidad que se adopta. que se “cubren” con las simuladas se fil-
tre a través de dicha cubierta.
2. La capacidad de detectar la mentira no se
relaciona necesariamente con la de “leer” el fil- La hipótesis del filtraje se basa en el
traje. Por ejemplo, DePaulo y Rosenthal (1979b)
hallaron que detectar el engaño era más fácil que llamado modelo neurocultural de Ekman
leer las emociones genuinas, y que los buenos (1972). Se parte de que hay una serie de
detectores de mentiras no eran necesariamente emociones básicas, y que cada una de
buenos al detectar filtraciones. DePaulo et al. ellas se expresa de igual forma en todos
(1980a) señalan que “en un sentido relativo, las
claves verbales son claves del engaño y las claves los individuos normales de cualquier cul-
no-verbales son claves del filtraje” (p. 149), pero tura, aunque se admite la actuación de
hace falta más investigación para poder extraer las normas de exhibición (display rules),
conclusiones sólidas.

ANUARIO/2000 107
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

que son reglas sociales acerca de lo que otras palabras: la rapidez con que somos
es adecuado mostrar o no por determi- capaces de mover los músculos faciales
nadas personas en determinadas situa- (que Ekman denomina tiempo medio de
ciones (por ej., “los hombres no deben transmisión), el elevado número de patro-
llorar”, etc.) y que varían en diversas cul- nes estimulares (configuraciones muscula-
turas, subculturas u otros grupos sociales res distintas) que permite nuestra anato-
(ver a modo de resumen las re v i s i o n e s mía facial, y la gran visibilidad de nuestra
del propio autor: Ekman, 1984, 1989, cara ante cualquier otra persona, hacen
1993; Ekman y O´Sullivan, 1991). Hay que la capacidad de transmisión del rostro
ciertos movimientos que forman parte (es decir, su utilidad de cara a la emisión
de la expresión de determinadas emocio- de información sobre, por ejemplo, los
nes los cuales son controlables, es decir, afectos que la persona está experimentan-
podemos realizarlos o inhibirlos a volun- do) sea muy elevada. Esto a su vez deter-
tad. Otros son automáticos, pues depen- mina que, en situaciones de interacción
den del sistema extrapiramidal, lo cual social, el receptor atienda a tan rica fuente
significa que no podemos realizarlos o de información, y ofrezca feedback exter -
suprimirlos a voluntad. Si simulamos una no al emisor acerca de lo que éste expresa
expresión facial, el componente no-con- facialmente (por ejemplo, “no me mires
trolable de la misma no estará presente, así”, “que mala cara tienes hoy”, etc.).
lo cual puede indicar que la expresión es Ello hace que dicho emisor atienda más a
simulada (engaño), y si con dicha expre- su propio rostro, focalizando la atención y
sión pretendemos enmascarar una emo- amplificando cualquier clave de feedback
ción de signo opuesto, los componentes interno (“nuestra percepción consciente
automáticos de la expresión de dicha de lo que estamos haciendo y nuestra
emoción genuina pueden filtrarse a tra- habilidad de recordar, repetir, o especifica-
vés de nuestra máscara (filtraje), con lo mente realizar una secuencia planeada de
que la expresión resultante será una conducta motora”; Ekman y Friesen,
mezcla de los componentes automáticos 1969a, p. 277 en Weitz, 1974) que posea.
de la emoción real y los controlables de Esto favorecerá el desarrollo de la capaci-
la simulada. De ahí se desprende que el dad de controlar lo que se muestra facial-
filtraje será mayor a través de aquello mente con gran precisión, con lo que el
s o b re lo que tengamos poco contro l rostro, más que expresar lo que uno sien-
(canales porosos), y menor a través de las te, acabará expresando los afectos que
vías más controlables. Examinemos cuá- uno quiera mostrar, sean éstos genuinos o
les son unos y otros canales. no. Dado que los canales menos controla-
bles constituyen la fuente más rica de
En su seminal artículo de 1969, Ekman i n f o rmación sobre el engaño y filtran
y Friesen argumentan que el rostro es más mejor las emociones que se pre t e n d e
controlable que otras partes del cuerpo. ocultar o enmascarar, a la hora de evaluar
Esto se debe a que la capacidad de trans- la credibilidad debemos prestar más aten-
misión del rostro supera a la de manos, ción a las piernas y los pies que a las
piernas y pies, además recibimos mucho manos, y a éstas que al controlable rostro.
feedback externo sobre lo que expresa- En definitiva, el cuerpo es una fuente
mos facialmente, y desarrollamos mucho mucho más rica de información que el
feedback interno sobre ello, lo que no rostro para detectar el engaño o los afec-
sucede con otras partes del cuerpo. En tos que se pretende ocultar.

108 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

Esta “vertiente visual” de la hipótesis tamente perceptibles, y en ellas cual-


del filtraje ha recibido bastante apoyo quiera puede leer la expresión de cómo
empírico. Como vemos en la Tabla III, se siente el otro. Por el contrario, las
siempre que el rostro está visible la preci- expresiones microfaciales se muestran
sión al evaluar la credibilidad es menor durante un tiempo tan breve que no
que cuando no lo está (con la excepción son visibles por sujetos no entre n a d o s
del valor d = 0.00, valor teórico espera- (Ekman y Friesen, 1969a; Ekman, 1985;
ble cuando no se presenta ni el rostro, ni Haggard e Isaacs, 1966). Suelen hacer
el cuerpo, ni palabras ni paralenguaje, su aparición cuando pre t e n d e m o s
ligeramente menor que el equivalente de i n t e n s i f i c a r, moderar, neutralizar o
la condición similar pero con el ro s t ro enmascarar la expresión de una emo-
visible, d = 0.05), lo cual muestra que el ción con otro afecto, y consisten en
rostro es un buen “simulador”. El valor expresiones emocionales neutrales o de
del cuerpo para proveer claves del enga- la emoción genuina, que pugna por
ño se evidencia en el hecho de que siem- aflorar y se muestra completa en tales
pre que está visible la precisión es mayor m i c ro e x p resiones. Son visibles sólo a
que cuando no lo está (ver Tabla III). cámara lenta o con entre n a m i e n t o
Kalbfleisch (1985), en su meta-análisis, (Ekman y Friesen, 1969a; Ekman,
halló la mayor precisión cuando los 1985).
observadores veían sólo el cuerpo, segui-
do de cuando veían el cuerpo y el rostro, Ante la aparición una microexpresión
seguido de cuando veían sólo el rostro. emocional, puede suceder que la expre-
Esto tiene serias repercusiones legales, sión se re f rene “a tiempo”, es decir,
ya que en los tribunales el cuerpo de los antes de que se haya mostrado en su
testigos que declaran a menudo queda totalidad. Se neutraliza así el afecto que
fuera del campo visual de los miembros iba a filtrarse con ella, que se constituye
del jurado, que sí ven el rostro simulador entonces en una clave del engaño. Tam-
(Kalbfleisch, 1992; Miller y Burg o o n , bién puede suceder que la expresión no
1982). Como dijo Ekman (1985), el siste- se pueda refrenar, mostrándose en toda
ma de justicia parece diseñado expresa- su plenitud durante el mínimo tiempo
mente para dificultar la identificación de que la caracteriza. Así, el afecto re a l
mentirosos en base a su conducta. que se pretendía inhibir no se neutrali-
za, sino que se filtra a través de la
Pese a la clara superioridad del rostro microexpresión la cual se convierte, de
f rente al cuerpo a la hora de burlar al ese modo, en una filtración. De hecho,
otro, hay algunas excepciones a la alta la investigación empírica ha encontrado
controlabilidad facial. Describimos aquí una asociación entre la capacidad de
las expresiones faciales micromomentá- percibir las expresiones microfaciales y
neas (o expresiones microfaciales) y las la de detectar la mentira (Ekman y
falsas sonrisas. O´Sullivan, 1991b).

Expresiones microfaciales: Se diferen- Falsas sonrisas: La lógica subyacente al


cian dos tipos de expresiones emocio- filtraje que se produce en las falsas sonri-
nales que se emiten a través del rostro: sas es aplicable a la expresión facial de
las expresiones macrofaciales y las cualquier emoción simulada. Ekman y su
microfaciales. Las primeras son perfec- equipo han estudiado más extensivamen-

ANUARIO/2000 109
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

te las falsas sonrisas (simulaciones de ale- 44 “unidades de acción”, valorar la


gría cuando los sujetos experimentan intensidad de toda acción muscular
emociones negativas o se encuentran en facial, el grado de lateralidad de la expre-
un estado emocional neutro), por esto sión, su localización temporal y el tiempo
describen más en detalle lo que sucede de inicio, máxima presencia y desapari-
específicamente con la expresión de esta ción de la expresión (Ekman y Friesen,
emoción. 1978; Ekman y Friesen, 1982; Ekman,
Friesen y O´Sullivan, 1988; Ekman y
Como se ha dicho ya más arriba, hay O´Sullivan, 1991a; Ekman y Rosenberg,
músculos controlables a voluntad y otros 1997). Así por ejemplo, Ekman y Friesen
que no lo son. Una expresión simulada (1982, Ekman, 1985) describen las carac-
(por ej., una sonrisa) será una mezcla de terísticas propias de la sonrisa genuina o
los movimientos musculares propios de sonrisa Duchenne (a veces llamada sonri -
tal expresión que sean controlables (pero sa D), expresión genuina de alegría. Asi-
no de los no-controlables) y de los auto- mismo, señalan las diferencias entre esta
máticos correspondientes a la emoción sonrisa y dos tipos de falsas sonrisas: la
que se pretenda enmascarar. Además, sonrisa simulada (phony smile) y la sonri -
hay otras diferencias entre las expresio- sa de enmascaramiento (masking smile).
nes genuinas y las simuladas. Por ejem- En el primer caso nos encontramos con
plo, la mayoría de las expresiones emo- mera falsificación, en el segundo hay
cionales genuinas duran entre .50 y 4 ocultamiento y falsificación, lo que hace
segundos; las simuladas pueden ser más que el simulador lo tenga más difícil.
duraderas o más breves. También hay
diferencias en las características tempo- Ekman y Friesen (1982) argumentan
rales de latencia, inicio, tiempo de máxi- que, en general, las sonrisas falsas, a dife-
ma expresión y desaparición de la expre- rencia de las genuinas, no comprenden la
sión facial. Además, las emociones puras articulación del músculo orbicularis oculi,
se expresan facialmente de forma asimé- que es el que se encuentra alrededor de
trica (estos aspectos se describen con los ojos y produce cambios en esta zona al
cierto detalle en Ekman, 1982). sonreir (ver Ekman y Friesen, 1982, Tabla 1
en p. 243, y p. 245). Este músculo no
En algunos trabajos, Ekman y su equi- puede moverse a voluntad, así que su
po describen con precisión la genuina acción estará ausente en las sonrisas simu-
e x p resión de varias emociones básicas ladas pero no en las sonrisas de enmasca-
(alegría, tristeza, ira, sorpresa, miedo, ramiento en que se pretenda disfrazar tris-
desagrado, y desprecio). Este conoci- teza, ira o temor, pues la expresión de
miento lo han obtenido al analizar las tales emociones comprende también la
exhibiciones faciales típicas de las diver- activación del orbicularis oculi. Una falsa
sas emociones en casos en que se sabía a sonrisa será además ligeramente asimétri-
ciencia cierta que los emisores estaban ca, más marcada en el lado izquierdo de la
realmente experimentando tales emocio- cara en personas diestras. Ekman y Friesen
nes. Para dicho análisis han empleado el mencionan evidencia neurológica en
FACS (Facial Action Coding System), que apoyo de este hallazgo. Además las sonri-
es un elaborado sistema de codificación sas falsas empezarán demasiado pronto o
de la actividad facial que permite la clasi- demasiado tarde en comparación con las
ficación de toda acción muscular facial en genuinas, y su inicio será demasiado pro-

110 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

longado, su expresión máxima durará en la condición de engaño, mientras que


demasiado poco, y su extinción no será con las sonrisas de enmascaramiento
tan suave como la de las sonrisas genui- ocurriría justo lo contrario. Los resulta-
nas. Finalmente, en el caso de sonrisas de dos confirmaron ambas hipótesis.
enmascaramiento en que se intente dis-
frazar emociones negativas, éstas pueden Pasemos ahora a la vertiente auditiva
filtrarse (filtraje), particularmente en la de la hipótesis del filtraje, que sostiene
parte superior del rostro. Además, si la que el contenido verbal es más controla-
emoción auténtica es intensa, la part e ble que el paralingüístico, debido a las
inferior del rostro puede proveer claves del mismas razones por las que lo es el ros-
engaño: el mentiroso presiona los labios, tro: su gran capacidad de transmisión,
alza el labio inferior o tiene los extremos feedback externo y feedback intern o
de la boca tirantes para suprimir la expre- (Ekman, 1981, 1985). Además, señala
sión de las emociones genuinas. Ekman (1981), cuando se produce una
emoción es probable que ciertos cam-
En el paradigma básico de Ekman bios ocurran de forma automática en el
para estudiar la mentira un grupo de rostro, cuerpo o voz; pero no hay nada
sujetos ve escenas placenteras en vídeo y que haga que un conjunto dado de pala-
debe mostrar lo que siente, y otro ve bras salga de la boca: lo que se dice es
imágenes escabrosas al tiempo que debe deliberado. En realidad, la ord e n a c i ó n
suprimir sus emociones negativas, mos- propuesta por Ekman, de más a menos
trando en su lugar emociones placente- c o n t rolable, sería: contenido verbal,
r a s3 (Ekman, 1985; Ekman y Friesen, expresiones faciales, cambios vocales y
1974, Ekman, et al., 1988; Ekman et al., movimientos corporales. Ya hemos indi-
1980; Ekman et al., 1976; Ekman, cado anteriormente que el contenido
O´Sullivan, Friesen y Scherer, 1991). En verbal del discurso es una buena clave a
esta situación, la aparición de sonrisas de la hora de realizar juicios de credibilidad,
enmascaramiento en el grupo de menti- mientras que la información suministra-
rosos es muy probable. Así, Ekman et al. da por el tono de voz resulta de poca uti-
(1988) examinaron, con el empleo del lidad. De modo que no vamos a insistir
EMFACS –una simplificación del FACS–, más en ello. Queda la incógnita de qué
las sonrisas de sus sujetos experimenta- es lo que hace a las palabras tan delato-
les, para comprobar las hipótesis de que ras a parte de la familiaridad con la situa-
la frecuencia de sonrisas D sería mayor ción (Stiff et al., 1989), tan poco fre-
en la condición en que se expresaban de cuente en los estudios del engaño.
forma sincera sentimientos positivos que
Finalmente, para cerrar este subaparta-
3. Este paradigma conlleva un grave error do, queda ni más ni menos que justificar
metodológico. Nótese que siempre se miente al su inclusión: ¿qué tiene que ver la simula-
experimentar emociones negativas, y siempre se ción o mentira emocional –ocultar y/o fal-
dice la verdad al sentir emociones positivas. Hay,
por lo tanto, una confusión entre mentir vs. decir sear emociones sentidas en el momento–
la verdad y el tipo de afecto que se experimenta. estudiada por Ekman y sus colaboradores
Los propios Ekman, O´Sullivan, Friesen y Scherer con el tipo de mentira frecuente en los tri-
(1991) reconocen esta limitación en sus estudios.
Otros autores que han adoptado el paradigma de bunales, juzgados o comisarias, en que el
Ekman (por ej., deTurck, 1991) lo han hecho cru- testigo o sospechoso altera el contenido
zando ambos niveles de las dos variables, elimi- factual de su declaración? Ekman (1981,
nando así este problema.

ANUARIO/2000 111
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

ver también Ekman, 1985, 1988; Ekman y vertiente visual). Así, la menor precisión
Frank, 1993; Ekman y O´Sullivan, 1989) (con la salvedad de la precisión que
propone varias razones: teóricamente se obtendría en ausencia
de todo canal de comunicación, d =
Primero, puede haber ciertas emocio - 0.00), la encontramos en ausencia del
nes ligadas a lo que se está ocultando. Por contenido verbal cuando la controlable
ejemplo, un hombre acusado de haber cara está visible y no lo está el cuerpo
abusado sexualmente de un menor se delator (d = 0.05). El índice más eleva-
puede sentir avergonzado de su acción, al do de precisión (d = 1.49) lo obtene-
negarlo en el interrogatorio debe ocultar mos cuando no tenemos acceso a las
dicha vergüenza, que puede no obstante claves faciales, pero sí al cuerpo y al
filtrarse por los canales más poro s o s . contenido verbal. Similarmente, Kalb-
Segundo, el mentiroso puede experimen- fleisch (1985) encuentra, de mayor a
tar miedo a ser descubiert o. Quizás, menor precisión, la siguiente jerarquía:
entonces, se filtren indicadores de miedo, transcripción, auditivo, cuerpo audiovi-
o puede que al intentar suprimir su expre- sual, cuerpo y rostro audiovisual, rostro
sión aparezcan claves del engaño. El pro- audiovisual, cuerpo visual, cuerpo y
blema en contextos forenses es que el ro s t ro visual y, por debajo de la pre c i-
miedo a ser descubierto no puede dife- sión esperada por azar (como sucede
renciarse del miedo a ser falsamente acu- en Zuckerman et al., 1981), ro s t ro
sado o condenado. Te rc e ro, el testigo visual. Se muestra así la superioridad
mentiroso, dada la socialización que se del canal verbal y del cuerpo.
recibe en nuestra cultura, puede experi-
mentar culpa por mentir. Cuarto, el Conclusiones. Tenemos más control
e m b u s t e ro puede sentir “deleite por s o b re ciertas partes del cuerpo que
embaucar”, como al tomarle el pelo joco- sobre otras, lo que significa que las pri-
samente a alguien, con la posibilidad de meras ofrecen muy poca inform a c i ó n
que se filtre su alegría. Nosotros creeemos s o b re si estamos simulando o no y
que en circunstancias en que las conse- s o b re nuestros afectos genuinos. En
cuencias de ser detectado mintiendo son general, el ro s t ro es más contro l a b l e
serias (como en contextos policiales y judi- que el cuerpo, lo que implica que ofre-
ciales) es poco probable que el testigo ce pocas claves del engaño y escasas fil-
experimente deleite por embaucar4. traciones emocionales. Sin embargo, la
exhibición facial de expresiones micro-
Si prestamos de nuevo atención a la faciales puede delatar al mentiro s o .
Tabla III, podremos observar la utilidad Asimismo, el hecho de que algunos
de tener en cuenta conjuntamente las músculos faciales implicados en la
a p o rtaciones del enfoque de Maier y expresión emocional sean poco contro-
Thurber y el de Ekman y Friesen (en su lables, hace que no podamos simular
adecuadamente ciertas expre s i o n e s
4. Ekman (por ej., 1985) especifica una serie faciales ni enmascarar otras. La mentira
de factores que determinan la medida en que el emocional es relevante incluso en casos
mentiroso experimenta miedo a ser descubierto,
culpa por engañar y deleite por embaucar. Des- en que se mienta sobre hechos, como
graciadamente, limitaciones de espacio nos impi- sucede en contextos judiciales, pues
den describir aquí tales factores. Aconsejamos al puede haber emociones asociadas a la
lector interesado que acuda a la obra del propio información que se oculta, o al mentir
Ekman.

112 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

el testigo puede experimentar culpa, Perspectiva de Zuckerman, DePaulo y


miedo de ser descubierto o deleite por Rosenthal: El Modelo Tetrafactorial.
burlar al interrogador.
El modelo de los cuatro factores pro-
La Aproximación de los Indicadores puesto por Zuckerman et al. (1981; ver
Discretos también, entre otros, Burgoon, 1994, p.
259; Greene, O´Hair, Cody y Yen, 1985;
Mientras la aproximación de los cana- Köhnken, 1989; Vrij, 1998a, 2000; Vrij y
les pretende determinar a través de qué Semin, 1996) sostiene que al mentir se
vías se traslucen mejor las claves del enga- experimentarán los siguientes procesos
ño o las filtraciones, la aproximación de psicológicos: (a) un incremento en la
los indicadores discretos tiene por objeto activación o arousal, (b) ciertas emocio-
establecer qué categorías conductuales nes, (c) una sobrecarga cognitiva, y (d)
d i s c retas diferencian al mentiroso del motivación para controlar la conducta
veraz durante el curso de una declaración. con el fin de simular honestidad. A su
Para ello, la estrategia más empleada con- vez, tales procesos internos darán lugar a
siste en filmar a un grupo de sujetos min- ciertos indicadores conductuales que el
tiendo y diciendo la verdad, luego definir o b s e rvador puede perc i b i r. Ve á m o s l o
una serie de categorías conductuales (por con mayor detalle.
ej., sonrisas, pausas al hablar, movimien-
tos con las manos, etc.) y ver si su frecuen- A ro u s a l . La idea de que mentir da
cia difiere significativamente entre una y lugar a arousal no es nueva. El enfoque
otra entrevista (verdadera vs. falsa). psicofisiológico, antes mencionado, de la
detección de la mentira se basa en esta
Este enfoque no parte de la ingenua idea, al igual que las pintorescas técnicas
base de que exista un indicador concreto empleadas por los antiguos para identifi-
y específico del engaño (por ej., Ekman, car al mentiroso que describe Tro v i l l o
1980; Köhnken, 1989). Ahora bien, es (1939). Zuckerman et al. (1981) acuden
probable que cuando la persona mienta a las tres posibilidades, sugeridas por
experimente ciertos procesos psicológi- Davis (1961), para dar cuenta de este
cos, los cuales pueden dar lugar a ciertas arousal. Según la Teoría de la Respuesta
conductas directamente observ a b l e s . Condicionada, se asume que una menti-
Pero dichas conductas, y esto es impor - ra actual evoca respuestas autónomas
tante, no indican que la persona esté porque la pregunta que da lugar a dicha
mintiendo, sino que probablemente esté mentira fue condicionada a una expe-
experimentando ciertos procesos psicoló - riencia de deshonestidad y, por lo tanto,
gicos que es probable que apare z c a n traumática; también es posible que sea
cuando se miente (aunque no siempre lo no la pregunta que evoca la mentira pre-
hacen, y a veces tienen lugar también sente, sino la misma mentira, la que se
cuando no se miente). Examinemos cuá- vio condicionada en el pasado al hecho
les son tales procesos. Vamos a hacerlo de mentir el cual, en ocasiones, dio lugar
en base al modelo propuesto por Zucker- a consecuencias displacenteras. Según la
man et al. (1981) y desde el que han ela- Teoría del Conflicto, la elevada responsi-
borado recientemente Buller y Burgoon vidad asociada a la mentira es una con-
(1994, 1996, 1998). secuencia de tendencias opuestas a decir

ANUARIO/2000 113
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

la verdad y mentir que entran en conflic- que las delaten. Además, la incomodidad
to. La Teoría del Castigo atribuye el arou- se puede reflejar en la aparición de adap -
sal que suele acompañar al acto de men- tadores y una reducción en la frecuencia
tir a la anticipación del castigo si la men- de ilustradores5 (Ekman, 1985; Ekman y
tira se descubre, lo que nos recuerda al Friesen, 1969b), así como en un estilo de
miedo a ser descubierto de Ekman. Su interacción menos inmediato, es decir,
sentimiento de culpa por mentir podría como si el hablante quisiera distanciarse
también dar lugar a activación psicofisio- del mensaje engañoso (ver Buller y Bur-
lógica. Zuckerman et al. también razo- goon, 1996; Buller, Burgoon, Buslig y
nan que el conocimiento del culpable Roiger, 1996; Kuiken, 1981; Mehrabian,
( Lykken, 1960, 1998) también puede 1966; Wiener y Mehrabian, 1968), lo
i n c rementar el arousal, al igual que la cual llevaría a ciertas fórmulas verbales
motivación del mentiroso para tener que desvincularían al hablante de su
éxito. Kahneman (1973) señala que el mensaje, como re f e rencias gru p a l e s
a rousal se produce cuando uno se ( “ n o s o t ros”) en lugar de personales
e n f renta a una situación poco usual, (“yo”), respuestas evasivas, etc. (ver por
amenazante o compleja, y mentir en ej., Buller et al., 1996; Kuiken, 1981;
c i e rtas circunstancias puede ser una Mehrabian, 1966); y a conductas no-ver-
situación de este tipo. La sobre c a rg a bales tales como evitación del contacto
cognitiva y dificultad percibida que se o c u l a r, mayor distancia interpersonal,
asocia al acto de mentir (ver más abajo), etc. (Zuckerman et al., 1981).
también puede incrementar los niveles
de activación. S o b re c a rga Cognitiva. Sin duda
mentir es cognitivamente más complejo
Hemsley (1977) sugirió que este arou- que simplemente decir la verdad (Köhn-
sal puede aumentar la intensidad y fre- ken, 1985; Cody, Marston, y Foster, 1984).
cuencia de comportamientos no-verba- Como dicen Miller y Stiff (1993) “los
les al mentir. En general, las conductas embusteros deben construir mensajes que
esperables en situaciones de alto arousal sean consistentes con los hechos reales y
son un aumento del tono fundamental que sean por lo tanto sustitutos plausibles
de la voz, de las alteraciones del habla, de la verdad. Además, los mensajes subse-
desvío de la mirada, dilatación pupilar, cuentes deben controlarse con atención
pestañeos, risas y sonrisas, y un incre-
5. Ekman y Friesen (1969b) proponen un
mento general de movimientos. sistema de clasificación de la conducta no-
verbal en cinco categorías: Los e m b l e m a s
Filtración de Emociones. Zuckerman son gestos que tienen un significado especí-
et al. (1981) aluden en este punto a la fico dentro de una cultura, como el de una
palabra. Ekman (1985) sostiene que pueden
perspectiva de Ekman descrita anterior- filtrarse emblemas al mentir. Los ilustradores
mente. Así, la acción de mentir puede son las gesticulaciones que acompañan al
generar culpa por engañar, miedo a ser discurso enfatizando, puntualizando, etc. lo
que se dice con las palabras. Los adaptado -
descubierto o deleite por embaucar. Estas res consisten en conductas como rascarse,
emociones pueden entonces originar, por juguetear distraídamente con algún objeto,
un lado, arousal, como se ha dicho ante- etc. Las muestras de afecto son las formas
no-verbales de expresar emociones. Y los
riormente, dando así lugar a las conduc- r e g u l a d o r e s regulan el flujo comunicativo
tas señaladas en el párrafo anterior; y por señalando los turnos del habla, petición de
otro indicadores del engaño o filtraciones más detalles, etc. Véase también Fernández-
Dols (1994).

114 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

para asegurarse de que son consistentes movimientos corporales (adaptadores,


[con lo dicho con anterioridad] y que movimientos de manos y pies, etc.), risas,
extienden y clarifican las declaraciones alteraciones del habla, etc. En la medida
previas de modo plausible.” (p. 55). Como en que la conducta del testigo presente
consecuencia, el embustero deberá indicadores reales del engaño y una extre-
enfrentarse a una gran demanda de recur- ma inhibición de los indicadores que
sos cognitivos durante su engaño, lo cual popularmente se asocian al mismo, pode-
quizás llegue a producir una sobrecarga mos sugerir que cabe la posibilidad de que
que puede evidenciarse externamente a esté mintiendo.
través de un aumento de la latencia de la
respuesta, pausas, inhibición de movi- Una vez delineado el modelo, examine-
mientos corporales, brevedad en las res- mos los hallazgos empíricos. DePaulo et al.
puestas, dilatación pupilar, y reducción del (1985) presentan un meta-análisis muy
contacto ocular para limitar el input de abarcador (subsume los anteriores de Zuc-
información visual y poder concentrarse kerman et al., 1981, y Zuckerman y Driver,
en la tarea de crear la mentira. Al mentir se 1985). Las conductas indicadoras de arou -
esperan pues estas conductas, propias de sal que encuentran de forma más frecuen-
una sobrecarga cognitiva. te entre los mentirosos son: errores y vacila-
ciones al hablar, aumento del tono de voz,
Control. La persona que miente debe dilatación pupilar, incremento de adapta-
dar la impresión de credibilidad (ver la dores, y pestañeos. También hay cierto
perspectiva de Buller y Burgoon que se apoyo a la perspectiva de las emociones: se
describe a continuación). Así que el menti- encuentran afirmaciones negativas, falta
roso procurará controlar su conducta con de inmediaticidad, y niveladores (términos
este fin. Zuckerman et al. (1981) sostienen t o t a l i z a d o res como “todo el mundo”,
que este control sobre la conducta dará “siempre”, “nadie”, etc. que pueden indi-
lugar a una actuación de apariencia poco car deseo en el hablante de desvincularse
espontánea, como planeada o ensayada. de lo dicho). La sobrecarga cognitiva se evi-
Además, la dificultad que tenemos para dencia en vacilaciones al hablar, errores del
controlar ciertos canales (ver la perspectiva habla, un acortamiento de las respuestas, y
de Ekman y Friesen) dará lugar a discre- dilatación pupilar. La hipótesis del control
pancias, por ejemplo, puede haber una recibe cierto apoyo, pues las comunicacio-
inhibición conductual extrema y poco nes engañosas se percibieron como más
natural en aquellas vías sobre las que tene- discrepantes, parecían ensayadas, y reque-
mos control acompañada de un aumento rían más tiempo de planificación que las
de conductas no-controlables, las expre- veraces. No obstante, en este meta-análisis
siones macrofaciales y microfaciales serán no se encontraron diferencias significativas
discordantes, etc. Además, como señalan entre mentirosos y veraces en las siguientes
Hocking y Leathers (1980), las conductas conductas: autorreferencias, tiempo de
que los mentirosos intentarán controlar no latencia, velocidad del habla, encogimien-
serán necesariamente las que en realidad to de hombros, contacto ocular, gesticula-
correlacionen con el engaño, sino aquellas ción, movimientos de piernas y pies, cam-
que ellos crean que lo hacen (sus creencias bios de postura, movimientos de la cabeza,
sobre los indicadores del engaño), que por y frecuencia de sonrisas. Ello hace que el
lo general suelen ser indicadores de ner- apoyo a las cuatro perspectivas arriba deli-
viosismo (Vrij, 1995, 1998a) tales como neadas sea sólo parcial.

ANUARIO/2000 115
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

Vrij (2000) revisa 44 estudios sobre los mueva mucho. A este error Ekman (1985;
indicadores no-verbales reales del enga- Ekman y Frank, 1993; Ekman y O´Sulli-
ño. Concluye que los indicadores del van, 1989) lo llama e rror de Brokaw o
engaño son, a nivel vocal, un aumento error de idiosincrasia. Hay que comparar
del tono de la voz y una mayor duración la actuación del sujeto cuando no sabe-
de las pausas al hablar. Las características mos si miente o no con la que le es propia
no vocales que señala son una disminu- cuando sabemos a ciencia cierta que dice
ción de la cantidad de movimientos de la verdad. Algunos estudios han compa-
brazos, manos, piernas y pies. En una rado la precisión de los observadores al
revisión anterior (Vrij, 1998a) este autor juzgar la credibilidad de alguien de quien
tomó también en cuenta la aparición de han visto previamente alguna/s muestra/s
expresiones microfaciales, concluyendo de conducta honesta con la obtenida sin
que su presencia se asociaba al engaño. haber visto antes esta/s muestra/s de con-
Los cuatro procesos psicológicos reciben, ducta (Becerra, Sánchez y Carrera, 1989;
por lo tanto, un apoyo parcial. Brandt, Miller y Hocking, 1980a,b, 1982;
Ekman y Friesen, 1974; Feeley, deTurk y
Ahora bien, hay algo que llama la Young, 1995; Garrido y Masip, en prensa;
atención al revisar esta literatura. Se Masip, Garrido y Herre ro, en pre n s a ;
trata de, por un lado, la discrepancia de O´Sullivan, Ekman y Friesen, 1988; Zuc-
los resultados hallados en unos y otros kerman, Koestner y Alton, 1984). Pese a
estudios, y por otro el apoyo sólo parcial la existencia de muchas variables modula-
recibido por el modelo, es decir, hay doras y de algunos estudios que arrojan
muchos indicadores cuya frecuencia o resultados negativos, en general la evi-
duración debería diferir significativamen- dencia muestra que la exposición previa a
te entre declaraciones verdaderas y fal- la conducta honesta del emisor favorece
sas y no lo hace. Veamos algunas posi- la precisión de los juicios de credibilidad
bles razones: subsiguientes.

P i m e ro, la correlación entre ciert o s O t ro posible error señalado por


indicadores conductuales (por ej., dilata- Ekman es el error de Otelo, basado en el
ción pupilar) y ciertos procesos psicológi- conocido drama shakespeariano en que
cos subyacentes (por ej., arousal) no es Desdémona, esposa de Otelo, es acusa-
perfecta. Por ejemplo, puede haber dila- da por éste de serle infiel con Casio.
tación pupilar sin arousal (al estar expues- Otelo informa a Desdémona de que
to a un bajo nivel de iluminación, por Casio ha sido ya ejecutado bajo sus orde-
ejemplo), y puede haber arousal sin que nes por su servidor Iago. Es entonces
haya ciertos indicadores conductuales cuando ella, al comprender que no va a
asociados a él. Esto último se agrava poder probar su inocencia dado que
cuando pretendemos evaluar la credibili- Casio ha muerto, muestra angustia y
dad de un sospechoso en base a sus nive- temor, que Otelo interpreta erróneamen-
les absolutos en alguna conducta. Hace- te como reacción a la muerte de su pre-
mos la errónea inferencia de que, por sunto amante y confirmación de sus
ejemplo, se mueve mucho, entonces está temores de infidelidad. Atribuye pues la
n e rvioso, entonces miente. Puede que conducta de Desdémona a la causa equi-
esta persona no se mueva mucho por vocada. No advierte que, de ser Desdé-
estar nervioso, sino que s i e m p re s e mona inocente, mostraría los mismos

116 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

signos. De igual modo, muchas personas Otro problema, que quizás explique
al evaluar la credibilidad atribuyen ciertas las diferencias entre los estudios indivi-
señales conductuales (por ej., dilatación duales, es el hecho de que hay indicios
pupilar) a determinados procesos (por de que diferentes tipos de engaño (por
ej., arousal) sin antes descartar otras ejemplo, mentir sobre hechos vs. hacerlo
posibles causas; o atribuyen la presencia sobre la emoción que se está experimen-
de ciertos procesos (por ej., arousal) a tando) pueden asociarse a difere n t e s
determinados factores (por ej., mentir) procesos psicológicos subyacentes y, por
sin molestarse en desconfirmar la posibi- ende, a distintos indicadores (por ej.,
lidad de que se deban a otras causas (por DePaulo et al., 1980a; Miller y Stiff ,
ej., ser interrogado por un policía unifor- 1993). De modo que quizás, como en su
mado en una comisaría de policía). día sugirieron DePaulo y Rosenthal
(1979b), “la cuestión ‘¿cuáles son las
Esto último nos lleva a la conexión claves del engaño’ es pro b a b l e m e n t e
entre el acto de mentir y los procesos sub- demasiado amplia; en su lugar debería -
yacentes. Como sucedía con la existente mos preguntar ‘cuáles son las claves de
e n t re dichos procesos y sus corre l a t o s qué tipos de engaño por qué tipo de
conductuales, la relación entre mentir y mentirosos en qué tipo de situaciones’?”
arousal, emociones, control y sobrecarga (p. 1720). Los meta-análisis como los
cognitiva no es perfecta. Un mentiroso mencionados arriba, si bien son “cómo-
experimentado, o cualquiera al mentir dos” al ofrecer datos más comprehensi-
sobre temas intrascendentes, experimen- vos que los estudios específicos, no van a
tará poco arousal al pretender burlar a su ayudarnos en modo alguno a responder
interlocutor. Hay una serie de factores que a esta pregunta, al desdibujar los matices
e j e rcen influencia sobre la presencia e de la situación, los participantes, y el tipo
intensidad de la culpa, miedo o deleite de mentira de los estudios individuales.
asociados al mentir (por ej, Ekman, 1985).
Una mentira muy simple (ej., respuesta Conclusiones. Si bien no existe nin-
Si/No) o muy ensayada no supondrá gún indicador verbal, no-verbal ni psicofi-
mucho esfuerzo cognitivo (Greene et al., siológico que, en y por sí mismo, indique
1985), y no siempre se sobrecontrola la que una persona está mintiendo, sí que es
conducta. En consecuencia, si estos pro- probable que al mentir tengan lugar cier-
cesos no están presentes, no hace falta tos procesos psicológicos que a su vez
que busquemos indicadores del engaño. pueden dan lugar a ciertos indicadores
Pero es que además estos procesos pue- conductuales directamente perceptibles.
den estar presentes sin que se produzca Tales procesos son un incremento de
engaño. Habrá sobrecarga cognitiva si el arousal, emociones de tipo negativo, una
testigo tiene dificultades para recordar los sobrecarga cognitiva e intentos del menti-
hechos, se intentará controlar la conducta roso de controlar su conducta. Si bien la
si el inocente piensa que se muestra evidencia experimental no permite recha-
demasiado ansioso para ser creido, habrá zar de lleno la hipótesis de la existencia de
arousal si el inocente es interrogado por estos procesos y sus indicadores conduc-
intimidatorios policías que le acusan de tuales al mentir, no siempre se han encon-
un grave delito, y su miedo a no ser creido trado todas las diferencias esperadas al
será indistinguible del recelo del mentiro- comparar la conducta de sujetos veraces y
so a ser descubierto. mentirosos. Además, distintos estudios

ANUARIO/2000 117
La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

han encontrado distintos indicadores del debería prestar atención (quizás sea rele-
engaño. Las razones de estas inconsisten- vante recordar aquí el enfoque del con-
cias pueden residir en las limitadas correla- trol de la perspectiva de Zuckerman et
ciones existentes entre el acto de mentir y al., 1981, descrita anteriormente).
los procesos subyacentes hipotetizados, y
entre éstos y sus correlatos conductuales. Hay varios mensajes, de distinta natu-
Además, tales correlaciones pueden variar raleza, que emitimos concurrentemente
en función de las características de la al mentir (Buller y Burgoon, 1996, 1998).
situación y/o de las personas implicadas. Por un lado, la propia información falsa
(por ej., “yo no cometí el asesinato”). Este
mensaje es, por lo general, de naturaleza
Perspectiva de Buller y Burgoon: La Mentira verbal, por lo menos si hablamos de men-
como Comunicación Estratégica y tiras factuales. Un segundo tipo de men-
Filtraciones No-Estratégicas. saje que emitimos son comunicaciones
auxiliares, que pueden ser tanto de natu-
La perspectiva de David Buller y Judee raleza verbal como no-verbal, cuyo objeti-
Burgoon (1994, 1996, 1998) se integra, vo es, por un lado, lograr que el mensaje
de la mano de sus autores, en el seno de falso se considere verdadero (“es cierto
su controvertida (véase dicha controver- que yo no cometí el asesinato”), y por
sia en el número especial que la revista otro lograr dar la impresión de persona
Communication Theory dedicó al tema: veraz (“soy honesto cuando digo que yo
vol. 6, nº 3, Agosto 1996) Teoría del no cometí el asesinato”). Como vemos,
Engaño Interpersonal (I n t e r p e r s o n a l pues, una comunicación engañosa consta
Deception Theory o IDT) (por ej., Buller y no de una, sino de varias mentiras. Final-
Burgoon, 1994, 1996). No pretendemos mente, un tercer tipo de mensaje que
aquí describir en detalle toda la compleji- emitimos al mentir son aquellos indicado-
dad –que no es poca– de la IDT, sino tan res que delatan que estamos mintiendo
solo exponer la visión de Buller y Burgo- (claves del engaño) o la información que
on en lo concerniente a los posibles indi- se oculta (filtraciones). Según Buller y Bur-
cadores reales del engaño y sus procesos goon aquí la información es, básica aun-
subyacentes. que no exclusivamente, no-verbal. Los
dos primeros tipos de mensaje son de
Buller y Burgoon (1994) consideran naturaleza estratégica e intencional.
que mentir es, básicamente, un tipo de Aquellos del tercer tipo son de naturaleza
comunicación estratégica, al igual que no-estratégica e involuntarios.
otros mensajes de naturaleza persuasiva.
Así, sitúan el énfasis no sólo sobre aque- Según Buller y Burgoon (1996, 1998),
llas conductas involuntarias que pueden manipular el contenido del mensaje enga-
delatar al mentiroso (y que denominan ñoso en sí puede conceptualizarse como
filtraciones no estratégicas), sino tam- control de la información (i n f o rm a t i o n
bién sobre las conductas propositivas e management). Los esfuerzos destinados a
intencionales que el comunicador maximizar la credibilidad del comunicador
emplea con el fin de lograr sus objetivos. comprenden el control de la imagen que
Dichas conductas, no obstante, tienen se da (image management). Y los esfuer-
también ciertos correlatos conductuales zos destinados a prevenir la exposición de
a las que el atento detector de mentiras indicadores del engaño y filtraciones se

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Jaume Masip y Eugenio Garrido

conceptualizarían como control de la con - diaticidad verbal, más pausas, mayor


ducta (behavior management). latencia de respuesta, menor contacto
ocular, menor inclinación hacia el interro-
Con esto en mente, pasemos a exami- gador, mayor distancia interpersonal, etc.
nar más de cerca las predicciones que
Buller y Burgoon derivan de su modelo y También está lo que Buller y Burgoon
algunos hallazgos empíricos. denominan “disasociaciones”: conduc-
tas predominantemente lingüísticas para
Comunicaciones estratégicas e distanciarse de las propias declaraciones
intencionales: Control de la informa- y acciones, situando el foco de atención
ción y la imagen. Con el objeto de sobre los demás, lo cual puede hacer que
manipular la información y dar la impre- uno parezca depender de los otros o que
sión de decir la verdad, el mentiroso hará los otros son los responsables de la con-
que sus actuaciones contengan ciertas ducta de uno. Esto se logra a través de
características. Estas características se pocas autorreferencias, más referencias
harán manifiestas en una serie de indica- a los otros, falta de inmediaticidad ver-
dores conductuales, verbales y no-verba- bal, etc., pero en este punto los resulta-
les, que Buller y Burgoon (1994) encuen- dos empíricos sobre la frecuencia de
tran en su revisión de la literatura experi- estas conductas al mentir en compara-
mental sobre el engaño y su detección. ción con la que presentan cuando se dice
la verdad son poco claros.
Se señala, en primer lugar, incertidum -
bre o vaguedad. Se trata de conductas Finalmente, un último tipo de comu-
p redominantemente lingüísticas para nicación estratégica la constituyen cier-
crear mensajes ambiguos u opacos. Se tas conductas protectoras de la imagen y
manifiestan en indicadores observables, la re l a c i ó n tales como asentir con la
presentes al mentir, tales como poca varie- cabeza, sonreír, procurar no interrumpir-
dad léxica, pocas afirmaciones tajantes, se y refrenar la aparición de filtraciones.
pocas referencias a experiencias propias,
pocas referencias al pasado, más nivelado- En un trabajo posterior sobre el papel
res (“todos”, “nunca”...), más informa- de las emociones en la comunicación
ción irrelevante, mayor brevedad de las engañosa (Buller y Burgoon, 1998),
respuestas, encogimientos de manos, etc. estos autores indican, dentro del capítu-
lo de las conductas estratégicas, que el
Otra forma de manipular estratégica- intento de controlar la imagen dará lugar
mente la propia actuación consiste en a sonrisas simuladas (re c o rdemos a
conductas de falta de inmediaticidad, Ekman y Friesen, 1982), indicadores de
reticencia y distanciamiento. Son estrate- emociones placenteras y más expresivi-
gias verbales y no-verbales que se emple- dad emocional (como predice la perspec-
an para distanciarse del otro, desafiliarse tiva emocional dentro del modelo de
y no permitir el escrutinio por parte del Zuckerman et al., 1981). Por su parte, el
observador o interrogador. Se concreti- intento de controlar la conducta daría
zan en una reducción del número total lugar a inhibición conductual (como pre-
de palabras empleadas al mentir, más dice el modelo de Zuckerman et al.,
preguntas del interrogador que cuestio- 1981, en su vertiente de control) y a indi-
nen lo dicho por el testigo, falta de inme- cadores de ansiedad.

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La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

Filtraciones no-estratégicas (invo- tir, a la excesiva motivación para mentir


luntarias): Déficits en el control de la bien, etc. Buller y Burgoon encuentran
conducta. En este punto podríamos afir- aquí los siguientes indicadores específi-
mar que, en cierto modo, esta parte de cos: errores al hablar, vacilaciones, repeti-
la perspectiva de Buller y Burgoon absor- ción de palabras, rigidez postural, movi-
ve y hace propias las aportaciones de la mientos nerviosos azarosos, brevedad de
perspectiva de Zuckerman et al. (1981). las respuestas, habla muy acelerada o
Las conductas involuntarias que Buller y muy lenta, falta de sincronía, discrepan-
Burgoon esperan encontrar en los menti- cias, sobreactuación, falta de espontanei-
rosos son, primero, manifestaciones de dad, conductas poco corrientes, etc.
arousal y nerviosismo. De su revisión se Vemos que este apartado engloba las ver-
d e s p rende que hay ciertos comport a- tientes de sobrecarga cognitiva y control
mientos específicos que indican arousal y de Zuckerman et al. (1981).
son más frecuentes al engañar, tales
como parpadeos, dilatación pupilar, Buller y Burgoon (1998) incluyen en el
a d a p t a d o res, aumento del tono de la apartado de las conductas no-estratégicas
voz, errores y vacilaciones al hablar, repe- la activación cognitiva (que, dicen, se
tición de palabras, brevedad de las res- manifestaría con un elevado tempo, tono
puestas, latencia de respuesta prolonga- vocal alto, presencia de autoadaptado-
da, cambios de postura, bloqueos en el res), el deleite por embaucar (que produ-
cuerpo, etc. Esta perspectiva es análoga, ciría sonrisas D), el miedo a ser detectado
como vemos, a la del arousal del modelo (expresiones microfaciales, filtraciones de
de Zuckerman et al. (1981). Segundo, emociones negativas en la parte superior
Buller y Burgoon (1994) indican que el del rostro) y culpa (displacer expresado
m e n t i roso experimentará e m o c i o n e s facial y vocalmente, pocas sonrisas).
negativas tales como culpa y vergüenza,
lo cual dará lugar a filtraciones indicado- Ya hemos dicho más arriba que las
ras de estas emociones, tales como conductas concretas que describen
expresiones microfaciales, menor feed- Buller y Burgoon en su artículo de 1994
back positivo (asentimientos, sonrisas) no son meramente las hipotetizadas,
dirigido al interlocutor, evitación de la sino aquellas halladas empíricamente en
mirada, tono de voz poco placentero , algunos estudios al comparar la conduc-
pocas referencias grupales, más declara- ta de emisores efectuando declaraciones
ciones negativas, etc. Como vemos, aquí verdaderas con la de aquellos que efec-
Buller y Burgoon adoptan la hipótesis del tuaron declaraciones falsas. En general,
filtraje de Ekman y Friesen (1969a, 1974) este modelo presenta los mismos proble-
y la vertiente de las emociones del mode- mas que el anterior, y evidencia similares
lo de Zuckerman et al. (1981). inconsistencias entre estudios. Su princi-
pal virtud es la conceptualización del
Finalmente, al mentir el emisor mues- engaño no sólo como una fuente de
tra signos de incompetencia comunicati - autodelación para el mentiroso, sino
va: conductas verbales y no-verbales no- también como una estrategia comunica-
normativas, discrepancias entre canales, tiva propositiva orientada al éxito. No
desviaciones del habitual estilo comunica- obstante, las propias conductas para el
tivo-interaccional propio, etc. que obede- control de la imagen y la información se
cen a la complejidad cognitiva para men- manifiestan abiertamente, lo cual puede

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Jaume Masip y Eugenio Garrido

ofrecer indicios del engaño. El peligro es, gación en esta área no permite ofrecer al
de nuevo, que no siempre estas conduc- psicólogo un instrumento estandariza-
tas son indicadores de que se pretenda do, válido y fiable, que le permita pro-
controlar la imagen o la información, y nunciarse sobre la credibilidad del testi-
no siempre que queremos dar una ima- monio. Están, por supuesto, las orienta-
gen de sinceridad o controlar qué y ciones que se desprenden de la revisión
cómo decimos algo estamos mintiendo. de la literatura experimental que hemos
incluido en el apartado anterior, pero
Conclusiones. Mentir no supone tan esta información es insuficiente para una
solo mostrar indicadores del engaño o fil- adecuada evaluación.
traciones (incompetencias), sino también
manipular la información que se da y la No obstante, y con esta limitación en
propia autopresentación y conducta con mente, quizás merezca la pena considerar
el fin de ofrecer una imagen de persona c i e rtas cuestiones. La primera línea de
veraz y un mensaje creible (competen- investigación que señalan DePaulo y
cias). Así, al mentir el emisor manipulará Rosenthal (1979b) y que no hemos descri-
estratégicamente su actuación, lo que se to aquí, arroja una precisión media en la
manifestará en cierta incert i d u m b re y evaluación de la credibilidad por observa-
vaguedad en su discurso, falta de inme- dores no-entrenados bajo diversas condi-
diaticidad y distanciamiento del hablante, ciones experimentales que se sitúa entre el
desasociación, y conductas protectoras de 45 y el 60 %, siendo el 50 % lo esperado
la imagen y la relación. Estos elementos por azar (ver las revisiones de DePaulo et
serán perceptibles a través de una serie de al., 1985; Kalbfleisch, 1985, 1992; Kraut,
conductas específicas. Al igual que Zuc- 1980; Zuckerman et al., 1981). Vemos
kerman et al. (1981), Buller y Burgoon pues que la capacidad de tales observado-
sostienen que también podemos descu- res no resulta muy espectacular, pero hay
brir la mentira atendiendo a los indicado- que matizar esta conclusión: Primero ,
res conductuales de arousal y nerviosis- como ya comentamos en otra ocasión
mo, emociones negativas e incompeten- (Masip y Garrido, 1999), estamos hablan-
cia comunicativa derivada de la compleji- do de sujetos no-entrenados, quizás si ins-
dad que supone mentir y de intentos de truyéramos a tales sujetos para que obser-
controlar la conducta. Este modelo pre- varan la presencia de las claves conductua-
senta los mismos problemas que el de les que la aproximación de los indicadores
Zuckerman et al. (1981). discretos ha encontrado que se asocian a
la verdad o la mentira su precisión aumen-
taría. En este sentido, si bien Köhnken
CONSIDERACIONES FINALES (1987) fracasó al pretender entrenar a
policías, y los resultados del grupo de Zuc-
¿Es Útil esta Información para Evaluar kerman (Zuckerman, Koestner y Alton,
la Veracidad en Contextos Judiciales? 1984; Zuckerman, Koestner y Colella,
1985), son poco claros, Mark deTurck y su
No quisieramos que el presente traba- equipo (deTurck, 1991; deTurck y Feeley,
jo se tome como una especie de “receta- 1997; deTurck, Harszlak, Bodhorn y Texter,
rio” para evaluar la credibilidad del testi- 1990; deTurck y Miller, 1990) han obteni-
monio a partir de los indicadores con- do bastante éxito al instruir a sus sujetos
ductuales, ya que el estado de la investi- con un programa en que se incluye mos-

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La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

trar la linea base de la conducta veraz del Masip y Garrido, 2000; Taylor y Vrij, en
emisor, ofrecer información sobre indica- prensa; Vrij y Semin, 1996), creando un
dores conductuales de arousal por mentir saludable escepticismo acerca de la capa-
(deTurck y Miller, 1985), práctica, y feed- cidad de “detectar mentiras” en base a la
back. Segundo, algunas características del conducta no-verbal.
emisor, del receptor y de la situación de
engaño tienen una gran influencia sobre
la precisión, así que bajo determinadas ¿Podríamos Elaborar un Sistema de
condiciones el nivel de aciertos puede Detección de la Mentira Basado en
aumentar. En este sentido, la información los Correlatos Conductuales del
que en el presente capítulo se ha ofrecido Engaño?
a c e rca de la orientación de los canales
sugiere, por ejemplo, que la precisión de Quizás en este punto el lector se pre-
los juicios de credibilidad de los observa- gunte por qué, en base a los hallazgos
dores se verá beneficiada si se atiende al experimentales de la orientación de los
contenido verbal del discurso más que en indicadores discretos, no se elabora un sis-
la información visual, si se obtiene infor- tema de detección de la mentira basado
mación independiente con que cotejar lo en sus correlatos conductuales. De hecho,
que diga el testigo en contextos no-fami- se podría grabar la conducta del testigo y
liares, si se presta atención al cuerpo y se luego analizarla atendiendo a los indica-
omite toda información proporcionada dores hallados, pongamos por caso, en el
por el engañoso rostro, si se toman en estudio meta-analítico de DePaulo y cola-
cuenta las peculiaridades de la situación, si boradores (1985). Incluso podríamos utili-
se ve de antemano una muestra de la con- zar el FACS o el EMFACS para escudriñar
ducta honesta del testigo, etc. Por lo las expresiones faciales del testigo y ver si
tanto, quizás el experto no disponga de un son falsas o simuladas. Lo cierto es que,
“test de credibilidad” que aplicar al testi- desafortunadamente, existe una serie de
go, pero puede orientar a policías, Jueces y factores que que desaconsejan tomar esta
jurados, que son evaluadores no-entrena- opción. Primero: como ya se ha dicho
dos como los empleados en los estudios anteriormente, los resultados de DePaulo
experimentales, sobre la conveniencia de et al. (1985) son resultados meta-analíti-
dirigir su atención hacia la información cos, los de los estudios individuales difie-
accesible a través de ciertos canales deter- ren enormemente unos de otros, y habría
minados (DePaulo, Lassiter y Stone, 1982; que ver las correlaciones de ciertas varia-
deTurck, Feeley y Roman, 1997), o incluso bles de las diversas situaciones experimen-
puede aconsejar que dicha información se tales con los indicadores que aparecen en
presente de una forma específica (por ej., cada una de ellas y en qué medida tales
transcripción escrita de la declaración en variables se encuentran presentes en con-
lugar de su grabación en vídeo) para que textos judiciales. Segundo, si la gran
quien corresponda pueda evaluar por sí mayoría de estudios incluidos por DePaulo
mismo y de forma orientativa la credibili- et al. (1985) en su análisis fueran estudios
dad del testimonio. O puede también realizados en situaciones judiciales, con
minar la confianza que los profesionales una alta validez ecológica, quizás pudiera-
del sistema legal tienen en determinadas mos confiar en sus resultados, pero este
conductas que creen que se asocian al no es el caso. Tercero, antes de aplicar este
engaño (por ej., Akehurst et al., 1996; tipo de análisis a situaciones reales habría

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Jaume Masip y Eugenio Garrido

que probar su efectividad en situaciones posibilidad de evaluar la credibilidad del


donde las consecuencias de una decisión testimonio en base a correlatos conduc-
errónea no fueran tan graves como en un tuales en contextos legales. Lo único que
juicio real. Cuarto, algunos autores sugie- deseamos dejar claro es la necesidad de
ren que la conducta de cada mentiroso hacer investigación desde esta perspecti-
puede ser de naturaleza idiosincrásica va en dichos contextos, en lugar de con-
(Becerra et al., 1989), lo cual plantea una fiar en los hallazgos de estudios realiza-
inquietante posibilidad: quizás no existan dos en situaciones de lo más diverso y
indicadores del engaño comunes a todas variopinto y, por lo general, muy alejados
las personas, lo que haría estéril todo de contextos judiciales. En este sentido,
intento de desarrollar un “sistema” como vamos a cerrar el presente artículo enu-
el que estamos imaginando; aunque al merando una serie de elementos que, a
hacer promedios se obtienen diferencias nuestro juicio, deberían incorporarse a
significativas, resulta problemático cotejar los estudios sobre la evaluación de la cre-
con tales resultados la conducta de un dibilidad desde la orientación de los indi-
individuo concreto en una situación deter- c a d o res conductuales para que sus
minada: primero promediamos entre una hallazgos fueran aplicables a situaciones
serie de sujetos en una situación, luego legales. Sin ánimo de ser exhaustivos, he
hacemos un meta-análisis en que prome- aquí algunas propuestas:
diamos a través de muchas situaciones dis-
tintas, y luego pretendemos aplicar los Primero, mientras que en casos reales
hallazgos así obtenidos a personas concre- es el propio testigo quien decide mentir,
tas en situaciones particulares. No se trata, en la mayor parte de investigación sobre el
ciertamente, de una estrategia muy razo- engaño es el experimentador quien se lo
nable. Quinto, hemos sugerido que quizás pide. Feeley y deTurck (1998) muestran
pudiera emplearse el FACS o el EMFACS, que hay diferencias entre la conducta de
sin embargo, según Ekman et al. (1988), el aquellos sujetos que cometen una acción
análisis de un minuto de conducta con el prohibida y luego deciden por si mismos
FACS requiere unos 100 minutos de traba- mentir para ocultarla, y los que mienten
jo, con el EMFACS esta relación se reduce, por pedírselo el experimentador. Ideal-
pero aún así son necesarios 10 minutos de mente, el investigador debería diseñar
análisis por minuto de conducta. Esto hace situaciones en que el propio sujeto deci-
inviable el empleo de tales sistemas de diera mentir, como la que implica el llama-
codificación dentro del sistema de admi- do “procedimiento de Exline” (Exline, Thi-
nistración de justicia, dejando de lado el baut, Hickey y Gumpert, 1970).
laborioso entrenamiento que se requiere
para manejar adecuadamente el FACS o el Segundo, algunos autores de la orien-
EMFACS. tación conductual (por ej., Buller y Burgo-
on, 1994, 1996) critican la artificialidad de
los paradigmas para el estudio del engaño
Algunas Recomendaciones para la en el sentido de que, a diferencia de lo que
Investigación Experimental en este sucede en la vida real, no son interactivos.
Campo. Normalmente, en el laboratorio los obser-
vadores ven una grabación en que uno o
No quisiéramos que lo dicho hasta varios emisores expresan ciertos hechos o
aquí desalentara a los que creen en la sentimientos que pueden ser reales o ficti-

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La Evaluación de la Credibilidad del Testimonio en Contextos Judiciales a Partir de Indicadores Conductuales

cios. Pero en la vida real el interrogador lar a los temas sobre los que se declara
puede cuestionar lo que dice el testigo, en contextos judiciales, a saber, de natu-
pedir clarificaciones, etc., y las señales raleza delictiva.
conductuales de cada participante varían
en función de la conducta de su interlocu- Séptimo: es necesario tener en cuenta
tor. No obstante, debemos admitir que las características del entorno para hacer-
existen innumerables trabas metodológi- las similares a las de las situaciones reales.
cas a la hora de estudiar la conducta ver- Por ejemplo, Kraut y Poe (1980) y Vrij (por
bal y no-verbal del interrrogador y el testi- ej., Vrij, 1995; Vrij, Semin y Bull, 1996) vis-
go en situaciones interactivas. tieron con un uniforme policial a sus inte-
rro g a d o res y dieron a sus mentiro s o s
Tercero, mientras que en casos reales varios objetos “de contrabando” (en el
quien debe evaluar la veracidad observa estudio sobre inspectores aduaneros de
la conducta de un testigo que ofrece una Kraut) o unos auriculares “robados” cuya
declaración bastante extensa, la investi- posesión los mentirosos debían negar (en
gación experimental ha empleado habi- el paradigma experimental de Vrij).
tualmente m u c h a s declaraciones d e
unos pocos segundos de duración efec- Octavo: es frecuente que, en los estu-
tuadas por múltiples testigos. dios experimentales sobre la mentira
desde la aproximación conductual, se
Cuarto, en casos reales cada testigo pida a los observadores que formulen su
es interrogado en varias ocasiones, nor- juicio en una escala numérica con la pala-
malmente con dilatados periodos de bra “miente” en un extremo y “dice la
tiempo entre una y otra declaración. Este verdad” en el otro. Esto no coincide con
hecho ha sido olvidado por la investiga- lo que sucede en la vida real, en que el
ción existente, tal como señalan Gran- policía o el juez debe tomar una decisión
hag y Strömwall, que están desarrollan- dicotómica. Con el fin de posibilitar la
do una línea experimental orientada a extrapolación de los resultados al mundo
solventar dicho olvido (por ej., Granhag y real se debe pedir a los sujetos experi-
Strömwall, 2000a,b). mentales decisiones con sólo dos opcio-
nes de respuesta: mentira o verdad.
Quinto, normalmente en contextos
reales la motivación de los mentiro s o s Finalmente, siempre que sea posible
para ser creidos es muy grande. Hay evi- hay que hacer investigación de campo.
dencia empírica, que revisan DePaulo y En este sentido, el trabajo de Vrij y Mann
Kirkendol (1989) y DePaulo, Kirkendol, (1998; Mann, Vrij y Bull, 2000), basado
Tang y O´Brien (1988), que indica que el en el análisis de las grabaciones de inte-
tipo de conducta que puede delatar al rrogatorios policiales reales, es un ejem-
mentiroso es función de lo motivado que plo encomiable.
esté para mentir con éxito. Hay que dise-
ñar estudios en que la motivación del Si tenemos en cuenta todas estas con-
emisor se aproxime al máximo a la del sideraciones y las incorporamos a nues-
testigo que testifica en casos criminales. tros estudios empíricos, sin duda obten-
dremos resultados que nos van a decir
Sexto, el tema de las declaraciones mucho sobre la evaluación de la credibili-
empleadas en los estudios debe ser simi- dad en contextos judiciales reales.

124 ANUARIO/2000
Jaume Masip y Eugenio Garrido

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AGRADECIMIENTOS

La preparación de este trabajo ha sido posible gracias a la financiación otorgada por la


Junta de Castilla y León, Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación, Ref. SA52/00B.

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