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SUPLEMENTO DE LA REVISTA SAVITRI

JUNIO 2007

CARTAS SOBRE EL YOGA 

Todo el principio de nuestro yoga es darse enteramente al Divino sólo, y a nadie ni a nada
más, y hacer descender en nosotros, por la unión con el Poder de la Madre Divina, toda la luz,
la fuerza, la amplitud, la paz, la pureza, la consciencia de verdad y el Ananda trascendentes
del Divino supramental. Por lo tanto, en este yoga no hay lugar para las relaciones vitales o
para los intercambios vitales con otros; cualesquiera de tales relaciones o intercambios de
este género encadenan inmediatamente al alma a la consciencia inferior y a su naturaleza
inferior, impide la verdadera y plena unión con el Divino, y pone trabas tanto al ascenso hacia
la Consciencia de Verdad supramental, como al descenso de la Îshwarî Shakti supramental.
Todavía sería peor si este intercambio tomase la forma de una relación o de un placer sexual,
incluso aunque estuviesen exentos de todo acto exterior; en consecuencia, estas cosas están
absolutamente prohibidas en la sâdhanâ. Huelga decir que no está permitido ningún acto
físico de este género; pero también son descartadas todas las formas por sutiles que sean.
Sólo después de que lleguemos a ser uno con el Divino supramental, es cuando podemos
encontrar nuestras verdaderas relaciones espirituales con los demás en el Divino; en esta
unión superior no puede tener cabida este género de movimiento vital inferior y grosero.

- Dominando el impulso sexual -llegando a ser dueño del centro sexual de tal manera que su
energía vaya dirigida hacia lo alto, en lugar de ser arrojada al exterior y despilfarrada-, es, en
efecto, como uno puede transformar su fuerza germinal en energía física fundamental que
sirve para mantener a todas las demás: transformar retas en ojas. Pero ningún error podría ser
más peligroso que aceptar la mezcla del deseo sexual y su satisfacción bajo cualquier forma
sutil, y considerar que eso forma parte de la sâdhanâ. Sería la manera más eficaz de dirigirse
directamente hacia el derrumbe espiritual y de precipitar en la atmósfera fuerzas que
bloquearían el descenso supramental, haciendo descender en su lugar potencias vitales
adversas para sembrar el desorden y el desastre. En caso de que esta desviación tendiera a
producirse, es absolutamente necesario rechazarla y borrarla de la consciencia, si uno desea
que descienda la Verdad y que se realice la obra.
Igualmente es un error imaginar que, si bien es preciso abandonar el acto sexual físico, su
reproducción interna puede formar parte de la transformación del centro sexual. La acción de
la energía sexual animal en la Naturaleza es un artificio para llevar a cabo un cierto propósito
particular en la economía de la creación material en la Ignorancia. Pero la excitación vital que
le acompaña crea en la atmósfera una oportunidad y una vibración muy favorables a la
irrupción de aquellas fuerzas y seres del vital cuya principal ocupación consiste justamente en
impedir el descenso de la Luz supramental. El placer que conlleva el acto sexual es una
degradación y no la forma verdadera del divino Ananda. El verdadero Ananda divino en el
físico tiene una cualidad, un movimiento y una substancia diferentes; existe por sí mismo en
su esencia y su manifestación depende sólo de la unión interior con el Divino. Tú has hablado
del Amor Divino; pero el Amor Divino, cuando toca al físico, no despierta esas groseras
propensiones del vital inferior, y su satisfacción no puede más que repelerle y hacer que se
retire de nuevo hacia las alturas, de donde es ya tan difícil hacerle descender a la ordinariez
de la creación material que solamente él puede transformar. Busca el Amor Divino por la
única puerta que él consiente franquear: la puerta del ser psíquico; y desecha el error del vital
inferior.

La transformación del centro sexual y de su energía es necesaria para la siddhi física; porque
este centro es el soporte corporal de toda las fuerzas mentales, vitales y físicas de la
naturaleza. Debe ser transformado en una masa y en un movimiento de Luz íntima, de Poder
creador, de Ananda divino puro. Solamente el descenso de la Luz, del Poder y de la
Felicidad supramentales al centro, puede transformarlo. En cuanto a su funcionamiento
posterior, es la Verdad supramental y la visión creadora, y la voluntad de la Madre Divina
quienes lo determinarán. Pero será un funcionamiento de la Verdad consciente, y no de la
Obscuridad y de la Ignorancia a las que pertenecen el deseo y la alegría sexuales; será un
poder de conservación y de una libre radiación, sin deseo, de fuerzas de vida, y no de su
disipación y de su despilfarro. Guárdate de imaginar que la vida supramental será
simplemente un aumento de la satisfacción de los deseos del vital en el cuerpo; nada puede
ser un obstáculo más grande para el descenso de la Verdad que esta esperanza de
glorificación del animal en la naturaleza humana. La mente desearía que el estado
supramental fuera una confirmación de sus ideas preferidas y de sus prejuicios; el vital, una
glorificación de sus deseos; el físico, una rica prolongación de sus comodidades, placeres y
hábitos. Si esto tuviera que ser así, no sería más que una consumación altamente aumentada y
exagerada de la naturaleza humana y animal, no una transición del ser humano al Divino.

SA24: 1507

Es verdad que el centro sexual y sus reacciones pueden ser transformadas, y que un Ananda
de lo alto puede descender para reemplazar la reacción sexual animal. Los impulsos sexuales
son una degradación de este Ananda. Pero recibir este Ananda antes de que la consciencia
física (incluido el vital físico) sea transformada, puede ser peligroso; porque otras cosas, más
bajas, pueden aprovechar y mezclarse en él, y eso perturbaría todo el ser y podría conducirlo
a un camino equivocado, dándole la impresión de que estas cosas inferiores forman parte de
la sâdhanâ y reciben la aprobación de lo alto; o simplemente porque los elementos inferiores
prevalecen sobre la experiencia espiritual. En este último caso, el Ananda cesaría y el centro
sexual sería poseído por las reacciones inferiores.

SA24: 1509
He declarado muy brevemente en mi carta precedente mi posición con respecto al impulso
sexual y el yoga. Podría añadir aquí que mis conclusiones no están fundamentadas en
ninguna opinión mental, ni en ninguna idea moral preconcebida, sino en hechos que lo
prueban, y en la observación y la experiencia. Yo no niego que, en tanto que uno admite una
especie de separación entre la experiencia interior y la consciencia exterior, siendo esta
última dejada en sí misma como una actividad inferior controlada pero no transformada, es
completamente posible tener experiencias espirituales y hacer progresos, sin cesar
enteramente la actividad sexual. La mente se separa del vital exterior (los instrumentos de la
vida) y de la consciencia física, y vive su propia vida interior. Pero, en realidad, sólo unos
pocos pueden hacer esto de una manera íntegra; y en el momento en el que las experiencias
de uno se extienden a los planos vital y físico, ya no puede tratar el sexo de este modo. Puede
llegar a ser en todo momento una fuerza perturbadora, desordenada y deformante. He
observado que el sexo, con igual grado que el ego (el orgullo, la vanidad y la ambición), la
codicia y los deseos rajásicos, es una de las principales causas de los accidentes espirituales
que han tenido lugar en la sâdhanâ. Querer tratarlo mediante desapegos, sin una completa
extirpación, fracasa totalmente; intentar sublimarlo, como preconizan muchos místicos
modernos en Europa, es una experiencia completamente peligrosa y temeraria. Porque es la
mezcla de sexo y espiritualidad la que causa los más grandes estragos. Incluso el intento de
sublimarlo dirigiéndolo hacia el Divino, como en el madhura bhâva vishnuíta, conlleva
serios peligros como lo prueban tan frecuentemente los malos resultados de un falso retorno
o de un mal uso de este método.

- En todo caso, en nuestro yoga, que busca no solamente la experiencia esencial del Divino,
sino la transformación de todo el ser y de toda la naturaleza, he encontrado que tender a un
completo dominio de la fuerza sexual es una necesidad absoluta de la sâdhanâ; de otro modo,
la consciencia vital sigue siendo una mezcla turbia, cuya turbidez afecta a la pureza de la
mente espiritualizada y obstaculiza seriamente el empuje ascensional de las fuerzas del
cuerpo. Este yoga exige una ascensión plena de toda la consciencia inferior u ordinaria para
unirse a la consciencia espiritual por arriba, y un descenso completo de la consciencia
espiritual (finalmente, de la consciencia supramental) a la mente, a la vida y al cuerpo para
transformarlos.
La ascensión total es imposible mientras el deseo sexual bloquee el camino; el descenso es
peligroso con un deseo sexual poderoso en el vital. Porque en todo momento, un deseo sexual
no extirpado o latente puede ser la causa de una mezcla que repele el descenso verdadero, y
utiliza la energía adquirida para otros fines, o dirige todas las acciones de la consciencia hacia
experiencias falsas, turbias o engañosas. En consecuencia, uno debe despojarse de estos
obstáculos que están en el camino; de otro modo, no puede tener seguridad ni moverse
libremente hacia la finalidad de la sâdhanâ.

- La opinión contraria de lo que tú hablas puede deberse a la idea de que el sexo es una parte
natural del conjunto físico-vital humano, una necesidad como comer o dormir, y que su total
inhibición puede conducir a un desequilibrio y a serios desórdenes. Es un hecho que el sexo,
reprimida su actividad exterior, pero consentido de otras maneras, puede llevar a desórdenes
en el organismo y a perturbaciones cerebrales. Esta es la base de la teoría médica que disuade
de la abstinencia sexual. Pero yo he observado que estos desórdenes ocurren solamente
cuando existe, o bien una satisfacción secreta de un género perverso que reemplaza a la
actividad sexual normal, o incluso si uno se deja llevar a esta actividad de una manera vital
sutil por la imaginación o mediante un intercambio vital invisible de carácter oculto; yo no
creo que se produzca ningún daño cuando hay un verdadero esfuerzo espiritual hacia su
dominio y abstinencia. Muchas autoridades médicas, ahora, en Europa, asumen que la
abstinencia sexual, si es auténtica, es beneficiosa; porque el elemento del retas, que sirve el
acto sexual, se transforma entonces en su otro elemento, odjas, que nutre las energías
(mentales, vitales y físicas) del organismo; y esto justifica la idea hindú de brahmacharya: la
transformación de retas en ojas y la ascensión de sus energías para transformarlas en una
fuerza espiritual.

- En cuanto al método de dominio, uno no puede conseguirlo mediante la simple abstinencia


física; es preciso un proceso combinado de desapego y rechazo. La consciencia se despega
del impulso sexual, lo siente como no suyo, como algo ajeno lanzado sobre ella por la fuerza
de la Naturaleza, y rehúsa consentir o identificarse con él; cada movimiento de rechazo lo
arroja más hacia afuera. La mente permanece impasible; al cabo de un tiempo, el ser vital,
soporte principal del impulso sexual, se retira de él del mismo modo; finalmente, la
consciencia física deja de apoyarle. Este proceso continúa hasta que incluso el subconsciente
no puede ya hacerle surgir en el sueño, y ningún otro movimiento viene de la fuerza de la
Naturaleza exterior para volver a encender este fuego inferior. Este es el proceso cuando la
tendencia sexual persiste con obstinación. Pero algunos pueden despojarse de él
definitivamente, mediante su rápido y radical alejamiento de la naturaleza. Esto, sin embargo,
es más raro.

- Hay que decir que la eliminación total del impulso sexual es uno de las cosas más difíciles
en la sâdhanâ, y hay estar preparado a que esto lleve tiempo. Pero su desaparición total ha
sido posible, y es bastante común una liberación práctica, cruzada solamente por
movimientos oníricos ocasionales desde el subconsciente.

SA24: 1510-1512

Yo no he dicho que el impulso sexual no haya sido dominado en otros yogas; he dicho que es
difícil liberarse de él enteramente, y que intentar de sublimarlo, como ocurre en la sâdhanâ
vishnuíta, tiene sus peligros. Esto es evidenciado por todo lo que uno sabe de lo que ha
ocurrido con frecuencia, e incluso generalmente, entre los vishnuítas. Transcendencia y
transformación son asuntos diferentes. En nuestro sâdhanâ se contemplan tres clases de
transformación (o tres etapas en la transformación): la transformación psíquica, la
transformación espiritual y la transformación supramental. Las dos primeras han sido
llevadas a cabo, a su manera, en otros yogas; la última es un intento nuevo. Las dos primeras
son suficientes para alcanzar la realización espiritual; pero la divinización de la vida humana
no es, a mi modo de ver, posible más que por una transformación supramental.

SA24: 1512

No se trata de un problema de miedo; es cuestión de elegir entre la Paz y el Ananda Divinos y


el placer degradado del sexo; entre el Divino y tu atracción por las mujeres. El alimento es
necesario para mantener vivo el cuerpo; pero la satisfacción sexual no lo es. Incluso el rasa
del alimento no puede ser armonizado con el estado espiritual más que si desaparecen toda
gula y todo deseo del paladar. El placer intelectual o estético pueden ser también un obstáculo
para la perfección espiritual si uno se apega a ellos, aunque estén mucho más cerca de la
espiritualidad que un apetito físico grosero y no transformado; de hecho, para llegar a formar
parte de la consciencia espiritual, el placer intelectual y estético deben también transformarse
y convertirse en algo más elevado. Pero uno no puede guardar todas las cosas que tienen un
rasa. Hay un rasa en el hecho de herir y de matar a otros: el placer sádico; existe un rasa en
el hecho ser torturado: el placer masoquista; la psicología moderna abunda en estos dos
placeres. El simple hecho de que las cosas tengan un rasa, no es una razón suficiente para
guardarlas como parte de la vida espiritual.

- He declarado muy brevemente en mi carta precedente mi posición con respecto al impulso


sexual y el yoga. Podría añadir aquí que mis conclusiones no están fundamentadas en
ninguna opinión mental, ni en ninguna idea moral preconcebida, sino en hechos que lo
prueban, y en la observación y la experiencia. Yo no niego que, en tanto que uno admite una
especie de separación entre la experiencia interior y la consciencia exterior, siendo esta
última dejada en sí misma como una actividad inferior controlada pero no transformada, es
completamente posible tener experiencias espirituales y hacer progresos, sin cesar
enteramente la actividad sexual. La mente se separa del vital exterior (los instrumentos de la
vida) y de la consciencia física, y vive su propia vida interior. Pero, en realidad, sólo unos
pocos pueden hacer esto de una manera íntegra; y en el momento en el que las experiencias
de uno se extienden a los planos vital y físico, ya no puede tratar el sexo de este modo. Puede
llegar a ser en todo momento una fuerza perturbadora, desordenada y deformante. He
observado que el sexo, con igual grado que el ego (el orgullo, la vanidad y la ambición), la
codicia y los deseos rajásicos, es una de las principales causas de los accidentes espirituales
que han tenido lugar en la sâdhanâ. Querer tratarlo mediante desapegos, sin una completa
extirpación, fracasa totalmente; intentar sublimarlo, como preconizan muchos místicos
modernos en Europa, es una experiencia completamente peligrosa y temeraria. Porque es la
mezcla de sexo y espiritualidad la que causa los más grandes estragos. Incluso el intento de
sublimarlo dirigiéndolo hacia el Divino, como en el madhura bhâva vishnuíta, conlleva
serios peligros como lo prueban tan frecuentemente los malos resultados de un falso retorno
o de un mal uso de este método.

- En todo caso, en nuestro yoga, que busca no solamente la experiencia esencial del Divino,
sino la transformación de todo el ser y de toda la naturaleza, he encontrado que tender a un
completo dominio de la fuerza sexual es una necesidad absoluta de la sâdhanâ; de otro modo,
la consciencia vital sigue siendo una mezcla turbia, cuya turbidez afecta a la pureza de la
mente espiritualizada y obstaculiza seriamente el empuje ascensional de las fuerzas del
cuerpo. Este yoga exige una ascensión plena de toda la consciencia inferior u ordinaria para
unirse a la consciencia espiritual por arriba, y un descenso completo de la consciencia
espiritual (finalmente, de la consciencia supramental) a la mente, a la vida y al cuerpo para
transformarlos.
La ascensión total es imposible mientras el deseo sexual bloquee el camino; el descenso es
peligroso con un deseo sexual poderoso en el vital. Porque en todo momento, un deseo sexual
no extirpado o latente puede ser la causa de una mezcla que repele el descenso verdadero, y
utiliza la energía adquirida para otros fines, o dirige todas las acciones de la consciencia hacia
experiencias falsas, turbias o engañosas. En consecuencia, uno debe despojarse de estos
obstáculos que están en el camino; de otro modo, no puede tener seguridad ni moverse
libremente hacia la finalidad de la sâdhanâ.

- La opinión contraria de lo que tú hablas puede deberse a la idea de que el sexo es una parte
natural del conjunto físico-vital humano, una necesidad como comer o dormir, y que su total
inhibición puede conducir a un desequilibrio y a serios desórdenes. Es un hecho que el sexo,
reprimida su actividad exterior, pero consentido de otras maneras, puede llevar a desórdenes
en el organismo y a perturbaciones cerebrales. Esta es la base de la teoría médica que disuade
de la abstinencia sexual. Pero yo he observado que estos desórdenes ocurren solamente
cuando existe, o bien una satisfacción secreta de un género perverso que reemplaza a la
actividad sexual normal, o incluso si uno se deja llevar a esta actividad de una manera vital
sutil por la imaginación o mediante un intercambio vital invisible de carácter oculto; yo no
creo que se produzca ningún daño cuando hay un verdadero esfuerzo espiritual hacia su
dominio y abstinencia. Muchas autoridades médicas, ahora, en Europa, asumen que la
abstinencia sexual, si es auténtica, es beneficiosa; porque el elemento del retas, que sirve el
acto sexual, se transforma entonces en su otro elemento, odjas, que nutre las energías
(mentales, vitales y físicas) del organismo; y esto justifica la idea hindú de brahmacharya: la
transformación de retas en ojas y la ascensión de sus energías para transformarlas en una
fuerza espiritual.

- En cuanto al método de dominio, uno no puede conseguirlo mediante la simple abstinencia


física; es preciso un proceso combinado de desapego y rechazo. La consciencia se despega
del impulso sexual, lo siente como no suyo, como algo ajeno lanzado sobre ella por la fuerza
de la Naturaleza, y rehúsa consentir o identificarse con él; cada movimiento de rechazo lo
arroja más hacia afuera. La mente permanece impasible; al cabo de un tiempo, el ser vital,
soporte principal del impulso sexual, se retira de él del mismo modo; finalmente, la
consciencia física deja de apoyarle. Este proceso continúa hasta que incluso el subconsciente
no puede ya hacerle surgir en el sueño, y ningún otro movimiento viene de la fuerza de la
Naturaleza exterior para volver a encender este fuego inferior. Este es el proceso cuando la
tendencia sexual persiste con obstinación. Pero algunos pueden despojarse de él
definitivamente, mediante su rápido y radical alejamiento de la naturaleza. Esto, sin embargo,
es más raro.

- Hay que decir que la eliminación total del impulso sexual es uno de las cosas más difíciles
en la sâdhanâ, y hay estar preparado a que esto lleve tiempo. Pero su desaparición total ha
sido posible, y es bastante común una liberación práctica, cruzada solamente por
movimientos oníricos ocasionales desde el subconsciente.
SA 1510-1512

- Transmutar las formas actuales de la naturaleza humana ordinaria es una cosa, y aceptarlas,
es otra. La razón esgrimida para entregarse al acto sexual no es en absoluto imperativa. Sólo
una minoría es llamada a llevar una vida estrictamente yóguica, y habrá siempre una gran
cantidad de gente para perpetuar la especie. Ciertamente, el yogui no desprecia, ni tiene
aversión a la naturaleza humana; la comprende, y considera el lugar asignado a cada una de
sus actividades con una mirada calmada y clara. Además, es preferible actuar con pleno
dominio de sí, sin deseo, bajo la dirección de una consciencia superior; uno puede algunas
veces ser llevado -siguiendo esta línea de conducta- al cumplimiento de la voluntad divina
por unas acciones que, de otro modo, no serían emprendidas por el yogui, tales como la
guerra y la destrucción que la acompañan. Pero una tal regla invocada demasiado a la ligera
podría convertirse fácilmente un pretexto para abandonarse a la naturaleza humana ordinaria.

_
SA 1513

La Madre te ha dicho ya lo que había acerca de esta idea. La idea de que el apetito sexual
cesará y desaparecerá para siempre satisfaciéndolo plenamente, es un embuste que el vital
propone a la mente para recibir la aprobación de sus deseos; no tiene ninguna otra razón de
ser, ninguna otra verdad, ninguna otra justificación. Si una satisfacción ocasional del deseo
sexual conserva sus brasas bajo la ceniza, una satisfacción plena te hundiría en su fango. Este
apetito, como todos los apetitos, no desaparece saciándose de vez en cuando. Reaparece tras
una temporada de adormecimiento con la intención de satisfacerse de nuevo. El tratamiento
correcto para ello no es ni en pequeñas ni en grandes dosis. Sólo puede desaparecer por un
rechazo psíquico radical, o por una apertura espiritual plena acompañada del descenso
progresivo de una consciencia que no lo desea y que tiene el verdadero Ananda.

Sa1513

No se trata de un problema de miedo; es cuestión de elegir entre la Paz y el Ananda Divinos y


el placer degradado del sexo; entre el Divino y tu atracción por las mujeres. El alimento es
necesario para mantener vivo el cuerpo; pero la satisfacción sexual no lo es. Incluso el rasa
del alimento no puede ser armonizado con el estado espiritual más que si desaparecen toda
gula y todo deseo del paladar. El placer intelectual o estético pueden ser también un obstáculo
para la perfección espiritual si uno se apega a ellos, aunque estén mucho más cerca de la
espiritualidad que un apetito físico grosero y no transformado; de hecho, para llegar a formar
parte de la consciencia espiritual, el placer intelectual y estético deben también transformarse
y convertirse en algo más elevado. Pero uno no puede guardar todas las cosas que tienen un
rasa. Hay un rasa en el hecho de herir y de matar a otros: el placer sádico; existe un rasa en
el hecho ser torturado: el placer masoquista; la psicología moderna abunda en estos dos
placeres. El simple hecho de que las cosas tengan un rasa, no es una razón suficiente para
guardarlas como parte de la vida espiritual.

Sa1514

No existe “éxtasis” en el acto sexual; necesariamente es, y no puede ser más que una
excitación y placer pasajeros, que finalmente se consume con el deterioro del cuerpo.

_
(
- Sí, en el mundo moderno, la atmósfera sexual ha invadido todo, especialmente cuando
el hombre ya no cree en las antiguas restricciones morales y nada las han sustituido.
-
Sa1514

La idea de los nuevos místicos europeos como D. H. Lawrence, Middleton Murry, etc., es
que la actividad sexual es la vía designada para encontrar el “Yo superior” o el “Yo
inferior”, ¡ porque es de eso, parece ser, de lo que se trata en realidad !. X, evidentemente,
no se deja seducir. Pero si es el “Yo superior” personal todo lo que se desea, y no al
Divino, entonces son permisibles el sexo y otras muchas cosas. Es suficiente con observar
que uno no es el cuerpo, ni la vida, ni la mente, sino el “Yo”, y después hacer todo lo que
el “Yo” te diga que hagas.

SA 1515

Yo hablaba del “Yo superior” personal -que significa la realización de algo en nosotros (el
Purusha) que no es la Prakriti, ni los movimientos de la mente, del vital o del físico, sino algo
que es el Pensador, etc.. Este Purusha puede dar su consentimiento a cualquier movimiento
de la naturaleza, o rehusarlo; o puede ordenar a la Prakriti qué debe hacer o qué no debe
hacer. Puede permitirle la actividad sexual o retirarle el permiso. Por lo general es el Purusha
mental (Manomaya Purusha) quien hace que uno lo ejecute así; pero también existe un
Pranayama Purusha o Purusha vital. El término “Yo superior” significa para ellos
probablemente este Purusha; ellos la toman como una especie de Atman personal.

SA1515

En ese caso, la unidad con todos significaría satisfacer el instinto sexual con todos; lo cual
sería más bien un siddhânta muy sorprendente, aunque existe algo así en la práctica del
Tantra “de la mano izquierda”. Pero los tántricos de la mano izquierda son más lógicos que
tú: ¿por qué la unidad, si ella debe justificar la expresión por el sexo, tendría en cuenta
solamente las formas más benignas y no las más groseras de la expresión amorosa ? ¿ Pero el
sexo está basado realmente en el amor, o es el amor sexual el que está basado en el instinto
sexual ?; y ¿es el instinto sexual una expresión del sentimiento espiritual del Uno en todos ? ¿
No está basado realmente en la dualidad, salvo cuando busca simplemente la satisfacción y el
placer donde no
existe un problema de amor en absoluto ?¿ Somos atraídos por una mujer por el sentimiento
de que ella es nosotros mismos; o por el hecho de que es otra persona que atrae a uno por
algún encanto o belleza con la cual desea deleitarse, o poseerla; o por el simple hecho de que
ella es diferente con respecto a uno mismo -es una mujer y no un varón- de manera que el
instinto sexual puede encontrar allí una ocasión ideal para darse curso libremente?

SA1515

La energía sexual utilizada por la Naturaleza para fines de reproducción es, en su verdadera
esencia, una energía fundamental de Vida. Puede ser utilizada no para dar más vuelo a la vida
vital y emotiva, sino para intensificarla en gran medida; puede ser dominada y apartada de su
objetivo sexual para ser empleada en la creación y en la producción estéticas, artísticas u
otras, o preservada para exaltar las energías, intelectuales u otras. Dominada enteramente
puede convertirse también en una fuerza de energía espiritual. Este fenómeno era muy
conocido en la antigua India y fue descrito como la conversión de retas en ojas por
Brahmacharya. El abuso de la energía sexual lleva al desorden y a la desintegración de la
energía de vida y de sus poderes

SA 1516

- Evidentemente, el impulso sexual es completamente natural y se encuentra en todos los


seres humanos. La Naturaleza lo ha introducido en su funcionamiento para los fines de la
procreación, de manera que la humanidad se perpetúe. En los animales es utilizado para este
propósito, pero el hombre se ha alejado de la Naturaleza y lo utiliza sobre todo para el placer;
así pues, se ha apoderado de ellos y los acosa en todo momento.

- Naturalmente, debes vencer el impulso sexual, pero no puedes hacerlo enteramente de


una vez; necesitas una perseverancia paciente y una firme resolución para no
abandonarte a él, ni física ni mentalmente. Incluso cuando esto se lleva a cabo y no
hay ni pensamiento ni deseo, la eyaculación puede continuar produciéndose mientras
duermes, pero si la mente se mantiene desapegada, eso desaparecerá con el tiempo.

SA 1516
Las sensaciones sexuales no “llegan a ser” un principio de la consciencia física; existen ya en
la naturaleza física; en cualquier parte que exista vida consciente, la fuerza sexual está allí.
Ella es el agente de reproducción de la Naturaleza física, y existe para ese propósito.

SA 1516

El movimiento sexual, físicamente, es una forma de la energía física fundamental de la que se


sirve la Naturaleza, para los fines de la procreación. El estremecimiento del que hablan los
poetas, que va acompañado de una excitación muy grosera, es la seducción por la cual ella
hace que el vital acepte este proceso, por otro lado displacentero; son numerosos quienes,
después del acto, retroceden de disgusto, y experimentan por ello una repulsión por su pareja
a causa de ese disgusto, aunque vuelvan a ello, cuando el malestar ha desaparecido, por la
oferta de esta seducción.
- La energía sexual en sí misma es un gran poder que, en su base física, tiene dos
componentes: uno dirigido a la procreación y al proceso exigido para ello; el otro para
alimentar las energías generales del cuerpo, de la mente y del vital, y también de las
energías espirituales del cuerpo. Los antiguos yoguis denominaban a estos dos
componentes retas y ojas. Los científicos europeos desdeñaban esta idea, pero ahora
comienzan a constatar su veracidad por sí mismos. En cuanto al estremecimiento, del
que los poetas hacen tanto caso, es simplemente una deformación y una degradación
muy grosera del Ananda físico, que puede establecerse en el cuerpo por el yoga; pero
esto es imposible mientras exista la desviación sexual.

SA 1517

En la mayor parte de los hombres el impulso sexual es el más fuerte de todos los
impulsos de la Naturaleza.

- El impulso sexual encuentra en él mismo su propia razón de ser; actúa por su propia
satisfac-ción y no busca ninguna razón, porque es instintivo e irracional

_
(
[¿ Por qué no desaparece la ilusión por el sexo ?] Tiene demasiadas raíces en el vital
humano. El sexo tiene una tenacidad terrible. Además, la naturaleza física universal
tiene tal necesidad de ella que incluso cuando el ser humano la rechaza, ella se la envía
de nuevo mientras sea posible.

_
- Todos los movimientos son, en su conjunto, movimientos de las fuerzas cósmicas de
la Naturaleza; son movimientos de la Naturaleza universal. El individuo recibe algo de
ellos, una ola o una presión de alguna fuerza cósmica que la impulsa; él cree que viene
de él, generada por él dentro de él mismo de forma separada; pero no es así; eso forma
parte de un movimiento general que actúa exactamente del mismo modo en todos los
demás. El sexo, por ejemplo, es un movimiento de la Naturaleza general que busca
satisfacerse y utiliza indiferentemente a éste o a ese otro; un hombre vitalmente o
físicamente “enamorado”, como suele decirse, de una mujer, no hace más que repetir el
movimiento universal del sexo y satisfacerlo; si no hubiera sido esta mujer, hubiera sido
otra; él no es más que un simple instrumento del mecanismo de la Naturaleza; su
movimiento no es independiente. Así es con la cólera y otros impulsos de la Naturaleza.

_
- Naturalmente, el movimiento sexual es en sí mismo una fuerza impersonal y no
dependiente de ningún objeto en particular. No se fija en uno o en otro más que para
manifestarse y darse una ocasión de satisfacerse. Cuando no puede expresarse en el
intercambio vital, tiende a perder su carácter vital y a atacar a través de sus
movimientos más elementales y más físicos. Solamente es vencido cuando es arrojado
del físico vital y del físico más material.

10
- El sexo existe para su propia satisfacción, y esta o esa persona son solamente para él
una excusa, o una ocasión para actuar, o un medio para despertar su actividad. Es desde
dentro, por la paz y la pureza de lo alto descendiendo a esta parte del ser y
asumiéndola, como él debe desaparecer.

_
- [El deseo de atraer a otros mediante el encanto físico] es la vanidad habitual del vital
inferior; está muy extendido. Cualquier hombre puede ser atractivo para cualquier
mujer, y viceversa, cuando las fuerzas del sexo están activas; pero esta atracción no es
suya, es la pulsión de la fuerza sexual.

_
(
- La atracción sexual pertenece a una fuerza general que utiliza al individuo para sus
propios fines y se aprovecha de la proximidad de una persona a otra [...]. Es en uno
mismo donde uno encuentra la seguridad, desapegándose inmediatamente
(permaneciendo detrás, no aceptando esta atracción como algo personal) y
rechazándola.

- Evidentemente, es la fuerza sexual universal la que actúa, pero algunos están más
saturados de ella que otros, tienen el ‘sex-appeal’, como suele decirse ahora en Europa.
Este ‘sex-appeal’ es poseído sobre todo por las mujeres, incluso sin intención consciente
alguna de ejercerlo sobre una persona particular. Conscientemente pueden orientarlo
hacia una persona particular, pero puede ejercerse sobre muchos otros a quienes ellas no
desean seducir, de forma particular . No todas las mujeres tienen ‘sex-appeal’, pero en
la mayor parte de ellas está presente alguna fuerza del impulso sexual.

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