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El enfoque humanista de la educación

"Qué enseñar y cómo enseñar no tiene mayor significado


si ignoramos la estructura social en la que esa enseñanza se da.
Hemos de principiar por clarificar hasta donde lo que enseñamos
sirve para afianzar el sistema o ayuda a remover los obstáculos
que se oponen al logro de estructuras más justas".

Francisco Gutiérrez
Introducción

Para entender el quehacer docente y las múltiples dimensiones que atraviesan su accionar
es necesario analizar los planteamientos teóricos que subyacen en los diferentes enfoques
en educación y sus implicaciones en las propuestas curriculares. Los lineamientos que del
curriculum se desprenden para configurar los contenidos del plan de estudios, las
actividades de aprendizaje, los criterios de evaluación, la normatividad escolar y el
conjunto de relaciones que se establecen en el quehacer cotidiano, se vinculan directamente
con las actividades que realizan los profesores en su labor profesional, de ahí la importancia
de reflexionar y problematizar acerca del papel que juega la educación en la institución
escolar y las funciones que desde el mismo asume el docente..

En este escrito intentamos revisar algunos de los planteamientos en torno a una de las
perspectivas educativas que por su importancia y presencia en muchas instituciones del
país, consideramos necesario iniciar su análisis: el enfoque humanista de la educación

Algunos antecedentes históricos

El humanismo es un aspecto de un movimiento literario y artístico que se produjo en


Europa en los siglos XV y XVI: El renacimiento. Esta palabra tiene un origen religioso; "El
renacer es el segundo nacimiento del hombre nuevo y espiritual de que hablan el evangelio
de San Juan y las Epístolas de San Pablo"1 y en un sentido terrenal y mundano: es una
renovación del hombre en sus capacidades y sus poderes, en su religión, arte, filosofía y de
vida asociada. La vía del renacer es el retorno del hombre a sus orígenes históricos.

El término humanismo trae su origen de la importancia suma que en la formación espiritual


del hombre culto se atribuía a las letras humanas, o estudio de humanidades, durante la
edad media. El humanismo surge como un proceso de lucha por un ideal de formación
humana plena, contra las estructuras inmovilistas y las concepciones antihistóricas de la
cultura medieval. Aparecen como instrumento de liberación la filosofía, la poesía, las artes
y la ciencia.

Los humanistas, "combatían los manuales escolásticos..., las farragosas colecciones


medievales de etimologías caprichosas y de noticias seudocientíficas..., combatían así
mismo las antologías de 'excerpta' de autores clásicos y cristianos, contra la 'summae' y los
acopios de 'quaestiones', para no mencionar los interminables comentarios y los
comentarios de los comentarios de sentencias aisladas o de textos de filosofía antigua, ..." 2.

1
Por eso pregonaban la necesidad de "volver a las fuentes originales de la cultura y mediante
el contacto directo y vitalizador con éstas cobrar el vigor necesario para una obra cultural
que fuese creadora y no pura repetición"3. Por ello la actitud humanista se caracteriza por
estudiar directamente y con cuidado los textos originales, además, una nueva conciencia
histórica, ante la cual el hombre no es ya expresión estática de una especie e inmutable,
sino progresiva construcción histórica que se cumple mediante el progreso y la educación.

La educación humanista

Una de las características fundamentales de la educación humanista es su integridad, es


decir, la tendencia a cultivar en todos sus aspectos la personalidad humana. Las materias de
estudio, las artes liberales, no se estudiaban por ellas mismas, sino porque se les
consideraba como las más aptas para desarrollar armoniosamente las facultades del
individuo, y, por lo general se integraban con actividades deportivas y artísticas como la
equitación, la natación y la danza.

Otro de los caracteres que se reconoce a la educación humanista es el de ser aristocrática.


Esto era una inevitable condición de hecho en que los humanistas debían trabajar. No se
olvide que también la educación clásica era aristocrática y que la exigencia de cultura a que
los humanistas respondían se originaba sobre todo en los nuevos elites políticos y
económicos.

Sin embargo, aun cuando el mensaje cristiano no había sido en vano y la tendencia
humanística a remontarse hacia las fuentes evangélicas originales actuó como profunda
levadura para hacer más rico y verdadero el sentimiento humano, el hecho es que los
humanistas no se ocuparon para nada de la educación popular, y que descuidaron también
la educación artística en todos los aspectos en que esta tenía puntos de contacto con la
actividad artesanal: pintores, escultores y arquitectos se formaban en los talleres mediante
el aprendizaje directo, y aunque en ellos repercutió profundamente la nueva corriente
humanista, sólo en raros casos disfrutaron de una educación humanística propiamente
dicha. El humanismo, en cuanto movimiento sociocultural, no superó el prejuicio contra las
actividades manuales ejercidas para ganarse la vida.

El enfoque humanista de la educación

Este enfoque supone a la educación como principio y fin de todo lo humano. El fin de la
educación es el de hacer a la persona consciente de sí misma; la cuestión no es aprender
muchas cosas sino de conocerse así mismo. Gusdorf4 nos dice que la educación tiene por
misión esencial la formación de la personalidad y que dado que ésta formación atañe a las
posiciones fundamentales del hombre frente al mundo y frente así mismo, no es cuestión de
conocimientos intelectuales, de memoria, sino de opciones morales y de elección de
valores. Y, continúa, si el fin de la educación es el de promover el advenimiento de la
humanidad en el hombre, la educación debería organizarse en función de esta experiencia
espiritual fundamental.

2
La filosofía juega un papel muy importante en esta corriente, "el fenómeno educativo está
fuertemente atado a la cuestión sobre qué es el hombre" 5, Kant6 decía, el hombre sólo llega
a ser hombre mediante la educación mediante la educación. En palabras de Octavio Fullat 7,
ser hombre es tener que educarse, el hombre es forzosamente educando; no es cuestión de
si quiere, uno, educarse o quedar deseducado; es que o nos educamos y alcanzamos la
constitución humana, o nos paramos antes y persistimos en una elemental animalidad. La
naturaleza del hombre exige el proceso educativo.

El enfoque humanista justifica y orienta su actividad educadora a través de una teoría


educativa: cuerpo de doctrina científico (biología, psicología, sociología,...) y de una
filosofía de la educación: conjunto de reflexiones no científicas que consideran qué es
educar y con qué se lleva a cabo la educación, sin embargo, es ésta última la "que
fundamenta toda la praxis educacional y aun el mismo uso del cuerpo de doctrina
científico"8. Así se expresa su concepción de las relaciones entre filosofía, teoría y praxis.

En esta filosofía subyace una interpretación antropológica del proceso educativo “que se
produce en el hombre, a favor del hombre y en virtud de una relación entre personas. El
proceso educativo es específicamente humano”9. La antropología filosófica de la
educación, dice Paciano Fermoso10, es tal, porque uno de sus intentos es diseñar un modelo
o paradigma de hombre –el hombre ideal, el tipo humano del “deber ser”-, que se trueca en
meta y aspiración de la educación. El educador transforma al individuo y a la sociedad,
porque su acción es generativa: la educación es una antropogénesis –alumbramiento de un
hombre, que sólo nació radicalmente capacitado para llegar a serlo, pero que lo consigue
lentamente a lo largo de su desarrollo -; o sea, que educar es engendrar psíquica y
espiritualmente un hombre.

En esta corriente educativa, el buen profesor pertenece a un orden superior; le gusta su


profesión en la que encuentra no sólo la forma de ganarse la vida, sino una razón de ser,
hace de su labor educativa un proyecto de vida. Su sola presencia introduce un sentido de
seguridad en el dominio humano. El auténtico alumno es aquel que reconoce y acepta esta
dirección de atención y de intención. Espera del maestro el alimento intelectual.

Desde esta perspectiva humanista, apoyándonos en Edgar Jiménez11, el fenómeno educativo


aparece desprovisto de relaciones con la realidad. Los problemas de la educación, conforme
a lo planteado, se originan y desarrollan al interior del espacio educativo. Por otro lado, se
le asigna a la educación una exagerada valoración caracterizada por un marcado
“misticismo educativo” la “educación como algo metafísico” –El maestro es un apóstol, un
Cristo moderno, un Segundo padre, etc.-.

Por otro lado, continúa el autor, se le asigna a la educación una exagerada valoración: no es
raro que Fernando de Azevedo12 (fue el primero que trató de sistematizar los presupuestos
teóricos de Durkeim en América Latina) presente a la educación como parte integrante de
una concepción del mundo y, por tanto, de una filosofía de la vida. No es raro tampoco que
pretendan europeizar a la población latinoamericana por medio de la educación,
asignándole un papel clave en su relación con la sociedad global y su desarrollo. Como es
posible observar, el enfoque humanista no contempla a la educación como proceso social.

3
Algunas consideraciones finales

La revisión de estos planteamientos sirva de ejemplo para mostrar que la educación


humanista es un una perspectiva teórica en educación y, por tanto, una forma de abordar la
problemática educativa. Sin embargo, para lograr un conocimiento más cercano a la
realidad educativa no basta situarse desde un solo punto de vista. Existen otros enfoques
que tienen la suficiente riqueza teórica para la explicación de la sociedad así como para
contribuir a una comprensión y explicación más completa del proceso educativo.

Ante las dudas sobre los beneficios que ofrece el modelo económico adoptado para la
sociedad mexicana, al cual está vinculado la educación, los profesores debemos
preguntarnos a favor de qué y a favor de quién estamos al servicio. De aquí la necesidad de
contar con elementos teóricos y metodológicos que nos permitan interpretar un programa
escolar a partir de una teoría y de una concepción de sociedad, educación, escuela y
curriculum.

Referencias Bibliográficas

4
1
Abbagnano, N. Y Visalberghi. Historia de la pedagogía. México, F.C.E., 1984, p 202.
2
Ibid, p. 201.
3
Ibid, p. 202
4
Gusdorf, G. Para qué los profesores. Madrid, EDICUSA, 1969, pp 77-78.
5
Fullat, Octavio. Filosofías de la educación. Barcelona, CEAC, 1979, p. 68.
6
Kant, E. Citado por Fullat. Idem
7
Ibid, pp. 73-74.
8
Ibid, p. 70.
9
Fermoso, Paciano. Teoría de la educación: Una interpretación antropológica. Barcelona, CEAC, 1985, p. 32.
10
Ibid, p. 33.
11
Jiménez, Edgar. "Perspectivas latinoamericanas de la sociología de la educación"; en Guillermo González y Carlos Torres
(Coord.). Sociología de la educación. Corrientes contemporáneas. México, Centro de Estudios Educativos A.C., 1981, pp.
33-34.
12
Ibid, cfr. Pie de página

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