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"Los hombres son de Marte, las mujeres de

Venus" (resumen)
John Gray
1) Suponemos equivocadamente, que si nuestras parejas nos quieren
van a reaccionar y a comportarse de determinada manera, tal como
nosotros reaccionamos y nos comportamos cuando queremos a
alguien.
Cuando los hombres y las mujeres aprenden a respetarse y aceptar
sus diferencias, el amor tiene la posibilidad de seguir adelante.

2) Los hombres, equivocadamente, ofrecen soluciones y descalifican


sentimientos mientras que las mujeres ofrecen consejos e
instrucciones no solicitados.

La queja que con mayor frecuencia manifiestan los hombres acerca


de las mujeres es la de que ellas siempre están intentando
cambiarlos. Cuando una mujer quiere a un hombre, se siente
responsable de contribuir a su crecimiento e intenta ayudarle a
mejorar su modo de hacer las cosas. Ella cree que le está ayudando,
y él que le está controlando. Lo que él desea de la mujer es
aceptación.
Los hombres dan valor al poder, a la competitividad, a la eficiencia y
al logro. Siempre están haciendo cosas para mostrar su valía, para
desarrollar su poder y sus capacidades. Para sentirse bien consigo
mismo debe alcanzar sus objetivos por sí solo. Ofrecer a un hombre
un consejo que él no ha pedido equivale a suponer que no sabe lo
que debe hacer o que no es capaz de hacerlo solo.
El hombre raramente habla de sus problemas, a menos que necesite
asesoramiento de un experto.

La queja que con mayor frecuencia manifiestan las mujeres acerca de


los hombres es la de que estos no escuchan. Cuando una mujer,
inocentemente, hace a un hombre partícipe de sus sentimientos
heridos o pasa revista en voz alta a los problemas que ha tenido
durante el día, el hombre supone, equivocadamente, que busca
asesoramiento experimentado. Ella desea solidaridad y
comprensión, y él cree que desea soluciones. Un modo de honrar a
una mujer es escucharla pacientemente, solidarizándose con ella y
procurando comprender de verdad que es lo que siente la
interlocutora.
Las mujeres no tienen los mismos valores que los hombres. Ellas dan
importancia a la comunicación, al amor, a la belleza y a las
relaciones. Son sus sentimientos y la calidad de sus relaciones
los que definen su sentido del yo. Hallan su realización en el
comunicarse y relacionarse, en expresar su bondad, su amor y
su afecto. Manifestar sus sentimientos personales es mucho más
importante para las mujeres que alcanzar metas o éxitos. Al hombre
no le resulta fácil entender eso.
Las mujeres se interesan muchísimo por la mejora personal, la
espiritualidad y todo cuanto constituya un modo de cultivar la vida, la
curación y el crecimiento. Son muy intuitivas. Para ellas, ofrecer
ayuda no es una ofensa, ni necesitar ayuda una señal de debilidad. El
q ue alguien le ofrezca ayuda es una gallardía más. Hace que se
sienta amada y halagada.

3) Mientras los hombres tienden a apartarse a su cueva privada y a


reflexionar en silencio acerca de lo que les preocupa para buscar una
solución, las mujeres sienten la necesidad instintiva de hablar
acerca de sus problemas.

Un hombre se siente bien cuando es capaz de solucionar sus


problemas por sí solo en su cueva. Si no consigue hallar una solución,
hará algo por olvidar sus problemas. Ella cree que al retirarse a su
cueva no le hace caso, se lo toma como algo personal, se da cuenta
de que él está preocupado, pero comete el error de pensar que ella
no le importa porque no le dice nada. La mujer debe entender que
ese retiro no es señal de que él ya no la quiera.

Cuando una mujer está preocupada o angustiada por las tensiones


del día, busca hallar alivio de alguien en quien pueda confiar y le
comenta detalladamente sus problemas. Se siente enseguida mejor
después de manifestar los sentimientos que la abruman. No tiene un
interés inmediato en hallar soluciones a sus problemas, sino que
busca el alivio en el hecho de manifestarse y verse
comprendida, con eso disipa su ansiedad. Las mujeres
consideran que compartir los problemas con otra persona es una
señal de afecto y confianza y no una carga. Para las mujeres no es
una vergüenza tener problemas. Su ego no gira en torno al aparentar
competencia sino al goce de unas relaciones afectuosas. Manifiestan
abiertamente sus sentimientos cuando se sienten abrumadas,
confusas o agotadas. Una mujer se siente bien consigo misma
cuando tiene amigos que le muestran afecto y con quienes puede
compartir sus sentimientos y problemas.
Es un error esperar de una mujer que sus sentimientos sean
siempre racionales y lógicos.
El hombre supone que la mujer comenta con él sus problemas porque
lo considera a él responsable. Cuantos más son los problemas, más
culpabilizado se siente él. No se da cuenta de que ella habla tan solo
para sentirse mejor. El hombre no sabe que ella se sentirá agradecida
sólo con que él escuche. En cuanto el hombre se siente atacado se
presta a defenderse. Y cuanto más se defiende mayor es el enfado de
ella. El hombre no entiende que cuando una mujer necesita
hablar de sus problemas no se debe a que él esté fracasando,
sino que simplemente necesita ser escuchada.

4) Los hombres están motivados cuando se sienten


necesarios, y las mujeres cuando se sienten halagadas,
cuando se sienten queridas.

Cuando en una relación afectiva el hombre no se siente necesario,


poco a poco se vuelve pasivo y carente de energía, cada día tiene
menos que aportar a la relación.
Cuando el hombre está enamorado se siente motivado a dar lo mejor
de sí mismo, es capaz de producir grandes cambios. Puede soportar
con facilidad cualquier dificultad con tal de hacer feliz a la mujer que
ama, porque la felicidad de ella lo hace feliz a él. Sólo cuando siente
que va a fracasar regresa a sus viejas costumbres egoístas. Cuando
sus relaciones fracasan, el hombre es presa del abatimiento, se aleja
de las relaciones afectivas y de la intimidad, y se mete en su cueva. A
lo que más teme el hombre es a no servir o a ser incompetente. Se
muestra terriblemente desatento cuando tiene miedo. Para
sentirse de nuevo motivado, necesita sentir que se le valora,
que se confía en él, se le acepta. No sentirse necesario es para el
hombre una muerte lenta.
Para un hombre, el primer paso para aprender a dar más consiste en
darse cuenta de que no está mal cometer errores, que está bien
tener fallos y que no es preciso tener respuesta para todo.

Cuando una mujer está preocupada, abrumada, confusa, agotada o


desesperada, lo que más necesita es compañía. Necesita sentir
que no está sola, sentirse amada y atendida. La solidaridad, la
comprensión, la valoración y la compasión la ayudan en gran manera
a ser más receptiva y a valorar mejor el apoyo que él les brinda.
Cuando ella está disgustada, el hombre, por respeto, la dejará sola y
si se queda a su lado, empeorará las cosas intentando solucionar sus
problemas. Al hombre le resulta difícil escuchar a una mujer cuando
ella se muestra decepcionada o infeliz porque se siente fracasado. El
instinto del hombre no le habla de lo importante que son para ella
la proximidad, la intimidad y la comunicación.
A las mujeres las confunde necesitar a los demás pero el sentirse
decepcionadas o abandonadas, aun en cosas insignificantes,
les duele de manera especial, afirma su creencia incorrecta de
que no es digna de recibir amor.

5) Los hombres y las mujeres hablan, y hasta dejan de hablar, por


razones distintas.
Una traducción “literal” de las palabras de la mujer puede fácilmente
confundir a un hombre acostumbrado a utilizar el habla como medio
de transmitir sólo hechos e información. Cuando una mujer está
disgustada, no sólo utiliza generalizaciones sino que pide una forma
determinada de apoyo. No se debe juzgar a una mujer cuando lo
que necesita es que le den seguridades. Hay días en que el
hombre está demasiado susceptible para traducir el significado que
hay detrás de las palabras de la mujer. En tal caso es mejor decir:
“No tengo un buen momento, hablaremos luego”.

El mayor desafío para las mujeres es interpretar correctamente y


apoyar al hombre cuando éste no habla. Para las mujeres, es fácil
interpretar mal el silencio. Con gran frecuencia, el hombre deja de
repente de comunicarse y enmudece. Antes de hablar o contestar,
rumían primero en silencio o piensan en lo que han oído o
experimentado. Y, para que las mujeres se confundan aún más, si no
tiene la suficiente información para procesar una respuesta es posible
que el hombre ni siquiera responda. Las mujeres deben entender que
cuando el hombre calla, lo que está diciendo es: “Todavía no sé qué
decir, pero estoy meditando”. Y en cambio lo que oyen es: “No te
contesto, porque no me importas y no voy a hacerte caso”. Es fácil
que una mujer imagine lo peor cuando el hombre se queda
callado (me odia, no me quiere, me va a dejar para siempre). La
mujer comete el error de creer que si puede hacerle un montón de
preguntas acerca de cómo se siente y prestarle atención, él se sentirá
mejor. Esto no hace más que aumentar el malestar de los hombres.
Si cuando el hombre está meditando en su cueva, la mujer
interrumpe su proceso interior él pierde el control y empieza a decir
cosas que más tarde va a lamentar. Es importante que la mujer
recuerde que no debe intentar hacer hablar al hombre cuando éste no
está todavía preparado.

Se pueden efectuar pequeños cambios sin sacrificar el yo. El hombre


podría pronunciar alguna expresión tranquilizadora antes de retirarse
a su cueva.

6) Los hombres son como gomas elásticas, necesitan alejarse


periódicamente a su cueva para luego poder acercarse. Es una
necesidad de independencia o autonomía, un tiempo en el que pueda
estar consigo mismo, sin ser responsable de nadie más.
Es esencial que las mujeres comprendan que, si insisten en una
intimidad constante o van detrás de su pareja cuando éste se aleja,
él nunca tendrá la oportunidad de sentir su propio y apasionado
anhelo de amor. Si el hombre intima demasiado y no se aleja se
producen unos síntomas comunes que son aumento del mal humor,
la irritabilidad, la pasividad y una actitud defensiva.
Cuando el hombre se aleja no es el momento de hablar o de
intentar acercarse, el hombre tolera mal que ella le exija que él
hable. Pasado un tiempo, volverá. Reaparecerá, afectuoso y solidario,
y se comportará como si no hubiese pasado nada. Entonces es el
momento de hablar.
Cuando el hombre vuelve, reanuda la relación en el mismo grado de
intimidad en que ésta estaba cuando se alejó. No necesita en
absoluto un tiempo para volver a intimar, pero ha de entender que
la mujer sí necesita un periodo de readaptación, tiempo y
conversación para volver a conectar.

La mujer se aleja por motivos diferentes, ella retrocede cuando no


confía en que él vaya a comprender lo que siente, cuando se
siente herida y teme que le vuelvan a hacer daño o cuando él
ha hecho algo que la ha decepcionado.
Cuando la mujer desea hablar o siente la necesidad de cercanía, es
ella quien debe hablar y no esperar a que el hombre inicie la
conversación. A medida que la mujer se sincere, si él no se siente
acusado o presionado, empezará poco a poco a sincerarse también.

7) Las actitudes de la mujer suben y bajan rítmicamente, en un


movimiento de ola. Cuando se siente amada su autoestima sube y
baja en un movimiento ondulante. Cuando la ola sube, la mujer
siente que tiene mucho amor que dar, pero en cuanto la ola
desciende siente su vacío interior y necesita que se la llene de
amor. Si ha reprimido sentimientos negativos o ha renunciado a sí
misma para dar más amor cuando la ola subía, luego al bajar ésta, la
mujer empieza a experimentar esos sentimientos negativos y
necesidades insatisfechas. Durante el tiempo de caída necesita de
manera especial hablar de sus problemas, que se la oiga y se la
comprenda. Cuando la ola toca fondo es más vulnerable y necesita
más amor.
Cuando la mujer no se siente bien consigo misma es incapaz de
aceptar y apreciar tanto a su pareja. En sus momentos bajos, tiende
a sentirse abrumada o a reaccionar en un sentido emocional. Decirle
a una mujer que no debe sentirse herida es lo peor que puede hacer
un hombre, lo que necesita la mujer es que él comprenda porqué le
duele. El hombre ha de entender que cuando ella desciende a
su pozo es el momento en que más lo necesita, y que ello no
es un problema que haya que solucionar o arreglar, sino sólo
la ocasión para apoyarla con un amor incondicional.
Cuando la mujer sale del pozo vuelve a ser la misma persona
cariñosa de siempre. El hombre piensa normalmente que lo que
preocupaba a la mujer está ahora totalmente curado y resuelto. No
es así, es una ilusión. Cuando la ola vuelva a descender, surgirán
asuntos similares y él se impacientará porque creía que
estaban ya solucionados. El hombre tenderá a reaccionar de
manera inadecuada diciendo frases tales como “¿Hasta cuándo hay
que seguir con esta historia?”, “Creía que eso ya se había acabado”,
“No quiero volver a hablar de este asunto”, “¡Ya está bien!. Otra vez
la misma discusión”. Cuando la mujer se mete en el pozo, sus
cuestiones más profundas tienden a salir a la superficie. Estas
cuestiones pueden tener que ver con la relación, pero por lo general
hay una gran carga que procede de sus relaciones pasadas. Todo
aquello del pasado que no haya quedado curado o resuelto
surgirá inevitablemente. A medida que se sienta cada vez más
apoyada en estos momentos difíciles, la mujer va confiando en
la relación y es capaz de entrar y salir de su pozo sin que haya
un conflicto en la relación ni dolor en su vida.
Cuando la mujer no se siente segura para entrar en el pozo sin
peligro, no le queda otra alternativa que evitar la intimidad y el sexo
o reprimir y abotargar sus sentimientos. Cuando se reprimen
sentimientos negativos se reprimen también sentimientos
positivos, y el amor muere. A través de la represión controlada de
sus sentimientos, su naturaleza de ola se ve obstruida y, con el
tiempo, se va volviendo insensible y carente de pasión.
Cuando el hombre se aleja, es el momento más adecuado para la
mujer para conseguir más apoyo de los amigos. Cuando la ola de la
mujer se desploma y su pareja se mete en la cueva, es esencial que
ella tenga otras fuentes de apoyo. De lo contrario no podrá evitar
sentirse impotente y resentida con su compañero.

8) Los hombres y las mujeres dan el tipo de amor que ellos o


ellas necesitan y no el que necesita el sexo opuesto. La mujer
cree que está dando amor cuando hace un montón de preguntas
atentas o muestra preocupación y sin embargo esto puede fastidiar
mucho al hombre. También los hombres creen que están dando amor
haciendo comentarios que quitan importancia a los problemas de ella
y sin embargo eso le hace sentirse a ella minimizada, desatendida y
desdeñada.

Los hombres necesitan básicamente un amor confiado, ser aceptados


y valorados. Confiar en un hombre es creer que él hace todo
cuanto puede y desea lo mejor para la mujer. El hombre se
siente admirado cuando ella se asombra feliz de sus características o
dotes únicas. Una actitud alentadora por parte de la mujer da
esperanza y valor al hombre, al expresar confianza en sus
capacidades y en su forma de ser. Cuando no siente que se confía en
él, pierde parte de su vitalidad y energía y, pasado un tiempo, puede
dejar de ocuparse de la mujer. Sin embargo, si bien el hombre puede
agradecer a veces la atención y la ayuda, un exceso de ellas merma
su confianza y le resta fuerzas. El secreto para dotar de fuerza a
un hombre está en no intentar en ningún momento cambiarlo
o mejorarlo. El hombre se resiste al cambio porque cree que ella no
le ama lo suficiente. Si la mujer hace sacrificios esperando que
él haga lo mismo por ella, él sentirá que se le presiona para
que cambie. En cambio si él se siente amado empezará
automáticamente a cambiar, a crecer y a mejorar.

Las mujeres necesitan básicamente un amor atento,


comprensivo y respetuoso. Si la conducta del hombre tiene en
cuenta lo que ella piensa y siente, la mujer está segura de ser
respetada. La mujer florece cuando se siente halagada,
especial.
El hombre debe aprender a escuchar a la mujer sin enfadarse,
sin ponerse a la defensiva, y sobretodo sin alzar la voz. El ha
de recordar que no es preciso estar de acuerdo para
comprender el punto de vista de ella. Ello hará que el
manifestarse no represente un peligro para ella. Si ella le pone
furioso es que probablemente desconfía de él, en el fondo de su ser
hay una niñita asustada, temerosa de abrirse y de que le hagan daño
y necesita de la amabilidad y compasión del hombre. Cuanto más
capaz es ella de manifestarse, más se siente escuchada y
comprendida y más capaz es de dar al hombre la confianza
afectuosa, la aceptación, la apreciación, la admiración, la aprobación
y el ánimo que éste necesita.

9) La comunicación puede constituir el elemento más


importante de una relación, pero las discusiones pueden ser el
elemento más destructivo.
No son las diferencias y los desacuerdos lo que hace daño, sino el
modo en que los comunicamos.
Los hombres, al actuar como si siempre tuvieran razón, pueden estar
invalidando los sentimientos de la mujer. El hombre se siente
desafiado y olvida ser afectuoso. No es consciente de la falta de
consideración que hay en sus palabras ni del daño que ello hace en
su compañera. A él le cuesta comprender el dolor de ella porque no
es tan vulnerable a los comentarios y tonos de voz
desconsiderados.
Frente a una discusión, el hombre tiende a pelear o bien a huir. En el
primer caso, suele ponerse a gritar y manifestar una gran ira con la
motivación interior de intimidar a la pareja para hacer que ésta le
muestre afecto y apoyo. Cuando la mujer se amilana supone que ha
vencido, pero en realidad ha perdido ya que la intimidación debilita
siempre la confianza en una relación. En el segundo caso, en
lugar de discutir, el hombre deja de hablar de sus diferencias y
castiga a su compañera negándole el amor. Pero si no se hablan las
cuestiones y no se manifiestan los sentimientos se crearán
resentimientos.
El hombre suele discutir con la mujer porque se siente criticado o
rechazado, porque se le dice cómo debe hacer las cosas, porque ella
le eche la culpa de su infelicidad, porque no le considera lo que hace
por ella, porque no confía en él, o porque espera que él lea su
pensamiento.

Las mujeres, sin darse cuenta, envían mensajes de desaprobación en


lugar de mensajes de desacuerdo y ponen así en marcha las defensas
del hombre.
Frente a una discusión, la mujer tiende a fingir o bien a plegarse. En
el primer caso, a fin de evitar sufrir daños en un enfrentamiento,
hace como si no hubiera ningún problema. Fuerza una sonrisa y
aparenta mostrarse contenta y feliz con todo. Sacrifica o niega sus
deseos, sentimientos y necesidades para evitar la posibilidad de
conflicto. Pero con el tiempo se vuelve cada vez más resentida. En el
segundo caso, la mujer cede, asume la culpa y la responsabilidad por
cualquier cosa que disguste a su pareja. A la larga, lamenta haber
renunciado a sí misma por amor.
Las mujeres suelen discutir porque se sienten despreciadas e
insignificantes cuando él quita importancia a sus
sentimientos, cuando él olvida hacer algo que ella le pidió que
hiciera, cuando él la culpa por estar disgustada, cuando le alzan la
voz, cuando no responde a sus preguntas, cuando él pretende
explicar que no se ha de sentir herida, y cuando él le hace sentir que
está mal o que es una debilidad tener sentimientos.

La mayoría de discusiones se producen no porque dos personas


disientan, sino porque o bien el hombre siente que la mujer
desaprueba su punto de vista o la mujer desaprueba el modo en que
él le habla. Lo que sí funciona es ver las discusiones y detenerlas.
Tomarse un respiro para tranquilizarse y luego regresar y seguir
charlando. En los momentos difíciles lo más importante es
intentar comunicarse con una actitud afectuosa, de valoración
y aprobación.

10) Se recuerda a los hombres que, no únicamente un solo gran


regalo, sino también las pequeñas expresiones de amor son
importantes. Las mujeres necesitan para sentirse amadas
muchas expresiones de amor en la relación.
Algunos ejemplos que puede llevar a cabo el hombre: abrazarla al
regresar a casa, preguntarle cómo le ha ido el día, ofrecerse a
ayudarle en la casa en algo que normalmente haga ella
especialmente si está cansada, hacerle un cumplido sobre su aspecto,
avisarla si va a llegar tarde a casa, valorar sus sentimientos cuando
esté disgustada y solidarizarse con ella, llamarla desde el trabajo
para recordarla que la quiere, ponerse la colonia que a ella le gusta,
ofrecerle un masaje, mostrarle afecto en publico, sacar entradas para
ir a ver un espectáculo, buscar ocasiones para vestirse ambos
elegantemente, hacerle pequeños regalos, sacarle fotos en ocasiones
especiales, hacer pequeñas escapadas románticas, llevar una
fotografía de ella en la cartera, ofrecerse a conducir el coche en los
trayectos largos, observar cómo se encuentra y comentárselo,
llevarla a bailar o acudir a lecciones de baile juntos, sorprenderla con
una nota o poema de amor, ofrecerse para arreglar algo en la casa,
cogerle la mano al hablar y mirarla a los ojos, mostrar interés por lo
que ella lee o hace en su tiempo libre, acostarse a la misma hora con
ella, darle un beso al despedirse, darle las gracias cuando hace algo
por él, buscar momentos especiales para estar a solas juntos, hacerle
saber que la echas de menos…
La mujer debe hacerle saber al hombre que valora lo que él
hace. Para el hombre constituye una gran fuente de amor la reacción
afectiva de la mujer en relación a su conducta.

Las mujeres se preguntan por qué él no dice que lo lamenta cuando


ha cometido un gran error. En realidad él teme que ella no se lo
perdone, le resulta muy doloroso reconocer que le ha fallado. Incluso
es posible que en lugar de decir que lo lamenta, se enfade con ella
por estar disgustada y la castigue con puntos negativos, los cuales
son muy destructivos para la relación. Cuando el hombre se halla
de un talante negativo, es mejor tratarlo como si pasara un
tornado y resguardarse.

11) A las mujeres les cuesta más pedir apoyo y los hombres suelen
resistirse a las peticiones.

Los hombres no se sienten instintivamente motivados a ofrecer su


apoyo, necesitan que se lo pidan. Cuando la petición se convierte en
una exigencia, las posibilidades de conseguir apoyo por parte de la
mujer se ven enormemente reducidas. Ella puede empezar a pedirle
que haga pequeñas cosas que ya hace sin dar por sentado que las va
a hacer. Luego, cuando él las haga, mostrarle aprecio. Cuando se
pide algo a un hombre hay que partir del supuesto de que no es
preciso convencerlo, hay que hacer una exposición breve y directa.
Solicitarlo mediante un “querrías..? “ o “quieres…?”, “harías el
favor…?”, “Te importaría…?”, en vez de utilizar “Podrías…?” o
“Puedes…?” que irritan a los hombres poniendo en duda su capacidad
en vez de incitarlos a manifestar una elección. Los hombres están
mucho más dispuestos a decir que sí cuando tienen la libertad
de decir que no. A menudo, cuando el hombre refunfuña es que se
halla en el proceso de decir que sí a tu petición. Si pides apoyo a un
hombre y no lo rechazas por negarse, él lo recordará y, la próxima
vez, estará mucho más dispuesto a dar.
Una relación es sana cuando a ambos miembros se les permite
pedir lo que desean y necesitan y ambos tienen permiso para
decir que no si así lo desean.

12) En lugar de manifestar oralmente tus sentimientos a la pareja,


puedes escribirle una carta, lo cual te permitirá oír tus propios
sentimientos sin temor a herir a tu pareja. Es posible que después de
escribir esa carta, no sientas ya la necesidad de hablar y, en cambio,
estés inspirado para hacer algo afectuoso por tu pareja. Tanto si los
escribimos como si simplemente les pasamos revista mentalmente,
explorando, sintiendo y expresando nuestros sentimientos negativos
éstos pierden su fuerza y permiten la aparición de sentimientos
positivos.
Una técnica es escribir una Carta de Amor en la que se expresen tus
sentimientos de ira, tristeza, temor, pesar y amor, así como una
Carta de Respuesta o posdata en la que se exprese lo que deseas oír
de tu pareja, y luego compartirlas.
Es importante que la pareja no manifieste sentimientos
críticos en relación con la carta. Compartir cartas no debe ofrecer
peligros.

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