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La hipoglucemia es una condición en la cual la cantidad de glucosa (azúcar) en la sangre es menor que lo
normal.
Aproximadamente dos de cada 1.000 recién nacidos tienen hipoglucemia. Entre los bebés más propensos
a desarrollar hipoglucemia se incluyen:
• Los bebés de madres diabéticas pueden desarrollar hipoglucemia después del parto, cuando la
fuente de glucosa (la sangre de la madre) se acaba y la producción de insulina del bebé
metaboliza la glucosa existente.
• Los bebés pequeños para su edad gestacional o de crecimiento limitado pueden tener una
reserva insuficiente de glucógeno.
• Los bebés prematuros, especialmente aquellos con bajo peso al nacer, que frecuentemente
tienen una reserva limitada de glucógeno (azúcar almacenada en el hígado) o una función
inmadura del hígado.
Muchas condiciones diferentes pueden asociarse con la hipoglucemia en el recién nacido, incluyendo las
siguientes:
El cerebro depende de la glucosa de la sangre, que es su principal fuente de energía. Las escasez de
glucosa puede afectar la capacidad de funcionamiento del cerebro. La hipoglucemia severa o prolongada
puede dar como resultado convulsiones y serias lesiones cerebrales.
Los síntomas de la hipoglucemia pueden no ser evidentes en los recién nacidos. A continuación se
enumeran los síntomas más comunes de la hipoglucemia. Sin embargo, cada bebé puede
experimentarlos de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir:
• Inquietud.
• Cianosis (color azulado de la piel).
• Apnea (suspensión de la respiración).
• Hipotermia (temperatura corporal baja).
• Tono corporal deficiente.
• Mala alimentación.
• Letargo.
• Convulsiones.
Los síntomas de la hipoglucemia pueden parecerse a los de otras condiciones o problemas médicos.
Siempre consulte al médico de su hijo para el diagnóstico.
Un simple análisis de sangre para evaluar los niveles de glucosa en la sangre puede diagnosticar la
hipoglucemia. La sangre puede extraerse con una punción en el talón, con una aguja en el brazo del
bebé, o a través de un catéter umbilical (tubo que se coloca en el cordón umbilical del bebé).
Generalmente, un bebé con bajo nivel de glucosa necesitará tratamiento.
El tratamiento específico para la hipoglucemia será determinado por el médico de su hijo basándose en lo
siguiente:
El tratamiento incluye suministrarle al bebé una fuente de glucosa de efecto rápido. Lo que puede ser tan
simple como darle una mezcla de glucosa y agua o fórmula (leche artificial para lactantes) como primer
alimento. En otros casos, puede ser necesario el suministro de glucosa por vía intravenosa. Los niveles
de glucosa en la sangre del bebé se vigilan constantemente después del tratamiento para controlar si la
hipoglucemia vuelve a aparecer.
No existe ninguna forma de prevenir la hipoglucemia; sólo deben observarse cuidadosamente los
síntomas y tratarla tan pronto como sea posible. Las madres diabéticas con niveles de glucosa en la
sangre en estricto control pueden ayudar a disminuir la cantidad de glucosa que pasa al feto.
Hipoglucemia del recién nacido
1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
El término “hipoglucemia” se refiere a una reducción de la concentración de
glucosa en el torrente sanguíneo. Ya ha transcurrido casi un siglo desde que se
describió por primera vez en los niños y más de cincuenta años desde que se
reconoció en los recién nacidos y en los lactantes de más edad (1). Dados los
numerosos adelantos que se han logrado desde entonces en la atención del
recién nacido, es sorprendente que siga existiendo tanta controversia en
cuanto a la definición, la importancia y el manejo de la hipoglucemia neonatal.
Paradójicamente, los adelantos tecnológicos en la vigilancia de la glucosa a la
cabecera del paciente en lugar de aliviar el problema lo han agravado al facilitar
el tamizaje en una entidad clínica mal caracterizada.
1.1 Características de la hipoglucemia
La vulnerabilidad de los lactantes prematuros y de las madres diabéticas a la
hipoglucemia se reconoció a principios de la historia de la neonatología (por ej.,
2, 3, 4, 5). El carácter transitorio de la hipoglucemia y la infrecuencia evidente
de manifestaciones clínicas hicieron que muchos supusieran que las
concentraciones bajas de glucosa sanguínea entre estos grupos eran inocuas y
“fisiológicas”, en contraposición a la hipoglucemia causada por enfermedades
metabólicas y endocrinas. Sin embargo, en 1959 Cornblath et al. (6)
describieron a ocho lactantes de 2 días de edad, nacidos de madres con
toxemia preeclámptica, que presentaban síntomas (apnea, cianosis, coma y
convulsiones) junto con concentraciones reducidas de glucosa sanguínea (1-24
mgdl) 11. Los autores describieron una respuesta clínica a una solución
glucosada administrada mediante venoclisis y pusieron de relieve la evolución
de la hipoglucemia: “desaparece espontáneamente pero es muy refractaria“. Le
evolución de este grupo pequeño de lactantes fue deficiente. Cinco de ellos
eran normales en el momento del seguimiento al cabo de un período de dos
semanas a once meses pero uno murió y en dos de ellos persistían las
anormalidades neurológicas. Después se hicieron otras descripciones de las
secuelas neurológicas relacionadas con la hipoglucemia sintomática (es decir,
la relacionada con signos clínicos22 que desaparecen cuando aumenta la
concentración de glucosa en la sangre) en el recién nacido.
Surgieron inquietudes de que la hipoglucemia sin signos2 clínicos
(hipoglucemia asintomática) también pudiera tener secuelas en el desarrollo del
sistema nervioso. Esto condujo al intento de definir la hipoglucemia
estadísticamente como la concentración de glucosa sanguínea situada más de
2 desviaciones estándar por debajo de la media en poblaciones de lactantes de
término, sanos y de peso bajo al nacer. Esto, y la introducción a principios de
los años setenta de las mediciones de glucosa con tiras reactivas (por ej.,
Dextrostix TM ) para el tamizaje a la cabecera de los recién nacidos en riesgo,
condujo a la clasificación clínica de la hipoglucemia neonatal (por ej. 7, 8).
Gutberlet y Cornblath (8) calcularon la prevalencia de hipoglucemia (definida
como la concentración sérica de glucosa <30 mg100 ml) en 4,4 por 1000
nacidos vivos y 15,5 por 1000 lactantes de peso bajo al nacer. Lubchenco y
Bard (9) calcularon cifras mucho mayores: 11,4% de todos los ingresados a las
salas de recién nacidos y 20,3% de los prematuros o de peso bajo al nacer
presentaron niveles de azúcar sanguíneo <30 mg100 ml cuando se realizaba el
tamizaje antes de alimentarlos a las 6 horas de nacidos.
Obviamente, el cálculo de la frecuencia exacta de la hipoglucemia asintomática
da por sentado lo relativo a la definición numérica. Esto se aborda en la sección
4, pero cabe señalar ahora que la hipoglucemia transitoria es un problema
común que se observa en los países industrializados y los menos
desarrollados. En estos últimos se han realizado pocos estudios formales. Sin
embargo, Anderson et al. (10) observaron que 38% de los lactantes de término
que no presentaban complicaciones, nacidos en Katmandú (Nepal), tenían una
concentración de glucosa sanguínea de <2,6 mmoll en las primeras 50 horas
de vida. Por lo tanto, la detección fiable de la hipoglucemia y la institución de un
tratamiento apropiado y sin riesgos, que no sea nocivo para la lactancia
materna, reviste importancia a nivel mundial.
1.2 Hipoglucemia ”sintomática“ y ”asintomática“
A pesar de la caracterización clínica de la hipoglucemia neonatal basada en la
concentración de glucosa sanguínea, se debatía si la hipoglucemia, en
particular la que no presentaba signos clínicos, solo se asociaba con secuelas
en el desarrollo del sistema nervioso o las causaba. Las secuelas neurológicas
a largo plazo se observaron en 35% de los que tenían hipoglucemia
sintomática y en 20% de los que tenían hipoglucemia asintomática (11, 12);
aunque otros no pudieron encontrar ninguna relación (13). En un gran estudio
retrospectivo de casos y testigos, Koivisto (14) y colegas observaron 151 casos
de hipoglucemia neonatal (definida como la concentración de glucosa
sanguínea <30 mgdl) durante un período que duró hasta cuatro años. La serie
de testigos constó de 56 recién nacidos asintomáticos tratados al mismo tiempo
que no presentaban hipoglucemia ni enfermedades neonatales. En el 94% de
los 66 sujetos con hipoglucemia asintomática y el 95% de los testigos se
observó un desarrollo normal en el seguimiento. Entre los 85 que habían
padecido hipoglucemia sintomática, solo 50% de los que presentaban
convulsiones (8 lactantes) y 88% de los que tenían síntomas no convulsivos
presentaban un desarrollo normal. Por consiguiente, en este estudio no se
observó ninguna anormalidad importante en el desarrollo del sistema nervioso
en los lactantes con hipoglucemia asintomática. Los autores pusieron de relieve
la tendencia que tiene la hipoglucemia sintomática de presentarse más tarde
que la asintomática en la evolución clínica. Se sacaron conclusiones análogas
en un estudio de seguimiento recientemente publicado que se realizó en la
India, de 107 casos de hipoglucemia neonatal asintomática o sintomática (15).
Pildes et al. (16) examinaron el efecto del tratamiento en el pronóstico en un
estudio prospectivo de 39 casos. Se seleccionaron 41 testigos en la primera
semana de vida, tratando de equiparar en la mayor medida posible las
características de sexo, peso, edad gestacional, grupo étnico, modalidad de
parto, condiciones al nacer, composición química sérica y fecha de nacimiento.
En el momento del seguimiento (entre 5 y 7 años de edad), solo en dos casos
la hipoglucemia ”adecuadamente tratada“ era el único factor asociado con
secuelas neurológicas que pudo determinarse. Lamentablemente, a pesar del
arduo esfuerzo para aparear los casos y los testigos prospectivamente, había
una diferencia sorprendente en el número de lactantes pequeños para la edad
gestacional (72,2% de los casos, 28,8% de los testigos). Esto pone de
manifiesto la deficiencia del método de casos y testigos para estudiar si la
hipoglucemia misma influye en el resultado o si es solo un indicador
aproximado de otros factores de riesgo. Sinclair (17) ha señalado
recientemente que todos los estudios realizados hasta la fecha han sido
demasiado imperfectos para demostrar una correlación definitiva entre la
hipoglucemia y el resultado del desarrollo. Parece probable que el único medio
para estudiar adecuadamente este problema sería un estudio aleatorizado de
intervención.
1.3 Hipoglucemia neonatal: problemas actuales
La hipoglucemia sintomática se asocia con un riesgo de secuelas en el
desarrollo del sistema nervioso a largo plazo, pero no son sólidas las pruebas
que demuestran una relación causal. La controversia acerca de la importancia
de la hipoglucemia asintomática persiste por varias razones. En primer lugar, la
glucosa es solo uno de los combustibles cerebrales y no parece probable que
los lactantes de término sanos capaces de iniciar una respuesta
contrarreguladora sufran secuelas si son asintomáticos. Un corolario es que los
lactantes de pretérmino y los pequeños para la edad gestacional (PEG) pueden
estar en mayor riesgo de sufrir secuelas (18) debido a la inmadurez metabólica.
Segundo, parece probable que los lactantes que contraen hipoglucemia
sintomática sean hipoglucémicos pero asintomáticos en un estadio anterior de
su evolución clínica. Por consiguiente, la clasificación rigurosa y dicotómica de
la hipoglucemia sintomática y asintomática es filosóficamente difícil.
Acciones de Enfermería:
• Cuando cuide a RN con riesgo de hipoglucemia (peso entre 2300-2500
gr., RN a termino de peso mayor a 3750 gr., RN < de 37 semanas de
gestación, hijos de madres diabéticas):
• Realice los cuidados establecidos según protocolo
• Recuerde que la hipoglucemia no tratada puede provocar lesiones
encefálicas
• Se el pH intraparto del RN ha sido < de 7,20, repita la determinación una
vez que su temperatura se haya establecido. Avise al pediatra al recibir
los resultados y continúe con los protocolos establecidos