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[ Cultura ]

Eugenio Zappietro, policía e historietista

El comisario que
admira a Oesterheld
Con el seudónimo de Ray Collins creó algunos de los relatos más exitosos del
cómic nacional. Trabajó junto a los más talentosos del género. Dirige el Museo
de la Policía Federal y escribió un libro sobre la historia de la fuerza.

Escribe Javier Sinay 60, alcanzó su auge con la publicación del


primer volumen de 20 cuentos policiales

C
uatro pipas duermen sobre un ceni- argentinos, que reunía historias de Félix
cero vacío y las palabras del comi- Carrasco, Plácido Donato, Héctor Morel,
sario inspector Eugenio Zappietro Evaristo Urricelqui y de nuestro hombre de
f lotan sobre el recuerdo de sus humos las cuatro pipas, Eugenio Zappietro: todos
sherlockianos. Este policía, que ocupa el eran policías.
puesto de jefe de la División Museo Poli- ¿Policías escritores? Zappietro no cree
cial e Investigaciones Históricas y que –en- en la existencia de una bohemia para los
tre otras cosas– escribió un libro sobre la uniformados: “Primero búsquese algo para
historia de la Policía Federal desde el año comer y después dedíquese al arte”, suelta,
1580, es también un héroe oculto de la his- mitad en broma, mitad en serio. “Aquellos
torieta nacional que trabajó con grandes
dibujantes y que, con el nombre de guerra
de Ray Collins, publicó algunas de las se- >> Dos vocaciones. El comisario inspector Eugenio
ries argentinas más leídas. Con Hugo Pratt tengo una deuda, Zappietro en su oficina desde la que dirige el Museo
de la Policía Federal. En la foto inferior, fragmento de
Zappietro dice que cuando terminaba su porque fue quien me encargó una de las tiras que escribió con el seudónimo de
jornada como policía comenzaba el trabajo una de las historietas que más Ray Collins: Precinto 56.
como guionista y escritor. Y despliega sus satisfacciones me dio: Precinto 56.”
historias sobre el mundo del hampa y la
escritura en una oficina colmada de pa- policías tal vez fuéramos bohemios como
peles y de memorabilia policial, que aquí, porteños, conociendo la calle y el tango,
en el séptimo piso de San Martín 353, es pero no en la función pública. Además nos
el único reducto de los vivos. Más allá, en bañábamos todos los días.” Por detrás de
los varios metros cuadrados en los que se unos lentes gruesos, dos pequeños ojos
extiende el Museo Policial, están los seres claros aseveran sus dichos. Zappietro se
inanimados de un pasado violento pero va por las ramas y vuelve, enlaza los temas
indolente y las esquirlas inmóviles de la y acentúa su decir con gestos de manos.
lucha eterna entre el crimen y la ley. El anillo de la medalla de san Benito va y
“La idea de fundar el Museo de la Policía viene cuando relata que desde muy joven
Federal Argentina nació en 1892, pero re- aprendió a combinar dos trabajos que se
cién se cristalizó en 1899. Fue el segundo confirmarían como dos vocaciones insepa-
museo en el mundo: sólo el de Scotland rables: el de policía y el de escritor.
Yard es más viejo”, dice el director Zappie- En las comisarías, Zappietro conoció a
tro. Dos años antes de su inauguración, el algunas leyendas de la lucha contra el
comisario de pesquisas José Sixto Álvarez crimen, como el comisario Evaristo Urri-
había presentado sus Memorias de un vigi- celqui. “Fue el mejor detective de la Policía El rayo de la inspiración
lante. Álvarez no era otro que Fray Mocho, Federal de los últimos 60 años”, asegura. Algunas de las piezas de Ray Collins de-
quien también era periodista y que fundó En las redacciones, en cambio, Zappietro berían ingresar, también, en un museo:
la revista Caras y Caretas en 1898. Ahora conoció a otras leyendas, como Julio Aní- fueron publicadas en las revistas más exi-
su retrato custodia un pasillo, no muy lejos bal Portas, que en la Editorial Abril lo puso tosas de la Editorial Columba (El Tony,
de la fotografía del Petiso Orejudo. a escribir guiones de historietas y que le Fantasía y D’Artagnan), que vendían
Fray Mocho fue el primero de una larga exigió que buscara un nombre de fantasía, unos 250 mil ejemplares por semana a
dinastía de policías escritores, que, luego “en lo posible que sea americano”, y así fue mediados de la década de 1970, y también
de los libros autobiográficos del célebre que Zappietro se transformó, a los 23 años, fueron firmadas con otros seudónimos,
comisario Evaristo Menesses en los años en Ray Collins, el guionista. que las hacen imposible de compilar. Za-

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juan pablo barrientos

ppietro publicó sus historias en miles de Durante sus mejores años como guionis- de la arcilla de los sueños: Ray Collins
páginas. Guionó las series de Joe Gatillo, ta, Zappietro conoció a dos próceres del trabajaba entonces sobre “una del Oeste”,
Johnny Rosco, Garret, Los Vikingos, La- género: el italiano Hugo Pratt, creador que era triste y amarga. Por eso Pratt lo
rry Mannino, El Cobra, Skorpio, Henda, del Corto Maltés; y Héctor Germán Oes- invitó a tomar un café junto al dueño de
Mandy Riley, Black Soldier, Larrigan, El terheld, el gran guionista de la historieta la editorial y cuando estaban cruzando
Corso… Firmó fotonovelas en las revistas argentina y autor de El Eternauta. la calle, ¡zas!, el rayo de la inspiración:
Leoplán, Vosotras y Para Ti. Y, por si fue- “Con Hugo Pratt tengo una deuda porque “Hacete una policial”, le dijo el italiano.
ra poco, escribió algunas novelas. Una de fue quien me encargó una de las historie- “¿Pero cómo la querés?”, preguntó Zappie-
ellas, Tiempo de morir, fue finalista en el tas que más satisfacciones me dio: Pre- tro, que nunca había hecho una de ésas. Y
Premio Planeta de España, en 1967. cinto 56”, evoca. La anécdota está hecha Pratt, como un personaje de Precinto 56

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>> Trabajo en equipo. Uno de los dibujantes que ilustró el mayor éxito de Zappietro, Precinto 56, fue el reconocido historietista José Muñoz, autor de los dibujos que ilustran esta nota.

que remata una escena, torció la boca y terio y no lo digo para sacarme el peso de
dijo: “Vos sabés bien cómo la quiero”. Za- encima”, sigue ahora. “No supe cómo fue
ppietro entonces se apoyó en la música de ni quién lo hizo. El ‘quién’ podría haber
la serie La ciudad desnuda para crear su parecido fácil de averiguar. Y sin embargo
historia y se dejó influir por lo que había no pude...”.
mamado a lo largo de diez años en comi- Zappietro recuerda aquella época y sus
sarías: “Después de tanto tiempo uno se ojos se vuelven más azules. Y sus gestos,
impregna de lo que pasa y se convierte en más vehementes. Y los seres inanimados
un psicólogo aficionado que conoce bien del Museo (vigilantes de todas las épo-
los comportamientos humanos”. cas, escruchantes de cera, maniquíes en
Con Oesterheld, la historia es un poco conspiración permanente) parecen co-
más triste. Zappietro se define como “su brar vida y escucharlo con interés cuando
lector impenitente” y con cariño lo llama cuenta que él mismo se salvó –por haber
“el Viejo”. Leyéndolo, dice, aprendió sobre cambiado de planes a último momento–
la psicología de los personajes y sobre su de la bomba que los Montoneros pusieron
integridad. E incluso tuvo la suerte de el 2 de julio de 1976 en el comedor del
continuar algunas de sus historias: San-
tos Palma, El indio Suárez, El loco Sexton
y Nekrodamus, aunque la que más lo mar-
có fue Mort Cinder. El dibujante Alberto Oesterheld por un lado, yo por el
Breccia, que la había ilustrado ese trabajo, otro. Parece una encrucijada digna
le preguntó una vez que opinaba. “Estaba de una novela de Graham Greene,
adelantado treinta años a su tiempo”, res- pero fue en serio.”
pondió Zappietro, sin vacilar.
¿Cuántos Mort Cinder, cuántos Etern- edificio de la Superintendencia de Se-
auta, cuántas ideas nuevas podría haber guridad de la Policía Federal Argentina.
volcado Oesterheld al papel si no hubiera “Vivíamos en una olla a presión que ex-
sido secuestrado por un grupo de tareas plotó”, considera. “Fijate esto: Oesterheld
en 1977 y asesinado en algún momen- por un lado, yo por el otro. Parece una
to de 1978? “El Viejo podría haber roto encrucijada digna de una novela de Gra-
la historieta como Gardel podría haber ham Greene, pero fue en serio. Por eso no
roto el tango si hubiera vivido cinco años me olvido de su mujer, Elsa, que me dio
más”, considera Zappietro. “Podría haber- la mano en un homenaje que le hicieron
la llevado más allá. Y no es cuestión de y me agradeció por haber ido. Es que uno
gustos, el asunto es la profundidad con la era hincha de Oesterheld: a mí me gus-
que escribía”. A poco de la desaparición taban sus historietas y no me importaba
de Oesterheld, Pratt le preguntó a Zap- nada más que eso”. 
pietro –que además de guionista seguía
siendo policía– si sabía algo. “Era un mis- jsinay@elguardian.com.ar

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