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TEXTOS DE HISTORIA MODERNA

TEXTOS
SIGLOS XIV-XV
5. Ningún mortal puede dispensar de los preceptos o prohibiciones divinas o de la ley
evangélica, ni prohibir lo permitido, obligando a culpa o a pena, tanto en la vida presente como
en la futura; tan sólo puede hacerlo el Concilio general o el legislador humano fiel, y ningún
otro colegio parcial o persona singular de cualquiera condición que sea.
6. El legislador humano debe contar con la aquiescencia de todos los ciudadanos o de la parte
de mayor valía.
7. Las Decretales o decretos de los Romanos o de cualesquiera otros Pontífices, establecidos
en común o separadamente, sin el consentimiento del legislador humano o del Concilio
general, a nadie obligan bajo pena o suplicio temporal ni espiritual.
14. El principado o jurisdicción coactiva sobre cualquier clérigo o laico, aunque sea hereje, no
la posee el obispo o el sacerdote...
17. Todos los obispos poseen igual autoridad inmediata por Cristo, y según la ley divina no
cabe el convencimiento de que en lo espiritual o en lo material alguno esté por encima o por
debajo de los demás.
18. Por autoridad divina, mediante el consentimiento o concesión del legislador humano fiel,
los restantes obispos, en común o separadamente, pueden excomulgar al obispo de Roma y
ejercer sobre él su autoridad, para que rectifique.
32. Tan solo corresponde al Concilio General de los fieles el dar posesión al obispo o a la
iglesia metropolitana de todo, y el privarle o deponerle de dicho oficio.
35. Canonizar, o adorar a alguien como santo, tan solo debe establecerlo y ordenarlo el
Concilio General.
Marsilio de Padua, Defensor Pacis

[Las cosas] no irán bien en Inglaterra mientras los bienes no sean comunes, y hasta que no
dejen de existir tanto villanos como gentilhombres y hasta que no estemos todos unidos.
¿Para qué son buenos aquellos que llamamos señores? (...) Y si todos venimos de un padre y
de una madre, Adán y Eva, ¿en virtud de qué pueden ellos decirse o mostrarse más señores
que nosotros, sino porque nos hacen ganar y trabajar aquello de lo cual dependen? (...).
Somos llamados siervos, y golpeados si no realizamos prontamente sus servicios (...).
Vayamos al rey, (...) mostrémosle nuestra servidumbre y digámosle que todo sea de otro modo
o nosotros mismos proporcionaremos el remedio. Si vamos realmente y todos juntos, toda
clase de gente llamada siervos y mantenida en servidumbre, para ser liberada nos seguirá y
cuando el rey nos vea u oiga, graciosamente o de otro modo proveerá la solución.
Prédicas de John Ball, 1381

En el Nombre de Dios, el 12 de febrero de 1395, vos pagaréis al término/ de 30 días7, por esta
primera/ letra/ de cambio, a Juan Asopardo 306 libras, 13 sueldos y 4 dineros de Barcelona,
que valen por los 400 florines que me ha pagado aquí Bartolomé Garzoni a 15 sueldos y 4
dineros por florín. Pagadlas, ponedlas ahí en nuestra cuenta, y contestadme. Que Dios os
guarde.
Francisco y Andrés (de Bonanno), saludos de Génova
(otra mano:) Aceptada, el 13 de marzo.
(2ª mano:) Inscrita en el Registro rojo B, fol. 97.
(Al dorso:) A Francisco di Marco (Datini) y Lucas de Sera, en Barcelona, primera/letra/ de
cambio.

Sin embargo, Coluccio [Salutati], si no nos hemos ejercitado [dice Niccolo Niccoli] en debatir
tanto como tú consideras oportuno, no ha sido por culpa nuestra, sino de los tiempos. [...] si
fuera porque hemos nacido en tiempos turbulentos, en los que existe tanta confusión en todas
las disciplinas del conocimiento, tan grave pérdida de libros, que ninguno que no carezca de
toda vergüenza resulta incapacitado para hablar del asunto más trivial, entonces tú deberás
ciertamente disculparnos si hemos preferido parecer taciturnos antes que impertinentes.
[...] Por mi parte, Coluccio, en esta desventurada época y en medio de tal penuria de libros, no
veo qué capacidad de discutir puede alcanzarse. Pues, en estos tiempos, ¿qué arte, qué
saber puede encontrarse que no esté fuera de lugar o del todo deturpado? Pon ante tus ojos el
que quieras y consideras cuál es su estado actual y cuál fue antaño: comprenderás entonces
que se han rebajado hasta un punto en el que se debe desesperar del todo.
Leonardo Bruni, “Diálogo a Pier Paolo Vergerio”, en Dialogi ad Petrum Histrum, 1401

Si los maestros hubieran sido realmente sabios, hubieran aconsejado a Dios arreglar las cosas
de este modo: que los pobres no coman ni beban nunca, que vayan desnudos, que no
duerman ni de día ni de noche, y que trabajen constantemente para los señores, y
constantemente les paguen censos... Tal es el tormento de los pobres (...) especialmente de
los checos, gracias al clero arrogante.
Canción husita que refleja ideas de Juan de Zeliv

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Cualquier señor, escudero, burgués o campesino, que sea invitado por los hermanos de Tabor
para que venga a ayudarles (...) cuando haya que confesar la verdad (...), cuando haya que
alabar a Dios (...), cuando se pida por la salud de la humanidad y (...) en la represión de los
pecados, y que se rehúse hacerlo, deberá ser atacado y muerto por ellos como lo fue Satanás
y el Dragón, y a continuación destruirán todos sus bienes; actuarán así con todas las ciudades,
pueblos y aldeas.
Aquel que pague impuesto o consienta en socorrer o en hacer cualquier favor a uno de sus
enemigos, deberá ser igualmente castigado (...) toda iglesia, capilla o cualquier edifico
dedicado al Señor Dios (...) deberá ser destruido o quemado como lugar de idolatría. Las
casas de los curas, canónigos o capellanes o cualquier otra casa sacerdotal debe ser
destruida o incendiada (...).
(...) Sobre la tierra no hay que elegir ya a ningún rey, porque el mismo Cristo reinará muy
pronto. En esta época no habrá reino ni dominación, ni servidumbre y todos los intereses e
impuestos cesarán y ninguna persona obligará a nadie a hacer nada, porque entre ellos todos
serán iguales, hermanos y hermanas.
La misa no será contada ni dicha en latín ni en otro idioma, sino solamente en la lengua común
del pueblo.
Manifiesto husita

Ciertamente, tanto cuanto fue infeliz el tiempo pasado, en el que apenas se encontraba un
hombre docto, tanto más debemos congratularnos de nuestra época, en la cual, con un poco
más de esfuerzo, confío en que pronto restauraremos la lengua de Roma mejor aún que la
ciudad, y con ella todas las disciplinas. Por ello, por mi amor a la patria, que se extiende a la
humanidad entera, y por la magnitud de la empresa, quiero exhortar y convocar en voz alta a
la comunidad de los estudiosos de la elocuencia y, como suele decirse, tocar a batalla. ¿Hasta
cuándo, oh ciudadanos romanos (así llamo a los literatos y a los que cultivan la lengua latina,
porque ellos solos y verdaderamente son quirites, verdaderos poseedores de la ciudadanía;
los demás, en todo caso, habría que llamarlos mejor emigrantes), hasta cuándo digo, oh
quirites, dejaréis en mano de los galos vuestra ciudad, a la que no llamaré sede del imperio,
mas sí madre de las letras? Es decir, ¿hasta cuándo permitiréis que la latinidad permanezca
oprimida por la barbarie?
Lorenzo Valla, Las elegancias

Las criaturas superiores son desde el momento de su creación, o poco después, aquello que
serán para toda la eternidad. En el hombre, desde su nacimiento, el Padre sembró toda clase
de semillas y el germen de todo tipo de vida. Aquellas que cada hombre en particular cultive
madurarán y darán fruto en él: si son vegetativas, será como una planta; si sensitivas, se
convertirá en animal; si son racionales, se elevará al rango de ser celestial; si intelectuales,
será ángel e hijo de Dios. Y si, insatisfecho con la suerte de todas las criaturas, se repliega en
el centro de su propia unidad, transformado en un único espíritu con Dios, en la solitaria
penumbra del Padre situado sobre todas las cosas, él mismo se elevará sobre todas ellas.

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Finalmente, el máximo Artífice estableció que aquel a quien no podía dar nada propio
compartiría lo que había sido concedido en particular a cada uno de los restantes seres. Tomó
pues al hombre, creación sin una imagen precisa, y poniéndolo en medio del mundo, le hablo
así: “No te he dado, oh Adán, ni un lugar determinado, ni una fisonomía propia, ni un don
particular, de modo que tu lugar, tu fisonomía, el don que tú escojas sean tuyos y los
conserves según tu voluntad y juicio. La naturaleza de todas las otras criaturas ha sido
definida y se rige por leyes prescritas por mí. Tú, que no estás constreñido por límite alguno,
determinarás por t mismo los límites de tu naturaleza, según tu libre albedrío, en cuyas manos
te he confiado. Te he colocado en le centro del mundo para que desde allí puedas examinar
con mayor comodidad a tu alrededor qué hay en el mundo. No te he creado ni celestial ni
terrenal, ni mortal, ni inmortal para que, a modo de soberano y responsable de ti artífice
mismo, te modeles en la forma en que prefieras. Podrás degenerar en las criaturas inferiores
que son los animales brutos; podrás, sí así lo dispone el juicio de tu espíritu, convertirte en las
superiores, que son seres divinos”.
Pico della Mirándola. Oratio de hominis dignitati

Nos, don Fernando (...) en virtud del poder q Nos atribuydo por los seniores o senyores de los
pageses de remença e o de malos usos, de una parte, e por los dichos pageses del nuestro
Prinçipado de Cathalunya de la parte otra (...) procedimos a sentenciar, arbitrar e declarar
sobre las dichas questiones y debates en la forma siguiente:
E primeramente, por quanto por parte de los dichos pageses nos es fecha gran clamor de seys
malos usos vulgarmente clamados, diziendo que indebidamente e inusta e en gran cargo de
consciencia (...) sentenciamos, arbitramos y declaramos (...) no sean ni se observen ni hayan
lugar ni se puedan demandar ni exigir de los dichos pageses ni de sus descendientes ni de los
bienes dellos ni de alguno dellos, antes por la present nuestra sentencia aquellos abolimos,
stinguimos y anichilamos e declaramos los dichos pageses y sus descendientes
perpetuamente ser liberos y quitios dellos y de cada uno dellos. Pero (...) en satisfacción e
compensación (...9 pronunciamos e declaramos los dichos pageses ser tenidos y obligados
dar e pagar por cada un cap mas 60 solidos de moneda barchinonesa.
Sentencia arbitral de Guadalupe del rey Fernando el Católico

Don Fernando e Doña Isabel, etc. a Vos los qontadores, justiçias, regidores, jurados, ofiçiales
e omes buenos de la villa del Puerto de Santa María e de las villas e logares e puertos de la
mar de la costa de sus comarcas e a cada uno de vos, e a los arrendadores e fieles e
cogedores de las rentas, e a las otras personas a quien, lo que de yuso en esta nuestra carta
se qontiene, atañe o atañer puede en qualquier manera, salud e graçia. Sepades que Nos
somos ynformados que de tiempo ynmemorial a esta parte se a usado e acostumbrado que
qualesquier navíos e fustas que se cargan e descargan para la Bervería se cargan e
descargan en la çibdad de Cádiz e non en otro logar alguno desas dichas villas y logares y
puertos, e que agora nuevamente vosotros o alguno de vos queréys tentar de haser la dicha
carga de los navíos e fustas para la dicha Bervería en algunos desos logares e puertos, en lo
qual sy asy pasase se nos podría seguir deservicio; en lo qual Nos queriendo proveer,
mandamos dar esta nuestra carta, por la cual vos mandamos a todos e a cada uno de vos que
no vos entremetáys a fase la dicha carga e descarga de los dichos navíos e fustas para la
dicha Bervería en esas dichas villas y logares y puertos ni en alguno dellos, demás ni aliende
de lo que en los tiempos pasados fasta aquí avés fecho, so pena de perdimiento de los navíos
e cosas que de otra manera cargades o descargades e de perdimiento e confiscaçion de los
vuestros bienes para la nuestra cámara e fisco.
Real orden dada por los Reyes Católicos en Barcelona, 9/5/1493

Don Fernando y doña Isabel, por la gracia de Dios, etcétera. Por cuanto por nuestro mandato
fue fecha e hedificada la torre de Santa cruz, que es en la Mar Pequeña, para que allí los
moros de Bervería puedan venir a contratar oro e cualesquier mercaderías que quisieren; por
ende, por la rpesente, damos licencia e facultad a vos Alonso Fajardo, nuestro governador de
la Gran Canaria, para que en nuestro nombre podades segurar e seguredes qualesquier
moros e moras que vinieren a la dicha torre a contratar e rescatar el dicho oro e cualesquier
otras mercaderías que quisieren o por bien tovieren, tanto que non puedan sacar ni llevar de
las dichas [partes] armas ni mantenimiento e otras cosas de las vedadas e defendidas a los
ynfieles por derecho e por las leyes de nuestros reynos; e asymismo que podades segurar e
segurades a todos e qualesquier moros e moras que obedecieren e nos dieren e pagaren las
parias que con vos en nuestro nombre asentaren de nos dar e pagar en cada un año (...)
Oficio Real de los Reyes Católicos, Medina del Campo, 22/6/1497

La petición que recientemente nos presentaste indicaba que tu, estimando en mucho el
ejercicio de la caridad, deseas ayudar muy especialmente, proporcionándoles un apropiado
sustento, a aquellos que quieren dedicarse a este estudio de las letras, para que no se
retraigan de este propósito por la pobreza que les apremia, y deseas fundar y construir, para
utilidad común y gloria del nombre de Dios, un colegio de escolares en el que puedan
funcionar facultades de Teología, Derecho Canónico y Artes Liberales, de acuerdo con el
modelo del colegio creado en otro tiempo en la ciudad de Salamanca por Diego, arzobispo de
Sevilla, de grato recuerdo, y deseas dotarlo a perpetuidad con algunas rentas eclesiásticas y
otros frutos, rentas y productos que permitan el adecuado sustento de los docentes en dichas
facultades y de los escolares residentes en el colegio, situado en la ciudadela de Alcalá de
Henares, en la diócesis de Toledo, perteneciente a tu mesa arzobispal, lugar famoso y muy
conveniente e idóneo para ello, con abundancia de vituallas y de aires saludables, en el que
los arzobispos de Toledo acostumbraban reunir su curia metropolitana, y en la que hay ya
creadas algunas cátedras en ciertas facultades para que algunos enseñen en ellas.
Carta bulada del papa Alejandro VI (1499)

SIGLO XVI

Yo creo que los cristianos harían bien en enviar contra los turcos y los sarracenos, e lugar de
esos pesados batallones de cruzados que desde hace tanto tiempo batallan sin éxito, a los
escotistas tan vocingleros, a los tercos ockamistas, a los invencibles albertistas y a toda la
banda de los sofistas. Estoy seguro de que se vería la batalla más divertida del mundo y la
victoria más extraordinaria de todos los siglos. ¿Quién sería lo bastante frío como para no
inflamarse con sus pullas, o lo bastante blando como para no obedecer a un aguijón, o tan
clarividente que pudiera ver en medio de las espesas nieblas que extenderían a su alrededor?
¿Pensáis que os digo todo esto en broma? No me choca más que a medias. Ya sé que hay,
aún entre los teólogos, sabios de una ciencia más sana, a quienes todas estas artimañas dan
náuseas. También sé que estos consideran sacrílegas e impías estas disputas irreverentes
sobre cosas que más bien se deben adorar en lugar de explicarlas con la ayuda de las
fórmulas del paganismo, y opinan que todas esas definiciones ambiciosas y todas esas frías
sutilezas y todas esas discusiones envilecen la majestad de una ciencia divina.

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Si los pontífices, que ocupan el lugar de Cristo, se esforzaran por imitar su vida (...), ¿habría
alguien más infeliz sobre la tierra’ ¿Quién querría comprar este honor a costa de toda su
fortuna, y después de haberlo adquirido, conservarlo por la espada, por el veneno y por la
violencia? Si alguna vez la sabiduría... ¿qué digo la sabiduría? Si un solo gramo de la sal de la
que habla Cristo se apoderase de ellos, ¿qué ventajas no perderían?¿Qué sería entonces de
todo lo que eles rodea, riquezas, honores, poder, triunfos, beneficios, caballerías, guardias y
placeres de todo género? (...) Notad además que tantos escribanos, copistas, notarios,
abogados, promotores, secretarios, escuderos, recaudadores, mediadores –iba a decir
proxenetas, pero no me atrevo-, muchedumbre onerosa... digo, honrosa, que forma la corte
romana, perecerían de hambre. Esto sería un acto de abominable inhumanidad (...).

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Imaginad ahora un hombre, como lo son casi todos los príncipes, ignorante de las leyes,
enemigo, o poco menos, del bien público, de los que no consultan más que para sus ventajas
personales, de los que se entregan por completo a los placeres, de los que odian la cultura, la
libertad y la verdad, de los que piensan en todo menos en la dicha del pueblo y de los que no
observan más regla de conducta que su capricho y su conveniencia.
Desiderio Erasmo. Encomium Moriae

Cómo debe conducirse un príncipe para adquirir alguna consideración


Ninguna cosa le granjea más estimación a un príncipe que las grandes empresas y las
acciones raras y maravillosas. De ello nos presenta nuestra era un admirable ejemplo en
Fernando V, rey de Aragón, y actualmente monarca de España. Podemos mirarle casi como a
un príncipe nuevo, porque de rey débil que él era llegó a ser, por su fama y gloria, el primer rey
de la cristiandad. (...) asaltó el reino de Granada, y esta empresa sirvió de fundamento a su
grandeza. La había comenzado, desde luego, sin pelear ni miedo de hallar estorbo en ello, en
cuanto su primer cuidado había sido tener ocupado en esta guerra el ánimo de los nobles de
Castilla. Haciéndoles pensar incesantemente en ella, los distraía de discurrir en maquinar
innovaciones durante este tiempo; y de este modo adquiría sobre ellos, sin que lo echasen de
ver, mucho dominio y se proporcionaba una suma estimación. Además, alegando siempre el
pretexto de la religión para poder ejecutar mayores empresas, recurrió al expediente de una
crueldad devota, y echó a los moros de su reino, que con ello quedó libre de su presencia. No
puede decirse cosa ninguna más cruel, y juntamente más extraordinaria, que lo que él ejecutó
en esta ocasión.

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Las (tropas) mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas. Si un príncipe apoya su estado
con tropas mercenarias, no estará firme ni seguro nunca, porque ellas carecen de unión, son
ambiciosas, indisciplinadas, infieles, fanfarronas en presencia de los amigos y cobardes contra
los enemigos, y que no tienen temor de Dios, ni buena fe con los hombres. Si uno, con
semejantes tropas, no queda vencido, es únicamente cuando no hay todavía ataque. En
tiempo de paz te pillan ellas; y en el de guerra dejan que te despojen tus enemigos. [....] No me
costaría sumo trabajo el persuadir lo que acabo de decir, supuesto que la ruina de Italia, en
este tiempo (siglos XVI), no proviene sino de que ella, por espacio de muchos años, se
descuidó en las armas mercenarias, que lograron ciertamente, es verdad, algunos triunfos en
provecho de tal o cual príncipe y se manifestaron animosas contra varias tropas del país; pero
a la llegada del extranjero mostraron lo que realmente eran ellas. Por esto Carlos VIII, rey de
Francia, tuvo la facilidad de tomar la Italia con greda [...]
Maquiavelo, El príncipe
¿Qué es pues, el pecado original? (...) De acuerdo con las sutilezas de los teólogos, es la
privación de la justicia original, pero según el Apóstol [San Pablo] y el sentido de Jesucristo, no
es solamente la privación de la calidad en la voluntad ni de la luz en la inteligencia, del vigor en
la memoria, sino una privación de la rectitud en todas las potencias, tanto del cuerpo como del
alma, tanto en el hombre interior como en el exterior. Es la disposición a hacer el mal, la
náusea del bien, el disgusto hacia la luz y la sabiduría, el amor al error y a las tinieblas, el
alejamiento y el desprecio hacia las buenas obras, la desenfrenada carrera hacia el mal.

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No se trata aquí solamente de los pecados cometidos en actos, en palabras o pensamientos,


sino también de la tendencia hacia el mal... y es un error creer que este mal pueda ser sanado
por las obras, ya que la experiencia demuestra que, pese a todas las buenas obras, esa
apetencia hacia el mal subsiste y de ella nadie se halla exento, ni siquiera el niño de un día;
pero la misericordia divina es tal que, a pesar de que ese mal subsiste, no es tenido como
pecado para aquellos que invocan a Dios, rogándole, con el alma, su liberación.

Martín Lutero. Comentario a la Epístola de San Pablo a los Romanos (1515-6).

Después de la muerte [nuestros antepasados], por derecho natural y hereditario, nos han
dejado las dichas santas observancias católicas, para vivir y morir en ellas a su ejemplo. Las
cuales, como verdadero imitador de los dichos nuestros predecesores, habemos por la gracia
de Dios, guardado hasta agora. Y a esta causa, Yo estoy determinado de las guardar, según
que mis predecesores y Yo las habemos guardado hasta este tiempo; especialmente, lo que
ha sido ordenado por los dichos mis predecesores, ansi en el Concilio de Constancia, como en
otros.

Las cuales son ciertas, y gran vergüenza y afrenta nuestra es, que un sólo fraile [Lutero],
contra Dios, errado en su opinión contra toda la Cristiandad, así del tiempo pasado de mil años
ha, y más como del presente, nos quiera pervertir y hacer conocer, según su opinión, que toda
la dicha Cristiandad seria y habría estado todas horas en error. Por lo cual, Yo estoy
determinado de emplear mis Reinos y señoríos, mis amigos, mi cuerpo, mi sangre, mi vida y
mi alma; porque sería gran vergüenza a mí y a vosotros, que sois la noble y muy nombrada
nación de Alemania, y que somos por privilegio y preeminencia singular instituidos defensores
y protectores de la Fe católica, que en nuestros tiempos no solamente heregia, mas ni
suspición de ella, ni disminución [de] la Religión cristiana, por nuestra negligencia, en nosotros
se sintiese, y que después de Nos quedase en los corazones de los hombres para nuestra
perpetua deshonra y daño y de nuestros sucesores. Ya oísteis la respuesta pertinaz que
Lutero dio ayer en presencia de todos vosotros. Yo os digo, que me arrepiento de haber tanto
dilatado de proceder contra el dicho Lutero y su falsa doctrina. Estoy deliberado de no le oir
hablar más, y entiendo juntamente dar forma en mandar que sea tomado, guardando el tenor
de su salvoconducto, sin le preguntar ni amonestar mas de su malvada doctrina, y sin procurar
que algún mandamiento se haga de como suso es dicho; e soy deliberado de me conducir y
procurar contra él como contra notorio herege. Y requiero que vosotros os declareis en este
hecho como buenos cristianos, y que sois tenidos de lo hacer como lo habeis prometido.
Hecho en Bormes a 19 de abril de 1521, de mi mano. Yo el Rey.

Declaración de Carlos V en la Dieta de Wörms, 19/04/1521

En: Prudencio de Sandoval, Historia del emperador Carlos V, 1614-18

1.Yerran y menosprecian a Dios cuantos afirman que el Evangelio no tiene valor alguno
sin la confirmación de la Iglesia.
2.Todos los cristianos deben comprometerse con toda diligencia para que lo único que se
predique sea el Evangelio.
17.Cristo es el Único, Eterno, Sumo Sacerdote. De donde se deduce que los que se
presentan como pontífices están contrarrestando y rechazando el honor y el poder de
Cristo.
18.Cristo se ofreció a sí mismo una vez en el sacrificio que permanece por toda la
eternidad y con valor expiatorio de los pecados de todos los creyentes. Por eso la misa no
es un sacrificio; sólo una conmemoración del sacrificio y garantía de la liberación que
Cristo nos asegura.
19.Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres.
22.Cristo es nuestra justificación. Por eso creemos que nuestras obras son buenas sólo en
la medida en que son obras de cristo; las que de nosotros dependen no son justas ni
buenas.
27.Todos los cristianos son hermanos en cristo y hermanos entre ellos mismos; nadie
puede considerarse padre superior a nadie sobre la tierra. De donde incurren en la
condenación las órdenes, las sectas, las congregaciones.
28.Es justo cuando Dios lo permite y no lo prohíbe. Luego el matrimonio es aconsejable a
todos los humanos.
53.Nada hay en la verdadera y Sagrada Escritura acerca de un purgatorio después de
esta vida.
Ülrich Zwinglio, Las 67 tesis (Disputa de Zürich, enero 1523)

Antes de nada, que el puro temor de Dios esté con vosotros, queridos hermanos. ¿Por cuanto
tiempo vais a estar durmiendo? ¿hasta cuándo seguiréis resistiéndoos a reconocer la voluntad
de Dios porque creéis que os ha abandonado? ¡Cuántas veces, ay, os he dicho lo que tenía
que suceder! Dios no puede manifestarse de otra manera, y vosotros debéis tener confianza.
Si así no lo hacéis, el sacrificio, vuestras tribulaciones, serán inútiles. Volveréis a sumergiros
en al aflicción. Y os lo aseguro: si no queréis padecer por Dios os convertiréis en mártires del
diablo. (...) El momento oportuno ha llegado. Alentad a todos vuestros hermanos para que no
se burlen del testimonio divino porque, si no, todos perecerán. Ya han despertado Alemania,
Francia e Italia enteras. El Maestro quiere jugar la partida y les ha tocado el turno a los
malvados. Cuatro monasterios han sido destruidos en Fulda durante la semana de Pascua. Ya
se han levantado 3000 campesinos en Klettgu y Hegau, en la Selva Negra, y la muchedumbre
se acrecienta más cada día. Mi único temor es que, como insensatos, consientan en un
traicionero armisticio sin que adviertan el engaño.
Manifiesto de Thomas Müntzer, Mühlhausen 26/4/1525

Yo soy Teofrasto (...), príncipe de los médicos (...). Dios, no el firmamento, es quien me ha
consagrado médico (...). Si vosotros no tuvierais vuestra ropa, ni un perro se fiaría de vosotros.
Porque yo no tenga su categoría, y no haya sido presentado en las cortes y en las residencias
principescas, ¿es necesario que sea menos reconocido? (...). Yo os aseguro, un pelo travieso
que tengo detrás de la nuca es más sabio que todos vosotros y que todos vuestros autores, y
los cordones de mis zapatos saben más que vuestro Galeno y vuestro Avicena, y mi barba
tiene más experiencia que todas vuestras grandes escuelas.
Paracelso. Paragranum, 1529

Ha parecido que al servicio de V. M. y descargo de su Real conciencia, y para la conservación


de la dicha Nueva España y para que los naturales della no se consuman por malos
tratamientos, como lo han hecho en las otras islas, conviene que, pues Dios los crió libres [a
los indios], que se les debe desde luego dar entera libertad, como parece que V. M. otra vez lo
habla mandado ansí hacer y que para ello desde luego se quiten todas las encomiendas que
están hechas dellos a los españoles que las han conquistado y poblado [aquellas provincias],
porque en la verdad esto parece que ha sido y es dañoso para la conciencia de V. Majestad, y
estorbo para la instrucción y conversión de los indios a nuestra santa Fe católica, que es la
principal intención de V. M., y ansímismo para su conservación y aumento.

Y porque parece que si ansí de golpe se hubiese de efectuar sin dar recompensa o
satisfacción a los españoles que los tienen encomendados, sería poner en condición de perder
la tierra -porque se afirma que todos la desampararían y se irían a buscar tierras nuevas, o
moverían otras alteraciones, con desesperación de verse despojados de lo que a su
pensamiento tenían por suyo-, y como V. M. allí no tiene otra fuerza más de los españoles,
que con esta esperanza la pueblan; aunque hubiese más, de desamparalla ellos parece que
sería un muy gran inconveniente para llevar adelante lo que se ha comenzado en aumento de
nuestra Religión cristiana en aquellas partes, porque los indios, no teniendo quien los atrayese
a ello, se volverían a sus ritos y bestialidades que solían tener, y con gran dificultad se podrían
tomar a sojuzgar para ello, ni para que prestasen a V. M. el servicio que como vasallos le son
obligados.

Para remedio desto ha parecido que luego se señale a los indios un tributo moderado que
paguen a V. M., cada uno según la tierra y posibilidad que tuviere y buenamente pudiere
pagar, y que la mitad de lo que ansí diera de tributo en el primero año, se dé a la persona que
agora los tiene encomendados, y demás desto se les diere tierras para sus heredamientos y
casas y oficios y otras cosas de la tierra; y en este año los indios comenzarán a gustar de la
libertad, y los españoles perderán algo de la mala costumbre que tienen de servirse dellos
desmoderadamente. Y después, podrá V. M., a los que lo merecieren, dalles vasallos; que
ansí parece que converná, tomando V. M. para sí las cabeceras y puertos y cosas principales,
poniendo mucho recaudo en que los señores a quien se diere no lleven ni se sirvan dellos en
cosa alguna mas de aquel tributo que se pusiere...

Consulta del Consejo de Indias [reunido con el de Castilla y el de Hacienda] al Rey,


10/12/1529

Nuestros seres duermen, reposan, velan de la misma forma que los hombres, tienen un sol y
un firmamento como ellos. Los gnomos ven a través de la tierra, el sol, la luna y las estrellas,
de la misma forma los ondinos descubren el sol a través del agua y las salamandras lo ven
fecundar y calentar su caos y sucederse el verano, el invierno, el día y la noche.
Como nosotros, están sometidos a la peste, las fiebres, la pleuresía y otras enfermedades,
enviadas por el cielo, porque son hombres, o mejor dicho, porque lo serán: ya que, hasta el
juicio final, permanecerán como animales.
En cuanto a su físico, es bien evidente que varía: los ondinos de ambos sexos tienen aspecto
humano, los silvestres son más espesos, más grandes, más robustos. Los gnomos más
pequeños, de una altura de unos dos palmos, las salamandras delgadas, gráciles, esbeltas.
Los ninfos habitan en los ríos, cerca de los lugares en donde se lavan los hombres y bañan
sus caballos. Los gnomos habitan en las montañas; es por esto por lo que se encuentran
túneles y excavaciones del diámetro de un codo. En el monte Etna se pueden oír los gritos de
las salamandras, el ruido de sus trabajos, que movilizan su elemento. Se conoce más
fácilmente la habitación de los silfos, pudiendo verlos.
Podría añadir otras muchas cosas admirables, en relación con la moneda, las costumbres de
estos seres. Lo haré cuando sea llegado el momento.

Paracelso, Tratado de los ninfos, silfos, pigmeos, salamandras y otros seres


A nadie más que a mí le desagradan la ambición, la avidez y el desenfreno en los sacerdotes,
tanto porque cada uno de estos vicios es odioso en sí, o porque cada uno, o todos ellos, se
compadecen mal con gentes que se supone pertenecen a una clase que de modo especial
depende de Dios, como porque son entre sí tan contradictorios que sólo en bien curiosos
individuos pueden darse juntos. No obstante, mi situación cerca de varios papas me ha
obligado a desear la grandeza de éstos en mi propio interés. Si no hubiera sido por esta razón,
habría amado a Martín Lutero como a mí mismo, no para desentenderme de las leyes que el
cristianismo nos impone, tal como se explica y comprende por lo común, sino para ver
colocados en el lugar que les corresponde a esta caterva de bribones, de modo que, o vivían
sin vicios, o vivían sin autoridad.
Francesco Guicciardini, Aforismos, 1529
Artículo 2: El Pecado original
Enseñamos que a consecuencia de la caída de Adán, todos los hombres nacidos de manera
natural son concebidos y nacidos en el pecado. Esto es, sin temor de Dios, sin confianza en
Dios y con la concupiscencia. Este pecado hereditario y esta corrupción innata y contagiosa es
un pecado real que lleva a la condenación y a la cólera eterna de Dios a todos los que no son
regenerados por el Bautismo y por el Espíritu Santo.
Por consiguiente rechazamos a los Pelagianos y otros que han menospreciado los méritos de
la pasión de Cristo haciendo buena la naturaleza humana por sus propias fuerzas naturales y
que sostienen que el pecado original no es un pecado.
Artículo 4: La Justificación
Enseñamos también que no podemos obtener el perdón de los pecados y la justicia delante de
Dios por nuestro propio mérito, por nuestras obras o por nuestra propia fuerza, sino que
obtenemos el perdón de los pecados y la justificación por pura gracia por medio de Jesucristo
y la fe. Pues creemos que Jesucristo ha sufrido por nosotros y que gracias a Él nos son dadas
la Justicia y la vida eterna. Dios quiere que esta fe nos sea imputada por justicia delante de Él
como lo explica Pablo en los capítulos 3 y 4 de la carta a los Romanos.
Artículo 18: El libre albedrío
En lo que respecta al libre arbitrio, enseñamos que el hombre posee una cierta libertad para
elegir una vida exteriormente justa y que puede elegir entre las cosas accesibles a la razón.
Pero sin la gracia, la asistencia y la operación del Espíritu Santo no le es posible al hombre
agradar a Dios, arrepentirse sinceramente y poner en El su confianza y remover de su corazón
la maldad innata que posee. Esto no es posible sino mediante el Espíritu Santo que nos ha
sido donado por la Palabra, ya que San Pablo dice en 1 Cor 2,14: «El hombre natural no capta
las cosas del Espíritu de Dios».
Confesión de fe de Augsburgo (Confessio o Glaubensbekenntnis, 1530)

CAUSAS DE LA GUERRA

La diversidad de religión no es causa justa de la guerra.


El deseo de ensanchar el propio territorio no es causa justa de la guerra.
La gloria y el provecho particular del príncipe no son causa justa de la guerra.
La única causa justa de la guerra es la injuria recibida.
La guerra ofensiva se hace para tomar venganza de los enemigos y para
escarmentarlos.
No basta una injuria cualquiera para declarar la guerra.
Siendo todas las cosas que en la guerra se hacen graves y atroces como matanzas,
incendios y devastaciones, no es lícito castigar con la guerra, por injurias leves, a sus
autores; porque la calidad de la pena debe ser proporcional a la gravedad del delito.

CUÁNDO LA GUERRA ES JUSTA


Para que una guerra sea justa conviene examinar con gran diligencia la justicia y la causa de
ella, y escuchar así mismo las razones de los adversarios, si acaso quisieran discutir según
razón y justicia.
En las materias morales es difícil llegar a lo verdadero y justo u es fácil errar, procediendo con
descuido y negligencia; y no tiene excusa el error cuando se juega con el peligro y la desgracia
de nuestros prójimos, a los cuales estamos obligados a amar como a nosotros mismos.
Si al súbdito le consta la injusticia de la guerra, no puede ir a ella, aun cuando el príncipe lo
mande; porque no hay autoridad que nos pueda mandar dar muerte al inocente.
Los Senadores, Gobernadores y, en general, los que son llamados al Consejo público del
príncipe, están obligados a examinar las causas de una guerra justa.
La guerra debe hacerse no sólo por el parecer del Rey, ni por el de unos pocos, sino por el de
muchos que sean sabios y probos.
Si por su negligencia se llegara a una guerra injusta, diríamos que ellos la consentían, ya que
a cada uno se le imputa lo que puede y debe impedir y no lo impide.
Las personas de menos importancia, que no son admitidas, ni tienen voz ni voto ante el Rey ni
en el Consejo público, no están obligadas a examinar las causas de la guerra, sino que
pueden confiar en sus superiores.
No conviene ni es posible comunicar con la plebe los negocios públicos. Para la plebe, a no
ser que conste lo contrario, debe ser argumento suficiente para creer en la justicia de la
guerra, que se haga por público consejo y autoridad. No tiene necesidad de más investigación.
Podría ser que hubiese tales argumentos acerca de la injusticia de la guerra, que se haga por
público consejo de autoridad. No tiene necesidad de más investigación.
Podría ser que hubiese tales argumentos acerca de la injusticia de la guerra que no excusase
la ignorancia ni a los hombres del pueblo.
En los casos dudosos sobre la propiedad de algunos territorios, prevalece el derecho del
poseedor, al que no se puede despojar, habiendo duda.
Si no consta el legítimo poseedor y una parte propone un reparto equitativo, la otra está
obligada a aceptar la condición aunque sea más poderosa.

Francisco de Vitoria, De iure belli


Aunque Su Majestad el Rey justa y rectamente es y debe ser el jefe supremo de la Iglesia de
Inglaterra, y como tal ha sido reconocido por el clero del reino en sus Asambleas; no obstante,
para corroborarlo y confirmarlo, para aumento de la virtud de la religión cristiana en este reino
de Inglaterra, y para reprimir y extirpar todos los errores, herejías y otras irregularidades y
abusos que hasta ahora se han cometido en el mismo, por la autoridad de este Parlamento
ordenamos que el Rey, nuestro soberano señor, así como sus herederos y sucesores, reyes
de este reino, sean habidos, aceptados y reputados como el único jefe supremo en la tierra de
la iglesia de Inglaterra llamada “Anglicana Ecclesia”. Y ostentará y disfrutará este título, unido
a la corona imperial de este reino, con todos los honores, dignidades, preeminencias,
jurisdicciones, privilegios, autoridad, inmunidades, provechos y utilidades que corresponden y
pertenecen a la dignidad de jefe supremo de dicha Iglesia.
Acta de Supremacía de Enrique VIII de Inglaterra (3/11/1534)

¡Oh! Suerte miserable y catastrófica de nuestra época, que sin embargo ha restaurado de
manera prestigiosa la gloria de las letras pero que, por el crimen de algunos y las fechorías de
muchos, se ha cargado de impiedad siniestra e inexpiable [...] Todo se ha mezclado y
embrollado, lo más alto con lo más bajo, el infierno con el cielo, lo mejor con lo peor. Mientras
en este tiempo el estudio y el renombre de las letras ha alcanzado su apogeo, la nave del
Señor se encuentra en dificultades en medio de las tinieblas más densas y la noche más
profunda. Más aún, la nave [...] se halla ahora destrozada por los ultrajes y puede [...] ser
arrastrada a zozobrar, expuesta como está a la vista de todos y zaherida por el odio.
[...] En cuanto a mí, me siento más bien inclinado a pensar que el último día ha empezado a
decaer y que el mundo se encuentra ya en su declive; que es en verdad viejo y carece de
sentido, que indica, presagia y anuncia su próximo fin y su ruina.
Guillaume Budé, De transitu hellenismi ad christianismum, 1535

S.C.C.M. Las causas por do V.M., según cumple a su servicio en lo de la negociación de la


especiería, conviene asiente la Casa de la Contratación della en la cibdad de La Coruña,
allende del ennoblecimiento de su Reino, y aumentando sus rentas, son las siguientes:
Primeramente, la dispusición del puerto, ser el mejor que hay en todos vuestros reinos, y más
a propósito para la negociación, así para el siguimiento del viaje, cuando partan las armadas
para tomar de allí su derrota, como para tomarla asimismo quando vienen, les es a menos
peligro a las naos, y más conveniente a su navegación y derrota que traen, que otro ninguno,
porque desto tenemos experiencia por muchas de las naos quando vienen de Calicud, venir a
reconocer a esta costa.
Lo otro, (...), todas las naos que vienen de poniente y Levante, principalmente de Flandes e
Inglaterra y Francia, y Alemania, y Escocia, y Dinamarca, y Noruega, y de muchas otras
partes, donde es principalmente todo el gasto de la especiería, les es muy más cerca y más
seguro y breve el viaje; mandando V.M. asentar allí la negociación, es escusar de ir por ello a
Lisboa, y asentando la Casa en el Andalucía, allende de otros muchos inconvenientes que
hay, es éste muy grande: porque hallándolo en Lisboa a comprar, no pasaría el cabo de Sant
Vicente, donde allende de ser muy peligroso, y se suelen perder muchas naos, hay tiempo que
se están cuatro y cinco meses que no pueden doblar el cabo.
Archivo de Indias de Sevilla. Leg.1º, papeles del Maluco [Molucas], de 1519 a 1547
De la colección de los “Viajes y Descubrimientos” de Martín Fernández de Navarrete

Es ordinario ver que las buenas intenciones cuando sin moderación se practican empujan a los
hombres a realizar actos censurables. En este debate de guerras civiles por el cual
la Francia se ve al presente trastornada, el partido mayor y más sano es sin duda el
que defiende la religión y gobierno antiguos de nuestro país. Sin embargo, entre los
hombres de bien que sostienen la buena causa (pues no hablo de los que con ella se
sirven de pretexto para ejercer sus venganzas personales, o para saciar su avaricia,
o para buscar la protección de los príncipes, sino de aquellos a quienes mueve sólo
el celo por la religión y la santa afección por el mantenimiento del sosiego de su
patria), entre los primeros, digo, se ven muchos a quienes la pasión arrastra fuera de
los límites de la razón y los hace a veces tomar determinaciones injustas, violentas y
hasta temerarias.

Montaigne, Essais, Capítulo XIX “De la libertad de conciencia”

Los grandes granjeros, los ganaderos, los carniceros ricos, los hombres de leyes, los
mercaderes, los caballeros, los knights, los señores y qué sé yo quiénes; hombres que no
tienen nombre porque practican todo aquello que reporte algún lucro. Hombres sin conciencia.
Hombres totalmente desprovistos de temor de Dios. ¡Hombres, sí, que viven como si no
hubiera Dios alguno! Que quisieran acapararlo todo, no dejar nada para los demás, estar solos
sobre la tierra; que no pueden estar nunca satisfechos. Cormoranes, gaviotas voraces: ¡ésos
que estarían dispuestos a decorar hombres, mujeres y niños, ésos son la causa de las
sediciones! ¡Nos arrebatan nuestras casas, nos quitan nuestros campos de las manos, nos
suben las rentas, nos imponen pesados (más aún, irrazonables) tributos, nos cierran nuestras
tierras comunales! No hay costumbre, ley ni estatuto que les impida oprimirnos de tal suerte,
que ya no sabemos qué hacer para vivir.
Robert Crowley, 1550

Los censos son la peste y perdición de España. Y es que el mercader por el dulzor del seguro
provechoso de los censos deja sus tratos, el oficial desprecia su oficio, el labrador deja su
labranza, el pastor su ganado, el noble vende sus tierras, por trocar ciento que le valían por
quinientos del juro... Con los censos casas muy floridas se han perdido, y otras de gente baja
se han levantado de sus oficios, tratados y labranzas a la ociosidad, y ha venido el reino a dar
en una república ociosa y viciosa.


A la parte de los ricos se ha acogido la mayor parte de la mediana, por los censos, por las
dotes, y por los mayorazgos, que quitando de los ricos y de los medianos han hecho un cierto
estado, y género de gente de por sí, que sin ser de los ricos, ni de los pobres, ni medianos,
han puesto la república en el desconcierto que la vemos.
Martín González de Cellorigo, Memorial

Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino
pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos,
que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro
me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y
que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda
abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos
quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear
que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual,
aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa
entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento...
Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme
con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.

Vida de Teresa de Jesús, cap. XXIX

Ahora no hay quien no pretenda su interés y quien no cuide más de proveer su casa que la
república. Así vemos que las haciendas particulares, esas van adelante, y crecen: las de la
ciudad y consejo disminuyen: son mal proveídas y peor regidas, si no son ya ventas. Así dice
Aristóteles, que es inevitable el deleite que el hombre recibe de ocuparse en sus negocios
propios. No se puede fácilmente explicar cuánto hace el caso, para hacer una cosa con alegría
considerar el hombre que es suya. Al contrario es gran tibieza la con que trata negocios
comunes. De modo que perdida aquella primera caridad fue necesario que cada uno tuviese
alguna parte en las temporalidades, en raíces o en muebles: para que ya no el amor universal,
a lo menos el particular interés le moviese a conservarlo. De manera que creciese todos los
bienes repartidos y divididos, que no pudieran dejar de venir a muy menos, si en montón
(supuesto el pecado) se quedaren.


Hesíodo, autor antiquísimo, y Plutarco afirman que en aquellos tiempos ningún género de vida
que el hombre siguiese, ni ejercicio ninguno en que se ocupase, ni trato ni oficio en que se
ejercitase, era tan estimado y tenido entre las gentes como la mercancía, por la gran
comodidad y provecho que causa, así en los tratantes como en todo el cuerpo de la república.
Lo primero, esta arte provee las ciudades y reinos de infinita variedad de cosas que ellos en sí
no tienen, trayéndolas de fuera, tales que no sirven sólo de regalo, sino muchas veces
necesarias para la misma conservación de la vida. Lo segundo, hay gran abundancia de toda
suerte de ropa, así de la propia de la tierra como de la extranjera, que es gran bien.
Tomás de Mercado, Summa de tratos y contratos de mercaderes, 1569

Muchos de toda edad, sexo y calidad se corrompen y, con representaciones vanas y


enmascaradas, aprenden vicios verdaderos..., ¿qué otra cosa contiene el teatro y qué otra
cosa allí se refiere sino caídas de doncellas, amores de rameras, artes de rufianes y
alcahuetas, engaños de criados y criadas, todo declarado con versos numerosos y elegantes y
de hermosas y claras sentencias esmaltado, por donde más tenazmente a la memoria se
pega, la ignorancia de las cuales es mucho más provechosa?..., con las cuales imitan y ponen
delante de los ojos las mujeres deshonestas sus meneos y melindres. ¿De qué otra cosa
sirven sino de encender la lujuria a los hombres, los cuales por sí mismos ya son harto
inclinados a los vicios? ¿Por ventura podríase inventar mayor corrupción de costumbres ni
perversidad que ésta?

Juan de Mariana, Tratado de los juegos


públicos
Soliman Segundo, dezimoquarto Monarca de los turcos, se ciñó la zimitarra (función en
Turquía semejante à la coronación de los reyes christianos) en el mismo año que Carlos
Quinto Emperador se coronó en Aquisgrán, exaltando Dios à tan grande, y afortunado
Monarca Christiano, para que hiziesse oposición animosa à tan formidable Barbaro...
Soliman deseoso de la gloria, à medida de los progressos, ambicioso de elevarla, mas que sus
Antecesores, descubrió el resplandor de las luzes de su garvoso espiritu, fortaleza en el
aliento, como madura autoridad en los accidentes, señales fixas de averse hecho
comprehender superior à sus mayores... No le falto a Soliman mas que la religion Catolica,
para ser uno de los mejores monarcas del mundo, pues hizo publicar un decreto que
mencionava, que en caso que alguno antecedentemente se hallase defraudado en la
hazienda, queria suplir el agravio con lo mas pronto de sus tesoros, añadiendo a estos
respectos la grande observación de su Ley, en que sobresalia su cuydado mas que en todos
los Monarcas Antecesores. Diò principio à la fabrica de la Mezquita, atribuyendo los turcos
esta demonstracion à grande prosperidad, con la cual se fueron continuando sus designios. De
este Principe (que epilogò en si mismo todas las virtudes de sus Antecesores) mencionaremos
con particularidad los sucessos (...) Selin, como diximos, dilatò los confines del Asia, siguiendo
Soliman otro parecer, se aplicò a estender los de Europa, governándose por los consejos de
Pirri Baxa, su Ayo, persona cuerda, madura y experimentada.
J. Sagredo Veneciano, Memorias históricas de los monarcas othomanos
Traducido por F. de Olivares Murillo, Madrid, 1684

Entre todas las cartas que de mi tiene V.S. recibidas le haré asaber de3 todas las cosas
importantes que han acaescido en Constantinopla. Y digo que poco despues que se hizieron
muchas fiestas y alegrias por todas las tierras, reynos y señorios puestos debaxo del imperio
Ottomano acontescio que Selim Sultan emperador de los turcos, vino a morir y no se sabe
como su muerte fue assi. Dizese que su propio hijo llamado Armorad le huviesse entoxicado.
Como quiera que fue occulta y escondida su muerte que de ella nada se supo por espacio de
quatro dias, y mas tardara sino por ell Aga o general de Genissaros, el qual es obligado de tres
en tres días a lo menos de ver su emperador (...). y en este entremedio Armorad hizo morir sus
dos ermanos, y despues desto fue puesto el dicho Armorad en el lugar acostumbrado en
donde los Genissaros suelen aceptar su emperador. Este fue el 1574 a 17 de Deziembre
quando Armorad passo tres vezes con la cabeça baxa por medio de todos los Genissaros,
puestos todos por hileras adornado de sus armas, y entonados con diversos trages (...) el
Sultan ha desechado el Serralle de las mugeres (...).
Aqui en Constantinopla hay grande carestía, y aun grande mortaldad, que caen por las calles
como las peras maduras, si Dios quissiesse que los christianos fuessen advertidos que no les
sobreviniesse larmada en alguna parte improvisamente que no podria sino hacer muy gran
daño.
Carta llegada a Pavía el 26 de abril de 1575

En la aldea donde estoy residen todavía algunos ancianos, que han notado que tres cosas se
han alterado prodigiosamente en Inglaterra desde que ellos recuerdan; y otras tres están
siendo aumentadas. Una es la multitud de chimeneas que últimamente se alzan (...); la
segunda es el grande (aunque no general) mejoramiento de las viviendas (...); la tercera (...)
es el cambio del menaje, como de platos de madera a otros de peltre, y de cucharas de
madera a otras de plata o estaño. Y lo mismo que alaban éstas, así también hablan de tres
cosas que han llegado a serles muy gravosas, a saber, el aumento de las rentas (...); la diaria
opresión de los copyholders1 (...); la usura, oficio que trajeron los judíos y que ahora practican
tranquilamente casi todos los cristianos, y tan corriente, que se tiene por tonto al que presta su
dinero gratis.
William Harrison, Description of England, 1577
El Rey

Mi correg(id)or de las quatro Villas de la costa de la mar Por convenir asi a mi serv(ici)o e
Resuelto que se Embarguen Todos los navios de Estrangeros de qualquier naçion q(ue) sea
que hubiere en los puertos d[e] estos mis reynos encargo os y mando q(ue) Usando en esto
del cuydado y diligençia que acostumbrays arresteys y Embargues En Reçiviendo esta Todos
los navios que hubiere En los puertos y otras partes de V(uest)ra Juridiçion y los que mas
Vinieren asta tener orden En Contrario y aseguraros eys d[e] ellos de manera que no puedan
Hazer Tiro y avisarme eys Con Correo Expresso los q(ue) Embargaredes declarando la naçion
el porte y Calidad de Cada Uno y en la orden q(ue) Vienen de gente artill(eri)a armas
bastimentos y moniçiones xarçia y otros Pertrechos y de lo que mas os pareçiere q(ue)
Convenga estar advertido y de quanta mas diligençia en esto Usaredes Tanto mas sere
servido de Vos

De Toledo A XIIII de Julio de 1596 a(ñ)os

Yo El Rey [Felipe II de España]

Por man(da)do del Rey n(uest)ro señor


Andres de prada



El Rey

Diego de Orellana de Chaves mi Corregidor de las quatro Villas de la costa de la Mar bien ha
sido avisar la llegada de las Galeras de Carlos de Amezo la como lo haceis en v(uest)ra Carta
de los cinco d[e] este y los forzados que ay teneis entregareis en las dichas Galeras ya aveis
rescivido la Comission que os he mandado embiar para conoscer de las prohibiciones de
Mercaderias de Inglaterra y Islas de Olanda y Zelanda y para las cosas tocantes a la guerra en
esse corregimiento con la gente d[e] el

1
Copyhold: en Inglaterra, forma de tenencia de tierra feudal, sujeta a voluntad del señor y de la costumbre del lugar. El derecho del
campesino a sus tierras venía dado por su inscripción en un registro que conservaba el señor.
De [vaje al] madrid A XXV de Hebrero De 1596

Yo El Rey [Felipe II de España]

Por man(da)do del Rey n(uest)ro señor


Andres de Prada

Entre nosotros y los españoles hay los siguientes puntos en disputa: ¿Puede el mar, vasto y
sin límites, ser propiedad de un solo reino, que ni siquiera es el mayor?¿Tiene alguna nación
el derecho de evitar que otras naciones hagan un intercambio de ventas si así lo desean, o de
que trafiquen entre sí, o de que se comuniquen, porque en el fondo no es otra cosa?¿Puede
ceder alguna nación lo que nunca poseyó, o descubrir lo que ya pertenecía a otros?¿Es que
una injusticia manifiesta crea algún derecho específico sólo porque venga de antiguo? (...) la
libertad de comercio se basa en un primitivo derecho de las naciones, que tiene una causa
natural y permanente; de forma que ese derecho no puede ser destruido, o no debe ser
destruido, sin el consentimiento de todas las naciones.
Hugo Grocio, Mare Liberum

Por todas partes donde aparece esta esclavitud bárbara y egipcia, por así decirlo, vemos
gente pobre, y en consecuencia no hay hidalgos ricos, antes bien tierras empobrecidas;
mientras que, por el contrario, allí donde los campesinos labran sus propios campos la gente
es rica y capaz de pagar sus impuestos. [...] En nuestro territorio no existía la servidumbre
hace 50 o 100 años, ni se conocía aún antes de eso, pero últimamente ha sido introducida en
gran escala y de rondón, con la ayuda de las autoridades. [...] A fin de sancionar esto se
tomaron algunas medidas para que algunos juristas elaborasen normas legales en virtud de
las cuales un campesino no puede poner pleito a su terrateniente sin un permiso especial, ni
hacer denuncia alguna contra él, mucho menos entablar un proceso criminal; no puede dejar
su propiedad en herencia; no puede contraer matrimonio sin permiso del señor; no puede
enviar a sus hijos a que aprendan un oficio en las villas sin permiso. Ni darles una dote ni
casarlos, ni dejarles una herencia. [...] Sino que tiene que seguir al señor como un vasallo
suyo, prestarle ayuda y apoyo frente a sus enemigos, contribuir a la dote de su hija, aceptarle
como juez incluso en los casos que le atañen... arar, desterronar, sembrar, cosechar y trillar en
los campos del señor con toda su capacidad, aun descuidando los suyos; realizar otros
servicios, transportar madera y guardar ganado, sin cobrar por ello; alimentarse y alojarse;
soportar palizas; prestar su caballo y sus trabajadores; y hacer otros servicios que el señor
exija, o a falta de servicios dar dinero, o en vez de dinero grano...
Informe de Balthasar Prütze, concejal de Stralsund (Pomerania), 1614
En nuestras exportaciones no solamente debemos atender a nuestros sobrantes, sino también
debemos tomar en consideración las necesidades de nuestros vecinos, por lo que se refiere a
los efectos que no quieran recibir o de que no puedan ser provistos de ninguna otra parte; así
estaremos en posibilidad (además de dar salida a nuestras materias) de ganar otro tanto por
su manufactura, puesto que podemos y también debemos venderlas caras, hasta tanto que el
precio alto no ocasione una menor salida en cantidad. Pero el sobrante de nuestras
mercancías que los extranjeros usan y que también pueden obtener otras naciones, con pocos
inconvenientes, puede reducir su salida por el uso de mercancías de igual clase de otros
lugares; en ese caso debemos esforzarnos para vender tan barato como nos sea posible,
mejor que perder el mercado de tales efectos (...).

El valor de nuestras exportaciones puede subir mucho, igualmente, cuando las llevemos a
cabo nosotros mismos en nuestros propios barcos, porque entonces ganamos, no solamente
el precio de nuestros efectos en lo que valen aquí, sino también la ganancia del comerciante,
los gastos de seguros y del flete del transporte marítimo.

Thomas Mun. England’s Treasure by Forraign Trade, 1621

(...) Tenga V.M. por el negocio más importante de su Monarquía el hacerse rey de España;
quiero decir, señor, que no se contente V.M. con ser rey de Portugal, de Aragón, de Valencia,
conde de Barcelona, sino que trabaje y piense con consejo maduro y secreto por reducir estos
reinos de que se compone España al estilo y leyes de Castilla, sin ninguna diferencia en todo
aquello que mira a dividir límites, (...) el poder celebrar cortes de Castilla, Aragón y Portugal en
la parte que quisiere, a poder introducir V.M. acá y allá ministros de las naciones
promiscuamente y en aquel temperamento que fuese necesario en la autoridad y mano de los
consellers, jurados y diputaciones y consejos de las mismas provincias en cuanto fueren
perjudiciales para el gobierno e indecentes a la autoridad real, en que se podrían hallar medios
proporcionados para todo, que si V.M. lo alcanza será el príncipe más poderoso del mundo
(...).
V.M. procure poner la mira en reducir sus reinos al estado más seguro, deseando este poder
para el mayor bien y dilatación de la religión católica, conociendo que la división presente de
leyes y fueros enflaquece su poder y le estorba el conseguir fin tan justo y glorioso y tan del
servicio de Nuestro Señor; (...).
Conde-Duque de Olivares, Gran Memorial, 1624

Nuestro prestigio ha crecido inmensamente. Hemos tenido a toda Europa en contra nuestra,
pero no hemos sido derrotados, ni hemos perdido a nuestros aliados, mientras que nuestros
enemigos me han pedido la paz. El pasado año de 1.625 hemos tenido a nuestro cargo casi
300.000 hombres de a pie y de a caballo, y en armas a unos 500.000 hombres de las milicias,
mientras las fortalezas de España se ponían en estado de defensa. La flota, que al subir yo al
trono sólo tenía 7 barcos, se ha elevado en 1625 a 108 barcos de guerra marítima, sin contar
los navíos de Flandes, y las tripulaciones están formadas por los marinos más diestros que
este reino haya tenido nunca... Este mismo año de 1626 hemos tenido dos ejércitos reales en
Flandes y uno en el Palatinado, y todo el poder de Francia, Inglaterra, Venecia, Saboya,
Suecia, Dinamarca, Holanda, Brandeburgo, Sajonia y Weimar no ha podido salvar Breda de
nuestras victoriosas armas.

Mensaje de Felipe IV al Consejo de Castilla


En muchas noches sin sueño y días de continua meditación, descubrí caminos y arbitrios con
ayuda de algunos ministros principales (...) con que pude hacer efectos de que espero se
conseguirá un asiento de un millón y medio, pero, no obstante, el Consejo de Estado, con gran
fundamento a mi parecer, juzga por inminente el peligro de que los franceses romperán en
abriendo el tiempo, y como entonces no habrá tiempo para la oposición, por los pactos y ligas
que tienen a un mismo tiempo holandeses y suecos y ellos acometerán los estados de
Flandes y al mismo tiempo en Italia harán mover al duque de Roan y grisones, y por otra parte
el duque de Saboya, no les detendría esta empresa con la turbación general arriba de dos o
tres meses, y así se tiene por necesario el poner en Flandes, demás de los cuatro mil
españoles que ahora se desean enviar por mar al primer aviso, otros seis u ocho mil, y
también lo más aprisa posible enviar sobre lo enviado a Alemania créditos promptos de un
millón, que es lo menos con que asegurar la salvación de todo lo que allí se pretende.
También ha parecido preciso poner algún pella gruesa a la vista del de Saboya en el castillo
de Milán y enviar a Flandes por lo menos otro medio millón más, y porque España ha
menester fortificarse y prevenirse, será preciso otro pedazo grueso, y últimamente un millón
entero hacia las fronteras, para que si el rey de Francia se arroja a la extremidad sepan los
mal contentos que tendrán socorros de antemano.
Carta del Conde-Duque de Olivares al presidente del Consejo de Castilla, 30/01/1634

Después de un largo silencio se levantó Cromwell: “Fuerza es hablar hoy día –dijo- o callar
para siempre. No se trata nada menos que de salvar una nación ensangrentada y casi
moribunda del deplorable estado a que la ha reducido la prolongación de la guerra. Si no la
continuamos de una manera más enérgica, más rápida y más eficaz, si sólo peleamos como
aventureros que únicamente medran con los combates, el reino se cansará de nosotros y
llegará a serle odioso el nombre de Parlamento. ¿Qué dicen nuestros enemigos? Aún más;
¿qué dicen muchos que eran amigos nuestros al abrirse este Parlamento? .... Que los
miembros de ambas Cámaras han alcanzado grandes empleos y mandos; que tienen la
espada en la mano, porque con su influjo en el Parlamento y su autoridad en el ejército
quieren perpetuar su grandeza, ya que estos tales no permitirán que la guerra se acabe por
temor de que con ella no se acabe también su poder”.
François Guizot “Historia de la revolución en Inglaterra”
Discurso de Cromwell ante el Parlamento (9/12/1644)

El comienzo de la segunda guerra civil a consecuencia de la huida de Carlos I (noviembre de


1647) volvió a reforzar la unidad del ejército, aglutinando a las tropas en torno a sus jefes, que,
por iniciativa de Cromwell, acababan de eliminar a los representantes elegidos por los
soldados. El estallido de la nueva conflagración también precipitó el desenlace final en el
desafío que enfrentaba, de tiempo atrás, al Parlamento con el ejército, al verse el primero
“purgado” por las tropas del coronel Pride, de 140 diputados presbiterianos (diciembre de
1648), e igualmente por la situación personal del monarca, de nuevo en poder de sus
adversarios (...). Los demócratas, que habían denunciado al “hombre de sangre”, no pudieron
en adelante separar al ejército del camino trazado por Cromwell y su equipo. Tras un débil
intento de amotinamiento (mayo de 1649) por parte de algunos soldados demócratas,
Cromwell impuso una férrea disciplina, sancionada por el exterminio de los “miserables
salvajes” de Drogheda en el transcurso de su expedición punitiva a Irlanda en 1649-1650 (...)
Tomado del historiador Pierre Jeannin, El noroeste y norte de Europa

Una ley de naturaleza (lex naturalis) es un precepto o regla general encontrada por la razón,
por la cual se le prohíbe al hombre hacer aquello que sea destructivo para su vida, o que le
arrebate los medios de preservar la misma, y omitir aquello con lo que cree puede mejor
preservarla, pues aunque los que hablan de este tema confunden a menudo ius y lex, derecho
y ley, éstos debieran, sin embargo, distinguirse, porque el derecho consiste en la libertad de
hacer o no hacer, mientras que la ley determina y ata a uno de los dos, con lo que la ley y el
derecho difieren tanto como la obligación y la libertad, que en una y la misma materia son
incompatibles.

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Las leyes de naturaleza son inmutables y eternas, pues la injusticia, la ingratitud, la arrogancia,
el orgullo, la iniquidad, el favoritismo de personas y demás no pueden nunca hacerse
legítimos, porque no puede ser que la guerra preserve la vida y la paz la destruya.

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Y es por consiguiente un precepto, por regla general de la razón, que todo hombre debiera
esforzarse por la paz, en la medida en que espere obtenerla, y que cuando no pueda
obtenerla, pueda entonces buscar y usar toda la ayuda y las ventajas de la guerra, de cuya
regla la primera rama contiene la primera y fundamental ley de naturaleza, que es buscar la
paz, y seguirla, la segunda, la suma del derecho natural, que es defendernos por todos los
medios que podamos.
Hobbes, Leviathán

Tres cosas han arruinado a la nobleza: la facilidad para encontrar dinero, el lujo y la guerra. En
la paz se consume a fuerza de lujos; en la guerra, como no tiene dinero en reserva, el
caballero más acomodado sólo puede ir hipotecando su campo y su molino. Tan cierto es esto,
que se puede probar que desde 1492, cuando el dinero se hizo más abundante, los de las
ciudades han adquirido más de 6 millones de livres de oro en rentas de las tierras nobiliarias
propiedad de caballeros que prestaban servicio en la guerra, de conformidad con la naturaleza
y calidad de sus feudos... Los de las ciudades prestan dinero [y de resultas de ello] todos los
propietarios se ven desalojados del campo.
Memoria de un noble normando, hacia 1656

Resulta, pues, evidente que la monarquía absoluta, a la que ciertas personas consideran como
el único gobierno del mundo, es en realidad incompatible con la sociedad civil, y por ello, no
puede ni siquiera considerarse como una forma de poder civil. La finalidad de la sociedad civil
es evitar remediar los inconvenientes del estado de naturaleza, que se producen forzosamente
cuando cada hombre es juez de su propio caso, estableciendo para ello una autoridad
conocida a la que todo miembro de dicha sociedad pueda recurrir cuando sufre algún
atropello, o siempre que se produzca alguna disputa, y a la que todos tengan obligación de
obedecer. Allí donde existen personas que no dispongan de esa autoridad a quien recurrir
para que decida en el acto las diferencias que surgen entre ellas, esas personas siguen
viviendo en estado de naturaleza. Y en esa situación se encuentran, frente a frente, el rey
absoluto y todos aquellos que están sometidos a su régimen.
John Locke, Dos tratados del gobierno civil

Todo poder, toda autoridad, residen en la mano del Rey y no puede haber en el reino otros
que los que él establece... Todo lo que se encuentra en la extensión de nuestros estados, de
cualquier naturaleza que sea, nos pertenece... La voluntad de Dios es que cualquiera que
haya nacido súbdito, obedezca ciegamente... Es preciso ponerse de acuerdo en que, por muy
nefasto que pueda ser un príncipe, la rebelión de sus súbditos es siempre criminal... Pero este
poder ilimitado sobre los súbditos no debe servir sino para trabajar más eficazmente por su
felicidad.
Memorias de Luis XIV de Francia

Habiendo discutido las razones a favor y en contra el Rey está haciendo los esfuerzos para
reestablecer el comercio, será bien examinar la condición a que el comercio estaba reducido
en detalle cuando Su Majestad tomó al gobierno en sus propias manos [1661].
En cuanto al comercio interior y comercio [francés] entre los puertos:
La fabricación de telas y sargas estameñas y otros textiles de este tipo, el género del papel,
mercancías de hierro, sedas, linos, jabones y generalmente todas las otras manufacturas
estaban casi enteramente arruinadas.
El Holandés los había inhibido a todos ellos y nos trajo estas mismas manufacturas, mientras
deducen de nosotros en cambio los artículos que ellos quieren para su propio consumo y
reexportación. Si estas manufacturas fueran bien restablecidas, no sólo habríamos de tener
nosotros bastante para nuestras propias necesidades, sino que el Holandés tendría que
pagarnos en efectivo por los artículos que ellos desean, y nosotros tendríamos bastante
incluso para enviar al extranjero, qué también nos traería ingresos y que, en una palabra, es el
único objetivo del comercio y los solos medios de aumentar la grandeza y poder de este
Estado.
En cuanto al comercio por el mar, si entre los puertos franceses o con los países extranjeros,
(...), subsecuentemente en todos los puertos franceses sólo doscientos a trescientos barcos
pertenecen a los asuntos del Rey, el Holandés deduce del reino todos los años, según una
contabilidad exacta que ha sido hecha, cuatro millones...
Jean-Baptiste Colbert. Memorándum de Comercio, 1664

Hay motivos para temer que el rey de Suecia logre hacer, con ayuda de la nobleza nueva, lo
que el rey de Dinamarca hizo con la de los burgueses, que odiaban a la nobleza y por lo tanto
se prestaron a su plan de liberarse de la dependencia de los Estados y hacerse absoluto. Otro
tanto podría ocurrir en Suecia, donde sería fácil que la nobleza nueva, que aborrece a la
antigua, se uniera con el rey para destruir y abolir el poder del Consejo y liberar al monarca de
su yugo.
Opiniones del diplomático florentino conde Magalotti (1674)
Entonces Apollyón extendió sus piernas hasta ocupar todo lo ancho del camino, y dijo:
—No creas que te temo en esta materia; prepárate para morir, porque te juro por mi infernal
caverna que no has de pasar; aquí derramo tu alma. —Y en el acto arrojó con gran furia un
dardo encendido a su pecho; pero teniendo un escudo en su mano, Cristiano lo recibió en él, y
evitó ese peligro. Cristiano desenvainó después su espada, porque vio que ya era tiempo de
acometer, y Apollyón se lanzó sobre él arrojando dardos tan espesos como el granizo, en
términos que, a pesar de los esfuerzos de Cristiano, salió herido en su cabeza, manos y pies,
lo cual le hizo ceder algún tanto.
Apollyón aprovechó esta circunstancia y acometió con nuevos bríos; pero Cristiano,
recobrándose, resistió tan denodadamente como pudo. Este combate furioso duró cerca de
medio día, hasta que casi se agotaron las fuerzas de Cristiano, porque, a causa de sus
heridas, iba estando cada vez más débil. Apollyón no desaprovechó esta ventaja, y ya no con
dardos, sino cuerpo a cuerpo, le acometió, siendo tan terrible la embestida, que Cristiano
perdió la espada.
—Ahora ya eres mío —dijo Apollyón, oprimiéndole tan fuertemente al decir esto, que casi le
ahogó, en términos que Cristiano ya empezaba a desesperar de su vida; pero quiso Dios que,
en el momento de dar el golpe de gracia, Cristiano, con sorprendente ligereza, asió la espada
del suelo, y exclamó:
—¡No te huelgues de mí, enemigo mío, porque aunque caigo he de levantarme! —y le dio una
estocada mortal que le hizo ceder, como quien ha recibido el último golpe. Al verlo, Cristiano
cobra nuevos bríos, acomete de nuevo, diciendo:
—Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquél que nos amó.
Apollyón abrió entonces sus alas de dragón, huyó apresuradamente, y Cristiano no le volvió a
ver más por algún tiempo.
John Bunyan, Pilgrim progress

Puede decirse que los holandeses son en cierto modo los amos del comercio sueco, ya que
controlan el comercio del cobre. Los obreros de las minas, siempre escasos de dinero (difícil
de hallar en Suecia), acuden en su busca a los comerciantes de Ámsterdam, que les
adelantan los fondos necesarios. Lo mismo ocurre con el alquitrán y la pez; algunos
comerciantes de Ámsterdam le compraron al Rey las fuentes de producción de estos artículos,
además de adelantar fuertes sumas, de modo que el resultado de todo esto es que dichos
artículos, y otros muchos, están tan baratos en Ámsterdam como en Suecia.
Huet, obispo de Avranches, Memorias (1694)

Considerando haber perdido los Reinos de Aragón y de Valencia, y todos sus habitadores por
el rebelión que cometieron, faltando enteramente al juramento de fidelidad que me hicieron
como a su legítimo Rey y Señor, todos sus fueros, privilegios, exenciones y libertades que
gozaban y que con tan liberal mano se les habían concedido, así por mí como por los Señores
Reyes mis predecesores, particularizándolos en esto de los demás Reinos de esta Corona; y
tocándome el dominio absoluto de los referidos reinos de Aragón y de Valencia, pues a la
circunstancia de ser comprendidos en los demás que tan legítimamente poseo en esta
Monarquía, se añade ahora la del justo derecho de la conquista que de ellos han hecho
últimamente mis Armas con el motivo de su rebelión; y considerando también, que uno de los
principales atributos de la Soberanía es la imposición y derogación de leyes, las cuales con la
variedad de los tiempos y mudanza de costumbres podría yo alterar, aun sin los graves y
fundados motivos y circunstancias que hoy concurren para ello en lo tocante a los de Aragón y
Valencia.

Decretos de Nueva Planta, Felipe V (1707)


Quedé disgustado muy particularmente de la historia moderna, pues habiendo examinado con
detenimiento a las personas con mayor nombre (...), descubrí como escritores prostituidos han
extraviado al mundo, hasta hacerle atribuir las mayores hazañas de la guerra a los cobardes;
sinceridad, a los aduladores; virtud romana, a los traidores a su país; piedad, a los ateos;
veracidad, a los espías. Cuántas personas inocentes y meritísimas han sido condenadas a
muerte o destierro por secretas influencias de grandes ministros sobre corrompidos jueces y
por la maldad de los bandos; cuántos villanos se han visto exaltados a los más altos puestos
de confianza, poder, dignidad y provecho; cuán grande es la parte que en los actos y
acontecimientos de cortes, consejos y senados puede imputarse a parásitos y bufones. ¡Qué
bajo concepto formé de la sabiduría y la integridad humana, cuando estuve realmente
enterado de cuáles son los resortes y motivos de las grandes empresas y revoluciones del
mundo, y cuáles los despreciables accidentes a que deben su victoria!
Jontahan Swift. Los viajes de Gulliver, 1726

Campomanes, que en su patria ha dejado fama de hombre de talento, culto y valiente, era
pequeño, moreno y de una fealdad sin paliativos, pero oyéndole hablar llegaba uno a
encontrarle hermoso. (...) Todo cedía a la incisiva ironía de su razonamiento. ¡Cuántos
prejuicios ha demolido este Voltaire español con el pico de su pluma! A él debe su país el
decreto de expulsión de los jesuitas, puesto que él descubrió al conde de Aranda todas las
intrigas de esta pestífera sociedad, mostrándole los hilos de una trama hábilmente urdida,
cuya red, tendida de una punta a otra de Europa era una amenaza constante para todos los
países. Campomanes pasaba por ser el autor de todos los panfletos anónimos que, dirigidos
contra los jesuitas, inundaban las cortes de Europa por aquella época. (...). La inquisición
había jurado perderle... En efecto, cuatro años más tarde, encerrado en las prisiones de la
Inquisición, no salió hasta que no se retractó. Olavide, su amigo y comensal nuestro, acabó
peor: todos sus bienes fueron confiscados y murió en el exilio. Y el conde de Aranda, protector
de estos dos hombres, pudo escapar a los furores frailunos gracias al que el rey, para
sustraerle a la venganza de sus enemigos, le nombró embajador en París. Carlos III, que
murió loco, hizo prodigios tratándose de un rey español y de un hombre de carácter débil,
fantástico y beato.
Giacomo Casanova, Memorias
(Refiriéndose a los “gobiernos humanos”) Debido a la homogeneidad de su naturaleza
inteligente, que es propia de la naturaleza humana, las leyes tratan igualmente a todos porque
nacieron libres en sus ciudades; o son populares, cuando todos (o la mayoría) constituyen las
fuerzas de las ciudades, señores de la libertad popular, o monárquicos, en los cuales los
monarcas tratan a todos los súbditos igualmente con sus leyes y, siendo los únicos a tener en
sus manos la fuerza de las armas, solamente ellos ocupan una posición política especial.
Giambattista Vico, Ciencia nueva, 1744

Proponer que Vuestra Majestad tenga iguales fuerzas de tierra que la Francia y de mar que la
Inglaterra, sería delito, porque ni la población de España lo permite ni el Erario puede suplir tan
formidables gastos; pero proponer que no se aumente el ejército y que no se haga una marina
decente sería querer que España continuase subordinada a la Francia por tierra y a la
Inglaterra por mar. Consta el ejército de Vuestra Majestad de 133 batallones (sin ocho de
marina) y 68 escuadrones: vista la distribución por plazas y guarniciones resulta que sólo
vienen a quedar para campaña 57 batallones y 49 escuadrones. Francia tiene 377 batallones y
255 escuadrones, por lo que se halla con 244 batallones y 167 escuadrones más que Vuestra
Majestad y a principios de 1728 llegaba su ejército a 435.000 infantes y 56.000 caballos. La
Armada naval de Vuestra Majestad sólo tiene presentemente 18 navíos y 15 embarcaciones
menores; Inglaterra tiene 100 navíos de línea y 188 embarcaciones menores. Yo estoy en el
firme concepto de que no se podrá valer Vuestra Majestad de la Francia si no tiene 100
batallones y 100 escuadrones libres para poner en campaña, ni de la Inglaterra si no tiene 60
navíos de línea y 65 fragatas y embarcaciones menores.

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Por antipatía y por interés serán siempre los franceses e ingleses enemigos entre sí, porque
unos y otros aspiran al comercio universal, y el de España con América es el que más les
interesa.

Teniendo vuestra Majestad 60 navíos de línea y 65 fragatas, como propongo, y 100 batallones
y 100 escuadrones, que propongo también, la Francia galanteará a nuestro gobierno para que
juntos ataquemos a la Inglaterra, y la Inglaterra nos ofrecerá su alianza para atacar a la
Francia, y de esta manera Francia y la Inglaterra perderán su dominio en tierra y mar y se
convertirá Vuestra Majestad en el árbitro de la paz y de la guerra.

Marqués de Ensenada, Informe al Rey, c. 1751

La política es la ciencia de siempre usar los medios más convenientes de acuerdo con los
propios intereses de uno. Para actuar en la conformidad con los intereses de uno, uno debe
saber lo que estos intereses son, y para ganar este conocimiento, uno debe estudiar su
historia y aplicación... Uno debe intentar, sobre todo, para conocer el genio especial del pueblo
al cual quiere gobernar para saber si uno debe tratarlos indulgente o severamente, si ellos se
inclinan a sublevarse... a intrigar...
[La nobleza Prusiana] ha sacrificado su vida y bienes en el servicio del estado; su lealtad y
mérito le han ganado la protección de todos sus gobernantes, y es uno de los deberes [del
gobernante] ayudar a esas familias nobles que se han empobrecido para guardarlos en la
posesión de sus tierras; porque ellos son considerados como los pedestales y los pilares del
estado. En tal estado ni facciones o necesidad de rebeliones se teman... eso es una meta de
la política de este estado para conservar la nobleza.
Un gobierno bien dirigido debe tener también un concepto subyacente integrado que pudiera
asemejarse a un sistema de filosofía. Deben razonarse bien todas las acciones tomadas, en
todo lo financiero, político y militar, deben fluir hacia una meta, que es el fortaleciendo del
estado y fortalecimiento de su poder. Sin embargo, tal sistema debe fluir pero de un solo
cerebro, y este debe ser el del soberano.
Federico II de Prusia. El Testamento político, 1752

El mal existe sobre la tierra, y es burlarse de mí decir que mil infortunados componen la
felicidad. Sí, existe el mal, y pocos hombres querrían recomenzar su recorrido, quizá uno
sobre cien mil. Y cuando se me dice que esto no podía ser de otra manera, se ultraja a la
razón y a mis dolores. (...). El optimismo es desesperante. Es una filosofía cruel bajo un
nombre consolador. ¡Helo aquí! Si todo está bien cuando todo está en el sufrimiento, podemos
entonces pasar por mil mundos, donde se sufrirá, y donde todo estaré bien. Se irá de
desgracia en desgracia, para estar mejor. Si todo está bien, ¿cómo pueden admitir los
leibnicianos algo mejor? Ese mejor, ¿no es una prueba de que todo no está bien? ¿Quién
sabe si Leibniz no esperaba eso mejor? Entre nosotros, mi querido Señor, Leibniz y
Shaftesbury, Bolingbroke y Pope, sólo soñaron tener inteligencia. Por lo que a mí respecta,
sufro y lo digo; y os digo con la misma sinceridad que tengo muchas ganas de ir a Berna para
agradeceros vuestras amabilidades y las del Señor de Freudenreich. Conocéis todas las
novedades: todo está bien en Francia, la Señora de Pompadour se ha hecho beata, y ha
tomado a un jesuita como confesor.
Carta de Voltaire a D. Elias Bertrand
Monrion, 18 de febrero de 1756

III. Que el gobierno y la nación no pierdan jamás de vista que la tierra es la única fuente de
riqueza y que es la agricultura quien la multiplica. Porque el aumento de la riqueza asegura el
de la población; los hombres y la riqueza hacen prosperar la agricultura, atendiendo al
comercio, animando la industria, aumentando y perpetuando la riqueza [...].
IV. Que la propiedad de los bienes raíces y la riqueza inmobiliaria sean asegurados a aquellos
que son sus legítimos poseedores; porque la seguridad de la propiedad es el fundamento
esencial del orden económico de la sociedad. Sin la certeza de la propiedad, la tierra se
quedaría inculta. No habría ni propietarios ni granjeros que hicieran los gastos necesarios para
ponerla en valor y cultivarla, si su conservación y la de sus productos no estuviese asegurada
a los que hacen un adelanto de sus gastos. Es la seguridad de la posesión permanente lo que
motiva el trabajo y el empleo de la riqueza a la mejora y cultivo de la tierra y a la demanda de
comercio e industria [...].
V. Que el impuesto no sea destructivo ni desproporcionado a la masa de rentas de la nación;
que su aumento siga el aumento de la renta; que se establezca inmediatamente sobre el
producto neto de los bienes raíces y no sobre el salario de los hombres, ni sobre las
mercancías, en las que multiplica los costes de percepción, perjudicando el comercio y
destruyendo anualmente una parte de la riqueza de la nación [...].
Françoise Quesnay, Máximes générales du gouvernement économique d’un Royaume
Agricole, 1758

(Nadie) se propone, por lo general, promover el interés público, ni sabe hasta qué punto lo
promueve. Cuando prefiere la actividad económica de su país a la extranjera, únicamente este
como en otros muchos casos, es conducido por una mano invisible a promover un fin que no
entraba en sus intenciones. Mas no implica mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a
formar parte de sus propósitos, pues al perseguir su propio interés, promueve el de la
sociedad de una manera más efectiva que si esto entrara en sus designios.
Adam Smith, La Riqueza de las Naciones, 1776

Pero para esta Ilustración no se requiere más que libertad; y, por cierto, la más inofensiva
entre todo lo que puede denominarse libertad, que es, concretamente, hacer en toda ocasión
uso público de su razón. Pero entonces oigo gritar desde todas partes: ¡No razonéis! El oficial
del ejército dice: “¡No razonéis, sino haced la instrucción! El consejero de Finanzas: ¡No
razonéis, sino pagad! El sacerdote: ¡No razonéis, sino creed! (Sólo un único señor en el
mundo dice: ¡Razonad cuanto queráis y sobre lo que queráis; pero obedeced!)”. Aquí hay por
todas partes restricciones de la libertad.
Inmanuel Kant, Contestación a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?

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