“Lecciones del Nobel de
Literatura”.
Por: Felipe Asanza Miranda.
La fuerza más grande que
transforma el mundo es sin duda
la palabra, y es lo que nos ha
demostrado el gran escritor
peruano, Mario Vargas Llosa, a
través de sus letras. La primera
lección que nos ha dado este gran
hombre, es que la palabra es
huella del pensamiento, pero que
cuando se coartan las ideas y la
expresión, toda vida se ve
amenazada por un juego de
crispación política, utópica e
idealista donde la democracia es
sinónimo de exclusión, pues o
todos persiguen un mismo
pensamiento o mueren despojados
de su verdadera libertad. ¿Qué
pasa entonces en algunos países
de América Latina, donde las
estructuras de poder convergen
con el destino cruel del hombre,
las enfermas rebeliones, los
enfrentamientos entre clases y la
vulneración de derechos y
libertades?
El problema del poder, como dice
Vargas Llosa, es un problema de
cultura. Desgraciadamente, la
cultura, es y sigue siendo, un
monopolio de la izquierda
convencional, muy inalterable,
que disfruta de privilegios y se
permite satanizar a quienes no
comparten sus ideales. Esto pasa
en el Gobierno de la revolución
ciudadana, que parece no haber
leído a Vargas Llosa, ni haber
entendido la realidad social que se
expresa a través de su literatura:
“Todas las dictaduras, practican la
censura y el chantaje, la
intimidación o el soborno para
controlar las libertades y el flujo
de información. Se puede medir la
salud democrática de un país
evaluando la diversidad de
opiniones, la libertad de opinión y
el espíritu crítico de los diversos
medios de comunicación”. El
Ecuador debe adoptar estas
lecciones y también la izquierda
radical. Alianza País y el gobierno
no deben gozar de privilegios y
repartirse el poder, pues la
soberanía popular emana del
pueblo a quien deben dar cuentas
sobre la falta de institucionalidad
y la crisis democrática que nos
lleva al abismo.