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Carlos Luis Napoleón Bonaparte nació en París el 20 de abril de 1808. Era el menor de
los tres hijos de Luis Bonaparte (rey de Holanda) y Hortensia Beauharnais, y sobrino de
Napoleón I Bonaparte. Su familia había sido desterrada de Francia después de la caída
de su tío, por lo que el joven se educó en Suiza y Baviera. Su madre le instruyó en la
gloria de la leyenda napoleónica y orientó su camino para que restableciera el poder de
los Bonaparte.
Encabezó entonces dos rebeliones destinadas a derrocar el régimen del rey Luis Felipe I
de Orleans en 1836 y 1840. Fue condenado a cadena perpetua tras ser capturado en la
última revuelta, pero consiguió escapar de prisión en 1846, atrayendo nuevamente la
atención del pueblo sobre su persona.
3- El gobierno de Francia
Una vez que Luis Felipe fue derrocado en 1848, Luis Napoleón se presentó como
candidato a la presidencia de la nueva República francesa y, ante el asombro de los
políticos veteranos, ganó por una mayoría abrumadora, ya que recibió mas de 5.000.000
de los 7.000.000 de votos.
Durante la primera etapa, Napoleón III ejerció un poder despótico. Suprimió casi todas
las libertades políticas. La prensa fue vigilada y amenazada incesantemente. Se
suprimieron las libertades de asociación y de reunión; la oposición fue amordazada por
la policía. En 1858, a raíz de un atentado, se dicto la Ley de Seguridad General, que
otorgo al gobierno un arma terrible contra todos lo adversarios políticos. La oposición
fue imponente. La mayoría del país, satisfecha del orden y de a notable prosperidad, y
seducida por los éxitos aparentes de la política exterior, aprobaba y sostenía al gobierno.
4- Unificación Italiana
5- La fase revolucionaria
La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la
industria y la manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las
industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio
fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el
nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron la
máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada
con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la
capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria
en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e
incrementó también su producción.
Así es que en la revolución industrial se aumenta la cantidad de productos y se
disminuye el tiempo en el que estos se realizan, dando paso a la producción en serie, ya
que se simplifican tareas complejas en varias operaciones simples que pueda realizar
cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra cualificada, y de este modo
bajar costos en producción y elevar la cantidad de unidades producidas bajo el mismo
costo fijo
Desde Francia, la Ilustración se extendió por gran parte de Europa. En Gran Bretaña
apareció una doble corriente, idealista y empirista, reflejadas en obras como Robinson
Crusoe, de Daniel Defoe(1719) David Hume en Escocia, Kant en Alemania y Cristian
Wolff que hizo un gran proyecto de difusión de los principios de la filosofía y la
ciencia, con una concepción naturalista y racionalista de la cultura, Cesare Beccaria en
Italia y Benjamín Franklin y Thomas Jefferson en las colonias británicas mantuvieron
un estrecho contacto con los ilustrados franceses, pero fueron importantes exponentes
del movimiento.
En España, ‘las luces’ penetraron a comienzos del siglo XVIII gracias a la obra,
prácticamente aislada y solitaria, pero de gran enjundia del fraile benedictino Benito
Jerónimo Feijoo, el pensador crítico y divulgador más conocido durante los reinados de
los primeros reyes Borbones. Escribió Teatro crítico universal (1739), en nueve tomos y
Cartas eruditas (1750), en cinco volúmenes más, en los que trató de recoger todo el
conocimiento teórico y práctico de la época.
Durante el reinado de Carlos III, el ‘rey ilustrado’ por excelencia, las obras de los
escritores franceses se leían en español, generalmente en traducciones más o menos
retocadas, pero también directamente en francés.
Fueron muchos los españoles e hispanoamericanos que viajaban a Francia por motivos
de estudio e instrucción, en las artes y las ciencias y los dirigentes políticos de la época,
conde de Aranda, conde de Campomanes, conde de Floridablanca, duque de
Almodóvar, promovieron y frecuentaron el trato con los pensadores y filósofos de las
nuevas ideas.
Las vías de expresión fueron los periódicos, las universidades y las florecientes
Sociedades de Amigos del País.
Entre los españoles ‘ilustrados’, se puede citar a Isidoro de Antillón, geógrafo e
historiador; Francisco Cabarrús, crítico y cronista de su tiempo; Juan Meléndez Valdés,
que hizo de la Universidad de Salamanca un polo de atracción ‘ilustrada’; Gaspar
Melchor de Jovellanos, político y reformador; Valentín de Foronda, embajador y
economista, entre otros.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, los líderes de la Ilustración libraron una ardua
lucha contra fuerzas considerables. Muchos fueron encarcelados por sus escritos, y la
mayoría sufrió persecución y penas por parte de la censura gubernamental, así como
descalificaciones y condenas de la Iglesia.
En muchos aspectos, sin embargo, las últimas décadas del siglo marcaron un triunfo del
movimiento en Europa y en toda América.
Hacia 1770, la segunda generación de ilustrados recibió pensiones del gobierno y
asumió la dirección de academias intelectuales establecidas. El enorme incremento en la
publicación de periódicos y libros aseguró una amplia difusión de sus ideas.
Los experimentos científicos y los escritos filosóficos llegaron a estar de moda en
amplios círculos de la sociedad, incluidos los miembros de la nobleza y del clero.
Algunos monarcas europeos adoptaron también ideas o al menos el vocabulario de la
Ilustración. Voltaire y otros ilustrados quienes gustaban del concepto del rey-filósofo,
difundiendo sus creencias gracias a sus relaciones con la aristocracia, acogieron
complacientes la aparición del llamado despotismo ilustrado, del que Federico II de
Prusia, Catalina la Grande de Rusia, José II de Austria y Carlos III de España fueron los
ejemplos más célebres.
Desde una visión retrospectiva, sin embargo, la mayoría de estos monarcas aparece
manipulando el movimiento, en gran parte con propósitos propagandísticos y fueron,
con mucho, más despóticos que ilustrados.
Suele decirse que el Siglo de las Luces concluyó con la Revolución Francesa de 1789,
pero no son pocos los que contemplan e interpretan la inquietud política y social de este
periodo como causa desencadenante de la Revolución. Al incorporar muchas de las
ideas de los ilustrados, la Revolución, en sus etapas más difíciles, entre 1792 y 1794,
sirvió para desacreditar estas ideas a los ojos de muchos europeos contemporáneos.
El enorme impacto que la Revolución Francesa causó en España, tras la muerte de Luis
XVI, así como en los dominios españoles de América, provocó una violenta
persecución de las personas más representativas de las nuevas ideas. Se estableció una
censura total y se cerraron las fronteras, prohibiéndose el paso de todo tipo de libros y
folletos, o su embarque hacia América.
De lo que no cabe duda es que la Ilustración dejó una herencia perdurable en los siglos
XIX y XX. Marcó un paso clave en el declinar de la Iglesia y en el crecimiento del
secularismo actual.
Sirvió como modelo para el liberalismo político y económico y para la reforma
humanitaria a través del mundo occidental del siglo XIX. Fue el momento decisivo para
la creencia en la posibilidad y la necesidad de progreso que pervivió, de una forma
moderada, en el siglo XX.
En Coro había logrado fama el negro José Caridad González, quien acaudillaba a los
loangos, que constituían un barrio de la ciudad con prófugos de Curazao considerados
libres al llegar a tierras corianas. Este González fue y ganó cierto litigio de tierras a
favor de los negros con lo cual aumentó su prestigio; era hombre culto, que hablaba
buen castellano, además de francés y su nativa lengua africana.
Para 1790 llegó a Coro el recaudador de rentas Juan Manuel Iturbe, <<el cual se
empeñó en cobrar con el mayor rigor todas las contribuciones que ordenaba el derecho
fiscal español, pero que en gran parte habían caído en desuetud en Coro>>. Iturbe
cometió muchos atropellos, que exasperaron especialmente a las clases labradoras.
De modo que esta situación, aunada a las nuevas libertarias importadas de las islas y
oídas en las conversaciones de los señores, así como la natural enemiga a los amos,
hicieron que hubiera un ambiente propicio para una revuelta.
Chirino se valió del nombre José Caridad González para ganar partidarios a su causa,
que el 10 de mayo de 1795 se concreta en una revuelta armada desde una hacienda
llamada Macanillas. Esa misma noche, unidos los negros y mulatos, encabezados por
Chirino, se declaran alzados, proclamando la libertad de los esclavos y la supresión de
las alcabalas. Los alzados matan al hacendado José Nicolás Martínez, saquean su casa y
pasan a otros lugares con intención de invadir a Coro, como lo hacen en efecto bajo el
mando de un Juan Cristóbal Acosta, pues Chirino se queda para organizar otro grupo.
Animaba éste a su gente con la prédica de que el dirigente de los loangos se alzaría en la
ciudad en cuanto ellos se acercaran. Pero el plan fracasó, pues organizada la defensa por
el Justicia Mayor Remírez Valderraín, con ayuda de los vecinos, fueron derrotados los
invasores, muerto en Coro González, sin haberse probado su intervención, y perseguido
Chirino, fue hecho preso por traición de un amigo. Hubo numerosos decapitados,
presos, y el caudillo condenado a la horca y descuartizamiento en Caracas, adonde fue
trasladado con otros cómplices y todo el proceso. La sentencia de la Real Audiencia fue
dictada el 10 de diciembre de 1796.
En el trato de los unos con los otros, tanto los negros esclavos como los indios
demorados, se daban cuenta de lo injusto de su situación. Así estaban las cosas cuando
circuló la conseja de que el Rey de España había acordado la libertad de los esclavos; se
decía que la cédula que esto ordenaba habría llegado a Venezuela, pero las autoridades
coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas se oponían a darle cumplimiento, por
ser atentatoria a los derechos de los propietarios. Para 1790 ésta era una verdad aceptada
por los negros de la serranía, pues un hechicero llamado Cocofio se había encargado de
propagarla por todas las haciendas.
Tratábase en verdad del llamado Código Negro promulgado por cédula real en 1789, el
que, si bien no tenía el alcance que le daban los esclavos, pues en absoluto se refería a la
concesión de libertad, sí establecía un régimen de mejor consideración para ellos. Para
el tiempo en que se propagaban estos rumores llegó a Coro como recaudador de los
derechos reales Juan Manuel Iturbe, quien puso todo su empeño en cobrar formalmente
las contribuciones. Luis Bárcenas, administrador del puesto de alcabala de Caujarao,
recibió órdenes de cobrar anticipadamente y en efectivo, el derecho de alcabala a todos
los que bajaran de la sierra.
A las mujeres les embargaban, en garantía del impuesto, sus rosarios, zarcillos y hasta
los pañuelos con que se cubrían la cabeza. Estos hechos perjudicaban principalmente a
los esclavos y labradores libres de la sierra, quienes no disimulaban su descontento.
Como desde el inicio de la Revolución Francesa llegaban a Coro noticias de ella a
través de Curazao y de los corsarios que durante la guerra franco-española aparecían
frecuentemente en las cercanías de La Vela, los terratenientes corianos comentaban los
sucesos, entre ellos José Tellería, el que tenía como huésped en su hacienda de
Curimagua al mexicano José Nicolás Martínez, con quien en sus tertulias hablaba de los
acontecimientos de Francia, del derrumbamiento del antiguo orden social, de la
proclamación de la República y la igualdad para todos, de la ejecución del rey Luis XVI
y de la guerra entre Francia y España.
Estas conversaciones, que comentaban los criados y esclavos, las escuchaba también
José Leonardo Chirino, un zambo que estaba al servicio de Tellería, que había
acompañado a éste en sus viajes de negocios a Haití. Ahora el zambo había sabido que
los negros de esta isla se habían sublevado bajo las órdenes de Toussaint LOuverture
para hacer valer sus derechos y abolir la esclavitud. A hacer algo semejante, invitaba la
agitación en que para aquellos momentos se encontraban los esclavos de la sierra. Por
eso, a fines de marzo de 1795, José Leonardo empezó a tramar la conspiración, de
acuerdo con los negros Cristóbal Acosta y Juan Bernardo Chiquito. El 10 de mayo
promovieron un baile en la hacienda Macanilla y por la noche pasaron a la hacienda El
Socorro, donde dieron el grito de rebelión. Allí José Leonardo proclamó la «ley de los
franceses», la libertad de los esclavos y la supresión de los impuestos.
Todos eran libres, iguales a los blancos, dueños de su voluntad; asaltaron la casa de la
hacienda, mataron al mexicano Martínez e hirieron al joven Ildefonso Tellería; pasaron
a la hacienda Varón, donde mataron a José María Manzanos e hirieron a Nicolasa
Acosta; las casas de La Magdalena y Sabana Redonda fueron incendiadas; al día
siguiente nombraron comisiones para que fueran a levantar a los negros de Canire y El
Naranjal; a Curimagua, donde dieron muerte a José Tellería y Pedro Francisco Rosillo;
a San Luis, población que saquearon y en la que apresaron al alcalde. Esa tarde,
reunidos otra vez en Macanilla, acordaron la marcha hacia Coro; al frente iría Cristóbal
Acosta, mientras José Leonardo avanzaría por vía diferente para solicitar el concurso de
otros grupos.
A media noche llegaron los negros a la aldea de Caujarao y ultimaron a los guardias del
puesto de alcabala. En la ciudad ya sabían la proximidad de los insurrectos; enteradas
las autoridades de que las armas que traían, no eran otras que palos y machetes, se
organizaron en milicias y salieron a su encuentro. En el llano, al sur de Coro, tomaron
posiciones; llevaban, además de otras armas de fuego, 2 cañones pedreros. Cuando los
negros acometieron desordenadamente, sus columnas fueron destrozadas. En la corta
refriega murieron 25 negros y quedaron 24 heridos.
El teniente justicia de Coro, Mariano Remírez Valderraín mandó decapitar a los heridos
y a los prisioneros. José Leonardo, quien no llegó a tiempo para participar en el
combate, al saber la derrota se internó en la serranía. Tres meses después, apresado en
Baragua, fue trasladado de Coro a Caracas.
La Real Audiencia, el 10 de diciembre de 1796, lo condenó a muerte en la horca y
dispuso que su cabeza, en jaula de hierro y montada en un poste de 20 pies de altura, se
colocara en el camino que va hacia los valles de Aragua y sus manos, remitidas a Coro,
se fijaran, una en la entrada de Caujarao y la otra en Curimagua, en el sitio donde dieron
muerte a José Tellería.
MOVIMIENTO PREINDEPENDENTISTA
Este movimiento es resultado de un proceso evolutivo que se venía gestando durante los
trescientos años de dominación española en América, además de una serie de sucesos externos
que influyeron en el ánimo de los americanos para librarse del yugo español.
A. Ideas de la Ilustración.
Estas ideas de igualdad, libertad, seguridad y fraternidad van a jugar una influencia decisiva en
el ánimo de los blancos criollos, quienes comienzan a conspirar en América para erradicar del
territorio el gobierno absolutista español.
Ya las revoluciones inglesas de 1.648 y 1.688 habían logrado restringir la autoridad del rey y
consagrar los derechos y libertades para todos los ingleses.
En 1.776 los EE.UU. se independizaron de Inglaterra. Para ello contaron con el apoyo del rey
Carlos III de España, quien puso en marcha una política antibritánica en defensa de los colonos
norteamericanos. No notó en esta oportunidad que esta política resultaría contraproducente,
pues los colonos españoles en América verían allí su posibilidad de independizarse.
19 DE ABRIL
LA PRIMERA REPUBLICA
El primer intento republicano en la Historia de España fue una experiencia corta, caracterizada
por la profunda inestabilidad política y social y la violencia. La República fue gobernada por
cuatro presidentes distintos hasta que, tan sólo once meses después de su proclamación, se
produjo el golpe de Estado del general Pavía y la instauración de una república unitaria
dominada por el Duque de la Torre.
El período estuvo marcado por tres guerras civiles simultáneas: la Tercera Guerra Carlista, la
sublevación cantonal en la península Ibérica y la Guerra de los Diez Años en Cuba. Los
problemas más graves para la consolidación del régimen fueron la falta de verdaderos
republicanos, la división de éstos entre federalistas y unitarios y la falta de apoyo popular.
La teoría de la "Guerra Social" fue enunciada y viene siendo desarrollada por los
Centros Cívicos Patrióticos, desde mediados de 1997. Algunos, desde los sectores del
SISTEMA DE DOMINACIÓN y del “establishment”, como es el caso de algunos
periodistas de Radio 10 o el mismo señor Hadad - para meter miedo y justificar la
necesidad del "ordenancismo" (el orden por el orden mismo, independiente de la idea de
justicia) - la consideran una nueva concepción operacional de la izquierda. Inclusive
ésta adoptó la denominación de “guerra social” y ya comenzó a hablar de la misma
desde hace un año y medio, con un criterio ideológico y operacional oportunista,
coincidiendo –extrañamente- con el enfoque que al respecto promueven el SISTEMA y
los operadores del “establishment”.
En síntesis, puede decirse que la tipología de los actores violentos de la “guerra social”
corresponde a la figura del “bandolero”, o sea, los individuos organizados en “bandas”
de delincuentes comunes y no, como se pretende, a la de “guerrillero” o “terroristas”
politizados o ideologizados. Esto no implica que estos “bandoleros” utilicen
procedimientos y metodologías tipo comando, así como armamento de guerra, el que
será más pesado en la medida que se demore en erradicar de raíz las causas que lo
promovieron.
En otras palabras, puede afirmarse que la “guerra social”, de alguna manera implica la
“colombianización o bandolerización del conflicto social”, que luego podrá adoptar un
matiz o una identidad ideológica política, pero que ahora todavía no la tiene. Se trata de
un fenómeno social, complejo, poco conocido y totalmente ajeno a la Historia
Argentina, que no puede ser reducido a un simple tema de “inseguridad” o de
“ineficiencia policial”; a la “permisividad de la justicia” o a la “blandura de las leyes”.
La agitación de la “memoria”, de los “reflejos condicionados” y de los “miedos”
En el transcurrir de los años se optó por denominar a todos los grupos resultantes del
mestizaje como “pardos”. La legislación española denominaba pardos a los que tuvieron
sangre negra en cualquier grado.
INDIOS TRIBUTARIOS
Eran los que debían pagar tributos. También se les denominaba “indios de policía” (es
decir, sometidos a las autoridades), pues formaban una clase social sometida a la
servidumbre.
INDIOS NO TRIBUTARIOS
No estaban obligados a pagar tributo. Generalmente pertenecían a comunidades que
habían aceptado pacíficamente de dominación española. Podían considerarse indios
libres en cuanto no tenían la obligación de prestar servicio, aunque en términos
culturales y jurídicos pertenecían a una clase igualmente explotada.
POBLACIÓN INDIGENA MARGINAL
Era aquella que permanecía refugiada en las selvas, montañas y llanos, y mantenía la
estructura d su comunidad primitiva, sin estar sometida a los nuevos patrones impuestos
por los españoles.
COLONIZACION
En la segunda mitad del siglo XV, "el viejo continente", acababa de terminar un brutal y
durísimo enfrentamiento entre las monarquías inglesa y francesa, que la historiografía ha
bautizado como la Guerra de los Cien Años.
Por esos años, las ciudades habían prosperado gracias a la actividad manufacturera y comercial.
Sin embargo, sus dimensiones eran todavía pequeñas. París, por ejemplo, contaba con unos 200
mil habitantes, mientras que Venecia y Londres, no superaban los 100 mil.
Entre los rasgos distintivos de la vida europea de esos años destaca la abundancia y el poder de
las asociaciones ciudadanas o gremios que se esforzaban en lograr ventajas económicas,
sociales y religiosas para sus asociados.
Por otro lado, existía un fuerte desequilibrio entre el mundo rural y el mundo urbano, donde
lentamente, se abría un tipo humano que sería conocido luego como "burgués" que, por esos
años, mantenía una situación de dependencia respecto a algún señor feudal. Sin embargo, no
faltan ejemplos significativos de "ciudades independientes" e incluso algunas que ya habían
lograron que los nobles vivieran dentro de sus muros y se integraran –con mayor o menor
intensidad-a la vida urbana.
Ejemplo de esto es el caso de algunas ciudades alemanas ligadas a la liga hanseática como
Hamburgo y Bremen, así como algunas importantes ciudades flamencas e italianas.
Los avances económicos de ciudades y reinos, el contacto comercial con otras culturas,
posibilitó el resurgimiento de los estudios humanísticos más allá de los conventos, que habían
mantenido la tradición cultural de occidente durante la Edad Media. Este "humanismo", era la
humanitas, palabra adaptada por Leonardo Bruni de Cicerón y Aulo Gelio, para dar cuenta de
los estudios que son "humanos o adecuados a la dignidad del hombre".
Todo esto, permitió que los barcos pasaran de la navegación de cabotaje a la de alta mar.
Otro invento fundamental fue la creación de la imprenta ,en 1445, por Gutenberg, que permitió
la difusión rápida por Europa de la información, la educación, la cultura y, por tanto, de los
avances de los conocimientos geográficos.
Pocos años después, gracias a la invención del veneciano Aldhus Manutius de lós tipos móviles,
se redujo el tamaño de los libros facilitando su acceso.
* Francisco Pizarro(1478-1541).