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Es obvio pensar que las creencias que el profesor tiene sobre cuál debe ser su papel
afectará el tipo de prácticas de enseñanza que seleccione y las relaciones que establezca con
sus alumnos. Pero estas tres situaciones y su combinación, también afectarán los resultados
y el tipo de formación que logre con sus alumnos.
1. El papel del profesor: Puede señalarse que los profesores consideran que su papel
es a) enseñar un contenido académico que el alumno debe dominar, o b) apoyar el
desarrollo del alumno atendiendo sus necesidades y problemas socioemocionales y
de conducta. En el primer caso el profesor tiende a hacer buenos estudiantes” (los
que dominan el contenido académico), en el segundo caso tiende e formar “buenos
ciudadanos” (los que logran un equilibrio emocional y participan en actividades
sociales.
a. El profesor que se ubica en la creencia a) suele responder negativamente a los
alumnos de bajo rendimiento, que muestran poca motivación para el estudio o que
causan disturbio en clase.
b. Quienes se ubican en b) rechazan a los alumnos que les parecen hostiles o agresivos
o desafiantes.
Es decir, que el profesor tiende a eliminar situaciones con alumnos que contradicen
sus creencias, como si ellos fuesen una amenaza de no lograr las metas implicadas en cada
tipo de creencias.
2. Por otra parte, los profesores muestran alguna de dos tendencias hacia los alumnos:
a) quitar aquellos que no están aprendiendo, b) “cultivar” a todos los alumnos.
Lo anterior se sigue a las creencias sobre la inteligencia y la capacidad de aprender.
Por ejemplo, si el profesor piensa que la inteligencia es algo inamovible que se trae por
herencia y no puede aumentarse por la práctica considerará como una solución eliminar a
quienes no aprenden, ya que nada puede hacer por ellos. O si considera que la inteligencia
puede variar tratará de promover en cada alumno el desarrollo de sus capacidades, de
cultivarlo.
En el primer caso el profesor suele plantearse metas de dominio y estrategias de
enseñanza de tipo competitivo, en el segundo metas de desempeño y estrategias de
enseñanza de tipo colaborativo y cooperativo.
3. Cuando el profesor tiene expectativas altas sobre sus alumnos, cree que pueden
lograr cosas importantes, y las comunica adecuadamente, los alumnos desarrollan
mejor autoestima, logran mejores rendimientos y participan menos en conductas
problemáticas. Y el profesor se siente capaz de lograr comunicación con sus
alumnos, incluso con los más difíciles, lo que habla de una estimación personal alta
de sus habilidades como profesor.
Cuando el maestro considera limitada su capacidad de influir en los alumnos
mantendrá una expectativa baja del logro y capacidad de ellos y generará los bajos
resultados esperados.
4. Dentro de una clase el profesor suele tener expectativas diferenciadas hacia distintos
alumnos, considerando a los de buenas calificaciones como capaces de mayores
logros (expectativas altas) en contraposición de quienes tienen logros más
modestos. Esta distinción marca maneras diferentes de dirigirse a unos y otros,
como una mayor oportunidad de participación, de decisión en las actividades y
retroalimentación basada en alabanzas por sus logros; mientras que el resto de los
alumnos recibe una retroalimentación basada en señalamientos negativos de su
conducta y logros y en el control para que mejoren su actuación. Esto es, también,
percibido por los propios alumnos, lo que refuerza sentimientos de incompetencia
en algunos de ellos.
7. Entre los educadores suele haber dos formas de pensar acerca de la inteligencia: a)
que se trata de algo heredado, estable e inamovible que caracteriza a la persona
durante toda su vida, b) que se trata de potencialidades que por un lado tienen
componentes heredados pero que por otro, son modificables por las experiencias
que la persona tenga.
En el primer caso el profesor tenderá a calificar a los alumnos según sus
impresiones personales como mucho o poco inteligentes, y a no esforzarse con los
segundos. En el otro caso el profesor evitará ese tipo de calificaciones y dedicará su
esfuerzo a tratar de apoyar el desarrollo de todos los alumnos.
Cuando los alumnos mismos comparten este tipo de concepciones sus reacciones
son equivalentes a las de los maestros, es entonces cuando suelen pensar que su inteligencia
no les permite acceder a temas de matemáticas, por ejemplo.
Asimismo, estas creencias están asociadas a dos tipos de práctica de enseñanza
diferentes. En el primer caso el profesor y los alumnos se enfocan hacia el logro de metas
basadas en el desarrollo de las habilidades que busca mejorarlas y se evalúa el avance
mediante la comparación social y la competencia, ya que se pretende probar que se tiene
una habilidad superior a los demás.
En el segundo caso, cuando se piensa que las habilidades intelectuales son
susceptibles de modificación mediante la experiencia, el profesor y los alumnos se enfocan
hacia metas de logro de la tarea valorando el esfuerzo y el avance con respecto al propio
desempeño previo, dentro de u marco de referencia de lo que se pide en la tarea como un
caso particular más que en uno que mira las habilidades desde un enfoque general; es decir,
se valora el avance con respecto a la tarea específica y no como una muestra de habilidad
general de la persona, así, se puede ser bueno o malo en matemáticas sin que ello indique
nada sobre la capacidad para otras actividades o contenidos.
Es característica del primer caso que se produzca ansiedad producida en los
alumnos, estando ésta ausente en el segundo caso. E igualmente, en el segundo caso los
alumnos reciben reconocimiento y se esfuerzan para lograrlo mientras que en el primero
buscarán cómo pasar inadvertidos más que competir contra otros que suponen con mejor
dotación de herramientas para el aprendizaje.
8. Otra creencia compón en los maestros tiene que ver con el nivel escolar en que
enseñan, siendo los de niveles de preescolar y primaria más proclives a apoyar el
desarrollo social y afectivo de los niños, mientras que en secundaria y preparatoria
se abocan más a aspectos de instrucción. Esta diferencia implica también que el
profesor se siente menos influyente en alumnos de mayor edad que quien enseña a
niños pequeños, lo que termina influyendo en sus prácticas de enseñanza.
10. Las prácticas de enseñanza deben considerar que toda persona requiere a) sentirse
competente, b) pertenecer socialmente y c) tener un control autónomo de su vida.