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El origen de la civilización data desde el tercer milenio a.C., y se manifestó entre los valles
Santa y Chillón, incluyendo otros valles hacia el este, extendiéndose hasta los ríos Marañón y
Huallaga. Aquí, yacimientos con arquitectura pública y doméstica han sido encontrados.
El valle de Supe se destaca entre los valles de esta región por la cantidad, tamaño y complejidad
de la arquitectura monumental que alberga. Los centros urbanos de Aspero, Piedra Parada, Era
de Pando, Caral, Miraya, Lurihuasi, Pueblo Nuevo, Allpacoto, Peñico y Huacache fueron
habitados casi contemporáneamente a las ciudades sumerias de Mesopotamia y a la
construcción de la pirámide de Sakara o Giza en Egipto, precediendo por 1500 a la civilización
que emerge en mesoamerica.
Caral fue el centro del más grande dinamismo económico, social, político y religioso de la
época. Su localización y capacidad para acumular los excedentes de una economía
complementariamente agrícola y de pesca fueron estratégicas para las conexiones
interregionales con sociedades situadas en zonas ecológicas con diferentes recursos.
Caral se sitúa en una terraza aluvial de desierto en el valle central de Supe. Sus habitantes
residieron en un ambiente árido, rodeados por cerros y cubierto por dunas y bromelias rojas. La
vida agrícola se desarrolló metros más abajo, separada de la ciudad por densos bosques de
huarango. Un bosque diverso cubrió los alrededores de ríos que canalizaban flujos torrenciales
de Enero a Mayo que eran el resultado de lluvias en los andes y durante los meses de verano las
aguas de ríos se reemplazaban por canales de irrigación. La disposición de las estructuras
arquitectónicas implica un orden espacial precediendo la construcción y elaboración de un
diseño planificado de la ciudad, dándole el criterio social organizacional, a través de la división
simbólica en dos mitades, alta y baja, derecha e izquierda. La mitad superior es en la que las
más sorprendentes estructuras piramidales están siendo halladas y la inferior concentra
estructuras públicas más pequeñas. Todas exhiben un patrón de construcción similar con
terrazas superpuestas en intervalos, las que son contenidas por paredes de piedra; cada fachada
tiene una orientación estelar y eje dividiendo internamente el espacio.
Aunque Caral se halle a 25km del mar, sus ocupantes consumieron vastas cantidades de peces y
moluscos incluyendo anchovetas, sardinas, machas y choros. La obtención de estos y otros
productos se dio por intercambio con otras poblaciones (inferido debido a la ausencia de nichos
ecológicos en la zona que los produzcan), tales como las de Bandurria y Aspero. Se halla de
manera abundante también la presencia de semillas de algodón, mostrándose la importancia de
este cultivo. Calabazas fueron cultivadas, zapallos, frejoles, achira, camotes, palta, pacay,
guava, lúcuma y ajíes, entre otras especies, apareciendo el maíz en la ocupación más tardía y en
pequeñas proporciones. Se adquirieron además bienes como el spondyllus, madera, caracoles,
plantas medicinales, pigmentos, etc, mostrando la conexión de Caral con grupos de ubicación
muy distante. Todas estas actividades favorecieron la acumulación de riqueza, promoviendo
diferencias en el prestigio y la formación de clases sociales. Los excedentes y su producción
incrementaron el poder de las autoridades locales quienes iniciaron un proceso de integración
política bajo un gobierno centralizado.
Por otro lado, bienes utilitarios (algunos asociados a contextos mortuorios, como cestas) de
piedra o madera y ornamentos personales aparecen notablemente, siendo los últimos indicadores
de status.
Organización política
Sacrificios humanos, figurinas humanas e instrumentos musicales son otros elementos presentes
en la sociedad Caral-Supe.