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EL REALISMO
El realismo es una arte mimético, alude a la semejanza que existe entre la creación artística y el
entorno. Desde Aristóteles surge una corriente interpretativa que entiende el arte como imitación
(mímesis) de las acciones humanas y de los fenómenos de la naturaleza. Desde esta perspectiva,
el arte realista necesita de dos pasos esenciales en la labor representativa de la realidad:
a) Observación: conocimiento y análisis de la realidad como materia literaturizable
b) Ficcionalización: elección de medios lingüísticos, estilísticos y literarios idóneos para
plasmar la realidad, de manera que el receptor asocie la representación literaria con la
realidad que es reflejada.
El objetivo del arte realista –plasmar la realidad con verosimilitud– necesita de un proceso de
observación de los detalles. Para analizar los detalles se necesita de una observación directa de
la realidad. De ahí que las obras realistas giren en torno a la sociedad contemporánea del autor,
única que puede ser objeto de indagación directa.
A continuación se presenta una síntesis de algunas características definitorias del arte realista:
a) Stendhal, en su novela Rojo y negro (1831) proporciona la que quizá sea la más
proverbial definición de este tipo de arte: “La novela es un espejo que se pasea a lo largo
1
de un camino” .
b) Benito Pérez Galdós tituló su discurso de ingreso en la Academia La sociedad presente
como materia novelable
c) Wellek define el realismo como “la representación objetiva de la sociedad
2
contemporánea”
3
d) Auerbach apunta que el realismo es por esencia historicista: ha de reproducir no sólo
los hechos externos, sino la realidad total, social, política, económica y cultural. Por otra
parte, hay que tener en cuenta que el auténtico realismo nace cuando se rompe con la
teoría de los niveles que sustentaba la tradición clásica, según la cual a las clases bajas y
medias les correspondía el tono cómico y ridículo, mientras el trágico quedaba reservado
a las elevadas”. El paso decisivo consiste, afirma Auerbach, en convertir “a personas
cualesquiera de la vida diaria, en su condicionalidad por las circunstancias históricas de
su tiempo, en objetos de representación seria, problemática y hasta trágica”
4
e) Forster relativiza el alcance del realismo recordando que la obra de arte tiene sus
propias leyes. Los elementos que la constituyen han de ser relevantes (ejercer una función
dentro del sistema), lo cual justifica la inclusión de materiales pertinentes y la omisión de
otros (los no pertinentes, como detalles innecesarios de la vida cotidiana de los
personajes, aunque la novela moderna se encarga de focalizar la atención en algunos de
estos aspectos aparentemente no aptos para ser novelizados). Forster recuerda que los
personajes de la novela realista “son reales no porque sean como nosotros mismos (…),
sino porque son convincentes”. No en vano la literatura aspira a ser verosímil, no
verdadera. Verdadera es la realidad.
5
f) Villanueva efectúa una distinción entre dos tipos de perspectivas en el realismo:
1
Y continúa así la cita: “Ora refleja ante nuestros ojos el azul de los cielos, ora el fango de los charcos del camino. ¿Por
qué acusar de inmoral al hombre que lleva el espejo en su mochila? ¡Su espejo muestra el fango, y acusáis al espejo!
Acusad más bien al largo camino donde se encuentra el charco, o mejor aún al inspector de caminos que deja que se
encharque y se forme el fango” (Stendhal, Rojo y negro, Madrid, Alianza, 1983, pág. 410). La frase parece ser que la toma
de Saint-Real, un novelista francés del siglo XVII.
2
WELLEK, René: “El concepto de realismo en la investigación literaria”, en Conceptos de crítica literaria, Caracas,
Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela, 1968.
3
AUERBACH, Erich: Mimesis. La representación de la realidad en la literatura occidental, México, FCE, 1950
4
FORSTER, E. M., Aspectos de la novela, Xalapa-México, Universidad Veracruzana, 1961
5
VILLANUEVA, Darío: Teorías del realismo literario, Madrid, Instituto de España-Espasa-Calpe, 1992
El Realismo 2
El realismo como técnica basada en el reflejo de la realidad está presente en todas las épocas
literarias. No obstante, es usual hablar de Realismo (con mayúsculas) para referirse a la etapa
literaria conocida como Realismo decimonónico o del siglo XIX. A juicio de todos los críticos el
Realismo es la realización más perfecta de la tendencia artística que busca el reflejo de su entorno
(técnica realista). Con todo, se pueden rastrear a lo largo de la historia de la literatura otras
manifestaciones del realismo como técnica que son claros precedentes del Realismo como etapa:
la picaresca es el género más característico.
Realismo decimonónico
Realismo burgués
6
PEDRAZA JIMÉNEZ, Felipe y RODRÍGUEZ CÁCERES, Milagros: Las épocas de la literatura española, Barcelona, Ariel,
1997, pág. 225
El Realismo 3
7
El sustento teórico del Realismo decimonónico es el positivismo , rastreable en el carácter
fundamentalmente descriptivo y no interpretativo de este arte, en cierto empirismo y utilitarismo.
Por otra parte, la relación entre Realismo y romanticismo es compleja. A priori parecen actitudes
antitéticas. No obstante, se puede afirmar con Hauser que el Realismo “es a un tiempo la
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continuación y la disolución del Romanticismo” . En efecto, en el costumbrismo romántico está el
germen de la novela realista.
En resumen, como afirman Pedraza Jiménez y Rodríguez Cáceres: “El Realismo decimonónico
debe ser considerado, por tanto, como un concepto de época, ya que es el fruto de una etapa (…)
caracterizada por el deseo artístico de objetividad y condicionada por la realidad social que forja
la burguesía conservadora en el poder, auténtica protagonista de las nuevas creaciones literarias”
(op. cit., pág. 225).
3. EL OBJETIVISMO
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“El ‘positivismo’ designa la doctrina y la escuela fundadas por Augusto Comte [1798-1857]. Esta doctrina comprende no
sólo una teoría de la ciencia sino también y muy especialmente una reforma de la sociedad y una religión. Como teoría
del saber el positivismo se niega a admitir otra realidad que no sean los hechos y a investigar otra cosa que no sean las
relaciones entre los hechos (…) subraya decididamente el cómo y elude responder al qué, al por qué y al para qué. Se une
a ello naturalmente una decidida aversión a la metafísica (…) El positivismo pretende atenerse a lo dado y no salir jamás de
lo dado. De esto se derivan varias características: hostilidad a toda construcción y deducción; hostilidad a la
sistematización; reducción de la filosofía a los resultados de la ciencia y, finalmente, naturalismo” (cf. José Ferrater Mora:
Diccionario de filosofía abreviado, Barcelona, EDHASA, 1994 [1962], s.v. ‘Positivismo’).
“En metodología histórica, el positivismo prima fundamentalmente las pruebas documentales, minusvalorando las
interpretaciones generales, por lo que los trabajos de esta naturaleza suelen adolecer de excesiva acumulación
documental y escasa síntesis interpretativa” (cf. Wikipedia, s.v. ‘Positivismo’: [http://es.wikipedia.org/wiki/Positivismo]
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HAUSER, Arnold: Historia social de la literatura y el arte, Madrid, Guadarrama, 1980, t. III
El Realismo 4
4. EL NATURALISMO
Realismo Decimonónico
Realismo Burgués
Realismo Socialista
Es común citar a los novelistas franceses Balzac (La piel de Zapa, 1831, Eugenia Grandet, 1833, Le
père Goriot, 1834) y Stendhal (Rojo y Negro, 1830) como los iniciadores del Realismo en Francia y
el año 1830 como fecha significativa del inicio de esta etapa.
El Realismo 6
Sin embargo, quizá sea más correcto considerar estos gigantes de la literatura ilustres precedentes
del realismo –en el fondo Julián Sorel, el protagonista de Rojo y Negro, es un auténtico héroe
romántico– y fijar la eclosión del Realismo tras la revolución de 1848.
1848 El desencanto tras el fracaso
revolucionario empujó a los intelectuales a repudiar el idealismo y las utopías y a abrazar un arte
objetivo y crítico.
Es en la década de 1850 cuando se configura definitivamente el Realismo, término que es
acuñado por primera vez en la revista Réalisme (1856-1857) de Edmond Duranty y en el volumen
de crítica titulado Le Réalisme publicado por Champfleury.
Champfleury
Se puede considerar a Gustave Flaubert (Madame Bovary, 1856) como el primer gran novelista
realista francés.
La primera novela naturalista es Thérèse Raquin (1867) de Émile Zola.
Zola Podemos acotar los límites
del naturalismo a partir de las fechas de publicación de su serie de novelas tituladas Les Rougon-
Macquart. Histoire naturelle et sociale d’une famille sous le second Empire (1871-1893).
9
6. EL REALISMO EN LA LITERATURA EUROPEA Y NORTEAMERICANA9
La segunda mitad del siglo XIX es la época dorada de la novela, asociada al triunfo social de la
burguesía. En toda Europa los escritores describen con espíritu crítico y realista la nueva sociedad,
pero no hay nación que, en conjunto, pueda disputar a Francia su supremacía, con sus cuatro
grandes novelistas: Stendhal, Balzac, Flaubert y Zola. La novela demuestra ser el género más
adecuado para retratar la sociedad capitalista movida por el poder y el dinero. Sus rasgos
facilitan una perspectiva amplia y objetiva en la descripción de ambientes y psicologías. El tema
central de las novelas realistas es la compleja y conflictiva relación entre sociedad y individuo,
siempre con el fracaso de éste.
Gracias al desarrollo de la prensa periódica, que solía incluir entregas coleccionables de novelas
y folletines, el público lector se amplía considerablemente.
Tanto la vida como la obra de Honoré de Balzac (1799-1850) se desarrollan bajo el signo del
exceso. Tras una juventud pobre y bohemia, el éxito le permitió llevar una existencia de lujo y
derroche (con las consiguientes deudas) marcada por numerosos amoríos que culminarán en su
matrimonio con una aristócrata ucraniana.
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El apartado 6 está extraido de la web Hiru.com [http://www.hiru.com/literatura/literatura-europea-de-los-siglos-xviii-
y-xix]
El Realismo 7
Sus primeras obras son novelones históricos y fantásticos de tono romántico. Hacia 1830 concibe
el vasto proyecto literario de la Comedia humana. En él hay desde novelas históricas hasta
simbólicas, como La piel de zapa, o policiacas, como Un asunto tenebroso.
La mayor parte describe críticamente la sociedad de entonces. Destacan Eugenia Grandet (1833),
centrada en un avaro que impide la felicidad de su hija, Papá Goriot (1834), que, por el contrario,
narra los sacrificios de un padre por satisfacer los enredos y caprichos de sus hijas.
Gustave Flaubert (1821-1880) es el más moderno de los realistas franceses por su ahondamiento
en la psicología de los personajes y su cuidadosa descripción de ambientes. En la vida de este
escritor apenas hay nada reseñable, pues la pasó prácticamente recluido en una finca de su
propiedad, consagrado a alcanzar con sus obras un ideal de perfección literaria basado en la
objetividad y la impersonalidad. Escribió cuentos, novelas históricas y fantásticas y dos grandes
novelas realistas:
Madame Bovary (1857), su obra maestra, le costó un proceso judicial por inmoralidad. En
esta novela, que es una especie de homenaje a Don Quijote y, a la vez, una crítica al
Romanticismo, traza un despiadado retrato de un caso de intoxicación idealista en un
ambiente de asfixiante vulgaridad provinciana. La protagonista, Emma, aburrida mujer de
un médico rural, alimenta su fantasía con lecturas de novelas sentimentales que le llevan
una serie de aventuras eróticas. Al final, abrumada por sus deudas, acaba suicidándose.
En La educación sentimental (1869) narra la historia de un joven burgués y de sus
frustrados amores con una mujer casada. La triste constatación final de cómo el tiempo
arruina toda ilusión constituye una profunda crítica de los ideales burgueses. El
naturalismo de Zola
Émile Zola (1840-1902), influido por el positivismo de su época, intentó dotar al realismo de
mayor valor científico, analizando la conducta humana y social mediante las leyes de la herencia,
el influjo del medio ambiente y el método experimental.
Siguiendo el ejemplo de Balzac, escribió entre 1871 y 1893 una serie de veinte novelas, Los
Rougon-Macquart, centrada en las distintas ramas de una familia. En ella se presentan los
aspectos más crudos de la sociedad francesa de final de siglo (taras, alcoholismo, enfermedades,
miseria). Obras como La taberna (1877), Nana (1880) o Germinal (1885) se caracterizan por la
fuerza de sus descripciones y por tener como protagonista a la emergente clase proletaria.
Toda Europa vive, durante la segunda mitad del XIX, una compleja situación económica, social y
espiritual motivada por la Revolución Industrial y el acceso al poder de la burguesía. La narrativa
realista se encargará de ser testigo de todo ello y, lógicamente, su desarrollo será mayor en
aquellos países con sociedades burguesas más consolidadas, como Inglaterra. Allí brilla con luz
propia la figura de Charles Dickens.
Inglaterra era ya un país de arraigada tradición lectora. La consolidación de la novela por
entregas o folletín, vendida por capítulos a poco precio o con el periódico, provoca una auténtica
pasión que hace a los escritores ídolos de su público. Condicionadas por este sistema, las novelas
de la época suelen ser extensas, de estructura itinerante y llena de suspense, y con final feliz.
Charles Dickens es un perfecto ejemplo de este nuevo tipo de escritor de éxito, cuyas entregas
mensuales esperaban ávidamente los lectores. En su infancia, sin embargo, se vio obligado a
trabajar duramente cuando su padre fue encarcelado por deudas.
El Realismo 8
Sus primeras obras fueron Los papeles póstumos del Club Pickwick, de tono humorístico, y Oliver
Twist, sombría historia de un pobre huérfano. Este filón melodramático y sentimental se prolonga
en La pequeña Dorrit o el famoso cuento Canción de Navidad.
Más adelante escribió sus mejores novelas, como la autobiográfica David Copperfield (1849-
1850), Tiempos difíciles (1854) sobre la vida de los obreros, y Grandes esperanzas (1860-1861).
William Thackeray (1811-1863) publicó por entregas La feria de las vanidades (1848), visión crítica,
tierna e irónica de la sociedad de su tiempo a través de una trama sentimental.
Wilkie Collins (1824-1889) se hizo famoso por sus novelas de intriga La piedra lunar y La dama de
blanco.
George Eliot es el seudónimo de Mary Ann Evans (1819-1880), cuyas novelas (Silas Marner, 1861;
Middlemarch, 1871) destacan por su descripción de ambientes provincianos y conflictos morales.
• En Alemania,
Alemania la debilidad de la burguesía no estimula la novela realista. Perduran los
narradores románticos, como H. Storm,
Storm y el subgénero de la «novela de formación»,
como El veranillo de San Martín (1857) de A. Stifter o Enrique el Verde (1855) de G. Keller.
Keller
El único auténtico realista es Theodor Fontane (1819-1898), cuya novela Effi Briest (1893),
una de las mejores del siglo, narra una relación adúltera en un ambiente aristocrático.
Nikolai Gogol (1809-1852) es el iniciador del realismo ruso en sus primeros relatos (Diario de un
loco, El retrato), en los que no falta lo romántico (Taras Bulba), lo grotesco (La nariz) y lo fantástico
(El abrigo). Su obra teatral El inspector (1836), en la que denuncia la corrupta burocracia zarista,
provocó un escándalo.
Su novela más famosa es Almas muertas (1842), que describe la miseria del campo ruso a través
de un estafador que obtiene tierras y subsidios alegando tener siervos que en realidad han
muerto.
Iván Goncharov (1812-1891) trazó, con el simpático protagonista de su novela Oblómov (1851), un
retrato de la pereza y la pasividad, consideradas defectos prototípicos del espíritu ruso.
Iván Turgeniev (1818-1883), rico y noble, viajó por Europa y trabó amistad con varios escritores
franceses. Fue dramaturgo (Un mes en el campo), escribió relatos breves (Un rey Lear de la
estepa) y novelas (Nido de hidalgos, 1859; Padres e hijos, 1862) de ambientación rural y temática
común: frustración vital, amores fallidos, crítica a la vida rusa en boca de un recién llegado, etc.
Fiodor Dostoievski (1821-1881) es uno de los mayores escritores de la historia por la hondura de los
problemas existenciales que plantea y por la complejidad psicológica de sus personajes.
Sus primeras novelas (Pobres gentes, 1846; Las noches blancas, 1848) muestran la preocupación
del autor por el sufrimiento humano. Su experiencia en la prisión siberiana se refleja en Apuntes de
la casa de los muertos (1862). Apuntes del subsuelo (1866) anuncia ya la complejidad psicológica
y argumental de sus obras maestras:
La amplia obra de Liev Tolstoi forma un gigantesco cuadro descriptivo del carácter y las
costumbres rusas. En su juventud escribió una autobiografía en tres partes y reflejó su experiencia
bélica en los Apuntes de Sebastopol (1855-1856), cuyo crudo realismo le causó problemas con la
censura.
Su primera obra maestra es la monumental Guerra y paz (1863-1869), crónica de las campañas
de Napoleón en Rusia a través de los avatares de dos familias nobles. Otro gran éxito fue Ana
Karenina (1877), historia de una pasión amorosa que lleva a la protagonista al adulterio y al
suicidio. Junto al fino análisis psicológico destaca la crítica al puritanismo de las convenciones
sociales.
Convertido en un patriarca de la cultura rusa, escribe las novelas cortas La muerte de Ivan Ilich
(1886) y La sonata a Kreutzer (1889). Su última novela, Resurrección (1899), refleja las
preocupaciones religiosas y caritativas de su vejez.
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6.4. LA NOVELA DE LA SEGUNDA MITAD DE SIGLO XIX EN EEUU10
Romanticismo puritano
Nathaniel Hawthorne (1804-1864) explora en sus novelas el tema del pecado y el mal, tan
obsesivo para la religión puritana. Sus principales obras son La letra escarlata (1850), ambientada
en la vida de los primeros colonos, o La casa de las siete torres (1851), de tono fantástico. Lo
sobrenatural también caracteriza sus cuentos.
Herman Melville (1819-1891), la otra gran figura de la época, es el autor de Moby Dick (1851), una
de las grandes novelas de todos los tiempos. Fue marinero en su juventud, experiencia que refleja
en sus primeras novelas: Taipi (1846), idealizada visión de los mares del Sur, y Blusón blanco
(1850), sobre la dureza de la vida de a bordo.
Melville destaca también en la narrativa corta, con tres grandes títulos: Bartelby, el escribiente,
relato prekafkiano sobre un oficinista, Benito Cereno, de angustiosa intriga, y Billy Bud, su obra
póstuma, sobre la injusta muerte de un joven marinero.
El más importante es Samuel L. Clemens (1835-1910), que adoptó el seudónimo Mark Twain. Twain Fue
piloto de río en su Missouri natal y buscador de oro antes de convertirse en periodista y
conferenciante. Su espíritu satírico y su visión pesimista del ser humano se aplican tanto al pasado
(Un yanki en la corte del rey Arturo, 1889) como a la actualidad (El hombre que corrompió a
Hadleyburg, 1900).
Sus mejores novelas son Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y su continuación, aún mejor, Las
aventuras de Huckleberry Finn (1884). Las andanzas picarescas de sus juveniles protagonistas
reflejan los problemas sociales y raciales de la sociedad americana.
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En poesía destacan dos grandes figuras: Walt Whitman (1819-1892) es autor de un único libro, constantemente
ampliado, Hojas de hierba. Los vigorosos versículos de sus largos poemas, de audaz libertad para su tiempo, cantan al
individualismo, a la democracia, a la vida de todos los días. Emily Dickinson (1830-1886) vivió aislada y desconocida en su
época. Sus breves y lacónicas poesías, adelantadas a su tiempo, son como chispazos intuitivos sobre los grandes temas:
muerte, amor, Dios, etcétera.
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7. EL REALISMO-
REALISMO-NATURALISMO EN LA NOVELA ESPAÑOLA
Grosso modo podemos asociar la época del Realismo con la segunda mitad del siglo XIX. En el
apartado anterior hemos comprobado que en algunos países europeos ya venían ensayando este
tipo de arte desde la década de los treinta. En España, sin embargo, triunfa casi tres décadas más
tarde (a partir de 1868). Una posible explicación del retraso es que los resabios románticos –el
romanticismo eclosionó tardíamente a partir de mitad de la década de 1830– se extendieron
hasta la década de los 70. Desde 1850 hasta 1875 en España conviven el Romanticismo tardío
(llamado Eclecticismo, por combinar elementos clasicistas con un romanticismo menos exaltado y
más intimista) y las primeras tentativas realistas (representadas por el costumbrismo y las novelas
de sucesos contemporáneos).
La Revolución de 1868 es el acontecimiento político que condiciona el triunfo de este nuevo tipo de
arte, que tendrá su máximo esplendor durante la Restauración –que supone el verdadero
afianzamiento de los postulados burgueses–, especialmente entre 1880 y 1890. Como se ve, el
triunfo del Realismo en España coincide con la moda naturalista, que también llega a nuestro país.
Finalmente, se suele asociar la última etapa del realismo con el llamado Realismo Espiritualista
(1890-1920), que muestra una pérdida de la fe en el positivismo y una preocupación mayor por la
interioridad de los personajes.
En resumen, son cuatro las etapas del Realismo en España:
1ª )1850-
)1850-1875. Transición. Eclecticismo
2ª )1875-
)1875-1880. Iniciación de Realismo
3ª )1880-
)1880-1890. Plenitud del Realismo-
Realismo-Naturalismo
4ª )1890-
)1890-1920. Realismo espiritualista
La novela realista nace gracias a las libertades surgidas tras la Revolución de 1868. Se debe
fundamentalmente a Galdós la labor de crear una verdadera novela realista, ya que hacia
1870 el panorama que se encuentra (comentado en el apartado anterior) sólo había
El Realismo 12
preparado el terreno sin desprenderse de los resabios románticos o una actitud tendenciosa.
En definitiva, el novelista canario lleva a cabo una labor análoga a la que realizaron Balzac y
Stendhal (y definitivamente Flaubert) hacia 1830.
Hasta 1881 (año en el que aparece La desheredada de Galdós) existen tres modalidades
novelescas:
Además de las obras citadas anteriormente de Galdós (el ciclo de las “novelas
contemporáneas”), Clarín, Pardo Bazán y Pereda, podemos relacionar con la estética
naturalista otras obras de Pereda,
Pereda agrupadas en el ciclo de novelas de evocación
montañesa: El sabor de la tierruca, 1882, Sotileza, 1885, La puchera, 1889, Peñas arriba,
1895. Temática y contextualmente (están ubicadas en zonas rurales idealizadas) están
muy alejadas del naturalismo, pero la precisión descriptiva de los parajes, el habla y las
costumbres montañesas sí se pueden asociar con esta escuela.
Por otra parte, en la década de los noventa se empieza a apreciar la decadencia de la
moda naturalista pero, aun así, aparecen muestras significativas: La espuma (1890) de
Valdés Pequeñeces (1890-1891) del padre Luis Coloma o Dulce y sabrosa (1891)
Palacio Valdés,
de Jacinto Octavio Picón.
Picón
Realismo espiritualista
Ya decaído el Naturalismo, se publica un grupo de novelas relacionadas con el llamado
Realismo espiritualista, que supone un abandono de la pretendida objetividad y
cientificismo naturalistas y una ampliación de los componentes humanos (espirituales) y la
interioridad de los personajes. Este tipo de Realismo proviene fundamentalmente de las
últimas novelas del ruso Tolstoi. Galdós publica algunas en las que cobra importancia el
mundo de la moral y la religión: Ángel Guerra (1890-1891), Nazarín (1895), Misericordia
(1897). Por su parte, la Pardo Bazán da a la luz La quimera (1905) y La sirena negra
(1908).
11
Donald Shaw (op. cit., pág. 238) resume así la postura de la autora: “para la Pardo Bazán, el naturalismo era un
movimiento pretenciosamente seudocientífico basado en la aplicación de un restringido concepto de determinismo a la
conducta humana, con una deplorable tendencia a recalcar lo sórdido, lo feo y lo proletario”
12
BEYRIE, Jacques, “A propósito del naturalismo: problemas terminológicos y de perspectiva literaria en la segunda mitad
del siglo XIX”, en Realismo y naturalismo en España en la segunda mitad del siglo XIX, Actas del Congreso internacional de
la Universidad de Touluse-le Mirail del 3 al 5 de noviembre de 1987, publicadas en Barcelona, Anthropos, 1988.
El Realismo 14
Nace en Las Palmas de Gran Canaria en 1843 en el seno de una familia acomodada. Cursa
bachillerato en su ciudad natal pero marcha a Madrid en 1862 a estudiar Derecho. Siente mayor
interés por las letras que por las leyes: frecuenta el Ateneo, las bibliotecas, las tertulias...
En 1865 inicia su carrera como periodista en La Nación y colabora en otras publicaciones (Las
Cortes, El Debate).
Sus primeros pasos literarios se centran el drama. En 1867 empieza a escribir La fontana de oro e
inicia así su prolífica etapa como novelista. Se dedica con tesón a la literatura sin abandonar sus
colaboraciones periodísticas. Aparca su vida bohemia y emprende viajes por España en los que
observa la realidad de sus tierras. En 1886 acepta un acta de diputado en el partido de Sagasta.
En 1889 es elegido académico, pero no toma posesión hasta 1897. En 1907 vuelve al Congreso
como representante del Partido Republicano. En 1909 es nombrado presidente del comité
ejecutivo de la conjunción republicano-socialista, junto con Pablo Iglesias.
Los últimos años de su vida están marcados por las penurias económicas, la ceguera y el
agravamiento de enfermedades degenerativas. Murió en 1920.
Se ha dicho que su vida fue discreta y, excepto en los últimos años, desahogada. Galdós no creía
en el matrimonio y permaneció soltero toda su vida. Tuvo diversos romances –el más sonado, con
Emilia Pardo Bazán– y algunas hijas.
Ha sido muy discutido su anticlericalismo. Galdós denuncia aquellos excesos y conductas que cree
reprobables, pero sin negarse a reconocer otros aspectos más positivos. Centraba sus críticas en
el fanatismo y la superstición,
superstición manifestaciones, según él, de la ignorancia. Ruiz Ramón ha
relacionado su postura con el regeneracionismo: Galdós consideraba la intransigencia y la
oposición a la libertad de expresión manifestada por la Iglesia española como una de las
principales rémoras para el progreso social y cultural de la nación. Por otra parte, se ha puesto de
relieve el progresivo descenso de la crítica anticlerical en la evolución novelesca del autor. Por
último, conviene tener presente que, aun admitiendo su anticlericalismo, es evidente que la
religión es uno de los temas recurrentes de las novelas galdosianas.
2.2.1. Novelas de ambiente histórico, una novela fantástica y un “intermedio sentimental” (cf.
Gullón)
- La Fontana de oro (1870). Su acción se desarrolla durante el trienio liberal (1820-1823).
Su deseo es ofrecer una lección útil para el presente de España. Hay también una sátira
contra el catolicismo reaccionario. Narra los intentos frustrados de sembrar la discordia y
el odio en las reuniones de los liberales por parte de infiltrados realistas.
- El audaz (1871)
- La sombra (1871), una novela fantástica no apreciada en plena época realista.
- Marianela (1878). Sencilla novela que narra la relación entre Nela, una joven huérfana,
fea y deforme, y Pablo, el señorito ciego al que sirve de lazarillo. A través de los ojos de
ella el ciego aprende a conocer el mundo y, fascinado por la bondad de espíritu de su
compañera, se enamora y planea casarse. Los planes se ven truncados tras recuperar la
vista tras una operación. La obra termina con la trágica muerte de ella cuando él la
contempla, horrorizado, por primera vez.
La novela aborda el triunfo de la ciencia, del positivismo sobre el idealismo. La realidad
mata la imaginación. No hay acuerdo en la crítica sobre la postura de Galdós al
respecto. Parece probable que el autor simplemente presenta el triunfo de la ciencia como
algo inevitable, que traen los tiempos, no intrínsecamente negativo. No se puede
renunciar al progreso, pero se debe tener presente que conlleva también inconvenientes y
renuncias.
Destaca también el halo de tragedia que sobrevuela sobre los orígenes de la protagonista
(su madre alcohólica se suicidó arrojándose al agua).
Por otro lado, como telón de fondo de la historia, cobra protagonismo el embrutecido
mundo de los mineros de Socartes (un pueblo del norte de España), sometidos a una vida
degradante y casi animal.
Finalmente, se ha apuntado como influencia principal (el propio Clarín la percibió) el
Wilhelm Meister de Goethe (en especial el personaje de la Mignon, antecedente de
Marianela).
se trata de una ateo irrespetuoso. Las hostilidades estallan, al tiempo que evoluciona la
relación amorosa de Pepe con su prima Rosario, hija de Dª Perfecta. El final es una
auténtica masacre de inocentes.
Los personajes adquieren la categoría de símbolos, sin por ello perder su contenido
humano. Galdós ofrece una representación simbólica de la vida española polarizada en
torno a dos núcleos antagónicos: vida rural-fanatismo religioso-reacción / ciudad-
ciencia-progresismo. Es tópico señalar la posible influencia de la madre de Galdós
(estricta católica) en la figuración de Dª Perfecta. Rosario es víctima de una educación
represiva.
- Gloria (1877)
- La familia de León Roch (1878)
Formados por cinco series con diez capítulos cada una (excepto la última, que quedó inconclusa).
Es una obra magna (significa aproximadamente la mitad de su producción) que tiene el mérito de
haber elevado la novela histórica de tema contemporáneo a una auténtica categoría literaria.
Durante casi cuarenta años (con un lapso entre 1879 y 1898) Galdós se dedicó a explorar el
pasado reciente de España, desde la guerra de la Independencia a la Restauración
Restauración. El objetivo
fundamental de este estudio de la historia reciente es la proyección del pasado en el futuro;futuro la
comprensión del pasado ayudará a comprender (y mejorar) el presente.
Como en el resto de su obra novelística, Galdós renovó la novela histórica, apartándola de la
mitificación patriótica de la historia y acercándola a la realidad.
La primera serie (redactada entre 1876 y 1875) explora el resurgimiento de un ideal español
nacional y patriótico en la lucha contra Napoleón. El mayor problema con el que se encontró fue
la consecución de un equilibrio entre: a) los hechos históricos y la ficción, b) las ideologías y c) la
narración y la interpretación. Algunos títulos: Trafalgar, la corte de Carlos IV…
El Realismo 18
La segunda serie (1875-1879) se centra en la lucha entre las ideas tradicionales y las progresistas.
Se aprecia la intención de disponer los episodios de manera que formen una crónica de la subida
al poder de la clase media en la España del siglo XIX.
Entre 1879 y 1898 se produce un paréntesis entre la segunda y la tercera serie. Este lapso coincide
con el punto culminante de su obra novelesca: las novelas españolas contemporáneas.
Cuando retoma la redacción de los Episodios Nacionales, que tanto dinero le habían aportado,
se observa un cambio de postura ideológica: ahora es evidente el desengaño de la burguesía, su
propia clase social, que se ha corrompido en el poder (durante la Restauración) traicionando los
ideales de la Revolución de 1868 (“La gloriosa”). Galdós radicaliza su posicionamiento político y
su nihilismo (“No espero nada; no creo en nada”).
Análisis de su obra
Sus novelas ofrecen un profundo análisis de la vida social española, que se concentra de
forma especial en el ámbito gallego (donde cobra relevancia el ámbito rural). Sus obras son
un verdadero documento de la estratificación social coruñesa.
De la peculiar adaptación del naturalismo de la autora ya se habló en 7.3.3.2. Conviene
apuntar que sus descripciones son muy detalladas y no están exentas de dinamismo. Junto a
los aspectos biológicos, hay profundos análisis de la psicología de los entes ficticios, en
especial de las mujeres. Tampoco faltan los rasgos caricaturescos, aunque el sentido del
humor no aparece excesivamente desarrollado en su obra. También intenta reproducir con la
máxima fidelidad posible el lenguaje cotidiano, pero no consigue la maestría de Galdós en la
expresión del habla coloquial.
Podemos dividir la evolución de su novelística en tres etapas:
a) Etapa realista.
realista Previa al interés por la estética naturalista. Las obras representativas son
Pascual López (1879) y Un viaje de novios (1881).
naturalista La más valorada. Formada por seis novelas: La Tribuna (1882) –
b) Etapa naturalista.
ambientada en una fábrica de tabaco–, Los pazos de Ulloa (1886), La madre naturaleza –
continuación de la anterior– (1887), Insolación (1889), Morriña (1889), La piedra angular
(1891). Los pazos de Ulloa plantea el enfrentamiento entre dos formas de vida totalmente
distintas: las costumbres bárbaras que reinan en el mundo rural y la civilización urbana. El
influjo de la naturaleza es clave.
c) Etapa idealista.
idealista Se aprecia una evolución hacia obras de tono idealista y religioso,
aunque nunca llegó a desechar por completo el influjo naturalista. Esta tendencia (ya
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esbozada desde los años 80) es apreciable a partir de la década de los noventa. Oleza
señala como rasgos característicos de esta etapa “la organización de la novela en torno
a un motivo legendario” y “el desplazamiento de la visión de lo externo a lo interno, con
la consiguiente puesta de relieve de la psicología de los personajes”. Las últimas novelas
modernismo La quimera (1905), La sirena negra
se adentran ya en los dominios del modernismo:
(1908), Dulce dueño (1911).
El naturalismo de Clarín
Desde el comienzo de la década de los 80 se siente atraído por el Naturalismo. Celebra la
publicación de La desheredada (1881) de Galdós y firma el prólogo de La cuestión palpitante
(1883) de Pardo Bazán. Al igual que ésta, contribuye a difundir el naturalismo desde dos
polos: como crítico literario y como creador.
Su adaptación de los postulados zolescos se caracteriza por:
a) Es partidario de que la novela refleje la realidad con la mayor precisión posible,
reduciendo al mínimo la intervención del narrador. Coincide con Zola en el concepto de
la observación experimental.
b) Rechaza todo exclusivismo: para él el naturalismo no supone la negación de otras
tendencias.
c) Su narrativa no deriva hacia el materialismo zolesco. Creía que “la novela naturalista no
podía ser positivista porque el positivismo implica una ideología predeterminada en el
autor: si lo que pretende es reflejar la realidad tal como es, el autor no puede imponer su
ideología a la novela. Luego una novela naturalista no puede ser positivista, como no
puede ser idealista ni ninguna otra cosa. Debe ser un reflejo de la pura realidad en sí
misma” (Oleza, op. cit., pág 167).
d) En el prólogo a La cuestión palpitante define el naturalismo por lo que no es: no es la
imitación de lo que repugna a los sentidos, ni la recreación en descripciones de
realidades feas y miserables, ni positivismo, ni pesimismo, ni una doctrina exclusivista y
cerrada.
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OLEZA, Juan: La novela española del siglo XIX: del parto a la crisis de una ideología, Valencia, Bello, 1976, pág. 75-76
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Por otro lado, Clarín es un maestro de la ironía y la sátira. A menudo estos enfoques están
puestos al servicio de la crítica social.
También destaca su estilo cuidado y la preocupación por los aspectos formales. Reproduce el
habla coloquial con maestría.
Novelas
La Regenta (1885) se desarrolla en Vetusta (trasunto simbólico de Oviedo). La protagonista,
Ana Ozores, se ha comparado con Emma Bovary, la protagonista de la obra de Flaubert –
que influye notablemente en el texto de Clarín–. Está infelizmente casada con Víctor Quintanar
y es cortejada por el galán don Álvaro Mesía y su guía espiritual, el enigmático magistral de
la catedral, don Fermín de Pas. Cede al adulterio con don Álvaro; don Fermín, al enterarse,
reacciona airado contándoselo al marido de Ana. Después de un duelo, Mesía mata a
Quintanar y huye. Ana Ozores, viuda y enferma, decide volver a sus prácticas religiosas y
pedir perdón al magistral. Éste reacciona de forma violenta, ella se desmaya y la obra
termina con un enfermizo beso.
El tratamiento del personaje de Ana Ozores es uno de los grandes aciertos de la novela. Su
psicología es compleja y llena de matices. El otro gran personaje es don Fermín de Pas,
hombre culto, elegante, inteligente, elocuente, astuto, orgulloso y ambicioso. Su máxima
pretensión es dominar (espía simbólicamente la ciudad desde el campanario) y conquistar.
Se puede hacer una doble lectura de la obra:
a) Psicológica:
Psicológica historia de una frustración, exaltación de lo vital, voluptuosidad, liberación
erótica…
b) Sociológica:
Sociológica crítica de las mezquindades, hipocresía, ociosidad y rutina de una ciudad
provinciana –Oviedo– o de toda la sociedad española de la Restauración. También se critica
las lacras morales de todos los estamentos sociales, en especial el clero.
Su único hijo (1891) ha sido eclipsada por la obra maestra La Regenta. Narra las tentativas de
redención a través de la paternidad del frustrado Bonifacio Reyes, que lleva una monótona
vida subyugado por su tiránica esposa, sólo interrumpida con el romance que mantiene con la
soprano Serafina.
Destaca la atención a las relaciones eróticas de los personajes y, especialmente, la más
mordaz y despiadada ironía mostrada por Clarín con sus personajes. Aparecen ridículos y
grotescamente deformados. También se observa una implacable crítica de costumbres contra
la burguesía.
Cuesta abajo es la tercera novela olvidada de Clarín, publicada por entregas entre 1890 y
1891.
Cuentos
Finalmente, hay que destacar la importante labor como cuentista del autor. La crítica suele
distinguir novelas cortas y cuentos. Los más importantes son los siguientes: Pipá (1886), Doña
Berta, Cuervo, Superchería (1892, tres novelas cortas), El señor y lo demás son cuentos (1893,
en él se incluye el célebre “¡Adiós, Cordera!”), Cuentos morales (1896), etc.
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El propio Clarín lo define así: “sustituir las reflexiones que el autor suele hacer por su cuenta respecto de la situación de
un personaje, con las reflexiones del personaje mismo, empleando su propio estilo, pero no a guisa de monólogo, sino
como si el autor estuviera dentro del personaje mismo y la novela se fuera haciendo dentro del cerebro de éste” (cf. Clarín,
Leopoldo alas: teoría y crítica de la novela española, ed. Sergio Beser, Barcelona, laia, 1972, pág. 231)