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‘laude-Gilbert Dubois EL MANIERISMO Be SFO ‘La edicién oiginal en francés aparecié en tas Presses Unt Yersitaires de France en 1979, con el titulo de Le manié- risme. © Presses Universitaires de France, 1979, Traduccién de Enrrove LycH Cubierta de Jordi Fornas. Primera edicién: mayo de 1580. Derechos exclusives de esta edicién (incluyendo ta tradue- cién y el disefio de la cubierta): Edicions 62 sja., Proven: za 278, Barcelona. Impreso en Sidograf, Corominas 28, Hospitalet de Llobregat. Depésito legal: B. 14.881 - 1980. ISBN: 84-297-15843. «Nella regola una licenzia che, non essendo di regola, fosse ordinata nella regola, € potesse Stare senza fare confusione o guastare Vordine.» Giorgio Vasant (1550), Le Vite (.), Firenze, G. Sansoni, 1966, vol. IV, p. 9. eCrest @ partir des régles que je peux divaguer» Marie Carpiiat (1977), Autrement dit, Paris, Grasset, 1977, p. 25. des sujets en proces, dont la pratique est un excis du code et, dans cette mesure, jouissance.> Julia Kristeva (1977), Potylogue, Parfs, Seuil, 1977, p. 17. Las tesis desarrolladas en este estudio sobre-el manie- srismo parten de una perspectiva diferente de la que hasta ahora ha orientado a los escritos dedicados a examinar ‘este problema. No se trata de describir las obras como productos de una estética, sino de destacar un todo de produccidn.: Sora eee —=NGs inspiraremos en los estudios de morfogénesi mando este término de la o>ra de René Thom Intentare- mos seguir los desarrollos lingilisticos y plésticos de una forma geométrica estructurante y dar una idea de ella en Ia medida de nuestros medios. Los principios basicos del agenerativismo» en lingiifstica, y los conceptos de modelo © identificacion empleados por cl psicoandlisis te6rico para sus aplicaciones psicogenéticas (ideal del Yo, Super- Yo, complejos, proceso de individuacién), en la medida en que intentan la explicacién de una formalizacién de la energia psiquica nos parecen capaces de suministrar un aparato de referencias fecundo||Nuestra actitud (compa- rable, si se quiere, a la de Ernst Bloch con respecto a la utopfa) consiste en considerar-al manierismo_como una indi formas, cuyo lugar quedara mninado por sts diferencias con otros sistemas de forma: izacion (barroco, cldsico, roméntico, decadente); Cree- ios que es posible revisar el juego de opos ‘jones y afi- nidades que ha sido presentado como juego de oposicio nes y afinidades formales, organizadas de una manera a menudo tardia en sistemas inmovilizados a los efectos de un andlisis fijista, toméndolos desde una perspectiva de 1. René THom, Modéles mathématiques de Ia morphogenése, Paris, UGE («I0-18), 1974 9 desarrollo linesl, hiperbolizante, reactivo o dialécticu, de fuerzas vitales restituidas en su devenir, Del mismo modo, creemos que podemos valernos de los concepios operatorios que nos proveen las ciencias huma- nas, y volver sobre algunas nociones que se han hecho banales desde hace mucho tiempo, tales como «imitacién» u coriginalidad», sustituyendo la aproximacién impresio- nista 0 empirica por un método de andlisis més cientifico que utilizar, entre otros, los conceptos de modelo, pro- duccién, y diferencic Esto en lo que respecta a los instrumentos de trabajo. Algunas palabras sobre las hipétesis: rechazamos las dicotomias activo/ pasivo 0 sujeto/objeto aplicadas al pro- ductor y su producto. En primer lugar porque si habla- mos del manierismo en términos histéricos, la situacién del sujeto y la oposicidn entre la materia pasiva y el es- piritu activo es posterior. En segundo lugar, porque si hablamos del manierismo como modo general de produc- cidn de las obras estéticas, notamos que una de sus rei- vindicaciones fundamentales, aunque no siempre esté ex- plicita, es la indecision entre el sujeto y el objeto y, por un juego subversivo que hace a la sustancia permeable a todas las cualidades, el deseo de reencontrar una unidad indiferenciada del lenguaje haciendo estallar por hiper- Bolizacién sus propias categorias de clasificacién. Nos interesa, en particular, poner de relieve los prin- cipios de produccién de ese sistema dinamico llamado ci- Vilizacién. Por ello, la divisin sectorial que se establece entre los diversos productos de una civilizacién nos pa- rece arbitraria: no podemos adoptar el punto de vista del especialista que sélo se refiere a una categoria de produ ciones estéticas y que, para teorizar, no puede sino eri gir en principios totalitarios los principios limitados de su especialidad. Por el contrario, buscaremos las correspon- dencias interdisciplinarias, multiplicaremos los puntos de convergencia, estableceremos los paralelismos. Queremos simplemente recordar esa nocién tan vulgar de que una ci vilizacion es la resultante de dos fuerzas convergentes 0 antagénicas, una conciencia colectiva que formaliza por 10 ieyes y reglamentos,y una imaginacin, coloctiva (tert no que preferimos al de inconsciente colectivo, cuya exis- fencia no ha, sido establecida con claridad)' concebida como fuente de energia estructurante. Puesto que estos principios son fundamentales, su de- sarrollo dialéctico tiene una importancia s6lo secundaria. Damos una gran importancia a la nocién de imitacién, que nos parece basica —porque ha sido reivindicada ex- plicitamente— en la creacién manierista. Todo manieris- 10 tiene por origen, Este TMIMETISTAO SE eicuentra en Tos niveles: los artistas se colocan bajo la inspiracién de un modelo magistral y reivindican como un honor el derecho a reproducirlo. La produccién manierista se calca sobre esquemas de reproducciér, Por otra parte, apoydndonos en textos del siglo xvr, mostrare- mos la importancia que revisten las imagenes parentales, y, en particular, la relacién privilegiada que se establece ‘entre el modelo «paternal -ondicion de

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