26 LA VANGUARDIA
Tendencias
La obsolescencia programada
Diseñados
para morir
La caducidad planificada de los aparatos
electrónicos, ¿tiranía del mercado o del consumo?
L
ANTONIO CERRILLO
Barcelona
os romanos cons-
truyeron puentes
que, dos mil años
después, siguen
ahí. Y en Livermo-
re (California) fun-
ciona una bombilla que ilumina
un cuartel de bomberos desde
1901. Sin embargo, en general, el
engranaje industrial desarrolla
equipos de electrónica de consu-
La historia
de un concepto
1932
Bernard London, un promo-
tor inmobiliario, propuso
reactivar la economía con
una obsolescencia legal
obligatoria. Lo hizo en el
opúsculo titulado Acabar
con la Depresión a través de
la obsolescencia planificada.
Su idea era que los produc-
tos, una vez usados un tiem-
po, se entregaran a la Admi-
nistración para eliminarlos.
Una prolongación extra
de su uso estaría penalizada
con un impuesto.
1954
Clifford Brooks Stevens,
diseñador industrial. “La
obsolescencia planificada es
introducir en el comprador
el deseo de poseer algo un
poco más nuevo, un poco
mejor, un poco antes de lo
necesario”, declaró en una
conferencia sobre la publici-
dad en Minneapolis en
1954. Brooks no inventó el
término, sino que sólo lo
acuñó y lo definió.
1960
El crítico cultural Vance
Packard denunció, en Los
productores de residuos,
“el sistemático intento del
mundo de los negocios de
convertirnos en desechos,
en individuos agobiados por
las deudas y permanente-
mente descontentos”.
MARTES, 28 DICIEMBRE 2010
mo, móviles y otros aparatos con
una vida tan fugaz que ni deja
rastro en nuestra memoria. Se
hacen perecederos al poco de na-
cer. Diseñados para tener una vi-
da corta, frecuentemente ni si-
quiera tienen una segunda opor-
tunidad tras estropearse. Des-
aparecen los servicios
de reparación (o es
muy complicado acudir e
ellos), lo que demuestra una con-
cepción basada en la idea de
usar y tirar.
En la vida cotidiana, apenas se
habla de reparar, reponer o reuti-
lizar ante unas pautas que hacen
que todo sea rápidamente viejo y
fugaz. Pero acortar el ciclo de vi-
da comporta un agotamiento de
recursos naturales, derroche de
energía y una producción de de-
sechos imparable.
La caducidad planificada ca-
racteriza nuestro modelo econó-
mico. Ha sido históricamente la
palanca que ha activado la com-
pra y el crédito. “La obsolescen-
cia programada surgió a la vez
que la producción en serie y la
sociedad de consumo”, sostiene
Cosima Dannoritzer, directora tiempo con ba-
del documental Comprar, tirar, terías de poca du-
comprar, producida por Media- ración. Y en Espa-
pro en colaboración con otras ña, los clientes que se
seis televisiones. El problema es quejan de la generación
que ahora es una práctica siste- de las impresoras que de-
mática que “está teniendo efec- jan de funcionar una vez
tos ambientales terribles”, sostie- que lanzan un número deter-
ne la realizadora. minado de rayos de tinta para lim-
Por eso, los productos tienen piar los cabezales.
una historia marcada en origen.
La bombilla es tal vez el primer REN O V A C IÓ N C O N ST A N T E
exponente del deliberado acorta-
miento de la vida de un produc- Si se dificulta el uso
to. En 1924 se creó el cartel de
Phoebus, integrado por diversas
continuado del
compañías eléctricas para inter- producto, la caducidad
cambiar patentes, controlar la
producción y reorientar el consu-
se hace sistemática
mo. Se trataba de que los consu- Los partidarios de esta estrate- Muy frecuentemente, el coste de
midores compraran bombillas CO SIM A DA N N O RIT ZER gia afirman que son una fuente una reparación (y la mano de
con asiduidad. El resultado fue “Este sistema llega de bienestar, mientras que sus crí- obra) es tan elevado que sale más
que en unos pocos años la dura- ticos denuncian que así se hurta a cuenta comprar un aparato nue-
ción de las bombillas pasó de con la producción al consumidor de las ventajas de vo. La creación de diversas ga-
2.500 horas a 1.500 horas, según en serie y la sociedad nuevas aplicaciones tecnológi- mas de productos que no interac-
el documental. cas. La fórmula made in USA re- túan con el viejo equipo ayuda a
Y en la misma dinámica entra- de consumo” novó una encorsetada cultura eu- que quede obsoleto. “Normal-
ron los coches o las medias de ropea basada en la premisa de mente, los productos se diseñan
nailon. La historia de esta obso- USA R Y CO M P R A R que la ropa o los artículos “eran con un equilibrio para que sus
lescencia anticipada llega hasta Las carencias en los para toda la vida”; incluso se he- componentes tengan una vida pa-
nuestros días. Una abogada de redaban. recida. No sería lógico tener un
San Francisco denunció a Apple servicios oficiales Existe una obsolescencia técni- elemento con una vida infinita, y
por juzgar que en los primeros muestran el predominio ca, relacionada con la duración muy costoso, y otros de vida muy
modelos de iPod habían aplica- de los materiales y componentes, corta. La estrategia sería que
do la obsolescencia antes de del usar y tirar pues su diseño define su vida. cuando un parte falla, fallen las
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DOS VISIONES
SOBRE EL
CONSUMO
ORIOL MALET
demás”, indica Carles Riba Rome-
va, director del Centre de Dis-
seny d'Equips Industrials y profe-
sor de la UPC. Por eso, ¿podrían
diseñarse piezas especialmente
frágiles de manera intencionada?
“Yo no digo que ninguna empre-
sa no lo haga, pero es delicado. Si
alguien lo hace deliberadamente,
no sería correcto éticamente”,
agrega.
¿Se crean aparatos eléctricos y
electrónicos para que duren po-
co? “En general, no es así, aun-
que hay excepciones”, opina Pe-
re Fullana, director del grupo de
Serge Latouche filósofo
“Quien piensa que un crecimiento infinito es compatible con
un planeta finito, o bien es un tonto o bien es un economista.
El drama es que, en el fondo, todos somos economistas”
investigación en gestión ambien-
tal de la Escola Superior de Co-
merç Internacional de la UPF.
Fullana relata que reparó un ju-
guete chino de su hijo sólo des-
pués de descubrir un fusible en
una cavidad recóndita sellada e
intencionadamente inaccesible.
La caducidad se impone ade-
más cuando las innovaciones tec-
nológicas se implantan sin que
los productos tengan las mismas
capacidades que los viejos. Por
ejemplo, las empresas que esta-
ban vendiendo vídeos mientras
se desarrollaban los DVD pudie-
ron estar participando de una ob-
solescencia planificada.
La caducidad se hace sistemáti-
ca cuando se alteran los produc-
tos para hacer difícil su uso conti-
nuado. En el mundo del soft-
ware, por ejemplo, hay dos mane-
ras para obligar al usuario a
comprar nuevas versiones.
“Una es perder la compati-
bilidad hacia atrás for-
zando la reconver-
sión de todo lo anti-
guo para funcio-
nar con lo nue-
vo. La segunda,
menos agresi-
va, consiste en
perder la com-
patibilidad ha-
cia delante, con
novedades que
no pueden ser so-
portadas por las
versiones anterio-
res”, explica Xavier
Pi, profesor de inge-
niería de software y pe-
rito informático.
Otro modo de jubilar
los productos es el diseño
y la moda, la maquinaria
de crear objetos que ilusio-
nen y hagan sentirse desfasa-
dos a quienes no los compran.
El diseño y el marketing multi-
plican la seducción para crear un
imaginario de libertad sin lími-
tes. “No podemos pensar en la ob-
F E D E R IC O D E M A RIA
“Todos somos
corresponsables: la
obsolescencia te hace
partícipe del proceso”
C U L T U R A D E C O N SUM O
El ‘made in USA’
renovó una cultura
europea de artículos
para toda la vida
solescencia planificada como
una teoría conspirativa en la que
los productores nos engañan es-
condiendo información. Hemos
de pensar en la dinámica de la pu-
blicidad, que te hace ver algo nue-
vo para que lo tuyo parezca viejo.
Todos somos corresponsables”,
dice Federico Demaria, investiga-
dor sobre economía de la UAB.
“La manera en que opera la obso-
lescencia te hace partícipe de es-
te proceso”, añade.c
¿CREE QUE ES HABITUAL LA
OBSOLESCENCIA PROGRAMADA?
www.lavanguardia.es/encuestas
T E N D E N C I A S
Carles Riba Romeva profesor de Diseño Industrial (UPC)
“En el momento en que la tecnología evoluciona
rápidamente, los productos se hacen efímeros”
Vertedero de residuos eléctricos en Ghana, imagen de Comprar, tirar, comprar (C. Dannoritzer)
Los expertos proponen recuperar los productos duraderos
para reducir el agotamiento de recursos naturales y energía
Otra huella ecológica
L
A. CERRILLO Barcelona
a vida corta de los pro-
ductos comporta no
sólo un derroche de
recursos naturales, si-
no también un flujo de resi-
duos incesante. Una economía
basada en el agotamiento de
materiales necesita justificarse
con su reciclaje. Pero las mar-
cas rehúyen esta responsabili-
dad. En el mejor de los casos,
una vez viejos, acaban en los
puntos verdes (deixalleries), pe-
ro así sólo se traspasa el proble-
ma a unas instalaciones munici-
pales que se pagan con los pre-
supuestos locales. Existe una
industria del reciclado de los re-
siduos eléctricos y electróni-
cos, pero un volumen importan-
te de basura electrónica de Eu-
ropa se exporta a África. La fi-
nalidad teórica es reaprove-
char ciertos equipos; pero en la
práctica, cientos de toneladas
de desechos exportados aca-
ban en basureros como los de
Ghana, según ha denunciado la
Agencia Europea de Medio Am-
biente y ha documentado Cosi-
ma Dannoritzer.
“En general, cuanto más du-
ra un producto, mejor para el
medio ambiente”, dice Pere Fu-
llana, quien echa en falta la “an-
tigua capacidad de reparar los
productos y alargarles la vida o
darles unas nuevas funciones
una vez acabada la principal”.
Los productos duraderos nun-
ca están de moda. Los partida-
rios del decrecimiento, críticos
con este hecho, reclaman como
solución una reducción del con-
sumo. “El sistema ha creado ar-
tificialmente las necesidades
de consumo, y básicamente,
hay tres instrumentos funda-
mentales para ello: la publici-
dad, la obsolescencia programa-
da y el crédito”, dice el econo-
mista, filósofo y político Serge
Latouche.
“Si queremos empezar a te-
ner en cuenta el medio ambien-
te y asumimos que debemos uti-
lizar menos materiales y me-
nos energía, vemos que el mer-
cado falla, porque la obsoles-
cencia te obliga a tirar algo que
servirá”, explica Federico De-
maria, crítico con un modelo
de mercado que “malgasta los
recursos de forma evidente”.
Otro economista, François
Schneider, considera que la in-
novación está al servicio de un
deseo de forzar los límites del
crecimiento del consumo, lo
cual origina un efecto rebote.
Schneider sostiene que las tec-
nologías eficaces incitan al au-
mento del consumo, y analiza
la base psicológica de este fenó-
François Schneider:
“La innovación crea
un efecto rebote que
incentiva forzar los
límites del consumo”
meno. Así, satisfechos por ha-
ber reducido nuestro consumo
de energía con bombillas de ba-
jo consumo, nos regalamos un
extra con un viaje a las Antillas,
lo que supone un gasto de ener-
gía superior a lo ahorrado. Co-
mo internet desmaterializa el
acceso a la red, imprimimos
LA VANGUARDIA 27
ARCHIVO
más papel... Y así siempre. “El
efecto rebote provoca un au-
mento del consumo al reducir-
se los límites de la utilización
de una tecnología”, agrega. Di-
versos expertos concluyen que
a veces se invocan mejoras am-
bientales para justificar la apa-
Falsas o discutibles
ventajas ambientales
son esgrimidas
a veces para legitimar
nuevos productos
rición de nuevos productos,
cuando en realidad no se da tal
mejora ecológica real, sino el
deseo de romper por otras vías
los límites de crecimiento del
consumo. “El efecto rebote bus-
ca aumentar las ventas y los be-
neficios para aumentar la de-
manda. Las economías de esca-
la no son concebidas para favo-
recer la ecología, sino simple-
mente para vender más”, dice
Schneider, que propone com-
partir los productos de larga vi-
da y intensificar el reciclaje de
materias con productos conce-
bidos para este fin.
“Agotar el tubo de la pasta de
dientes permite ahorrar un
14% de dentífrico y si utiliza-
mos la pasta que recomiendan
los dentistas bajaríamos el im-
pacto ambiental y económico a
la mitad”, explica Fullana: “Yo
quiero escoger el último dise-
ño, que me dé el servicio que re-
quiero con un impacto ambien-
tal menor. No quiero un equipo
obsoleto y contaminante”.c