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Febrero 2011
Hay una cita que suele molestar a mis alumnos cuando los cuestiono sobre el
privilegio de ser universitario, el deber ser y la expresión “nobleza obliga”.
Argucia, tal vez sarcasmo. Cuando en Dioses y diablos mediáticos Ramon Reig
hace un recuento de las variadas estrategias del Poder, ominoso en mayúsculas,
para perpetuarse en los distintos sistemas, sostiene que “No obstante, esta
estrategia no es aplicable a las universidades y escuelas de ‘elite’, en las que se
educan los jóvenes destinados a formar parte de la estructura real de Poder,
porque el Poder debe saber con exactitud el porqué de las cosas, es decir, las
fuerzas que mueven las acciones humanas” (Reig, 2004). Resulta lógico que me
increpen enseguida, que reclamen lo agresivo de la cita, que se sientan
incómodos con ella. Luego algunos la respaldarán, otros continuarán
considerándola ofensiva, políticamente incorrecta, incluso cuando les hablo de
la denegación que solemos hacer para ocultar el trasfondo económico detrás
del capital simbólico (Bourdieu, 1990). Luego aderezo con estadísticas sobre el
estado de la educación superior, sobre cómo se ha invertido drásticamente los
porcentajes entre los estudiantes que ingresan a la universidad para ganar
dinero frente a los que lo hacen para emprender un proyecto de vida. El
propósito no es molestarlos, por supuesto, sino que encuentren una
complicidad con su propio proceso de aprendizaje y su propia posición,
favorecida o no, ante el mundo. También es un intento por destacar cómo el
deseo y el poder son una constante cultural en sus procesos de formación y a lo
largo de su vida, con los que deberán entrar en negociación y en conflicto.
Referencias
URL: http://www.salaenespera.mx/2011/02/por-que-no-me-gusta-dar-clases-juan.html