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Resumen en 11 páginas de
SER PERSONA
Leo Buscaglia
Plaza y Janés, España, 1996.
PRESENTACION
Hola amig@s,
“Ser persona” de Leo Buscaglia nos recuerda que la vida es finita y que es un don, que
la muerte nos recuerda que todo es inestable pero que hay maneras de pasarla y una de
ellas es ser persona dándonos la plena realización de cada una de las etapas y las vías
que existen para que se pueda esto dar.
Leemos en uno de los párrafos: “Cada uno de nosotros es un ser único, una sutil
combinación de factores irrepetibles. Somos singulares e incomparables. Lo que somos y
quiénes somos ha sido determinado por la herencia, la sociedad, la educación, la familia
y los amigos. Tenemos cuanto necesitamos para llegar a ser lo que somos, una imagen
perfecta de nuestra personalidad. Para lograrlo, todo cuanto debemos hacer es
reconocerlo, desarrollarla y vivirla en acción. Para todos los actos humanos existen
alternativas. Cuanto mayor sea el número de alternativas imaginativas y creativas que
poseamos, más significativa será la elección y más autodeterminada la acción.”.
Bástenos la anterior cita para motivar a l@s destinatari@s para seguir leyendo el
resumen y disfrutarlo porque imagino que desean ser felices y tener la oportunidad de
“Ser Persona”.
Atentamente,
Estoy convencido de que en el continuo esfuerzo para la actualización de cada ser viviente,
reside nuestra única esperanza. En esto consiste el desafío de Ser persona y su solo
propósito.
Introducción:
Mahatma Gandhi, nos previno en su Autobiografía: “Estoy familiarizado con la
superstición de que la autorrealización sólo es posible en el cuarto estadio de la vida, es
decir, de sannaya (renunciación). Pero es algo de común conocimiento que aquellos que
difieren la preparación para su inestimable experiencia hasta el último estadio de la vida,
no alcanzan la autorealización, sino sólo la ancianidad, que llega, en una segunda y penosa
infancia, viviendo como una carga sobre esta tierra.”
El principio
Al nacer, recibimos nuestro mayor don -la vida- y, como regalo de nuestro primer
cumpleaños, nos vemos obsequiados con un mundo fantástico en el que vivir.
Esos dones, aunque muy a menudo los despreciamos y abusamos de ellos siempre serán
nuestras posesiones más reales y valiosas.
La mayoría de la gente no es feliz y no espera serlo es esta vida. Cincuenta mil hombres y
mujeres se suicidan cada año en Estados Unidos. Por cada caso consumado hay entre ocho y
diez intentos. Los índices de divorcio han alcanzado tal nivel, que el matrimonio moderno
no es nada más que un fenómeno social de tanteo, sin significado para muchas parejas. Los
malos tratos a los niños se han convertido en una epidemia, y constituyen la causa principal
de las hospitalizaciones en la infancia.
No puedo comprender por qué, ante una elección entre la dicha y la desesperación, la gente
sigue eligiendo tan a menudo desesperarse. Les han enseñado muy poco acerca del cambio,
de la dicha y del desarrollo.
El humanista Bukminster Fuller nos dice que a su modo de ver, la vida no es un cuerpo
físico (puesto que podemos perder treinta y cinco kilos de nuestro cuerpo y seguir siendo
nosotros mismos). Cree que la vida es una consciencia. La consciencia de la que habla
implica, como es natural, mucho más que la simple comprensión.
Lo que nos singulariza entre todas las especies es nuestro cerebro, que no es igual al de
ningún otro ser viviente. Las principales funciones de este cerebro consisten en interpretar,
diferenciar y almacenar información del medio ambiente. Los resultados de esta actividad
determinarán aquello a lo que referimos como nuestra mente. La mente se desarrolla a través
de la experiencia percibida por los sentidos, y a partir de esas experiencias, se crean nuestros
mundos personales. Mientras continuemos del todo conscientes, mantendremos el proceso
de asimilar lo que nos rodea y darnos una interpretación del mundo.
A partir de esta deprimente perspectiva histórica de los seres humanos y de las instituciones
que han creado, no resulta sorprendente que debamos buscar agentes fuera de nosotros
mismos para hallar alguna esperanza en el futuro.
Ahora poseemos suficiente conocimiento del potencial de lo que es el ser humano como para
superar el odio, el miedo, el dolor, el hambre, la guerra y la desesperación.
La idea de que la vida se construye a partir de nosotros mismos no es nueva, aunque nos
resistamos a aceptarla, pues si lo hiciéramos nos veríamos forzados a cambiar. Debemos
enfrentarnos con el dolor y con el vacío que produce la falta de realización personal; asumir
la pavorosa, incierta y exigente búsqueda de esa realización; dejar de culpar a los demás y
asumir la plena responsabilidad de crear nuestras propias vidas.
Este es nuestro desafío: hacer todo lo posible para que la ilusión se convierta en una
realidad. A fin de cuentas, nuestra presente realidad no es más que lo que un tiempo fueron
nuestras ilusiones.
Estas son, pues, las etapas principales del crecimiento hacia una plena humanidad: infancia,
niñez, adolescencia, madurez, intimidad y ancianidad.
En un sentido muy real, cada etapa hacia la madurez se completa en sí misma y puede
actualizarse con independencia de cualquier otro estadio, pero, ya que estamos programados
hacia nuestra plena cualidad de personas, la vida es siempre, a un mismo tiempo, un estado
activo del ser y un cambiante estado del llegar a ser.
Vivir plenamente cada estadio de la vida constituye un auténtico desafío. Debemos tener la
posibilidad de vivir nuestras vidas y actualizarnos a cada momento. El mundo tiene una
apariencia diferente y, por ende, un significado y propósito distintos en cada instante de la
vida.
Cada etapa lleva consigo sus propias y únicas implicaciones, requerimientos y
potencialidades. Sólo pondrán ser actualizados si cada etapa se vive y se logra de forma
completa.
El primer requisito para la realización de los niños se halla fuera de su control y en manos de
una autoridad responsable. Esto requiere que la autoridad reconozca y satisfaga las
necesidades básicas del niño de tipo físico, psicológico y de enseñanza.
Para organizar su mundo e interactuar en el mismo, los y las niñas requieren un sistema de
símbolos – lenguaje, signos comunes-, que les ayudarán a dar estructura a su caótico
entorno. Debe tenerse en cuenta que cada símbolo que los niños reciben no es suyo propio,
sino que ha sido interpretado, identificado y, seguramente, ligado al mundo tal y como es
percibido por otros seres humanos. Esas figuras autoritarias escribirán un diccionario para
sus hijos y definirán los términos, tanto de una forma cognoscitiva como afectiva.
Todo el material que es tan esencial para que los niños realicen sus aprendizajes en la vida,
como seres únicos e individuales que son, se encuentra ya presente en ellos. Pero en la
niñez no existe aún la cualidad de persona. Los niños son en esencia un cúmulo de
potencialidad. Aunque dominen la expresión básica los niños continúan siendo una copia de
los otros.
Contribuir al desarrollo intelectual y emotivo de los niños puede considerarse una de las
funciones principales de la autoridades responsables. Esos individuos deben comprender
las necesidades del niño, respetar la valía de éste y reconocer su propio, vital y delicado
papel al verificar la eventual personalidad emergente del niño. Deben permitir la actividad
espontánea, la conciencia, la evaluación y el continuado proceso de aprendizaje si el niño ha
de conseguir un auténtico control sobre lo que le rodea. La Conducta más perjudicial es
intentar mantener a los niños apartados de la experiencia o protegerlos del dolor, porque es
en este tiempo cuando los niños aprenden que la vida es una cosa mágica, aunque “no un
jardín de rosas”.
Dado que como niños, no tenemos una identidad real, llegamos a la adolescencia tanto sin
un yo al que recurrir, como sin unas elecciones inherentes a ese yo. Entramos en la etapa de
la adolescencia contemplando la vida como sobrecarga de posibilidades, pero sólo para
descubrir que dichas posibilidades están en realidad muy limitadas en su acceso y que a
menudo resultan frustrantes.
Al igual que en casi todas las experiencias por tanteo, debemos asumir una actitud más
defensiva, una forma de vida que ha de ser más auto-afirmativa.
No de extrañar que la adolescencia sea considerada como uno de los penosos “trabajos de
hércules” del desarrollo. Lo lamentable de este asunto es que las características más vitales
de la adolescencia, tan necesarias para la realización de la personalidad, sean las más
aborrecidas por los adultos y la sociedad, y por lo tanto, se vean fustradas con frecuencia.
La adolescencia es un tiempo para la introspección, para tantear, para desarrollar una
autonomía suficiente que permita llegar a esos juicios que determinarán el primer concepto
de la personalidad.
Ocurre algo parecido con los conceptos del amor o del conocimiento: la adquisición de uno
y otro nunca tiene fin sino que sólo existe un intenso deseo de experimentar más a fondos
ambos. Con la madurez al fin hemos adquirido un yo, una personalidad, un centro que,
aunque no se halle del todo realizado, podremos aceptar como punto de partida.
Existen muchas teorías sobre qué es lo que constituye el hecho de ser persona humana
madura. Esas teorías tienen sólo significado si se analizan en un contexto que incluye unas
consideraciones de tipo cultural, ético, conductual e histórico. Excepto en el modelo de
estabilidad, todas las teorías de la madurez ofrecen sugerencias respecto a las actitudes
características y acciones de la persona madura. Aunque existen algunos conflictos entre los
teóricos acerca de lo que en realidad constituye la plena madurez, hay algunos puntos
comunes esenciales.
Por lo general, se coincide en que las personas maduras poseen un sentido de la identidad
del ego, del yo, tal y como se ha mencionado antes, un sentido de lo que son, con una vida
diferenciada y aparte de las de los demás. Pero esas personas separadas también se percatan
de la necesidad de una intimidad tanto física como psicológica: la necesidad de relacionarse
en un nivel profundo y significativo con los demás.
Las personas maduras tienen un deseo sincero de ser productivas y de compartir esa
producción con los demás. Desean crear y compartir sus creaciones. Son espontáneos, se
muestran flexibles, receptivos a la nueva experiencia, celosos de la realidad. Son armoniosos
con las fuerzas externas, pero autónomos, se muestran preocupados por el proceso de
inventar sus propias vidas. Contemplan la experiencia con un continuo acto de hacer
elecciones de las que son singularmente responsables.
En las relaciones pueden darse diferentes grados de intimidad desde el principio, desde las
relaciones casuales, hasta las profundas amistades, así como intentos de formar una unión
permanente como el matrimonio. Los estudios han mostrado que sólo las relaciones íntimas
que van más allá de la sociabilidad, y que ofrecen oportunidades para una unión prolongada,
como la vida en pareja o el matrimonio, pueden ofrecernos una contribución a nuestro
propio desarrollo, en las que podamos ser nosotros mismos y expresar este ser libremente
dentro de un medio ambiente fiable, seguro y comprensivo.
No se nos permite envejecer sin una profunda sensación de vergüenza. Se nos dice que son
aborrecibles las arrugas; que el perder el vigor físico nos convierte en unos seres inútiles;
que con la disminución de nuestras facultades hemos perdido toda esperanza de bienestar y
productividad.
De todo esto puede deducirse que por el hecho de envejecer físicamente algo funciona mal.
Ignoramos el hecho de que en el envejecimiento existe algo más que la edad cronológica.
El desafío consiste en ser natural en cada etapa de la vida. La edad avanzada tiene asimismo
un propósito, y debemos elegir el sacrificarlo o el actualizarlo. La esperanza es una parte
real del futuro e, incluso en la edad avanzada, cabe elegirla: la esperanza debe ponerse en la
búsqueda continua del propio yo. Es necesario dar significado a los valores recientemente
adquiridos, así como a las virtudes y obligaciones que la ancianidad brinda, sin olvidarnos
de las intensas formas de sentir, experimentar y percibir que nos ofrece.
La muerte no es algo extraño a la edad, puesto que en un sentido muy auténtico la vida
constituye una serie de muertes a medida que se completa cada acto o etapa. Montaigne
sugirió que “la muerte es el momento en que termina el morir”.
Las personas ancianas en plena realización no tienen tiempo para aguardar la muerte. Se
enfrentan con la prueba de atravesar trabajosamente por dos nuevas etapas y de actualizarse
en ellas: su ancianidad y su muerte personal. Deben mostrarse confiadas y dar un sentido a
su limitado tiempo en la tierra; han de aceptar la idea de que algún día les llegará la hora y
de que incluso serán olvidados, pero que la experiencia de la vida habrá sido de todos modos
suficiente.
A través de la historia, han emergido ideas que han persistido y que han tenido un inmenso
impacto sobre los seres humanos, su ética y su estilo de vida. La mayor parte de las mismas
han evolucionado en unos sistemas formales filosóficos y religiosos, que han sido adoptados
por millones de seres como su forma de vida.
Los taoístas ven poder en la moralidad y, por ello, son más sensibles a la sociedad y los
sentimientos de los demás. No emiten juicios y tratan de responder a la actitud de los demás
en vez de sus acciones. Rechazan la violencia, la opresión y la fuerza. Rehusan participar
en la conquista de la naturaleza o en la explotación de los demás.
Los taoístas en plena realización están convencidos de que el derecho natural y el bien son
innatos.
Para Confucio, la cualidad de persona no era un estado de perfección, sino un estado muy
humano, siempre cambiante, a menudo acompañada de ansiedad.
Los seguidores de Confucio en plena realización no sólo son personas preocupadas por el
cultivo de sí mismas y de la armonía, sino también por las relaciones con los otros seres
humanos.
Para la persona, la plena humanidad procede del esfuerzo del cultivo humano y de la
perfectibilidad, y de aplicar esta unificación perfeccionante del ser a los demás, al estado y
al mundo.
Fue un príncipe indio, en el siglo IV, Siddartha Gautama, quien puso en tela de juicio el
propósito del dolor, de la enfermedad, de la edad provecta y de la experiencia, de la
sensibilidad y del conocimiento que, llegado el momento, lo conducirían a una respuesta, a
la cualidad de Buda y la formación de una ética que en la actualidad proclama tener 150
millones de fieles. El budismo moderno ha adoptado básicamente tres formas distintas: una
más establecida llamada Hanayana, una difusa denominada Mayana y una esotérica
conocida como budismo tántrico.
Para el budista, el conflicto surge del deseo. Es el deseo el que provoca la avaricia, la lujuria,
el odio y el apego.
Para llevar una vida plena, el budista insiste en la importancia de la amabilidad, la virtud, el
amor, la compasión, el no perjuicio, la libertad, la moderación, la templanza, la regla de oro
y el deber mutuo en las relacionas humanas.
Las escrituras sagradas que forman la base de la ética hinduista moderna deben buscarse en
varias obras, fundamentalmente en Mahabharata y en el Ramayana. El primero contiene el
profundo bello Bhagavad Gita, La Canción de Dios.
Fue fundada en la Meca por Mahoma (570-632 d. de J.C), un árabe que predicó que sus
enseñanzas se basaban en revelaciones divinas. Esas enseñanzas fueron más tarde
compiladas en el Corán, el libro sagrado del Islam. Por lo general se está conforme con que
Mahoma fue un auténtico reformador moral. Insistió en que cada persona era responsable de
su vida.
Promovió una hermandad universal entre los árabes en que la justicia y la caridad debían ser
el bien supremo. Entre las mayores de sus virtudes se halla el dar limosna. Igualmente
importantes y en relación con esto figuran la hospitalidad, la amabilidad, el respeto y un
profundo sentimiento de la vida en comunidad. Esta comunidad reconoce sólo un Dios
absoluto y acepta con compasión la cualidad de humanos de las personas que tratan de ser
unos con Él y la naturaleza del mundo en que deben trazar su camino.
En el Corán abundan tres tipos de mensajes para llegar a ser plenamente una persona: un
mensaje doctrinal que analiza el lugar que ocupan los seres humanos en la estructura de la
realidad, un mensaje metafísico acerca de la naturaleza de lo absoluto y un mensaje doctrinal
sobre la vida humana, la existencia y su significado.
Aunque los musulmanes, como humanos, aman este mundo y están profundamente
apegados a él, saben que, gracias a una vida apropiada y con la ayuda del Corán encontrarán
la paz, la armonía y la unidad esenciales para dejar a un lado su apego al mundo y llegar a
ser uno con Dios.
El judaísmo tiene sus orígenes tribales y rituales entre un pueblo nómada, pastoril y
semítico, el hebreo. Las enseñanzas se formaron en un solo canon con tres divisiones: La
torá (la ley), los Neviim (los profetas) y las Kitubien (las escrituras). Entre los judíos
también se consideraban sagrados un grupo secundario de escrituras conocido como los
Apócrifos y el Talmud. Todas estas obras son de naturaleza moral y ética y, en consecuencia
desarrollan el tema de la persona humana. En esencia para el judaísmo, la persona es
creada a imagen de Dios. De este modo, el hombre no es pecaminoso por naturaleza, sino
esencialmente bueno.
En la mishná, Avat 3,15 esta escrito “Todo está previsto por Dios, y se le ha dado al
hombre libertad de elección” Así pues gracias al libre albedrío todos los practicantes del
judaísmo son responsables de sus vidas, de sus acciones y de la sociedad que crean.
Los judíos no pueden ser apáticos respecto a la existencia. Se les ordena que elijan la vida.
El aceptar el sufrimiento sin hacer preguntas, como en el libro de Job, aportará la paz, la
unidad y el conocimiento.
En el judaísmo el código de la conducta humana se halla claramente declarado en todos los
libros sagrados, especialmente en la Torá. Es aquí donde cabe encontrar el más honroso
código de conducta en todo el mundo “Los diez mandamientos”.
En esencia, el judaísmo considera a sus seguidores como poseedores de una gran dignidad y
un innato poder, al mismo tiempo que con posibilidades ilimitadas.
Tras su muerte sus creencias fueron reunidas en varios escritos que han tenido gran
relevancia como guías de la ética de la vida diaria de millones de personas de todo el mundo.
Su canon se denomina Nuevo Testamento y, junto con el antiguo testamento, se han
convertido en la Biblia (El libro)
Mientras que la esencia interior del cristianismo radica en la fe, la expresión externa es el
amor. En el núcleo del amor cristiano se halla el darse a sí mismo. El amor cristiano se
manifiesta en la relación con los demás, los cristianos son solidarios y humildes.
Como puede observarse tras haber leído este capitulo, existen escasas disonancias entre las
diversas teorías filosóficas y religiosas, respecto de lo que significa vivir en una plena
cualidad del ser humano.
“Da a Dios y al mundo todo lo que eres y todo lo que puedes ser”
Nos enfrentamos con la realidad de que, si deseamos vivir plenamente y en armonía con la
vida, debemos convertirnos en unos estudiantes automotivados.
Debemos estar preparados para el riesgo, mirar en nuestro interior y proceder a través del
método del tanteo. Este esfuerzo será principalmente nuestro. Nos veremos obligados a ser
nuestros propios mentores.
Así pues, debemos dedicarnos a todo ello haciendo una sensible y honesta evaluación de
nuestros pasos. Provistos con fuerza y capacidad de elección, estaremos preparados para
considerar algunos medios con los que podemos llegar a ser mejores orquestadores de
nuestras vidas y vivir cada día como unas personas plenamente activas y en auténtica
realización.
EL PAPEL DE LA MUERTE
Tal vez para vivir plenamente como persona, debamos antes comprender y aceptar sin
reparos la muerte. De todos modos la muerte se halla envuelta en su propio misterio. Nunca
podrá saberse con antelación cómo o cuándo llegará. No importa lo preparados que
estemos, pues siempre nos pillará de sorpresa. Incluso si estamos preparados somos
incapaces de resistir su golpe o aceptarlo sin experimentar profundos sentimientos de miedo,
ansiedad y aislamiento.
La muerte también nos enseña la inestabilidad de todas las cosas, que siempre cambian y
mueren. Así ocurre en la naturaleza y en la vida humana.
La vida que se encuentra libre de ataduras vive el momento y no demanda que éste perdure.
Lo importante no es el futuro sino el presente.
Cuando admitamos la muerte como otra etapa del ciclo de la vida, llegaremos a apreciar y
evaluar cada encuentro del vivir, sabiendo que no volverá a presentarse de nuevo. Y todos
esos momentos serán el fundamento de lo que consideramos el conjunto de nuestra
existencia.
La muerte es el mayor maestro de la vida. Sólo puede ser temido por la persona ignorante y
aquellos que tienen miedo de vivir.
EL PAPEL DE LA AUTODETERMINACIÓN
“No améis lo que sois, sino sólo aquello en lo que os convertiréis”, Cervantes
Cada uno de nosotros es un ser único, una sutil combinación de factores irrepetibles. Somos
singulares e incomparables. Lo que somos y quiénes somos ha sido determinado por la
herencia, la sociedad, la educación, la familia y los amigos. Tenemos cuanto necesitamos
para llegar a ser lo que somos, una imagen perfecta de nuestra personalidad. Para lograrlo,
todo cuanto debemos hacer es reconocerlo, desarrollarla y vivirla en acción.
Para todos los actos humanos existen alternativas. Cuanto mayor sea el número de
alternativas imaginativas y creativas que poseamos, más significativa será la elección y más
autodeterminada la acción.