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b. Una Espiritualidad de
Montaña.
La montaña que en la tradición bíblica tiene un valor sagrado,
como lugar donde se hace presente Dios y se manifiesta a los
hombres (Sinaí, Sión o Tabor, Carmelo), es también un símbolo
de la Espiritualidad Misionera.
DESCENSO – INSERCIÓN: Las dos acciones anteriores estarían inconclusas sin no generan en
el misionero el impulso para volver como enviado ha anunciar la Buena Noticia de Cristo a todos
sus hermanos. (Mc. 9, 2-9).
c. Para ir masticando:
* De los tres movimientos que explican la Espiritualidad Misionera: ¿Cuál me cuesta más?¿Porqué?
* Desde mi experiencia pensar otra imagen o parábola que pueda explicar la ESPIRITUALIDAD MISIONERA.
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PARA RECORDAR:
d. Para Profundizar:
EL Papa Juan Pablo II, nos dice sobre la Espiritualidad Misionera:
“La actividad Misionera exige una espiritualidad específica que concierne particularmente a quienes Dios ha
llamado a ser misioneros”
Es dócil al Espíritu Santo: se deja inundar por el Espíritu Santo para hacerse más semejante a Cristo, y
se deja guiar por El. Acoge dócilmente sus dones, que lo transforman en testigo valiente de Cristo y preclaro
anunciador de su Palabra. Sabe que no es él quien obra y habla, sino que es el Espíritu Santo el verdadero
protagonista de la misión. (RM 87)
Vive el misterio de Cristo “enviado”. El misionero vive en íntima comunión con Cristo, hasta tener sus
mismos sentimientos: está impregnado del Amor del Padre, y obedece su voluntad hasta las últimas
consecuencias. Se sabe enviado por Cristo a cumplir su misión, y acompañado constantemente por El. (RM
88)
Vive la pobreza y el “éxodo misionero”: el sentido de “salir de la tierra” para el misionero, no implica
únicamente el “salir geográfico”, sino que misionero sabe que debe abandonar su comodidad y su seguridad
para “remar mar adentro”, para ir a las situaciones y lugares donde Cristo lo quiera enviar. Debe abandonar
sus propios esquemas, sus ideas preestablecidas para abandonarse en las realidades que la evangelización le
presente. La pobreza misionera no hace referencia únicamente a la pobreza material, sino al abandono a la
voluntad de Dios y a los caminos que El le presente.
Ama a la Iglesia y a los hombres como Jesús los ha amado: Lo primero que mueve al misionero es el
amor por los hombres, a quienes quiere llevar a Cristo. El misionero es el hombre de la caridad, el “hermano
universal”, que lleva a Cristo a todos los hombres, por cuyos problemas se interesa, para quienes siempre está
disponible, y a quienes trata siempre con ternura, compasión y acogida. (RM 89)