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FACULTAD DE QUÍMICA
GRUPO: 0001
Para comenzar a abordar este problema, debo acotar que en el siglo V (que representa la
cumbre de la filosofía griega) está presente un grupo de filósofos que son denominados los
“físicos”1 ya que se ocupan de la naturaleza, y entre ellos se encuentra Demócrito, quien
presenta como solución al problema del arjé o principio de todas las cosas al átomo, ya que
sostiene que la naturaleza está formada por partículas diminutas e indivisibles. De modo
que pretendo problematizar esta noción –la de átomo- toda vez que resulta muy importante
en el estudio de las dos áreas (la química y la filosofía) y que mi intención será hacer un
planteamiento paralelo entre las posturas epistemológica y materialista para resolver la
siguiente interrogante: ¿es preferible optar por una vertiente de estudio teórico
(epistemológica) para abordar esta temática frente a los educandos?
En este sentido, como un primer enunciado señalo que la propuesta del estudio del átomo
tomando como iniciador a Demócrito, es una enseñanza de orden empírico, ¿por qué?
porque si la realidad del mundo se reduce a la existencia de la materia, podemos entonces
decir que los fenómenos suceden sólo cuando los percibimos sensorialmente, pero sabemos
1
Cfr Xirau, Ramón, Introducción a la historia de la filosofía, p 38 ss
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que si nos acercamos más detenidamente al desarrollo de leyes dentro de la física y la
química, podríamos decretar que existen el orden y la medida, y no sólo eso, sino que se
han establecido leyes que la ciencia ha destacado para comprender mejor nuestro entorno y
para que el conocimiento de este sea más formal, racional y mesurado.
El átomo para Demócrito es definido como la partícula más pequeña que existe, aquella que
ya no tiene división, señalando que aquello que “es” es decir, que “existe” está formado por
átomos, en tanto que aquello que “no es” es denominado “vacío”. El atomismo de
Demócrito es cuantitativo, ya que diferencia a los átomos por forma, orden o posición. En
una definición más actual, el átomo es entendido como la cantidad menor de un elemento
químico que tiene existencia propia y que se consideró indivisible [DRAE].
Ahora bien, desde el punto de vista epistemológico, esto es, desde la disciplina que estudia
el conocimiento que es verdadero y cierto, podemos comenzar a señalar que ya Platón nos
hablaba de verdades que nuestra razón conoce (ideas) y que nos permitían dar autenticidad
al conocimiento en lugar de caer en las trampas que los sentidos presentan, pues el
conocimiento que estos nos presentan no es confiable. George Kneller señala que las
ciencias son parte fundamental de la cultura, y que en ese sentido deberían ser racionales,
pero se cuestiona si en realidad lo son. Desde mi punto de vista deben serlo, y esto lo
fundamentaré a continuación.
Si hablamos desde una postura empírica, nuestro conocimiento provendría de los sentidos,
esto es, de la experiencia sensible que poseamos. Y como vemos, cualquiera de las dos
posturas resulta sugerente, pero si me interesa hablar del establecimiento de un criterio de
verdad, necesito expresar de una manera más puntual, cómo es que estas dos posiciones
pueden arrojar luz sobre la temática que nos ocupa. Y es también Kneller quien apunta que
el debate sobre el cambio científico empezó justamente como una reacción ante el
empirismo presentándonos las posturas de autores como Hume, Popper, Kuhn y Lakatos y
desarrollando un discurso en el que pone en la mesa la potencial reducción de la ciencia
para poder desarrollar teorías más comprensibles (aunque posteriormente nos dice que sólo
en raros casos una teoría puede ser reducida a otra), o el señalamiento de la posibilidad de
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que una teoría científica pueda ser falsificada, diciendo por ejemplo que para Popper la
ciencia crece cuando se derrumban teorías al refutar hechos y se sustituyen por otras, ya
que la ciencia es racional en la medida en que busca criticar sus teorías, en tanto que Kuhn
señala que una teoría debe desarrollarse más que criticarse.2
Hablando del ethos (ie aspecto ético) de la ciencia, Stewart Richards señala que la ciencia
debe buscar el universalismo, esto es, la objetividad; el comunismo, es decir, la propiedad
pública; el desinterés y el escepticismo organizado, o sea, el poder criticar
organizadamente.4 De manera que hablando del método que se emplea, los racionalistas
pretenden tomar una verdad para su estudio y hacer demostraciones que conduzcan a la
aparición de otra verdad, en tanto que el empirismo buscará basar su método en la
percepción de las cualidades primarias de los objetos.
2
Véase de George F. Kneller, “De las conjeturas a los paradigmas y de los programas de investigación a los
anteproyectos metafísicos” en Aspectos filosóficos y sociales de las ciencias, José Antonio Chamizo,
compilador, UNAM, México, 2009
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No olvidemos que el racionalismo es una corriente filosófica que aparece formalmente el en siglo XVII, que
sostiene que nuestro conocimiento acerca de la realidad procede de la razón o del propio entendimiento, en
tanto que el empirismo como corriente filosófica aparecerá en el siglo XVIII postulando que nuestros
conocimientos provienen de la experiencia sensible. Véase a Pedro Chávez en Historia de las doctrinas
filosóficas, p 127 ss.
4
Véase de Stewart Richards, “Estudios sociales de ciencia y tecnología” en Aspectos filosóficos y sociales de
las ciencias, José Antonio Chamizo, compilador, UNAM, México, 2009
4
En cuanto al criterio de verdad que puede establecerse en la ciencia, el racionalismo busca
una evidencia racional que muestre un proceso deductivo de demostraciones, o al menos un
principio de razón suficiente.5 Ahora bien, toda metodología tiene sus límites, y esto es
señalado por Fayerabend. En el caso del empirismo, sus límites se ven marcados por la
evidencia sensible que se nos presenta.
Sergio Martínez, en el ensayo titulado “La geografía de la razón científica” señala que la
racionalidad científica es un paradigma de racionalidad en diferentes ámbitos del quehacer
humano, y nos dice que desde la Ilustración la ciencia es una actividad racional, pero que
desde mediados del siglo XX el historicismo cuestiona que la ciencia sea un estandar de
racionalidad, ya que tenemos que cuestionar la noción de verdad. A todo esto, quienes
defienden –como yo- el lugar privilegiado de la ciencia nos subsumimos a la idea de que la
epistemología puede sostener esos criterios de verdad, y que desde luego puede darse una
explicación del origen de la fuerza normativa de tales cualidades epistémicas o criterios de
verdad.
Y el problema que plantea (y que resulta medular para este trabajo) es que existe una
confrontación entre historiadores y sociólogos contra los epistemólogos porque no hay
–parece- claridad en la relación entre ciencia y epistemología, y no sólo en ello, sino en
usos, utilidades, necesidades, lenguajes, etcétera.6 Yo entiendo que la epistemología no
sigue el método experimental que es confrontar las teorías con la realidad, y a mi parecer la
ciencia es cuantitativa y la epistemología cualitativa en cuanto a conocimiento se refiere.
Pero no sólo eso, sino que resulta necesario acercar a los filósofos, a los científicos y a sus
objetos de estudio a la gente “de a pie”, es decir, ponerles un rostro, armarlos con su
historia, con sus deseos y necesidades, y darnos cuenta de que no se trata de personas que
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Aunque no debemos dejar de lado la mención que realiza Bachelard en el sentido de que la química clásica
planteó la solución de un problema sin preguntarse sobre la viabilidad de la aparición de varias soluciones.
6
Michael Foucault nos habla de cómo se quebranta la idea de “episteme” que como cultura occidental
poseemos, ya que aquella que se ha abierto paso con el pensamiento clásico es transformada a comienzos del
siglo XIX, pues el conocimiento no se da de manera lineal o progresiva, sino al paso de discontinuidades
históricas. Véase el texto Las palabras y las cosas, donde el autor señala que la episteme se ha concebido
entre la representación y el lenguaje, pero ahora la teoría de la representación se ha ampliado y el lenguaje
adquiere un papel preponderante.
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se encuentren aisladas de su entorno, y en ese sentido deben involucrarse cuatro contextos:
el de la educación, la innovación, la evaluación y la aplicación que esos conocimientos
científicos poseen.
Y si hablamos de ciencia en un terreno más cercano a nosotros, es preciso decir que desde
el siglo XX se ha convertido en ciencia aplicada, esto es, que se hace en laboratorios
gubernamentales e industriales y que responde también a las necesidades y expectativas del
científico, pues ahora se habla de una interdependencia entre ciencia y tecnología pues las
comunidades valoran tanto el conocer como el hacer ciencia. Pues además estas
actividades ya no sólo se dedican al estudio abstracto de las cosas –investigación- sino que
se encaminan a obtener ventajas económicas o militares también, y no sólo eso, sino que se
apoyan en desarrollo económico, en poder político.
Ronald Giere señala que –como hemos dicho, desde el siglo XX- no todos los modelos
teóricos que los científicos aceptan se encuentran incorporados a la tecnología experimental
existente, y cuestiona que dichos modelos describen las decisiones que toma la gente, pues
los científicos deciden de manera distinta el modelo de su estudio, ya sean teóricos, para
quienes es preponderante la estructura formal, o bien experimentalistas, quienes se
encuentran muy interesados en el diseño y ejecución de experimentos. Ahora bien, señala el
autor que cuando un agente elige el modelo con el que va a trabajar debe hacerlo
conociendo al menos dos opciones (el modelo normal de estudio y el nuevo), ya que al
mismo tiempo su elección es exclusiva y exhaustiva. Pero lo más destacado es que este
agente, este científico, buscará estar bien informado para tomar decisiones, además de que
éstas dependerán de sus valores e intereses.
La epistemología según Martínez toma “cuerpo” cuando se hace de una historia y de una
geografía. Una teoría de la racionalidad tiene que tender a la ampliación para aprehender el
concepto de racionalidad implícito en la ciencia respecto al cual decimos que es una
actividad racional. Y por ello es posible pensar que la historia es una fuente de
normatividad epistémica para la ciencia.
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Ronald Giere sugiere también que –como hemos dicho- la idea de que el razonamiento
lógico constituye el paradigma de la racionalidad se remonta hasta Platón, quien como
hemos señalado resalta el conocimiento racional y deja de lado el sensorial por considerarlo
falible, pero apunta que debe existir también algo de empirismo en los estudios que se
realizan, pues la ciencia no avanza sólo basándose en análisis a priori, de modo que
confronta a Platón y también a mi, pues aunque en este trabajo apoyo la postura racional
para exponer un tema como el del átomo.
Acercándonos a las conclusiones de este trabajo, señalo que tanto el racionalismo como el
empirismo ofrecen metodologías que permiten conocer el entorno y problematizarlo para
convertirlo en objeto de estudio de la ciencia. En ese sentido, tradicionalmente la razón ha
negado a la experiencia como método de conocimiento que permita poseer confianza y
certeza en los resultados obtenidos.
7
confiable y verificable para hablar de los elementos que el átomo posee, esto es, protón,
electrón y neutrón. En este sentido, como mi objetivo no es realizar una medición
cuantitativa, prefiero el análisis racional.
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Bibliografía consultada:
Chávez Calderón, Pedro, Historia de las doctrinas filosóficas, Alhambra, México, 1996
Ferrater Mora, José, Diccionario de filosofía, 4 volúmenes, [s. n.], Barcelona, 1999
Foucault, Michel, Las palabras y las cosas, Siglo XXI, Argentina, 1966
Giere, Ronald, “El criterio científico” en Aspectos filosóficos y sociales de las ciencias,
José Antonio Chamizo, compilador, UNAM, México, 2009
Kneller, George, “De las conjeturas a los paradigmas y de los programas de investigación a
los anteproyectos metafísicos” en Aspectos filosóficos y sociales de las ciencias, José
Antonio Chamizo, compilador, UNAM, México, 2009