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Tradicionalmente, la disciplina que se ha ocupado del estudio del arte ha sido la filosofía,
produciendo tratados sobre estética. Desde los antiguos griegos, los filósofos se han
ocupado de la producción artística en cuanto a su virtud estética y espiritual. Platón hacía
referencia al arte como imitación de la Naturaleza; Aristóteles lo consideraba un reflejo de
la vida humana. Ya en la modernidad, importantes filósofos como Kant, Hegel, Nietzsche
o Gadamer contribuyen con importantes teorías sobre estética. Sin embargo, la filosofía, o
para ser más puntual la estética, se había concentrado en mirar al arte desde la obra,
excluyendo a los propios actores participantes del arte ±autor y espectador- del proceso.
Otra disciplina que se ha encargado del estudio del arte ha sido la llamada historia del
arte, que tiene un origen conjunto entre los estudios estéticos de la filosofía y la propia
historia. Producto de la Ilustración con Winckelmann, la historia del arte se fue
convirtiendo con el paso del tiempo no solo en un recuento del pasado, sino también en
teoría del arte. Recuperando los preceptos filosóficos, los trabajos biográficos de la época
pre ilustrada, la historia del arte post hegeliana explora en otros ámbitos del conocimiento
para apoyar sus indagaciones artísticas. La psicología, el psicoanálisis y la sociología se
han convertido sin duda alguna en los grandes soportes contemporáneos de la historia del
arte. Fue así como también la sociología entró a la discusión, enfocándolo desde otra
perspectiva.
La pertinencia del estudio sociológico del arte reside en su orientación, dado que será
relevante en cuanto a su valor como elemento constitutivo de lo social, como dijimos ya
anteriormente. Esto es muy distinto al punto de vista filosófico-estético, entendida ésta
como enfoques de lo bello humano, encargándose de asuntos como la composición, la
estructura, la técnica o el impacto emotivo de las obras de arte. Asimismo, se distingue de
la historia del arte en cuanto a que no nos interesa conocer la producción, estilo, técnica y
otras cuestiones sobre el arte precedente, ni tampoco la producción teórico-ideológica
detrás de la producción actual del arte. Al sociólogo no le preocupa la obra , sino lo
que en sí se hace con la obra; no se trata de estudiar lo estético sino lo artístico. Tampoco
es interés de la sociología los rasgos estilísticos del ahora y del ayer, no interesa
comprender la obra, sino insertarla en un sistema social del cual forma parte y es un
agente que provoca reacciones sociales.
El estudio sociológico del arte se ha realizado desde diversos enfoques teóricos; Néstor
García Canclini, (2001: 18) distingue cinco en particular: la llamada sociología del espíritu,
el empirismo o funcionalismo, la sociología marxista, el interaccionismo simbólico y la
sociología estructural. A continuación describiremos brevemente cada una de estas
corrientes.
En la corriente llamada sociología del espíritu, García Canclini considera a autores como
Georges Gurvitch y Jean Duvignaud. De este último, en su obra ¢
(1988), se puede destacar su rechazo a una idea de evolucionismo en el arte, el
alejamiento de un ideal objetivo del arte, además de una concepción del artista y de la
obra como agentes sociales activos, no como objeto contemplativo o dote de genialidad.
En cuanto al marxismo y su estudio del arte, habría que aclarar que dentro de esta gran
corriente podemos ubicar múltiples enfoques. Quizá el más sobresaliente de ellos sea el
de la escuela de Frankfurt, donde destacan personajes como Theodor W. Adorno1 y
Walter Benjamin2. En general, la escuela considera al arte como un componente de la
superestructura, donde cabe el componente ideológico y la opción de transformar la
expresión artística en un producto más de la industria de la cultura. Mención aparte
merece el italiano Antonio Gramsci (2001), quien considera al arte en una dualidad; en
principio de cuentas, está de acuerdo con la visión del arte como discurso hegemónico,
pero considera también que éste puede constituirse en un discurso alterno para
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De todas las escuelas, hemos dejado al último las dos que han mantenido fuerte vigencia
en nuestros tiempos: la visión estructural bourdieana a partir de
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interaccionismo simbólico representado por Howard S. Becker y su (de la
Fuente, 2007). Sobre Bourdieu y sus aportaciones a la sociología del arte, habría que
destacar la adscripción de éste a un campo de acción4 autónomo que se correlaciona con
las estructuras sociales. Particularmente,
, Bourdieu establece la correlación
entre el estilo y la idea de belleza con las ³condiciones de existencia´ o condición de clase
social entendido coloquialmente. Los aportes de Bourdieu son amplios, pues dota de
acción y autonomía y le agrega sentido a partir del status que es capaz de conferir.
De la Fuente (2007) hace notar que de estas dos tendencias se han desprendido una
serie de trabajos en sociología del arte que han rebasado algunos preceptos clásicos en
este sentido, tales como la ³tendencia a inflar el status e importancia del arte, la
propensión a hacer afirmaciones vagas e imprecisas sobre la
y la ´ (ídem, p. 410). Para este autor, estos
últimos trabajos corresponden a una nueva tendencia que él llama ³nueva sociología del
arte´ y que tiene características importantes como: a) la búsqueda de una especialización
disciplinar, b) el fortalecimiento en su actuar interdisciplinario, c) la asignación del arte
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como actor y no objeto, d) una visión economicista del arte vista a través del consumo, y
e) las redes sociales inmersas en la producción artística.
Como hemos visto en esta rápida revisión teórica sobre el estudio del arte, la sociología
del arte se ha ocupado de diversos aspectos del mundo del arte. Bourdieu nos permite
enfocarnos en el arte como un campo de acción propio que establece sus relaciones
sociales muy particulares, como puede ser su valor como objeto de distinción. Esta visión
se encontrará presente también en los trabajos de Jean Baudrillard en '
(1968) y ' (1972), donde el autor analiza el
aspecto suntuario, ostentoso y de status que se asigna sobre los objetos únicos (piezas
originales) y las colecciones. También se puede notar la influencia bourdieana en el
trabajo sobre la '
(1985) de Jacques Attali. En términos
generales, esta tradición francesa ha enfocado sus baterías a la atención de los procesos
económicos y políticos desprendidos de la circulación social de la obra de arte, sea ésta
plástica o sonora. La influencia boudieana se hace patente también en el trabajo de John
Hughson,
¢ (2005), donde el concepto de ³campo´ es
esencial para comprender el estudio de muy diversas producciones artísticas como la
ópera, el ballet, el cine, o la .
Por su parte, la tradición emanada del interaccionismo simbólico dado por Howard S.
Becker también ha contribuido notoriamente en el estudio social del arte con dos
importantes consideraciones. En , Becker logra poner el énfasis en la
construcción de redes sociales para la producción del arte; en ¢
(2006) ±obra en coautoría-, se muestra a la obra de arte como un actor más del proceso
social del arte, y no como un mero objeto producto de la creación de un ser privilegiado
como el artista. También podemos destacar la fuerte influencia del trabajo de Becker en
estudios recientes, como los trabajos de Tia deNora sobre la teoría de Adorno (2003) y la
construcción del ³genio´ en torno a Beethoven (1995).
La lista de trabajos y autores en sociología del arte es muy amplia y llevaría escribir todo
un libro para solo hacer un recuento de todo lo que interrelaciona a la sociología y al arte.
Cerramos este texto mencionando en la importancia del análisis sociológico del arte a
partir de un pequeño ejemplo. Tomemos como referencia el distanciamiento y pleito
público entre David Alfaro Siqueiros y José Luis Cuevas cuando éste último lanzó la
llamada ³generación de la ruptura´ en México. Desde la sociología, esta diferencia
esgrimida en el mundo del arte y que en apariencia se trata de una discusión sobre los
estilos artísticos, conlleva un cambio ideológico y de fines utilitarios en el arte.
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