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Congreso de Cúcuta
Cada parroquia tendría una Asamblea que se reuniría cada cuatro años, el
último domingo del mes de julio. Los miembros de estas Asambleas
designarían los electores de los cantones, que deben tener más de veinticinco
años, poseer en bienes raíces más de quinientas piastras o trescientas de
renta.
Podían votar los mayores de veintiún años que sepan leer y escribir y posean
cien piastras.
Para ser Senador se exigió tener treinta años, ser criollo por nacimiento, poseer
propiedades inmuebles por valor de cuatro mil piastras o una renta anual de
quinientas piastras, ejercer una profesión liberal, y en caso de ser extranjero,
llevar doce años establecido en el país y poseer bienes inmuebles por valor de
diez y seis mil piastras.
Se elegirían cuatro senadores por Departamento: dos por ocho años y dos por
cuatro. Estas diferencias se dirimirían a la suerte con objeto, dice la ley, de que
el Senado se renueve cada cuatro años.
Para ser diputado se necesitaba tener veinticinco años y propiedades por valor
de dos mil piastras o quinientas piastras de renta, o ser profesor. Había que
haber residido dos años antes de la elección, u ocho en caso de no haber
nacido en Colombia, y en ésta, además, tener bienes raíces por valor de diez
mil piastras.
Para ambas Cámaras dispone la Constitución que las sesiones sean públicas;
que los principales funcionarios públicos queden excluidos de las funciones
legislativas; que sus miembros gocen de inmunidad mientras duran sus
funciones, y que devenguen un sueldo.
Colombia 1825
La cosiata
El Libertador, en efecto, veía esta unión como una necesidad militar. En carta a
O'Leary, fechada en Guayaquil, el 13 de septiembre de 1829, dícele Bolívar:
«Los hombres y las cosas gritan por la separación, porque la desazón de cada
uno compone la inquietud general. Últimamente la España misma ha dejado de
amenazarnos; lo que ha confirmado más y más que la reunión no es ya
necesaria, no habiendo tenido esta otro fin que la de concentración de fuerzas
contra la metrópoli».
Fue una orden terminante, reiterada, y quizás por la misma repugnacia que
causaba a Páez su cumplimiento, el Jefe llanero demoró su ejecución casi todo
el año siguiente. En la capital de Venezuela, existía el "Club de Caracas", entre
ellos, el coronel Francisco Carabaño o el periodista Antonio Leocadio Guzmán y
el doctor Miguel Peña, estos dos autores del proyecto de coronación de Bolívar.
Esta circunstancia fue aprovechada para preparar un coup d'État.
Cabe aquí la expresión de Bolívar, que lo estaba previendo todo: «A mis ojos, la
ruina de Colombia está consumada desde el día en que usted fue llamado por
el Congreso». El general Páez había manifestado que llegaría a Bogotá para
comparecer ante el Senado, que iba a juzgarlo.
La Municipalidad de Caracas, que con tanto celo había actuado contra Páez
ante el Senado de Colombia, originando de paso su suspensión, ahora lo
apoya. En sesión multitudinaria del 5 de mayo de 1826, los concejales
caraqueños se sumaron al pronunciamiento de Valencia -un verdadero golpe
de Estado-. Hubo combates entre tropas rebeldes y leales a la constitución,
una guerra civil y cuando Páez llegó a sitiar nuevamente a Puerto Cabello, la
mitad del batallón "Apure" se amotinó en defensa de la constitución.
Fernando Peñalver era uno de los pocos -contando a los familiares- que tuteaba
al Libertador, y a pesar de su responsabilidad terminaría negándose a
reconocer la autoridad de Páez y trasladándose a territorio leal. Por eso puede
leerse en una carta suya: «El General Páez manifiesta por ti el mayor respeto y
consideración, y te ha proclamado en el ejército y en todas partes. Aunque dice
que no recibirá órdenes de Bogotá, ha ofrecido mantener las cosas en el
estado en que estaban, sin hacer ninguna novedad hasta que vengas y
resuelvas lo que te parezca conveniente». Con el temor de una guerra civil
compartida por Bolívar y Santander aunque variando en algunos métodos, Páez
y los militares que participaron en la rebelión fueron anmistiados e incluso
fueron premiados y recibieron ascensos, y el propio Páez recibió la espada
forjada para Bolívar en el Perú, mientras que los comandantes generales y las
tropas leales que habían contado con control de toda Venezuela excepto
Caracas y bajo Apure fueron reprobados. Mientas el doctor Miguel Peña y el
coronel José Hilario Cistiaga eran despachados como emisarios por Páez y
tocaron la fibra sensible de Bolívar, el coronel Guillermo Fergusson, entonces
primer ayuda de campo del general Bolívar que comandaba un batallón en la
vanguardia, había recapturado el oeste de Venezuela en solamente 2 días al
derrotar a cuatro batallones de milicias y ocho escuadrones de caballería
apoyados por cuatro piezas de artillería, reaccionó completamente
escandalizado y ordenó arrestar inmediatamente a los mensajeros aunque era
tarde. Cuando el general Páez le anunció que llegaba a Venezuela como simple
ciudadano, el Libertador le respondió:
"¿Qué podré yo hacer como un ciudadano? ¿Cómo podré yo apartarme de los
deberes de magistrado? ¿Quién ha disuelto a Colombia con respecto a mí y con
respecto a las leyes? El voto nacional ha sido uno sólo: reformas y Bolívar.
Nadie me ha recusado, nadie me ha degradado. ¿Quién, pues, me arrancará
las riendas del mando? ¿¡Los amigos de usted y usted mismo!? La infamia sería
mil veces más grande por la ingratitud que por la traición. No lo puedo creer.
Jamás concebiré que usted lleve hasta ese punto la ambición de sus amigos y
la ignominia de su nombre. No es posible, general, que usted me quiera ver
humillado por causa de una banda de tránsfugas que nunca hemos visto en los
combates. No pretenda usted deshonrar a Caracas haciéndola aparecer como
el padrón de la infamia y el ludibrio de la de la ingratitud misma. ¿Qué no me
deben todos en Venezuela, y hasta usted no me debe la existencia? El Apure
sería la habitación del vacío, el sepulcro de sus héroes sin mis servicios, sin mis
peligros, y sin las victorias que he ganado a fuerza de perseverancia y de
penas sin fin. Usted mi querido general, y los bravos de aquel ejército, no
estarían mandando en Venezuela, y los puestos que la tiranía les habría
signado serían escarpias y no las coronas de gloria que ahora ciñen sus
frentes... Yo he venido desde el Perú [llamado insistentemente por Santander
desde antes] por evitar a usted el delito de una guerra civil: he venido porque
Caracas y Venezuela no volvieran a mancharse con la sangre más preciosa. ¡Y
ahora me quiere usted como simple ciudadano! ¡Sin autoridad legal! No puede
ser. Este título me honraría millones de veces recibiéndolo por fruto de mi
desprendimiento... No hay más autoridad en Venezuela sino la mía, se
entiende suprema. El Vicepresidente mismo ya no manda nada aquí, como lo
dice mi decreto. Ya no habrá motivo para queja ni desobediencia. El origen del
mando de usted viene de municipalidades, data de un tumulto causado por
tres asesinatos. Nada de esto es glorioso, mi querido general”.
Por estos días el Libertador estaba más que entusiasmado con su Constitución
Boliviana. A todo el mundo escribía recomendándola. A Páez, que como
caudillo se rebelaría nuevamente, lo volvería a traicionar y separaría a
Venezuela de la que fue primer presidente, le envía con O' Leary «muchos
ejemplares», consciente de que esa Constitución «abraza los intereses de
todos los partidos, da una estabilidad firme al gobierno unida a una grande
energía y conserva ilesos los principios que hemos proclamado de libertad e
igualdad». El coronel Daniel Florencio O’ Leary con la Constitución boliviana
había sido enviado a Venezuela en 1826, y con escala en Bogotá, intentó
convencer sin éxito a Páez de detener la rebelión aunque tenía "pruebas
positivas de la buena fe y la amistad del general Santander", por quien sentía
antipatía pero se conocían como hombres de honor, y pidió su castigo, por lo
cual cayó en desgracia y su antipatía se convirtió en odio e intentó hacer todo
lo posible por reivindicarse a ojos de Bolívar.
Tanto deseaba el Libertador que la Constitución de Bolivia fuera asimilada por
los colombianos, que podría asegurarse que esta revolución de Venezuela
convenía a esas intenciones de Bolívar, pues pidiendo los venezolanos reforma
constitucional, como en efecto la pedían, se allanaba el camino....
Colombia 1830
Disolución
Bolívar con su ferviente deseo de ver una Gran Colombia unida solicita
mayores poderes como último recurso y presenta, en Agosto de 1828, una
constitución que había desarrollado en la que se incluía Perú y Bolivia (pues
Bolivia ya se había separado de Perú), con un fuerte gobierno central y una
presidencia con poderes amplios. Esa fue la chispa final que incendió a los
Santanderistas pues vieron en esa propuesta un retroceso a una monarquía y
llegaron al punto de intentar asesinar al libertador en Septiembre 25.
Adicionalmente, los líderes venezolanos vieron con bastante recelo las
intenciones de Bolívar y en Noviembre de 1829 deciden separarse de La Gran
Colombia y así lo dejan saber en la convención de Enero. Bolívar finalmente
renuncia a su posición durante la convención constitucional de Enero de 1830
(también llamada el Congreso Admirable), adicionalmente, empezaba a
mostrarse enfermo.
José María del Castillo y Rada fue escogido como presidente y Andrés Narvarte
como vicepresidente de la convención. La Constitución de Cúcuta era criticada
por los santanderistas por apoyar demasiado las ideas centralistas de Simón
Bolívar, debido a que la contra parte apoyaba un gobierno federalista, con
autonomía regional.