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Una de esas noches cayó una granizada feroz y como es natural que
después de las granizadas hace un frío intenso, obligó a “Luli” (joven)
a acostarse.
Sería la media noche cuando sintió que lo llamaban: Luli, Luli, alójame.
Luli, vio a través de la luna una hermosa “Imilla” (era una joven sapa)
con “ajnqo chuco” (vestido blanco) de jaspes verdes y amarillo. Su
montera era extraña tanto la forma como el color. Lo más
sorprendente eran sus dos hermosos ojos que fascinaba al mirar. Luli
se enamoró perdidamente de la joven a quien hizo pasar a la “chujlla”.
Le encantó ver el aseo de la “Imilla”, era tan limpia que despedía un
olor agradable de agua y flores silvestres.
Por supuesto que pasaron una noche feliz transportando al quinto cielo
de placer. En ese momento Luli era el hombre más dichoso de la tierra
al poseer a Kailila.
¡Qué piel tan fina¡ como decía él, por la suavidad parecían los pétalos
de las flores.
Así transcurrieron muchas noches, pero lo extraño era que por las
mañanas desaparecía la bella “Imilla” y solo regresaba por las tardes
heladas y frías.
Luli se fue donde sus padres a quien sólo dijo, que tenía miedo de
seguir cuidando la chacra, imposible avisarle lo que sucedía.
Al día siguiente Luli fue a botar unas llamas que estaban haciendo
daño en la chacra. El cholo en vez de arrear las llamas empezó a dar
vueltas en círculo meneando su látigo, como quien se defiende de un
grupo de perros que los acometen. Los padres miraban riendo, creían
que el “Wayna” (joven) jugaba. Cuando vieron que se tendió en el
suelo sin poderse levantar corrieron a ver y los encontraron al hijo en
agonías, rodeado de millares de sapos destrozados y otro tanto de
vivos, que se retiraban después de haberlo envenenado con su baba
ponzoñosa. Eran los parientes de la sapa Kailila que vengaban el
crimen cometido por Mama Keili.
Luli reprochó a su madre increpándole que ella tenía la culpa para que
los sapos lo envenenen. Apenas terminó de referir sus amores con la
sapa Kailila, falleció Luli.
Los sapos que mató Luli fueron quemados, desde entonces en ese
lugar ya no caían granizadas. (en la provincia de Moho en la zona de
Sirulaya )