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Una Promesa de Romance

Una Promesa de Romance

Edward tomó una de las manos de Satsuki, que estaban cubiertas por unos largos guantes
de encaje, y luego le dio un beso en la parte de atrás del mismo.

“Satsuki, eres verdaderamente hermoso”


Una Promesa de Romance

Escrito Por

Kyoko Akitsu

Fecha de Cumpleaños: 25 de Febrero – Piscis

Los tres grandes eventos que sucedieron mientras escribía este libro:
Beckham se cortó el pelo, Su Majestad el Príncipe Alexander visitó
Japón, y el Príncipe William empezó a lucir más como su padre….

Ilustrado por

Tooko Miyagi

Fecha de Cumpleaños: Septiembre 24 – Libra

Tipo Sanguíneo: B+

No me ha dado tiempo de ir de compras a las ofertas, y el invierno casi


acaba…. ¿Qué rayos pasa con mi vida?
Una Promesa de Romance

Scans:

yukitomiko

Traducido:

yukitomiko
Una Promesa de Romance
Una Promesa de Romance

Contenidos

Acto I

La Tempestad……………………………………………………..7

Acto II

Domando a la Arpía………………………………………………44

Acto III

Demasiado acerca de nada……………………………………..85

Acto IV

Como te gusta………………………………………………………132

Epilogo……………………………………………………………….177
Una Promesa de Romance

Acto I
La Tempestad

T an pronto como el mayordomo ingresaba a la alcoba de su amo


un leve olor a alcohol alcanzó a su nariz. Inmediatamente
mostro su desagrado frunciendo el seño.

Las cortinas estaban cerradas, y las leves llamas en la chimenea


servían como única iluminación en la habitación, a pesar de que el sol
brillaba fuertemente en el exterior.

La leve luz de la chimenea se reflejaba en los pies de la cama


del amo, la cual se encontraba vacía. El mayordomo noto a una figura
recostada en el sofá que se encontraba frente a la chimenea.

Con una botella de brandy justo a la par de sus pies.

“Amo Edward, ¿ha estado bebiendo nuevamente?” El


mayordomo preguntaba al hombre que estaba tumbado en el sofá. “Si
continua con estos hábitos. Será únicamente cuestión de tiempo antes
de que caiga en el alcoholismo.”

“No te mandé a llamar para que me sermonearas, anciano.”


Una Promesa de Romance
Un hombre joven se sentó en el sofá y perezosamente pasaba
sus dedos por su cabello dorado que se encontraba alborotado en su
frente.

Este era Edward, el joven amo de la propiedad.

El mayordomo ignoró sus protestas e inmediatamente abrió las


cortinas. La luz matutina iluminó la habitación.

Un inmenso jardín se extendía fuera de la ventana, tan inmenso


era que se necesitaba el trabajo de por lo menos 30 jardineros para
mantenerlo. Era la mitad del invierno y el paisaje estaba
completamente cubierto por árboles de hojas perenne. Pero durante
la primavera era cubierto de flores, el jardín era sin duda hermoso y
permanecía de esa misma manera hasta el otoño.

Edward de una manera descuidada se colocaba una bata sobre


su pijama. Sus ojos se mostraban rojos en las esquinas, prueba de
que aun estaba ebrio. La línea de su mandíbula era perfecta y su nariz
recta, sus delgadas cejas estaban inteligentemente arqueadas sobre
sus ojos azules, tan claros como un brillante lago en verano. La
palabra “noble” parecía existir solo para describirlo.

El joven amo volteo la mirada de una manera significativa a la


mesa de al lado, frunciendo el seño. El mayordomo se encontraba
siguiendo la mirada de su amo. Un sobre abierto se encontraba
encima de dicha mesa.

“Tráeme esa carta,” Edward ordenó.

“Usted mismo puede hacerlo, señor,” el mayordomo le contestó,


rehusándose a seguir la orden. A pesar de tener un status de sirviente,
estaba orgulloso de haber cumplido con el rol de un padre para
Edward durante muchos años. No servía a su amo ciegamente.

Edward sonrió ante la respuesta del mayordomo.

“Supongo que piensas que estoy aprovechándome de ti,”


respondió.
Una Promesa de Romance

“Es el alcohol el que le hace realizar demandas tan ridículas,” le


respondió bruscamente el mayordomo.

Edward encogió los hombros y se acerco a la mesa. Tomó una


fotografía del sobre y la sostuvo frente al mayordomo para que este
pudiera verla. Era la fotografía de una mujer joven.

“¿Sabes quién es, anciano?” demandó saber Edward.

Tratando de no mostrar el sobresalto que sintió, el mayordomo


contestó de la forma más calmada que pudo, “Es una mujer joven
bastante atractiva, ¿Proviene de una buena familia?”

Edward abrió la carta. “Es de un amigo,” dijo. “Escribió algo


bastante interesante aquí. Creo que te encantará escucharlo.”

Entonces Edward se dispuso a leer:

“Querido Edward:

Estoy escribiendo para confirmar algunos rumores que


escuchado en ciertos círculos. El nombre de la persona en la
fotografía adjunta es Lady Margaret, la hija de Earl Simon. De 19 años
de edad.”

“Me temo que no le encuentro lo interesante--” el mayordomo


comenzaba a decir

“Es la siguiente parte,” le interrumpió Edward, mientras


continuaba con su lectura. “Su mano ha sido prometida a Lord Argyle
en mayo de este año. Todos sin excepción hablan de que será una
boda extravagante y los dos se convertirán en la pareja más
comentada de este año. Existen únicamente alrededor de 200
personas en Inglaterra con el titulo de Lord, así que cuando escuché el
apellido Argyle, únicamente pude pensar en ti, Edward. Me gustaría
mucho escuchar los detalles por parte tuya.”

Actualmente era febrero, tres meses antes del supuesto


compromiso.
Una Promesa de Romance

“Solo se está haciendo el difícil, Amo Edward. ¿Que no sabía ya


acerca de todo esto?” El mayordomo confesó. Hasta ahora planeaba
mantener todo este asunto en secreto.

“¡Me acabo de enterar!” Edward contestó gritando. “Ahora estoy


completamente sobrio otra vez. Y no recuerdo haber aceptado
tremenda cosa, te lo aseguro.”

En un momento de furia, tomo la carta y la lanzó al fuego de la


chimenea. Las flamas la convirtieron en cenizas en cuestión de
segundos.

“Ciertamente puede ser, ya que usted nunca recuerda nada


acerca de las cosas que discutimos,” el mayordomo dijo fríamente.

El mayordomo continuo hablando “No esperaba que aceptara la


idea y se quedara callado simplemente porque lo habíamos discutido,
así que decidí mantenerlo en secreto.”

“Bueno lamento haber estropeado tu plan,” Edward dijo de


manera sarcástica. “Gracias a Dios, tengo amigos que me mantienen
informado.”

La imagen de el hombre con cabello color castaño flotaba en la


mente del mayordomo. El hombre se mostraba de vez en cuando en la
casa, una amistad de mala influencia de los días de colegio de Edward.
Su nombre era Neville, un reportero que trabajaba para un periódico
de tercera categoría.

“¿Pero no está olvidando algo importante amo Edward? De


acuerdo con la última voluntad de su padre, si no está casado para su
cumpleaños número 26, todas las propiedades incluyendo su fortuna,
serán transferidas a su primo, el amo Gordon.”

Los padres de Edward habían fallecido en un accidente


automovilístico cuando el tenia 20 años, y este había heredado el titulo
de Lord de su padre. Así como el antiguo Imperio Británico había
reinado el mundo, la aristocracia inglesa del siglo XXI había casi
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colapsado, cediendo sus territorios debido a los impuestos de las


propiedades y fincas. Pero durante este tiempo, generaciones de
Argyles habían invertido en sus grandes fincas, fundado una compañía,
y así de manera estable habían incrementado sus fortunas. Después
de la muerte de sus padres. El testamento de su padre indicaba dejar
la compañía en las manos de parientes, claramente una indicación de
preocupación de su padre ante el comportamiento de Edward.
También existía la clausula de que si Edward no se casaba para
cuando cumpliera 26, toda la fortuna seria transferida a su primo.

“No tengo ningún interés en manejar la compañía.” Edward


indicaba tercamente. “Todos han hecho lo que han querido hacer
hasta el momento, entonces ¿por qué el futuro debe ser distinto?”

“¿Está seguro de lo que habla?” el mayordomo pregunto de


manera incrédula. “Amo Edward, todo el tiempo se la pasa tirando el
dinero, pero ¿alguna vez lo ha ganado usted mismo? Jamás podría
vivir como un hombre pobre.”

“Gordon es un buen hombre, estoy seguro que me mantendrá,”


insistía Edward.

“¿De qué está hablando?” le preguntaba el mayordomo, “¿Es


eso lo que realmente quiere? Su padre se volvía loco por usted. Su
testamento es un último mensaje para usted, diciéndole que es
momento de comenzar a tomar sus responsabilidades como un noble-
-” “Lamento interrumpirte, anciano, pero…” Edward levanto su
mano derecha en frente del mayordomo, la mano blanca y elegante de
un aristócrata de nacimiento. En el dedo de en medio descansaba un
anillo hecho de una piedra azul clara. Era la reliquia familiar, un
diamante azul pasado de generación en generación. Calmadamente
se quitó el anillo del dedo y lo lanzo al anciano.

El mayordomo desesperado para que no tocará el suelo, lo


alcanzó y luego palideció. “¡Esto… esto es una falsificación!” jadeó.
“¿Qué sucedió con el real? ¡Por favor no me diga que lo extravió!”
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“Se lo di a una mujer hace dos años,” Edward indicó, casi de
manera negligente.

“Confío en que sepa lo que eso significa” el mayordomo dijo casi


ahogándose.

“Si, es solo una de esas estúpidas tradiciones familiares,”


Edward respondió aborrecidamente. “Cuando el anillo que ha sido
pasado a través de las generaciones es entregado, significa mi
compromiso inminente.”

“¿A quién se lo entregó?” preguntó el mayordomo.

“A una joven mujer que vivía en la parte mala de Londres,”


anunció Edward.

Edward era capaz de habérselo entregado a cualquier chica que


estuviera vendiendo flores en la calle. No era de extrañarse eso
acerca de él.

El anciano se sintió decepcionado. Pero no era momento para


darse por vencido.

“Es justamente como usted dice amo Edward,” dijo, “Nadie lo


culpará por poner fin a una tradición tan vieja. Así que aun puede
casarse con Lady Margaret.”

Edward lanzo un suspiro y volvió a ver a otro lado.

“¡Amo Edward!”

El joven amo volvió a lanzar un suspiro, “Relájate, anciano. Me


casaré, justo como mi padre quería. Pero no me casaré con la hija de
algún aristócrata que su único interés es el trabajo de caridad. Yo
mismo escogeré mi pareja.”
Una Promesa de Romance
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“Amo Edward, eso jamás va a funcionar,” indicaba el mayordomo.

“¿Por qué no?” demandaba saber Edward.

“Porque la familia de la joven ya ha aceptado la oferta”


confesaba el mayordomo.

“Bien, entonces pretenderemos que nunca escuchamos su


respuesta,” protestó Edward.

“¡Amo Edward!”

Luciendo exhausto, Edward extendió una mano para cortar al


anciano. Volvió sus ojos azules hacia otro lado y no regresó la mirada
al mayordomo nuevamente.

“Como sea, prepara mis cosas para salir de inmediato,” Edward


indicó de manera definitiva.

“¿Hacia dónde se dirige, señor?” le preguntaba el mayordomo.

Edward sonrió animadamente, “A Londres, voy a ir a encontrar a


mi prometida.”

********

Año y medio había pasado en un abrir y cerrar de ojos desde


que Satsuki Imamura había llegado a Londres.

Durante el primer año se la había pasado en cursos del idioma


inglés, pero ahora, estaba persiguiendo su verdadero propósito:
estudiar en una escuela de actuación. Ahora podía manejar
conversaciones diarias, sin embargo cuando la gente comenzaba a
hablar demasiado y muy rápido, aun le faltaba perfeccionarlo.
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Satsuki durante la preparatoria había estado activo en el club de


drama, y su sueño era el ir a una escuela de actuación famosa junto a
su amigo Yohei Aida.

Había conocido a Yohei en la preparatoria. La forma en que los


asientos habían sido arreglados había colocado a Yohei en frente de
Satsuki. Él se había encargado de enseñarle a Yohei todo lo que sabía
del teatro. Había sido únicamente por Satsuki que Yohei se había
interesado en la materia. Pero a pesar de ello, Yohei había aplicado a
la escuela y se había adelantado a Satsuki.

Satsuki creía que era mejor que Yohei en todo lo que hacía—
mejor en la escuela, mejor en la actuación, todo. Pero solo a Yohei
habían aceptado en la escuela de sus sueños.

“¡No puedo creer que fui aceptado!” Yohei había anunciado


alegremente.

Satsuki nunca olvidará la mirada en los ojos de Yohei, la manera


en que sus ojos estaban brillando cuando llegó a contarle a Satsuki las
buenas noticias al colegio.

“No estaba seguro de lograrlo” hablaba Yohei de manera efusiva.


“Seguro tu también estas dentro. ¡Aquí va por otros cuatro años
juntos!”

La posibilidad de Satsuki no había ingresado ni si quiera había


cruzado por su mente.

“¡Bueno, la cagué!” indicaba Satsuki. Compungiendo todos los


músculos de su rostro, tratando de dibujar una sonrisa animada, pero
había fallado miserablemente.

Yohei le observaba absorto.

“¿Qué?”

“No aprobé, no estoy dentro.” Satsuki le aclaraba.


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Incluso la actuación tenía sus límites. Aunque había tratado traer
a su rostro una perfecta sonrisa, una única lagrima se había escapado
y rodado por su mejía.

Yohei observó perplejo por un momento, luego rió, pensando


que tal vez Satsuki estaba jugándole una broma.

Fue humillante.

“¿Es tan gracioso que no haya ingresado?” Satsuki gritó a Yohei


antes de salir a prisa del salón.

Aun cuando pensaba que la forma en la que había actuado era


infantil. Cuando recordaba ese día, el rostro de Satsuki se volvía de un
color rojo carmesí por la vergüenza.

El talento determina el lugar que ocupa cada actor en el teatro.


Satsuki lo comprendía. Pensaba que había hecho un gran trabajo en
los exámenes de admisión. Pero el hecho de que había reprobado la
sección práctica del examen lo devastaba. El número de personas que
pueden mantenerse por medio de la actuación es pequeño, casi
inexistente, incluso para aquellos que se gradúan de escuelas con
entrenamientos especiales. Satsuki no se sentía arrogante al pensar
que él era uno de los pocos escogidos. Su incomparable amor por el
teatro le había dado un sentimiento de confianza. Pero existe cierta
chispa para la actuación que a él le había faltado, y no había sido
aceptado en la mejor escuela. Y durante ese tiempo pensaba que
nunca llegaría a ser un profesional.

Satsuki se había graduado sin volverle a dirigir la palabra a


Yohei. También había ingresado a otra escuela. Claro, se había
inscrito en el departamento de teatro, pero no era nada en
comparación a la escuela a la que había querido asistir, cuya
reputación era de volver a una gran cantidad de personas en actores
profesionales. Todos los alumnos de su nueva escuela habían también
aplicado a esa misma escuela, y todos habían fallado en ingresar.
Todas las clases y cada uno de ellos tenían un aire de fracaso.
También existían estudiantes que estaban genuinamente satisfechos
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de lo que tenían y no deseaban absolutamente nada mejor--. Satsuki


no los toleraba tampoco. Aun así, no sentía el deseo de volver a tomar
los exámenes. Su orgullo no le permitía ver a Yohei como su superior.

Satsuki jamás había sido feliz con su vida en la universidad a la


cual no quería asistir. Entonces un día, descubrió un libro. Era una
colección de ensayos hechos por un famoso actor que había
estudiado drama en Londres.

“¡Yo también iré a Londres!”

Para el momento en el que había terminado de leer el libro, su


corazón ya se había decidido en ir a estudiar a Londres, el lugar que
vio nacer el teatro, eso no le garantizaba un trabajo. Después de todo,
aun cuando se graduara con un titulo en teatro, no había ninguna
garantía de que conseguiría un trabajo. Sería mucho más útil aprender
inglés mientras asistía a las clases de teatro que tanto le gustaban.

Acababa de encontrar un nuevo sueño.

El único problema era el dinero.

Sin querer convertirse en una carga, había dejado de depender


de sus padres y volar de Japón. Pero el dinero se había evaporado
durante el primer año en la escuela de lenguas de Inglaterra. Así que
era imposible pedirles ayuda para pagar las cuotas de la escuela a
estas alturas.

Estaba logrando mantenerse alimentado con un trabajo de medio


tiempo en un bar. Pero aun existía el peligro de tener que abandonar
las clases por no poder pagar las cuotas. Y si llegaba a pedirles ayuda
a sus padres, lo más seguro es que le mandarían el dinero pero para
un boleto de avión para regresar a casa.

Pero su nueva vida aquí apenas estaba comenzando. Aun no


podía regresar a Japón.
Una Promesa de Romance

********

Satsuki se iba directo al trabajo después de que sus clases


finalizaban. El dueño del bar era normalmente brusco, un hombre
inglés de pocas palabras. Dio una mirada a Satsuki y silenciosamente
coloco un plato de comida para él.

El menú era una ración normal para la clase trabajadora:

Pescado frito y papas. Satsuki ya se había cansado de lo mismo,


pero no estaba en posición de exigir lujos. Comió en la esquina del bar,
luego se fue a la parte trasera del mismo. Estaría trabajando sin parar
desde ese momento hasta la media noche.

El bar estaba lleno de la energía de los trabajadores que venían


de sus labores a casa.

La principal tarea de Satsuki era el lavar los platos en la parte


trasera del bar.

Era físicamente exhaustivo el trabajar en su trabajo de medio


tiempo después de las demandas de la actuación durante el día en
clases, a pesar de todo se la pasaba bien escuchando las
conversaciones tan rápidas que se encontraban a su alrededor, la
única cosa que hacía de su trabajo algo agradable. Y también en
algunas ocasiones los clientes lo invitaban a una cerveza.

Cuando había terminado de lavar la primera tanda de platos,


dirigió su mirada al fondo del bar. Ese era el lugar en el que Brenda,
un cliente regular, se sentaba usualmente.

En el curso de sus tantas conversaciones con ella, se había


sorprendido al descubrir que Brenda era únicamente 10 años mayor
que él. Estaba seguro que ella tenía más o menos la misma edad que
su madre. Y aun tomando en cuenta de que los de occidente
envejecen más de rápido que japoneses, y el hecho de que su mama
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se mirara sorprendente mente joven para su edad, aun no podía creer


cuan joven era Brenda.

Aparentemente, no llevaba una vida muy cómoda, siempre


vestía con ropa fuera de moda y de segunda mano. Siempre ordenaba
una cerveza y la contemplaba como si fuera algo precioso antes de
irse a casa. Ella le había contado que sus padres habían muero hacia
tiempo y que ella había vivido sola desde ese momento. Pero eso no
parecía ser suficiente para hacer su vida tan desgraciada. Siempre
mostrándole una sonrisa amigable, Brenda siempre se mostraba
preocupada por el bienestar de Satsuki, ya que había viajado a un
lugar tan lejano como Inglaterra solo. Ella también había negociado
con el dueño del bar para que se incluyeran comidas en su pago. Ella
era alguien inusual entre los ingleses, que por lo general se mantenían
al margen y no se inmiscuían en los asuntos de las demás personas.

Brenda no se había aparecido por el bar en un buen tiempo.

Satsuki recordaba que la había escuchado toser constantemente


la última vez que la había visto, y había comenzado a preocuparse.

“Pienso que de verdad está enferma.”

“Si alguna vez necesitas algo puedes venir a verme.” Le había


dicho una vez. Sin familiares en Inglaterra, sus palabras se habían
grabado directamente en el corazón de Satsuki, que se había
encontrado lleno de soledad.

Debe ser difícil el manejarse si esta sola y enferma.

Satsuki decidió ir a buscarla.

Caminando por una calle sórdida en la parte mala de la ciudad


en medio del amargo invierno, Satsuki finalmente diviso el
apartamento que estaba buscando. El edificio era bastante viejo.
Parecía ser un edificio construido mucho antes de que Satsuki naciera.
El interior era oscuro, y olía a moho y polvo. Le falto coraje para tomar
el elevador, el cual parecía que iba a colapsar en cualquier momento,
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así que decidió subir por las rechinantes escaleras hacia la habitación
de Brenda en el tercer piso. No pudo encontrar el timbre por ninguna
parte, así que toco la puerta tímidamente.

No hubo respuesta.

Tocó un más fuerte.

“¡Deja el escándalo!” una voz gritó desde adentro.

La puerta se abrió violentamente y una mujer que llevaba puesto


el maquillaje de una manera exagerada apareció, causando que
Satsuki gritara.

Estaba en un completo pánico por el shock que le había causado


el gritarle a la otra persona.

“Lo- lo siento” consiguió a tartamudear. “Um, Yo- yo soy un


amigo de Brenda.”

La mujer vio a Satsuki con enojo, inspeccionándolo de pies a


cabeza. “¿Eres un cliente?”

Satsuki asintió con la cabeza.

“No poseemos nada que valga la pena robar,” le dijo la mujer,


hablando fuertemente con un acento de clase baja, el cual era difícil
de comprender para Satsuki. “La puerta está abierta, así que no tienes
que tocar educadamente, solo pasa.”

Habiendo dicho eso, la mujer ingresó nuevamente al


departamento.

Incapaz de irse habiendo venido hasta aquí, Satsuki ingresó


temerosamente a la habitación.

Botellas de licor vacías y ropa sucia estaban dispersas por todas


partes, toda la habitación se encontraba desordenada. La mujer en la
puerta estaba cubierta con un chal y estaba inhalando profundamente
un cigarro.
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La habitación no tenia calefacción y estaba literalmente


congelantemente fría. La calefacción debía estar descompuesta
porque la temperatura adentro era igual de fría que en la calle, y
Satsuki no podía tolerar quitarse su propia chaqueta.

“La habitación de Brenda esta por allá” le dijo la mujer mientras


le apuntaba la dirección con la barbilla en dirección a una de las
puertas.

Aparentemente, Brenda compartía su apartamento con lo


menos otra persona, quizás más.

Satsuki abrió la puerta que la mujer le había mostrado.

Aquí tampoco había diferencia alguna con la temperatura.


Tampoco estaba iluminada. Con la luz que se asomaba de la
habitación principal, apenas pudo distinguir la figura del cuerpo de
Brenda, que se encontraba postrado sobre la cama.

“¿Eres tú May?” La voz de Brenda se escuchó en la habitación.

May era el apodo que había nacido cuando Satsuki explicó que
el significado de su nombre provenía de la palabra japonesa antigua
para ese mes (Mayo). “Satsuki” era difícil de pronunciar para las
personas inglesas, así que había comenzado a utilizar el nombre de
May, inclusive en su escuela.

Brenda intentó sentarse. “¿Qué haces aquí? ¿Necesitas ayuda?”

Sus mejías estaban hundidas y pálidas, cualquiera podía notar


que ella se estaba desgastando rápidamente. Satsuki volvió a ver
hacia otro lado.

“Me encuentro bien,” le dijo “Es solo que noté que ya no has
venido al bar en los últimos días. ¿Cómo te encuentras? ¿Has ido a
ver a un doctor?”

“Es el final perfecto de mi vida si muero aquí” respondió


desanimadamente.
Una Promesa de Romance

“¿Brenda?” Satsuki dijo casi suspirando.

“Estoy feliz de que hayas venido May. Hay algo que quiero que
guardes para mí.” Brenda deslizo su mando debajo de su almohada y
sacó una delgada cadena. “Es algo que no quiero que mis
compañeras de habitación vean.”

Le entregó la delgada cadena a Satsuki. A primera vista parecía


ser un collar, pero viendo más detalladamente, Satsuki noto que en
vez de un dije, la cadena portaba un anillo con una piedra azul
trasparente.

“Dios apareció frente a mi hace dos años y me lo dio.” Brenda


susurró con convicción.

“¿Dios?” Satsuki repitió en forma de pregunta.

“Si” Brenda respondió. “Hasta ese momento, mi vida no había


sido nada más que sufrimiento. Mi madre me abandonó después de
nacer. ¿Lo sabías? Y mi padre era un alcohólico. Cuando era pequeña
me vendía a las personas a cambio de dinero para beber. Finalmente
murió cuando tenía 17 años, y por fin fui libre. Pero nunca fui a la
escuela, así que no sabía otra forma de sobrevivir que no fuera
vendiendo mi cuerpo.”

Satsuki no podía creer lo que escuchaba. La historia que Brenda


le estaba diciendo fervientemente era para él incomprensible
comparada con su pacífica vida en Japón.

“Pero Dios no me abandonó,” Brenda continuó. “Me dio este


anillo como recompensa por haber sobrevivido. Me dijo que lo podía
vender por una gran cantidad de dinero. Era tan hermoso, era como
despertar de una pesadilla para ver su cabello dorado. Lo reconocí
inmediatamente. Era Dios. Así que le dije, ‘No puedo vender tu anillo.
Lo atesoraré por siempre. Así que por favor ven a verme otra vez.’ Y
ahora, hay algo que quiero que hagas, May.”

“¿Qué cosa?” preguntó Satsuki


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“Quiero que se lo devuelvas por mí. Si alguna vez llega al bar


donde trabajas, por favor---” Brenda fue interrumpida por la tos.

“¡Brenda!” gritó Satsuki en desesperación.

La tos no mostraba señas de querer detenerse. Y esa no era una


tos común y corriente. Era una tos que desgarraba la garganta, como
bronquitis. Cuando su hermano mayor había tenido una tos así cuando
eran niños se había debido al asma. Cada vez que el asma aparecía,
tenía que ser hospitalizado y su madre dejaba a Satsuki atrás para ir
con su hermano. Satsuki era muy joven en ese entonces, y siempre
había estado celoso de su hermano monopolizando a su madre.

La compañera de habitación de Brenda llegó al escuchar la tos


de Brenda.

“¡Voy a llamar a una ambulancia esta vez Brenda!” gritó. “No


quiero que nos contagies con algún virus serio.”

Brenda no contestó y siguió tosiendo dolorosamente.

“Oye chico, no te puedes quedar aquí para siempre” la mujer lo


hizo entrar en razón. “Se está haciendo tarde, así que apresúrate y
vete a casa. Yo me encargaré de ver que podemos hacer con ella.”

La mujer habló rápidamente así que Satsuki no tuvo opción más


que obedecer.

“Recuerda… May…” Brenda gimió dolorosamente.

El verla así afectaba a Satsuki. Asintió firmemente, esperando el


poder confortarla así. Una mirada de alivio apareció en su rostro.

La mujer vio sospechosamente a Satsuki.

Satsuki partió del departamento con una gran renuencia.

Esa sería la última vez que vería a Brenda.


Una Promesa de Romance

********
Neville ingresó a unas residenciales de ricos en Londres, había
sido mandado a llamar por su amigo. El edificio más espectacular era
uno de cinco pisos del cual su amigo era el dueño. En este edificio
cada piso tenía 3 apartamentos independientes. Cada uno de ellos
costaba más de lo que Neville podría ganar en toda su vida. Su amigo
por el otro lado, se estaba quedando en el último piso. El hombre
había unido los 3 apartamentos en uno. Es mas había comprado los
apartamentos de los pisos de abajo para no ser molestado por sus
vecinos. Por esa razón que Neville desde afuera no podía ver rastros
de luces iluminando ninguno de los pisos de abajo. Su amigo también
poseía una gran cantidad de propiedades y casas en las afueras de
Londres. Había heredado todo de sus padres. Jamás había tenido que
trabajar por nada; su posición hacia que todo estuviera disponible para
él.

Neville, quien no tenía nada, estaba bastante celoso de las


riquezas que su amigo había heredado. Pero nunca le había llamado
la atención intercambiar lugares con él, porque Neville sabía que a
pesar de que su amigo fuera joven, y que su posición y riqueza le
daban cuanto quería, el hombre no era feliz.

Neville había conocido por primera vez a su amigo Edward en el


internado.

Inglaterra es todavía una sociedad basada en la clase social. Los


padres de clase trabajadora de Neville no habían estado muy
complacidos cuando este había sido aceptado en un internado. Ellos
creían que cualquier clase de educación más allá de lo requerido no
casaba con su posición, u que la gente de clase trabajadora debía
llevar una vida de clase trabajadora. Neville había ganado el dinero
para pagar la escuela y sus maestros habían hablado por él con sus
padres, y entonces así se le permitió asistir. Pero todos los otros niños
tenían posiciones privilegiadas. Cuando Neville hablaba, sus
Una Promesa de Romance

compañeros de clases solían burlarse de su acento de clase baja.


Incluso los maestros se sonreían cuando Neville decía algo.

Edward tenía una posición completamente distinta. Incluso en su


escuela, había sido especial. Él era el heredero de una corporación
que tenia oficinas alrededor del mundo, y algún día heredaría el titulo y
la increíble fortuna de su padre. Siempre estaba rodeado de una
multitud de gente, y el siempre brillaba en el centro.

Por un lado el hijo favorito nacido de un aristócrata y por el otro,


un niño de clase trabajadora cuyo nombre era tan importante como el
lodo. Cuando se conocieron por vez primera, Neville jamás se hubiera
llegado a imaginar que Edward lo trataría tan amablemente.

Edward había sido el que había cultivado su amistad. Ojos


azules claros debajo de una brillante dorada cabellera, parecía ser un
ángel.

Neville recordó lo aterrorizado que estaba cuando había tenido


que responder a su perfecta pronunciación con el Ingles de la Reina.
Su acento de baja clase había aparecido más fuerte que nunca.

Pero Edward no se había burlado de él como los otros


estudiantes. Había sido el perfecto estudiante honorifico. Y había
detestado sus alrededores, los que lo amaban fácilmente.

********
Neville saludó al portero en la entrada, y tomó el elevador hasta
el último piso. Esta era prácticamente su segunda casa. Abriendo la
puerta con su copia de la llave, Neville se dirigió a la sala de estar,
esperando encontrar a su amigo.

Edward estaba recostado indiferentemente en el sofá. Su camisa


de seda estaba desabotonada, revelando la piel desnuda de su pecho.
Una Promesa de Romance

Cuando vio a Neville pasar por la esquina de su ojo, levanto


apáticamente la copa de vino que sostenía en su mano derecha.

“Vienes demasiado tarde, ¿no te parece?” le saludó “Ya me


estaba cansando de esperarte.”

Neville podía notar que Edward estaba de mal humor.

“Entonces ¿qué mas es nuevo?”

Desde la graduación era más fácil ver a Edward de mal humor


que lo contrario.

“No me imaginé que llegarías a Londres tan rápidamente.”


Neville explicaba.

“Todo es por esa carta que me enviaste.” Respondía Edward


mostrando claros signos de mal humor.

Neville sonrió mostrando sus dientes. “Seguramente te sacó del


aburrimiento en el que te mantenías allá en el campo, ¿no es así?”

“Si, gracias” dijo Edward con un tono sarcástico. “Era


exactamente como decías que era.”

“¿No crees que es momento de rendirte y ya casarte de una


buena vez Edward?” Neville preguntaba, se podía notar la
preocupación en su voz.

Su amigo encogió los hombros desdeñosamente, con un gesto


que mostraba su inconformidad, “No seas ridículo, ¿con quién me
casaría? Ninguna de las chicas de las familias correctas me interesa.
Estoy haciendo más que suficiente con vivir la vida que me han
preparado.”

“Es una opinión muy constructiva viniendo para ti” Neville


remarcó.
Una Promesa de Romance

“¿Constructiva?” una mirada de confusión apareció en el rostro


de Edward por un momento, pero entonces comenzó a reírse
suavemente. “Neville se me acaba de ocurrir la idea más maravillosa
del mundo.”

“Deja que te diga algo antes” interrumpió Neville. “Creo que lo


mejor es que te cases como lo dice la última voluntad de tu padre.”

Si Edward continuaba con este estilo de vida, a la larga


terminaría destruyendo su cuerpo y espíritu. Si se llegará a casar,
podría llevar una vida más sana. Era por eso que debía casarse. Pero
la verdad era que estas palabras no mostraban los verdaderos
sentimientos de Neville.

“Que importa eso” Edward dijo desdeñosamente. “Solo escucha.


Yo me voy a casar. Pero será una farsa. Me casaré con quien sea,
tomaré mi herencia de una buena vez por todas, y luego besar con un
adiós a mi esposa.”

“¿Piensas que eso va a funcionar?” Neville le preguntó


dudosamente. “La mayor parte de mujeres son avariciosas. ¿Crees
que podrías encontrar a una mujer que está dispuesta a renunciar al
título de Lady Argyle voluntariamente?”

“Conozco a dicha mujer” Edward le aseguró. “Aproximadamente


hace dos años, conocí a una mujer muy amable. Su horrible situación
de la vida me conmovió y le entregué la reliquia familiar.”

“No te estarás refiriendo al diamante azul, ¿verdad?” Neville le


preguntó de manera incrédula.

Raras veces se sorprendía por las cosas que Edward había


hecho desde que lo conocía, pero se encontró sorprendido por esto.
Existían muy pocos tesoros de esta categoría en el mundo. No podía
comprender como podía simplemente entregárselo a un extraño.
Una Promesa de Romance
“Dijo que no lo vendería” Edward aseguraba, “aunque por su
precio hubiera podido ser mantenida por el resto de su vida. Lo único
que quería a cambio era volver a verme. ¿No es esa una mujer
generosa? Estoy seguro que ella estará dispuesta a ayudar.”

“Tal vez no sabía cuánto costaba el anillo” Neville intentó


adivinar.

“¿A quién le importa?”Dijo Edward. “Voy a encontrarla. Si aun


tiene el anillo, la convertiré en mi esposa falsa.”

“Y ¿Qué pasa si después de todo si vendió el anillo?” Neville


preguntó.

“Lo compraré de regreso y buscaré a otra mujer” Edward


contestó.

Neville siguió presionando “Y ¿crees poder encontrar otra mujer


tan fácilmente?”

“Todo sería mucho más fácil Neville si tan solo fueras una
mujer,” Edward dijo bromeando.

Edward se le quedó viendo a su amigo “Creo que todo sería


mejor si tú fueras una mujer. Sería mucho más fácil tratar contigo.”

Edward se rio fuertemente. Pensaba que su amigo estaba


bromeando.

“Bueno, yo no lo voy a regresar al buen camino.”

“Lamento involucrarte en esto, pero me gustaría que me


acompañaras” Edward le dijo después de que había terminado de
reírse.

“Estoy a su servicio mi Lord,” Neville le dijo de manera burlona.


Una Promesa de Romance

********

Satsuki no tenía idea de qué hacer con el anillo que le había


entregado Brenda.

Tenía una enorme piedra azul transparente en él. El resto era


plateado y estaba compuesto de una asombrosa mano de obra.
Satsuki sabia casi nada acerca de joyas, pero incluso él podía apreciar
cuan caro el anillo debía de ser.

Sentía que si lo llevaba puesto mientras caminaba por la calle,


alguien podría robar su dedo completo con tal de obtenerlo. No lo
podía dejar en su habitación por temor a los ladrones. Por los últimos
tres días, había llevado en cadena amarrada en los agujeros de su
cincho y conservado el anillo en su bolsillo. Se sentía más seguro
cuando lo llevaba consigo. Aun así, estaba preocupado. Casi no había
aceptado el devolver el anillo a su dueño, era una tarea demasiado
difícil.

“Tal vez debería devolvérselo a Brenda”

Estaba asustado de volverse a encontrar con la mujer que vivía


con Brenda, pero no podía conservar el anillo por siempre. Así que
decidió ir al salir del trabajo.

Satsuki se encontraba lavando los platos en la parte de atrás del


bar, como siempre lo hacía, cuando la puerta se abrió y un cliente
ingresó. Miró hacia la parte de adelante esperando que fuera Brenda.
Últimamente había tomado la costumbre de revisar cada vez que un
cliente nuevo ingresaba.

La primera cosa que notó fue una brillante cabellera rubia. Luego
vio un rostro relajado, blanco y bien esculpido como el mármol. Eso, y
Una Promesa de Romance

su delgada apariencia daban la impresión de ser una estrella de cine


que acaba de salir de la pantalla. Llevaba puesto un saco largo de tela
muy fina, se podía apreciar a simple vista que era muy caro. Era
definitivamente distinto a todos los demás clientes.

Desde que había venido a Londres, Satsuki se había percatado


que casi no existían esos extranjeros con estilo que se miraban en la
televisión o en las revistas. Los europeos del medio eran
completamente diferentes.

“Tal vez sea un modelo. O tal vez…”

Satsuki comenzó a recordar todos los actores británicos que


conocía, pero ninguno de ellos concordaba.

“Si tuviera que adivinar, diría que luce como Beckham antes de
cortarse el cabello.”

Algo de este hombre se parecía al famoso jugador de soccer.

El hombre se quitó el saco. Debajo de él, vestía una camisa de


seda que reflejaba la suave luz.

Se aproximo al bar y ordenó un whisky puro. La mayoría de


clientes ordenaban ale, un tipo de cerveza inglesa. El whisky era
inusual, y más aun whisky puro. Vació el vaso con un solo trago, como
si estuviera bebiendo agua, y ordeno otro de manera casual.

Satsuki se le quedó viendo con sorpresa. Su forma fuerte de


beber no encajaba con su forma tan a la moda de vestir. Terminó el
segundo vaso como si fuera.

De repente los ojos del hombre se fijaron en Satsuki.


Sorprendido, Satsuki se congeló mientras estaba lavando los platos.
Una Promesa de Romance
Los ojos del hombre eran del mismo azul del de la piedra del
anillo que Brenda le había dado. Le sonrió amigablemente a Satsuki.
Tal vez se había percatado de que Satsuki le había estado viendo.

Satsuki sintió como su pulso se aceleraba por la vergüenza.

Ignorando su rostro incomodado, el hombre le indicó con la


mano a Satsuki que se acercara.

“¿Si señor?” Satsuki preguntó tímidamente.

“Tengo entendido que una mujer llamada Brenda viene a este


bar con regularidad,” el hombre dijo, “¿La conoces?”

Satsuki se quedó maravillado ante el hermoso acento inglés que


el hombre hablaba.

Los ingleses hablaban diferentemente dependiendo de su clase


social. Los japoneses casi no pueden notar la diferencia cuando
hablan, pero cuando los ingleses hablaban entre ellos, podían decir en
cuestión de cinco minutos la clase social y de que parte provenían.
Satsuki vivía y trabajaba en aéreas de clase trabajadora, y su escuela
estaba llena de estudiantes de clase media quienes no eran
particularmente ricos. Este hombre era completamente distinto a
cualquiera que Satsuki había conocido.

Satsuki nunca había conocido a ningún miembro de la clase alta.


En este país donde el sistema de clases todavía prosperaba, cada
quien sabía su lugar y raramente invadía el territorio de las otras
clases. Pero si n hombre era parte de la clase alta no tenía por qué
haber venido a un lugar así.

“Brenda ha estado enferma. No ha venido por aquí últimamente.”


Satsuki respondió con honestidad.

“Espero que vuelva.” El hombre de cabello castaño que le


acompañaba dijo mientras encogía los hombros.
Una Promesa de Romance

“Yo también” el hombre rubio asintió y luego volvió a ver a


Satsuki. “¿Podrías darle un mensaje a Brenda de mi parte?”

“Por supuesto.” Satsuki respondió inmediatamente.

“Estoy tratando de ubicar un anillo y me gustaría que ella se


pusiera en contacto conmigo.”

Tomo una tarjeta de presentación de su porta tarjetas color


plateado que se encontraba en el bolsillo interno de su chaqueta y le
entregó una a Satsuki, junto con una propina. Entonces, terminando el
resto de whisky que quedaba en su vaso, se levantó para irse. Cada
movimiento que realizaba parecía sacado de una película. La
impresión que dejaba era distinta a cualquiera de otra persona.

“Dios me lo entregó.”

Satsuki recordó la historia que Brenda le había contado. “Era tan


hermoso fue como despertar de una pesadilla para ver su cabellera
dorada. Lo reconocí inmediatamente. El era Dios.”

¿Era este el hombre ‘el Dios’ de la historia de Brenda?

Revisó la tarjeta de presentación. El título de “Lord” aparecía


frente al nombre del hombre indicando su status de noble. Satsuki no
tenía idea de cómo Brenda conocía a un hombre noble, pero eso no
era suficiente para detenerlo de decirle a Brenda que ‘su Dios’ había
venido a buscarla. Además, la propina que el hombre le había dado
era demasiado grande para solo pasarle el mensaje.

Una vez el trabajo había terminado, Satsuki se dirigió


nuevamente al departamento de Brenda. Esta vez, tocó suavemente la
puerta para que la otra mujer no le gritara nuevamente. Cuando giró la
perilla, descubrió que la puerta no tenía pasador y simple y
sencillamente la abrió.
Una Promesa de Romance
Se sintió extraño al entrar a una casa sin anunciarse, así que
susurró “con permiso” en japonés para sí mismo.

Cuando entró en la sala, vio a una mujer, diferente a la que


había visto la vez anterior, vistiendo casi nada con sus pies puestos
sobre una silla, haciéndose un pedicura.

Levantó su cabeza y se le quedo viendo sospechosamente a


Satsuki.

“¿Qué hace un niño como tú por aquí?” demandó saber.

“Vine a ver a Brenda” Satsuki le dijo.

“¿Brenda? Oh, se murió hace tres días.” Dijo la mujer con


indiferencia.

“¿Murió?” Satsuki repitió anonado.

“Si” la mujer le confirmó

“Pero a penas la vi la semana pasada.” Satsuki indicó.

Podía escuchar las voces de un hombre y una mujer


provenientes de la habitación de Brenda. Domado por un incontrolable
impulso, Satsuki corrió hacia la habitación y abrió la puerta de golpe.

“¿Quién es?” una voz se escuchó.

“Un niño nos está espiando” la otra voz contestó.

Dos extraños estaban uno encima del otro encima de la cama,


gritando ante la intromisión de Satsuki. En un momento su cara y
orejas estaban quemando. Dio un paso para atrás, puso una cara, y
luego salió corriendo del edificio tan rápido como sus piernas le
permitieron.

¿Qué tanto corrió? No sabía dónde se encontraba o como había


llegado a ese lugar. Jadeando, finalmente se detuvo.
Una Promesa de Romance
Al fin comprendía la clase de lugar que era el departamento de
Brenda. Sus compañeras de habitación se ganaban la vida vendiendo
sus cuerpos. El comprendía ahora el por qué Brenda no quería que
vieran el anillo. Eran la clase de gente que utilizaba su habitación para
realizar sus negocios tan solo unos días después de su muerte. Si
hubieran visto el anillo, eran capaces de salir corriendo a venderlo tan
rápido como pudieran.

Después de haber corrido sin destino, se encontraba en un área


que no le era familiar en la noche, Satsuki se encontraba
completamente perdido. Llamó un taxi.

Los taxis de Londres son los mejores en el mundo--- solo hay


que darles la dirección y ellos te llevan directamente a donde sea que
vayas.

Satsuki mostró la tarjeta de presentación que el hombre rubio le


había entregado al conductor del taxi. Termino en unos residenciales
de clase alta cerca del Parque Regency. Pagó la tarifa del taxi con la
propina que había recibido, pero aun así quedaba bastante dinero.

Al salir del taxi, Satsuki se quedó admirado ante el edificio de


apartamentos tan lujoso. La entrada estaba llena de luces y un portero
uniformado junto a ellas.

“Vaya directo al quinto piso,” le dijo el portero después de revisar


la dirección. Apuntó hacia donde se encontraba el elevador en la parte
de adentro.

“Gracias,” contestó Satsuki mientras avanzaba hacia al elevador.

Paso por un lobby inmaculado rodeado por paredes de mármol.


En el interior, el edificio parecía ser más un hotel de lujo. Aun cuando
la gente caminaba por el piso con zapatos de exteriores, gruesas y
lujosas alfombras estaban dispersas a través de cada centímetro del
suelo. Un candelabro gigante colgaba del techo, iluminaba con una luz
Una Promesa de Romance

radiante. Aquí y allá, habían floreros decorando el salón tan altos


como una persona, mostrando asombrosos arreglos florales.

Satsuki ingresó en el elevador y presionó el botón para llegar al


quinto piso.

Estaba invadido por el sentimiento de que no pertenecía a ese


lugar. Pero había aceptado la propina del hombre rubio, así que debía
entregar el mensaje de que Brenda había fallecido. También se
encontraba el asunto del anillo.

Las probabilidades apuntaban a que este hombre era el


verdadero dueño del anillo.

Las puertas del elevador se abrieron, había una única puerta de


madera al final del pasillo. Satsuki presionó el timbre que se
encontraba a un lado de la puerta. Pero el que abrió no fue el hombre
rubio, si no era el hombre de cabello castaño.

“Eres el niño del bar ¿Necesitas algo?” el hombre le preguntó,


viendo a Satsuki de manera sospechosa.

Satsuki no lo había notado en el bar, pero este hombre era en su


propia categoría bastante atractivo. Debajo de su cabellera castaña se
encontraban unos ojos café. Pero el carisma del hombre rubio era tan
sobrecogedor que, a la par de él, los encantos de su amigo eran
hechos de menos.

“He venido a decirles que Brenda falleció,” Satsuki dijo. “Yo


mismo me acabo de enterar. Ella me entregó algo antes de morir.”

No estaba seguro si el hombre sabía lo que estaba sucediendo,


pero tomó el anillo de su bolsillo y lo sostuvo frente al hombre.

Los ojos del hombre se abrieron y observaron del anillo a Satsuki


y de regreso.
Una Promesa de Romance

“¿Sabías que este anillo es la reliquia familiar de la familia de


Lord Argyle?” le preguntó.

“¿Es la reliquia de un lord?” Satsuki preguntó de regreso,


repitiendo las palabras desconocidas.

“Si, así es” el hombre dijo. Después de dudar un poco, agregó


“Será mejor que entres”

Era difícil negarse al tono de invitación empleado por el hombre.

“¿A caso piensa que he venido aquí a estafarlos?”

Satsuki se sintió molesto, pero como ya había venido tan lejos,


no podía darse por vencido. Asintió y siguió al hombre al interior del
apartamento.

La habitación era espaciosa y tenía un techo bastante alto como


en el lobby. Pero en contraste con la iluminación del lobby, la
habitación estaba oscura. Pasaron por varias habitaciones vacías
antes de alcanzar la que tenía una persona en ella.

Una cama doble había sido colocada en la habitación, y parecía


ser un cuarto. El hombre rubio que Satsuki había visto en el bar estaba
esparcido en un sofá, un vaso con un líquido ralo color café posaba en
su mano.

“Edward, tienes un visitante,” el hombre con cabello castaño le


dijo al hombre rubio.

“Pero miren, si es la niña linda del bar,” sin levantarse, el rubio


llamado Edward volvió la mirada a Satsuki y sonrió. Se movió
lentamente y un aire de decadencia provenía de él.

“De hecho no soy una chica. Soy un chico.” Satsuki lo corrigió


inmediatamente.
Una Promesa de Romance
Por su nombre, era frecuentemente confundido por ser una
incluso chica en Japón. Y eso no parecía haber cambiado al venir a
Inglaterra, peri era más humillante ser confundido por su cara que por
su nombre.

Edward se le quedo viendo. Aparentemente no creía lo que


Satsuki decía.

“Lo siento” dijo después de una pausa.

Tal vez notando el desagrado de Satsuki, Edward lanzó una


sonrisa junto son sus disculpas.

Satsuki sintió que Edward se estaba burlando de él y se molestó


aun más, pero recordándose a sí mismo que no había venido a discutir,
trató de calmarse. No estaba acostumbrado a ser provocado.

“Verás, lo que sucede es…” y le contó a Edward lo que había


pasado, la razón por la que había venido y le entregó al hombre su
anillo.

La risa de Edward lo interrumpió de manera inesperada.

“¿Escuchaste eso Neville?” dijo de una manera bastante alegre.


“Mi plan falló bastante rápido.”

Satsuki sintió ofensa en la forma de Edward. El hombre parecía


estarse burlando de la muerte de Brenda.

“No me sorprende,” dijo el hombre de cabello castaño llamado


Neville.

“Bueno, si el anillo te pertenece, te lo entregaré,” dijo Satsuki,


“De otra forma lo llevaré a la policía.”

Quería salir de ese lugar lo más pronto posible. Su paciencia


tenía su límite. Neville no parecía muy a gusto con su actitud a la
defensiva, y Edward no parecía ser la clase persona con la que
Una Promesa de Romance

Satsuki quería relacionarse. Además, con todo lo que había sucedido


estaba muerto del cansancio.

“Oh, es definitivamente mío,” Edward le aseguró, “Se lo entregué


a Brenda hace dos años.”

Satsuki le entregó el anillo. “Entonces te lo devuelvo.”

Edward tomo la mano extendida de Satsuki y deslizo el anillo por


uno de sus dedos. Satsuki estaba confundido.

“Este anillo es una herencia de mi familia.” Ignorando la reacción


de Satsuki, Edward le dijo la misma historia que Neville le había dicho
antes, “Cuando entregamos esto, lo hacemos únicamente a aquellas
que se convertirán en nuestras prometidas. Por cierto ¿eres de
china?”

“Soy japonés” Satsuki le contestó.

“¿Viniste a Londres de paseo?” Edward preguntó.

“No, estoy estudiando aquí, en una escuela de teatro,” Satsuki


explicó.

“¿Teatro?” Edward repitió, encantado. “¿En serio? Y ¿tu


nombre?”

“Imamura Satsuki.”

Satsuki le dijo a propósito su nombre completo y en el orden


japonés. La mayoría de británicos no estaban acostumbrados a los
nombres japoneses y les era difícil recordarlos bien después de tan
solo escucharlos una vez. No iba a ser amable y deletrearle su nombre
a este hombre tan arrogante.

“¿Es Imamurasatsuki tu primer nombre?” Preguntó Edward.


Una Promesa de Romance
Satsuki cedió un poco. Nadie había sido capaz de pronunciar su
nombre tan bien.

“Imamura es el nombre de mi familia. Satsuki es mi primer


nombre.”

“Satsuki,” Edward murmuró “Que nombre tan maravillosamente


exótico. Y los asiáticos son tan atractivos. ¿No te parece así Neville?”

No mostraba señas de soltar la mano de Satsuki. Todo lo que


Neville hizo fue encoger los hombros.

“Disculpe” Satsuki dijo.

Estaba comenzando a sentirse atrapado. Nadie había sostenido


su mano por tanto tiempo. Cuando intentó quitar su mano, Edward
estrechó su mano con mayor intensidad. El hombre estaba sonriendo,
parecía estar disfrutándolo.

¿Se estaba riendo ante la incomodidad que sentía Satsuki?


Satsuki se enfureció mas ante este pensamiento. Pero no sería muy
maduro de su parte el perder su temperamento justo después de
conocer a alguien, así que recuperó su compostura.

“¿Qué te parecería volverte mi prometida?” Edward preguntó


súbitamente.

“¿Tu prometida?” Preguntó.

Comenzaba a perder su confianza en su habilidad para entender


el inglés. No entendía a que se refería Edward.

“Como te parece,” Edward explicaba, “Estoy obligado a casarme


con alguien en el que no tengo ningún tipo de interés, y para evitar eso,
estoy buscando por una prometida falsa. Dijiste que ¿estás inscrito en
una escuela de Teatro?”

Satsuki asintió “Si.”


Una Promesa de Romance
“Entonces eres bueno actuando,” Edward concluyó “¿Qué te
parece? Te pagaré 300 libras por día para que pretendas ser mi
prometida. Creo que es un trato bastante bueno.”

“Buena idea,” Neville se intervino en la plática, “Este chico se


vería genial vestido de mujer.” Se rió tanto que tuvo que sostener su
estomago.

“Esperen un momento,” Satsuki protestó. “Soy un hombre. Y


¿por qué debería ser tu prometida falsa? Estoy seguro que puedes
encontrar un montón de mujeres elegibles.”

Edward sonrió amargamente.

“No creo que funcionaría”

“La mayoría de mujeres no se detendrían solo a pretender ser la


prometida de un hombre rico, atractivo y aristócrata,” Neville explicó.

Edward suspiró fuertemente. “Estábamos planeando preguntarle


a Brenda. Ella era una prostituta después de todo. Ella hubiera
entendido su posición.”

Satsuki sintió como la sangre se le subía a la cabeza. Cuan


patética parecía Brenda ahora, pensando de este hombre como su
¡Dios! Edward no solo la estaba menospreciando sino que la estaba
insultando.

“No puedo hacerlo,” Satsuki dijo fríamente. “Por favor busca a


alguien más.” Entonces tiró su mano con fuerza para liberarse, se
quitó el anillo del dedo y lo colocó sobre la mesa. “Ya te he devuelto tu
anillo, así que ahora me voy a casa.”

No podía esconder el tono violento de su voz.

“Pareces molesto,” Edward le dijo calmadamente. “Deja que te


lleve a casa como una disculpa.”
Una Promesa de Romance
“¡No gracias!” Satsuki contestó inmediatamente.

La rudeza de Edward parecía ser un claro ejemplo de la técnica


coloquial inglesa llamada “ingenio,” pero había ido demasiado lejos.

Satsuki ya no quería formar parte en esta conversación. Ya


había formado una mala opinión de Edward.

“Podrá verse bien, pero tiene un personalidad podrida.”

Edward sonrió victoriosamente “No seas tímido.”

Satsuki en verdad quería decir no. Pero al final, terminó


aceptando ser llevado a casa en el carro de Edward. La razón principal
era que no sabía cómo llegar a casa y era casi imposible conseguir un
taxi en un área residencial y en medio de la noche.

Lo único que podía salvar la situación era que Edward había


estado ebrio, así que Neville era el que estaba llevando a Satsuki a su
casa. El hombre del cabello castaño era de por si un misterio, pero
comparado con Edward parecía completamente normal.

“¿Te sientes un poco más calmado?”Neville preguntó mientras


conducía “Él no quería causar ningún mal. Solo recuerda que estaba
ebrio y olvida todo lo que sucedió.”

“Brenda quería verlo tan desesperadamente. Pero las cosas que


dijo…” Satsuki confesó. No podía evitar quejarse.

“¿Cuál es tu nombre otra vez?” Neville preguntó.

“Satsuki. Significa ‘Mayo’ en japonés, así que todos me llaman


‘May’ en su lugar.

“May, entonces. Yo soy Neville Oakley. Trabajo para un tabloide


de tercera categoría.”

“¿Eres periodista?” Satsuki preguntó.


Una Promesa de Romance

Neville asintió con la cabeza, entonces se quedó callado.

El carro se movía atravesando la noche.

Por la ventana, Satsuki pudo contemplar que todas las tiendas


estaban cerradas y que no había nadie caminando en las calles de la
ciudad. Neville parecía estar concentrado únicamente en conducir y no
mostraba signos de querer charlar, y Satsuki también permanecía en
silencio. Llegaron al edificio de Satsuki sin intentar retomar la
conversación.

“¿Podrías devolver este dinero por mi?” le pidió.

“¿Por qué?” Neville quería saber.

“No existe ninguna razón para que yo lo conserve.” Satsuki


indicaba.

“Eres bastante honesto, ¿no es así?” Neville remarcó. “De todas


maneras, no creo que interese el dinero”

“A mi si me interesa,” Satsuki insistió. “Únicamente utilicé un


poco para pagar por el taxi para llegar a su casa.”

“De acuerdo.” Neville aceptó el dinero. “Solo deja que te


aconseje algo, ya que eres tan honesto. No te involucres con él.”

“Bueno, no creo volver a verlo nuevamente.” Satsuki respondió.

“Eso esperemos,” Neville dijo ambiguamente y después partió.

********
Cuando llego al dormitorio, Satsuki fue inmediatamente a su
habitación y se tiró sobre su cama.
Una Promesa de Romance
Sucedieron tantas cosas el día de hoy.

Había trabajado arduamente todo el día en la escuela y luego


había ido inmediatamente a trabajar al bar. Eso normalmente lo dejaba
exhausto. Pero en la parte más profunda de la noche, había
presenciado desde lo más bajos hasta lo más altos niveles de la
sociedad londinense.

Y Brenda estaba muerta.

Su partida había sido tan prematura que aun no podía procesarla.

Ni si quiera podía visitar su tumba porque no sabía dónde se


encontraba. Y no quería regresar de nuevo a ese apartamento.

Al cerrar los ojos, una imagen del rostro atractivo de Edward flotó
en su mente.

Si lo único que hubiera sabido era la apariencia de Edward, el


hombre hubiera sido absolutamente perfecto. Era un verdadero
aristócrata. Conocerlo hubiera sido una buena historia para cuando
Satsuki regresara a Japón.

“Aunque probablemente jamás lo vuelva a ver,” Satsuki se dijo a


sí mismo.

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