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Pérez Álvarez, Marino

Reseña de "La impostura freudiana. Una mirada antropológica crítica sobre el


psicoanálisis freudiano como institución" de Juan B. Fuentes
Papeles del Psicólogo, Vol. 31, Núm. 2, mayo-agosto, 2010, pp. 221-223
Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos
España

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Papeles del Psicólogo, 2009. Vol. 30(2), pp. 221-223 Revisión libro
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EL ANHELO DE COMUNIDAD Y EL PAPEL DE LA PSICOTERAPIA

Comentario al libro de Juan B. Fuentes (2009), La impostura freudiana.


Una mirada antropológica crítica sobre el psicoanálisis freudiano como
institución. Madrid: Encuentro
Revisado por:
Marino Pérez Álvarez

reud y el psicoanálisis han recibido críticas por derse de toda responsabilidad personal, enredándole en
F todos los lados y de todo tipo, siendo las más
usuales las relativas al estatus científico de la teo-
un análisis interminable, como se muestra documentada-
mente en el libro.
ría psicoanalítica y a la eficacia de su técnica psicotera- Aunque Fuentes se fija sobre todo en el enredamiento
péutica. Sin embargo, la crítica fundamental, dirigida a doctrinal de la terapia como anhelo frustrado de vida
su papel como institución social y planteada desde una comunitaria y como muestra elusiva de la responsabili-
perspectiva antropológica, no había tenido lugar hasta dad personal, cabría ver el propio involucramiento en la
ahora, hasta la aparición del libro de Juan B. Fuentes, terapia psicoanalítica como ejercicio mismo y encuentro
catedrático de antropología filosófica de la Universidad de la comunidad perdida, en la línea de Gustavo Bueno
Complutense de Madrid. al identificar el psicoanálisis como una hetería soterioló-
Se trata de una crítica dirigida a lo que hace el psicoa- gica o comunidad salvífica en analogía con la comuni-
nálisis, empezando por Freud, ante la desmoralización dad de los epicúreos. [Gustavo Bueno (1981-1982),
de los individuos resultante de la disolución de la vida Psicoanalistas y epicúreos. Ensayo de introducción del
comunitaria en su transición e instalación en la sociedad concepto antropológico de 'heterías soteriológicas’, El
moderna, caracterizada por una forma de vida sin el Basilisco, nº 13, pp. 12-39] Si algo de esto ocurre, con-
sentido comunitario atenido a las relaciones sociales firma también de esa manera la tesis de Fuentes acerca
concretas de los individuos. La situación en la que esta- del anhelo buscado por el paciente (satisfecho en parte
ría el paciente freudiano sería de desarraigo y flotación, en la propia relación terapéutica) y de la elusión igual-
en una sociedad donde priman las relaciones sociales mente buscada en este caso de responsabilidad personal
abstractas, debidas a la “gran transformación” operada (satisfecha por la interpretación psicoanalítica).
por la lógica del mercado. El paciente freudiano no deja Es interesante alinear aquí otros fenómenos sociales y clí-
de estar en una oscilación ambivalente en la que, por un nicos como, por ejemplo, la drogadicción, en la medida en
lado, se da el anhelo último por restaurar su vida fami- que, según parece, el problema deriva de la desintegra-
liar y comunitaria, con la fuerza y el sentido de respon- ción de la vida comunitaria (en este caso, cayendo en la
sabilidad moral para llevarlo a cabo y, por otro, una droga en vez de en el diván psicoanalítico) y la “solución”
tendencia psicológica a desentenderse de todo esfuerzo la encuentra el drogadicto en la propia comunidad de “co-
moral en tal sentido. Lo que hace el psicoanálisis es “en- legas”, con sus rituales de tomar la droga, etc., sustitutiva
redar” al paciente por este lado del desentendimiento de la comunidad natural perdida, aun antes, si fuera el ca-
moral y de disipación de la responsabilidad personal en so, de la “comunidad terapéutica” como institución social.
restaurar su vida interpersonal, familiar y comunitaria. Esto iría en la línea de que el problema psicológico supone
Ésta es la impostura freudiana: convertir la situación de alguna manera una búsqueda de la comunidad perdi-
del paciente en un supuesto conflicto inconsciente, meta- da y que la situación terapéutica es ella misma una solu-
psicológico, universal y abstracto, abstraído de su situa- ción siquiera protésica, en la forma de la relación
ción concreta y del problema de fondo (anhelo psicoanalítica o de una “comunidad terapéutica”, en todo
comunitario). De otra manera dicho, la impostura consis- caso, una solución sustitutiva más que restitutiva o restaura-
te en “satisfacer” la tendencia del paciente a desenten- dora de la responsabilidad moral, pretendida por Fuentes.

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El libro de Fuentes tiene un interés para los psicólogos, Resumida así la impostura freudiana, a su mínima ex-
más allá de estar Freud y el psicoanálisis concernidos, presión, y apuntadas esas implicaciones, se ha de decir
en dos asuntos fundamentales que tienen que ver nada que el planteamiento de Fuentes tiene el alcance de toda
menos que con la naturaleza de los trastornos psicológi- una filosofía de la historia, siendo en realidad Freud el
cos y el papel social de la psicoterapia. Respecto a la banco de pruebas, ciertamente, un banco importante en
naturaleza de los trastornos, el libro apunta al paso de el que se asienta la modernidad, epítome de la moderni-
la comunidad a la sociedad (según la distinción debida dad psicológica. El recorrido filosófico sobre el que se
a Ferdinand Tönnies en su obra Comunidad y sociedad, asienta este “ensañamiento” con Freud lo desarrolla el
de 1887) y, más en particular, a la destrucción de aqué- autor en otro trabajo [Juan B. Fuentes, De Kant a Freud:
lla en aras de una sociedad de individuos desarraigados La formación del sujeto modernista en el seno de las cri-
y flotantes, que van a necesitar de intermediaciones que sis románticas del pensamiento kantiano, enviado para
suplan el sentido-de-comunidad que proporcionaba pre- publicación]
cisamente la comunidad tradicional. Quiere esto decir Esta filosofía de la historia identifica el problema de la
que los trastornos psicológicos no derivarían de supues- historia universal en las relaciones entre las ideas de
tas averías situadas en el cerebro, la psique o la mente “comunidad” y “universalidad”. La comunidad y la uni-
de los individuos, sino de la situación de los individuos versalidad están en el comienzo, génesis y constitución
dada la “gran transformación” (en alusión a la obra de interna de las sociedades humanas. Mientras que la co-
Karl Polanyi, La gran transformación, de 1944) consis- munidad es condición requerida para ser humano y, por
tente en la ruptura fundamental que representa el merca- así decir, su forma histórica natural (si se permite el oxí-
do auto-regulador en relación con la economía moron), la universalidad se encuentra en la propia pro-
integrada en las relaciones sociales de las sociedades pagación y ampliación de las comunidades más allá de
tradicionales, para el caso, la comunidad. El ejemplo se- sí mismas conformando otras comunidades a “imagen y
ñalado de las drogas, estudiado por Bruce K. Alexander semejanza” de las anteriores. De todos modos, en térmi-
(2008), The globalisation of addiction. A study in po- nos de la historia universal, el autor destaca tres momen-
verty of spirit, Oxford University Press) sería una prueba tos: la antigüedad clásica pagana precristiana, la
más de esta tesis. Alexander explica el fenómeno de la civilización cristiana vieja o católica medieval y la épo-
globalización de la adicción en relación con la “disrup- ca moderna (edad moderna y contemporánea).
ción” (“descolocation”) de la integración psicológica Pues bien, el autor privilegia la civilización cristiana
proporcionada por el sentido de pertenencia a una co- vieja o católica medieval en tanto es “la única civiliza-
munidad, en referencia a la comunidad aborigen en el ción capaz de conjugar del modo más equilibrado y lo-
caso canadiense que él estudia en particular. grado posible hasta el presente aquellas dos ideas de
En relación con el papel social de la psicoterapia, cual- universalidad y de comunidad”, como “comunidad uni-
quiera de ellas, ya no sólo el psicoanálisis, el libro de versal virtualmente ilimitada”, a diferencia de otras que,
Fuentes apunta a su consideración como un nuevo tipo cada una a su manera, están limitadas por un fuerte
de instituciones, y acaso habría que precisar que se tra- grado de abstracción reductora económica de la vida
taría de unas “instituciones intermedias” entre las institu- comunitaria, particularmente la moderna. Por el contra-
ciones sociales básicas (económicas, políticas, rio, las relaciones económicas estarían en la civilización
educativas, religiosas, familiares, etc.) y los individuos, cristiana subordinadas e integradas en las relaciones co-
que tratarían de remediar los problemas que éstas crean munitarias y en referencia a los cuerpos humanos singu-
y no resuelven, haciéndose necesarias nuevas institucio- lares, irreductibles en su singularidad como personas
nes como las representadas precisamente por las tera- corpóreas concretas.
pias psicológicas. La cuestión ahora sería si se trata de La cuestión es que el proceso de disolución de la vida
instituciones terapéuticas que enredan a los individuos y comunitaria tradicional, cuya cumbre estaría en la civili-
les llevan a eludir su responsabilidad y compromisos o zación cristiana, ocurriría a manos del proyecto de la
les resitúan de cara a la vida con la responsabilidad y modernidad, donde las relaciones humanas y las perso-
capacidad para hacerse cargo de sus vidas. Los psicólo- nas quedarían subordinadas a las relaciones económi-
gos mismos sabrán qué terapias van más bien por un la- cas abstractas, dando lugar así a individuos
do o por otro. desarraigados y flotantes del tipo de paciente freudiano,

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etc. Esta filosofía de la historia, como toda filosofía de la persona de carne y hueso, las relaciones de vecindario y
historia que se precie, no importa su relato mítico, tiene la costumbre. Cabría preguntar a Fuentes, y de hecho es
su pecado original, en este caso, cómo no, en la citada algo que está por desarrollar en su exposición hasta
abstracción reductora de las relaciones económico-abs- ahora, acerca de si es de esperar una vuelta atrás en la
tractas, cuya caída será el desgarramiento de la vida co- modernidad o, más probablemente, cómo sería posible
munitaria y en su caso la entrada y la caída en la droga, alguna forma restitutiva de la vida comunitaria en tiem-
la institución psicoanalítica u otras situaciones similares. pos de los grandes centros comerciales. Por otro lado, su
La mirada antropológica de Fuentes encuentra, en prin- planteamiento pide una nueva meditación de la técnica,
cipio, en la “rebelión romántica” un aliado crítico tam- situándose frente o en relación a la de Heidegger, Orte-
bién de la modernidad. En efecto, el romanticismo pasa ga y Sloterdijk. Como quiera que fuera, el brillante plan-
por ser una contracorriente de la modernidad y, de he- teamiento de Fuentes, crítico de la modernidad, utiliza la
cho, hay versiones del romanticismo enteramente afines técnica moderna, siquiera el ordenador e Internet, para
al planteamiento de Fuentes [Michael Löwy y Robert Say- propagar y hacer valer sus razones de la sumamente
re (2008), Rebelión y melancolía. El romanticismo como original y fundada crítica de la modernidad tomando a
contracorriente de la modernidad, Buenos Aires, edito- Freud como piedra de toque.
rial Nueva Visión] Sin embargo, Fuentes no se deja en- Es posible que muchos psicólogos no estén familiariza-
gañar por la rebelión romántica ni la cultura modernista dos con la forma de argumentación y el vocabulario filo-
de vanguardia, dado que se trata de una rebelión ella sófico de Fuentes, a pesar de que buena parte de su
misma abstracta, y menudo esteticista, “el arte por el ar- obra concierne a la psicología y de hecho fue publicada
te”, sin contenido ni proyecto práctico restitutivo de la vi- en revistas psicológicas (Revista de Historia de la Psicolo-
da comunitaria perdida. Se trata, en realidad, como gía, Psicothema, Spanish Journal of Psychology…). Si
dice Fuentes, de “rebeldes sin causa”. En este sentido, la fuera así, harían bien en desperezarse y en poner en
mirada crítica antropológica de Fuentes no se deja im- juego su inteligencia. El libro les llevará por caminos no
presionar por movimientos aparentemente afines (o al transitados que se abren paso mediante una argumenta-
menos afines hasta cierto punto), como tampoco se deja ción y un vocabulario que explota el idioma español de
seducir por el psicoanálisis, como supuesto procedimien- la forma más rica, matizada y precisa. A menudo el re-
to esclarecedor de la psique humana. corrido es en espiral, de manera que cada reiteración
Con todo, el planteamiento de Fuentes no deja él mis- añade algo más, que no sólo completa lo anterior sino
mo de tener un aire romántico, tanto por la crítica y re- que lleva más allá el perímetro de la argumentación. No
belión contra la modernidad como por la añoranza y se puede razonar sin logos, es decir, sin tener razón ni
reivindicación de la vida comunitaria, asentada en la las palabras adecuadas.

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