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Las causas de la indisciplina escolar son diversas, y pueden ser atribuidas a
un sinfín de factores. Para explicar esta problemática se presentarán los resultados
de un análisis sobre el tema en cuestión que surgió de la observación a dos grupos de
secundaria en la clase de español. Estas clases fueron impartidas por un profesor
practicante, en presencia del maestro titular del grupo.
Durante la observación realizada a estos grupos fueron evidentes algunos
comportamientos de los adolescentes que de alguna manera interrumpían el
desarrollo de la sesión. Las actitudes de indisciplina, se presentaban en dos
momentos: el primero, durante la entrada al salón de clase donde los jóvenes
corrían, entraban con comida, peleaban con algún compañero, gritaban sin razón
aparente, es decir, entraban en absoluto descontrol y así seguían en el transcurso de
la sesión; el segundo era propiamente en el desarrollo de la clase. En estos
momentos los alumnos realizaban actividades completamente ajenas al ejercicio
propuesto por el normalista, por ejemplo:
“Una jovencita del equipo situado en el lado opuesto de donde estoy yo, no deja de cantar, se pelea
con sus compañeros, se calla por unos momentos y sigue cantando. (SAM-54-301104-KYDAO en
ISL-118)
“…una jovencita del equipo a mi lado, se maquilla, platica y no tiene su cuaderno en la mesa”.
(SAM-54-121004-KYDAO en ISL-110)
Las actitudes expresadas por los alumnos en los ejemplos antes mencionados son
ocasionados, como ya se dijo, por diversos factores, es decir, los alumnos no son los
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únicos responsables de esta situaciones, en innumerables estudios se hace ver que
estos comportamientos son ocasionados por una infinidad de circunstancias que
favorecen esta clase de actitudes en los adolescentes.
“[…] la indisciplina escolar es el fruto inevitable de una constelación de circunstancias y factores
desfavorables en la propia escuela o de la falta de madurez de los alumnos, o, en fin, de anomalías y
desajustes más profundos que requieren un tratamiento adecuado con la finalidad de superar o
eliminar esa causas mediante una orientación esclarecida y constructiva”. (Ibíd.: 328)
La idea de Alves no es nueva, en todos los círculos educativos es bien sabido que
los factores que involucran a la indisciplina son muchos, pero en el caso de este
análisis nos vamos a limitar a algunos de estos aspectos. Entonces, como causa de
las situaciones descritas, se pudieron observar los siguientes resultados: la
organización de la escuela y del aula, las intervenciones del tutor y el tipo de
actividades aplicadas a los alumnos, las actitudes y el silencio del profesor
practicante.
El primer aspecto al que se le atribuye la indisciplina es la organización del la
escuela y del aula, esto debido a que en la institución en la que se realizó la
observación, los alumnos no tienen aula asignada, es decir, los profesores son a los
que se les designa un salón y los alumnos tienen que ir de aquí para allá cada
cincuenta minutos. La dinámica anterior da oportunidad a los jóvenes de pasar a la
cooperativa escolar y comprar alimentos, da oportunidad, también, de jugar y
platicar con los compañeros y si cuando llegan al aula no se les llama la atención o
se hace cumplir el reglamento escolar los jóvenes siguen en sus conductas como si
estuvieran fuera del recinto de clases. Cierto es que la situación no es
responsabilidad de los jóvenes, en realidad es parte de lo que el maestro debe
considerar para la planificación de su clase: “…cuando intentamos comprender la
conducta de los alumnos, es necesario comprender su contexto”. (Watkins; 1991:77)
Para comprender esta afirmación es conveniente recordar que en la educación
secundaria, los alumnos tienen un sistema rotativo, es decir, tiene alrededor de 6
clases por día, cada una con distinto maestro. Los alumnos van con cierto estado de
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ánimo a la clase dependiendo de cómo fue la clase anterior, de la actividad que
realizaron y esas son una serie de circunstancias que afectan o impactan la conducta
de los jóvenes. Además, como ya se dijo en líneas anteriores en esta escuela en
particular, los alumnos no tienen salón asignado, lo que suma un aspecto más al
conocimiento del contexto, al conocimiento de las situaciones particulares de los
alumnos, y que deben ser consideradas en la planificación de las sesiones, pero ¿qué
es lo que sucede? ¿Por qué aparentemente no se consideran los aspectos
mencionados? La respuesta resulta complicada, pues también habría que preguntar
a qué se debe el proyecto o la decisión de otorgarles a los maestros su propio salón,
¿es por la comodidad de los maestros o en realidad tiene una intención pedagógica?
Cualquier respuesta que resulte debe regresarnos a al planteamiento inicial: ¿Por
qué no se toma en cuenta como parte de las características del contexto escolar? y
¿cómo podría tomarse en cuanta para la planificación de las sesiones?
El otro factor causante de indisciplina, atribuido a la organización del aula, es que la
escuela en cuestión trabaja en mesas y no en mesabancos, y el problema con esto no
son las mesas o mesabancos, sino la disposición de ellos. Son seis mesas y cuatro de
ellas están dispuestas de tal manera que por lo menos tres alumnos de cada una de
esas mesas dan la espalda al profesor, es decir, cuando éste trata de dar una
explicación no todos lo pueden ver y atender. Si los jóvenes tienen un pretexto para
estar distraídos lo harán, por eso consideramos que la disposición de las mesas en el
aula es un factor que influye en el comportamiento de los alumnos.
“[…] De igual manera, la disposición física de las aulas también influye. Incluso antes de entrar al
aula, la observación de cómo están organizadas puede confirmar lo que dijo Barker (1963): <<Cada
lugar tiene un proyecto para la conducta de sus moradores>>.” (Watkins; 1991:78)
Es necesario observar también esta situación, pues es cierto que la disposición del
aula resulta importante para la identificación de las conductas de los jóvenes, pero
además de ello, en dicha aula, se ha trabajado por equipos durante todo el ciclo
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escolar, pues se tiene el proyecto del trabajo colaborativo con los alumnos, lo que
nos lleva más allá de la simple disposición física del aula:
“Cuando en una clase están los alumnos y el profesor, su disposición física influye sobre otra
consideración posiblemente más importante: su disposición social. Con ello nos referimos a las
formas concretas en que el profesor representará su papel en esa ocasión, y a las formas concretas en
que los alumnos representarán los suyos. Hay muchas y variada posibilidades: ¿qué patrones
utilizarán las personas para trabajar juntas, para relacionarse y para comunicarse? ¿Van a trabajar
solos, por parejas, en grupo? ¿Tendrán que ayudarse unos a otros, hablar entre ellos, cooperar? A
través de estas formas de organización social, las diversas personas que componen el grupo se
forman una visión de su papel y de su contribución al proceso de aprendizaje”. (Watkins; 1991:78)
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complicada al profesor frente a los alumnos. Los ejemplos que se refieren fueron
sesiones que debían ser dirigidas por el profesor practicante y las interferencias del
tutor quitaban autoridad al profesor novato y al mismo tutor, esto causaba el
relajamiento de la disciplina en el aula. “Un joven dice al tutor: “mire, ya están saliendo todos”,
mientras observa por la ventana. El tutor los deja salir. Unos pocos se quedan terminando algo y luego salen”
(SAM-54-301104-KYDAO en ISL-120)
Esto nos lleva a preguntarnos ¿quién controla la clase? Pareciera ser que los
alumnos. Cuando el tutor les da esa autoridad a los estudiantes se quita autoridad él
mismo y le quita autoridad al practicante. Watkins dice al respecto:
“[…] Lo importante es que la situación del aula es una característica controladora de la conducta, y
de ello se sigue que la forma que un profesor tenga de dirigir el contexto del aula puede ser un
elemento que actúe de forma determinante sobre la conducta conflictiva”. (1991: 77)
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El último aspecto al que se le atribuyó la situación de indisciplina fue al profesor
practicante. No es una idea nueva que generalmente el profesor es el que de manera
inconsciente provoca la indisciplina del grupo; pero, en este caso en particular,
¿cómo sucedía? Por una parte, el silencio que guardaba cuando los jóvenes estaban
en absoluto desorden, implícitamente manda un mensaje, es decir, si no se dice
nada ante un comportamiento no deseado, es una forma de aceptar que es un
comportamiento adecuado o permitido entonces, no es extraño que los alumnos
tomen esas actitudes.
“El equipo a lado de la puerta pelea por un plumón o algo así. El equipo a mis espaldas no ha
cambiado de actitud, la jovencita del lunar falso se pinta otra vez el mismo lunar, pero ahora con un
lápiz de ceja (antes fue con un rimel). Las jovencitas de este equipo sacan, comparten sus cartas y las
leen, no trabajan.” (SAM-54-121004-KYDAO en ISL-112)
Ante este comportamiento, no hay respuesta por parte del profesor practicante, no
dice absolutamente nada, entonces su silencio se convierte en una aceptación de lo
sucedido. Los alumnos suponen que sus conductas son correctas y continúan en esa
actitud. La situación presentada nos lleva a hacernos otra interrogante, ¿qué
conocimientos pueden los alumnos obtener bajo estas circunstancias?, ¿cómo puede
haber un cumplimiento de los propósitos educativos en este ambiente? Álvarez
Fernández nos ayuda con esas preguntas cuando dice: “El ambiente de trabajo
intelectual presupone, para conseguir el mínimo rendimiento del grupo, cierto
silencio, orden y respeto que permita concentrarse, reflexionar y pensar”.
(1981:100). Esto no quiere decir que los alumnos deben estar como soldaditos o que
no tengan el derecho de preguntar o levantarse de su lugar sin antes pedir permiso.
No se trata de coartar sus derechos o limitarles en sus garantías individuales ni se
trata de repetir la concepción tradicional de disciplina, claro está que no es así.
Tampoco es posible irnos al otro extremo, donde la permisividad es la regla que
rige, y entonces el aula se convierte en un campo de batalla, donde el ataque es de
todos contra todos y el aprendizaje se convierte en algo secundario.
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Por otra parte, el practicante también presentaba otras conductas que poco favorecía
el buen comportamiento del grupo: sus respuestas verbales ante ciertos
comportamientos de los adolescentes. Hubo momentos en los que el practicante
estalló y tenía actitudes represivas contra los estudiantes, por ejemplo: “El grupo
está platicando, el practicante trata de llamar su atención, sube la voz y dice: ¡ya,
pongan atención! Los alumnos no responden al llamado y el profesor sube aun más
la voz, casi grita: ¡pongan atención! A lo que un alumno responde: Así, profe, así
hábleles”. (SAM-54-121004-KYDAO en ISL- 110)
¿De qué manera esto auxilia al control del grupo?, ¿cuál es el beneficio de
exaltarse? En realidad ninguno y es justo lo que sucede después, el grupo no cambia
de actitud y el problema sigue, pues la respuesta del alumno se puede interpretar
como una forma de burla o mofa para el practicante.
Al estar escribiendo estas líneas, nos hemos podido dar cuenta de algo importante y
que además constituye el último aspecto al que se le atribuye la problemática de la
indisciplina. Se consideró hasta el final, no por tener menor importancia, al
contrario, se puso al final justo por ser la razón y causa principal del problema, pues
depende de esta situación el logro de los propósitos de aprendizaje.
El diseño de las actividades de enseñanza, lo que Gotzens llama “la planificación
del proceso instruccional para la disciplina” (1997:64), establece el aspecto
fundamental para el control de la disciplina, Ya que si se parte de una planificación
bien organizada la situación áulica se dará de manera distinta.
“El hecho de prever lo que, se espera, ocurra en el aula y, en consecuencia, disponer las condiciones
oportunas para que pueda desarrollarse, constituye en sí misma una práctica de acción disciplinaria;
por eso podemos afirmar que la planificación es la primera forma de disciplina en el entorno
instruccional. (Evertson, et al., 1984 en Gotzens, 1997:64)
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definitivamente el plan de clase va a convertirse en la primera forma de atender la
disciplina.
En este apartado la autora desarrolla la idea de que el problema central del manejo y
control de la clase se deriva de una planificación inadecuada:
“[…] la alteración del orden en el aula se produce por las más diversas circunstancias, pero sin duda
una de ellas es la que resulta de no saber qué hay que hacer en clase o bien cuando las tareas
propuestas son incongruentes con los medios disponibles y cuando las actividades no pueden
realizarse por que no existen las condiciones contextuales que permitan llevarlas a cabo”. (Ibíd.:64)
La situación con el grupo al que se observó, tiene mucha relación con la cita anterior
pues las actividades que el practicante diseñaba para la clase resultaban muy
parecidas, lo que desarrollaba la habilidad de resolver con rapidez el ejercicio y la
clase se traducía en tiempo libre para los alumnos y en perdida del control de la
clase para el profesor.
“El profesor escribe en el pizarrón: <<en equipos contestar las siguientes preguntas: ¿qué es un resumen?,
¿cuáles son los pasos para realizar un resumen?>>” (SAM-54-121004-KYDAO en ISL-110)
“El profesor camina por los equipo, y entrega una hoja con el trabajo de este día, por lo que se ve es una sopa
de letras y deben usar colores para identificar las palabras” (SAM-54-301104-KYDAO en ISL-117)
“Después de entregarles una copia a los alumnos, el practicante pasa lista y los alumnos guardan silencio y
trabajan. El grupo está casi en completo silencio y trabajan individualmente en sus ejercicios que son una
sopa de letras y otros ejercicios lexicales” (SAM-54-010205-KYDAO en ISL-192)
Como podemos ver en tres momentos distintos, los ejercicios fueron muy parecidos,
lo que implica que no se cuidó el diseño de actividades como lo recomienda
Concepción Gotzens. Además de lo anterior, también lo podemos leer como una
actividad de entretenimiento, al respecto Watkins dice:
“Hay autores como Doyle (1980) que, sin pretender ser escépticos o críticos, afirman que << desde
una perspectiva de dirección, la labor más inmediata de un profesor es conseguir y mantener la
cooperación de los estudiantes en actividades con las que llenar el tiempo que dura cada clase>>.
Esta afirmación se parece bastante a la pregunta << ¿Qué hago con ellos?>>, una pregunta que se
hacen muchos profesores y, quizá de forma más acuciante, los profesores en prácticas y los
sustitutos” (1991:84)
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Esto trae graves consecuencias como lo hemos visto a lo largo del ensayo, pues se
pierden de vista los objetivos de aprendizaje, se olvida que la razón de ser del
profesor es enseñar y la razón de ser del estudiante es aprender. Si las actividades ya
sólo se convierten en una forma de mantener ocupados a los alumnos sin una
intención pedagógica, se retraduce en la perdida de la esencia del profesor, se pierde
por completo la misión de la escuela como institución educativa y finalmente se
convierte en la ausencia de respeto de los alumnos al profesor y podría decirse que
también del profesor hacia los alumnos.
Lo dicho en el párrafo anterior nos lleva a una situación no menos complicada: las
competencias del profesor, así pues, si el profesor no está tomando en cuenta los
aspectos como el contexto, sus conocimientos, las actividades apropiadas, entonces
quiere decir que al profesor aún le falta preparación; sobre esto, Watkins dice:
“Para el profesor, esto implica que ha de hacer frente a hechos que tienen muy distintas dimensiones:
conocer la materia, evaluar a los alumnos, dirigir grupos, dominar sus respuestas emocionales ante lo
que ocurra en clase, establecer procedimientos, distribuir los recursos materiales, llevar un
seguimiento de los alumnos, etcétera”. (Ibíd.: 81)
Es cierto que estamos hablando de un profesor en formación, pero entonces qué pasa
con las orientaciones del tutor, del maestro experimentado que guía al novato. El
profesor practicante está aprendiendo y necesita una guía. Lo relevante de la
situación es que ni el practicante ni el tutor toman en cuenta los aspectos antes
señalados. Entonces, ¿cómo es que diseñan las actividades, qué toman en cuenta
para hacer los ejercicios?
Concluyendo, podemos decir que la disciplina es un conflicto, pues el principal
afectado con esta situación es el aprendizaje de los alumnos. Es importante conocer
las causas para poder atenderlas, pero el control del grupo no debe ser únicamente
para entretener al grupo, debe tener siempre una intención pedagógica, un objetivo
que permita un aprendizaje real.
Regresando al aspecto central de este ensayo, insistimos en que las causas de la
indisciplina son variadas, no es un sólo el factor el que interviene. En el contexto
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particular de esta aula, las causas fueron las siguientes: el contexto, el tutor, el
practicante y la planificación de las actividades.
El primer punto se refiere a al entorno del aula, es decir, a las formas de
organización tanto de la escuela como del salón de clases, ya se dijo que aspectos
contextuales como que los alumnos no tengan salón asignado, que se trabaje en
equipos pequeños siempre, constituye un factor de indisciplina.
Por otro lado también se habló sobre las actitudes del tutor y el practicante. Por una
parte el tutor con sus intervenciones que restaban autoridad y por la otra el
practicante con su silencio en momentos que debía hablar y poner en orden al
grupo y no lo hacía; en el otro extremo, los instantes cuando se molestaba y se
exasperaba.
Finalmente, lo más importante, la planificación. Sin una planificación adecuada, no
es posible tener una clase exitosa, una clase en la que se cumpla con la misión de la
escuela que contribuir en el proceso de enseñanza y aprendizaje. La disciplina en el
aula se convierte en un elemento esencial, para lograr lo anterior. No es favorable
que en un ambiente relajado, donde sólo hay gritos, peleas y desorden el profesor
pueda desempeñar su labor. Lo trascendental de la realidad observada es que el
mismo profesor está provocando la situación. Cierto es que el contexto aporta lo
suyo al problema, pero lo aporta porque el docente no lo está tomando en cuenta
para el diseño de las actividades, entonces es natural y comprensible que las
circunstancias se den de la manera en la que se observaron.
Para solucionar la situación, es necesario que los profesores tomen en cuenta
elementos como el contexto, las formas particulares de trabajo, las características de
los jóvenes con los que se trabajará y sobre todo es de suma importancia que se
cambie esas ideas de “qué hago con ellos, cómo los entretengo”. La educación no se
trata de eso, la misión de la escuela no es entretener a los estudiantes mientras los
padres trabajan. La misión de la escuela es preparar a los niños y jóvenes para su
futuro, para que se conviertan en hombre y mujeres de bien para la sociedad y
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puedan desenvolverse en ella de la mejor manera. Para finalizar este escrito se
incluirá una cita que explica la responsabilidad del maestro en el problema tratado:
“La indisciplina en clase es casi siempre fruto inevitable de la ociosidad mental, es decir, de la
ausencia de objetivos inmediatos y concretos que polaricen la atención de los alumnos y los induzcan
al trabajo y a la actividad mental intensiva” (Alves; 1963:218)
BIBLIOGRAFÍA.
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1. Álvarez Fernández, Manuel et al. 1981. “El reglamento de la vida escolar” en
Calidad de enseñanza y escuela democrática. Madrid, Popular. Pp. 98-105.
4. Watkins, Chris y Patsy Wagner. (1991), “La perspectiva global del aula”, en
La disciplina escolar. Propuesta de trabajo en el marco global del centro,
Barcelona, Paidós (temas de educación, 24), pp. 75-84.
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