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Depresión:
Consecuencia de la guerra,
consecuencia de la paz.
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FUENTES ARAGONÉS, Juan Francisco. Historia Universal del Siglo XX De la Primera Guerra Mundial al
ataque de las Torres Gemelas. (Madrid, 2001, Editorial Síntesis), pp. 76.
otorgados, para resguardarse ante la incertidumbre monetaria. El panorama no
se veía nada favorable para la economía europea.
En la otra vereda tenemos a los Estados Unidos, país que salió moral
y económicamente fortalecido de su breve, pero decisiva intervención en la
Gran Guerra. Su condición inicial de neutralidad le permitió negociar su ingreso
a las hostilidades en términos del todo convenientes. Primero, destinando gran
parte de su producción manufacturada a satisfacer las demandas del mercado
europeo durante y después de la Guerra. En segundo lugar, otorgando créditos
a las potencias beligerantes, que serían debidamente reajustados y cobrados al
finalizar la guerra. Esto significó un cambio no menor: Estados Unidos entra a
la guerra como país deudor y se retira como el principal país acreedor del
mundo4. Este crecimiento desmesurado de la economía norteamericana llevó
a que los capitales, no sólo locales, sino que también internacionales se
decidieran por la inversión, en la creencia de una prosperidad sin límites. Una
alternativa eran los dólares, que se mantenían sustentados en el patrón oro. La
otra opción fueron las acciones de las empresas más pujantes de la época, que
por sus altos y crecientes niveles de productividad, se revalorizaban día a día
en la bolsa de Nueva York. El problema surgiría cuando la demanda de
acciones en la bolsa hizo que éstas elevaran su precio, independientemente de
si éste tenía o no relación con el capital total de la empresa a la que
pertenecían.
4
HOBSBAWN, Eric. Historia del Siglo XX. (Barcelona, 2000, Editorial Crítica). Pp. 105. Al referirse a
la deuda aliada con Washington, el autor comenta: “Estas últimas se fijaron en una suma casi tan absurda
como la que se exigía a Alemania; las deudas británicas con los Estados Unidos suponían el 50% de la
renta nacional y las de los franceses dos tercios”.
Hobsbown, “el objetivo que realmente perseguían –al menos Francia – era
perpetuar la debilidad de Alemania y disponer de un medio para presionarla. En
1921 la suma se fijó en 132.000 millones de marcos de oro, que todo el mundo
sabía que era imposible de pagar”5.
Y la cuestión va más allá de qué nación debía pagar las reparaciones,
sino que implica también el cómo debía hacerlo. Francia exigió en las
negociaciones previas que las reposiciones tenían que ser en efectivo. Con
esto se obliga a Alemania a buscar alguna forma de obtener liquidez en una
economía devastada. La opción más obvia eran los Estados Unidos, país que
había emergido como principal potencia económica luego de la guerra. Los
norteamericanos decidieron financiar a los alemanes, no sin considerar un
punto importante. El dinero que iba a parar a las arcas, de inmediato era
utilizado en su mayoría utilizado para pagar las reparaciones a las potencias
europeas afectadas. A su vez, éstas ocupaban ese mismo dinero para pagar la
deuda de guerra que tenían con los Estados Unidos, así que el crédito
otorgado a los alemanes volvía a su origen y además permitía estabilizar los
mercados europeos. Situación más que peligrosa, ya que sustentaba todo el
proceso de reconstrucción europeo sobre los hombros de una nación que
estaba apunto de sufrir el colapso financiero y hacía especialmente vulnerable
a la economía alemana.6
Hay un evidente desequilibro entre el desarrollo económico de los
Estados Unidos y el resto del mundo. Pero también hay contradicciones dentro
del propio territorio estadounidense. Los años veinte, al contrario de la creencia
popular, no fueron felices para toda la población. Sólo basta recordar que
durante esos años la agricultura norteamericana vivió un periodo de crisis en
los precios que tuvo como resultante que muchos campesinos, sino perdían
sus terrenos, debían conformarse con una economía de subsistencia. Pero sin
lugar a dudas, la contradicción más catastrófica se dio en el mercado
financiero. No se sabe a ciencia cierta qué fue lo que llevó a la caída de Wall
Street durante el Jueves Negro de 1929. Además, su análisis escapa a los
5
Ibíd.
6
Ibíd. pp. 98. Con respecto a la situación alemana, Hobsbawn señala: “Este país, que en 1928 había sido
el destinatario de casi la mitad de todas las exportaciones de capital del mundo, recibió un volumen de
préstamos de entre 200 y 300 billones de marcos, la mitad de ellos a corto plazo. Eso hacía muy
vulnerable a la economía alemana, como quedó demostrado cuando se retiraron los capitales alemanes en
1929”.
propósitos del presente ensayo. Sin embargo, hay algo en lo que están todos
de acuerdo: las acciones que se tranzaban en la bolsa no estaban respaldadas
por la producción, sino que por la especulación. “mientras que la producción
experimentó durante la década un crecimiento medio del 30%, el valor de las
acciones creció casi tres veces más y los dividendos se multiplicaron por cinco.
La posesión de acciones se convirtió, por tanto, en una garantía, utilizada para
la adquisición de otras nuevas”7. La suerte ya estaba echada.
Conclusiones
En definitiva tenemos, por una parte, a la economía europea en el
periodo previo a la Gran Depresión pasando por una situación constante de
inestabilidad, como consecuencia directa de la Primera Guerra Mundial, en
donde no sólo influyeron directamente los destrozos causados en lo material,
sino que también en cuanto a las cuestiones políticas. Francia quería reducir a
su más mínima expresión a Alemania, para salvar su integridad, pero a la larga
ese afán terminaría por desestabilizar social, económica y políticamente a la
nación germana y generar una coyuntura tal, que significó un caldo de cultivo
para que los grupos extremos, como los nacionalsocialistas, tuviesen una
carrera política ascendente que finalmente los llevará a la cabeza del poder con
Adolfo Hitler. Por otro lado, está la situación de los Estados Unidos y su
prosperidad que comenzó siendo desequilibrada, considerando la grave
situación del mundo rural, pero real durante la primera mitad de la década de
1920; y que terminaría subiéndose a una espiral especulativa de prosperidad
aparente que la llevaría a la crisis económica más grande de su historia y que
tendría graves repercusiones a nivel planetario. En este sentido, la expansión
de la crisis se explica por la dependencia de los créditos norteamericanos a
corto plazo que padecía la economía alemana en particular y la europea en
general, por el sistema de reparaciones diseñado. La caída de la bolsa de
Nueva York el 24 de Octubre de 1929 significó la debacle económica mundial,
ya que todo el sistema giraba, de una u otra manera, en torno a los Estados
Unidos y sus créditos, que tras la crisis fueron cortados de inmediato.
7
FUENTES ARAGONÉS, Juan Francisco. Op. Cit. Pp. 91.