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Homenaje al Dr.

Manuel Silva Vázquez

Ponente: Dr. Manuel Silva Vázquez


Ponencia: Tiempo de infancia y juventud

A veces he sentido añoranza de la inmensa, verde o seca


llanura, contemplada en primavera o verano.

Recuerdo, al respecto, una frase de Ricardo León que aprendí


de memoria siendo niño y aparece en momentos como éste:

“Sagrada tierra de Castilla, grave y solemne como el mar,


adusta como el semblante de los antiguos héroes,
madre y nodriza de pueblos…foro y aula, templo y altar”…

Su contenido me ayudó a entender, apreciar y amar otras


tierras, otros mares, otros héroes y otros crisoles de pueblos. Porque
en los foros hay diálogos, en el aula se enseña y aprende y el templo
y altar elevan nuestro espíritu.

Hoy, ante vosotros, personas amigas que me acompañáis y


representáis ésta y otras culturas, comienza la mesa redonda
denominada “TIEMPO PARA VIVIR”, subtítulo de mi último libro
“La Constelación de Cáncer”. La primera idea fue presentaros el
libro como hicimos en otras ocasiones en...

Pero, sorprendente e inesperadamente, fueron surgiendo


recuerdos del tiempo que viví en Paredes referido básicamente a mi
niñez y juventud. Quizás sean conocidos por algunos de vosotros,
especialmente aquellos con quienes fui a la escuela, compartí juegos
y corrí por las calles llenas de polvo unas veces y de barro otras.
Parte desconocida por quienes me conocieron en Barcelona y hoy
me acompañan, como hicieron otras veces, para disfrutar unos días
con las cosas de esta tierra. Y decidí hablaros de esos recuerdos,
pues, a la recíproca, ellos decidieron hablaros de los años allí
vividos, posiblemente desconocidos por muchos de vosotros.

Al volver la vista atrás aparecen luces y sombras.


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Nacido el año 1931, sufrí de niño las consecuencias de la
guerra civil como todos los de mi generación…Sin embargo, parece
ser verdad que la vida sólo puede ser comprendida mirando hacia
atrás, pero ratifico con mi experiencia que sólo puede ser vivida
mirando para adelante.

Así lo dije y escribí para los compañeros y colegas de


Psicología Social de España en el homenaje que me hicieron
cuando me jubilé (2004):
“…hoy culmina un camino comenzado hace muchos años
cuando, entre los horrores de la guerra civil, mi tío Isidro me
enseñaba Geografía con los mapas del “Norte de Castilla” que
analizaban la situación de los frentes de la guerra, despertando mi
curiosidad, el deseo de aprender y la pasión por la lectura” que ha
marcado mi vida).

Tomo conciencia de que la formación que he recibido a lo


largo de la vida: licenciaturas, doctorado, investigaciones…, no fue
una casualidad, sino fruto de las causalidades que me proporcionó la
vida para encontrarme con grandes humanistas…como Wukmir,
Rogers, Pagés, etc.) y poder aprender de ellos. Pero también es
cierto que su génesis fue en Paredes de Nava.

A los 4 años me llevan con mi tío Isidro, hermano de mi


madre, casado con una maestra… ambos ejerciendo en Canillas
de Esgueva (Valladolid). Mi tío suplía la leve discapacidad física
que padecía con sus múltiples habilidades intelectuales y sociales.
Era un gran hombre, abierto a las ideas de la ‘Institución Libre de
Enseñanza’, cuyo espíritu me transmitió. Fui un privilegiado pues,
que yo sepa, no era muy usual ese tipo de convivencia en mi
generación. Me inculcaron una manera de entender el mundo y la
sociedad basada en la honradez y el esfuerzo, educándome en el
mejor sentido de ‘educere’. Por algo dice Cervantes que ‘no hay
nada que más eduque que el propio esfuerzo’.

Desdramatizaron en la medida de lo posible, para aquella


temprana edad (tenía sólo 5 años), la terrible experiencia bélica y las
tragedias familiares vividas. Continué con sus enseñanzas en el
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discurrir de los días y de los años. Muestra de ello son esos libros
que aún conservo a pesar del paso del tiempo) (soy deudor de
Gutenberg, y un poco por necesidad, de Bill Gates). Por la noche,
mirando las preciosas estrellas en el patio de casa, veía la belleza del
universo que paliaba el tener que abandonar a los amigos, porque
cuando se encendían las luces de la calle tocaban a retreta. Había
que ser diligente.

Vivo tan lejana memoria alternando travesuras, aprendizajes y


lecturas. Recuerdo especialmente tres libros que leí repetidamente:
“D. Quijote de la Mancha” de Cervantes (leído ya 14 veces),
“Corazón” de Edmundo d’Amicis (todos conocemos la historia de
Marco) y “Hace falta un muchacho” (manual de urbanidad) de
Arturo Cuyás, amén de los cuentos de Calleja que suplieron los
TBOs que leían otros niños.

A los 9 años, al morir mi abuela, vuelvo a Paredes cuando


llegaban ya los ecos de la 2ª Guerra Mundial: y el libro de lectura es
“Pepito el Bueno” hecho al estilo de la época:

a) Un año en las escuelas de la villa, primero D. Constancio…


estuve poco tiempo con él en el tercer grado, me examinó y
decidió pasarme al 4º grado. La escuela es ‘la casa solariega
donde se nutre la niñez querida y se dispone a la constante
brega a que obliga la lucha por la vida’ (Felipe Valle). A
partir de ese momento, un año con D. Evaristo Tejerina en
cuarto grado. Era la clase de los mayores, allí estaba mi
hermano Jacinto a punto ya de dejar la escuela… lo cual me
llevó a participar en alguna de las fechorías propias de la edad.
Tres años seguidos gané el PREMIO DE LA
FUNDACIÓN…, a los 24 años me encontré con uno
ahorrillos que me vinieron muy bien para tapar algún hueco…

b) En este espacio del entorno de LA CASA CONSISTORIAL


hay un triángulo que modifica mi vida y mis expectativas:
San Francisco – las monjas Brígidas (a las 7 iba a ayudar a
misa, pasando por la plaza donde los hombres despertaban el

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estómago con una copita de aguardiente en casa de la Agulia -
y El colegio de San Marcos…

Un día, acabado el verano, mi madre me llevó a San Francisco


a una novena, si mal no recuerdo dedicada a la Milagrosa… y allí
aparece Sor Pura Hernández (por muchos conocida) y me lleva al
COLEGIO DE SAN MARCOS. A ella quiero dedicar
especialmente un emotivo recuerdo. La tuve como valedora en
Madrid para ayudarme a colocar a mis sobrinos en algún colegio
cuando murió nuestra hermana…

c) en aquel tiempo jugábamos después de merendar en torno a


los atrios de las iglesias, principalmente Santa María y San Juan
y, a la vez, ayudábamos en las misas y ceremonias parroquiales y
repicábamos campanas, porque entonces había campanas de
verdad.

d) A los 12 voy al Seminario. Conseguí una beca fundada por


Dª MANUELA DE BEDOYA, hermana de Dª Águeda de
Bedoya (PISA) a quienes siempre estaré agradecido… Pero es a
mis padres que en paz descansan y a mis hermanos aquí
presentes a quien debo agradecer el gran esfuerzo que hicieron
para que pudiera estudiar. “Los que hemos perdido a nuestros
padres (y algunos de los hermanos) también podemos verlos si
tenemos corazón y sentimiento”, en palabras de Severo Catalina.

e) Con mi amigo Paco (recordará que jugábamos al fútbol [y


los dos lo hacíamos bien] y a la peonza en la que también éramos
diestros) empecé a ayudar a D. Alejandro Nájera y D. Tomás
Teresa en la clasificación de los legajos del ayuntamiento y, por
recompensa, nos daban una propinilla que era bienvenida en los
tiempos que corrían. Una de las cosas que aparecieron fue una
partitura del baile popular de Paredes “El PAPUDO”.

f) Recuerdo con especial intensidad las vacaciones de verano,


cuando más tiempo pasaba en Paredes: se podía jugar al fútbol,
mis padres nos mandaban al campo ‘a coger’ para los conejos y
en pleno verano a espigar…, y por las tardes el paseo con los
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amigos a la estación, lugar concurrido en aquellos tiempos por
quienes podíamos.

g) Las vacaciones de verano culminaban en septiembre con la


romería de La Virgen de Carejas, los carros llenaban las tierras
más próximas a la ermita). Primero, al amanecer, el Rosario de la
aurora saliendo de Santa María. Y las fiestas del Señor (los
benditos novillos): LOS TOROS desde el balcón de la casa
parroquial…, las BARCAS que giraban y giraban…, los
CHURROS (no hace mucho mi amigo Eliécer me preguntaba en
Madrid si conocía al churrero de Paredes), las AVELLANAS…
etc.). Y, sobre todo, los CONCIERTOS de la Banda Municipal
de Música de Palencia… Me emocionaba viendo a mi padre y a
los que eran como él, campesinos, embelesados con la música,
era enternecedor y muestra de sensibilidad en su aparente
rudeza…

h) A medida que avanzaba en los estudios, no me era ajeno el


arte que en cualquiera de las 4 iglesias se ofrecía como un regalo
cotidiano para su contemplación. Muchas veces, lo abundante y
variado del arte que hay en Paredes (recogido en Sta. Eulalia por
D. Alejandro Aguado) me servía para recordar lo aprendido en
las clases de Hª del arte.

La vida me ha llevado a estar en Paredes menos tiempo del


que yo quisiera. No es una excusa. Quienes me conocen saben que
llevo esta tierra y a sus habitantes metida en el alma y he procurado
compartirla con quienes quiero.

No he olvidado mi origen. Ahí están los artículos publicados


en “El Diario Palentino” referidos a personas y eventos de Paredes,
así como mis publicaciones que indican la tierra donde nací. Hice
publicidad de Paredes ejerciendo de guía improvisado y
voluntarioso con familiares y amigos (algunos aquí presentes, una
vez más) para disfrutar de su belleza, patrimonio y hospitalidad,
además del sabroso asado, quesos y dulces artesanos.

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Amigos, a veces he tenido que tomar decisiones nada fáciles.
Mi voz ha cambiado, yo he cambiado…, pero sigue siendo posible
usarla, en primer lugar, para daros las gracias por vuestra presencia
y, sobre todo, para seguir CANTANDO A LA VIDA.
Por eso, aunque emocionado, digo:

Queda prohibido llorar sin aprender,


Levantarte un día sin saber qué hacer,
Tener miedo a tus recuerdos…
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
No vivir tu vida con una actitud positiva,
No pensar en que podemos ser mejores,
No sentir que sin ti, este mundo no sería igual…
(Neruda: Queda prohibido)

Me resta agradeceros la benevolencia mostrada con vuestra


presencia y participación. En la frontera invisible del tiempo, sin
darme cuenta, está la diferencia, que me trae hoy aquí, entre decir
ayer o decir hoy…

Y adiós,
Hasta más tarde
Hasta más pronto:
Hasta que todo
SEA
Y SEA CANTO. (P. Neruda)

A esta altura de la vida se suele mirar más hacia el pasado,


pero una vez descubierto “que cada vez tengo menos tiempo para
vivir” (Mario Andrade), me empeño en seguir mirando al futuro y
que el presente es algo que no puedo desperdiciar. He recibido de
nuevo el don de la vida y debo vivirla, por necesidad, alegre e
intensamente.

Puedo decir con verdad que soy celoso de mi tiempo. Escribí:


“he descubierto algo en los años pasados. Un día al escuchar la
música del “De mí brota lo que tu llamas tiempo”, de Takemisu…

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pensé en la ‘ralentización del tiempo’ que modulo, utilizo y
manipulo con la ingenuidad de un niño para sentirme cómodo”.

Es tiempo para vivir y compartir.

Barcelona, agosto de 2010.

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