Es común punto de encuentro entre algunas de las diferentes
legislaciones el señalar la verdad, o al menos a la verdad probable, como fin dentro del proceso. Incluso entre el común denominador de los usuarios del sistema existe dicha creencia, pues finalmente quien se acerca a un proceso además de buscar la resolución justa de un litigio, pretender hallar la verdad detrás de ciertos hechos. Es así como Michele Taruffo en “Prueba y Verdad en el proceso civil”, luego de señalar las diferentes teorías que en torno al problema de la verdad en el proceso se han erigido, parece tomar partido por aquella postura que considera que el proceso puede y debe dirigirse a conseguir una decisión basada en hechos ciertos .
Para el autor la importancia de dirigir el proceso a la búsqueda de la
verdad radica principalmente en considerar a aquella como un criterio de corrección de la decisión tomada; pues si se parte de que el objeto del proceso es el conseguir una decisión justa, se encuentra que “ésta nunca es justa si está fundada en una determinación errónea o inaceptable de los hechos. -Así pues- la veracidad y aceptabilidad del juicio sobre los hechos es condición necesaria (obviamente, no suficiente) para que pueda decirse que la decisión judicial es justa.”1 Asimismo se hace necesario hallar la verdad en el proceso en tanto ésta se erige como correspondencia, es decir permite sanear la escisión entre el lenguaje y la realidad empírica.
Existe otra postura que considera que el problema del papel de la
verdad dentro del proceso es absolutamente irrelevante, es decir no debe ser analizado. Dentro de ésta postura existen dos variantes, la primera considera al proceso como un campo de narraciones que es estudiado por medio del lente de la lingüística, ésta recibe el nombre de variante semiótica-narrativista. La segunda, llamada retorico-persuasiva, interpreta el proceso y sus actividades inherentes por medio de la retorica, pues entiende que aquello que sucede en la actividad procesal 1 Taruffo, Michele. PRUEBA Y VERDAD EN EL PROCESO CIVIL. Editorial Trotta, Madrid 2002. Pág. 64. no es más que juego de discursos retóricos que pretenden persuadir. Así pues la verdad se hace innecesaria en tanto la única finalidad del proceso es convencer al adversario y al juez de una cierta posición, puede ser ésta verdadera o falsa.
Encuentro infinidad de diferencias entre ambas posturas (aquella que
defiende la posibilidad de la verdad en el proceso, y aquella que predica su irrelevancia), sin embargo a razón de la longitud y objetivo de éste ensayo solo haré énfasis en tres de dichas diferencias. En primer lugar, el hecho de basarse una en la necesidad y posibilidad de la verdad dentro del proceso y la otra por el contrario en ignorar dicho elemento.
En segundo lugar, mientras la variante de la verdad como posible
considera el proceso más que la mera resolución de un conflicto intersubjetivo de intereses, la búsqueda de una decisión justa, donde se pretende establecer una verdad al menos posible; la variante de la irrelevancia de la verdad, no le brinda dicha importancia, limitándose el proceso a narraciones que buscan en última instancia convencer a toda costa, sin importar el carácter justo de la decisión tomada.
En tercer lugar, para la postura de la irrelevancia la prueba se erige
únicamente como un apoyo para la narración realizada por el abogado, pues finalmente ésta ayuda acreditar la historia de uno de los personajes del dialogo. Por otro lado, para la postura de la verdad como posible y necesaria en el proceso, la prueba interesa en tanto medio para establecer la verdad que se pretende conseguir.
Así pues de ésta tercera diferencia es posible encontrar una similitud
entre ambas posturas, la cual así no sea puesta de presente en la narración de Michele Taruffo, considero se hace relevante. Cuando la variante de la irrelevancia señala que “será bueno todo aquello que sirva para alcanzar la finalidad de persuadir a alguien de alguna cosa”, implícitamente tendría que aceptar el hecho de que la verdad probada es un mecanismo eficiente y eficaz para conseguir la adherencia a una idea, y por lo tanto la verdad vendría a ocupar un papel central en el proceso y el discurso de los abogados como medio de persuasión.
Personalmente considero que si bien la verdad es un fin importante
dentro del proceso, y por lo tanto no puede ser ignorada, ésta debe ser alcanzada dentro de ciertos límites, pues en ocasiones se llega a considerar posible la utilización de cualquier medio a costas de hallar la verdad.