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COREOLOGÍA.
CORÉUTICA.
El espacio es formado por nuestra figura sumergida en él. El espacio existe por
nuestras formas, es existido por nuestra anatomía. Somos “la medida de todas las
cosas”. Percibimos lo lejano, la inmensidad, la pequeñez desde nuestras particulares
magnitudes, desde nuestros miembros que se mueven de determinadas maneras. El
espacio es modelado por nuestro cuerpo que cambia, se adapta, se alarga, se
encoge: se mueve en todas las direcciones. En todas las trayectorias posibles a
nuestra condición humana -nuestras posibilidades de movernos no son todas, aunque
si, infinitas-. Nos movemos de acuerdo a las palancas, engranajes, etc. que contiene
nuestro cuerpo, y estos mecanismos van dejando estelas en el aire, ciertas estelas.
La forma del espacio es el espejo, el reflejo, el negativo, de la forma de nuestra
presencia (Monsegur, 2008).
“No existe espacio real”, decía Laban, es nuestro propio cuerpo ejercitando sobre él el
que da sentido, principio y fin a éste, el que lo acota, el que lo convierte en finito, e incluso
en su propia antítesis, el que crea las fuerzas, las intensidades, las abstractas grafías, las
estelas, el que como si de un útil de dibujo se tratase va estructurando un diálogo propio,
exclusivo y verdaderamente complejo de representación: la coreútica (Ruiz, 2001).
Rudolf von Laban define a la coréutica como el estudio del movimiento del cuerpo en el
espacio, en base a estructuras y proyecciones geométricas, que son originadas al
comprender como la armonía cinética evoluciona en el espacio en formas y trayectorias,
dando origen así a un sistema de ordenamiento y de configuración de la espacialidad de
carácter supremo. Laban plantea que el movimiento en sí es una herramienta de
recuperación y comprensión del espacio armónico que nuestros cuerpos constituyen,
además de la relación de éste con el entorno.
La Coréutica se puede definir como el estudio del movimiento del cuerpo en el espacio, en
base a estructuras y proyecciones geométricas y a la relación cuerpo-espacio-entorno. El
movimiento se convierte en una herramienta de comprensión del espacio, y el propio
cuerpo se constituye al mismo tiempo como un espacio armónico. Con estas ideas, nos
planteamos como ejercicio el uso del cuerpo para expresar las leyes geométricas y
sensoriales de cada Elemento, como una partícula de Tierra, Agua, Fuego y Aire en el
espacio (Barceló, 2009).