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SU VIDA ES TAN MÁGICA COMO LA DE SU PERSONAJE.

ES MÁS RICA E IMPORTANTE QUE LA REINA DE INGLATERRA

La Pottermanía le cambió la
vida: en sólo seis años pasó de
madre soltera desocupada a
acumular más de 440 millones de
dólares. Reconoce que el éxito le
da culpa y espera que pase el
furor por sus libros para
sumergirse “en la oscuridad y el
anonimato”.

Su fortuna personal ronda los 445


millones de dólares, 50 más que la
reina Isabel de Inglaterra. J.K. Rowling, la escritora más rica del
mundo, puede presumir de que su dinero no es heredado ni resultado
de un matrimonio de conveniencia. Y jactarse también de que entre
contrato y contrato tuvo tiempo de escribir dos libros para fines
benéficos. A seis años de la aparición del primer volumen de Harry
Potter, su autora se convirtió, muy a su pesar, en una persona
inaccesible y rodeada de secretos, al punto de que su casamiento con
el doctor Nefl Murray y el nacimiento de su hijo David fueron tratados
con el cuidado y paranoia reservados a razones de Estado en tiempos
de guerra.

El lanzamiento mundial de Harry Potter y la Orden del Fénix, la quinta


entrega de este fenómeno editorial, costó nada menos que diez
millones de dólares. Llegó a las librerías el sábado 21 y se convirtió
en el libro más vendido de la historia en el día de su aparición. Se
editaron trece millones de copias en inglés y va en camino de superar
a la Biblia en la cantidad de ejemplares impresos.

Rowling, responsable de semejante


suceso, cosecha críticas y elogios en
forma pareja. No sólo por la calidad de
sus textos sino por el circo publicitario
que la rodea.

“Quedó prisionera de un aparato de


marketing y copyrights, perdió su
libertad y su creatividad, escribe en
serie para masas informes de niños
retardados”, dicen sus detractores.
“Vive rodeada de secretos para poder
seguir escribiendo y brindarles alegría a su seguidores; lo hace
porque es la única manera de resistir al acoso”, dicen sus fanáticos.
“Me siento culpable por lo que pasa. El éxito afecta mi intimidad y la
de mi hija”, reconoce ella. “Pero lo hago por fidelidad a mis lectores,
cuando se acabe todo esto quisiera sumergirme en la más completa
oscuridad y anonimato”.

HARRY EN NUMEROS

El primer día, Harry Potter y la Orden del Fémix vendió casi 1.800.000
copias sólo en el Reino Unido. Le sacó el récord al anterior, Harry Potter y el
Caliz de Fuego.

El libro tiene 896 páginas y pesa 1,270 Kilos. Se editaron 13 millones de


copias: 8,5 para Estados Unidos y 4,5 para el resto del mundo. Cuesta 29,95
dólares.

Entre los cuatro anteriores lleva vendidos más de 13 millones de ejemplares en


Inglaterra.
Están traducidos a 55 idiomas y fueron editados en 200 países.

La primera película, Harry Pôtter y la camara secreta, recaudó 88 millones de


dólares sólo en el fin de semana de estreno en los Estados Unidos.

Rowling ganó 240 millones de dólares por los libros y más de 200 millones por
los derechos de las películas y el merchandising: auspicios de Coca Cola,
Lego, juegos de mesa, cartas artículos de librería, anteojos de plástico, ropa,
golosinas y varita mágicas.

Joanne Kathleen Rowling nació en uno de los años que van desde
la muerte de J. F. Kennedy en el '63 al Mayo francés del '68. Hija de
padre ingeniero y madre escocesa-francesa, fue dada a luz en el '65,
cuando recién se había perdido la inocencia y la imaginación todavía
no pensaba en llegar al poder. Hoy, a los 38 años, aquella niña tímida
de Chepsow (Gales) es material de mitología. Graduada universitaria
en francés y clásicos, inventó un personaje que bien podría haber
bautizado Frankenstein debido al latente riesgo de que la invención
termine con el creador.

Fue en 1997 cuando un secreto de los


llamados a voces comenzó a recorrer
Inglaterra: “Hay un libro que conjura la
magia con la historia, las tradiciones con la aventura y que puede ser
leído tanto por niños como por adultos, sin que el niño se sienta viejo
o el adulto avergonzado”, decían las voces, y el secreto tomó forma
de nombres y apellidos que desde entonces parecen inseparables: J.
K. Rowling y Harry Potter.

Comenzaba así, con las aventuras del niño aprendiz de mago-brujo y


la piedra filosofal, el primer capítulo de lo que hoy se ha transformado
en la saga más redituable de la industria editorial y en un ejercicio de
marketing publicitario casi insoportable. La saga Potter-Rowling.

Nacida en los suburbios de Bristol y criada en los campos de Gales,


formada en la Universidad de Exeter, Rowling escribió su primer libro
a los seis años. Se titulaba Conejo y son pocos quienes pueden
acreditar haberlo leído.

Afectada profundamente por la muerte de su madre, a quien la unía


una estrecha relación, Rowling se traslado a Portugal, donde convivió
con un periodista, ejerció como profesora de inglés y tuvo una hija,
Jessica, que ahora tiene nueve años.

Es a ella a quien debió explicarle cantidad de veces el porqué de su


decisión de cambiar el calor y el sol de Portugal por el frío y la nieve
de Escocia, donde se trasladó después de tres años y el fracaso de su
relación amorosa. Si es por redituable económicamente, poco habría
que explicar sobre lo acertado de esta decisión.

Cargango con uno de los estigmas más implacables que la Inglaterra


de la obsesión por las clases sociales puede ejercer sobre una
persona, el de ser madre soltera y desocupada, Rowling, con la ayuda
de una beca del Consejo de las Artes escocés, escribió en los cafés de
la ciudad la obra que transformaría su vida y la de tanto millones de
niños en todo el mundo.

No tenía dinero para pagar el gas que calentaba su hogar. Pero como
los mejores cuentos de hadas o brujas, del estigma al paradigma hay
un solo paso, un solo libro.

La cultura anglosajona adora y reverencia a las personas que se


hacen a ellas mismas.

Producto típico de la emergencia a que ciertos sectores de la


sociedad tuvieron que enfrentar en los duros años de las políticas
sociales de Margaret Thatcher, Rowling es sin embargo el modelo
ideal para las ideas neoconservadoras que bajo el dizfraz de un
supuesto progresismo estableció el Nuevo Laborismo de Tony Blair.
Reverenciada por los viejos conservadores que añoran los tiempos del
Imperio, a cuyos años algunas de las aventuras de Harry los
retrotraen, Rowling hace guiños aquí y allá pero es absolutamente
neutral a la hora de emitir opiniones que puedan herir a unos o a
otros.

Miembro honoraria de la Sociedad Británica de


Pesos y Medidas, que considera al sistema
métrico decimal como una peligrosa filosofía
política y defiende las medidas inglesas,
Rowling glorifica la institución de la escuela
privada de niños pupilos.

Y por otra parte no duda en dejar que las entrelíneas de sus novelas
puedan ser decodificadas como alegorías favorables a la sociedad
multirracial, multicultural y multilingüe que pretende ser la Inglaterra
del siglo XXI. Y en lo personal calla y calla.

En las raras ocaciones en que no calla, concede reportajes


exclusivos. Como el del jueves aanterior a la publicación de su libro,
en la BBC y nada menos que con el temible Jeremy Paxman, terror de
las derechas e izquierdas por igual. Ante él, Rowling ejerció una
modestia propia de orfanato, una negación de su supuesto estrellato.
Y lo que resultó más curioso aún, una explicación de cómo todo el
circo publicitario al módico costo de 10 millones de dólares que
resultó la aparición de Harry Potter y la Orden del Fénix estaba fuera
de su poder de decisión y que hubiese querido que fuera de otra
manera. Y ante ella, Paxman cambió el rol de inquisidor por el de
comprensible padre de familia que trata de entender el fenómeno
Potter.

El único reportaje concedido a los medios escritos fue para el


bastión del conservadurismo, The Times, y allí Rowling no dudó en
mostrar su costado más tierno y maternal. La perfecta madre de
familia cuya única preocupación espiritual es el bienestar de sus hijos
y de todos los demás niños del mundo. Y para ellos trabaja.

Y quienes también trabajan, para ellos y para Rowling, son los


incontables equipos de abogados, guardianes privados, copyrighters,
comunicadores, agentes de prensa y demás fauna del mundillo de la
edición y el cine que velaron, velan y velarán para hacer respetar los
derechos de las casas editoriales y las productoras en cuyas manos
Rowling dejó la tarea del lanzamiento de la quinta parte de las
aventuras de su criatura.
Victimas del impresionante aparato resultaron, entre otros nombres
de una larga lista, el New York Daily News, que fue demandado
judicialmente por 100 millones de dólares por haberse atrevido a
publicar unos párrafos del libro antes de su lanzamiento. O la editorial
Verso, que tuvo que destruir todas las copias de un texto que
analizaba a Potter desde el punto de vista de la teoría crítica del
marxismo bajo la acusación de que la tapa de su libro llevaba los
mismos colores que algunas de las portadas de los Potters de
mercado. Por no mencionar los sucesivos robos de ediciones en sus
lugares de impresión o el hombre que en Liverpool aposto 30.000
dólares en una casa de juegos a favor del que para él sería el
personaje que muere en el libro y que resultó, obviamente, implicado
en el mencionado robo.

El enigma que rodeaba a quien sería el personaje que muere en


la quinta entrega ya está develado para el mercado anglosajón. Si el
secreto tan bien guardado durante meses no se trasmite de forma
generalizada, los que quieran leer el íltimo Potter en español deberán
esperar hasta diciembre para sacarse la duda. Harry está cinco años
más viejo, ya es un adolescente hecho y derecho, lleno de dudas y de
furia, de acné y de hormonas, de un nuevo y oculto pasado. Su
escuela está donde solía y el Misterio de Magia sigue sin creerle, sus
enemigos acechan en las sombras de algunas escobas y terribles
mansiones y sus amigos mantienen su fidelidad.

Queda por saber si J. K. Rowling ha llegado al límite de su


posibilidades creativas y lo que sigue serán obligaciones
contractuales (tiene contrato para escribir dos libros más) o más de lo
tan interesante que hubo hasta ahora. Queda por saber cuáles son
los limites de la mercadotecnia y de las presiones corporativas.
Queda por saber cómo será el mundo en que seguirá creciendo el
primer personaje literario globalizado al extremo del absurdo. Queda
por saber cómo será el mundo en que seguirá viviendo su autora, la
misteriosa dama J. K. Rowling.

EL LANZAMIENTO MAS ESPERADO


Plataforma 9 y ¾ no existe pero sí. Allí es donde Harry toma su tren
camino a su escuela. En una ciudad y un país y un mundo que se
convirtió en Potterloco, todo es posible. Adictos merodean buscando
su bolsa de heroína. Prostitutas olfatean algún que otro negocio. Otra
noche más en la vieja estación de King´s Cross, norte de Londres
(foto). Hay filas. De niños embelesados y sumergidos en capas,
portando varas y sombreros.
De padres soñolientos y disimuladores de emociones. De fotógrafos
que se pelean por los planos de frente. De periodistas. Grabador e
ironíaq en mano. Suenan las campanadas de las 12 y estalla el
pandemónium: caen las capas, vuelan los sombreros, corren los
adictos, gritan los padres, aúllan los periodistas, flashean los
fotógrafos, ríen las prostitutas. Viven los niños. Es el primer minuto
del nuevo día del Quinto Potter, el libro más esperado del año.

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