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GALILEO GALILEI

Galileo Galilei nació en Pisa el 15 de febrero de 1564. Lo poco que, a través de algunas cartas, se
conoce de su madre, Giulia Ammannati di Pescia, no compone de ella una figura demasiado
halagüeña. Su padre, Vincenzo Galilei, era florentino y procedía de una familia que tiempo atrás
había sido ilustre; músico de vocación, las dificultades económicas lo habían obligado a dedicarse
al comercio, profesión que lo llevó a instalarse en Pisa. Hombre de amplia cultura humanista, fue
un intérprete consumado y un compositor y teórico de la música, cuyas obras sobre el tema
gozaron de una cierta fama en la época. De él hubo de heredar Galileo no sólo el gusto por la
música (tocaba el laúd), sino también el carácter independiente y el espíritu combativo, y hasta
puede que el desprecio por la confianza ciega en la autoridad y el gusto por combinar la teoría con
la práctica. Galileo fue el primogénito de siete hermanos de los que tres (Virginia, Michelangelo y
Livia) hubieron de contribuir, con el tiempo, a incrementar sus problemas económicos. En 1574 la
familia se trasladó a Florencia y Galileo fue enviado un tiempo al monasterio de Santa Maria di
Vallombrosa, como alumno o quizá como novicio.

ISAAC NEWTON

Isaac Newton nació el 25 de diciembre de 1642 (esa fecha corresponde al


antiguo calendario, siendo en el actual calendario gregoriano el día 4 de
enero de 1643)en Woolsthorpe, Lincolnshire, 150 kilómetros al Norte
de Londres, Inglaterra.Su padre, granjero puritano, murió de neumonía
antes de su nacimiento y su educación estuvo en manos de su madre y de
su abuela, quedando al cuidado de ésta última cuando su progenitora contrajo
nuevas nupcias y abandonó al pequeño; permaneció con su abuela hasta 1653,
año en que murió su padrastro y su madre regresó al hogar. Fue un bebé
prematuro por lo que requirió muchos cuidados.

JOHANNES KEPLER

Johannes Kepler (1571-1630), astrónomo y filósofo alemán, famoso por formular y verificar las tres leyes del
movimiento planetario conocidas como leyes de Kepler.
Kepler nació el 27 de diciembre de 1571, en Weil der Stadt, en Württemberg, y estudió teología y clásicas en
la Universidad de Tübingen. Allí le influenció un profesor de matemáticas, Michael Maestlin, partidario de la
teoría heliocéntrica del movimiento planetario desarrollada en principio por el astrónomo polaco Nicolás
Copérnico. Kepler aceptó inmediatamente la teoría copernicana al creer que la simplicidad de su ordenamiento
planetario tenía que haber sido el plan de Dios.

En 1594, cuando Kepler dejó Tübingen y marchó a Graz (Austria), elaboró una hipótesis geométrica compleja
para explicar las distancias entre las órbitas planetarias —órbitas que se consideraban circulares erróneamente.
(Posteriormente, Kepler dedujo que las órbitas de los planetas son elípticas; sin embargo, estos primeros
cálculos sólo coinciden en un 5% con la realidad.) Kepler planteó que el Sol ejerce una fuerza que disminuye de
forma inversamente proporcional a la distancia e impulsa a los planetas alrededor de sus órbitas. Publicó sus
teorías en un tratado titulado Mysterium Cosmographicum en 1596. Esta obra es importante porque presentaba
la primera demostración amplia y convincente de las ventajas geométricas de la teoría copernicana.

Kepler fue profesor de astronomía y matemáticas en la Universidad de Graz desde 1594 hasta 1600, cuando se
convirtió en ayudante del astrónomo danés Tycho Brahe en su observatorio de Praga. A la muerte de Brahe en
1601, Kepler asumió su cargo como matemático imperial y astrónomo de la corte del emperador Rodolfo II.
Una de sus obras más importantes durante este periodo fue Astronomía nova (1609), la gran culminación de
sus cuidadosos esfuerzos para calcular la órbita de Marte. Este tratado contiene la exposición de dos de las
llamadas leyes de Kepler sobre el movimiento planetario. Según la primera ley, los planetas giran en órbitas
elípticas con el Sol en un foco. La segunda, o regla del área, afirma que una línea imaginaria desde el Sol a un
planeta recorre áreas iguales de una elipse durante intervalos iguales de tiempo. En otras palabras, un planeta
girará con mayor velocidad cuanto más cerca se encuentre del Sol.

En 1612 Kepler se hizo matemático de los estados de la Alta Austria. Mientras vivía en Linz, publicó su
Harmonices mundi, Libri (1619), cuya sección final contiene otro descubrimiento sobre el movimiento planetario
(tercera ley): la relación del cubo de la distancia media (o promedio) de un planeta al Sol y el cuadrado del
periodo de revolución del planeta es una constante y es la misma para todos los planetas.
Hacia la misma época publicó un libro, Epitome astronomiae copernicanae (1618-1621), que reúne todos los
descubrimientos de Kepler en un solo tomo. Igualmente importante fue el primer libro de texto de astronomía
basado en los principios copernicanos, y durante las tres décadas siguientes tuvo una influencia capital
convirtiendo a muchos astrónomos al copernicanismo kepleriano.

La última obra importante aparecida en vida de Kepler fueron las Tablas rudolfinas (1625). Basándose en los
datos de Brahe, las nuevas tablas del movimiento planetario reducen los errores medios de la posición real de
un planeta de 5 °a 10'. El matemático y físico inglés sir Isaac Newton se basó en las teorías y observaciones de
Kepler para formular su ley de la gravitación universal.

Kepler también realizó aportaciones en el campo de la óptica y desarrolló un sistema infinitesimal en


matemáticas, que fue un antecesor del cálculo.

Murió el 15 de noviembre de 1630 en Regensburg.

ALBERT EINSTEIN

Albert Einstein nació el 14 de marzo de 1879 en Ulm, Alemania, hijo de


Hermann Einstein y Pauline Koch. A pesar de tener padres judíos concurre a
una escuela católica en Munich, donde la familia poseía un local de venta de
artefactos eléctricos.
Si bien no habló hasta los tres años y contaba con una personalidad
introspectiva y dificultades de aprendizaje, a temprana edad demostró un
vivo interés por la naturaleza, las matemáticas y la geometría, ciencia esta
última que aprendió a los 12 años por motus propio. En 1881 nace su hermana
Maya.

A los 15 años (1894) su familia se muda a Italia, a la ciudad de


Milán, debido a los fracasos económicos. Albert Einstein se une a ellos,
dejando los estudios que incluia materias, fuera de las matemáticas y la física,
que detestaba, por el lapso de un año; en 1896 decide partir a Arrau,
Suiza para culminar la escuela media. Concluye su preparación en la Escuela
Politécnica Federal Suiza, donde se gradúa como maestro secundario de
matermática y física, bajo las enseñanzas de Heinrich Weber y Minkowski.

NICOLAS COPERNICO

Galileo Galilei nació en Pisa el 15 de febrero de 1564. Lo poco que, a través de algunas cartas, se
conoce de su madre, Giulia Ammannati di Pescia, no compone de ella una figura demasiado
halagüeña. Su padre, Vincenzo Galilei, era florentino y procedía de una familia que tiempo atrás
había sido ilustre; músico de vocación, las dificultades económicas lo habían obligado a dedicarse
al comercio, profesión que lo llevó a instalarse en Pisa. Hombre de amplia cultura humanista, fue
un intérprete consumado y un compositor y teórico de la música, cuyas obras sobre el tema
gozaron de una cierta fama en la época. De él hubo de heredar Galileo no sólo el gusto por la
música (tocaba el laúd), sino también el carácter independiente y el espíritu combativo, y hasta
puede que el desprecio por la confianza ciega en la autoridad y el gusto por combinar la teoría con
la práctica. Galileo fue el primogénito de siete hermanos de los que tres (Virginia, Michelangelo y
Livia) hubieron de contribuir, con el tiempo, a incrementar sus problemas económicos. En 1574 la
familia se trasladó a Florencia y Galileo fue enviado un tiempo al monasterio de Santa Maria di
Vallombrosa, como alumno o quizá como novicio.
En qué consiste

El Big Bang es una explosión que se produjo de manera simultánea en todas partes, la cual hizo que las
partículas que estaban juntas se separasen en partículas elementales.

El estallido también produjo un aumento de las temperaturas hasta llegar a los cien mil millones de
grados centígrados aproximadamente.

En sus inicios el Universo estaba compuesto de energía. Cuando la temperatura fue descendiendo las
partículas elementales fueron uniéndose a otras y produciendo cambios.

Tras varios miles de años la temperatura descendió hasta los mil millones de grados, lo suficiente para
que las partículas elementales se uniesen a los núcleos para formar átomos de hidrógeno y de helio.

Finalmente el gas resultante, comenzó a condensarse debido a las fuerzas gravitatorias. Esta
condensación dio lugar a la formación de las estrellas y las galaxias del Universo actual.

Universo pulsante

Si, como hace 75 años lo propuso en su teoría el astrónomo belga Georges Lemaître, miles de millones de años
toda la materia y la energía que hoy constituyen el universo estuvieron comprimidas en un gran átomo primigenio,
este inimaginable conjunto habría ocupado un espacio semejante al de una esfera cuyo diámetro fuera igual a la
distancia de la Tierra al Sol (1/70.000 años de luz). Si se compuso de energía, su temperatura debió alcanzar los
10.000.000°C; y si de materia, ésta debió haber tenido características totalmente distintas a las que nos son
familiares.
La materia dispersada por la explosión de este coloso habría constituido el universo en expansión del cual
formamos parte. Condensándose y quebrándose por la gravitación mutua, habría creado las galaxias y las estrellas,
que continuaron volando hacia fuera para siempre, hasta llegar, eventualmente, a estar tan alejadas que ningún
astrónomo de ninguna de ellas podría ver a muchas de las otras. El universo sería ilimitado.
Esta teoría fue revisada en la década de los cuarenta del siglo XX, por George Gamov, y fue rebautizada
despectivamente con el nombre de la teoría del Big Bang, por el matemático y astrofísico británico Fred Hoyle,
premio Kalinga 1967.
Pero antes de que Gamov le diera una estructura más moderna y científica a la propuesta de Lemaître sobre un
universo expansivo, otros objetaron que al ser las galaxias mutuamente atraídas por la gravitación general, la
velocidad inicial impuesta por la explosión ha debido tender a disminuir y terminará por reducirse a cero para
cambiar después el sentido del movimiento en 180° y concentrarse para volver a estallar en un movimiento cíclico
de muy largos períodos e interminable. Viviríamos entonces en un universo pulsante.
El primero en hablar sobre un universo pulsante u oscilante fue el físico Richard Tolman, del Instituto Tecnológico de
California, cuyos estudios y propuestas fueron publicados a comienzos de la década de 1930. Un universo pulsante
es cerrado, pero no desaparece después de colapsar, sino que inicia un nuevo ciclo expansivo; el proceso de
expansión y contracción se reitera y pasa por numerosos nuevos ciclos. Si nuestro universo fuese pulsante, debería
ser muchísimo más viejito que la edad que se le calcula de unos 15.000 millones de años, ya que los seguidores de
este modelo calculaban para él 10.000 millones de años, cálculo que sólo medía el tiempo transcurrido desde el
inicio del último ciclo de expansión.
Según esta teoría, antes de este ciclo que estaríamos viviendo, habría existido un universo muy semejante al actual,
y que, después de haberse expandido, se contrajo y formó el «ylem» o gran átomo primigenio. En cada cielo se
producirían colapsos gravitacionales de conjuntos que se comprimen en sí mismos y disipan de nuevo toda su masa
en forma de energía, para volver posteriormente a materializarse. Podría haber sucedido también que presiones
internas hubieran frenado las contracciones y, antes del aniquilamiento atómico, hubiesen provocado explosiones
directamente materiales. En ambos casos se trataría de una sucesión de fenómenos semejantes, trabajando en
sistema cerrado dentro de un universo pulsante, o, más poéticamente, en un eterno retorno, sin fin dentro del
tiempo, pero cuyo límite espacial quedaría fijado por las más lejanas regiones hasta donde las explosiones logren
llegar para detenerse y transformarse en contracciones.
Este modelo cosmológico presenta una dificultad evidente de acuerdo a la segunda ley de la termodinámica, una ley
fundamental de la física que obliga a cualquier sistema aislado a adquirir un grado de desorganización cada vez
mayor, hasta alcanzar un estado de máximo desorden. Después de numerosos ciclos, se esperaría que un universo
pulsante fuese mucho más caótico que el universo que observamos. Tolman conocía este problema, pero sostenía
que una definición de «estado de máximo desorden» sería casi imposible de aplicar al universo como un todo; la
objeción quedó en la incertidumbre. Tolman llegó a la conclusión de que "sería sensato no volver a afirmar que los
principios de la termodinámica exigen necesariamente un universo creado en un tiempo finito en el pasado y cuyo
destino es la inactividad y la muerte". Aun hoy los físicos siguen dudando si la segunda ley de la termodinámica
podría descartar teóricamente un universo pulsante, o si se aplica al universo como un todo.
El modelo de un universo pulsante alcanzó su máxima popularidad entre los finales de los años 50 y comienzos de
los 60. De hecho, su preferencia por un universo pulsante llevó a Robert Dicke a predecir la existencia de la
radiación cósmica de fondo. Dicke y sus colaboradores comenzaban su clásico artículo en el Astrophysic Journal en
1965 afirmando que un universo pulsante, con su eterna existencia, "nos libera de la necesidad de comprender el
origen de la materia en cualquier punto finito en el pasado". Tomando este modelo como hipótesis de trabajo, Dicke
argumentó que si nuestro universo realmente ha atravesado numerosos ciclos de expansión y contracción, su
temperatura tendría que llegar por lo menos a 10 mil millones de grados alcanzar cada punto de contracción
máxima, con el fin de desintegrar todos los elementos pesados creados en las estrellas durante el ciclo previo y
reconvertir la materia del universo a hidrógeno puro. De lo contrario, las reacciones nucleares en las estrellas ya
habrían transformado gran parte de la materia del universo en elementos pesados, lo que contradice las
observaciones. Dicke afirmó entonces que, a una temperatura de 10 mil millones de grados, las reacciones de las
partículas subatómicas serían lo bastante rápidas como para producir una radiación antirradiante. (En realidad, la
producción de esta radiación no exige la pulsación del universo; simplemente precisa que la temperatura cósmica
alguna vez haya sido significativamente alta).
Pero este modelo de universo pulsante, más allá de su posible violación a la segunda ley de la termodinámica, cayó
en desgracia cuando el trabajo teórico de Roger Penrose y Stephen Hawking, ambos en la Universidad de
Cambridge en ese momento, probó que no existía ningún mecanismo plausible capaz de producir pulsaciones. En
términos específicos, Penrose y Hawking demostraron que el universo debía haberse originado a una densidad
muchísimo mayor de la que se había contemplado y propuesto para el «rebote» de cada ciclo de un universo
pulsante. En realidad, el trabajo de Penrose y Hawking no eliminó los universos pulsantes; simplemente suprimió
todos los modelos existentes de universos pulsantes u oscilantes, anulando de este modo la justificación científica
para tenerlos en consideración.

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