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LA ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL Y EL DESARROLLO COMUNITARIO

COMO EDUCACIÓN SOCIAL

JOSÉ ANTONIO CARIDE GÓMEZ*

RESUMEN. El artículo presenta la cultura como un medio para analizar el lugar que
cada uno ocupa en la sociedad y resalta el sentimiento de pertenencia a una comu-
nidad de referencia dentro de un marco democrático y dialogal. Desde la
Animación Sociocultural y el Desarrollo comunitario, y en el marco que constituye
la Educación Social, se intenta atender a las necesidades de la comunidad para así
transformar la realidad. La animación se concibe como un medio de potenciar el
desarrollo de las comunidades y apuesta por la democracia cultural. Desde los dife-
rentes organismos nacionales e internacionales, se aboga por repensar las políticas
culturales.

ABSTRACT. This article proposes culture as a way of analysing the place each of us
occupies in society, as well as highlighting our sense of belonging to a particular
community within a democratic and dialogal framework. From within the frame-
work of Social Education, Sociocultural Animation and Community Development
attempt to address the needs of the community in order to transform the reality.
Animation is understood to be a way of empowering the development of commu-
nities and it champions cultural democracy. The rethinking of cultural policies is
advocated by various national and international bodies.

La cultura son muchas cosas. Está en la cultura se remitía a una característica


todas partes, y configura una compleja definitoria de los seres humanos y de las
red de creencias, saberes, símbolos, cos- realidades sociales que se encarnaba en
tumbres, representaciones, hábitos, capa- personas, comunidades o países «cultiva-
cidades, valores, prácticas, instituciones, dos»–, a otros que lo han ido dotando de
aprendizajes, conductas, lenguajes, obras
mayor abstracción y que atañen tanto en
artísticas, tecnologías… a la que se ha ido
acomodando una amplia gama de conno- lo que se refiere a su inserción en proce-
taciones y usos. Entre ellos están, tal y sos particulares de desarrollo de los indi-
como nos recuerda Williams (1983), los viduos y de los grupos, como a los asun-
que han permitido pasar de su sentido tos o dinámicas generales que afectan al
metafórico inicial –de acuerdo con el cual conjunto de la sociedad.

(*) Universidad de Santiago de Compostela.

Revista de Educación, núm. 336 (2005), pp. 73-88.


Fecha de entrada: 15-10-2004 Fecha de aceptación: 05-01-2005 73
El hecho mismo de considerar la cul- que formamos parte y que, de un modo u
tura y las culturas como sistemas comple- otro, contribuimos a tejer. Al respecto,
tos sometidos a intereses estratégicos y cabe señalar que la cultura permite a cada
políticos de distinto signo ha incidido individuo, grupo o comunidad tomar
sobremanera en este cambio de percep- conciencia de su posición en el escenario
ción, en el que las clásicas contraposicio- socio-histórico, ya que algunas modalida-
nes entre tradición y modernidad, identi- des inhiben o activan las desigualdades
dad y diversidad, popular y elitista, rural y sociales. En consecuencia, la cultura es
urbana, local y universal, etc. han dado apreciada como un importante
paso a otras lecturas acerca de sus come-
tidos y finalidades. En líneas generales, se Indicador de las diferencias y similitu-
ven favorecidas por la consolidación de des de gusto y estatus dentro de los
los derechos culturales como parte inte- grupos sociales (Miller y Yúdice,
2004, p. 11).
grante de los Derechos Humanos, lo que
hace imposible desligar la cultura de las
La discutida analogía entre los proce-
políticas de desarrollo, ya que ésta es con-
sos culturales y los procesos de civiliza-
siderada el «cuarto pilar» del desarrollo
ción, cuyo origen intelectual alentó deci-
(Hawkes, 2001), y pasa a constituir, junto
sivamente la obra del antropólogo evolu-
al desarrollo social, económica y ambien-
cionista Edward B. Taylor cuando, a
tal sostenible, uno más de los objetivos
mediados del siglo XIX, equiparó cultura y
que se pretenden lograr. La reciente
civilización, ilustra hasta qué punto las
Conferencia de Aalborg + 10 –celebrada
culturas no pueden situarse al margen de
del 9 al 11 de junio de 2004, y que reme- las realidades sociales en las que se inscri-
moraba la aprobación de la Carta de las ben y con las que interactúan en mayor o
Ciudades Europeas hacia la Sostenibili- menor grado, restringiendo o acrecentan-
dad el 27 de mayo de 1994–, refrendó do la proyección espacial y temporal de
esta postura, e hizo mención expresa a la sus registros lingüísticos, axiológicos, éti-
necesidad de comprometerse con una cos, estéticos, religiosos, etc.
articulación transversal e integrada de la En este contexto, lo que hoy conoce-
cultura en las políticas públicas y en los mos como «diversidad cultural», se asien-
planes de acción local. ta en una profunda revisión crítica de los
En esta transición histórica, no puede posicionamientos etnocéntricos y «esen-
obviarse que –tal y como ha subrayado cialistas» de las prácticas culturales, y nos
Hall (1997)– la cultura ha ido ganando retrotrae a lo que ya Herder, que insistía
relevancia directa en nuestras prácticas en la necesidad de hablar de culturas en
sociales más cotidianas, y constituye uno plural, cuestionaba de la imagen unilineal
de los principales medios de creación, y eurocéntrica que comenzó a adoptar la
producción, divulgación y actuación cultura en las últimas décadas del siglo
humana. Sea cual sea el papel que nos XVIII. Al hacerlo, además de contrarrestar
corresponda desempeñar, a ellas se aso- el afán hegemónico y ortodoxo de la civi-
cian unos determinados significados e lización occidental –muy influenciada por
impactos cuya naturaleza implícita o la creciente maquinización e industrializa-
explícita es preciso interpretar a la luz del ción de los estilos de vida–, pretendía
conocimiento y de la experiencia de los vigorizar la pluralidad cultural inherente
sujetos (Geertz, 1996), en estrecha inter- a las tradiciones cultivadas por todos los
dependencia con la estructura social de la pueblos y naciones del mundo, que se

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ven cada vez más amenazadas en sus medio social, mediante la promoción de
señas de identidad. La cultura es, de facto, una mejora significativa de su bienestar y
culturas (Carrithers, 1995), culturas con calidad de vida, y la integración de lo edu-
las que nos identificamos y desde las que cativo en la sociedad y de lo pedagógico
hemos de dialogar con la intención de en el trabajo social (Orte y March, 2001).
procurar un mundo más humano, com- En sus propuestas e iniciativas, las
plementario en su variedad. prácticas socioeducativas reivindican el
protagonismo de las culturas y de las
LAS CULTURAS comunidades locales como pretexto y
EN LAS COMUNIDADES LOCALES contexto de una educación capaz de
afrontar las críticas circunstancias en las
El reconocimiento y la puesta en valor del que está inmersa la sociedad contemporá-
patrimonio cultural existente en cada nea, y atribuyen a la animación y al tra-
sociedad y de su carácter internamente bajo comunitario un enorme potencial
diferencial y externamente diferenciador, discursivo, reflexivo y de praxis, cuya
lejos de constituir un obstáculo para el fuerza pedagógica no puede desligarse de
logro de una igualdad garante de dere- las prácticas políticas y las relaciones de
chos para las personas y los colectivos poder (Giroux, 2001), ya que es imposi-
sociales, ha hecho todavía más visible –por ble abstraer las esferas sociales e institu-
urgente e ineludible– la voluntad de cons- cionales en las que éstas se concretan de
truir una convivencia más tolerante, soli- los mecanismos que las personas utilizan
daria y justa. Por consiguiente, es preciso para definirse a sí mismas y definir las
reafirmar la importancia de la educación y relaciones que establecen con el mundo
las prácticas socioculturales en la promo- social. Al reclamar la primacía de lo políti-
ción de un desarrollo personal y colectivo co y lo pedagógico en el concepto y la
congruente con los desafíos que dicha práctica del trabajo cultural, no podemos
convivencia comporta, e incrementar –en eludir por más tiempo la búsqueda de
los términos que se apuntan– el senti- nuevos rumbos para extender
miento de pertenencia a una comunidad
política de referencia –inclusiva y no dis- Las posibilidades de crear nuevas
criminatoria–, que mueva a las personas, esferas públicas donde los principios
en un marco democrático y dialogal, de igualdad, libertad y justicia se con-
viertan en los principios organizado-
Hacia posiciones participativas, de res primarios para estructurar las rela-
compromiso y responsabilidad cívica. ciones entre el yo y los demás
(Bartolomé y Cabrera, 2003, p. 46). (Giroux, 1997, p. 17).

La Educación Social lleva tiempo Para esto, en opinión de Giroux,


haciendo suyas muchas de estas inquietu- deberemos ser conscientes de la comple-
des y realizaciones, y vinculando su que- jidad inherente a las prácticas –y, también,
hacer «pedagógico» y «social» a diversas a las teorías– educativas, y de la especifici-
áreas y estrategias metodológicas, entre dad de los problemas, ámbitos y lugares
las que ocupan un lugar destacado la en los que éstas podrán desplegarse
Animación Sociocultural y el Desarrollo –entre otros, creemos, aquellos que
Comunitario, con un propósito principal: toman como soporte la Animación
transformar las condiciones que impiden Sociocultural y el Desarrollo Comuni-
y/o limitan la vida de las personas en su tario.

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La primera resalta el peso de la educa- culturales, territoriales, etc.) deben apo-
ción en los procesos y las prácticas socio- yar y promover intensamente. En esta
culturales con estrategias metodológicas dirección, apuntan también los principios,
que promueven la iniciativa, la auto-orga- compromisos y recomendaciones aproba-
nización, la participación y la acción autó- dos en el Foro Universal de las Culturas-
noma de los individuos en los grupos y Barcelona 2004, y recogidos en la Agenda
las comunidades de las que forman parte, 21 de la Cultura, que –dado su carácter de
y cuyo fundamento debería situarnos en documento orientador de las políticas cul-
el logro de una verdadera democracia cul- turales y de lo que ha de ser su contribu-
tural ción al desarrollo humano– invoca la liber-
tad y la diversidad cultural de los indivi-
En la que el contenido, forma y des- duos y de las comunidades como condi-
arrollo de las acciones vienen deter- ciones esenciales de la democracia y del
minados por el propio grupo y se fun- bienestar social de los ciudadanos.
damentan en el intercambio y la rela- Esta pretensión obliga, como nunca
ción, siendo todo ello promovido antes en la evolución histórica de la
desde la misma comunidad o iniciati- humanidad, a situarse en una lectura inte-
va social (Calvo, 2002, p. 17). gral e integradora del quehacer cultural,
en la que, frente a una perspectiva estáti-
El segundo apuesta, en clara conver- ca y fragmentada de culturas que comien-
gencia con los principios de la animación zan y terminan en sí mismas, se imponga
Sociocultural, por un desarrollo humano la idea de un mestizaje en el que conflu-
que habilite los dispositivos endógenos yan culturas que hacen de su heterogenei-
del territorio y de las comunidades loca- dad interna y externa un valor orientado
les, valorice de forma integrada y susten- a la multi-inter-culturalidad, ya que
table los recursos existentes, y afirme la
implicación de cada persona como sujeto Las identidades no son rígidas ni,
y agente de sus propios procesos de mucho menos, inmutables. Son resul-
transformación social en su entorno tados siempre transitorios y fugaces
inmediato, aunque sin dejar de tener en de procesos de identificación. (Sousa
cuenta el hecho de que vivimos en una Santos, 1997, p. 119).
sociedad cada vez más interdependiente y
globalizada.
De todo ello, inferimos que el queha- DEMOCRATIZACIÓN
cer cultural y el desarrollo de las comuni- VERSUS DEMOCRACIA CULTURAL
dades sugieren múltiples oportunidades
para que las personas se sientan partíci- Desde hace poco más de cuatro décadas,
pes de proyectos que no se circunscriben la Animación Sociocultural viene elabo-
tan sólo al presente histórico o a una rando sus discursos y sus prácticas en
cultura-comunidad heredada, conforma- relación con este concepto amplio de cul-
da por un territorio y sus habitantes. Más tura, que reivindica el pluralismo y la par-
que eso, cabe pensar en las culturas y en ticipación de la gente como un modo de
las comunidades como realidades en las comprometer –personal y colectivamen-
que se forjan vivencias y experiencias que te– a la ciudadanía con sus procesos de
gozan de un importante caudal educativo desarrollo. De este modo, es factible
y social, que las políticas públicas (socia- pasar de los estrechos márgenes de la
les, económicas, educativas, ambientales, democratización cultural a las fecundas

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posibilidades que ofrece la democracia La Animación Sociocultural funda-
cultural ante menta sus principios y actuaciones en
planteamientos que responden a una
La necesidad de estimular un com- inequívoca vocación pedagógica y políti-
portamiento cultural productor-acti- ca: por un lado, socializa a las personas y
vo, en lugar de consumista y pasivo a los colectivos sociales en una cultura
(Depaigne, 1980, p. 83). que se estima valiosa para su desarrollo
integral y, por otro, asocia sus estrategias
La democratización cultural concibe a a la desaparición del «foso cultural» que
los ciudadanos como consumidores de reproducen, e incluso agrandan, los de-
una cultura masificada, mientras que sequilibrios y las desigualdades sociales.
la democracia cultural los considera En ambos casos, hay que tener muy pre-
creadores-productores de una cultura sin- sente que la Animación Sociocultural es
gularizada, e incide más en los procesos fruto de una reacción colectiva frente
que en el producto en sí. La apuesta de la
Animación Sociocultural por la democra- Al carácter inaceptable de una cultura
cia cultural –que la vincula desde sus orí- que reserva su producción y transmi-
genes a la amplia trayectoria de la educa- sión a una minoría privilegiada inte-
ción popular (Besnard, 1988)– subraya su lectualmente y/o económicamente, y
decidida intención de situar la cultura a un proyecto tendente a que los ciu-
entre los fenómenos más cotidianos de la dadanos intervengan directamente en
vida social, en la confianza de que la una cultura que viven cada día, parti-
emancipación colectiva se alcanzará cipen en su creación y la integren en
mediante la restauración del poder de las su desarrollo general (Quintana,
personas y de los grupos sociales 1986, p. 27).
(Labourie, 1978).
La polarización que han sufrido Con esta perspectiva, diferentes auto-
ambos modelos de acción cultural desde res han coincidido en valorar la
los años sesenta se ve sometida en la Animación Sociocultural como una prác-
actualidad a nuevas interpretaciones e tica sociocultural y educativa relevante
interpelada por la complejidad de la para el desarrollo individual y social, que
situación. Se ha producido una verdadera actúa como mediadora entre la tradición
eclosión de propuestas culturales renova- y el cambio, y a través de la cual deberá
doras cuya preocupación por la gestión o lograrse que un amplio conjunto de acto-
por los efectos que tienen en las ciudades res sociales –movimientos asociativos,
emergentes abre nuevos caminos para instituciones educativas y culturales,
avanzar hacia una ciudadanía cultural. En administraciones públicas, empresas,
este sentido, es preciso tomar en conside- organizaciones no gubernamentales, etc.–
ración que se sientan corresponsables del quehacer
cultural más cotidiano, y fomenten actitu-
El interés renovado por la ampliación des y comportamientos que incentiven la
de los modos de democracia cívica comunicación y la participación cívica, la
encuentra también hoy su espacio de creatividad y la capacidad expresiva, la
afirmación en el co-diseño activo en autorrealización individual y la transfor-
las comunidades de sus políticas y mación social. Por lo tanto, la Animación
líneas de acción cultural (Bouzada, Sociocultural se distingue menos por sus
2004, p. 30). actividades específicas que por la manera

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de practicarlas, más por la manera de En este sentido, su identidad y enti-
obrar que por el contenido de la acción: dad como una práctica social transforma-
dora, admite, al menos, cinco lecturas
Cuando los expertos afirman que la principales, cuyos argumentos toman
animación sociocultural implica la como referencia:
aceptación de la democracia cultural,
advierten de manera absolutamente • Las cuestiones terminológicas y
clara a los responsables políticos que conceptuales que delimitan sus
sus acciones sólo tienen sentido den- espacios de conocimiento y las imá-
tro de la perspectiva de hacer de cada genes mentales que se asocian a
uno no solamente beneficiario de la algunas de sus palabras clave (cul-
cultura adquirida, sino, sobre todo,
tura, acción cultural, políticas cul-
dueño de la definición de esta cultura
turales, democracia cultural, parti-
considerada como movimiento (Gros-
cipación social, etc.), otorgándoles
jean e Ingberg, 1980, p. 81).
significados que gozan de un
amplio recorrido semántico en la
La cuestión reside, por tanto, en con-
Acción Social y Cultural que se
seguir que las personas se impliquen,
viene llevando a cabo en las últimas
tomen parte activa en las acciones que se
décadas en el Trabajo Social, el De-
pretenden desarrollar y se conviertan en
sarrollo Comunitario, la Investi-
los verdaderos y los principales agentes
gación-Acción, la Educación Popu-
de las mismas (Sarrate, 2002). La demo-
lar, la Pedagogía Social, la Educa-
cracia cultural es un eje transversal con-
ción del Ocio, la Educación Perma-
sustancial a la praxis sociocultural que
nente, etc. En general, coinciden en
promueve.
Para que esta imagen de la Animación Fomentar en los individuos y en
Sociocultural pueda proyectarse y con- la comunidad una actitud abierta
cretarse plenamente en las realidades y decidida para involucrarse en
sociales más cotidianas –en los pueblos, las dinámicas y los procesos
barrios, movimientos asociativos, institu- sociales y culturales que les afec-
ciones socioculturales, etc.– es preciso ten, y también para responsabili-
insistir en que ha de ser considerada una zarse en la medida en que les
práctica socio-cultural y educativa relacio- corresponda (Trilla, 1997, p. 23).
nal, necesariamente contextualizada en • La reflexión epistemológica y los
un territorio y en una comunidad local,
discursos teóricos, con sus corres-
mediante la cual se promueve el desarro-
pondientes niveles de consenso-
llo integral de los individuos y los grupos
disenso paradigmático, en con-
sociales. Por eso, su acción-intervención
fluencia con las preocupaciones
socioeducativa
que se vienen suscitando al respec-
Se produce en una comunidad delimi- to en las ciencias sociales y huma-
tada territorialmente, que tiene por nas. Para Besnard (1988), la sis-
objeto convertir a sus miembros, indi- tematización de estos modelos
vidual y socialmente considerados, en teóricos puede resumirse en tres
sujetos activos de su propia transfor- co-rrientes fundamentales: la pri-
mación y la de su entorno con el fin de mera pretende conservar la socie-
conseguir una mejora sustantiva en su dad tal como es y concibe la anima-
calidad de vida (Úcar, 1995, p. 33). ción como un sistema naturalmen-

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te estructurado, jerarquizado y • Los procedimientos y modos de
organizado; la segunda destaca conocer-actuar socialmente, que
sobre todo el papel de las relacio- requieren que el diseño, la imple-
nes personales y las comunicacio- mentación y la evaluación de pla-
nes inter-individuales dentro de los nes, programas o proyectos so-
grupos y las instituciones sociales; cioculturales participen explícita-
y la tercera centra su atención en la mente de los criterios que, en los
transformación de las estructuras últimos años, definen la planifica-
económicas y sociales a través de la ción-acción estratégica. Al contem-
toma de conciencia y de la respon- plar la cultura como una dimen-
sabilidad colectiva. sión transversal de la vida cotidiana
• Los temas y los problemas a partir de los ciudadanos, la formulación
de los cuales se definen contextos de planes estratégicos tiene un fun-
sociales, colectivos y ámbitos de la damento múltiple (Zallo, 2003):
acción-intervención sociocultural, reforzar y modernizar la cultura de
fundamentalmente por lo que res- un territorio; estimular y orientar
pecta al Desarrollo Comunitario las energías creativas y productivas
Local y las Políticas Culturales. El del ámbito cultural; promover y fo-
primero presupone colocar las mentar determinados sectores cul-
comunidades locales en el centro turales con diversas intenciones
de los procesos de desarrollo, al (producir, distribuir, consumir,
objeto de valorizar los recursos etc.); definir y/o concertar las me-
humanos y materiales de un terri- tas de un conjunto de instituciones
torio-comunidad determinado me- a corto, medio y largo; y establecer
diante la implicación efectiva de la pautas de comportamiento para los
población en las decisiones y pro- distintos agentes sociales, públicos
cesos que puedan incidir en la y privados.
mejora de su calidad de vida; las • Los componentes éticos e ideológi-
segundas, pese a lo vago y muchas cos, ya que la Animación Sociocul-
veces confuso de la expresión tural es un proceso que empren-
(Fernández Prado, 1991, p. 18), den personas y se materializa en
aluden a un valores y prácticas que difícilmente
pueden proclamar su neutralidad
Conjunto estructurado de inter- (Sáez, 2002). Comparten esta apre-
venciones conscientes de uno o
ciación numerosos autores, que
varios organismos públicos en la
vida cultural, a menudo encarna- insisten en que la animación socio-
das en guías para la acción siste- cultural no sólo no es políticamen-
máticas y regulatorias que adop- te neutra porque no puede serlo,
tan las instituciones para alcanzar sino también porque no quiere
sus metas (Miller y Yúdice, 2004, serlo, ya que
p. 11).
Por definición, en su propia esen-
• En todo caso, son políticas que cia… ha de tener un componente
constituyen –en opinión de Cae- ideológico, ético, político, que se
tano (2003)– una variable decisiva traduzca en términos de belige-
del desarrollo en cualquier socie- rancia social (siendo bueno que)
dad. persista un nivel de discusión

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ideológica en torno a los fines a actor (sujeto de la acción y de la
conseguir; a los principios éticos creación cultural), afianzando su
y deontológicos a los que no hay condición ciudadana.
que renunciar; etc. (Trilla, 1997, • A través de una metodología activa
p. 31).
y que promueve la implicación, y
desde la que se pretende articular
UNA INSTANCIA CRÍTICA procesos de conocimiento-refle-
DEL QUEHACER CULTURAL xión-acción que activen la comuni-
cación y el diálogo social.
La expresión Animación Sociocultural • A partir del reconocimiento de las
adapta y extiende el alcance de sus raíces identidades culturales de cada
etimológicas anima (dar aliento, dar comunidad o país, de su diversidad
vida) y animus (vitalidad, dinamismo) a y del pluralismo que caracteriza a
una serie de procesos en los que se expre- las personas y a sus respectivos
sa una determinada concepción del traba- estilos de vida.
jo cultural, orientada a promover la inicia- • Con una visión pedagógica del pro-
tiva, la organización, la reflexión crítica y ceso que desarrollan, desde la
la participación autónoma de las personas capacidad de análisis (explicación e
en el desarrollo cultural y social que les interpretación de las realidades
afecta y en un territorio y una sociedad sociales en las que se pretende
determinados. La Animación Sociocul- «actuar»), hasta la organización,
tural aspira a lograr la formación integral expresión y valoración de sus
de las personas y a mejorar su calidad de logros, en particular en lo que
vida, y contrapone el logro de una verda- supone de satisfacción de los dere-
dera democracia cultural a la simple chos y de las necesidades sociocul-
extensión o democratización de la cultu- turales que los motivaron.
ra, con el fin de promover la emancipa- • Con diversas funciones en el con-
ción colectiva y el cambio social. Estos texto de la sociedad actual (Bes-
propósitos subscriben lo que ya Van nard, 1988). Entre otras: la integra-
Enckevort (1980, pp. 257-258), hace más ción y adaptación de los individuos
de dos décadas, consideraba una necesi- y grupos sociales; la aculturación y
dad básica de la Animación Sociocultural: formación; la recreación y distrac-
ser entendida como una instancia crítica ción; la regulación y ortopedia
del quehacer cultural, como una práctica social (terapia social a base de acti-
destinada a resolver problemas y no a vidades culturales); la comunica-
transmitir cultura. En este sentido, pode- ción entre los individuos y los gru-
mos resumir sus principios fundamenta- pos; el desarrollo cultural de gru-
les en los siguientes enunciados: pos e individuos; la promoción de
las culturas populares, la crítica al
• Un conjunto de prácticas sociales y imperialismo insolente de la cultu-
culturales abiertas a la participa- ra dominante... y, todo eso, con la
ción de individuos, grupos, comu- perspectiva de lograr la transforma-
nidades, asociaciones, institucio- ción social (cambios, mentalidades,
nes, etc. actitudes).
• Que convierten al público-especta-
dor (objeto de la atención y de la En líneas generales, son enunciados
acción cultural) en protagonista- que coinciden en cuestionar la noción

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patrimonial de la cultura, para comple- política cultural global, dentro de la cual
mentarla o reemplazarla por un concepto se expresa articulando
que confía la definición del quehacer cul-
tural a la misma población (Grosjean e Acciones sistemáticas capaces de pro-
Ingberg, 1980, p. 81), cuya voz deberá ser mover actividades y la creatividad
respetada en las decisiones que afecten a social, la generación de espacios de
su vida y a la de cada comunidad. encuentro y relación, y el desarrollo
de la comprensión crítica de las dife-
rentes formas de dominación cultural
REPENSAR LAS POLÍTICAS CULTURALES
(Ander-Egg, 1989, p. 22).
En el debate epistemológico, la Anima- El papel de las políticas culturales,
ción Sociocultural acostumbra a presen- con sus diferentes orientaciones, será clave
tarse como una práctica necesitada de para comprender que la Animación Socio-
conocimientos y saberes consistentes, cultural debe concretarse en un marco
construidos desde una apertura científica político que –tal y como hemos venido
y metodológica que enfatice la interdisci- subrayando– suscriba con decisión la «de-
plinariedad y complejidad de su discurso mocracia cultural». En cualquier caso, para
reflexivo y de praxis. Y, aunque –como poner de manifiesto que los términos cul-
indica Ucar (1994)– la Animación Socio- tura y política se encuentran frecuente-
cultural no es una ciencia, ni una forma mente asociados, y las actividades de una y
de conocer, ni una acción para conocer de otra se entremezclan
por mucho que, al actuar obtengamos
conocimiento sobre la propia acción, La cultura aparece muchas veces teñi-
resulte da con matices políticos y en otros
casos el artista, el intelectual aprove-
Cada vez más visible la necesidad de cha los resortes políticos para dar a
llevar a cabo un amplio debate sobre conocer y promocionar mejor su
los modelos de racionalidad teórica labor cultural. En no pocos casos, los
que deben orientarla y justificarla, políticos favorecen un tipo determi-
recurriendo para ello a las metáforas, nado de cultura, en perjuicio de
postulados o axiomas que desde hace otros, y en muchas ocasiones, la poli-
años vienen configurando las opcio- tización del desarrollo cultural es una
nes paradigmáticas más relevantes en realidad (Etxeberría, 1993, p. 237).
las Ciencias Sociales (Caride, 1997, p.
42). Aunque discutidas en sus finalidades
y procedimientos, los objetivos que la
Sólo así podrán atenuarse o resolver- política trata de satisfacer en la cultura
se las contrariedades que surgen en la han incrementado sustantivamente el
fácil equiparación de la Animación papel de las administraciones públicas en
Sociocultural a cualquier tipo de expe- la promoción y distribución de los «bien-
riencia o proceso que así se denomine, es culturales» que permiten a cada indivi-
sin reparar en las deformaciones a las que duo realizarse como ciudadano. Como
el abuso de la expresión «animación» ha declarara Ortega y Gasset en 1907, ya no
dado lugar en las últimas décadas. Hay se trata tan sólo de recordar al Estado que
que insistir en que sus propuestas sólo «tiene un deber primero: la cultura», sino
adquirirán pleno sentido si consiguen ins- de comprometerlo y, aún más, afirmarlo
cribir sus dinámicas en el marco de una en la voluntad inequívoca de configurarse

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como un «Estado de Cultura» (Vaquer, nativas que se suscriban desde las «políti-
1998). Para ello, ha de tener en cuenta las cas» que toman a la cultura como su ámbi-
diferentes perspectivas y actuaciones que to prioritario de actuación –que son, en
avivan las aspiraciones culturales, las valo- ocasiones, una forma de personalizar su
rizan y amplían sus opciones de tal modo dimensión «sectorial», y otras veces una
que sea posible concretar el derecho manera de explicitar su presencia en las
público en la legislación, la atribución de políticas integrales– han de asumir como
competencias, la asignación de recursos e tarea propia tanto el abordar cuestiones
infraestructuras, la habilitación de servi- que afectan directamente a la socializa-
cios y profesionales, la planificación y ges- ción cultural y la redistribución del poder,
tión cultural, la conservación del patrimo- como el fomentar una mayor participa-
nio natural y arquitectónico, la coopera- ción de las personas en la vida social y
ción cultural, etc. cultural. Una cuestión que no puede
Además, como expresara tiempo atrás entenderse al margen del surgimiento de
el Consejo de Europa (1979), todo esto
ha de ser observado en el marco de una Una nueva cultura de la relación entre
sociedad que transfiere a los poderes lo público estatal y lo público «no
públicos la iniciativa cultural, ya que estos estatal» (el tercer sector). Por un lado,
se encargan, por una parte, de proporcio- las organizaciones sociales deben
nar y formar personal cualificado (educa- replantearse sus relaciones con las
Administraciones Públicas haciendo
dores, animadores, gestores, etc.) y, por
valer su importante significación
otra, de crear equipamientos socio-cultu- social y reivindicando su carácter
rales (espacios libres, terrenos de depor- mediador y su participación en el
tes, bibliotecas, teatros, centros culturales diseño, desarrollo y control social de
y artísticos, etc.). En este sentido, aunque las políticas institucionales, de los
el concepto de «Política Cultural» que se proyectos, actividades, equipamien-
maneja pone de manifiesto su carácter tos y espacios. Mientras que las
vago y ambiguo, ya que no existe un refe- Administraciones Públicas deben des-
rente único al que pueda remitirse, pode- arrollar las medidas pertinentes para
mos convenir en definirla como que las iniciativas sociales puedan
consolidarse y extenderse (Alguacil,
2000, pp. 171-172).
Un conjunto de prácticas sociales
conscientes y deliberadas, de inter-
venciones que tienen como objetivo En este sentido, debe recordarse que,
satisfacer ciertas necesidades cultura- hace años, la Comisión Mundial de
les mediante el empleo óptimo de Cultura y Desarrollo (1996), vinculada a
todos los recursos materiales y huma- la UNESCO, insistía en la necesidad de
nos de que dispone una sociedad en «repensar las políticas culturales» al
ese momento (Fernández Prado, objeto de vincular estrechamente sus pro-
1991, p. 19). puestas a los procesos de desarrollo,
mediante la identificación de los factores
Por otra parte, si coincidimos en seña- de cohesión que mantienen unidas a las
lar que la cultura es una posibilidad pues- sociedades multiétnicas, la promoción de
ta al alcance de los ciudadanos para de- la creatividad en el terreno de la política y
sarrollar la democracia, y que toda cultu- en el ejercicio del gobierno, y la diversifi-
ra es, por naturaleza, política (Sousa cación de las opciones del quehacer cul-
Santos, 1997), cabe pensar que las alter- tural hacia la tecnología, la industria y el

82
comercio, la educación, el desarrollo ciativas que promueven el desarrollo
comunitario, el patrimonio cultural, etc. humano, y, más específicamente, de todas
También en esta dirección, la Conferencia aquellas propuestas que suscriben una
Intergubernamental sobre Políticas Cul- acepción integral y reconceptuada del
turales para el Desarrollo, reunida en «desarrollo comunitario y local», que
Estocolmo del 30 de marzo al 2 de abril
de 1998, recomendó a los Estados la Emerge en la forma de un compromi-
adopción de una serie de objetivos priori- so inteligente susceptible de vertebrar
tarios en materia de política cultural: a los actores sociales en la resolución
de la tensión siempre creativa, exis-
• Hacer de esta política un compo- tente entre tradición y modernización
nente central de las políticas de (Bouzada, 1999, p. 18).
desarrollo; y promover la creativi-
dad y la participación en la vida cul- En lo que concierne al quehacer cul-
tural. tural, se trata de un desarrollo que:
• Reestructurar las políticas y las
prácticas a fin de conservar y acen- • transfiere la dinámica cultural a las
tuar la importancia del patrimonio colectividades locales y a su propia
capacidad de tomar la iniciativa,
tangible e intangible, mueble e
aunque desde un pensamiento glo-
inmueble, y promover las indus-
bal y una visión planetaria;
trias culturales.
• se inscribe en un territorio al que
• Promover la diversidad cultural y
se observa como tema, objeto y
lingüística dentro de y para la
sujeto de la cultura;
sociedad de la información.
• alienta la participación de las per-
• Finalmente, poner más recursos
sonas, de los grupos y de las insti-
humanos y financieros a disposi-
tuciones en proyectos integrados
ción del desarrollo cultural.
de innovación y cambio social.
A estas propuestas de alcance interna-
Un desarrollo, por tanto, en el que se
cional se añadió la puesta en marcha, en
observa el territorio como un espacio de
la Unión Europea, del Programa Cultura
socialización e identificación que trascien-
2000 –vigente hasta el 31 de diciembre de
de la geografía o el paisaje, y en el que las
2004–, en el que se pone especial énfasis comunidades son un referente cardinal y
en la importancia de tener en cuenta el sustancial para la auto-organización y la
papel que desempeña la cultura como participación social.
factor de integración social y de ciudada- Como se sabe, estos aspectos han
nía, al tiempo que se destaca su papel en sido destacados en la mayoría de las defi-
el desarrollo socioeconómico de los pue- niciones de la Animación Sociocultural y
blos. del Desarrollo Comunitario que se han
formulado. Se insiste en el hecho de que
ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL ambas prácticas dan idea de iniciativas y
Y DESARROLLO COMUNITARIO procesos tendentes a ofrecer a cada indi-
viduo la posibilidad de convertirse en
Las políticas culturales y, más en concre- agente activo de su propio proyecto de
to, la Animación Sociocultural no pueden vida y del desarrollo cualitativo de la
situarse al margen de la filosofía y las ini- comunidad de la que forma parte. Úcar

83
(1992) estima que, en este proyecto com- El redefinir los procesos culturales
partido, la Animación Sociocultural enfa- con objetivos y estrategias de amplio
tiza la metodología del proceso, mientras alcance, además de ser congruente con la
que el Desarrollo Comunitario concede filosofía de la Animación Sociocultural y
mayor importancia a la finalidad... siem- los procesos de Desarrollo Comunitario,
pre con la convicción de que la Anima- exige una reflexión actualizada sobre la
ción Sociocultural responde a la demanda planificación o programación cultural, y
del público y de que la transformación sus diversas posibilidades y limitaciones.
social, la participación cultural y las expe- Esta es una cuestión que, necesariamente,
riencias que conlleva su desarrollo sean ha relacionarse con la preocupación por
iniciadas y dinamizadas por los actores delimitar –total o parcialmente, en los ini-
locales. cios o durante el proceso, etc.– desde ins-
En opinión de Escarbajal (1992), el tancias externas a las comunidades las
papel de la Animación Sociocultural fronteras de la decisión y gestión cultural,
como instrumento para el desarrollo de ya sea con criterio político, administrativo
las comunidades no debe –al menos o técnico. En este sentido, aún cuando se
desde una perspectiva de cambio que atienda fundamentalmente a los supues-
rompa con la pasividad que caracteriza a tos metodológicos –y se recurra, por
las consumistas sociedades industriales– ejemplo, a una planificación estratégica
ofrecer dudas, es una oportunidad para: asentada en los principios de ciertos
recuperar la ilusión por la propia identi- modelos científicos– resultará inevitable
dad cultural (en su sentido más amplio), que surjan controversias sobre las orien-
buscar nuevos elementos culturales taciones, los enfoques y las actuaciones
comunitarios, ayudar a la gestión política que se promuevan, ya que dichas contro-
del entorno, despertar la conciencia críti- versias serán expresión de la tensión dia-
ca de los individuos, tratar de encontrar léctica que existe entre ideas y hechos
alternativas estables (y no soluciones que están en constante interacción.
coyunturales), emancipar a los colectivos, En un primer momento y debido a su
formar personas autónomas en todos los clara vinculación con la política, la plani-
sentidos... y, en definitiva, fomentar la ficación se orientó hacia las problemáticas
comunicación. económicas del desarrollo cultural, pero
La descentralización subraya las iden- esta tendencia se modificó a partir de la
tidades y diferencias –y también la «distri- década de los sesenta. En este sentido,
bución del poder»– en la dinámica del resultaron de especial interés las aporta-
territorio y de las diversas administracio- ciones ya realizadas por Mannheim
nes públicas que en él concurren, y será (1953) y las que más tarde efectuaron
un elemento clave a la hora de juzgar la otros autores –entre ellos, Lippit, Watson
credibilidad y legitimidad socio-política y Westlely (1979)–, que relacionaron
de estas prácticas comunitarias, singular- estrechamente la planificación con el des-
mente en una etapa histórica que se deba- arrollo y el cambio social, sobre todo en
te entre la reconquista del estado-nación lo que se refiere a personas concretas,
y la reivindicación de las comunidades- pequeños grupos, organizaciones y co-
pueblos. Esta descentralización es una munidades.
operación esencial en cualquier política Actualmente, se coincide en contem-
de animación sociocultural, en la medida plar la planificación –descargada ya de sus
en que implica un replanteamiento global connotaciones peyorativas– como un ins-
de las estructuras y de las instituciones. trumento ágil y efectivo en la dinámica

84
cultural, estimable sobre todo en lo que estructura de valores, a los condicio-
se refiere a la organización y estructura- nantes del mercado, y a la tradición
ción de los procesos político-culturales, la cultural (Bonet, Castañer y Font,
incorporación del conocimiento y de la 2001, p. 12).
investigación a las actuaciones políticas y
sociales, y la mejora en la toma de decisio- En este sentido, la planificación debe
nes. Aún así, también ha de tenerse en afrontar una serie de desafíos políticos y
cuenta que los objetivos del planeamien- metodológicos que tomen en considera-
to cultural son muy diversos, de modo ción cuestiones como:
que aunque metodológicamente pueda
presentarse como un proceder «neutro», • Adecuar o ubicar convenientemen-
sus finalidades podrán ser muy distintas te en el contexto las iniciativas
en función de los valores e intereses de socioculturales, de acuerdo con las
quiénes lo practican o recurren a él como necesidades y demandas de la po-
justificación de sus realizaciones. blación.
Por ello, sin pretender obviar la pro- • Dotar de una cierta racionalidad a
blemática subyacente tras los juicios de las políticas culturales, de forma
valor que insisten en cuestionar la planifi- que exista un fundamento para la
cación cultural –que, para muchos, impli- toma de decisiones y la asunción
ca necesariamente dirigismo, colectivis- de responsabilidades públicas.
mo o tecnocracia y, para otros, constituye • Optimizar los recursos existentes:
un ejercicio sin interés, una pérdida de equipamientos, presupuestos, per-
tiempo, o es, simplemente, algo que no sonas, tecnologías… en sus dimen-
sirve para nada–, estimamos que no siones materiales y humanas.
puede prescindirse de sus aportaciones, • Integrar las contribuciones del
especialmente cuando se conciben desde conocimiento científico y de la
una perspectiva estratégica, democrática investigación social en la formula-
e integradora. Sin duda, la planificación ción de las políticas culturales.
cultural no puede situarse –cuando forma • Compensar el poder expansivo de
parte de un proceso más amplio, e inclu- la industria cultural con iniciativas
ye el diseño de planes, programas, pro- cívicas de índole asociativa y comu-
yectos, actividades… y todo lo que en ella nitaria.
se sugiere de cara a la optimización en la
gestión de la iniciativa cultural– al margen Con estas claves, parece razonable
de las preocupaciones por mejorar cuan- que la planificación estratégica fije su
titativa y cualitativamente la acción-inter- atención en cuestiones que sean verdade-
vención social que se promueve en este ramente significativas para la acción cul-
campo. Para ello, deberán tenerse en tural, en torno a las que sea posible pen-
cuenta los contextos institucionales que sar y promover proyectos culturales terri-
toriales en los que la responsabilidad de
Condicionan la forma de gestión y el las administraciones públicas y la iniciati-
posicionamiento estratégico de un va ciudadana puedan concertar sus res-
proyecto cultural. Cuando hablamos pectivas contribuciones. En opinión de
de contextos institucionales, no nos Puig (1988), esto ha de hacerse en base a
referimos sólo al marco jurídico con- cinco puntos esenciales: el desarrollo de
creto en el que se desarrolla un sector la creación cultural y el patrimonio cultu-
cultural preciso, sino también a la ral; la mejora de las aptitudes de cada per-

85
sona para una acción cultural y educativa contradecirse con las formas emergentes
adecuada y activa; la garantía de que de desarrollarse cultural y comunitaria-
todos puedan ejercer plenamente y sin mente, justo cuando
discriminaciones la libertad de pensa-
miento y la expresión; la promoción de la La proximidad geográfica ya no es la
participación de todos en la formación y condición de la comunidad social,
la realización de los proyectos para la pues las personas con las que nos tra-
tamos no se sitúan exclusivamente en
sociedad; y, por último, el estímulo de
dicha comunidad local (Bolivar, 2001,
todas las fuerzas de la solidaridad.
p. 268),

FINAL y se ha desvanecido buena parte del


ordenamiento socio-económico, cultural
Como hemos apuntando, la Educación y político que ha venido conformando
Social mantiene de antiguo, en sus diver- nuestras sociedades hasta bien entrado el
sas iniciativas y trayectorias, una estrecha siglo XX.
vinculación con el quehacer cultural que Sin renunciar a lo que han sido hasta
representan la Animación Sociocultural y el momento, también la Animación
el Desarrollo Comunitario, a los que reco- Sociocultural y el Desarrollo Comunitario
noce como ámbitos privilegiados de sus están en ello, con el fin de posibilitar que,
propuestas y prácticas. Además, reivindica a través de sus prácticas, la Educación
una cultura más congruente con los dere- Social siga manteniendo un importante
chos cívicos y con la formación integral de caudal de opciones que permitan repen-
las personas y las comunidades en el seno sar el trabajo educativo en la sociedad,
de una sociedad globalizada mucho más para la sociedad y con la sociedad. Puesto
cohesionada, integradora y democrática. que las culturas y las comunidades son
Al menos, si se pretende que las culturas algunos de sus principales pretextos, cual-
no se reduzcan a quier circunstancia que las redefina en la
dialéctica identidad-diversidad, local-glo-
Conocimientos a divulgar, a transmi- bal, comunicación-formación, tradición-
tir o a recrear en los escenarios de la innovación, etc. les afecta profundamente.
socialización institucionalizada, por De hecho, así es, y sus desafíos del presen-
muy importantes que estos sean para te tratan de ser cada vez más congruentes
la inserción social (Caride y Meira,
con la revisión de los derechos sociales y
2000, p. 32).
culturales que salen al encuentro de
«otra» globalización, no sólo posible, sino
Aún cuando también asuman estas
también necesaria.
tareas, las prácticas socioeducativas no
pueden renunciar a situar en el centro del
quehacer sociocultural a los ciudadanos y BIBLIOGRAFÍA
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