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Un buen acopio de evidencia indica qué tan importante es estudiar dentro de una
sociedad los efectos sutiles de la socialización en diferentes clases y castas, que dan
como resultado diferencias predecibles en la conducta social, como contrastar conductas
entre distintas sociedades, con el propósito de realizar una comparación transcultural.
Toda sociedad tiene un sistema de estatus, siendo el más universal de ellos, la clase
social, aunque en muchas sociedades, como la india, ésta surge del sistema de castas.
Los fulani de África occidental tienen también un sistema de castas, mientras que los
agricultores temne y los mende de Sierra Leona viven en sociedades estratificadas
compuestas de jefes supremos, clanes gobernantes, una clase media compuesta de
granjeros y antiguos esclavos y un estatus de pertenencia a la sociedad secreta; por
ejemplo, los mende tienen la sociedad masculina de los poro y la sociedad femenina de
los bundu, en las que la iniciación en la pubertad conlleva un adiestramiento amplio en
la “selva” como preparación para el papel de adulto; sin embargo, el sistema de estatus
temne está más estratificado que el mende, ya que el jefe supremo temne también es un
rey-sacerdote; los mende presentan una sociedad menos estratificada, en que el jefe
supremo tiene un papel más secular, pues el poder ritual pertenece entre los mande a las
sociedades secretas. Es decir, que la clase social y el sistema de estatus determinan de
un modo notable el ambiente social y el poder socioeconómico de un individuo.
Además, en gran parte de las sociedades modernas los individuos tienden también a
quedar ordenados por rango de acuerdo con el prestigio o el estatus social. La clase
social el más complejo y penetrante de esos sistemas de estatus. Se evalúa a las clases
sociales de distintas maneras, entre ellas: a) por el “método objetivo”, basado en las
características objetivas que permitan una discriminación más nítida; b) el “método
subjetivo”, basado en la manera en que una comunidad se ve a sí misma dentro de una
jerarquía de estatus; c) el “método de la reputación”, basado en cómo se sitúen en el
sistema de estatus de una comunidad quienes a ella pertenecen, y d) el método de la
“clase socioeconómica”, basado en clasificaciones. Una de las cosas de mayor interés en
la clase social es que está determina el ambiente social y éste, a su vez, tiende a influir
muchísimo sobre las actitudes, los valores, las motivaciones, las cogniciones y los
rasgos de la personalidad del individuo. (5)
EL PROCESO DE SOCIALIZACIÓN
¿Quién nos enseña a ser sociales? La respuesta está en determinados grupos que,
desde nuestra niñez y para ser más exacto desde el mismo momento en que nacemos,
nos van enseñando aquellos comportamientos que son propios de nuestra cultura y
aceptados por ella. Dos de estos grupos son esenciales: uno es la familia; otra, la
escuela. Ambos conjuntamente constituyen los agentes básicos de la socialización.
La familia es el agente que interviene en la socialización del ser humano ya
desde que éste agente opera a través de la madre, la cual dota al niño decisivamente de
los cuidados afectivos no sólo imprescindibles para su maduración sino también
posibilitantes de su desarrollo psico-social, más tarde intervienen también el padre, los
hermanos y otras personas próximas a él dentro del hogar familiar. La escuela
interviene, a partir de la guardería o el parvulario, cuando el niño cuenta ya con
conjunto de comportamientos internalizados, es decir asumidos como suyos, que
representan el contar con una cierta orientación personal de base.
Ciertamente, la familia y la escuela no son los únicos agentes que socializan al
niño. Por ejemplo, están los llamados peer groups o grupos constituidos por amigos o
compañeros, generalmente de una misma o parecida edad. También debe señalarse la
importante acción de los grupos de trabajo, cuya intervención tiene lugar cuando el
proceso está ya en una fase relativamente avanzada.
Llegados a este punto, es preciso que le llame la atención sobre un hecho cuyas
consecuencias, en el aspecto que ahora estamos tratando, son inmensas. A tal punto, que
no es exagerado afirmar que todavía no somos probablemente del todo concientes de
esas consecuencias en toda su profundidad. Porque este hecho ha producido tal cambio
en el proceso de socialización, que lo que acaba de decirse hasta aquí no es suficiente
para entender tolo lo que sucede y los problemas que, hoy en día, se plantean en dicho
proceso.
En efecto, desde aproximadamente fines del pasado siglo, ha irrumpido en las
sociedades modernas nada menos que un tercer agente básico de socialización, junto
con la familia y la escuela. Debido a las grandes innovaciones tecnológicas habidas en
la historia contemporánea se han desarrollado hasta límites, increíbles en principio, unos
nuevos y poderosos medios de comunicación social, que van desde la prensa hasta la
televisión, pasando por lo tebeos y las fotonovelas. Tales medios contribuyen a la
socialización del niño con una acción cuyas características son muy distintas y, en más
de un aspecto, opuestos a los agentes tradicionales antes mencionados.
Tomando a la televisión, como ejemplo paradigmático, y comparándola con la
familia y la escuela en el aspecto que ahora nos interesa, observamos que estos últimos
agentes son bidireccionales (el niño puede dialogar con ellos), personales (la
comunicación es directa, cara a cara, interpersonal) y homogéneos (los padres eligen la
escuela de acuerdo con sus creencias y opiniones), mientras que la pequeña pantalla
ofrece una comunicación unidireccional (el niño no puede hablar con ella), impersonal
(un continuo de personas desconocidas generalmente por el niño van desfilando por la
pantalla brevemente) y heterogénea (se le estimula a disponer desde un automóvil hasta
pasta para sopa, se dan escenas de aventuras, se comenta la bolsa, se informa sobre el
deporte, luego de la política, en un desorden constante).
ETAPAS DE LA SOCIALIZACIÓN
ETAPAS DE LA SOCIALIZACIÓN
¿Qué ocurre una vez que la persona ha llegado a adulta? ¿Termina el proceso de
socialización? Por supuesto que no. En realidad, el individuo humano va socializándose
durante toda su vida. Sin embargo, una vez que llega a adulto ha superado ya la parte
más fundamental y decisiva del proceso, etapa que por ello es denominada socialización
primaria. A partir de entonces entra en otra etapa, la socialización secundaria,
correspondiente a la adultez.
El individuo entra en ella, provisto de una personalidad ya formada, por lo que
esta etapa va a caracterizarse por una relativa estabilidad. Lo nuevo que aprenda
difícilmente podrá afectar a los aspectos esenciales ya aprendidos, pero esto no significa
que esta etapa carezca de importancia. Piense, por ejemplo, que la pertenencia a nuevos
grupos, el formar parte de nuevas situaciones sociales representa aprender nuevos
comportamientos, integrándolos en los ya adquiridos.
La socialización primaria y la secundaria tienen características en muchos
aspectos opuestas. Durante la primera etapa son contados, como hemos visto, los
agentes intervinientes en la socialización; en cambio, en la secundaria, debido a la
complejidad del mundo social del adulto en nuestras sociedades actuales, son constantes
y múltiples los grupos con los que entramos en contacto cotidianamente. Por otra parte,
en la etapa primaria, los agentes ejercen su acción en profundidad, ya que en aquella el
individuo va construyendo la, digamos, plataforma de su personalidad social, la cual
adquiere así una configuración básica. En cambio, en la etapa secundaria, la acción de
los agentes suele ser superficial; sus efectos topan con una personalidad ya formada en
lo fundamental, y por lo tanto “resbalan” sin poder dejar una huella profunda. Si en
alguna ocasión lo logran, sumen a la persona en una crisis más o menos fuerte. Por
ejemplo, en una conversión religiosa, que exige de la persona no sólo una nueva forma
de pensar sino también de hacer y a la poste cambiar muchos aspectos de su vida y
contactos sociales.
Las características de los agentes de socialización en ambas etapas pueden
resumirse diciendo que en la socialización primaria, estos agentes son cuantitativamente
pocos y cualitativamente su acción es profunda, mientras que en la secundaria aquéllos
cuantitativamente son muchos y su acción es epidérmica.
En los últimos años, cada vez más aparece la necesidad de diferenciar otra etapa
en al socialización humana, pudiendo hablarse así de la socialización terciaria.
Corresponde a la vejez. Iniciada muchas veces con una auténtica crisis personal, ya que
el mundo social del individuo, en el hombre con la jubilación sobre todo, pasa a
restringirse y a volverse monótono, plantea en nuestras sociedades una problemática
psicológica y social muy preocupante.
DESOCIALIZACIÓN Y RESOCIALIZACIÓN
• Aprendizaje de modelos
Uno de los aspectos importantes del aprendizaje social tiene que ver con la
manera en que los niños se dedican a conductas parecidas a las actividades
realizadas por padres, hermanos o modelos ideales. Por ello, mucho del
aprendizaje social ocurre porque los niños imitan a sus modelos, aunque se han
elaborado ciertas teorías para comprender y predecir los procesos que permiten
el aprendizaje. Además, Bandura (1969) y Flanders (1968) han demostrado que
se presentan fenómenos de aprendizaje resultantes de la experiencia directa, de
base vicaria proveniente de observar la conducta de otras personas y las
consecuencias que para ella tiene dicha conducta. De esta manera, se adquieren
complejos patrones de respuesta observando la ejecución ofrecida por modelos
simbólicos. Más aún, se adquieren respuestas emocionales y actitudinales
observando las reacciones afectivas de otras personas que pasan por experiencias
dolorosas o placenteras.
En las explicaciones teóricas, proporcionadas al aprendizaje por modelos se
emplea la “identificación” para explicar por qué los individuos eligen a una
persona en lo particular como modelo para el papel. Entre las teorías que tratan
de explicar por qué una persona elige como modelo a otra tenemos la del
“reforzamiento secundario”, principio en el que se enuncia, basándose en la
“teoría bifactorial de la imitación” de Mowrer (1950), que se vuelven reforzantes
los estímulos