Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El navío es la heterotopía por excelencia. En las civilizaciones sin barcos, los sueños se secan, el
Michel Foucault
En 1972 la revista Avalanche hizo una entrevista a Hans Peter Feldman, en la que éste
Que en esa época alguien escogiera a la fotografía para sustituir a las palabras,
implicaba algo más complejo que lo sugerido por el famoso slogan de Life: “Una
imagen vale más que mil palabras”. Aun cuando, evidentemente, del hecho se
de masas, lo que parece ilustrar más fehacientemente es el nuevo valor que adquiere la
cultura y con el arte mismo. Como soporte de ideologías. Como objeto subversivo,
En realidad Feldman no respondía a las preguntas, sino que las contestaba. Es decir,
cada respuesta era una manera de anular la pregunta, de imponerse a ella. O, al menos,
que puede sugerir tanta redundancia, la fotografía y el texto parecen estar pugnando,
cada uno desde su propia naturaleza, para sustituir a la cosa. La foto de la silla se
presencia de la definición, la foto parece buscar un referente único, mientras que el texto
texto, como si ambos tendieran a ella, como si fueran incompletos sin ella. Como si su
imagen.
Cuando Feldman propone la foto de una silla como definición de la escultura, está
recuperando, desde ese gesto, la obra de Kosuth, de 1965. Pero sobre todo está
de la relación entre los objetos y el espacio. Y ese planteamiento triangular del objeto
artístico: como cosa, como reproducción y como concepto. Y al final queda la duda: ¿La
foto de la silla es la foto de una escultura con forma de silla? ¿El hecho de haber sido
fotografiada y representada en lugar de la definición de escultura, convierte a la silla en
toda representación. Mas para aceptarlo así tendríamos que añadir que el concepto
realidad), mediante el lenguaje. Por eso, en última instancia, la obra citada de Kosuth no
es sobre la silla, sino sobre los modos en que se construye la realidad de la silla. Lo
relevante, dado nuestro interés en las fotografías, es que Kosuth no puede evitar incluir
la foto de la silla entre los posibles dispositivos desde los cuales se construye, se ratifica
relación entre la fotografía y el espacio, es que todo ese procedimiento incluye lo que
emplazamientos constituyen una instalación –lo cual a estas alturas puede sonar
bastante trivial‐ pero en tanto instalación constituyen también un lugar. Que una foto
de que una foto constituya un lugar, puede ser un planteamiento un poco más polémico.
que la relación entre arte y espacio fuera pensada a partir de la experiencia del lugar y
del paraje. El lugar como sitio de confluencias, como función congregacional del
espacio. El lugar que se abre a las cosas y las retiene en su interdependencia. El lugar
que se convierte en paraje, precisamente en virtud de su capacidad para reunir y retener.
El lugar‐paraje, que “custodia” las cosas en tanto pertenecientes unas a otras, pero sobre
copertenencia, tal como la plantea Heidegger, llega al punto en que las cosas no
solamente pertenecen a un lugar, sino que son el lugar. Un punto de partida muy
prometedor para analizar la escultura en su relación con el espacio (lo que parece uno de
los objetivos del ensayo de Heidegger), pero sobre todo, para advertir tras ese tránsito
desde la lógica del monumento a la del campo expandido (Rosalind Krauss) otro
El mismo Heidegger acude al término, ya hoy bastante común, para, desde su función
consiste en el emplazar, y no consiste éste, a su vez, en la doble tarea del permitir y del
instalar?” Espaciar es crear espacios. Según Heidegger, esta creación se da en el acto del
cosa sea el paraje, disolviendo los límites entre lo exterior y lo interior o, al menos,
restándoles importancia.
Heidegger concluye negando que la escultura sea una conquista del espacio: “La
escultura sería la encarnación del lugar; una encarnación que, cuando abre un paraje y lo
custodia, mantiene lo libre reunido a su alrededor, presta permanencia a cada una de las
dejaría de funcionar como ese límite entre distintos espacios que marca la distancia
escultura (entendida, desde mi punto de vista, más bien como instalación), me es difícil
abordar el tema sin pensar en la fotografía. Primero, porque las diferencias entre lo
serían ya suficientes para separar al objeto fotográfico del objeto escultórico. Segundo,
solamente como posible sustituta de la silla en cuestión, sino también como posible
sustituye –lo desplaza‐ por otro lugar, hasta el momento inédito. Y esto no funciona
ahí radica cierta dosis de violencia que tiendo a percibir en el acto fotográfico.
Acepto que sería muy difícil ejemplificar esa violencia, porque no es explícita. Y
porque yo mismo apenas alcanzo a intuirla. Digamos que me refiero a que cuando
vemos una foto (que es más bien decir, cuando vemos lo que representa una foto,
sospechar que estamos viendo algo que no parece estar en el lugar al que pertenece o en
el lugar que le pertenece. Toda foto nos confronta ante algo o alguien que está fuera de
lugar, que ha sido “secuestrado” y desplazado de su lugar –y de su momento‐ original.
nostalgia, por ese momento y ese lugar irrecuperables. El acto fotográfico es una
especie de sentencia de exilio para lo fotografiado. También por eso la fotografía es tan
importante para el extranjero. Pero también por eso, cuando estamos detrás de una
manera subversiva con todos los demás, invirtiendo las relaciones que éstos representan.
Las utopías, por tratarse de emplazamientos sin lugar real, sin equivalencias o analogías
en la sociedad. Las heterotopías, lugares reales con una cualidad reflexiva, especie de
intermedia:
El espejo es al fin y al cabo una utopía, pues es un lugar sin lugar. En el espejo
superficie; estoy allí, allí donde no estoy, una suerte de sombra que me da mi
propia visibilidad, que me permite mirarme allí donde estoy ausente: la utopía
existe realmente y en virtud de que tiene una especie de efecto recíproco con
respecto al lugar que ocupo: es a partir del espejo cómo me descubro ausente del
Siempre que acudo a este texto de Foucault, lo hago con la secreta esperanza de
especular, vienen asociadas a esa dinámica entre ausencia y presencia, tal vez mediante
una correlación temporal inversa a la del espejo. Porque si es cierto que el espejo hace
que me descubra ausente del lugar en que estoy, entonces la foto hace que me descubra
presencia y mi ausencia del lugar, igual que ratifica la presencia y la ausencia del lugar
en mí, siempre en virtud de una tensión temporal que se complementa con otra tensión:
Porque la fotografía, a diferencia del espejo (¿a diferencia del espejo?) nos coloca frente
a un lugar que no es solamente resultado de una ilusión óptica, sino resultado de una
consistente en la frontera entre la imaginación y la realidad. Tal vez, para hacer honor al
título de este ensayo, debería decir que esa frontera es el lugar de la fotografía, o al
menos que la fotografía ha ayudado a definir esa frontera como lugar en el que las
mucho más estimulante, por inestable. En todo caso, sospecho que solamente desde ese
límite la fotografía podía haberse convertido en un elemento tan recurrente dentro del
El final del ensayo de Foucault que he citado aquí contiene uno de los pasajes más
barco es al fin y al cabo un trozo flotante de espacio, un lugar sin lugar, que vive
burdel en burdel, va hasta las colonias a buscar lo que éstas tienen de más
preciado en sus jardines, comprenderemos por qué el barco ha sido para nuestra
civilización, desde el siglo XVI y hasta nuestros días, no sólo, por supuesto, el
No puedo leer ese fragmento sin pensar en cómo hubiera sido la historia de América si
los marineros de Colón hubieran traído cámaras fotográficas con ellos. Tal vez entonces
sería más fácil pensar el navío, no como un reservorio de la imaginación, sino como un
vehículo más para el tránsito, o para el tráfico, de la imagen. Por cierto, también en ese
tenor podemos pensar a los espías y los policías modernos como agentes del tráfico de
consta, quizá por haber vivido en una isla, que el barco se asocia tanto a las fantasías
“lugar sin lugar” corresponde esa peculiar situación de estar sin estar, propia de los que
Y sin embargo siento que hay algo extemporáneo en esa alusión al barco en el discurso
nuestro imaginario por la figura del avión. De la caracterización que hace Foucault del
barco como lugar sin lugar pudiéramos pasar ahora a la que hace Marc Augé del avión
como “no lugar” o como vehículo de tránsito entre esos no lugares que serían los
aeropuertos.
funcionales, donde el sujeto es un usuario, más que una persona. Espacios que, según
relacionales, ni como espacios históricos. Eso son los no-lugares: los aeropuertos, las
autopistas, los supermercados, pero también los hoteles, los parques temáticos, los titios
turísticos, las oficinas de atención a clientes. Yo diría incluso los pasillos, los pasajes,
las escaleras mecánicas, los elevadores. Y todos esos lugares donde la identidad no se
públicos.
Esos son los extremos opuestos de los monumentos, pero también según Augé son los
extremos opuestos a las utopías. Son lugares de tránsito configurados como lugares de
ficciones seductoras, pero también toda una serie de textos coercitivos, dirigidos a cada
intervienen esos espacios en nuestra relación con la fotografía? Esas son las dos
preguntas a las que me lleva la revisión de esa imagen del no-lugar. Primero hay que
partir de que una imagen tan heteróclita del espacio no debe ser enfrentada desde un
muestran lugares, donde a su vez podemos encontrar fotografías de otros lugares, y así
sucesivamente. Así, la fotografía del lugar remite al lugar de la fotografía. Pero también
en la mayoría de esos lugares (o no lugares) nos piden que nos identifiquemos. Con ese
somos quienes decimos ser. La fotografía pasa de una mano a la otra, a veces es mirada
Por otra parte, en la mayoría de esos lugares (o no lugares) hay cámaras de vigilancia.
Así que todo el tiempo estamos siendo videograbados, nuestra imagen está siendo
privacidad.
No es extraño que en esos lugares (o no lugares) las cámaras fotográficas sean vistas
con suspicacia y los fotógrafos no sean siempre bien recibidos. Para quienes hacen un
uso tan “disciplinado” de la fotografía no es tan fácil aceptar que tenga una utilidad
puramente estética o que sea una actividad lúdica o simplemente ociosa. De modo que
los no lugares son espacios donde la función estética de la fotografía entra en crisis. Así
fotográfico, porque el acto fotográfico en esos espacios se supone sometido a una cierta
equilibrio entre identidad y anonimato del sujeto. A esa doble condición se refiere Marc
“pasajero”), ese sujeto desarraigado, que vive la experiencia del tránsito por espacios
movimiento de las imágenes deja entrever borrosamente por momentos, a aquel que las
Esa lectura me deja con dos preguntas que de momento podemos aceptar como dos
hipótesis:
Tal vez el Internet es hoy día el mejor ejemplo de un espacio del anonimato. Y es, por
derecho propio, el mejor ejemplo que podemos usar para ilustrar lo que puede ser un no
lugar. Primero debo aclarar que el anonimato lo veo en dos sentidos. Primero, hay un
ficción y de la confusión con el grupo. Incluso diría que ese anonimato tiene que ver
El contexto idóneo para eso es la multitud o, para decirlo con términos más autorizados:
el grupo.
En lo que respecta a la ficción, todo es mucho más obvio, ya que todos sabemos que
nos pertenece (incluso, utilizando una foto que no es nuestra). Por otra parte, el
anonimato puede ser más obvio, puede consistir simplemente en negarse a dar el
(excepto en los sistemas de compra online, para los cuales hay que usar la tarjeta de
crédito –por cierto, la tarjeta de crédito es uno de los fetiches que recorren todo el
tiempo el libro de Augé). De modo que para tener una cuenta de correo electrónico hay
que dar una serie de datos, pero estos pueden ser falsos. Parece que lo que se busca es
Todo esto no es más que el contexto para las nuevas condiciones de circulación y
procesos de identificación en ese contexto de las redes electrónicas. Tal vez pudiéramos
percibiendo esos espacios como ámbitos propicios para una peculiar experiencia de
libertad: la que se deriva del desarraigo y la deslocalización. Tal vez por eso me resulta
tan atractiva la opción que deja abierta Marc Augé al final de su libro: la de que siga
Para los fotógrafos y los investigadores quedará entonces la tarea de preguntarse que
apariencia tiene una fotografía que alude a la soledad. En dónde se ubica. Y a quién se