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Introducción
Los símbolos y la identidad son dos vocablos íntimamente relacionados y de una gran
importancia en la actualidad, a la luz de los movimientos nacionalistas que como reacción a
la globalización están resurgiendo tanto en Europa como en América Latina y Asia,
específicamente entre las Estado-naciones otrora tercermundistas o como se denominan hoy
en día periféricos o semi-periféricos.
De los símbolos patrios, el escudo nacional es el que tiene la formación más discutida y
desde luego los antecedentes más remotos. Generalmente, los ciudadanos tienen la noción,
de que el hallazgo presagiado del águila devorando a las serpiente, todavía bregando por
zafarse de sus garras y pico, posada en un nopal, nacido en un islote en el centro de un
enorme lago, fue la señal para los mexicas, en ese momento denominados aztecas, de haber
encontrado el sitio para fundar México Tenochtitlan, base de su posterior imperio. De ahí se
ha dicho que los mexicas legaron al país, su escudo de armas, sin embargo, no se puede
afirmar que en la antigua Tenochtitlan hubiera un símbolo que tuviera el mismo significado
para todos sus habitantes, de hecho se sabe que había 20 calpulli, o barrios y cada uno
tenía su pantli o bandera, con motivos diferentes plasmados en ellos. Pero los tres elementos
principales el águila, la serpiente y nopal tenía un significado especial seguramente por estar
vinculado a la fundación mítica de la ciudad. Y se ha señalado que significa el águila -sol
venciendo a la serpiente –noche, que es una noción de la cosmogonía mesoamericana.
Ahora bien, de estos tres elementos cuando menos dos el águila y la serpiente, ésta siendo
devorada por el águila, son elementos iconográficos que no son exclusivos de la cultura
mexica; y por tanto quienes han cuestionado y debiera ser esta composición una
representación del Estado Mexicano, o una representación nacional dado que se ha alegado
se impuso políticamente por la circunstancia de haber sido el territorio de la actual capital de
México, el sitio de Tenochtitlan y donde se establecieron después los poderes virreinales y
más tarde los poderes del México independiente, en una práctica centralizada del poder,
diremos, que la investigación arqueológica ha reportado en varios sitios del país y por tanto
como parte cultural de distintas naciones prehispánicas, de occidente, en el golfo, en el norte,
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motivos iconográficos en vasijas, donde el águila y la serpiente están presentes, por ejemplo
en Chalchihuites, hoy perteneciente al estado de Zacatecas, se encontraron vasos
ceremoniales del 600 al 850 D.C., es decir, mil doscientos años antes de la fundación de
Tenochtitlán. De manera que, si los liberales insurgentes, recuperaron el símbolo, para
significar o rescatar, el elemento indígena como factor clave de la nueva nación, (en el siglo
XVIII los criollos establecieron un doble vínculo con su pasado, al destacar que eran
descendientes de conquistadores, que la América era su patria dado que sus padres la
habían conquistado a expensas propias, y apropiándose del pasado indígena para legitimar
históricamente sus reivindicaciones) pues sin saberlo escogieron un símbolo que estuvo
presente en las varias culturas prehispánicas y no solamente en la náhuatl-mexica, por tanto
hoy es sólidamente válido como emblema nacional; independientemente del significado que
históricamente se ha ido enriqueciendo y los cambios que ha sufrido en cuanto al perfil del
águila y los elementos secundarios, tales como el número de pencas de nopal, las ramas de
encina y laurel.
Ahora bien, como sabemos el escudo nacional, está integrado al lábaro patrio, o bandera
nacional, símbolo que tiene su propia historia, íntimamente ligada al proceso social vivido por
el pueblo mexicano, sobre todo a partir de lograda su independencia de la Corona Española,
en 1821.
Recordemos que durante la lucha armada iniciada por Hidalgo, Allende, Aldama, Abasolo
etcétera, fue comúnmente usada la imagen de la Virgen de Guadalupe, al emular, los
distintos grupos populares, a Hidalgo quien tomó de la iglesia de Atotonilco, un estandarte
que sirvió como primera bandera con la cual se identificaran los insurgentes, lo anterior
porque los realistas ya tenían desde los primeros años de la conquista y durante los 300
años de colonia una bandera conocida como el Pendón virreinal.
Muertos Hidalgo y Allende fue el jefe de los insurgentes Ignacio López Rayón, que instituyó
la Junta de Zitácuaro, quien encargó al doctor José Ma. Coss la organización de un batallón
que detuviera a los realistas comandados por Calleja. Ese batallón utilizó como insignia un
lienzo rojo con una cruz negra y al centro una calavera, tuvo la leyenda el doliente de
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Hidalgo; pero fue José Ma. Morelos y Pavón quien dio a su ejército una bandera, donde
figura ya el águila, posada en un nopal, sobre un puente de tres arcos, esta bandera estaba
compuesta por un tablero a cuadros de color azul celeste, y blancos que rodeaban a uno
mayor que contenía el águila descrita. El Congreso de Chilpancingo retoma el tablero a
cuadros de la bandera de Morelos, pero el escudo es el águila mexicana, con las alas
extendidas, mirando hacia la derecha, con una serpiente en el pico, parada sobre un nopal,
que nace de un lago. Circundada por un óvalo dorado rematado con una corona de laurel y a
cada lado un par de banderas, una roja y otra verde.
El 24 de agosto de 1821, se firman los Tratados de Córdova por los cuales Juan O’Donojú
reconoce la independencia de México. El primer Imperio adoptó como bandera, un lienzo de
forma rectangular con fajas verticales, verde, blanco y rojo, y en la franja blanca un águila de
frente coronada, con las alas extendidas, pero sin serpiente en el pico y garras.
Al ser depuesto Iturbide, asumió el gobierno un triunvirato integrado por Negrete, Nicolás
Bravo y Guadalupe Victoria. El soberano Congreso Constituyente Mexicano, el 14 de abril de
1823, emitió un decreto por el cual se señala que el escudo será un águila mexicana parada
en el pie izquierdo sobre un nopal, nacido de una peña entre las aguas, con una serpiente en
el otro pie y en el pico en actitud de despedazarla, y que orlen al blasón, dos ramas una de
encina y otra de laurel. La bandera sería la misma salvo que al águila no tendría corona igual
que en el escudo.
Las modificaciones más cercanas tanto al escudo como la bandera nacional, va acontecer,
el 20 de septiembre de 1916. Se establecieron en el decreto que el coahuilense Venustiano
Carranza, encargado en esos momentos del Poder Ejecutivo de la Unión, emitió en la fecha
señalada y con el cual hizo representar el emblema a la usanza indígena, rescatando el
decreto del 14 de abril de 1823. Es decir el águila aparece de perfil, con la cabeza a la
izquierda, si lo vemos de frente; prácticamente como aparece en una de las páginas del
Códice Mendocino, en donde se simboliza la fundación de México-Tenochtitlan. De ahí, se
han publicado varias leyes para ir consolidando el uso uniforme de los emblemas patrios, así
sucedió en el año de 1934, 1968, 1985, y recientemente cuando se atentó contra lo
establecido por la ley vigente, lo anterior aconteció durante el gobierno de Vicente Fox, con la
tristemente famosa llamada águila mocha, nombre con que el ingenio del pueblo mexicano
bautizó el emblema modificado utilizado en documentos y actos y ceremonias de su
gobierno.
Con respecto al Himno Nacional, su historia es más sencilla, fue producto de dos hombres
que trabajaron sus propuestas, uno de la poseía y otro de su musicalización, a partir de una
convocatoria en el mes de noviembre del año de 1853, signada por Miguel Lerdo de Tejada,
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entonces Oficial mayor de la Secretaría de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, la
cual se emitió durante el último periodo de gobierno de Antonio López de Santa Anna.