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El círculo lingüístico de Praga fue fundado por lingüistas checos y rusos (Bohuslav
Havránek, Vilém Mathesius, Joseph Vachek, Bohumil Trnka, Roman Jakobson,
Nicolai Troubetzkoy y Serge Karcevskij) en 1926, en gran parte como reacción
contra la tendencia de los neográmaticos a aislar los fenómenos lingüísticos y a
estudiarlos de manera parcial. Se reconocen dos períodos en la obra de los lingüistas de
Praga: un período clásico, previo a la segunda guerra mundial, y un segundo período,
que se inicia una vez finalizada la guerra. Los lingüistas de Praga pueden caracterizarse
como estructuralistas funcionalistas: parten de la relación interna entre significado y
significante pero consideran las relaciones de la lengua con la realidad extralingüística.
Sus aportes han sido sustantivos en todos los planos de la lengua.
Por otra parte, los lingüistas de Praga innovan al incorporar la perspectiva funcionalista
en la definición de la lengua: para ellos, la lengua es un sistema de medios de expresión
apropiados para un fin. Además, la lengua es un sistema funcional en sí: las estructuras
fónica, gramatical y léxica dependen de las funciones lingüísticas y sus modos de
realización.
En el período posguerra de la Escuela de Praga es notoria la mayor concentración en los
estudios gramaticales y la atención brindada a los niveles superiores de organización de
la gramática.
Ese trabajo fue presentado en una conferencia titulada “Lingüística y Poética”, que
estuvo destinada a discutir críticamente la concepción tradicional que considera esos
ámbitos como opuestos y sólo tangencialmente relacionados. Jakobson sostiene que
toda conducta verbal –no solo la poética– es intencional y está dirigida a un fin: el
lenguaje debe ser abordado y estudiado en toda la variedad de sus funciones. Sobre la
base de la teoría de la información formulada en 1948, que se articula sobre los factores
que constituyen la comunicación (emisor, receptor, referente, canal, mensaje y código),
dedujo la existencia de seis funciones lingüísticas: la expresiva, la apelativa, la
representativa, la fática, la poética y la metalingüística. De esta manera completó el
modelo de las funciones lingüísticas clásico, presentado por Karl Bühler en su libro,
Teoría del Lenguaje (1930).