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PLATICAS SOBRE

ARQUITECTURA.
MÉXICO, 1933.

SOCIEDAD DE
ARQUITECTOS
MEXICANOS
NOTA PRELIMINAR

En todas las actividades espirituales, ha penetrado en nuestro suelo, la inquietud, el desconcierto, la


desorientación. La juventud acicateada por los más dinámicos instintos prefiere evitar toda inquisición
desinteresada sobre los más altos valores de la cultura y de la inteligencia, y a la mayoría de sus
representantes le satisface únicamente el realizar en breve plazo su prosperidad material.
Sin embargo, nunca como ahora es más urgente precisar las metas de un idealismo racial
indispensable.
En el terreno de las artes plásticas aún no se definen los valores que deban servir de meta, y
esencialmente en el campo de la arquitectura reina actualmente profunda desorientación. Nuevos
procedimientos constructivos y nuevas condiciones económicas, combinándose con elementos ideológicos
surgidos como consecuencia de la convulsión de la Guerra mundial, han traído como consecuencia formas y
metas arquitectónicas enteramente antagónicas con las consagradas por nuestra más arraigada tradición. El
público o vitupera o se ríe, raras veces aprueba y casi nunca legitima el por qué de esas nuevas
manifestaciones del arte de la construcción.
La Sociedad de Arquitectos Mexicanos percatada de esta situación caótica que invade el campo de
actividades de sus profesionistas, deseosa también de unificar la ideología de los arquitectos para lograr un
movimiento constructivo acorde con los más depurados postulados científicos, económicos y artísticos,
organizó una serie de “Platicas” sobre los temas más sugerentes en la actualidad y que son los que ahora se
publican.
El programa a que se sujetaron las “Pláticas Arquitectónicas” fue el siguiente:

“¿Qué es Arquitectura?”
“¿Qué es funcionalismo?”
“¿Puede considerarse el funcionalismo como una etapa definitiva de la arquitectura, o como el principio
embrionario de todo un devenir arquitectónico?”
“¿Debe considerarse el arquitecto como un simple técnico de la construcción, o como un impulsor,
además, de la cultura general de un pueblo?”.
“¿La belleza arquitectónica, resulta necesariamente de la solución funcional, o exige, además de la
actuación consciente de la voluntad creadora del arquitecto?”.
“¿Cual debe ser la orientación arquitectónica actual en México?.

Las “Pláticas” fueron sustentadas, en el orden siguiente, por los arquitectos: Juan Legarreta, Salvador
Roncal, Álvaro Aburto, Manuel Ortiz Monasterio, Mauricio M, Campos, Federico E. Mariscal, Juan Galindo,
José Villagrán García, Silvano B. Palafox. Manuel Amábilis y Juan O’Gorman.
El resumen estuvo a cargo del arquitecto Alfonso Pallares. Después de sustentadas las “Pláticas”, el
ingeniero Raúl Castro Padilla y el arquitecto Antonio Muñoz G., leyeron los trabajos que ahora se publican
accediendo a la invitación que hizo la Sociedad de Arquitectos Mexicanos a todos los concurrentes a las
“Pláticas”, para que tomaran parte en la discusión libre sobre las tesis formuladas. Así mismo el arquitecto
Carlos Contreras, el Sr. Federico Sánchez Fogarty y el Ing. José A. Cuevas, hablaron comentando los trabajos
presentados anteriormente.
Diversas circunstancias han impedido la publicación de todas las “Pláticas” y la omisión de los trabajos
simplemente hablados, igualmente se ha alterado el orden de las conferencias; la “Plática” del arquitecto Juan
Legarreta se convirtió en las pocas líneas autógrafas que aparecen al principio de este volumen, ya que al
enviarle la versión taquigráfica de su conferencia, devolvió al editor las líneas que ahora se publican; más tarde
su muerte inesperada y profundamente sentida por todos sus compañeros y amigos, impidió conseguir la
“Plática” original corregida, quizás se publique en el número de “El Arquitecto” que la Sociedad de Arquitectos
Mexicanos va a imprimir “in memoriam” de tan joven y distinguido profesionista.

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México, Junio de 1934.

EL EDITOR
ARQ. ALFONSO PALLARES

Resumen PRAGMÁTICO, de
La conferencia de Juan Legarreta
Sustentada en la S.A.M el día
Del mes de 1933.
–Un pueblo, que vive en jacales
y cuartos redondos, no puede
HABLAR, arquitectura
–Haremos las casas del pueblo
–Estetas y Retóricos – ojalá mueran
todos – harán después sus discusiones.

Síntesis autógrafa enviada por el arquitecto


Juan Legarreta
De la “plática” por él sustentada.

Arquitecto

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MANUEL AMABILIS
Señoras y señores:

A semejanza de la mayoría, los Señores Arquitectos que me han precedido en el uso de la palabra, al
responder a las preguntas concretas que son el tema de estas conferencias, me voy a permitir, al mismo
tiempo, exponer brevemente mi criterio profesional que, aunque considero que para la mayoría de los jóvenes
Arquitectos carece de interés, como es la única base que poseo, fortalecida por la sinceridad con que vengo a
exponerla, ruego al selecto auditorio me conceda su benevolencia para hacerlo.
Yo he tenido el defecto de estudiar a fondo nuestro arte antiguo, el único arte genuinamente mexicano;
y adquirí la manía de pregonar sus excelencias, como dignas de ser tomadas en cuenta como uno de los tantos
factores que deben constituir la cultura del Arquitecto Mexicano.
En múltiples ocasiones he manifestado, de una manera categórica, que si bien nuestras artes antiguas,
como expresiones funcionales de la cultura tolteca, son en la actualidad inexpresivas de lo que es la cultura
mexicana de nuestros días, en cambio atesoran, al igual que cualesquiera otras artes de otro pueblo, y por
encima de su expresión, es decir, de sus formas, absurdas para nuestro actual concepto artístico, un acervo de
factores, de modalidades abstractas de estética, que, por haber sido forjadas en el alma y en el corazón de
nuestra raza viviendo en el mismo suelo y bajo los mismos cielos que nosotros, son, lógica, indiscutiblemente,
las modalidades estéticas más afines a nuestro pueblo, como no lo puede ser ninguna otra del extranjero.
Me permito llamar la atención de ustedes acerca de que ni ahora ni nunca, he propugnado por otra cosa
que por estas modalidades abstractas de estética que se encuentran en nuestras artes antiguas y que jamás he
pretendido, que reproduzcamos, serpientes emplumadas, ni mascarones abracadabrantes, ni ninguna de las
formas o expresiones del arte tolteca, porque eso sería como pretender que volviéramos a los usos y
costumbres de aquel pueblo.
Por lo demás, debemos reconocer que las artes de nuestros abuelos tienen una vitalidad,
características tan genuinas que, a pesar de los siglos de nuestro abandono, ahora mismo están despertando
tal interés en el extranjero, que nuestros artistas y nuestro arte actual han quedado relegados, casi eliminados
ante la admiración que está suscitando la antigüedad mexicana. Y es necesario que nos percatemos de este
hecho incontrovertible: solamente aquellos raros artistas nuestros que poseen dotes heredadas y que han
podido expresar nuestra alma ancestral, son los que se han destacado, los que han sido admirados fuera del
país; han logrado esto por su INDIANISMO (llamémosle así), jamás por su europeísmo.
Nuestra labor artística contemporánea no interesa a los extranjeros y mucho menos la sienten los
mexicanos. ¿Por qué? Es doloroso decirlo; porque los artistas que desprecian el acervo cultural elaborado por
sus abuelos, al mismo tiempo desprecian el tesoro tradicional que deberían traducir a su época, y se
convierten, automáticamente, en PARVENUS, en arribistas que, no poseyendo nada, se adornan
exuberantemente con los dijes relucientes que los deslumbran de otras culturas, sin poder aquilatarlos, porque
no poseen ningún valor interno con el cual comparar, equiparar.
Naturalmente, la actitud desdeñosa de nuestros artistas por nuestra cultura antigua, responde a idéntico
concepto de las clases docentes y de las burguesas muestras. Desgraciadamente esta actitud mental nos ha
despojado de nuestros principales valores raciales; nos ha restado la capacidad de conocernos a nosotros
mismos y nos ha convertido en zánganos de la civilización mundial.
En cambio, del estudio de nuestros antiguos monumentos podríamos obtener conocimientos muy
importantes PARA NUESTRO ARTE DE HOY: aprenderíamos que el numen mexicano prefiere los conjuntos y
desdeña los detalles; que la simetría diagonal es la que mejor expresa la exuberancia de nuestros trópicos; nos
haría percibir en qué nos diferenciamos de los europeos, qué nos caracteriza.
Ese estudio nos pondría en contacto con el único arte verdaderamente mexicano, con todas sus
características plásticas: su concepto, su técnica, su factura, sus modalidades interpretativas y de expresión,
sus procedimientos para usar las formas naturales como símbolos expresivos de sus sentimientos y
pensamientos.
Y es indudable que si lográramos adquirir todas esas exquisitas modalidades plásticas, de técnica, de
concepto, de factura, de sentimiento, entonces podríamos expresar, en genuino arte mexicano, no las formas
del arte tolteca, sino nuestros sentimientos y pensamientos de hoy; los ideales, la belleza de nuestros presentes
días.
Cómo sería interesante que nuestros artistas supieran que, de acuerdo con nuestro arte tradicional, su
preocupación máxima debería consistir en nunca expresar una forma sino cuando sirva de vehículo a un
sentimiento o a un pensamiento; y que, como nuestros abuelos, deben tratar de incorporar esta emotividad o
este concepto en formas hermosas, sencillas, puras. Que los toltecas nunca representaron. LA FORMA EN SÍ
de los seres y de las cosas; sino que por medio de una profunda observación de LA FORMA VIVIENDO, de la
observación de la manera en que la vida se sirve de las formas, extraían otra, un ritmo que expresara en su
movilidad plástica, al mismo tiempo que la forma, la vida que la animaba; un ritmo bello y armonioso que, en

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general, era distinto en su figura y movimiento del ser o cosa representado; pero que sintetizaba, como un
jeroglífico, la expresión de su individualidad y de su vida; de tal manera sugerente, que por este ritmo plástico
se reconocía la forma o expresión que lo originó.
Si los Arquitectos y artistas mexicanos alcanzaran a reconocer el tesoro de noble tradición mexicana
que hasta ahora han desdeñado, comprenderían que así como los toltecas estamparon en sus palacios la
belleza de la naturaleza, la armonía que sentían surgir de su medio ambiente, el Arquitecto mexicano podría
hacer que los edificios actuales lucieran todo lo bello (tal vez quinta-esencia, simbolizado), que posea la ciudad,
el pueblo, la playa o el campo donde construyan. Pero, a semejanza de nuestros abuelos toltecas, esta belleza
no deberá buscarse únicamente en las formas plásticas, sino que se deberá tener presente que todo en este
mundo es o fue un pensamiento, luego un sentimiento y por último llega a ser forma.
Por consiguiente, de acuerdo con la tradición del más legítimo mexicanismo, lo esencial para nosotros
será embellecer con pensamientos, con sentimientos, incorporándolos en formas tan sencillas, tan ingenuas,
que encanten a los niños y a los sabios...
Al terminar esta rápida incursión por los olvidados, pero siempre florecidos campos de nuestro arte
antiguo, en el que apenas he espigado las escasas gemas que acabo de enseñar, seguramente, señoras y
señores, estarán más afligidos de mis tareas profesionales. Soy tradicionalista y tengo la firme convicción de
que la Arquitectura es una de las Bellas Artes, el Arte Magna por excelencia. Pobre de mí.....
Sin embargo, trataré de explicar estas mis dos aberraciones:
Soy tradicionalista, pero, como acabo de manifestar, de un tradicionalismo, que gusta de aquilatar del
campo de las plásticas del pasado, lo estéticamente trascendente; no las formas perecederas, sino el espíritu
inmortal.
Todo el universo es tradicionalista, porque todo no es, no son, no somos, sino una sino una sola y
misma Vida que, en un prodigioso devenir, manifiesta sus infinitos aspectos.
El progreso, es el acumulamiento de los esfuerzos de lo hombres de todas las edades, es el resultado
de todos los ensayos y de todas las osadías del pasado. La cultura de hoy es subsidiaria de la de ayer y
subsidio de la de mañana. La humanidad es el mejor logro que la Vida ha realizado hasta hoy, a través de los
demás reinos de la naturaleza y a través de todas las humanidades que nos han precedido; la orgullosa raza
aria no existiría, si el hotentote no se hubiera esforzado en mejorarse
La dura realidad de la Vida se asienta en el tradicionalismo, por la sencilla razón de que el
kaleidoscopio de la evolución, es el proceso de retorno de la misma.
Pero este hilo único e indestructible que enhebra toda la labor de la Vida en la manifestación de los
mundos y toda la tarea de los hombres en el forjamiento del progreso, no consiste en la conservación de las
formas, que tan sólo constituyen la arcilla de los moldes de todos los esfuerzos y de todos los ensayos; no es la
arcilla la que perdura ni la que se perfecciona, si no el pensamiento y el espíritu que la moldea.
Por eso es absurdo que cuando aquí se habla de tradicionalismo, se quiera significar la conservación o
imitación de las formas de las artes o estilos del pasado; porque no es esto lo que importa al progreso, a la
civilización, a la cultura; si no a la investigación, la inclusión a nuestro consensus de hoy, de todos aquellos
factores abstractos, emotivos o espirituales (como se dice hoy) de técnica, de estética y de plástica, del
pasado; porque sólo así nuestra actual capacidad creadora será realmente la que corresponda al momento
mexicano en que vivimos.
Por eso siempre afirmaré que los Arquitectos y artistas mexicanos, necesitan conocer las artes de
nuestros abuelos, para que su obra pueda ser actualmente mexicana.
Por lo que respecta a la Arquitectura como una de las bellas artes, mi convicción se basa precisamente,
en que considero, con gran sorpresa seguramente de nuestros jóvenes Arquitectos, que la Arquitectura debe
ser FUNCIONAL, como jamás ha dejado de serlo.
En efecto definido nuestro tradicionalismo arquitectónico como el acervo de modalidades técnicas y
estéticas de la plástica de nuestra raza, que se va enriqueciendo a través de las edades, es evidente que este
acervo es una de las funciones que debe comprender nuestra Arquitectura y, por consiguiente, desaparece la
pugna entre tradicionalismo y funcionalismo; y, automáticamente se infiere que, puesto que nuestra
Arquitectura debe resolver, de alguna manera, esas modalidades estéticas de nuestra raza, tiene que ser un
poquitín bella.
Pero veamos cómo el funcionalismo nos va a conducir fatalmente a la Arquitectura nuestra como una
de las bellas artes.
No se puede negar que los ingenieros nos han señalado una orientación, en la búsqueda de la nueva
Arquitectura; pero seguramente esta orientación no la constituyen sus obras, ejecutadas con un propósito, una
finalidad y una función muy ajenos a la Arquitectura, como se comprenderá por poco que se reflexione en ello.
La aplicación de los materiales y las formas estrictamente necesarios para desempeñar una función, “la
ley de economía”, es la base del progreso estupendo de la Ingeniería; pero no debemos olvidar que esto ha
sido el resultado de una formidable labor de preparación científica y cultural; de profundos estudios de

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investigación y de experimentación en múltiples y diversos campos y laboratorios. Solamente después de está
intensa y callada labor, los Ingenieros estuvieron capacitados para realizar las obras que nos asombran.
La Arquitectura no puede progresar copiando las obras, los resultados del estudio de los Ingenieros,
sino ejecutando la labor previa que los capacitó para moverse, para adelantar las posibilidades de su profesión;
es decir, por el estudio y la investigación científica y artística, bajo la égida de la geometría que es, para la
Arquitectura, lo que la ley de economía para la Ingeniería; por una culturización filosófica que no necesita el
Ingeniero, pero que es indispensable al Arquitecto para ponerse en contacto con el corazón de los hombres y
hallar allí, el nuevo ideal espiritual que ha de inspirar las artes de ahora.
¿ Por qué estudiar las funciones que desempeñan las máquinas de los Ingenieros y pretender que la
casa debe ser “ una máquina para habitar” e imitar barcos, aviones y carros de ferrocarril; utilizar como
decoración elementos y organismos de estos vehículos?
Puesto que sentimos que debemos hacer “Arquitectura Viviente”, entonces, ¿por qué no pensar que en
el funcionalismo que debemos estudiar es el de los seres de la naturaleza, los únicos disfrutadores de Vida?.
Si estudiáramos las MAQUINAS que son los árboles, los animales, el hombre, seguramente
obtendríamos muy distinto concepto del actual, respecto al funcionalismo de la Arquitectura.
Si estudiamos cómo es un árbol, observaremos, mejor que en la máquina más perfecta del Ingeniero, lo
que es la estabilidad, la utilización de los materiales más adecuados para cada función; la estructura perfecta
con el máximo de la economía. La organización y la coordinación precisas para el desempeño de la destinación
del árbol.
Pero, además, nos asombraremos de encontrar que todas las funciones perfectas de la máquina,
tengan la característica inseparable de toda la obra de la naturaleza: sin emplear nada inútil, nada que no sea
estrictamente indispensable para la constitución del árbol, observaremos en su conjunto, en cada uno de sus
elementos y hasta en sus moléculas y átomos, el sello maravilloso de la belleza. La naturaleza no emplea en
sus obras decoración alguna, sino que de la prodigiosa coordinación de los elementos, estructuras y materiales
mimos, surge, como una consecuencia, el encanto de la belleza imbíbita en las mismas entrañas de su
máquina.
Igualmente, si estudiamos la máquina que es cualquier animal, observaremos las mismas
características de economía, de utilización, de adaptación, de finalidad, de ciencia perfectas; pero
indispensablemente, también, de belleza. Hablo naturalmente del animal sustraído a la crueldad del hombre;
¿qué es lo que podremos encontrar de inútil, de imprevisión, de dispendioso en la máquina animal?
Solamente podremos maravillarnos de la sabiduría en la coordinación de los múltiples elementos,
estructuras y aparatos que constituyen dicha máquina y de la prodigiosa e inevitable estética lograda en cada
caso.
El perfecto mecanismo que es el cuerpo humano, es la culminación del divino maquinismo de la
naturaleza, lograda con el mínimum de materia adecuada, con la mayor utilización concebible y con una
coordinación milagrosa en su complejidad inabarcable, para el desempeño de la destinación proteica del
hombre.
“Cuando la serena mirada del arte se posa en las innumerables formas de los estados de la materia y
de los reinos de la naturaleza, observa que la creación de cada una es una expresión de belleza, delicada,
exquisita; la hormigas y la montaña, la burbuja y el águila, la célula y la inmensidad de los mares, todos son
armonía y coordinación, porque son engranajes del propósito magnífico que realiza la vida. A veces la mirada
superficial del hombre se detiene en lo que el ha dado por llamar lo horrible; pero una investigación más íntima
descubre la perfecta pulsación trascendente cuya desarmonía es tan sólo aparente pero necesaria para
conservar la estabilidad de la belleza del conjunto que lo comprende”.
“Cuando el arte estudia la vida, observa que su labor consiste en una continua superación de sí misma
para constituirse en expresiones o formas, cada vez más perfectas; traduciéndose este perfeccionamiento en
una mejor armonía entre las partes de un mismo organismo como unidad, y entre este y su medio ambiente”.
Así pues, siendo la naturaleza el arquetipo de todo lo que el hombre puede crear, los ingenieros,
procediendo lógica y cuerdamente, iniciaron la prodigiosa labor que ha forjado el portentoso progreso industrial,
comercial, agrícola y de las comunicaciones, estudiando los seres y las energías de la naturaleza. No hay una
sola máquina cuyo funcionamiento no esté regido por las leyes naturales.
Pero los ingenieros, en toda la formidable labor que han realizado, estaban guiados por la finalidad, el
propósito bien definido de captar energía, utilizarla o producirla. Lograron este propósito espléndidamente
porque fueron a la fuente única de toda la enciclopedia a que puede aspirar el hombre: La Naturaleza.
Seguramente si los ingenieros hubieran querido hacer ingeniería, copiando a los arqueólogos, por ejemplo,
hubieran fracasado.
Salta pues a la vista el error de los arquitectos que pretenden hacer una nueva Arquitectura, imitando
las máquinas ingenieriles. Es este un señuelo, una quimera que surgió en el cerebro de un Lecorbusier, ante el
espléndido espectáculo de la obra de los Ingenieros, y ante la ilusoria facilidad de copiarles su obra.

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Claro; era mucho más cómodo aprovecharse del trabajo de los demás, que intentar una verdadera labor
creadora; llegando en este absurdo afán, hasta desconocer y renegar de la tradición arquitectónica, porque ésta
no podía acordarse con el despojo que creían poder llevar a cabo.
Pero no está en la Ingeniería lo que busca el Arquitecto; vanamente intentará copiarla, porque de este
despojo sólo pueden resultar obras efímeras; carentes de la característica que hace estable toda obra en este
mundo al armonizarla con el resto de la Creación: la Belleza. Porque estérilmente tratará de traducir a lo
estético, que sólo se resuelve por la plástica, la belleza de las máquinas, que se expresa por la dinámica.
El Arquitecto funcionalista y el no funcionalista, si quieren impulsar el progreso de la Arquitectura,
renovarla, tienen que recurrir a la misma fuente de donde partió el primer ingeniero: la Naturaleza. Ella le
enseñará con los infinitos ejemplos que ha edificado, cómo se puede crear la Arquitectura de hoy, de la misma
manera que enseñó a edificar la de ayer. Siendo el más ingente esteta conocido, jamás le enseñará a crear
algo fuera de la inmarcesible belleza; la especial belleza que se acuerda con lo estético, la plástica.
Por otra parte, a medida que ha ido culminando el progreso, se ha ido acentuando esta necesidad de
belleza, de estética, en toda la labor humana. El arte ha ido invadiendo todos los productos de la industria, el
comercio y de todas las ciencias aplicadas. Todo comerciante o industrial tiene como preocupación principal
presentar sus artículos bellamente: el periodismo y todo trabajo de imprenta, han sido completamente
abarcados por el arte.
La más alta o trascendente ciencia de nuestros días, antes de considerar en sí alguna nuevas teoría o
especulación, ante todo, estudia si es o no, suficiente estética para armonizar con el maravilloso engranaje,
conque ha descubierto que funcionan el macrocosmos y el microcosmo. Esta circunstancia de estética, es el
primer factor de verosimilitud que debe presentar toda teoría científica en los momentos actuales.
Ante esta tendencia, ante esta característica del saber, del trabajo y del vivir humanos de nuestros
tiempos, tendiendo sin cesar a armonizarse con la inseparable belleza de la naturaleza y de la vida, representa
una verdadera regresión la actitud de algunos Arquitectos que pretenden excluir la Arquitectura de este
movimiento hacia la belleza en que está encauzada toda la cultura actual.
¿Por qué lo económico, lo útil, lo higiénico han de ser feos?..................
Es necesario que los Arquitectos se percaten que esa belleza que sólo conciben a base de decoración
y de cosas inútiles, pudo ser la belleza de ayer; pero de ninguna manera puede ser algo parecido a la belleza
que reclaman nuestros actuales tiempos. Es necesario que reflexionen que ésta no puede ser una belleza
postiza, adherida: sino una belleza sutil, quinta-esenciada; como la que se experimenta ante una puesta de sol,
ante un amanecer, ante un panorama; como la belleza de los mares, de los cielos, de los campos. Esta belleza
que no está formada de pequeñas cosas pegadas (decoración), sino la belleza que resulta de la euritmia entre
las líneas, las superficies y los volúmenes y los conjuntos; de las proporciones, de la exquisita coloración.
Necesitan tener presente que nuestro espíritu de hoy, ama la nitidez, lo expedito, lo preciso, lo
adecuado; libre de trabas, de nexos, de ataduras, de prejuicios: la obra limpia de cosas pegadas, parasitarias,
expedita, pulcra; pero indispensablemente bella.
La higiene, la lógico, la economía, la utilidad, lo funcional, etc., son adquisiciones de la moderna ciencia
de la construcción, que solo una mente extraviada puede concebir como antagónicas o como sustitutos de la
BELLEZA, cuando deben ser sus nuevas galas.
Por último, la Arquitectura mexicana no puede ser sino una bella-arte, como obra de mexicanos; por
que ya se ha dilucidado ampliamente, que el temperamento predominante de nuestra raza, es el artístico.

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Después de demostrar, como acabo de hacer, que la arquitectura, para serlo, tiene que ser una expresión de
belleza, como todo lo es en el universo, reconozco muy sinceramente, por que soy hombre de mi época y
mantengo mi espíritu abierto a todas las luces del progreso humano que tenemos el privilegio de vivir,
reconozco, siento que es urgente una renovación de la arquitectura.
Ahora bien; ¿Cómo iniciar lógicamente esta renovación?
Solamente por la observación detenida de las obras y de la naturaleza podremos lograrla..... Pero con
la nueva capacidad de observación que la civilización actual han desarrollado en nuestras conciencias;
capacidad que evidentemente tiene nuevas características, nuevas posibilidades de captación de ignotas
modalidades de la belleza natural, que las humanidades que nos precedieron no pudieron percibir y mucho
menos manifestar
Aplicando estas modernas capacidades nuestras, con el acicate de nuestras actuales aspiraciones,
sabremos desentrañar de la única y eterna fuente de la naturaleza, la expresión adecuada a nuestro moderno
ideal.
En esta búsqueda, solamente la Geometría trascendente puede capacitar a los arquitectos para percibir
esa nueva armonía que atesora en latencía la naturaleza; la belleza que reclaman nuestros presentes días y

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que deberá sintetizar todos los actuales conceptos científicos que hacen muestro existir grato y estable,
asegurando la conservación de la especie.
“El sociólogo y filósofo contemporáneo, Oswald Spengler, cuya obra “El Naufragio de occidente” origino
tanto revuelo en la Alemania de la post-guerra, insiste mucho acerca de la intima correlación que existe entre la
Geometría y la arquitectura. Esta idea también ha sido sustentada por el Dr. Geilen en su obra “Matemáticas y
arquitectura como bases de la cultura occidental”, en la que dice: ”Las proporciones de las plantas y las
elevaciones de los templos griegos y góticos se han obtenido por medio del triángulo equilátero o del exagrama
que resulta de su duplicación; o de las relaciones lineales del pentágono regular y del pentagrama que
comporta “La Sección de Oro”, y que puede considerarse, desde un punto de vista puramente matemático,
como la figura rectilínea más perfecta, por lo que se le ha considerado como el símbolo de la mas elevada
armonía; explicándose así el poder casi milagroso que se le atribuyó en otros tiempos. La figura plana del
pentagrama esta estrechamente ligada y de la manera más perfecta con los cinco cuerpos de
Platón”.........”.........Debe hacerse notar que en los cristales que son las reproducciones inorgánicas más
acabadas desde el punto de vista de la forma, la naturaleza no sale de las figuras del cuadrado y del hexágono,
de acuerdo con la “Ley de los índices racionales”. Pero el pentágono y sucedáneo superior, el dodecaedro, caro
a Platón, toma una revancha inesperada cuando se pasa al examen de los sistemas vivientes; aquí las formas
pentámeras aparecen frecuentemente, mas frecuentemente aun que las derivadas de los sistemas cúbico y
hexagonal. No es menos importante hacer notar que las proporciones del cuerpo humano adulto están
proporcionadas por el ritmo de la sección de oro, es decir, por las relaciones lineales que se encuentran en el
pentagrama. Los griegos y los constructores de la edad media conocieron este secreto de la belleza de las
formas naturales, que algunos raros artistas del Renacimiento todavía aun poseyeron; y emplearon (Griegos y
Góticos) esta sección de oro no solamente en las reproducciones del cuerpo humano y en sus templos, sino
también hasta en los menores detalles de los objetos del ritual en los servicios de sus templos”.
“Según las ultimas conclusiones a que han llegado, Arquitectos como F: Macody Lund, el Ing. E.
Moessel, estetas y filósofos como Sir Theodore Cook, M. Jay Hambidge, Matila C. Ghyka, además de los
situados anteriormente, durante la antigüedad y hasta la época medioeval, los Arquitectos y demás artistas
plásticos, poseyeron determinados sistemas de proporcionamiento basados en la Geometría trascendente de
las formas de la naturaleza empleándolos como estructura oculta de todas sus composiciones”.
“A estos conocimientos atribuyen el hecho incontrovertible de que, durante esas épocas toda
manifestación de arte fue espléndidamente bella; mientras que a partir de Renacimiento, cuando los humanistas
desdeñaron la obra Gótica, la última depositaria de estos conocimientos esotéricos, es raro encontrar alguna
manifestación de verdadera belleza”.
Pero acerca de estos trazados reguladores, usados por los artistas de la antigüedad, es necesario una
aclaración de capital importancia, que desvanecerá las múltiples objeciones que acerca de ellas han surgido
entre los artistas modernos: como las de que estos trazados serian pretendidos machotes o esqueletos para
crear obras artísticas; que la creación artística es espontanea, que nunca puede surgir un verdadero producto
de la inspiración, del sentimiento o de la intuición, dentro de la estrecha rigidez de un trazado geométrico
preestablecido.
Todo esto es verdad, es la realidad; pero el uso de los trazados en cuestión, será aceptado cuando se
comprenda su verdadero papel regulador.
El conocimiento de ello no hace a nadie artista. Es necesario, imprescindible, que existan, primero, el
artista y su obra. El numen creador, la inspiración, la facultad artística y la habilidad de expresión son lo
indispensable.
Cuando la obra artística esta concebida y manifestada ya en su primer expresión: boceto, maqueta,
diseño, croquis, entonces y solamente entonces, pueden intervenir los trazados reguladores para dar a la obra,
sin quitarle ninguna de sus características de inspiración, de habilidad de su autor, el equilibrio, la armonía o
proporción congénita con la naturaleza, y que, por el factor de imperfección que poseemos todos los hombre,
no sabemos suprimir espontáneamente.
Las siguientes consideraciones llevaran a comprender aun mejor, la razón de ser de estos trazados
regulares de las obras artísticas de la antigüedad.
El hombre creciendo conforme a una ley hasta ahora ignota, desarrolla su esqueleto de acuerdo con la
proporción de oro; de la misma manera lo hace el animal, naturaleza viviente como el hombre; la planta, otra
naturaleza viviente, se desarrolla con la misma formula. Estos hechos están comprobados matemáticamente, y
lamento mucho no poder, ahora, extenderme acerca de esta comprobación científica.
Por lo tanto, estamos autorizados para pensar que toda la naturaleza crece y vive según un principio
económico especial, en el cual interviene el Número de oro. Principio por el cual logra construir con un mínimum
de substancia, dejando siempre una vía expedita hacía un crecimiento igual a sí mismo, tal como acontece
únicamente en la escala creciente y decreciente que establece la sección de oro.

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Estos pensamientos nos aproximan a la comprensión del CÓMO, del crecimiento misterioso del cuerpo
siempre idéntico así mismo, y de la antes incomprensible HERENCIA, que hace a los descendientes parecerse
a sus ancestros.
La sección de oro puede también hacernos concebir, como nuestros propios actos en la vida, los actos
espontáneos, instintivos, en los que la reflexión no interviene, tienen tendencia a manifestarse o exteriorizarse
de acuerdo con el mismo tema de la DIVINA PROPORCIÓN, el mismo de nuestro crecimiento continuamente
idéntico así mismo.
Esta sección de oro es también, la única expresión matemática que permite a nuestra mente constatar
la posibilidad de lo infinitamente grande y de lo infinitamente pequeño.
Así pues, nuestra vida con todas sus complejas manifestaciones de actos, de sentimientos, de
pensamientos, de inspiración, se produce conforme a la sección de oro; somos ese número de oro, es el signo
de lo trascendente en nosotros, es el contacto que tenemos con la vida inmanente.
¿Cómo podríamos rechazarlo o desconocerlo?.......

Para terminar, solo me resta, contestar a una pregunta:
¿Cuál debe ser la orientación arquitectónica actual en México?.......
Señoras y señores:
Según la historia, cada vez que un pueblo a logrado desarrollar una civilización, forjar una cultura, se observa
que ha empezado siempre por asimilarse un ideal colectivo o religión bien definida. Solamente cuando los
hombres se han encontrado bajo el influjo de una disciplina espiritual común, han podido significarse en el
progreso humano.
¿Tenemos los mexicanos un ideal colectivo, laboramos al impulso de un propósito común?......
La revolución ha destruido la vieja estructura espiritual, que sostuviera al conglomerado mexicano en su
búsqueda del supremo bien. La ha destruido fomentando en la conciencia del pueblo rebeldías y nuevas
aspiraciones de todas clases, generosas en verdad; pero sin establecer el foco de donde irradien. Las ha
sembrado al acaso, en medio de una incertidumbre e incomprensión desesperantes....
Este caos espiritual de nuestra patria, ha coincidido con el caos espiritual que al Occidente trajo la
guerra europea.
Mientras nosotros y todo el Occidente carezcamos de un ideal espiritual, mientras persista este
pandemónium de ideas antagónicas, de inspiraciones y aberraciones inverosímiles e inconexas, la Arquitectura,
que es la flor más selecta de una civilización, tiene que traducir el espíritu inquieto, torturado, confuso, absurdo
de nuestra época.
Seguramente, los hombres no cejarán, hasta encontrar ese ideal salvador, la nueva religión que ya
alborea bajo las claras naves del inmenso templo de la ciencia actual; cuya tendencia más moderna trata de
aunar en un solo conjunto, como en las gloriosas épocas del pasado, las ciencias, las artes, las morales, las
filosofías; todo el conocimiento humano en una sola unidad. Se trata ahora, de restaurar o de instaurar una gran
sabiduría única. Nuestra alta ciencia esta invadiendo los campos de la Mística, y un día no lejano, surgirá de la
mejores universidades del Occidente, LA NUEVA DOCTRINA CIENTÍFICAMENTE ESPIRITUAL, que todos
aguardamos.
Por tanto, es indispensable a la Arquitectura, al Arquitecto moderno, poseer la más alta cultura de
nuestros días; poseer no solo los últimos adelantos de la ciencia de la construcción, sino anegar su mente y su
corazón en las ingentes linfas de la civilización entera, en todos sus aspectos, científico, artístico y filosófico;
conocer y sentir profundamente nuestros problemas sociales; estudiar nuestra tradición artística. Nuestros usos
y costumbres y la genuina idiosincrasia de nuestro pueblo; así como conocer a fondo su profesión,
enriqueciéndola con el estudio de los trazados reguladores a que ya aludimos, con observación estética de las
obras y de los seres de la naturaleza, y con el conocimiento científico de su funcionamiento.
Así concibo la orientación que debemos adoptar, para cooperar eficientemente en la búsqueda del ideal
colectivo, que espera ansiosamente el Occidente.

HE TERMINADO.
México D.F., 9 de Noviembre de 1933.

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Arquitecto
JUAN 0'GORMAN
Señoras, señores y compañeros:

Espero que perdonarán las faltas que ustedes encuentren, sobre todo, que perdonen mi falta de experiencia y
de cultura, que son cosas que sólo se aprenden a la larga con los años de estudio continuado, pero una razón
me trae a hablar sobre los temas propuestos por la SOCIEDAD DE ARQUITECTOS MEXICANOS, una razón
para mí fundamental, un deseo desinteresado. Si es que ataco ideologías distintas, con la que voy a exponer a
ustedes, es tan sólo porque así lo creo útil, para un mejoramiento en el criterio y un mejor entendimiento sobre
la arquitectura. Deseo tan sólo hacer una crítica sana y no pasional, y al propio tiempo hacer a ustedes
explicables los puntos de vista, que forman una parte de la orientación de la Escuela Superior de Construcción.
El punto más importante que ha sido expuesto en las pláticas anteriores y que es, creo yo, el eje de
toda la controversia y en lo qué consiste la diversidad de los criterios, es el siguiente:
Los factores sentimentales, las llamadas necesidades espirituales, deben intervenir en la composición
de la arquitectura, y es necesario hacer que estos factores innegables y perfectamente humanos, participen en
los programas arquitectónicos, o bien la presencia de estos mismos factores está en detrimento y en mutilación
de las otras necesidades materiales más importantes, más palpitantes y por lo tanto más profundamente
humanas.

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Es necesario entonces que aunque brevemente analicemos estos factores que al propio tiempo será la
contestación de las diversas preguntas propuestas por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos.
En primer lugar, una manera de entender estas NECESIDADES ESPIRITUALES, consiste en aceptar
las razones subjetivas como razones fundamentales.
Por razones subjetivas entendernos claramente aquellas que forman la vida sentimental de cada uno
de los individuos y que claro está, son de una diversidad enorme. Diversidad que aumenta día a día.
El problema sentimental de cada persona, está en razón directa de su educación, de sus deseos, de
sus ocupaciones. Podemos decir que esta forma de pensamiento humano (los sentimientos) van
modificándose más y más a medida que alcanza el individuo mayor o menor altura en su educación, a medida
que sus deseos se modifican.
De tal suerte, que, los gustos y los sentimientos van diferenciándose a la par que van diferenciándose
las especies de trabajo y de vida, dentro de la libre competencia y la explotación. (Un caso idéntico al biológico).
En cambio, las necesidades esenciales son para todos los hombres valores conocidos, exactos y
precisos.
El tamaño de la puerta de la casa del obrero, será igual que la puerta para la casa del filósofo. La necesidad
esencial se resuelve en cada caso con exactitud. La ventana por donde entra la luz y el sol para el uno y para
el otro, deberá ser de una forma única, precisa que resuelva lo mejor posible el problema de entrada de luz y de
sol a la vida del uno y del otro, al igual que todos los problemas técnicos que se presenten.
Quiero suponer, que un señor Don fulano, va a hacer su casa con la cual quiere llenar no sólo las
necesidades esenciales de la vida, sino que se propone también satisfacer sus sentimientos y necesidades
espirituales.
Pero las necesidades sentimentales de Don fulano, hacen variar estas esenciales, se sobreponen
valores subjetivos a los valores fundamentales. La puerta de su casa deberá parecer de un palacio, la ventana
deberá ser en forma de arco, etc., y se destruirá sin piedad la razón fundamental por motivo de un capricho
personal. Si este buen señor acaba de regresar de Europa y se impresionaron en su psicología los
monumentos clásicos, querrá que su casa tenga columnas dóricas o jónicas -otro buen hombre deseará que se
le hagan aplanados rugosos salpicados de oro sólo porque así le parece conveniente.

Y cuántos son aquellos a los que les deleita la maceta o el balcón cubiertos de pedazos de plato. Y
todas estas manifestaciones las unas más vulgares y ridículas que las otras, son el ambiente que se crean a su
alrededor las personas, para satisfacer sus necesidades de gusto espiritual.
O bien que los Arquitectos con su gusto personal son los que han de decidir e imponer a los diversos
tipos de hombre la solución de sus necesidades sentimentales? Se me dirá: este es precisamente el papel
educativo que el Arquitecto desempeña. Muy bien, pero cada Arquitecto tiene diversos sentimientos, productos
de una vida distinta de los otros y no es posible decidir cuál está equivocado. Si el uno, si el otro, o si todos.
No se podrá decidir cuál sentimiento es el que ha de imponerse con este criterio autinálico.
Vemos que la ciudad nos lo manifiesta claramente. Cada Arquitecto y cada propietario de casa expresa
su personalidad sentimental y sus gustos y a cada 10 o 15 mts. de calle nos asalta un edificio distinto del
anterior y nos arroja a la cara sus sentimientos espirituales, el uno clásico cerca del otro Luis XI o peor aún, el
seudo-colonial cerca de otro modernista y todo este estado revela el desorden absoluto como consecuencia de
la incordancia de los sentimientos múltiples que se reflejan y que no tiene una base sólida común a todos.
Estas necesidades espirituales son como las del borracho que siempre puede dar magníficas razones
de él, porque se emborracha, simplemente le gusta, o para olvidar su vida triste, o la muerte de su novia, o de
su amigo. Magníficas razones subjetivas, pero nadie negará que el alcohol daña las células orgánicas del
cuerpo del hombre, verdadera razón fundamental que sí podemos generalizar para todos.
Innegable es que todos los hombres tenemos sentimientos que son el producto de la vida y de la
experiencia, pero que por este hecho vamos a dejar que estos sentimientos tengan una participación perjudicial
en la solución de los problemas de la arquitectura, por más que estos sentimientos o razones espirituales sean
razones subjetivas necesarias a sus poseedores.
Quién nos asegura que estas razones espirituales subjetivas, no son otra cosa más que los complejos y
las inhibiciones que cada sujeto se forma en su psiquis, como corazas protectoras contra los accidentes vitales
y económicos.
SEGUNDO.- Se podrá entender también COMO RAZONES ESPIRITUALES el hecho necesario del
anuncio. El anuncio del Banco, de la Sociedad Anónima, de la Empresa, o del comerciante y confundir
inconscientemente o conscientemente esta razón de anunciarse con las llamadas necesidades espirituales.
Los bronces y mármoles de los bancos, que tapan la estructura de acero o de concreto, las fachadas
de piedra imprescindibles en edificios de mayor importancia no son otra cosa más que el anuncio de las
instituciones. Formar un ambiente lujoso es formar un ambiente caro y un ambiente caro revela buenas
posibilidades económicas, que responden y garantizan con su capital los capitales, los ahorros, los seguros, las

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acciones, las inversiones. La casa con sus papeles tapices, sus candelabros, sus sillas doradas, alfombras
caras, en síntesis, con sus lujos podrá ser racional, si por racional entendemos el anuncio. El anuncio personal
que en múltiples ocasiones se traduce en casas pomposas de personas que gastan su dinero en anunciarse
aunque no puedan pagar los libros de estudio de sus hijos.
Racionalismo como el siguiente:
Una compañía que fabrica y vende jabón, anuncia su producto como el mejor, naturalmente, aunque en
realidad no lo sea, pero da a conocerlo con el cuadro de la cara de una muchacha bonita, de cutis terso y
delicado, sabiendo, claro está, que a nadie le disgustan estas cualidades femeninas y sabiendo que por la
asociación inmediata de ideas se fijará en la mente de los individuos el nombre del jabón, en conexión directa
con cualidades de suavidad y delicadeza del cutis provocadas por éste, el único jabón, si se quiere exagerar un
poco. El único entre miles, pero nadie analiza la cualidad intrínseca de todos los jabones para seleccionar el
mejor.
La técnica del anuncio es la técnica del engaño. Muy necesaria si ustedes quieren para la Empresa, o
para la Compañía o para el comerciante, pero no para el hombre. Quién se imagina un banco que no tenga sus
lujos, sean éstos en mármoles, o bronces, o maderas finas, y quién me dirá que esto no es un anuncio. ¿Hay
realmente alguno que me diga? no, está usted equivocado: estos mármoles y estos bronces resuelven
necesidades espirituales.
TERCERO.- POR RAZONES ESPIRITUALES se entiende también la satisfacción de ciertos gustos,
caprichos o necesidades de personas que encuentran perfectamente racional satisfacer estos caprichos o estos
gustos por el simple deseo de ser mejor, o más elegante, lo más distinguido que el vecino: razón de la vanidad.
Pudiéramos decir vanidad sin límites, puesto que la vanidad no se castiga. Vanidad que lleva necesariamente a
las extravagancias. Vanidad que se traduce en el deseo de poseer algo que no tienen otras personas, algo
distinto, diverso, por lo cual pueda diferenciarse de los demás humanos. Mi casa que no sea igual a las otras,
primera condición y con esta superflua razón de vanidad se pasa sobre los verdaderos principios racionales de
eficiencia, para resolverle a un necio su necesidad espiritual. Si analizamos la razón por la cual existe la
humana vanidad, muy humana y muy torpe, veremos que sólo es un complejo de inferioridad, que si es bien
cierto que es una necesidad, lo es a la par que la medicina es necesaria al enfermo. Lo cual no nos capacita a
aplicarla a todos los hombres sanos.
Nadie se negará a sí mismo la necesidad de su vanidad aunque la niega ante los demás y nadie
señalará que este deseo de diferenciarse está causado por nobles sentimientos.
El millonario que manda hacer un automóvil estilo Luis XV, su salón de estilo chino, su biblioteca misión
y su despacho modernista, con la ventana en esquina, tiene el capricho o la necesidad si así quiere llamársele,
de opacar a su adversario o a sus amigos, arrojándole todo el oropel y la pastelería que puede comprar con el
dinero. Se sentirá satisfecho y encontrará una buena razón y muy humana de diferenciarse. Hay otros que no
teniendo dinero suficiente, tratamos de diferenciamos, por el contrario, con rarezas, con cuadros sub-realistas o
ultra-terrenos, con camisas negras o azules, con cuartos mugrosos, con casas modernistas o con ponernos la
mano sobre la frente en los conciertos que no oímos. Pero lo que no es perdonable, es que a la incapacidad de
distinguirnos por nuestro talento o trabajo, la disfracemos con el lema fácil de una razón espiritual.
Voy a contar una anécdota de los anales de la arquitectura que resuelve necesidades espirituales.
Un hombre sencillo e ingenuo. El comedor de su casa de habitación que nos prepara una sorpresa. Un
cielo raso azul con nubes del que cuelgan de hilos, pajaritos de celuloide de color. Momentos antes de entrar al
comedor, una criada pone en movimiento el regimiento celeste por medio de un plumero y un disco de los
silbidos del bosque indica la hora de comer, seña también de satisfacción en la casa del propietario, de los
pájaros y vanidad satisfecha del buen hombre cuando dice: esto nadie más que yo lo tiene en su casa y así
como este ejemplo de locura es el límite de una escala, hay otros muchos casos, los unos más absurdos que
los otros, algunos más sofisticados y otros más ingenuos, pero todos tienen por común denominador el
satisfacer una necesidad espiritual que el sicoanalista llamaría un complejo de inferioridad.
POR NECESIDAD ESPIRITUAL se podrá entender también lo que pudiéramos llamar el darse gusto en
un juego que se fabrica muchas veces a pesar de la razón. Darse este gusto será la única explicación por la
que existe "el arte por el arte", o la plástica.
La excusa del "arte por el arte" es una razón quizá más inteligente que las anteriores, porque se presta
en muchas ocasiones a confundirla con el conocimiento y con la cultura, es aquí donde participan en el juego, el
modernismo y la arqueología dándose la mano como hermanos, de apellido Artístico. Modernismo artístico y
arqueología artística.
El romanticismo que encontraba la belleza absoluta en la naturaleza y que para contraste necesario, y
como consecuencia inmediata, la obra del hombre, lo artificial era feo, a menos que esto artificial tuviera una
conexión con lo natural, este concepto todavía pesa sobre de nosotros. Para el romántico, los árboles, el lago,
el bosque, el cielo, el mar, la montaña, el sol, la luna y las estrellas, eran bellas y hermosas, quedando el único
contraste para establecer la comparación necesaria, que sería lo feo, lo vulgar y lo artificial. Se estableció la
obra de Dios hermosa necesariamente, y la obra del hombre por contraste fea. Y sólo cuando ésta imita a
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aquella, será hermosa. De aquí como consecuencia inevitable, a la simple técnica, a la obra necesaria y útil, se
suponía que le hacia falta algo, algo que la acercara a la divinidad, algo que aunque destruyendo los factores
utilitarios o razonables, la acercara a la obra divina, algo que concordara con el hombre compuesto de cuerpo y
alma. Cuando que precisamente, el objeto por el cual el hombre inventó la casa, la primera cabaña, así como la
primera rueda, la primera creación humana fue el de defenderse de la naturaleza. El hecho importante que lo
define, fue el encontrar su enemigo, el de luchar contra el aire y contra el agua. Inventó el hombre la
arquitectura no para copiar algo que le dañaba, que lo castigaba y ofendía, sino para librarse de ese algo que
era su enemigo, la naturaleza, y hoy el Arquitecto tiene como enemigo contra el que luchar, esta misma
naturaleza en múltiples problemas del acondicionamiento del hombre, para mejorar su salud y su existencia.
Esta tesis romántica aprovechara hábilmente por la demagogia artística, crea el vocablo "arte por el
arte" y el vocablo plástico que consiste en creer que hay algo divino, que provoca un gusto especial, un gusto
que acerca a la belleza absoluta, un gusto místico que eleva. No dudo que algunos lo sienten, pero no lo
razonan, y que si lo traducimos al lenguaje de la arquitectura, sólo tiene dos manifestaciones posibles. LA
PRIMERA sería el gusto de ver el juego de las formas, de la luz y de la sombra, y el SEGUNDO el gusto que
produce el juego con la copia más o menos exacta o la llamada inspiración en la tradición y en la arqueología.
Por lo que se refiere a la primera parte de esta forma del pensamiento, claro está que todo es
defendible, todo se vuelve razonable con tal de agregar al final a mí me gusta, o bien, a nosotros nos gusta este
juego de luces y sombras y por esta razón lo hacemos. Quieren hombres, modernismo, futurismo,
sub-realismo, lirismo y otros muchos.
Aquí se desborda el río de todos los gustos y hay cabida a todas las formas por absurdas que sean.
Aquí hacen su agosto los seudo artistas. A río revuelto, ganancia de pescadores. A río revuelto, ganancia de
timadores.
En las exposiciones de cuadros tienen ustedes el único cuadro interesante que es la patente de la
inconsciencia y de la falsedad con una excusa muy buena, el arte superlativo, el aire libre, el arte digamos
claramente anarquista, sin base de ninguna clase, al igual (y pésame decirlo), es el cuadro que nos presentan
las casas de las nuevas colonias el cuadro anarquista del Hipódromo, sin orden, sin ciencia y sin
responsabilidades históricas de ninguna clase, con una muy buena excusa: somos artistas y sentimos.
Pregunto yo: ¿sentimos qué?
¿La belleza? ¿Cuál belleza? Cada cual tendrá un concepto diverso, tan diverso como se quiera. Un
concepto que nadie explica y que nadie controla, que va desde el hecho de poner la trompa de un elefante en
vez de poste, hasta el hacer molduras cuadradas sin razón, en los paños de un muro.
Libertad absoluta, democracia en el arte, que opine la cocinera, quién nos dice que ella no está
capacitada para opinar.
¡Ah! Pero entonces se nos dirá: Hay algo en la obra artística que es oculto, indefinido, incalificable, que
no se explica, pero que sólo se siente. Yo pregunto: ¿quiénes son los que sienten? Se me contestará: los
hombres capacitados para sentir, aquellos que por su vocación lleven en su sicología esta cualidad, cualidad
invisible e incógnita, e intangible.
Cosa misteriosa esta. Fanatismo artístico y Fe indemostrable, que tiene como todo fanatismo, una
razón de existir. La razón del disfraz. El disfraz es útil para aquellos que lo portan.
El disfraz es útil cuando existen dos factores. 1º Un público incapaz de discernir y que cree a ojos
cerrados lo que se le dice y 2º Cuando el disfraz es útil al disfrazado para que se le califique de hombre
superior, portador de un misterio o una manifestación de una cultura incógnita.
El artista que no razone es un mistificador que se aprovecha de la falta de conocimiento del público que
humildemente acepta, que no opina y que con palabras vacías, llena otros vacíos.
Refiriéndonos a la segunda parte de esta misma forma de pensamiento que consiste en la inspiración
en los edificios de la antigüedad y por inspiración, no sólo entiendo la copia directa o parcial de detalles, sino
que también entiendo el sentido artístico, que se le da a esta manera de pensar y que consiste, principalmente,
en referirse a una tradición como base del pensamiento que funcionó bajo otras condiciones de vida. De otra
manera lo expresaré: El ver y analizar lo que tenemos en nuestra tradición arqueológica, no bajo el concepto
spengleriano de ver la tradición, como materia histórica, la acción del hombre de otros tiempos y bajo diversos
impulsos y condiciones, sino bajo el concepto positivista, como la base a una acción continua e inquebrantable.
Claro, desde el punto de vista spengleriano, a nadie se le ocurriría ni siquiera considerar que la arqueología
fuera la base de una inspiración, puesto que a condiciones diversas de vida, corresponderían necesariamente,
condiciones diversas de la historia, pero si la tradición la consideramos como acción continuada, tendríamos un
apoyo para este asunto de la inspiración. Vemos en nuestra propia historia ejemplos tan palpables, como el
hecho de la conquista de México por los españoles, en la que no sólo se quiebra la tradición, sino que la
intención de los hombres que dominaron fue precisamente arrasarla, demolerla, perderla y destruirla,
imponiendo nuevas modalidades a la vida, al trabajo y al pensamiento humano, y como consecuencia directa
de este hecho histórico, resultaron nuevas formas. Lo poco que quedó a la arquitectura colonial en detalles

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insignificantes de la tradición antigua, fue muy a pesar de los conquistadores sólo porque no pudieron precipitar
los acontecimientos y porque tuvieron que valerse, en ocasiones, de obreros indígenas.
La inspiración, concepto por demás perfectamente romántico, es la antítesis de todo método.
Aplicar conocimientos es algo definido y preciso. Pero aplicar una inspiración es bordar en el vacío,
precisamente es no precisar y no definir.
Copiar o dibujar como una disciplina pedagógica los monumentos de la antigüedad, sean éstos aztecas,
mayas, coloniales o más recientes, corresponde a imprimir y grabar en la mente de la juventud la forma que fue
producto de otras necesidades y de otros métodos constructivos y que está tanto más lejos de nuestra vida y
de nuestros medios cuanto mayores son los progresos materiales de la humanidad. Corresponde, digo, a mal
informar y a engañar con la forma que revela una posición histórica diversa y una vida completamente distinta
de la vida nuestra. Esto también corresponde a volverse servil a una tradición y a la arqueología, que por el
hecho de ser antigua no pudo equivocarse nunca y es buena a priori.
Parece que la fórmula de este método que se enseña es "Vivir de los muertos aunque matemos a los
vivos". Darle importancia a la forma que les produce un placer a personas que están encariñadas con la
arqueología y guiar el criterio de la juventud por este camino, es hacerlos impotentes para la verdadera creación
utilitaria de hoy. Creen ustedes que el Ingeniero Mecánico, necesite copiar las formas de las máquinas antiguas
para estar capacitado a producir el mejoramiento o el invento o la creación mecánica? Creo que es obvia la
contestación, ¿no?
Pues bien, por una parte el misterio del arte, a esto que no se razona y sólo se siente, pero que
perjudica gravemente. A este fanatismo, y por otra parte a la modulación y comparación de la antigüedad con
nuestra enseñanza arquitectónica que aparta de la vida real, ¿se le podrá llamar a esto necesidades
espirituales?
¿A un engaño y a una corrupción llamaríamos satisfacción espiritual?
A las razones subjetivas y no fundamentales.
Al anuncio que engaña.
A la satisfacción de caprichos y vanidades y al fanatismo que dicta a ojos cerrados y vive de la fe de su
dogma ¿podríamos llamar necesidades espirituales?
Se podría pensar por lo antes dicho que niego valores indiscutibles humanos e históricos, que niego la
estética como una de las manifestaciones de la inteligencia humana, pero la confusión podrá estar, en
considerar la estética como el medio y la finalidad de la obra, en vez de considerarla como su consecuencia.
Sí, niego a la estética el papel que se le ha dado como medio para resolver y como finalidad de la obra.
La vida impone sus condiciones económicas y sociales y sus condiciones materiales. A la técnica con
sus medios le toca resolverlas de la mejor manera. Por la mejor vía, el máximo de eficiencia por el mínimo
esfuerzo. Esto sí es proceder razonablemente. No hay que olvidar que el hombre es el animal racional, el único,
y proceder por cualquier medio que no sea éste de máxima eficiencia por el mínimo esfuerzo, es no proceder
racionalmente.
Pregunto: ¿qué alguno de ustedes tiene algo en contra de esto? yo creo que no. ¿Hay alguien que crea
que el hombre debe proceder de otra manera? ¿y que esta manera sencilla y lógica puede ser una
manifestación de la moda o del modernismo? Señores: creo que la arquitectura que resuelve las necesidades
materiales, palpables, que no se confunden, que existen, pudiéndose comprobar su existencia y que al propio
tiempo son fundamentales y generales de los hombres, es la verdadera y única arquitectura de nuestra época.
Las necesidades que pueden ser precisadas y medidas por la ciencia y la arquitectura que resuelve
estas necesidades materiales por medio de sus procedimientos científicos, por los medios más adecuados en
cada caso, con los materiales y estructuras hechas para ese fin, es la única y verdadera arquitectura técnica, la
arquitectura científica, como ustedes le quieran llamar, que no tiene nada que ver con la moda o el
modernismo, que está tan alejada de estos equívocos conceptos como pueden estarlo de lejos el aeroplano o la
locomotora. Noble arquitectura técnica, arquitectura que es la verdadera expresión de la vida y que es también
la manifestación de los medios científicos del hombre actual. Que es aquella que está en armonía con el mundo
físico y químico descubierto por el hombre, que es el resultado de la ciencia y por otra parte, armonía que
resulta de resolver las necesidades palpitantes, humanas. Arquitectura que si fuéramos sencillos nos bastaría
para encontrar en ella toda la belleza de la expresión de nuestra época. Que si fuéramos nobles, nos bastaría
sin tener que disfrazarla; y que si fuéramos sinceros, nos bastaría sin tener que avergonzarnos de ella, sin
ocultar o desfigurar sus elementos.
Época decadente aquella que desfigura las manifestaciones sinceras de su propia vida, y época
decadente, aquella que no le bastan sus propios medios para satisfacer sus sensibilidades; y época decadente,
aquella que inventa necesidades, porque su sensibilidad no responde a su vida.
Señores: no dudo ni por un momento que esta arquitectura técnica se preste a la mentira, no dudo que
no se preste al engaño y que con el pretexto de la utilidad que va a prestar, se haga forma por la forma o
anuncio o demagogia. Conozco bien y lo reconozco en mí mismo, que en muchas ocasiones aprovechamos
esta tesis, precisamente por lo complejo de nuestra propia debilidad técnica, o por el simple hecho morboso de
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llevar la contraria, o por la razón romántica de hacer papeles del sacrificado, o del no comprendido, o del
sofisticado, o por adoptar la actitud del redentor; pero a esta actitud vulgar y deshonesta es tan fácil descubrirla,
cuanto menos técnica es la obra, y más vale confesar sus propias faltas que sofocarse atrás de una careta o
detrás de una bambalina.
Pero no por estas manifestaciones del modernismo vamos a negar valores reales, pues si admitimos la
tesis de las necesidades espirituales en la arquitectura sin la posibilidad de definir dichas necesidades, con un
paréntesis misterioso en lo que respecta la finalidad de la arquitectura, admitiremos automáticamente al
modernismo dentro de su definición, ¿quién nos dice que esta moda o modernismo, no es una manera de
satisfacer las ambiguas necesidades espirituales?
Cualquier intervención espiritual o de otro nombre cualquiera que se quiera darle, que no sea la simple
consecuencia de la razón, y cualquier intervención que sea una imposición a la vida perjudica y lastima la
verdadera arquitectura así como cualquier factor que no sea razonable perjudica a la verdad, aunque levante en
su favor un monumento falso con una palabra imponente "Espiritualismo" y aunque se alegue sofísticamente un
misterio indemostrable.
Cuántas víboras hay entre canastos de flores, y cuántas ametralladoras hay atrás de los altares.
El sólo hecho de decir que hay un infierno y un cielo y el hecho de que hay personas que así lo crean,
no demuestran que exista y los fenómenos que se producen y que vemos como el de rezarles a los santos, es
tan sólo la manera de reconocer la ignorancia, al igual que la soldadera que carga el perico y la maceta, es tan
sólo debido a su falta de educación y precisamente este hecho (de cargar el perico y la maceta) nos demuestra
una falta de raciocinio elemental. Ojalá que en vez de pericos y macetas cargaran libros, libros para educarse y
para que reclamaran y exigieran un lugar de habitación mejor, CON BUENOS BAÑOS DE REGADERA, con
mucha luz y mucho sol y arrojar a la basura este lastre de mugre e ignorancia. Si a estas se les llaman
necesidades espirituales denme otras más nobles, porque estas ni a un perro las deseo.
Pero hace crisis la situación cuando al hospital se trata de disfrazarlo para que no parezca hospital. Si
hubo personas que se revelaron, lo único que revelaron, fue su ignorancia y su falta de conocimiento. Cómo
hacer que un hospital, para que no parezca hospital, disfrazarlo de cabaret, o de restaurante, o de hotel. Un
hospital, ante todo reclama buena planta, entre más eficiente será mejor, reclama jardín, luz, aire, sol que
desinfecte, aparatos que curen, buen equipo, entre menos rincones obscuros, mejor.
Esto mismo hace eficiente y útil al edificio, esto mismo hace que sanen los enfermos, esto es lo que
llamo bienestar.
O que para que no parezca hospital, vamos a vestir a los enfermos de charros y chinas poblanas, y
vamos a resolver el problema sentimental de los enfermos, de cada enfermo, vamos a llevarle a la soldadera su
perico y su maceta al hospital.
Imagínense ustedes a una cocinera y una señora de nuestra clase media, atacadas de apendicitis,
cada una en su cuarto respectivo. Mientras tienen dolor claro, no tienen problemas espirituales. En la
convalecencia, cuando pasó ya la operación, la cocinera querrá sus cacerolas, su bracero, su cromo de San
Pascual Bailón, y la señora, sus muebles dorados, sus columnitas de yeso y sus ángeles en el techo. Sería un
problema difícil de escenografía, resolverle a una multitud de gentes sus necesidades espirituales en el hospital.
En las escuelas, ¿vamos a pensar en necesidades espirituales? Ante un problema de carácter de tanta
responsabilidad y trascendencia, vamos a pensar en ambientes artísticos o aspectos agradables o espirituales
del edificio? cuando lo que se necesita con urgencia es higiene. Higiene del cuerpo y de la inteligencia.
Ventanas grandes que den mucha luz y muchos baños de regadera, y a esto se le llama arquitectura sueca o
nórdica, sin analizar los problemas y sin conocer el medio. Muchos mexicanos hablan de México sin conocerlo,
sin conocer sus pocilgas, sus escuelas, su vida pobre, miserable y trágica. Si analizamos, aunque
superficialmente el problema, veremos que el bautizar con sueca, nórdica o alemana, es simplemente porque
se vio por fuera la forma, pero no el fondo. Se vieron las fachadas y no se vio el problema, un problema
mexicano, perfectamente mexicano y del Distrito Federal. Si nos planteamos este asunto bajo las bases
verdaderas existentes de escuelas baratas, económicas, construidas con materiales durables y lo más
eficientes posibles para gastar el dinero del pueblo, del pueblo mexicano, vemos que sin remedio llegarnos a
eso, que malamente llaman arquitectura Nórdica y que en realidad sólo es la aplicación de los conocimientos de
composición y de construcción. Como hombres conscientes velaríamos porque los edificios tuvieran un plan
racional y eficiente, para ser construidos con un costo mínimo, estaríamos colocados frente aun problema cuyo
enunciado es bien sencillo "máxima eficiencia con el mínimo económico". Cada centavo pesaría sobre nuestras
conciencias si no se gastaba en algo útil y estable, y si se lograba sacarlo avante, sería a mi juicio, ser buen
mexicano y resolver problemas mexicanos. Si la forma del edificio que sería el simple resultado de la aplicación
técnica fuera semejante a la forma de los edificios suecos o alemanes, querría decir simplemente que las
necesidades, los procedimientos constructivos y las condiciones económicas en ambos lugares, eran también
semejantes. 0 qué, porque somos muy mexicanos, vamos a eliminar de nuestra educación la ciencia
constructiva porque es francesa o alemana?

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La arquitectura tendrá que hacerse internacional, por la simple razón de que el hombre se universaliza
más, ¿qué acaso no es este el papel de la educación? ¿Qué no es este el papel de la industria? Gracias a
estos factores, en México podemos tener la comodidad y el verdadero bienestar que nos procuró la técnica.
Ojalá tuviéramos más educación y más técnica, aunque fuera sueca o alemana. Eficiencia al precio más bajo
¿no es acaso esta una necesidad internacional? El concreto armado y el acero estructural (no) son acaso
sistemas de construcción internacional? ¿Acaso no se cura o no se enseña hoy por procedimientos idénticos en
los diversos países? ¿y no es acaso la arquitectura problema de los hombres, de todos los hombres?
En los carros pullman o en los barcos, nunca se pensó en hacerlos distintos para México que para
Francia, con el objeto de resolver problemas de nacionalidad. Comparar la arquitectura internacional al
esperanto es una comparación necia. El decir que la arquitectura internacional tiende a desaparecer, es tanto
como querer tapar el sol con un dedo y es negar la tendencia de universalidad que tiene la educación científica.
Es tener una ideología igual que las cocineras que tienen miedo a guisar con electricidad porque es el
diablo y que salen corriendo y persignándose. La arquitectura internacional existe hoy. La arquitectura griega y
la ojival, acaso tuvieron tendencias a un internacionalismo y el esperanto fue tan sólo un experimento de
gabinete, de fabricar en casa un lenguaje para que tuvieran comodidad unos cuantos viajeros turistas. El día
que haya necesidad de un sólo lenguaje, ese día habrá sólo un lenguaje, la técnica resolverá el problema
cuando exista, antes no.
Y aunque este lenguaje sea feo al principio, ya nos acostumbraremos después a oírlo bonito.
Igualmente hoy se critica a esa arquitectura, que se dice es hacer cajas. Pues lo sentimos mucho.
Pregunto: ¿qué los libros no tienen forma de paralelepípedos, de prismas, o de cajas si se quiere, y qué alguno
de ustedes tiene alguna objeción que hacer a esta forma de los libros? Pues no, claro está, como que esta
forma es la más adecuada para su construcción para su manejo, para la economía, etc., cualidades todas estas
muy importantes y esta forma "de cajas" de los libros es internacional, aunque sean libros franceses o
alemanes, o mexicanos, aunque sean rojos o verdes, grandes o chicos, y bien, qué en la arquitectura, en la que
vamos a emplear un sistema estructural, internacional, el concreto armado, por ejemplo, en la que vamos a
emplear ventanas metálicas, muros de tabique, pisos de linóleum o madera, chapas, excusados, tuberías,
instalaciones eléctricas y de plomería, focos, etc., etc., INTERNACIONAL, nos quedaría solamente y en mala
hora, el recurso ridículo de adornarlas con algo mexicano, de hacerle el copetito o de retorcer la forma de un
poste o alterar la forma de una puerta o de poner un arco de yeso, tan sólo porque la nombrada arquitectura
internacional no nos gusta. Llamaríamos entonces al Arquitecto "Decorador de exteriores". Aquí podría yo decir
como el Arquitecto Mies Van de Ros, cuando le preguntaron: ¿por qué su arquitectura parecía cajas, contestó:
¿y qué de malo tiene una caja? ¿y qué de malo hay en tener una arquitectura internacional? ¿cuáles son las
desventajas?
En cambio, yo sí puedo enumerar las ventajas de la llamada arquitectura internacional. ¿Qué acaso, la
arquitectura del pueblo, la arquitectura regional, no tiene siempre su forma semejante? el jacal mexicano es de
una forma siempre igual, las casas de los pueblos, no son cosas semejantes, las unas a las otras en su forma?
debido a que se ha empleado un sistema estructural igual para resolver las necesidades semejantes? ¿y nos
atreveríamos a calificar esta arquitectura regional de mala, por este motivo? ¿o qué, porque son mal hechas y
disparejas, chuecas e imperfectas, vamos a admitir que su encanto está en esto? Equivaldría a decir que en la
imperfección estaría el secreto de lo sentimental, y un equivalente sería admitir en el hombre la tendencia a lo
útil, su inteligencia en pleito con otra tendencia; el sentimiento, desequilibrio humano, enfermedad humana, falta
de armonía entre sus facultades. A las enfermedades hay que curarlas y combatirlas para establecer algún día
la verdadera armonía, la armonía mecánica y la armonía humana, y librar al hombre de ser esclavo de la
máquina y del campo. Precisamente de librarlo de ser un hombre mecánico, por medio de la técnica y del
orden.
Librarlo de los fanatismos por medio de la verdad, llegar a la concordancia del sentimiento y de la razón
y hacer del mundo mecánico, no un horror del que se huye y que se soporta, porque es inevitable como un
infierno para pagar los pecados, sino un mundo en el que se encuentre toda la belleza y todo el bienestar que
se procura el hombre a sí mismo, consciente de su potencialidad creadora.
Por eso, señores, a la arquitectura que unos llaman funcional o racional y otros alemana, sueca,
internacional o moderna, produciendo confusiones con tanto nombre, la llamaremos arquitectura técnica, con el
objeto de definirla mejor, entendiendo claramente que su finalidad es la de ser útil al hombre de una manera
directa y precisa. La diferencia entre un Arquitecto técnico y un Arquitecto académico o artístico, será
perfectamente clara. El técnico, útil a la mayoría y el académico útil a la minoría. El primero para servir a la
mayoría de individuos necesitados que sólo tienen necesidades materiales y a quienes las necesidades
espirituales no han llegado. El segundo para servir a una minoría de personas que gozan del usufructo de la
tierra y de la industria.
La arquitectura que sirve al hombre o la arquitectura que sirve al dinero.
En el ejemplo, que se publicó hace algún tiempo en el periódico "E] Arquitecto" haciendo una
comparación del Ingeniero y del Arquitecto, los dos hombres frente a una cascada se ven con más claridad
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estos dos puntos de vista. Y esto no lo traigo a colación por criticar o por solazarme en un concepto erróneo,
sino solamente para hacer más clara la diferencia entre los dos tipos de hombres.
El Ingeniero veía el aprovechamiento de la fuerza natural, de la caída de agua y la producción de
energía eléctrica, con el propósito utilitario del mejoramiento materias, llenando necesidades generales de los
hombres.
El Arquitecto, en cambio, veía el partido artístico que podía sacarle a la cascada como belleza. La
hermosa cascada adornada con pérgolas, balaustradas, escalinatas, con el propósito de llenar necesidades
particulares a un hombre, a un pequeño grupo de individuos que gozarían del espectáculo, deleitando su vista
aunque se perdieran muchos miles de caballos de fuerza, y aunque miles de gentes carecieran de las ventajas
que de la otra manera obtendrían.
Las condiciones económicas actuales, producen estos dos fenómenos en la arquitectura. El primero
consiste en la necesidad que tiene el capital de producir un interés y de gastar este interés en nuevas
inversiones, por lo tanto, de emplear los medios técnicos para obtener esto, y el segundo, el de invertir el
superávit de los intereses en lo que podría llamarse, diversiones.
En términos de economista, podría decirse: a la inversión corresponden las soluciones técnicas
generales, para que gocen de ellas aquellos que las alcancen, y la diversión es un grado superlativo de la
inversión que sólo está al alcance de aquellos que gocen de una superabundancia económica y que
naturalmente está en manos de una minoría que libremente y sin restricción de ninguna clase, podrá ser
empleada a su antojo, sin veto de ninguna clase.
De aquí resulta el fenómeno que palpamos a cada instante. En la misma casa de habitación se
presenta. Hay una gama de objetos que van desde lo absolutamente útil, hasta aquellos completamente
inútiles, pasando por los intermedios y que con el afán de diferenciarlos se les ha llamado por diversos
nombres: máquinas o equipos a los primeros, objetos de arte a los últimos y muebles a los intermedios. Las
estufas, los excusados, las tinas, las máquinas de coser, los focos, los lápices, los aparatos para flit, etc., están
en la primera categoría. Los jarrones, los bordados, etc., están en la última, y las sillas, las mesas, las camas,
están en la intermedia y varía su posición en esta escala entre más o menos decorativos.
Y así como en el ejemplo de la cascada, en el que se ve palpablemente esta diferencia, encontramos
también en las otras actividades humanas, estas dos manifestaciones. 1o.- La técnica al servicio de los
hombres y que hace productivo el capital, y la académica o artística, al servicio de las minorías, para emplear el
superávit de los intereses que produce la técnica. El arte se vuelve entonces un parásito que vive de la técnica
y chupa la savia que había de fortalecer y aumentar la capacidad productora humana.
El arte de superestructura, y el arte que no sea la consecuencia directa de la técnica, será siempre una
incongruencia, y la manifestación del bienestar banal de una minoría, logrado a base de la minoría de los
demás.
Para terminar, quiero decir a ustedes que lo que acabo de decirles no son ideas nuevas, ni modernas,
ni es tampoco éste un problema de nuestra época, sino que son conceptos que encontrarán ustedes muy bien
ordenados y dichos por individuos que con talento supieron expresarse para buscar tan sólo y siempre el
mejoramiento social en los problemas de arquitectura de su época.
Y con el objeto de reforzar le tesis en favor de la arquitectura técnica, leeré a ustedes los párrafos de
los escritos de Arquitectos y pensadores del siglo pasado.

Nuestra época nos da los elementos de una fuerza creatríz enorme y como el ojival o el griego, debemos
poseer nuestra estética moderna y no contentarnos en proceder como las épocas secundarias o de segundo
orden, aplicando a nuestras estructuras, decoraciones, órdenes o formas tomadas del pasado.
Hoy la transformación social y científica están hechas, los programas están bien definidos, el arte debe
transformarse. Hace 40 años muchos progresos se han hecho en la construcción, pero el arte no ha sabido
armonizarse con estos progresos y han quedado reducidos a decorar y desfigurar estructuras.
Desde hace mucho tiempo, la influencia del Arquitecto se ha atenuado, quedando en el papel del
decorador y el Ingeniero del mundo técnico, hombre que aplica los principios de la ciencia constructiva, tiende
cada día más y más a reemplazarlo. El mal viene de que el Arquitecto se ha detenido en la tela de araña de la
aplicación de formas y fórmulas en vez de imponerse por la fuerza de sus soluciones prácticas y útiles, y como
ya lo dije, sólo ha aceptado el papel del Decorado.
ANATOLE DE BANDOL. 1889.

El orden verdadero y no el orden clásico, se hará en la arquitectura el día en que el Arquitecto, el Ingeniero y el
Sabio, se confundan en una sola persona.
La multiplicidad del conocimiento lleva a la simplicidad del concepto y lejos de impedir el desarrollo del
arte y de la ciencia, es la condición necesaria de su progreso.

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Pero los prejuicios de las personas rutinarias y de espíritu estrecho, es tenaz. Vivimos hace ya mucho
tiempo, en la tonta persuasión que el arte es una especie de entidad distinta de las otras formas del
pensamiento y de la inteligencia humanas, absolutamente independiente y que tiene su fuente y su desarrollo
en la imaginación, en la fantasía y en los caprichos de individuos llamados artistas desconectados de la vida y
de las verdaderas funciones humanas.
DAVIUD ARQUITECTO DEL TROCADERO, 1878.

Mientras el arte busca la intimidad del cenáculo y viejas fórmulas, patinando y resbalando sobre el mismo lugar,
tímido y débil con la vista siempre al pasado como un viejo, la industria marcha en adelante con actitud joven y
viril, explorando lo desconocido y descubriendo fórmulas nuevas para aplicarlas a órdenes nuevos,
conquistando, por decirlo así, sus propias formas, y por lo tanto, la industria está mucho más cerca de la
belleza verdadera que el arte, pues está más cerca de la vida.
No es en los estudios de los pintores, arquitectos y escultores, donde se prepara la revolución y la
evolución del hombre, sino que este proceso saldrá de los talleres, de las fábricas, y las formas de hoy nacen al
golpe del martillo o en la laminadora de acero.
Bramante y Miguel Ángel, no construirían hoy San Pedro de Roma, sería Eiffel. De este colosal
embrión saldrá algún día un arte colosal y espléndido que le falta a nuestro siglo y es la arquitectura.
OCTAVIO MIRBEAU, 1898.

O las reglas de un gran arte, o simetría que falsifica el ordenamiento, que daño nos hacen, cómo aliviarnos,
cómo enmendar este mal, cómo hacer al público intervenir útilmente en las cuestiones de un verdadero arte y
hacerlo emprender la buena dirección que ha perdido, que es tan necesaria y tendremos una arquitectura
cuando el público quiera, y para obtener este resultado sólo hay que seguir el método siguiente:
Dar un programa definido, después mejorarlo lo más posible y después, cuando están hechos los
planos que llenen las necesidades, preguntar al artista, o al Arquitecto, o al Ingeniero, o al que los haya hecho,
sea quien fuere, la razón de cada cosa.
Las columnas de esta fachada, ¿por qué?
Los mármoles sobre este muro, ¿por qué?
Los bronces, ¿por qué?
Las cornisas en los entrepisos, ¿por qué?
Las ventanas más chicas aquí, más grandes allá, ¿por qué?
Las puertas multiformes, ¿por qué? Arcos abajo y platabandas arriba, ¿por qué?
Y si él les contesta a ustedes alguna vez: ¡Ah! pero nuestro gran arte nos dice.
No dejen que los engañe, pues la única regla de este famoso arte llamado arquitectura, es el de no hacer nada
sin razón.
VIOLLET LE DUC, 1889.

Traje también la amplificación de una caricatura publicada en un periódico americano, que con algunos toques
nacionales, les dará a ustedes una idea más cabal de mi concepto, con respecto a esta ambigüedad que llaman
"Necesidades Espirituales".
Al propio tiempo, doy las gracias a ustedes por haberme oído pacientemente y a la Sociedad de
Arquitectos Mexicanos que organizó estas pláticas, esperando tan sólo, que del conjunto de opiniones y de la
discusión de estos temas, se llegue a la mejor y a la más útil solución, (cualquiera que sea ésta), de los
problemas de la arquitectura en México.

JUAN O’ GORMAN, Arq.

18
Dibujo presentado por el arquitecto
Juan O’Gorman
Ilustrando su tesis.

Arquitecto

19
MANUEL ORTIZ MONASTERIO

Cada época crea su Arquitectura que es imagen fiel de su modo de vivir y de pensar. La Arquitectura es un
comentario vivo de la existencia humana a través de la historia; es la más completa expresión de la vida de un
pueblo, que deja escritos en sus monumentos, sus luchas, anhelos, religión, costumbres e ideales.
La Arquitectura es el arte de construir la morada humana tomando en cuenta las circunstancias
materiales y espirituales de tiempo, lugar, costumbres y personas.
La Arquitectura es sin duda la más grandiosa y real, de todas las artes debido a su enorme valor social.
Por su doble naturaleza debe satisfacer armónicamente necesidades prácticas e ideales estéticos; debe tener a
la vez fines utilitarios y fines espirituales, pues materia y espíritu tiene el hombre que habita en ella.
La arquitectura alberga al hombre desde que nace hasta que muere; cada uno de los momentos de su
vida transcurre dentro de la Arquitectura; cuando el hombre descansa, estudia, trabaja, se divierte u ora, –es
decir, en el hogar, la escuela, el taller, el teatro o el templo, su vida se desenvuelve, cómoda, higiénica,
agradable o bella, según las cualidades materiales y espirituales de la obra arquitectónica. Es pues, natural, que
ejerza una influencia poderosa en los hombres y en las sociedades.
Siendo indiscutible que la Arquitectura es el reflejo fiel del modo de vivir y de pensar de un pueblo, no
es menos cierto que por medio de la arquitectura se educa, se moraliza y se mejora una sociedad.
Un gran pensador ha dicho: "hacemos nuestros edificios y ellos nos hacen ha nosotros".1
He aquí la clave del enorme papel social de la arquitectura.
Lecorbusier termina su obra titulada "Vers une Architecture" con este terrible dilema: –¡"Arquitectura o
Revolución"! con lo que da a entender que, o resolvemos la casa, la escuela, la granja, el taller, en una palabra,
los organismos arquitectónicos en que se desenvuelve la vida de nuestros obreros, de nuestros campesinos y
proletarios, haciéndola cómoda higiénica, agradable y aún espiritualizándola, o la arquitectura será culpable de
la tremenda revolución social que acarrearía el dejar por más tiempo pendiente el problema humano más
culminante en la época actual.
Lo anterior no significa que el problema de la casa popular, no obstante su trascendencia, sea el
problema único que deba resolver la arquitectura actual.
Desde fines del siglo pasado se viene abordando enérgicamente la resolución de este problema,
especialmente en Inglaterra, Francia, Bélgica, y en general, en los países más importantes del mundo.
Antes de la gran guerra ya se habían dado pasos de importancia en legislación y construcción de casas
para el pueblo.
Hace cerca de medio siglo que el estado y la sociedad vienen ocupándose muy seriamente de resolver
el problema arquitectónico de la habitación del proletario; sin embargo en México, antes de ahora poco se ha
hecho.
Tiene razón el compañero Legarreta en lanzar una filípica contra los propietarios de las casas de
vecindad de nuestros barrios, –tiene razón de pedir una dictadura sanitaria que arrase las viviendas malsanas y
obligue a los propietarios a construir viviendas higiénicas y cómodas para nuestro pueblo.
Hay que estar de acuerdo que sería un "desideratum" el que la mayoría de nuestro pueblo viviera de
una forma más humana, fuera propietario y no-inquilino.
Para realizar esto son indispensables tres factores: -EL ECONOMICO, EL INDUSTRIAL Y EL
ARQUITECTONICO; capital a bajo rédito y grandes plazos. Construcción industrial de la "Casa serie"
(metálica?... concrecional?) fabricada como los automóviles Ford, por grandes organizaciones industriales y
cooperativas. La labor del Arquitecto consistiría en resolver adecuadamente el organismo funcional de los
diversos tipos de casas, en estudiar los fraccionamientos o Ciudades Jardines en los cuales se armarían estas
casas y sobre todo en la manera en que con las diversas piezas sólidas de la fábrica se pudiera realizar el
milagro arquitectónico de construir la morada humana tomando en cuenta las circunstancias materiales y
espirituales de tiempo, lugar, costumbres, y personas, es decir: haciendo un "HOGAR" y no una "MAQUINA
PARA HABITAR".
Hay que tener presente el bello proverbio árabe que dice: "Si tienes dos panes vende uno y compra
azucenas que embalsamen tu estancia".
Además de resolver en la forma m s humana, más amable, más bella posible la casa del obrero y del
campesino, tiene la arquitectura amplio campo en que e ejercer su influencia social en la escuela y en la fábrica.
La casa, la escuela y la fábrica son los puntos en que se apoya el mejoramiento obrero y el día en que
éste cuente con una verdadera casa, en la que su cuerpo y su espíritu encuentren bienestar y descanso, –con
escuelas para sus hijos que serán como la prolongación del hogar y con fábricas en las que no sólo las
máquinas se alojen funcionalmente, sino que el obrero tenga un ambiente agradable, sano y atractivo, –
entonces la arquitectura habrá dado un paso trascendental en la realización del bienestar y felicidad humanos.
1
---Churchill.--- Morning Post. London, 26 de julio de 1924.

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En igual forma que la arquitectura ejerce su acción social sobre el obrero por medio de la casa, la
escuela y la fábrica, la ejerce sobre todos los hombres por medio del complejo arquitectónico moderno.
Las catedrales, los monumentos conmemorativos y funerarios, los parques y plazas, los teatros, los
estadios, los edificios administrativos, los palacios y residencias, los hoteles, los bancos, los hospitales, las
cárceles, etc., etc., lo mismo los edificios o monumentos en cuyo funcionalismo predomina la parte espiritual y
emocional como son los templos y monumentos conmemorativos, que aquellos en que el funcionalismo es
esencialmente utilitario, como son los edificios comerciales, todos ellos reflejan el modo de pensar, las
costumbres y gustos de los países, ‚pocas y hombres que los realizaron pero a la vez ejercen una acción social
refleja en los pueblos que los construyen.
La época actual exige una nueva arquitectura. Las ideas sociales han sufrido un cambio radical; los
inventos han creado nuevas exigencias en la vida; los nuevos materiales y procedimientos de construcción
exigen nuevas formas y nuevas soluciones constructivas.
Los programas arquitectónicos modernos con su complejidad funcional creciente, no solo en lo que se
refiere a la parte distributiva sino fundamentalmente a sus equipos, requieren soluciones nuevas a fin de que los
edificios además de tener una distribución que satisfaga las necesidades del programa, est‚ construido de tal
forma que sus sistemas circulatorios de agua, electricidad, aire, etc., están debidamente dispuestos; además el
uso del acero y del concreto armado exigen así mismo una nueva expresión constructiva.
La arquitectura ha atravesado en los últimos años por una ‚poca de transición, en la que se han
sucedido numerosos ensayos y rectificaciones tratando de orientarse hacia el verdadero arte, que es "anhelo
constante para realizar la perfecta identificación de LA FORMA y la materia".
Siempre han existido en arquitectura dos escuelas o tendencias opuestas: la "lógica o racional" y la
"tradicionalista". El abuso de la imitación mal entendida de las viejas arquitecturas, ha provocado la reacción
correspondiente en el mundo entero en forma de anti-tradicionalismo. Este sentimiento ha venido a reforzar la
"lógica o racional" la que con m s vigor que nunca ha cuajado definitivamente en reacción u oposición con el
nombre de "FUNCIONALISMO".
FUNCIONALISMO Y TRADICIONALISMO, he aquí los dos campos de acción de la arquitectura.
La arquitectura, dicen los "funcionalistas", debe crear estructuras que satisfagan las necesidades
materiales de un problema dado en la forma más eficiente posible, usando procedimientos de construcción
modernos y económicos y dejando éstos aparentes para que la arquitectura sea sincera, racional y exprese
francamente la función que esta realizando. ¡Nada de ropajes, nada de engaños! ¡La verdad desnuda! ¡Abajo
las viejas formas de que ya está cansada la humanidad! ¡No más siglo XVIII de Francia, no más
Renacimientos, ni góticos, ni coloniales!
¡No más carnaval arquitectónico en las ciudades!
Los más radicales niegan espiritualidad a la arquitectura, a la que no llega Lecorbusier el apóstol más
fuerte de la reacción.
Dice Lecorbusier: "La arquitectura tiene destinos muy altos, susceptibles de sublimidad; ella toca los
instintos más brutales por su objetividad y solicita las facultades más elevadas por su abstracción misma. La
abstracción arquitectónica tiene de particular y magnífico que enraizando en el hecho brutal se espiritualiza".
Por lo pronto no veo inconveniente en aceptar que a una tendencia se le llame "FUNCIONAL" y a la
opuesta "TRADICIONAL" sin que esto significa que la segunda haya por sistema olvidado que los edificios
antes de tener la pretensión de ser expresivos, deben ser cómodos y bien equipados, en una palabra:
“funcionales”.
En nuestro caso “FUNCIONAL” y “TRADICIONAL” nos definen bien los campos. En el uno se llega a un
extremo que es el abuso de la "función" y el segundo se llega al extremo contrario que sería el olvido de la
función, por obtener una expresión plástica "tradicional" premeditada.
Por lo pronto estos términos no nos parecen equívocos como lo asienta el inteligente publicista y fuerte
crítico de arte, don Federico Sánchez Fogarty en su artículo "Efectivismo" publicado en el último número de
"Imagen". Propone llamar "EFECTIVISMO" al "Funcionalismo" y "EFECTISMO" al "Tradicionalismo".
Por el momento discutir los términos es secundario; lo fundamental es penetrar profundamente en los
conceptos y aclarar errores básicos que tienden a desorientar y entorpecer la acción colectiva arquitectónica.
Se acusa a la escuela TRADICIONALISTA de conformarse con copiar o mal imitar las arquitecturas
pasadas, sin preocuparse por las necesidades funcionales de la obra, ni de que su plástica corresponda a los
materiales y procedimientos de construcción usados.
En el siglo XIX el procedimiento de construcción siguió siendo estereotómico o de piedra aparejada. Los
Arquitectos, salvo algunas excepciones, siguieron el camino de la imitación de los estilos anteriores.
Desgraciadamente la imitación de los estilos del pasado ha consistido en muchos casos en la
IMITACION DE PECULARIEDADES y no en la imitación de aquellas cualidades que no son Romanas,
Francesas o Góticas, sino esenciales en toda buena obra arquitectónica. Hay que imitar lo que es común a
todos los estilos y no lo que los distingue uno de otro. Por este camino la imitación lleva a la creación.

21
¿Quién puede negar que el glorioso Renacimiento fue una época de creaciones por el camino del
estudio e imitación de los clásicos?
No obstante que desde el último tercio del siglo XIX se comenzaron a erigir estructuras de hierro,
verdaderamente fue en los últimos años que este sistema y muy poco después el concreto armado se aplicaron
con cierta amplitud en las construcciones.
La construcción estereotómica sufrió una modificación trascendente; los edificios se construyeron con
un esqueleto de fierro o concreto armado y forrados con muros pétreos aparejados. Los afiliados a la escuela
"TRADICIONALISTA" siguen buscando la creación arquitectónica a través del estudio e imitación de los estilos
pasados.
¿Puede aceptarse esta actitud de los tradicionalistas o debe proscribirse toda imitación por racional que
sea?
En la actualidad a tres pueden reducirse los sistemas de construcción generalmente usados:
1o. SISTEMA PETREO APAREJADO.
2o. SISTEMA MIXTO consistente en esqueleto de hierro o concreto armado y muros pétreos
aparejados. (Sistema de transacción).
3o. SISTEMA CONCRECIONAL O MONOLITICO.
Y finalmente, aún cuando todavía está en embrión, SISTEMA METALICO INTEGRAL (a base de
estructura y placa).
En los sistemas de aparejo de piedra, aún cuando la arquitectura
no puede dejar de ser funcional, podrá aceptarse la creación arquitectónica a base de imitación tradicional, no
de la copia de ropajes decorativos. No puede exigirse a los técnicos que con arquitectura de piedra imiten las
formas eminentemente racionales y sinceras de la arquitectura concrecional.
En cambio, al usarse el sistema concrecional o metálico debe proscribirse en lo absoluto toda imitación
de estilos pasados y generarse las nuevas formas como una consecuencia lógica de las necesidades de
distribución y estabilidad.
Las formas útiles y estables modeladas plásticamente quedan unidas en un todo volumétrico (la
arquitectura es esencialmente volumen) que es generado por la distribución del edificio y en el cual, por medio
de los factores: proporción, balance, simetría, claro obscuro, color, etc., se busca la belleza por la modelación
de las formas racionales, es decir, resistentes y útiles.
En arquitectura el camino de la belleza es lo útil y lo estable. Sin FUNCIONALISMO es decir, sin crear
un organismo que funcione en su parte distributiva, que sea "lógico" en su construcción, que sea también
funcional en sus equipos mecánicos, eléctricos, etc., no se puede llegar a la BELLEZA, es decir, al verdadero
ESPLENDOR DEL ORDEN, sin esto último, sólo habremos alcanzado la BELLEZA ORGÁNICA O
FUNCIONAL que es un grado mucho más bajo, y constituye el CARÁCTER que no es más que la expresión de
un organismo o máquina que funcione eficientemente y acusa en su forma esta eficiencia.
Un árbol, por ejemplo, tiene belleza orgánica en cuanto el tronco, las raíces, las ramas, hojas y flores
tienen la forma y las dimensiones m s apropiadas para la función que desempeñan; pero el color, la forma de su
follaje, el agrupamiento y distribución de sus ramas y de sus flores, son elementos de belleza plástica y
finalmente la parte espiritual de su belleza está en su oculto funcionamiento vital, en el divino misterio de la
savia, que extraída de la fecunda tierra por la raíz, se transforma en oro, ámbar y seda en los pétalos de sus
flores bajo el soplo de la creación divina.
Como conclusiones, respecto a la orientación de la arquitectura en México, me adhiero a las propuestas
por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, Presidente de la S.A.M. en el editorial de nuestra revista "El
Arquitecto", del mes de Agosto último":
"Existe un caos arquitectónico en México."
"Debemos apoyar a la comisión de arquitectura creada por la Ley de Planificaci¢n".
"La creación de esta comisión constituye un paso hacia el mejoramiento".
"Debemos disciplinarnos y ponernos de acuerdo en la orientación de la arquitectura".
"Esta no puede ser más que una: la más moderna, seria y avanzada que podamos hacer, valiéndonos
de los materiales de hoy y de los elementos constructivos que el progreso ha puesto en nuestras manos".
"Haciendo nuestras plantas con criterio nuevo".
"¿Y la arquitectura tradicional?"
"Debemos conservar las construcciones de otras épocas que tengan un verdadero valor".
"En el caso de nuevas construcciones adosadas a aquellas, haremos que armonicen y que
complementen, dando valor y completando el conjunto, hasta haciendo arqueología si es necesario".
"Haremos el papel de restauradores"
"En el caso de construcciones en lugares nuevos, sin carácter definido ni tradicional, haremos la
arquitectura de nuestra época".
"Seguir falsificando lo colonial, es criminal; hará que todo lo de ese estilo nos parezca odioso".
"Haciendo la arquitectura de hoy, nos habremos colocado en nuestro sitio".
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Sólo quiero agregar los siguientes puntos trascendentales:
Así como no hay derecho para imponer el materialismo histórico como criterio filosófico único en la
Universidad, tampoco hay derecho en la creación arquitectónica para imponer como exclusivo el criterio
funcionalista radical.

Octubre 12 de 1933.

MANUEL O. MONASTERIO, Arq.

Arquitecto
SALVADOR RONCAL
CONFERENCIA LEÍDA EN LA “SOCIEDAD DE ARQUITECTOS MEXICANOS”

FUNCIONALISMO

En todas las época la arquitectura ha sido funcional, si por funcional se entiende la cualidad de llenar el objeto
para el cual fue hecha. La función por lo tanto, será de dos especies: 1º Función respondiendo a las
necesidades de utilidad material. “2º Función respondiendo a las necesidades de utilidad moral. Cuando un
edificio muestra en su planta y en su alzado el objeto o fin con el cual fue hecho, decimos que tiene carácter. El
carácter, es pues, la manifestación de la función.
A propósito de arquitectura funcional se nos viene a la imaginación un artículo que leímos últimamente
en el periódico ”EL Arquitecto”, del último mes de agosto, en el cual se vierten los siguientes conceptos: “Pronto
pasará esta apoteosis maquinista que no es más que un histerismo universal cuya crisis padecemos ahora; y el
pensamiento y la inteligencia podrán recuperar hegemonía, pese a la vergonzosa abdicación de que se hacen

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artificialmente víctimas” . ¿Qué, acaso, preguntamos nosotros, en el maquinismo no se emplean el
pensamiento y la inteligencia como en cualquier otra actividad, como factores humanos para desarrollarla? ¿Y
por qué llamar histerismo a una corriente racionalista cuya razón se encuentra en los progresos de la industria
que trae consigo el desenvolvimiento de la técnica? Nosotros no vemos claudicación ninguna en seguir los
progresos de los métodos constructivos cada vez más y más científicos y por lo tanto cada vez más y más
técnicos.
Dice además, al artículo a que nos hemos referido antes, lo siguiente: “Si la arquitectura fuera
puramente funcional tendría el mismo mérito que una caldera o que un émbolo. la verdadera arquitectura es
aquella que emblemáticamente va más allá de la función, en un anhelo ascendente de superación ideal”.
Nosotros no aceptamos la comparación de la arquitectura con una caldera o pistón. La comparación es
caricaturesca y como las caricaturas nunca han sido buenos argumentos para ser empleadas en la
investigación de la verdad, la comparación no es aceptable. Es desconocer la infinita complejidad de la
naturaleza humana el pensar que pueda amoldarse a una habitación que funcione como máquina; los que
piensan que la casa del porvenir será la “machine a vivre” nos producen hilaridad. No hay más que pensar en el
alma humana, darse cuenta de lo imposible que es reducirla un cartabón y se verá que casa y arquitectura que
llene las necesidades no únicamente materiales, sino también espirituales, ya sean estas estéticas, filosóficas o
morales; y a la omisión de este último requisito se debe que el articulismo haya escrito lo siguiente: “La
verdadera arquitectura va más allá de la función y a esto contestamos: no, nosotros creemos que la
arquitectura no debe ir más allá de la función. Este anhelo ascendente de superación ideal, debe quedar
incluido dentro de la función. Ese anhelo ascendente de superación ideal, debe quedar incluido dentro de la
función, ya que hemos sentado que la verdadera arquitectura debe llenar las necesidades morales.

LA BELLEZA
Henos aquí ante un problema que ha sido objeto de discusión y de estudio desde hace muchos siglos.
¿Qué es la Belleza? Desde luego podemos decir que hay dos clases de Belleza: 1º La Belleza en abstracto, la
Belleza metafísica. 2º. la Belleza en concreto, la Belleza aplicada a un objeto, y es de esta última de la que nos
ocuparemos aquí. Todos los grandes pensadores de la humanidad, Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo
Tomas, Kant, etc. se han ocupado de la Belleza; todos vosotros conocéis sus conceptos, por lo tanto no
pretendo deciros nada nuevo; sin embargo, de entre las definiciones de la Belleza hay una que llama
particularmente la atención, y es la siguiente: es bello todo aquello que más se acerca al prototipo de la especie
de la cual forma parte. Así un hombre será tanto más hermoso cuanto más cumplidamente presente las
características de virilidad física y moral que lo hace que se aproxime al prototipo de su sexo; igualmente, una
mujer es tanto más bella cuando reúne en más alto grado las características de feminidad física y moral que la
convierten en el prototipo femenil.
Si aplicamos este concepto a la arquitectura, diremos entonces que un edificio es tanto más bello
mientras más se acerca o reúne las características funcionales del destino para el cual fue hecho. Veamos
pues, que esto equivale a decir que la belleza en arquitectura se reduce al carácter. un edificio será bello si
tiene carácter, y como antes dijimos que tener carácter ser funcional, llegamos a la conclusión QUE LA
ARQUITECTURA MAS BELLA ES LA MAS FUNCIONAL. Es decir, que coincidimos con lo que el gran escultor
Rodin hablando de la belleza: “El carácter es la manifestación de la verdadero”, y si tenemos en cuenta lo que
dijo Platón de “que la Belleza es el esplendor de lo verdadero”, deducimos que la Belleza está íntimamente
relacionada con el carácter.

EL SIMBOLISMO EN ARQUITECTURA.
símbolo es la expresión de una idea filosófica, moral o ética, por medio de algo sensible a nuestros
sentidos. Hablando del simbolismo se nos viene a la cabeza la lamentable confusión en que incurren muchos
de los artistas modernos, sobre todo los pintores y escultores; para esto, hay que aclarar dos conceptos; 1º Una
cosa es el simbolismo del arte y otra es el arte del simbolismo; así, por ejemplo: la bellísima estatua de la
Noche de Miguel Ángel es antes que todo una obra de arte, es decir, tiene carácter. La estatua revela la
exuberancia de vida fisiológica que el artista ha impreso en ella, pero no olvidar que para el ojo del que
desconozca dicho simbolismo, esta obra es cuando menos una maravillosa escultura de mujer, es decir, antes
que todo es arte, y después símbolo; podría tomarse esta estatua como genuinamente representativa del genio
plástico occidental, que, como todos sabemos, es de constitución esencialmente naturalista.
2º Como polo opuesto a este arte, tenemos el arte oriental, el arte del simbolismo; así por ejemplo:
entre los japoneses, cuya escritura es simbólica, el sol que es un círculo lo representan por un cuadrado y la
luna que a veces aparece como un creciente, lo representan por un rectángulo, el cuadrado y el rectángulo no
son ya el sol y la luna, sino los símbolos de ellos. Y si así comparamos los diferentes símbolos, como la
representación del árbol y otros elementos naturales, veremos que no son ya las cosas naturales reproducidas
tal cual son sino traducidas en lenguaje simbólico; pero al mismo tiempo, estas representaciones son
hermosas, son artísticas, y ahí tenéis, pues, el arte del simbolismo; antes que todo son símbolos y en segundo
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término son arte; como conclusión tenemos: No confundir el simbolismo del arte, como en las escrituras
orientales y esta confusión la han sufrido algunos de los pintores modernos. Entre ellos hay uno que ha
pretendido simbolizar las razas oprimidas de nuestro país deformando la figura humana en forma ovalada para
mostrar que, la esclavitud las ha convertido de sanas que eran, (simbolismo el circulo) en abyectas (símbolo el
óvalo). Todo esto mezclado con detalles anatómicos de observación netamente occidental que produce
hibridismo de concepción, partido mal definido, es decir, se ha confundido el simbolismo del arte con el arte del
simbolismo y se han mezclado entre sí estos dos conceptos, lo cual da por resultado en la realización de la
obra, deformidades inexpresivas.
Una vez hecha esta aclaración pasemos a estudiar el simbolismo en arquitectura. El simbolismo en
arquitectura es un resultado de su función esto que, símbolo significa expresar por cualquier medio sensible
algo moral e intelectual. Como hemos dicho anteriormente que el aspecto moral es una de las partes de la
función, se deduce que el simbolismo arquitectónico es un parte de ella.
Pero veamos que es lo que la arquitectura quiere simbolizar. en todas las épocas de la humanidad, las
artes tienen un aspecto simbólico que las hermana, y este simbolismo tiene que expresar los gustos,
costumbres y necesidades morales de la época a que pertenece; por lo tanto si volvemos la vista al presente no
se nos escapa que después de la catástrofe llamada “Guerra europea”, el mundo ha dado un movimiento de
flanco presentándonos michas miserias antes escondidas o disimuladas por el capitalismo. Todas las clases
sociales se han visto unidades por las mismas desgraciadas, por los mismos dolores y por las mismas
necesidades. El trastorno económico es universal, hemos visto clases privilegiadas reducidas a la miseria; pero
pocos miserables encumbrados a la grandeza. El mundo se ha democratizado y en ciertas partes, como en
Rusia, se ha socializado. ¿Qué deducir pues de todo esto como resultado en conjunto para ser simbolizado por
la arquitectura moderna?.

LA MISIÓN DEL ARQUITECTO


¿De este caos cual deberá ser la tendencia u orientación que la arquitectura al tomar en cuenta las
diferencias o accidentes característicos de raza, costumbres, necesidades, clima, etc. simbolice sin embargo
las tendencias morales de la humanidad, y si estas tendencias son bien definidas como se ve claramente al
echar una ojeada al mapa social del mundo? ¿Cómo resolver el aspecto moral del problema en toda su
plenitud, y si esto no es posible, por qué no concentrar la mayor energía reconstructora en las más apremiantes
necesidades, las materiales y que dada la indiscutible estandarización de ellas en la época actual son las más
fáciles de resolver? La sociedad actual necesita reorganizarse y el Arquitecto tiene por misión estudiar la visa
del hombre moderno, llenando estas estén bien definidas en la mas social, pues de otra manera andaremos a
tiendas e la interpretación de ellas. La estética actual carece de orientación fija . Tan pronto nos topamos con
individuos que preconizan la Belleza metafísica universal como luego entramos personas que quieren hacer
abstracción de ella. En conclusión. nosotros creemos que el Arquitecto de suministrar los medios para resolver
las necesidades, primero materiales, tales como: amplitud, capacidad, iluminación, higiene, etc., sin las cuales
no es posible la salud del cuerpo y como los antiguos dijeron: “Alma sana en cuerpo sano” tampoco será
posible la salud del espíritu. En cuanto a las necesidades de orden estético, es difícil que el Arquitecto pueda
llenarlas en su plenitud por estar sujetas a multitud de variaciones según se ha podido observar en la práctica.

EL ESTILO
Llámase en una época en arquitectura a la clasificación arquitectónica de un tipo de construcción en
una época dada. Así decimos estilo gótico aplicable a la serie de edificios que reúne las mismas características
están sujetas a los sistemas constructivos y técnicos de dicha época, así como a los materiales que se dispone.
Influye también en el estilo de una época las tendencias morales de ella, y el sistemas constructivos, como
consecuencias de una técnica basada en el progreso de la ciencia aplicada y el conocimiento de las leyes
según las cuales trabajan los materiales. ¿Quiere esto decir que claudicamos del simbolismo en nuestra
arquitectura? De ninguna manera; lo que sucede es que nuestra época es la menos simbólica de todas, ya que
se encuentra acosada por urgentísima necesidades de orden material, económico y social, Es indudable que
los problemas arquitectónicos más eminentemente simbólicos como el religioso y el conmemorativo, son los
problemas más deficientemente resueltos por la arquitectura moderna, hace que un templo aunque bien
resuelto en sus necesidades materiales no nos satisfaga ni produzca emoción alguna en la parte moral, que en
estos edificios es la más importante. Reconozcamos pues, que aún estamos lejos de llegar a una técnica lo
suficientemente expresiva para reemplazar a la antigua tradición. Habrá que renovar la iconografía
conmemorativa y religiosa, y esto es obra del tiempo y no se improvisa.

ESTANDARIZACIÓN
Si nuestra época ha sido definida como la época de la técnica, así como Roma lo fue del imperialismo y
Grecia de la filosofía, tendremos que aceptar como consecuencia de dicho sistema técnico la supresión de todo
lo que sea capricho, innecesario, superabundante y frívolo en las construcciones y esto nos lleva a la
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estandarización. No se crea, como muchos pretenden, que la estandarización quiere decir monotonía; he aquí
una de las ventajas que se reúnen en la estandarización.
Unificación de los medios de producción; métodos y material. No se propone realizar una absoluta
uniformidad, la cual significaría un desconocimiento de los medios, temperamentos y condicionamientos de vida
o de trabajo, sino suprimir las variedades inútiles y generalizar en cuanto sea posible las mismas concepciones,
iguales aplicaciones e idénticos procedimientos técnicos, porque existe gran diversidad de métodos y de
instrumentos de producción debidos al azar o al capricho, la cual puede ser substituida ventajosamente por
varios tipos escogidos. La reducción de las variedades inútiles simplifica la producción de material y permite
operar una reducción correspondiente en las construcciones, las máquinas y el personal facilita la utilización de
herramientas y el cambio de piezas,. Permite la continuidad de un mismo trabajo en lugares distintos.

México , D.F. , a 5 de octubre de 1933.

SALVADOR RONCAL, Arq.

Arquitecto
FEDERICO E. MARISCAL
ARQUITECTURA
Arquitectura es el arte de construir la morada del hombre. ¿Qué es “ARTE ” y más aún, qué es hombre?
Satisfacer necesidades humanas implica, siempre, llenar aspiraciones espirituales o inmateriales que la
imaginación deriva del “YO” humano, por intuición, aún cuando puedan materializarse, como se materializan los
recuerdos, en cosas en apariencia, muy alejadas de la idea que recuerdan.
No hay principios entre los modernos que no hayan existido siempre, como fundamentales en Arquitectura:
pero sí puede haber siempre ARQUITECTURA MODERNA precisamente porque el hombre no ha cambiado
fundamentalmente desde que existe; pero sí ha MODIFICADO las condiciones o ambiente de su existencia.

*El “funcionalismo” puede ser entendido con claridad y aplicable a lo que desea el hombre de nuestros días
para la arquitectura; pero no es un principio nuevo, se puede comprobar realizado, en todos los tiempos que
han tenido una producción arquitectónica que merezca ese nombre.
FUNCIÓN , es sinónimo de..... “movimiento o acción vital.....”; de actividad propia de un oficio o de un órgano de ser
vivo y también,..... “razón de existencia.....” Por tanto, en arquitectura, no puede referirse la palabra “función”
sólo o VERDAD , o a cualidades puramente estáticas, sino a ACTIVIDAD , que implica..... “COMBINACIÓN DE PARTES DE UNA
OBRA QUE REALIZAN DE CONSUNO, UN FIN DE CONJUNTO .....” Ejemplo: no basta a un pilar soportar “ BIEN ” una carga; es
indispensable que se combine con los demás elementos, para de..... “consuno con ellos”, realizar la FINALIDAD
TOTAL ; estática y estética.

*O se afirma que existen las Bellas Artes y se les confunde con las industrias, o la arquitectura deja de ser Bella
Arte si se le limita a satisfacer necesidades materiales, y por tanto, a no referirse al ser humano en su totalidad.
Si la FUNCIÓN y el FUNCIONALISMO ARQUITECTÓNICO, se conciben de manera completa de acuerdo con el origen del
significado de estos términos, implican que el Arquitecto logre la belleza arquitectónica, al tratar de cumplirlos

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puesto que, cada parte, es ideada y realizada a fin de que actúe satisfaciendo su objeto, combinado de manera
tal de llenar un “FIN DE CONJUNTO”, y como el hombre no hace su morada siempre igual, precisamente porque
varían las condiciones de su existencia, obedeciendo a impulsos y anhelos internos y externos a la vez, al
obtener el perfecto acuerdo entre lo intuido y lo expresado, realiza la belleza, que no es más que una forma de
su ideal.
La orientación de la arquitectura en México, no debe obedecer a nada diferente respecto a la orientación de la
arquitectura en cualquier otro punto de la tierra. Los principios que la rijan, deben ser los mismos; pero el
adiestramiento en el arte, tiene que tener las modalidades que el medio nuestro, necesariamente requiere. No
basta conocer los principios, es necesario aprender a practicarlos.
Las artes plásticas sólo se aprenden con el ejercicio práctico. La arquitectura, construyendo. Pero el Arquitecto,
como todo artista, necesita el ensayo, antes de la realización definitiva, y por esto, DIBUJAR y MODELAR .
Es muy difícil establecer la relación exacta entre el dibujo y la obra, y sólo por el constante paso de la obra al
dibujo y del dibujo a la obra, se llega a tener éxito, que significa: HACER LO QUE SE QUIERE Y SABER QUERER. Cada día
serán más inútiles para el Arquitecto, las estampas y fotografíaas, y más útil, VER, PALPAR Y DIBUJAR , las obras
realizadas, al propio tiempo que REALIZAR las obras dibujadas. Por eso influyen, y deben influir las obras
realizadas en un país, en la arquitectura del mismo, y sólo después de ellas, las realizadas en otros, siempre
que sean vistas y dibujadas por aquellos que resientan su influencia. La abstracción debe venir después de la
observación directa y la experiencia.

En todos los tiempos, los problemas de la cultura general, han influido en el Aequitecto, porque son problemas
de la vida del hombre; y el Arquitecto, debe sin cesar aprender a conocer al hombre TOTALMENTE . En los últimos
tiempos es evidente la influencia que el problema llamado social, en sus aspectos político y económico, ha
tenido en la obra arquitectónica, y a su vez, la solución de estos problemas ha correspondido, en gran parte al
Arquitecto: EL ALOJAMIENTO , LA PLANIFICACIÓN , LAS CIUDADES JARDINES , LA FÁBRICA , EL “OFFICE ” BUILDING, que significan la
solución fundamental de los problemas de DIFERENCIACIÓN DE CLASES ; de REPARTICIÓN DE LA RIQUEZA ; de RELACIÓN ENTRE
LA PRODUCCIÓN Y EL CONSUMO , traducidos al lenguaje arquitectónico moderno.
Deagraciadamente, en todo ser que progresa, se observa alguna retrogradación; por eso el hombre, que
indiscutiblemente ha progresado, en la época moderna presenta síntomas en que retrograda al INSTINTO GRGARIO,
AL DE LA HORDA o “CLAN ” que se traduce en arte, por someterse voluntariamente y sin análisis a la Moda, huyendo
de todo lo que..... “huela a viejo” y copiando servilmente todo lo que..... “huela a nuevo”, aunque sea malo, y
tenga que desecharlo al cabo de poco tiempo.
Confiemos en la experiencia de los demás; pero con discernimiento, si queremos aplicar bien el precepto
“FUNCIONALISMO ”. Hagamos arquitectura en la cual todo tenga su razón de ser y obedezca a una actividad que le
es propia: a un fin que debe ser común a todo el conjunto, y que, en arquitectura, no puede ser otro que
satisfacer los anhelos del hombre actual, para su morada.

México, 19 de octubre de 1933.

FEDERICO E. MARISCAL , Arq.

NOTA .–
El orden de las respuestas en relación al cuestionario fué alterado por estimar el autor que en la forma
desarrollada anteriormente, existía un enlace mejor.

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INGENIERO CIVIL
RAUL CASTRO PADILLA

TRABAJO LEIDO EN LA SOCIEDAD


DE ARQUITECTOS MEXICANOS LA
NOCHE DEL 7 DE DICIEMBRE DE 1933.

SEÑORAS Y SEÑORES:

La Sociedad de Arquitectos Mexicanos ha tenido el rasgo gentil de coronar sus pláticas arquitectónicas con una
sesión de discusiones libres. Aprovecho y agradezco la hospitalidad, y entro desde luego en la justa rompiendo
lanzas contra los preconizadores del propuesto desconcertante divorcio entre la Arquitectura y la Belleza.
Si a cualquier punto cardinal debe apuntar a la arquitectura moderna es hacia el de la belleza, porque el
desideratum del hombre de todas las edades y de todo los tiempos ha sido esta dualidad: SABER Y SENTIR, y
por esta dualidad innata en él ha erigido los colosales edificios de la ciencia y el arte. Por la ciencia se SABE;
por el arte se SIENTE.
Ahora bien; si arquitectura es el arte de construir ordenada, sólida y expresivamente la morada del
hombre, no puede ignorarse que el hombre en su proceso fatal de mejoramiento pide cada vez con mayor
ahínco, mientras más alto es su grado de cultura, belleza.
La belleza es una necesidad del hombre culto, necesidad imperiosa como comer, como dormir, como
palpar. Y puesto que el funcionalismo es una consecuencia lógica e inseparable de la necesidad, la razón se
desquicia al enterarse de que hay Arquitectos que a si mismos se llaman funcionalistas, y abominan de
satisfacer en la expresión constructiva de la morada del hombre, la función, la necesidad, el ansia infinita de
belleza del hombre que ha cultivado su intelecto. Que la casa, el edificio, la calle, la ciudad, deban ser
adaptados, bien adaptados, PREFERENTEMENTE ADAPTADOS para cubrir las necesidades de comodidad e
higiene, no excluye, que sin menoscabo de esto, cubran también la necesidad de rodear, de envolver la vida del
hombre en un ambiente que tranquilice y satisfaga y aún sublime su vida espiritual. Si ellos no sienten la
necesidad, al menos que no lo nieguen.

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Contemplando desde esta última sesión, como desde una cumbre, el panorama desplegado
polícromamente por los anteriores sustentantes, parece que el campo no es tradicionalista en el sentido de
copiar las formas a que dieron lugar las ideologías o estructuras y materiales hoy muertos o en desuso, sino
funcionalista en toda su extensión y que la verdadera divergencia estriba en si deben satisfacerse las
necesidades un tanto imprecisas intelectuales del hombre o debe atenderse únicamente a las necesidades
físicas, tangibles y definidas. Se ha tratado de bautizar en pláticas pasadas a estas dos clases de
funcionalismo, pero a mi modo de ver ninguna de las designaciones propuesta llena perfectamente la misión de
diferenciarlos en cuanto a la naturaleza misma de las tendencias. Echaré aquí también mi cuarto a espadas
proponiendo que se denominen “funcionalismo animal” y funcionalismo humano”, por cuanto que uno se refiere
a la naturaleza material o irracional del ser, mientras el otro tiene en cuenta a la vez lo material y lo subjetivo,
que integran juntos, la naturaleza humana.
El funcionalismo animal arquitectónico ha llegado ya a la meta de erigir edificios absolutamente
desprovistos no sólo de belleza, sino aún de algo parecido a una simple preocupación remota por lo bello. La
Escuela Primaria, en la colonia Altavista, son ejemplos de una arquitectura de funcionamiento peristáltico, que
queriendo aparecer sincera, no expresa más que pauperismo, y miente alardeando y subrayando su fealdad.
Conocí la gran casa de nuestro gran Diego por curiosidad. La hijita de un amigo mío, al pasar en su
coche por la plazoleta que circunda el hotel y restorán San Angel Inn, preguntó con asombro si aquello era la
casa del diablo, lo que indica que el carácter, uno de los factores de la belleza tenido en cuenta por la anticuada
e inservible estética, no andaba tan perdido, puesto que una pequeñuela por el simple aspecto de la fábrica
concluyó que era una casa, aunque le pareció, también por el aspecto, que era del diablo, y buena diferencia va
del Diego al Diablo. Se trata de dos cajas boca abajo, montadas en zancos, y ligadas entre sí por un puente
esquemático que no llena la función de preservar de la intemperie a los que pasan de una caja a la otra. El
colorido en las fachadas es francamente estridentista. Un cercado de órganos completa y enmarca el conjunto.
No entra en mis intenciones zaherir al autor, lo declaro con franqueza, sino atacar LA TENDENCIA. Es
posible que se tratara de expresar la verdad y puramente la verdad; pero dentro de esa verdad pudo quizás
haberse arreglado la estructura de modo diverso con el fin de producir elementos constructivos más armónicos.
Otro arreglo, por ejemplo, de las columnas sustentantes, pudo haber conducido a construir estas con
dimensiones verdaderas obtenidas directamente de los cálculos, pero algo más robustas que los zancos
mencionados; y si la escalera helicoidal, que aparece en la fachada como una pesadilla, se hubiera estudiado
hacerla de materiales más resistentes al esfuerzo relativo que el concreto, posiblemente se habría obtenido un
elemento más ligero, una masa más equilibrada, algo menos pesado en relación con el resto de los elementos
constructivo. Sobre las formas provenientes de la estructura misma, también tiene influencia el talento, la
técnica y el gusto del proyectista. Y que no se arguya que se buscaron los perfiles más económicos, porque
con números podría probarse lo contrario; se usaron columnas flacas, para subrayar “yo soy una verdad flaca”,
se puso la escalera gorda para gritar “yo soy un elemento verdaderamente obeso”, y se pinto un cajón morado
y otro de rojo ladrillo, con un descuido tan manifiesto, haciendo tan bien visibles los brochazos, que en vez de
verdad hay rebuscamiento, hay alarde, hay la mala intención de extremar todo para aparecer creador de cosas
nuevas.
Mentiras que la Naturaleza, esa infinita madre Naturaleza, manantial inagotable de verdad y de belleza
sea hostil al hombre, si creó la lluvia y el viento, y el frío, ahueco la caverna y encendió el fuego en el bosque
cercano. Un buen funcionalista peristáltico podrá huir de ella refugiándose en sus caparachos de cemento, pero
no se olvidará de abrir un agujero bien amplio para contemplarla. Así “la Casa del Diablo” abre bien los ojos a la
contemplación de los panoramas del Valle.
Y que ojos señores; unos ojos norteños importados directamente de Escandinavia, y de magnitudes
tales como para captar los pálidos fulgores del sol de media noche, y la luz difusa que en esos países se
reparte con cuentagotas. Ha tenido que crearse un elemento arquitectónico nuevo de adaptación a nuestros
cielos azules y a nuestra luz tropical; la cortina, que en la Casa de Diego es de mezclilla proletaria y en las
casas funcionalistas de la clase media vá desde la cretona a la seda. Si en la Escuela Funcionalista ya citada
de la Colonia Industrial, cuyo es el autor no sé, no han puesto de estos adminículos, los pobres muchachos
deben hallarse la mayor parte de las horas como las cursis palmeras de Agustín Lara: borrachos de sol.
Se ha tratado de hacer aparecer en estas pláticas y también ante el público grueso al funcionalismo
animal como flor de juventud. Otra grande falsedad. La juventud estudiosa no reniega de su patrimonio de
cultura y por ende de su buen gusto y de su sensibilidad. No me explico por que el Arquitecto Palafox se
clasificó entre las momias, y porque Monasterio y otros oradores han hecho hincapié en que su espíritu tiene de
par en par abiertas sus ventanas a las auras o las frondas de renovación ; no tienen que decirlo, no tienen que
reiterarlo, ellos han demostrado encontrarse en la época eminentemente creadora que se llama PLENITUD, y
los de la tendencia que el Arquitecto Mariscal llamó de regresión y que la juventud pensante a definitivamente
aquilatado de retroceso o de caducidad, ofrecen una juventud intelectual parecida al sietemesinaje.
Qué fácil dibujar cuadros o rectángulos; que actividad más desprovista de imaginación y de esfuerzo
que pensar en cubos o en paralelepípedos con agujeros y rejas de cárcel, copiando puertas y ventanas y
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elementos arquitectónicos estandarizados por mercaderes e industriales desprovistos de otro ideal que el de
lucro que proviene de la producción en gran escala, y que bien pronto harán sentir su peso económico como
gran lastre a la libertad creadora del proyectista; la composición es un parto cuyo dolor acrece las facultades de
los que llevan dentro de sí el fuego divino de la inspiración y del amor por su arte, produciendo obras definitivas,
la inercia, la rutina, el menor esfuerzo, no son cielos de aurora sino de ocaso, y conducen fatalmente a la
mediocridad.
He llegado al primer punto de resumen propuesto por Pallares: el de la conveniencia de estandarizar las
dimensiones y los diseños de los elementos arquitecturales, provocando así la industrialización de la
construcción, y como se habrá empezado a notar no me inclino hacia la estandarización sin límites. La
estandarización trae las preciosas ventajas de economía y rapidez, y ni sería sensato ir contra ella, ni por otra
parte, sería fructífero puesto que el progreso se impone fatalmente y arrolla a los retardatarios. A lo que hay
que oponerse es a que la estandarización no reconozca límite, y a que los industriales subyuguen al genio
imaginativo del artista convirtiendo al Arquitecto o al Ingeniero en simples y anodinos agentes de ventas de sus
mercaderías. Claro está entonces que de dominar el funcionalismo humano en la arquitectura, la
estandarización vendrá, pero limitada; más si el funcionalismo animal predominare, un desenfreno de la
estandarización es de esperarse, con el resultado consiguiente; esclavitud.
Acerca del otro punto de resumen, el que trata de la conveniencia de transformar la educación o el
aprendizaje de la arquitectura, SI SE ACEPTA EL FUNCIONALISMO ANIMAL COMO PREMISA, expresare el
criterio mío dando un consejo: cierren ustedes su Facultad, y cámbiense en masa a la de Ingeniería. En esta
aprenderán sólidamente y a maravilla como se calcula y como se diseña desde una viga simplemente apoyada
en sus extremos o desde un poste cuya relación de delgadez es inferior a 40 veces el menor radio de giración,
hasta las estructuras indeterminadas como las viga continua, el arco fijo o el de dos rótulas en las que hay que
completar las ecuaciones de equilibrio estático con las que se deducen de la teoría elástica. Y como no se
persiguen las proporciones, la armonía, el equilibrio, la expresión, la euritmia, y se desprecian u olvidan algunas
de las lámparas preconizadas por Ruskin, exactamente como en el cuento de Aladino, una vil sirviente cambió
la lámpara maravillosa por una sin más mérito que la novedad; y como se trata sólo de transportar al terreno
de los cálculos, sin vestir, (entiéndase bien, VESTIR, NO DISFRAZAR), los materiales esparciendo tal como
salen del laminador o el molde pues eso: la ejecución correcta, el procedimiento adecuado, la construcción
perfecta, se aprenden en la escuela de Ingenieros. La Arquitectura y la Ingeniería Civil se divorciaron por el
arte; en el momento en que los arquitectos dejen de ser artistas, vuelven a la ingeniería civil, y encaminan de
frente a la antigua fusión de títulos que se denominó hace muchos años “Ingeniero Civil y Arquitecto”.
Toco ahora un punto importante del resumen: ¿debe promoverse la promulgación de leyes y
reglamentos constructivos tendientes a satisfacer el interés colectivo de preferencia al individual?
Desde luego que sí. Lo justo ha sido siempre satisfacer las ambiciones legítimas de las mayorías, y
posponer el interés del individuo al de la sociedad. Pero no está lo malo en las leyes sino en quienes las hacen
y quienes las ejecutan.
La ley de planeación, tuvo su origen justo en la necesidad social de coordinar el trazo de ciudades,
develando a la anarquía y a la imprevisión. Pues bien; como lo hace el sapo, los inspiradores de ella fueron
hinchándose e hinchándola hasta concluir en un fenómeno teratológico, absorbente, dictatorial, y tan lejano de
la realidad ambiente que anda cazando leones, como Tartarin, no habiendo más que gorras al frente. Se
inventó la palabrita “planeación”, como ahora se ha inventado el vocablo “funcionalismo” para hacer creer en
algo nuevo, cuando planeado por planear en todos los hogares se planea a diario el modo de adquirir los frijoles
al día siguiente. Y el auge del fenómeno en mucho estriba en la circunstancia de que favorece los costosísimos
gastos de expropiación que salen del trabajo de todos nosotros y del sudor de nuestro pueblo para engordar los
bolsillos de los poderosos. Cuando el drenaje y el agua son insuficientes, cuando las polvaredas nos ahogan
atarragando de microbios ofensivos el organismo; cuando la irrigación que afecta a la industria-esencia del país
se halla en pañales; y las comunicaciones son tardías o caras o defectuosas; cuando en pocas palabras, en fin,
no se cumple con el programa básico de obras públicas de todo pueblo civilizado, se piensa y se ejecuta el
ensanchamiento de avenidas con expropiaciones de costo elevado al cubo. ¿Qué importa que otros nos
visiten?; ¿por ventura el recibidor de nuestras casas debe alardear de lujo estando las cocinas apagadas?
Si las leyes que van a fabricarnos son para imponer un interés o simplemente una tendencia sectaria,
lucidos quedaremos. Porque el público puede seleccionar a sus profesionistas y si le gusta el funcionalismo
mínimo, lo único que podrá acontecer es que aparezcan 100 o 200 casas de Diego Rivera que no perjudicarán
a nadie; pero si un representativo de la tendencia utiliza en su favor toda el poder del Estado, nos inundarán la
urbe de adefesios.
Allá en las salas de un palacio, por cierto profusamente ornamentado, tiene su sede un triunvirato que
ha cogido a las musas del cabello. Los triunviros, apreciabilísimos en lo personal, van armados de lápices rojos
con los que dictan su inexorable sentencia sobre calcas y acuarelas. Los medios puntos están prohibidos, y ni
mentar a los pobres escarzanos, las tejas no se aceptan, y los pretiles de líneas movidas, herencia muy
nuestra, les dan náuseas. Hay que bañarse semi a obscuras porque si un baño está en fachada, le tachan la
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ventana y le ponen ventanita para decirle al transeúnte que pasa que ahí hay un baño; y los nichos sin santo
han dejado escapar una alma en pena. ¿Y cuál es la justificación de su criterio?. Se creó el Consejo de
Arquitectura precisamente teniendo por mira el buen ver de la ciudad y el ornato de la vía pública, más él, como
autoridad, se torna en imposicionista de una tendencia, y utiliza la fuerza del Estado para satisfacer su estética
personalista. ¿Imaginan ustedes que será de esta muy leal Ciudad de México cuando el Consejo se integre con
los señores Aburto, O’Gorman y Legarreta? Repito, que no ataco a las personas, combato con vigor sólo las
tendencias.
Forjemos si las fuerzas nos alcanzan y el momento es propicio, un ideal colectivo que se resuelva en
unidad ideológica de todos los artífices de la construcción; pero no lo desliguemos de la belleza que ennoblece
ni de la realidad que manda. La naturaleza ha expuesto el funcionalismo perfecto en la forma y en los atributos
humanos; pero mientras la función se aplana en la Venus hotentote, se sublima y se idealiza en la Venus
blanca; y si hay que atender de preferencia a la colectividad, no debe de ignorarse al individuo de talento y de
cultura. Mientras exista una mujer hermosa, habrá poesía; en tanto no se extinga la chispa del genio en el
cerebro, el individualismo es inmortal.

RAUL CASTRO PADILLA, Ing. Civil.


ARQUITECTO
CIO M. CAMPOS

Es el objeto de estas conferencias fijar claramente las tendencias y orientaciones que debe seguir la
arquitectura en México, y para lograr esto se ha querido conocer las opiniones personales de Arquitectos de
diversas épocas y tendencias.
Desde el momento en que acepté tomar parte en esta controversia, no he tenido más preocupación que
la de poder expresar sinceramente mis convicciones en materia de arquitectura; sin embargo, para afirmar
definitivamente mis ideas, he querido antes releer honradamente y sin prejuicios, trozos de tratadistas de
diferentes épocas.
Y he encontrado en los diferentes autores, desde Vitruvio hasta Lecorbusier, una identidad perfecta en
los conceptos generales, básicos que profesan todos ellos.
Esta igualdad en la teoría, en las ideas generales, me ha convencido, que la arquitectura, la verdadera
arquitectura ha sido siempre UNA, sujeta a las mismas condiciones, a las mismas leyes, pero variando en
detalle con relación a la época, a las costumbres y a los hombres,
Y ahora creo firmemente que la desorientación que existe actualmente en materia de arquitectura en
México, (cuando es sincera), es motivada únicamente por el desconocimiento o por el olvido de estos principios
generales de todos los tiempos.

***

Esto no quiere decir que todas las arquitecturas que conocemos a través de la Historia del Arte hayan
sido igualmente valiosas, puesto que en muchos casos, se ha olvidado el Arquitecto de algunas de las
cualidades esenciales de la verdadera obra arquitectónica, influenciado hasta llegar a un extremo, por el
ambiente y las ideas y modas de la época. Pero vemos que siempre estos extremismos han provocado
reacciones en contrario que restablecen el equilibrio, para a su vez degenerar, formando una ondulación con las
altas y bajas características en todo el progreso humano.
Las teorías sustentadas por los tratadistas a los que me he referido, quedan aclaradas plenamente si se
hacen un examen, sereno y libre de prejuicios , de las obras arquitectónicas de verdadero valor, las cuales nos
comprueban objetivamente la verdad de los conceptos teóricos.

***

Para definir la arquitectura quiero huir de las definiciones de diccionario.


Prefiero presentar a manera de teoremas,cuya demostración es innecesaria, pues se encuentra, como ya he
dicho, en las obras mismas de los Arquitectos de todas las épocas, los siguientes principios :
La Arquitectura es un Arte.
La Arquitectura es una de las Bellas Artes .
La Arquitectura es una de las Bellas Artes Plásticas.
La Arquitectura resuelve los problemas y programas que son de orden espiritual y material.
La Arquitectura resuelve estos problemas por medio de la construcción.
es útil,
La verdadera obra arquitectónica : es buena,
es bella.
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carácter y
La verdadera obra arquitectónica debe tener:
estilo.

Materiales y
El Arquitecto debe de conocer las necesidades del hombre
Espirituales.

***

El Arquitecto debe de conocer el medio ambiente; clima, costumbres materiales, tendencias sociales
El Arquitecto debe conocer: la técnica de la composición
(concepción de la idea y desarrollo de esa idea),
la técnica de representación,
(dibujo, maquetas)
-la técnica de construcción.

El Arquitecto para hacer obra plásticamente bella, debe ser artista y debe tener BUEN GUSTO.
El gusto es la afinación de los sentidos que permiten expresar y percibir impresiones.
El gusto en música, es afinación del oído,
en pintura, afinación de la vista.
En Arquitectura, afinación del sentido de la proporción, del color, del volumen armónico, de la escala.

***

He creído necesario hacer una verdadera lista de estos axiomas que son familiares para la mayoría de los que
me oyen y que por tanto no necesitan demostración porque (repito) a últimas fechas se ha puesto de moda,
discutirlos o negarlos.
El olvido de uno solo de ellos puede traer confusiones lamentables sobre las que algunos quieren basar
nuevas orientaciones de arquitectura que tenemos obligación de destruir por falsas o por incompletas.
En algunos casos el olvido puede ser intencional para que estas teorías extremadas sirvan como armas
de ataque en contra de prejuicios rancios con los cuales se quiere acabar. Sólo así son disculpables.

***

Para terminar con esta primera parte de el cuestionario que he querido


presentar en forma condensada , sólo quiero aclarar dos conceptos:
El carácter de una obra arquitectónica, es la identidad entre la impresión causada por la obra y la
impresión moral del programa o en otros términos, es la
identidad que debe existir entre las necesidades del programa y la solución (obra arquitectónica) dada a esta
necesidades.
El olvido del verdadero CARACTER de una obra trajo a fines del siglo pasado y principios de éste,
confusiones lamentables .
El Arquitecto se refugió en malas copias clásicas y entonces se creyó, por ejemplo, que para dar
carácter de fuerza a un edificio se tenía que emplear en su composición elementos exclusivamente de orden
dórico.
De la misma manera se empleó el orden Jónico para expresar elegancia, mientras que el orden Corintio
no podía signicar más que riqueza. Naturalmente, que estas preocupaciones encadenaban al Arquitecto
cortándole
toda libertad, y le impedían solucionar programas verdaderos.

***

El estilo en arquitectura es sello propio, distintivo, expresivo de la obra.


Naturalmente, al igual que el carácter varía de acuerdo con los países, con las épocas, con los
hombres.
Se ha llegado a decir que el estilo es el hombre.
Pasando el tiempo, la historia juzga, archiva y etiqueta bajo la misma agrupación las obras que por
haber sido hechas en un mismo país, por hombres muy semejantes entre sí, tienen un estilo parecido. Por
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tanto, dentro de este orden de ideas el etilo no es más que un calificativo de agrupación para obras semejantes.
(Estilo Romano, estilo Ojival, etc.).
Y es claro que el estilo no se logra sise tiene el prejuicio de hacer determinado estilo.
El estilo de la verdadera arquitectura mexicana de nuestros días, resultará a los ojos de nuestros
descendientes cuando escriban su historia. Ellos clasificarán y pondrán nombres.

***

Sin embargo, a pesar de que claramente se puede ver que el estilo o mejor dicho los ESTILOS no son
suceptibles de copia o imitación, constantemente se oye hablar de edificios estilo californiano, estilo español,
estilo colonial, hechos en nuestros días y pedidos también en nuestros días por clientes que viven en el año de
1933.

***

Antes de obordar de lleno la discusión sobre Funcionalismo, y con el objeto de ligar este tema con las ideas
expresadas anteriormente, quiero recordar brevemente la historia de la arquitectura en los últimos años.

Estamos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.


La verdadera arquitectura agoniza en todo el mundo. Ha entrado en completa decadencia. Los
Arquitectos hacen ESTILOS en vez de resolver programas humanos. En Berlín se levantan bancos y pàlacios
copiando el Partenon. En París se construyen casas de apartamentos Luis XIV y muebles
de comedor y de biblioteca ESTILO primer Imperio, con las influencias Egipcias y Asirias que están de moda.
Viollet-le-Duc intenta con todo fervor un Renacimiento del Estilo gótico. Roma construye el monumento a Víctor
Manuel I en un ESTILO seudo-clásico que no resiste comentarios.
Inglaterra invade el mundo con muebles Chipendale y ESTILO Elizabeth y reina Ana; muebles que ya
son fabricados en serie. En Nueva York y Chicago los baños se DECORAN al ESTILO Pompeyano y los
muebles higiénicos que los forman, adoptan formas extrañas.
Estamos bajo el reinado de los ESTILOS. Se hacen ESTILOS y no arquitectura.
Mientras tanto se ignora totalmente el problema netamente humano y el hombre, el hombre con todas
sus necesidades. Se hace a un lado el clima, las costumbres nuevas, los nuevos materiales.
El Arquitecto de la época apenas si se da cuenta del enorme adelanto industrial que se está llenando a
cabo, del nacimiento del automóvil y del aeroplano, del perfeccionamiento de la iluminación eléctrica, del
advenimiento del teléfono.
Sin embargo, entre los círculos de intelectuales ya se agitan las ideas. Existe el afán de encontrar
soluciones nuevas para esa nueva que comienza a desarrollarse. En todas las actividades artísticas se ponen
de moda los Pre-Rafaelistas que piden la vuelta a la sinceridad y a la sencillez. Ruskin y Burne Jones hablan
sentimentalmente de Boticelli y del Giotto, y académicamente atacan las Academias. Desgraciadamente el
primer paso es en falso. Aparece el Art Nouveau en Francia; construye Gaudi en Cataluña.
Se emplean nuevos materiales; fierro estructural primero, concreto armado posteriormente; pero se
siguen usando formas tradicionales o en formas francamente decadentes. Se imitan aparejos de piedra sobre
los aplanados. Los capiteles se retuercen dentro de un follaje exhuberante directamente copiado del natural.
Las uniones en las armaduras metálicas son rematadas por rosetones de bronce.
En la Sagrada Familia, de Barcelona, el talento de Gaudi hace florecer un gótico modernizado y
sentimental de tendencias espiritualistas.

***

Era ya indispensable un cambio total de orientación, había que destruir muchos prejuicios, arrasar molduras y
dorados; en una palabra, volver francamente a la sencillez, a la solución de necesidades reales humanas.
Entonces aparecieron nuevos orientadores, Otto Wagner, Perret, Marinetti, que abandonaron el tradicionalismo
y el sentimentalismo para buscar la VERDAD.

1914 - 1918.

La guerra mundial acabó con los últimos prejuicios. Pidió construcciones útiles, económicas, eficaces. Las
necesidades eran inmediatas, urgentes, de vida o muerte. Después, para que el nuevo movimiento, que había
seguido evolucionando sin cesar, se afianzara definitivamente.
La revolución arquitectónica, entonces, como toda reacción justamente motivada, fué brutal, extremada.
Se usaron argumentos de combate. Realismo puro. Constructivismo.
33
La pobreza general del movimiento dió como norma: la economía.
El natural cansancio buscado por todos los rebuscamientos anteriores obligó a LA SENCILLEZ.
Las hipocresías y mentiras arquitectónicas acumuladas durante años y años, motivaron un regreso a
LA SINCERIDAD.
Al darse cuenta del olvido en que se habían tenido al hombre y sus problemas reales, se pensó en la
arquitectura racional -en la Arquitectura-Función-, y nadie se acordó de los ESTILOS. Habían muerto para la
arquitectura Luis XIV y Napoleón.
Solamente que ante la urgencia de resolver necesidades inmediatas, materiales, casi todos los
Arquitectos se olvidaron de las necesidades espirituales, construyendo rápidamente edificios útiles y
económicos, descuidando en muchos casos la belleza.
Afortunadamente la guerra mundial trajo también un estupendo brote de espiritualismo, enteramente
justificado por el contacto diario del hombre con el sufrimiento y con la muerte. La seriedad de la tragedia que
ahí se representaba, hizo pensar profundamente al soldado en las trincheras; entonces el Arquitecto se acordó
que además del cuerpo tenía espíritu.
A la guerra Europea de 1914 debemos en gran parte las actuales corrientes de espiritualismo y la
muerte, el aniquilamiento total, de viejos sistemas filosóficos: Materialismo histórico, Darwinismo, Positivismo,
etc. Entonces el Arquitecto europeo libre ya de prejuicios, libre de urgencias materiales inmediatas completó su
obra; hizo y ha seguido haciendo obra que además de útil y económica es BELLA; es decir, ARQUITECTURA,

MEXICO, 1933.

Todavía se hacen ESTILOS y lo peor es que se hacen muy mal hechos .


Naturalmente no toda la culpa es del Arquitecto, puesto que el cliente le pide estilos: estilo colonial,
colonial californiano, estilo Maya, estilo alemán, estilo ,modernista.
Y es que el cliente no esta convencido de que la realidad actual mexicana (aspecto social, clima,
materiales , costumbres ), es muy diferente de la que existía en otros países en otras épocas, muy diferentes
también de la que exitía en México en la época virreinal, o para no ir tan lejos, en los años anteriores a la
revolución.
Una revolución arquitectónica se ha impuesto, y a esta evolución, cuando menos en el terreno de las
ideas, ya tiene algunos años de haber sido iniciada por los Arquitectos. Al principio del movimiento (1925-28)
también nosotros, por contraste, por cansancio de las falsedades ejecutadas en años anteriores, principiamos
usando armas de ataque, las ideas más extremadas. Teníamos ansia de novedad. Llevamos al extremo la
razón. Discutimos sobre si la belleza debía resultar necesariamente de la solución funcional. Habría que acabar
con los viejos sistemas. Urgía resolver exigencias inmediatas. Hablábamos entonces de técnica constructiva,
de sinceridad en el empleo de los materiales, de sencillez en la forma, de plástica nueva.
Ahora aunque los problemas de México sigan siendo urgentes: Modernización de las construcciones
viejas, muerte de las vecindades; la CASA (casa obrera, casa de campesino, del empleado etc., etc); por
ningún motivo podemos olvidar que al mismo tiempo que obra útil, racional y económica; tenemos que hacer
obra plásticamente bella, obra expresiva que tenga forma y color, y sin rancios prejuicios de estilos ni de
modas, sin falsos alardes extremistas, haremos arquitectura mexicana, arquitectura de nuestra época.
He tratado de sintetizar tal como yo le entiendo la verdadera historia del movimiento arquitectónico, sus
causas, su justificación y los extremos a que ha dado lugar, pero todavía no he llegado a definir el
funcionalismo. Para esto, creo necesario precisar conceptos.
En la acepción más completa del término, entiendo por funcionalismo, una de las cualidades esenciales
de la arquitectura, puesto que el funcional es útil, resuelve necesidades, ya de ACUERDO con su programa, por
lo tanto tiene carácter.
En otro terreno de ideas, Funcionalismo, Racionalismo Constructivo, indica lógica en el uso de los
materiales, sencillez en la forma y por tanto economía.
Explicando de esta manera el término FUNCIONAL, no debe asustar a nadie puesto que las
condiciones expresadas anteriormente han sido reconocidas siempre como cualidades esenciales de la
arquitectura.
Pero a últimas fechas, se ha desvirtuado ese valor exacto del término: FUNCIONAL, dándole un
sentido incompleto sobre el cual se ha querido formar escuela.
Y dentro de esa modalidad quieren algunos que con el nombre de arquitectura funcional, se proyecte y
construya haciendo a un lado toda la preocupación estética, toda tendencia espiritualista, todo lo que es
cualidad de Bella Arte, en fin, todo lo que distingue a la obra arquitectónica del producto industrial, hecho en
serie con miras puramente comerciales.
Estas tendencias no son obstáculo para que los que las profesan, creyendo hacer racionalismo puro, en
muchos casos no tengan más preocupación que la de obtener una EXPRESIÓN PLÁSTICA basada en una

34
estética nueva y original, sacrificando a veces la razón, la comodidad, la sinceridad y hasta la técnica, con tal de
obtener forma y color a su capricho.
Por todas estas razones creo que es necesario negar rotundamente que la arquitectura sea la ciencia
de la construcción racional, y decir que no es cierto que la belleza de una obra resulte fatal, inevitablemente de
este racionalismo constructivo.
No, la belleza de la obra arquitectónica no RESULTA de la solución funcional de un programa.
Si así fuera esta belleza (cualidad indispensable de la obra de arte) no estaría bajo el dominio del
Arquitecto, sino que el Arquitecto estaría subordinado a resultados imprevistos y obedecería la materia, como
esclavo, en vez de hacerla obedecer modelándola a su antojo. La belleza está y estará siempre dentro del
poder creador del Arquitecto, es una condición más que completa su obra y que nunca será inútil, puesto que
satisface las inquietudes espirituales y estéticas del hombre.

Para terminar con este tan discutido tema del funcionalismo, me queda tan solo aclarar una de la
preguntas formuladas en el cuestionario que contiene los temas a debate.
***
¿Puede considerarse el funcionalismo como una etapa definitiva de la arquitectura?
Yo creo que ni el funcionalismo ni otra tendencia arquitectónica cualquiera, pueden nunca considerarse
como algo definitivo.
Todas las tendencias arquitectónicas de todas las épocas, han sido siempre suceptibles de evolución,
de mejoramiento, mientras no llegan a un máximo verdad. Una vez ahí comienzan a descender, a degenerar,
atacadas por tendencias opuestas que a su vez se desarrollan y mueren. Pero naturalmente, este movimiento
no puede ser estudiado más que através de la historia, es decir, desde lejos y no puede ser juzgado por los
contemporáneos. Es por tanto imposible considerar este movimiento como una etapa definitiva, como un final,
como "una meta ". Sería tanto como negar el progreso. En arte, dijo Baudelarie, "hay que saber no acabar
nunca".
***
¿Cuál debe ser la orientación actual de la arquitectura en México?
***
A mi modo de ver, el arquitecto mexicano debe colocarse en una posición francamente avanzada. En una
posición definida y clara. Para esto no es necesario negar las verdades de todos los tiempos. Éstas serán
inimitables.
Por tanto proclamaremos la arquitectura única, la arquitectura completa: " LA ARQUITECTURA, UNA
DE LAS BELLAS ARTES PLÁSTICAS; QUE RESUELVE LAS NECESIDADES HUMANAS, (ESPIRITUALESY
MATERIALES), POR MEDIO DE LA CONSTRUCCIÓN ".
Arquitectura debe ser útil, buena y bella.
Arquitectura con caraácter y estilo.
Arquitectura a la escala de las necesidades humanas.
Arquitectura bajo el dominio de la voluntad creadora del arquitecto, quien deberá estar cada vez más
seguro de su técnica en la composición y en la ejecución de la obra.
Declaremos la guerra a LOS ESTILOS, a la obra hecha con el prejuicio de hacer estilos (a menos de
tratarse de reconstrucciónes obligadas). GUERRA a los prejuicios, a las modas y a los ISMOS: FUTURISMO,
MODERNISMO, REALISMO Y FUNCIONALISMO.
Atacaremos todas las tendencias profesadas tan solo por afán de originalidad, todas las ESCUELAS
falsas y poco sinceras.
Atacaremos el mal gusto y la falta de cultura en el cliente, la ignorancia y la mala fé de los competidores
que invaden nuestro terreno sin preparación alguna.
Y para lograr que la arquitectura mexicana de nuestra época sea una realidad, tendremos que
desarrollar un gran esfuerzo, tanto en la preparación general del Arquitecto como en el análisis y estudio de las
condiciones que intervienen en la ejecución de la obra, ya que desconocemos la mayor parte de los recursos
naturales de México, y apenas se ha iniciado el estudio tan importante para nosotros, de climas, costumbres,
materiales y sistemas constructivos, usados en las diversas regiones de nuestro país.
***
De acuedo con estas ideas propongo a la sociedad de arquitectos mexicanos, las siguientes
conclusiones prácticas, las cuales pueden servir para llevar a cabo el desarrollo de un plan de acción claro.

PLAN DE ACCIÓN.

1.- Ayudar por todos los medios posibles a los encargados de impartir la educación profesional en la
Facultad de Arquitectura, para obtener el mejoramiento de la enseñanza; logrando el contacto de los
estudiantes con obras y talleres de composición, estimulándolos por medio de concursos y premios.
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2.- Desarrollar un amplio plan de propaganda en toda la república para dar a conocer la labor del
Arquitecto.
Esto se puede lograr por medio de conferencias públicas, concursos, etc.
Tratar de extender nuestro campo de acción, haciendo valer nuestro trabajo en las Secretarías de
Estado; Organizaciones Obreras, Municipios y Estados, saliendo a trabajar en el campo y Ciudades de
Provincia.
3.- Instituir el servicio social obligatorio del profesionista para que esta propaganda se complete con la
acción.
4.- Por medio de este servicio social, investigar los recursos naturales de el país, ayudar y dirigir la
explotación de ellos, impulsar la industria de los materiales de construcción, perfeccionándola.
Crear las especificaciones completas de materiales de construcción. Hacer efectivas las
especificaciones mínimas aprobadas, trabajando porque tengan fuerza de ley.
5.- Hacer un estudio completo de las costumbres, climas y procedimientos constructivos en todo el
país, poder resolver los problemas sociales de primera necesidad.
6.- Ayudar a la educación y elevación moral del obrero, de la construcción, creando verdaderas
Escuelas de Artes y Oficios, dándoles toda clase de seguridades en las obras. Seguros de Vida y de
accidentes, organización de Sindicatos y estudio de Pensiones de Retiro.
7.- Por medio de una propaganda cultural intensa, lograr la educación del cliente (estoy considerando
este término en su acepción más amplia). Tratar de imponerle honradamente nuestra convicción personal en
arquitectura, evitando las concesiones vergonzosas que se hacen a su mal gusto y falta de cultura, con tal de
obtener una ganancia que muchas veces es ridícula.
8.- En resumen, por todos los medios a nuestro alcance, lograr en todo el país la dignificación de la
Arquitectura y del Arquitecto, ayudando a engrandecer a México por medio de la Arquitectura Mexicana.

MAURICIO M. CAMPOS, Arq.

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ARQ. SILVANO B. PALAFOX

IDEAS SOBRE ARQUITECTURA MODERNA EN MÉXICO.

Con gusto vengo a manifestar mis ideas y mis convicciones en materia de arquitectura, por cuanto a la
orientación que debe dársele en México, pues considero que es un deber contribuir, cada quien según sus
alcances, para que la Sociedad tenga elementos y pueda normar su criterio sobre el asunto a debate, que es
de gran trascendencia y de interés general.

Quizá en el transcurso de mi exposición aparezca agresivo o irónico; pero declaro desde luego, que no
ataco personalidades sino ideas y que al referirme a las personas que las sustentan, reconozco sus
merecimientos y les protesto mi estimación y franco compañerismo; suplicándoles que lo que aparezca cáustico
en mis palabras, lo tomen por jovial, aspecto que me es característico y campo donde siempre me han hallado.

**********

Dos afirmaciones hemos oído repetidas veces durante las pláticas aquí sustentadas pero varios
compañeros, representativos, unos, del grupo que llamaré “Funcionalistas Unilaterales” y los otros del grupo
que designaré “Funcionalistas Universales”, dichas afirmaciones son las siguientes:

“LA ARQUITECTURA NO ES BELLA NI ES FEA, ES SOLAMENTE FUNCIONAL, SOLAMENTE


ÚTIL”.

“LA ARQUITECTURA SI ES BELLA O ES FEA, PRECISAMENTE PORQUE DEBE SER


FUNCIONAL”.

¿Cuál de los dos grupos tiene razón?

A mi modo de ver, los “Unilaterales” la tienen, pero a medias; y los del grupo de “Funcionalistas
Universales” o grupo de “momias” como les llamarían los primeros, la tienen en toda la línea; por lo tanto me
afilio al último grupo y me declaro momia espontáneamente.

Expliquémonos:

Indudablemente que sin funcionalismo no hay arquitectura, puesto que ella no es otra cosa que la
realización plástico-funcional de las construcciones que satisfacen las necesidades del hombre.

Realización plástico-funcional de las construcciones, o sea construcción, y no simplemente un


proyecto, un dibujo o una maqueta, puesto que todos estos elementos solamente constituyen los preliminares
para la ejecución de la obra arquitectónica; ni tampoco un discurso, pues para hablar de arquitectura hay que
hacerlo plásticamente.

Una obra es funcional, si satisface en conjunto y en cada una de sus partes, las necesidades para
las que fue creada. Por lo tanto, el ideal para que una obra arquitectónica pueda considerarse perfecta, es que
todas las funciones, en conjunto y en detalle, estén totalmente satisfechas.

Ahora bien: ¿Cuáles son las necesidades del hombre?

El hombre tiene cuerpo y tiene alma o espíritu; esto no necesito demostrarlo. Tiene por lo tanto,
necesidades en cuanto a su cuerpo, o lo que se llaman necesidades físicas, y necesidades en cuanto a su
espíritu o sean necesidades espirituales.
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Ejemplos: Necesidades físicas: abrigarse contra la intemperie, comer, descansar, dormir, etc.:
necesidades en cuanto al espíritu o espirituales: pensar, instruirse, tener religión TENER SATISFACCIONES
ESPIRITUALES, etc. Quiero hacer hincapié en esto último, “tener satisfacciones espirituales”.

El hombre, para llenar sus necesidades físicas, construye casas, y en las casas salas,
comedores, cocinas, recámaras, baños y todos los detalles de instalaciones en cada uno de estos
departamentos; por ejemplo, en el baño pone tina, pone lavabo, pone W.C., etc.

Para satisfacer sus necesidades espirituales, construye bibliotecas, escuelas, teatros, templos, etc.

Pero, ¿se conforma el hombre, con tener todos los medios que necesita para la satisfacción de
sus necesidades materiales, de una manera burda podemos llamarle, por ejemplo: una recámara, con una
cama construida por una dala de concreto armado y un colchón relleno de zacate? ¿Estaría muy feliz
poseyendo sólo cajones vacíos de vino por todo ajuar?

¿Estaría contento con un W.C., que como asiento fuese una simple tabla con agujero redondo?
y, ¿se sentiría dichoso con asistir todos los días a una carpa desmantelada y que chorreara como cedazo
cuando llueve?

Probablemente, el hombre que nunca hubiese tenido estas cosas sí se consideraría feliz; pero
el que tiene esto, instintivamente procura mejorarlo y así buscará un colchón de borra, unas sillitas de tule y
desearía de cuando en cuando, ir a una tanda del Fábregas o del Lírico.

El que ya consiguió lo anterior, ambicionará más tarde comprarse una cama de Mestas, con su
colchón metálico y para su sala querrá adquirir un terno amplio y confortable y se le antojará ir a los conciertos
de Iturbi.

En esta misma forma, el hombre, por su naturaleza, procura mejorar más y más su situación y
satisfacer de una manera más y más perfecta sus necesidades físicas y espirituales.

Así es como se explica que el hombre, que por su trabajo o sus esfuerzos, llega a tener una
posición económica desahogada, se permite el lujo de mandar enyesar su casa, pintarla de aceite, poner
azulejos en su baño, colocar muebles sanitarios de color, de comprarse algunos cuadros para adornarla,
cuadros que a su juicio, san hermosos y en una palabra, procurará embellecer todo aquello que aparte de
satisfacer sus necesidades físicas, le proporcionará una satisfacción espiritual. Estas aspiraciones
indudablemente lo elevan muy por encima de los seres irracionales, que se conforman con vivir la vida
meramente física; sencillamente porque el hombre, como he dicho antes, tiene además de cuerpo, espíritu y el
espíritu tiende a elevarlo más y más, hasta alcanzar en lo posible el grado de perfección.

Por todo lo anterior se deduce claramente que la belleza no es sino el grado más perfecto del
funcionalismo, es decir: que si una silla de tule es funcional, una de bejuco será más y un sillón de los que
componen lo que se llama pullman, será más funcional, porque es más cómodo y de mejor apariencia que los
cajones de vino y que las sillas de tule.

Que si una carpa es funcional, lo es más un teatro y si un teatro es funcional, otro mejor construido y
mejor decorado, será más funcional.

Por eso he dicho antes que los funcionalistas unilaterales tal como nos presentan su idea, sólo
tienen razón a medias; porque una arquitectura burdamente funcional, es decir, que sólo satisface necesidades
físicas que corresponden a la vida animal del hombre, es incompleta. En este caso consideran al hombre como
un simple animal irracional, pues presiden de su espíritu que es precisamente lo que le da valor y el poder por
encima de los demás animales.

Por el contrario, la arquitectura, que siendo funcional, satisface a la vez las necesidades físicas y
las espirituales del hombre, es perfectamente funcional y resulta infaliblemente bella.

El Arquitecto Aburto hizo una brillante exposición analítico-histórica de la arquitectura a través de


los tiempos. Exposición que le hubiera valido 3 P.B. por parte de sus maestros “momias”. Con ella nos ha
demostrado que la arquitectura siempre ha sido funcional. No es por lo tanto un movimiento nuevo, ni un
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aspecto moderno el que la arquitectura sea funcional; lo único nuevo es el vocablo con el que se ha designado,
por cierto con toda exactitud, esa cualidad, esa necesidad y esa característica indispensables, que deben tener
las obras arquitectónicas para que puedan considerarse como tales.

Es entonces, absolutamente cierto que una obra arquitectónica perfectamente funcional, es decir, cuyo
funcionalismo sea completo en lo que se refiere a las necesidades físicas y a las espirituales del hombre, es
una obra bella; por tanto, la belleza arquitectónica resulta necesariamente de la solución funcional. Claro es
que exige la actuación consciente de la voluntad creadora del Arquitecto, no porque el Arquitecto diga: voy a
producir belleza, como si la belleza fuera algo material y no una cualidad de la obra, sino porque para producir
solución funcional y por tanto solución bella, se necesita que la solución la produzca un individuo preparado y
consciente para poderla encontrar.

Se ha dicho por algunos de mis compañeros, que los Arquitectos, antiguamente, buscaban la
belleza. Insisto en que no se trata de buscar la belleza, es decir, de hacer belleza como quien fabrica una casa,
un palacio, un pastel o un objeto cualquiera, pues la belleza no es un objeto material. La belleza resulta cuando
la obra es perfectamente funcional y podíamos decir que es el adjetivo calificativo de la obra arquitectónica,
cuando esta produce en el hombre el sentimiento de satisfacción espiritual que se llama emoción estética.

Hasta aquí mis humildes ideas; pero indudablemente, siempre, la mayor parte de las personas
que se han ocupado de la arquitectura y entre ellas algunas muy notables, la han considerado como una de las
Bellas Artes.

Yo creo, por lo tanto, que la opinión del compañero Aburto y hasta su actitud satírica en
contra de los críticos de arte, porque consideran que la arquitectura es bella, es muy injusta. Siempre hay que
tener en cuenta las opiniones de personas reconocidas como autoridades en la materia que nos ocupa.

Voy a dar los nombres de unos cuantos “idiotas” como los llamaría Aburto, y que la
humanidad ha llamado por mal nombre filósofos: Aristóteles, Kant, Shopenhauer, Crocce, Hegel, Taine, y por
último Agustín, (no le digo San Agustín porque me declararían mocho, oscurantista y retrógrado).

Todos estos “idiotas” han dicho que la arquitectura es “Arte Bella”.

Pasando a otro asunto, por cierto muy interesante, ¿cuál es la orientación arquitectónica que debe
seguirse actualmente en México? Desgraciadamente al tocar este punto, hay que referirse al problema social
en todo el mundo y especialmente en nuestra Nación.

Procuraré tocar esta cuestión con el mayor desapasionamiento posible, pero siempre
expresando con sinceridad mi modo de sentir.

La arquitectura es una función que depende de otras variables, pudiendo establecerse,


perfectamente, una ecuación matemática que dijera: arquitectura, igual a función de: condiciones físico-
geográficas del lugar, condiciones sociales del pueblo, condiciones económicas del mismo, cultura del idem,
religión, etc., etc. Es decir, que la arquitectura es la resultante de todas las condiciones en que se desarrolla la
vida de un pueblo.

Indudablemente que hay características generales de la arquitectura, en ciertas épocas, que no


sólo corresponden a un país, sino a todo un continente, y a veces a todo el mundo; máxime en la época actual,
en que las vías de comunicación, tanto para transportar al individuo como para llevar su palabra y sus ideas a
cualquier lugar, se han multiplicado y mejorado hasta llegar casi a la perfección.

Ya se han expresado aquí mismo los motivos de carácter mundial, como son: la gran guerra y sus
consecuencias, la necesidad de economía en todos los órdenes, la orientación de vida y costumbres nuevas de
deporte y en general, de movimiento y actividad inusitados que predominan actualmente y que vienen
forzosamente, atendiendo a la ecuación que he planteado, a imprimir esas características universales a la
arquitectura moderna.

México tiene que participar de esas características mundiales, pero estudiemos en particular su
problema social ya que en el tema que se nos propone por el compañero Pallares, se trata de procurar orientar
la arquitectura especialmente en México. Para fijar esa orientación arquitectónica en México, debemos estudiar
sus condiciones sociales y más que de reglas, tratar de ir solucionando los problemas que dichas condiciones
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plantean, resolverlos en forma plástica, no con recetas ni con discursos, más o menos fogosos, que a la hora
de hacer obra plástica puede que resulten falsos, misérrimos, rascuaches y hasta ridículos, como diría Sulkas-
Perkunas, por contradictorios con la realidad.

Es muy loable, y yo soy el primero en aplaudir y en adherirme, la idea de un grupo de nuestros


jóvenes Arquitectos, cuya idea consiste en trabajar en el campo de acción de la arquitectura, para lograr, con el
tiempo, la elevación del nivel material de nuestras clases pobres, especialmente la obrera y la campesina. Pero
no estoy de acuerdo con ellos, en que debe tomarse como orientación única para la arquitectura moderna
mexicana, este esfuerzo en favor de los desheredados.

La razón es que, en México, indudablemente hay pobres, pero no solamente hay pobres.

Tenemos otras clases sociales, que son dignas también de atención, sencillamente porque
forman parte de nuestra Nación, porque son componentes importantísimos de la sociedad mexicana, y porque
no tenemos derecho a hacerlos a un lado y menos a nulificarlos, por el sólo hecho, de que ya por su esfuerzo
personal o por cualquiera otra causa, no tienen la desgracia de contarse en la clase de los desvalidos.

Así tenemos a la clase media, que por su misma situación, es decir, que sin ser indigente,
tampoco es rica, y que sin embargo, por una educación y una cultura que posee y de las que no puede ni
quiere deshacerse, pasa muchas veces más sufrimientos y más dificultades que los mismos proletarios.

¿Y la clase adinerada acaso no es de tenerse en cuenta?


¿Qué no está formada por hombres?
Es cierto que entre los ricos hay muchos egoístas, pero hay veces en que un pobre, que
llega a ser rico, es más egoísta que un individuo que siempre lo ha sido. Nunca se ha dado el caso; en que un
hombre de los que se han encumbrado por los mismos proletarios diga: tengo $20,000.00 para hacer mi casa,
pero voy a construir 10 de a $2,000.00, para quedarme con una y repartir nueve entre el proletariado.

Pero haciendo a un lado estas consideraciones, como he dicho antes, forman parte de la
Sociedad Mexicana y tienen que ser atendidos, como todos sus componentes.

No podemos, sin caer en un error terrible, desatender a estas tres clases sociales, si queremos
con toda sinceridad y sin alardes de laborismo o de socialismo hipócritas, ayudar con nuestro grano de arena a
la resolución del problema arquitectural de México.

Estudiando al proletariado; a mi modo de ver, es indispensable, es urgentísimo, procurar su


mejoramiento; pero para que el mejoramiento sea efectivo, no debe únicamente dársele mejor habitación;
porque pudiera suceder, que ese mejoramiento sólo fuera parcial, desatendiendo su educación y su cultura, que
indudablemente son la base para que el hombre aspire a mejorar.

Recordemos lo que sucedió cuando al campesino se le empezó a dar tierras; no teniendo


preparación, ni elementos suficientes para labrarlas, las abandonó o las vendió, defraudando así la ayuda que
el Gobierno y la Revolución le habían impartido.

No cabe duda que la clase campesina y la obrera principalmente han sentido ese
estremecimiento que produce la inyección de vida y de cultura que ennoblece el espíritu del individuo.

Aquí tenemos la muestra señores, en el transcurso de estas pláticas, hemos tenido la


satisfacción de contar dentro del auditorio a algunos obreros, que ávidos de ilustración y de saber, han acudido
para poder formarse una opinión y marcarse un derrotero, que indudablemente les enaltecerá y les ha de
merecer el bien de la Sociedad y de la Patria.

Pero todavía faltan muchísimos, y podría suceder que el obrero, el campesino o el proletario en
general, a quien se le proporcione habitación que esté por encima de sus aspiraciones, se sienta incómodo en
lugar de sentirse feliz, y que resulte, exagerando un poco, lo que resultaría si le tocamos la Novena Sinfonía de
Beethoven a un salvaje; que probablemente saldría dando alaridos, pues se sentiría profundamente lastimado
con semejante música.

Insisto pues, en que debe, si no previamente, sí al menos conjuntamente, proporcionarse casas


cómodas a la vez que educación y cultura al proletario.
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Pero al proporcionarle la educación y la cultura, probablemente también, no le van a satisfacer
mucho las cajas de zapatos boca abajo que se le están construyendo para habitaciones.

A la clase media y a la clase adinerada, hay que hacerle arquitectura de acuerdo con sus
posibilidades y con sus necesidades generales de clase y particulares de familia; pues también es
absolutamente seguro que no se conformen con una casa hecha a base de sello, que indudablemente
producirá monotonía y por tanto no reporta ninguna satisfacción espiritual al individuo.

Además, el problema arquitectónico no se reduce a la construcción de casas habitaciones.

Es necesario construir edificios públicos, centros de diversión, oficinas, etc., y algo muy importante
como es el arreglo funcional, y por tanto bello, de las ciudades y centros poblados. Porque indudablemente que
los individuos vivirán más felices en ciudades bellas, o sea funcionales, que en centros feos y malsanos.

Si pregunto a cualquiera: ¿qué prefiere, vivir en Taxco o en Cuautitlán) la respuesta que dará no
necesita decirla.

Es tan importante el problema de la planificación, que ya las autoridades y los gobiernos de todos
los pueblos civilizados, se están preocupando hondamente con la resolución de cuestión tan trascendental para
el bienestar del hombre.

Cabe hacer notar aquí, que también, como lo he dicho, el arreglo funcional de un pueblo, de una
Ciudad o de una Nación, debe ser funcional, pero funcionalmente perfecto, es decir, debe resultar
indiscutiblemente bello.

Volviendo a los edificios públicos, es necesario atender a la satisfacción de las necesidades


materiales y a las espirituales. No hay justificación para hacer que un empleado público, por ejemplo, trabaje en
una oficina, en la que no tenga además de la satisfacción de sus necesidades físicas, el bienestar que debe
tener para trabajar con gusto, pues indudablemente el trabajo saldrá mejor.

Cosa parecida podríamos decir respecto a los templos, el templo debe llenar su función, e invitar
por su arquitectura, no sólo a entrar a sentarse cómodamente y a resguardarse durante un aguacero, sino a
elevar el espíritu a la divinidad, cosa que no se conseguirá, si el templo no es funcionalmente perfecto, es decir,
bello.

Respecto a un centro de diversiones, pongamos un teatro, o un cine, casi es innecesario decir


que su arquitectura debe ser expresiva en cuanto a su función, e invitar a la alegría, al esparcimiento y a
provocar el sentimiento estético, que produce la belleza del edificio, aunado al que proporcionará el
espectáculo que se va a presenciar.

Es innecesario seguir relatando pormenorizadamente lo que se refiere a todos los demás edificios,
que no son casas habitaciones.

No debe tomarse todo esto en el sentido de que yo asiente que se debe recargar la arquitectura
con ornatos y elementos decorativos innecesarios y hasta perjudiciales para el buen aspecto. Lo que yo
sostengo es que todos y cada uno de los elementos de la arquitectura deben tener su justificación funcional,
inclusive los elementos decorativos, cuya función es, sobre todo, en ciertos edificios, indispensable para
perfeccionar la arquitectura, subrayar la función y producir el bienestar espiritual consiguiente, al contemplar
algo bello.

Sin hacer alusiones personales, mi opinión es que pretender que toda la arquitectura sea
absolutamente seca, desnuda y muchas veces anti-funcional, por ese funcionalismo material, puesto que se
suprimen elementos perfectamente funcionales como pretiles, cornisas, balcones, etc., (y aquí debo manifestar
que no pretendo que estos elementos, por ejemplo, las cornisas, sean las mismas que hacían los griegos, ni los
romanos, ni los del renacimiento, sino que deben responder a los materiales y procedimientos constructivos
modernos), digo, pretender seguir el estilo arquitectónico que se está haciendo contra la opinión unánime de
Arquitectos y del público, significa una incompetencia absoluta en materia arquitectónica, o un capricho tonto,
porque el que hace arquitectura fea, la hace por dos motivos: o porque le gusta fea, en cuyo caso hay que

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aplicar aquel proverbio que dice: “hay gustos que merecen palos”; o la hace fea porque la cree bella, en cuyo
caso demuestra ignorancia.

Hay un tercer caso, cuando se dice: no me importa que la arquitectura sea fea o sea bella, sino
que sea útil. Es el caso de los funcionalistas unilaterales, que sólo consideran útil a la arquitectura cuando
responde a las necesidades físicas o animales del hombre; pero el hombre no es un guajolote al que se le mete
en un cómodo gallinero, sino que además de su comodidad, quiere, anhela y exige el bienestar espiritual, busca
la belleza.

Ahora bien: ¿La arquitectura que se está haciendo, es una arquitectura moderna mexicana? No, no
y mil veces no.

Señores, hay que decirlo muy claro: antiguamente, se importaba la arquitectura del Renacimiento, de
los Luises y otras muchas; pero ahora, la importación no ha terminado, sigue y copiosísima; porque lo único
que ha cambiado es el producto importado, pues hay se importa la arquitectura de Mallet, Stevens, de Tony
Garnier, de Le Corbusier en Francia, de Van Pope, de Burgeois en Bélgica, de Oud en Holanda, de Gropius, de
Van der Rohe, en Alemania, etc., es decir: Arquitectura moderna europea, ningún Nórdica, como dijo Galindo.

Y hay más, es verdaderamente triste decirlo, pero es muy cierto; hay que declarar que lo que se
está haciendo es caricatura de lo que se importa.

Debe tenerse muy en cuenta, que esa arquitectura no se adapta a nuestro medio; esas ventanas
de superficies infinitas, en un país radiante de luz durante el día, de luna, muchas veces durante la noche; esas
ventanas en ángulo, que por copiarlas sin ton ni son, muchas veces se orientan Norte-Poniente; esa carencia
absoluta de pretiles, de cornisas, de balcones y de no sé cuantas cosas, no responde, digan lo que digan, al
medio de vida mexicana, al menos de la Ciudad de México y Distrito Federal; se me antoja una persona calva y
además lampiña.

Hay que hacer notar que ni yo ni nadie, somos refractarios a la arquitectura moderna bien entendida;
puedo citar el edificio de “La Nacional”, construido por Monasterio, Calderón y Ávila, y el edificio construido por
Juan Segura, en Tacubaya, los cuales, hay que confesarlo, son edificios modernos, sin discusión, bellos.

Entonces, ¿cuál debe ser la orientación de la Arquitectura en México? Ojalá y la supiéramos;


hay que decir lo que el General Anaya al Jefe del Ejército Americano: ¡Señor General, si hubiera parque no
estaría usted aquí!

Señor Pallares:
Si ya supiéramos esa orientación, no estaríamos platicando aquí, hace cinco semanas!

Pero de todos modos busquemos lo nuestro, usemos materiales nuestros, veamos las
necesidades nuestras y por fin ya no platiquemos tanto, vamos a trabajar........

En conclusión: quedamos, señores, en que pese a quien pese, la Arquitectura es Arte Bella; y en
que no debemos seguir importando arquitectura, sea del Renacimiento, sea de los Luises, de los Juanes, de los
Pedros, o del demonio; sino que estudiemos lo que debemos hacer para México, previo estudio de México
mismo.

SILVANO B. PALAFOX, Arq.

42
Arquitecto
Alfonso Pallares
Resumen

No tendrían real importancia las pláticas organizadas por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, si su finalidad
no fuera llegar al conocimiento de aquellos conceptos que han de normar nuestros actos y que debemos
extraer, si fuera esto posible, de una razón común a todos nosotros.

De lo que hemos escuchado en este recinto, claramente se deducen dos posiciones divergentes que al definir
el proceso y el propósito de la arquitectura nos conducen a muy diversas conclusiones.

Afirman los unos, la existencia de valores morales y espirituales que el funcionalismo arquitectónico debe hacer
entrar como una norma directiva en concepción de toda obra. Los otros, o nulifican o niegan estos valores,
sustituyéndolos por exigencias técnicas a las que, los conocimientos científicos del Arquitecto pueden dar plena
satisfacción.

Es preciso analizar más detenidamente estos postulados para percatarnos hasta donde alcanza su divergencia,
a pesar de que haré ver, que ambas posiciones son francamente espirituales. Sólo que, la palabra espiritual
recibe opuestas interpretaciones por parte de los sustentantes, imponiendo normas que no pueden unificarse, y
aquí reside la divergencia fundamental, última e insalvable.

Para los unos, esa característica deriva del concepto (síntesis de la vida como algo divino, en tanto que, para
los otros, el espíritu es una de tantas manifestaciones de la energía a través de la materia y que queda
supeditada al control de la razón específicamente humana, de la experiencia, de su conocimiento.

De aquí que los primeros quieran, ya resuelto el programa impuesto por todas y cada una de las necesidades
fisiológicas humanas, ir más allá y establecen valores espirituales y morales que exigen del Arquitecto una
última y definitiva determinación plástica. Estos valores van unidos, en su concepto arquitectónico, con la
necesidad estética imprescindible, con la urgencia de lo bello, tanto individual como social, como complemento
del programa integral.

Por lo contrario, los segundos, afirman que lo bello en arquitectura es necesariamente una consecuencia lógica
de la SOLUCION CIENTIFICA de las DETERMINANTES DEL PROGRAMA, del conocimiento racional perfecto
de las múltiples exigencias fisiológicas y sociológicas, (claro está, las que un racionalismo preciso, define como
determinables) y del ajustamiento cada día más adecuado y armónico de esas soluciones con los
procedimientos de una técnica estrictamente científica, económica e industrial.

Alcanza la divergencia su máxima tensión cuando los conocimientos específicos de ambas tésis enfrentan la
noción de lo individual, lo colectivo y lo tradicional. La una dirá: deduzco mis programas arquitectónicos, por lo
tanto las soluciones concretas de temas como el de la casa individual, del edificio administrativo o monumental,
de la ciudad, de la morada humana, en una palabra, de la afirmación del derecho y libertad individuales, como
base de la estructura social y de la vinculación del hoy con el pasado.

A lo opuesto, responderá la otra: para poder fundar este nuevo reinado del funcionalismo arquitectónico es
preciso supeditar toda necesidad constructiva a la visión de una humanidad mejor, basada sobre la abolición de
las necesidades secundarias del "yo" individual que pretende imponer sus bastardos intereses a los intereses
de esa nueva humanidad; haciendo lo general humano, origen de la verdadera función arquitectónica y de las
necesidades del programa.

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De aquí que, los unos respeten el "gusto" individual del cliente y lo hagan entrar como factor integrante,
opuestamente a la eliminación de ese gusto individual requerida por los otros al que sustituyen una nueva
estética basada en un futuro colectivo fundado sobre nuevas bases sociales.

La espiritualidad requerida por unos implica una actividad arquitectónica ligada con un propósito primario de
realizar algo bello abstracto, algo que esté más allá de la mera solución racional y científica, algo que
sobrepase el simple problema existencial del individuo o de las masas.

En cambio, la espiritualidad de los segundos quedará comprendida en la definición de espíritu como una
actividad de la voluntad, de la inteligencia, de la razón aplicada a la solución intrínseca del problema; afirmando
además que, y ante todo que se impone hoy como algo urgente, que no admite dilación alguna en su resolución
y a lo que debe supeditarse la meta arquitectónica, es el problema de la economía y de la eficiencia; derivada
de la estrecha amalgama de lo industrial con las exigencias constructivas, condenando como inapropiada e inúl
toda superposición a la forma funcional que implique un gasto intelectual y material que a la postre son una
rémora a la finalidad de esa meta.

Procuremos ahora adelantar nuestro resumen en las características más peculiares que se manifiestan en las
ponencias de los Arquitectos que antes sustentaron las pláticas, tratando de ajustar las trayectorias esenciales
pergeñadas en la forma antes dicha con los impulsos y convicciones más diferenciadas de cada sustentante,
persiguiendo ese fantasma de lo espiritual a través de las tesis contradictorias.

Los valores que aquí se han incluido en la denominación de valores "morales" son de dos categorías; los que
como última consecuencia establecen nuevas condiciones del programa constructivo, reclamando espacio y
volúmenes DETERMINABLES, DEFINIBLES por medio del conocimiento del proceso (científico) de la
estructura intrínseca de esos "valores" y de la forma o formas o actitudes como se exteriorizan, o bien, se trata
de valores "morales" que en realidad son engendros del capricho o ignorancia y a los que responde el
funcionalista (puro, no el intransigente al modo Aburto) con un rotundo "niego".

En el caso de Legarreta generalizando su veto arquitectónico a toda intrusión femenina, es el caso de toda
oposición latente en un Arquitecto contra todos aquellos requerimientos de los clientes que sabe son mero
producto de su vanidad estúpida, de su ignorancia altiva, de su rastacuerismo cursi, de su falta de sentido
cultural y humano más amplios y generosos. Por eso el funcionalismo afirma: la forma arquitectónica sólo debe
ser expresión clara y simple de la función "esencial" del elemento arquitectónico.

Sabe que todas esas aspiraciones encaminadas que encuentran expresión funcional en los valores
"MORALES", no son sino manifestaciones de una psicología romántica sentimental a la que no puede sacrificar
ninguno de sus postulados científicos.

Por lo demás, y esto es casi axiomático, cuando un Arquitecto le entrega a un cliente un edificio resuelto
haciendo punto omiso de todas esas consideraciones pseudo sentimentales y atendiendo tan sólo a las
condiciones del programa definibles claramente por exigencias de volumen y espacio geométricamente
conmensurables y sapientemente resueltos por lo que atañe a condiciones de construcción, de equipo, de luz,
de color, especiales, pero físicamente determinables, a la postre ese cliente SENTIMENTAL, se encontrará
plenamente satisfecho y no reclamará ninguna satisfacción de aquel "valor" moral que presumió ser algo
indefinible e imponderable.

¿Por qué todo esto? Porque ante todo el funcionalista, paradójicamente, como argumento "asombroso",
demoledor, niega toda actitud y actividad espirituales del Arquitecto y las sustituye por la técnica, es decir, por
la aplicación inmediata del mecanismo especial, necesario para ejecutar lo mejor posible una obra material con
el menor empleo de energías bien disciplinadas científica y espiritualmente.

Técnica, Arte, dos palabras iguales, dos términos que según el funcionalismo no tienen nada que ver ni con el
afán premeditado de lograr lo bello, ni mucho menos ligados a una posición espiritual de conjunto ante la vida
por parte del técnico, del artista.

Haciendo omisión de la paradoja que implica que el deseo o propósito consciente de hacer una cosa lo mejor
posible no implica en sí una posición espiritual del individuo, la insatisfacción en el técnico o artista de la
solución por él encontrada hoy y la que su espíritu le sugiere inmediatamente como mejor posible; aparte de
esta paradoja elemental, toda su tesis de desarrollo arquitectónico a base de stándares, taylorización,
sustitución del capital burgués por la intrusión económica del Estado, ¿qué es? una actitud espiritual: ya que es
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la suma de una serie de convicciones, razonamientos, análisis, interpretaciones históricas, actos relativos, actos
pasionales, en suma: una Sigma o integral (con mayúscula) ESPIRITUAL. ¿A qué tiende? detrás del estribillo
o leit-motiv de la razón como único guía en la madeja técnica y programática, viene la resultante final que la
define Legarreta, como un STANDARD agradable, tal es el pavor que siente por la palabra BELLO; pero al
describir el cuadro resultante de aplicar el standard, la taylorización y socialización de los procedimientos
arquitectónicos nos levanta el telón con mano de actor insuperable y vemos ante nosotros pintado por su pincel
empapado en el más infantil de los optimismos surgir una humanidad sonriente, bien comida, mejor albergada,
moviéndose en casas bien construídas, limpias, claras, bien ordenadas; más aún, surge entre nosotros como
efecto de un espejismo maravilloso, ciudades con jardines para todos, con edificios colectivos donde las más
nobles actividades del espíritu pueden encontrar su plena exposición, calles donde todo movimiento humano se
realiza fácil y adecuadamente en la proporción debida, una ciudad en donde ya abolidas todas las diferencias
que dimanan de las decrepitudes del capitalismo burgués, del sentimentalismo burgués, del arte burgués,
permite que la vida se deslice blanda, halagüeña, noble y uniformemente para todos; y para completar cuadro
tan seductor, aún encuentra este ardiente apóstol del funcionalismo, que ya así resuelto el grave problema de la
existencia de las masas y de su habitación, queda a todos tiempo suficiente para dedicarse a faenas de otra
índole, que él, claro está, evita el aplicarles el título de espirituales.

Es decir que todo este panorama futurista de paz humana extraído como jugo de uva de las teorías marxistas,
son una visión perfectamente espiritual del funcionalista, mejor aún, del racionalista extremoso; además, son un
resultado de un sentimentalismo generoso humano, una aspiración inconfundible de lograr conjuntos
arquitectónicos más ordenados, mejor resueltos, mejor construídos, en absoluta concordancia con el bello
programa humano, y por lo tanto, una arquitectura, cuya realización única y concluyente es la belleza, la
terrible, repudiada belleza. Por esta razón sentimental, se salva toda la tesis espiritual de nuestros
funcionalistas, porque a pesar de seguir los caminos más paradógicos de sus raciocinios, como el de la
eficiencia, el de la técnica, el de la ciencia, llega a la meta de lo bueno y de lo bello, porque, como ápice de
todas sus parábolas económicas, socialistas y demoledoras, como última consecuencia de todas sus
renegaciones culturales y espirituales, llega al ensueño, romántico y falaz quizá, pero generoso, de una realidad
humana más noble, más ordenada, más saturada de principios de verdad. ¿Y qué es todo esto: orden, nobleza,
esplendor de la verdad, armonía? tiene un viejo, retardatario, pero siempre renovado vocablo: belleza.

Para defender sus convicciones extremas, Legarreta y O'Gorman limitan desde luego el alcance del término
Arte a su estricto significado de disposición o industria para hacer bien una cosa. Como algo indispensable para
que la nueva arquitectura pueda realizarse, decretan la eliminación de lo femenino, ¡actitud singular! ya que hoy
precisamente lo femenino asume actitud franca de reto a lo varonil y se inmiscuye en todas y cada una de sus
actividades, puede decirse que es omnipresente y presume ser omnisciente. Ponderan las ventajas de la
estandarización y las modalidades del sistema, abogando por los medios drásticos para zonificar la ciudad y
lograr sus propósitos, resolviendo, Legarreta, con una ligera pincelada el arduo problema administrativo de los
nuevos problemas de financiación, no viendo por lo tanto otra solución satisfactoria sino aquella que consiste en
poner en manos del Estado la solución definitiva económica.

Para O'Gorman los valores que sus oponentes, Mariscal, Galindo, Roncal, Monasterio y Campos, incluyen en la
denominación de valores morales, los analiza en dos categorías: aquellos que como última consecuencia
establecen nuevas condiciones del programa constructivo, reclamando espacio y volúmenes determinables por
medio del desmenuzamiento material de su aparente espiritualidad, lo que lleva a definir por su proceso
científico lo que esos valores morales demandan, así como la forma en que deban exteriorizarse; o bien, se
trata de valores morales que en realidad son engendros del capricho, de la ignorancia, de la vanidad, de un
complejo moral inferior y ante el que asume el funcionalista una franca actitud demoledora. Es el caso de
Legarreta generalizando su veto arquitectónico a toda intrusión femenina. Es también el caso, precisa decirlo,
de toda oposición latente en un Arquitecto contra todos aquellos requerimientos de los clientes que son simple
producto de su vanidad estúpida, de su ignorancia altiva, de su rastacuerismo cursi, de una falta de sentido
cultural y humano más amplio y generoso. Por eso el funcionalismo afirma: la forma arquitectónica debe ser
sólo expresión clara y simple de la función "esencial" del elemento arquitectónico ¿cuál puede entonces ser esa
función esencial?: la constructiva únicamente.

Además, tanto O'Gorman como Legarreta tildan esas vagas aspiraciones encaminadas a que encuentren
expresión funcional los valores morales, como manifestaciones de una psicología romántica, sentimental, a la
que no pueden sacrificar ninguno de sus postulados científicos, mucho menos, ninguno de sus nuevos
postulados humanos.

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Ahora bien, si únicamente tuvieran como finalidad el hacer bien lo construído, procederían como el alfarero al
hacer sus cazuelas, jarros y ollas, tomarían el barro entre sus manos, lo tornearían y lo dejarían secar, lo
cocerían y luego irían al mercado a venderlo. Pero ellos dicen: para hacer nuestra buena arquitectura es
necesario que la mujer no tome ninguna ingerencia en el programa, en la manera de definirlo, en los detalles de
su distribución, en la solución de la forma arquitectónica, en la preferencia de tal o cual elemento. Más aún, ya
limpio el campo del fantasma femenino (sinónimo para ellos de sentimentalismo y romanticismo inaceptables)
establecen como algo fundamental y necesario para que su arte, su simple acción de hacer bien la obra, para
estandarizar y taylorizar los procedimientos de producción de los materiales, yerguen la teoría socialista como
base sine-qua-non de su concepto, es decir, que esta tesis, inspirada indudablemente en el más generoso de
los propósitos, ¿qué es, sino la más atrevida y discutida de las posiciones espirituales de todo un conjunto
humano? así, del modesto alfarero que se nos presentó al principio, del modesto hacedor de
ollas y cacharros, surge ante nosotros la personalidad definida del demoledor del actual régimen social. ¿En
nombre de qué? En nombre de su convicción espiritual, de que la arquitectura no tiene ninguna finalidad
espiritual.

Contra este espíritu, que por momentos de máxima exaltación niega la necesidad de lo bello y lo denigra en la
naturaleza, olvidando O'Gorman la potencialidad TECNICA insuperada de esta naturaleza, que por sólo esta
característica merece ser admirada o imitada. Roncal, y con él, Monasterio y Mariscal esencialmente, erigen las
afirmaciones rotundas de los valores morales, de las realidades del alma humana que imponen al Arquitecto la
solución también funcional, de nuevos datos del programa constructivo, exigiendo, desde luego, respeto a la
personalidad del cliente. Dicen, no basta que resolvamos la forma y el tamaño de los lugares donde ha de
comer, de dormir, de bañarse, de trabajar, de pensar el hombre; aún la humanidad, afirman, ignora muchas
cosas, aún sufre con innúmeras interrogaciones, aún padece de muchas nostalgias insaciables con todas las
plétoras materiales que puedan disfrutar, aún cree en el inigma del universo, aún busca a Dios. Pues bien,
todas estas realidades vividas aún por la gran mayoría de los humanos tienen necesidad de surgir a la luz
arquitectónica, son valores que se sustraen a todo control de maquinación, no pueden ni como el agua, ni los
automóviles de Legarreta, ni siquiera como sus peatones, ser medios aritméticamente, para meterlos dentro de
un tubo standard de cuatro por cuatro pulgadas. No, prorrumpe Roncal, siempre sonriente, estos valores
espirituales han tenido siempre necesidad de una superación del simple standard, han exigido del Arquitecto
una visión más adentrada en la trama psicológica de los pueblos, en sus culturas, en sus aportamientos
filosóficos definitivos. No niega empero que hoy, toda esta trama religiosa y sutil del pensamiento humano se
halla enmarañada, revuelta, confundida dentro del burdo zarape tejido con los hilos del engranage económico, y
ahogada por las imperiosas urdimbres de la crisis que atraviesa la humanidad; pero está seguro, que
volveremos en el movimiento del progreso y de la cultura a un punto homólogo de aquellos en que el auge
económico permitirá a la nueva floración religiosa expresarse en los mantos de piedra y de mármoles de tanta
pompa y verdad funcional, como aquellos que, apesar de todo, reconoce Aburto pregonaron enfáticamente los
templos, palacios y catedrales de las grandes épocas arquitectónicas.

Ciertamente contra esta percepción espiritualista, lanza Aburto los caballos desenfrenados de su análisis
funcional y nos dice: en el templo egipcio todo estaba supeditado a la exigencia del material, a la necesidad de
la construcción real, a la función de la materia, ya fuera ella columna, platabanda, placas pétreas del techo;
luego explica como funcionales a los ornamentos que cubren columnas y pilones, afirmando que la función de
los geroglíficos, sustituía la función del libro impreso de hoy; que allí, los grandes faraones señores de ese
pueblo de esclavos, característica máxima para Aburto del pueblo egipcio, escribían sus hazañas para tener
siempre subyugada a esa masa; era uno de tantos medios de asombro y sujeción. Seguramente Aburto, lo
mismo que toda esa masa de esclavos egipcios, para quienes él cree que fueron esculpidos los geroglíficos, no
entiende ni descifra uno sólo de ellos. Es que, en realidad, los geroglíficos funcionales no tuvieron esa función:
la escritura egipcia sólo la leían los sacerdotes, los escribas, quizá los reyes y algunos iniciados; estaba vedada
su enseñanza ya no sólo al burgués y al paria, sino sobre todo al extranjero, lo mismo que cualquiera inhibición
en la vida de la tierra del Nilo, en el conocimiento de sus misterios. Los geroglíficos satisfacían a una función,
mejor dicho, a dos funciones y mecanismos ineludibles del espíritu humano: la vanidad y la avidez estética.

Los faraones, mónstruos verdaderos de vanidad humana, por propia complacencia y para asombro de sus
descendientes y hasta de los mismos dioses, ordenaban al escultor-escriba que perpetuara sus hazañas, por
supuesto en forma ampulosa, exagerada y magnífica. Si en tal combate con el escitas pasaban a cuchillo un
centenar de pobres negros, exigían que en el monumento conmemorativo, que en el geroglífico ilegible para su
pueblo, figurara la cifra de mil o hasta diez mil y se agregaran las palabras "devasté" "aniquile", "violé", "pasé a
cuchillo", ayudado por supuesto por los dioses Menhotep-Tor, Amon Ra, Isis, etc., ya que también él, el
intocable, era hijo de Amon, era encarnación viviente de algún dios con cabeza de cocodrilo o de gato. Esa
función arquitectónica de los geroglíficos arquitectónicos, es la que a través de todos los tiempos ha surgido en
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los ropajes de los palacios babilónicos, de los edículos griegos, de las termas y templos romanos, de los
castillos medioevales, de las fachadas chirrigueras, de los barroquismos romanos que tanto pavor infunden a
Aburto; así de grado en grado, de opulencia y encubrimiento máximos a decadencia y rastacuerismo ridículos,
van a concluir por buscar asilo imprescindible en la placa de bronce, donde los pro-hombres de todas las
épocas apaciguan su sed de inmortalidad, su vanidad profunda; esa tremenda realidad espiritual de la que no
han podido hasta hoy prescindir ni los hombres ni el Arquitecto.

Pero tuvieron además otra vida: si Aburto hubiera tenido en sus manos como tuve yo algún día una piedra
caliza egipcia, esculpida por un artista del bajo imperio, ante la maravilla del inconsutil modelado, del huyente
trazo, de la imponderable y profunda expresión de todas y cada una de las partículas pétreas transformadas en
figurillas humanas, hubiera sentido en sus venas una vida nueva, una vibración extraña y amplísima, una
amplificación de su yo como dilatamiento beato de su espíritu conviviendo con millares de cosas, seres,
hechos, dolores y alegrías de muchos y muchos e incontables siglos: la pura emoción estética. La que ellos,
nuestros funcionalistas niegan, impugnan y quieren verla siempre escrita con minúscula, rehuyéndola,
convirtiéndola en simple ARS: en la facultad de hacer lo mejor posible una cosa y nada más.

Tal era también la misión de los geroglíficos indescifrables gramaticalmente para el pueblo, para los esclavos,
tal fué también la función de los frontones y métopas de los templos griegos, tal la función de las eculturas y
bajorrelieve (también ilegibles y sin sentido escrito, muchos de ellos para el pueblo) de las catedrales
románticas y góticas; es también la misión de los ordenamientos abstractos de los órdenes renacentistas, la de
nuestros altares chirrigueros, la de las puertas gibertianas indiferentes a todo requerimiento del tiempo; esa, la
de los máximos alardes y fantasías del barroco: coger lo material, agruparlo, modelarlo, cincelarlo, burilarlo,
ejercitando una voluntad humana que penetra en toda vida, en todo fenómeno, en toda criatura para someterlos
a su percepción ordenada de belleza. Cuando esta norma de la comprensión, síntesis del universo, coincide
con la conciencia sintética colectiva, se realiza entonces la obra de arte, la emoción de belleza que compensará
al pueblo de muchas de sus hambres, lo redimirá, por momentos, de muchos de sus dolores, lo reconciliará con
muchas de sus satrapías que lo esclavizan. Tal parece ser al menos los argumentos que se derivan de las tésis
espiritualistas antagónicas a la sostenida por Aburto y sus compañeros.

Quizás los que ha sucedido es que ahora esa necesidad de lo bello, de la emoción estética, de la convivencia
fugaz pero profundísima de nuestro yo con los yoes de muchos otros seres, de muchas otras cosas, de muchas
otras vidas y realidades unificadas por una norma, se ve apaciguada por muchos tragos que la cultura y la
civilización nos proporcionan hoy en abundancia.

Limitada la actividad del Arquitecto de ahora a la sublimación de un oficio sometido a los vaivenes y
circunstancias de la realidad política y económica de un pueblo, se define como algo completamente opuesto al
Arquitecto de antaño que intuitivamente reflejaba en su edificio la manera como su gente, su pueblo sentía
necesario, precisamente lo que iba a parecer innecesario en la práctica de su construcción; requería como algo
completamente ponderable, lo imponderable en la definición del programa.

Las ansias naturales de goce, de expansión, de superación de la propia capacidad biológica en actos de
plenitud psicológica, encontraban desahogo, si no completo, sí muy suficiente cuando la visión de las múltiples
formas y elementos innecesarios provocaba una vida subjetiva e intensa y apaciguadora de los anhelos
subconscientes de belleza.

Antaño, la arquitectura era acaparadora y distribuidora máxima de las sensaciones de placer, necesarias a la
vida normal de los hombres. Actualmente, la unidad se ha subdividido, se ha desintegrado y multitud de nuevas
realidades del progreso integral de la humanidad, suministran nueva fuente y apaciguamiento a la necesidad del
goce. Tenemos ahora el cine, el auto, el libro, la industria del juguete, del bibelot, el deporte, los bailes, los
fáciles tratos sociales, los teatros, la música colectiva, el radio, la aviación, el teléfono, etc., etc.

Comparad las libertades de movimiento individual de la juventud y del hombre de nuestros días con las
libertades de los hombres de cualquiera otra época; ahora se mueven libremente lo mismo en la ciudad que en
el campo, en el aire que en los mares, con una libertad más audaz cada día, más insolente, libando en todas
las copas, las efímeras, no aquellas cinceladas pacientemente durante años por artífices excelsos, sino las que
se rompen frágiles en el fulgor concupiscente de una noche.

¿Qué le queda a la arquitectura por apaciguar, qué sed por saciar, qué ansiedad por calmar, qué desorden por
ordenar, qué visión por plasmar, si todo en la inquietud de nuestros espíritus ya fué saciado, si todo fué

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entrevisto, si todo fué ordenado? De aquí, tal vez, esa extraña, nueva, a veces para muchos incomprensible,
desnudez de la nueva arquitectura.

Hay algo insólito y sin embargo perfectamente explicable en este juvenil arrojo animado por aparente fuego de
aniquilamiento. Por una de tantas contradicciones inevitables en todo idealismo sutilisado hasta convertirlo en
punta de estilete florentino, aquello que dicen negar se convierte, nuevo Proteo en la más estupefaciente de las
afirmaciones. Niegan, sí, que la arquitectura moderna funcional tenga por meta lo bello, poco le va a Aburto,
que lo bien construído resulte a la postre feo; hacen befa alegre y displicente de todo lo que suena a misión
cultural del Arquitecto, como si fueran castillos de naipes; hechan abajo con un soplo de su credo funcional todo
cuanto remotamente transcribe a espiritualidad, y en nombre de su razón, de su ciencia, erigen todo un sistema
de reformas sociales y arquitectónicas que no son sino un fruto brillante de su siempre insaciada avidez de
belleza. ¿Por qué? ¿qué pretenden en suma cuando quieren sustituir el espectáculo actual de los millares de
casas, casuchas, barracas y jacales insalubres por todo un sistema de casas standard bien construídas, bien
agrupadas, bien equipadas, más humanamente acondicionadas, levantándose dentro de una ciudad trazada,
ante todo, para la vida buena y alegre de millares de criaturas simplemente humanas?

¿Qué les inspira, qué les anima?: en realidad ninguna razón, sino un profundo sentimiento humano de orden,
armonía, debida ponderación y perfecta realización; es decir, belleza.

¿Por qué a los proletarios de hoy que viven en chozas que para ellos no merecen el nombre de casas, los
quieren ascender al nivel de buenos burgueses albergándose en una casa limpia, fruto de un standard
agradable (como llama Legarreta) y construídas mediante procedimientos de trabajo en los que queda
eliminado el bruto humano: ¿por qué a ese cuadro agradable que presume o entrevé una humanidad más sana,
más alegre, más fuerte, más ordenada en la distribución del bienestar, rehuyen, con pavor inexplicable, de
llamarle una humanidad más bella?.....

Por esto se han salvado: porque la realidad última de su tésis, de sus postulados no es la razón, o la serie de
frías razones de una lógica kantiana o marxiana, sino porque la realidad última de sus entusiasmos juveniles es
un ensueño que dimana de nuestra eterna emotividad, de nuestro eterno sentimentalismo, que por sobre toda
cumbre trepa a la acrópolis fascinante de la completa redención humana.

Si esto es posible, si esa transformación radical de la estructura social que rotundamente formulan es
realizable, justamente es una de las tésis o preguntas esenciales que van a establecerse como consecuencia
de estas disquisiciones, y, según la respuesta que demos a ella, se deducirán normas muy diversas para la
enseñanza de la arquitectura, para las actividades de los arquitectos y para su actuación en el campo social y
en el campo político.

Contra todas estas inquietudes de un espíritu juvenil que se encuentra insatisfecho con las realidades de la
organización social actual, el arquitecto Amábilis salvando los temas concretos del problema, desviando su
mirada de todo aquello que se halla en contacto más íntimo con la estructura material y económica de la
arquitectura moderna, levanta serenamente el edificio de sus idealismos estéticos, y de lucubración en
lucubración, llega a la persuación que la causa de todo el desorden reinante, de toda nuestra desorientación,
radica antes que todo, en la ausencia de un ideal colectivo; que en tanto no lleguemos a formular un credo
capaz de unificar nuestras divergencias técnicas y artísticas más salientes, no podremos hacer surgir como
producto de la convicción profunda de toda una nueva familia humana, un arte comparable con aquellas
siempre admirables realizaciones que fueron resultado ante todo de ese fenómeno psicológico trascendente,
que unificando la actitud de todo un pueblo, de toda una raza ante el enigma multiforme de la vida, haga estallar
el Ideal como algo que “franca, ingenua y sencillamente se posesiona de los corazones”... “y es comprendido
por todos los hombres sin distinción de edad, casta o cultura” y es inegable que planteando en esa forma la
tésis se vislumbra el origen de todas nuestras incertidumbres e inquietudes.

Pero es preciso limitar el alcance del tema a realidades que en lo general escaparon a los ponentes, al
olvidarse que ante todo, el funcionalismo en arquitectura es un fenómeno determinado por realidades históricas
actuando como antecedentes y actitudes individuales, obrando también en un período histórico claramente
definido y que ejercen su voluntad creadora, haciendo volver a las fuentes las normas de un arte que en ese
preciso momento histórico se despeñaban, disgregándose y desarticulándose, perdiendo así su verdadero
sentido.

Fué contra las fantasías florales de la Escuela de Nancy y los delirios ornamentales del París de 1900, contra lo
que los precursores del funcionalismo lanzaran los embates de los cánones de la razón como suprema
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autoridad arquitectónica: Labrouste, Sedille, Van de Velde, Berlage, Hoffmann, Moser, con Otto Wagner,
Lecorbusier son, entre otros, los más conspicuos campeones de esa acción dirigida contra el arte arquitectónico
de fines del siglo XIX que así se llame, neo-clásico o art-nouveau, se había olvidado de las funciones de cada
elemento de los edificios y se complacía, ya en los más absurdos acrobatismos de los “órdenes clásicos”, ya en
las más ridículas y espeluznantes imitaciones curvilíleas de la flor y de la fauna en la naturaleza, para hacer de
lo superfluo e inútil el embrión, la raíz primordial de la forma, peor aún de la estructura arquitectónica. De
manera que el término funcionalismo, y por lo tanto el sentido intrínseco de ese movimiento arquitectónico,
únicamente tiene valor relativo, como expresión del movimiento de restauración de los viejos principios
arquitectónicos efectuado a principios del siglo XX y muy especialmente definidos y preconizados por Walter
Gropius al fundar su famosa “Bauhaus” en Dessau. Nada mejor que aclarar el concepto claro del funcionalismo
en arquitectura que transcribía algunos de los párrafos del libro en que Walter Gropius, explica las bases de
enseñanza impartidas en su “Bauhaus” y sus propósitos e ideales, que no son en suma sino el credo
funcionalista a raíz de su nacimiento; escojamos los más concluyentes:
.........................
Lentamente se cumplió la propia clarividencia, en lucha contra la concepción formalista reinante. Justamente los
pensamientos axiomáticos que se entienden por sí mismos necesitan el más largo tiempo para su realización
como consecuencia de su procedencia radical, es decir, bien enraizada, son pensamientos que deben servir
como buenos no sólo para un estrecho círculo sino para la vida en su totalidad.
.........................
Con todo el método requerido por una clara explicación, por un concepto sintético se propuso la “Bauhaus”
llegar a la fuente del problema de la plasmación, de la forma y sus resultados hacerlos conocer a todos con
decidida energía, es decir, que la plasmación artística no es una cuestión lujosa relacionada con el espíritu o la
materia, sino que debe ser cosa de la vida misma, que, además, la revolución del espíritu artístico traía consigo
la necesidad de conocimientos elementales sobre la nueva plástica, de la misma manera que la transformación
técnica de las herramientas apropiadas para su cumplimiento.
……………….
Cada cosa está definida por su ser y para darle forma de manera que funcione correctamente, debe
investigarse precisamente ese ser, pues va a servir plenamente a su objetivo, es decir, a cumplir las funciones
de manera práctica, siendo a la vez duradera, barata y hermosa. Pero el funcionamiento diario, lleno de sentido,
sin fricciones no es la meta final, sino que establece solo el antecedente para alcanzar un máximo de
independencia y libertad de la personalidad. La estandarización de las realidades prácticas de la vida a que
aspira “La Bauhaus”, no significa ninguna esclavización y mecanización del individuo, sino que libra a la vida del
balastre innecesario, para que de esta manera dejarla desarrollarse más rica y sin impedimentos.
……………….
Para cumplir estas exigencias se debe alcanzar la mayor efectividad con el mínimo posible de medios. Nuestra
época de la técnica se asimiló rápidamente y en forma consciente esta ley al resolver las exigencias materiales,
dominando así la obra de los técnicos, en cambio la economía de lo espiritual se impone lentamente, ya que
presupone más conocimientos y actos de disciplina pensante. Aquí reside el punto crítico y la diferencia entre
civilización y cultura. Esta diferencia esencial entre el producto de la técnica o de la administración, entre el
trabajo escueto de la inteligencia numérica y la obra de arte producto de la pasión, radica justamente en esa
interpretación de la economía. Así, la civilización resulta ser la suma del trabajo de innumerables individuos, en
cambio, la cultura sobrepasando esto, es también el resultado, en una sola vez, de un microcosmos subjetivo
encerrado en sí mismo y cuyo valor universal crece con la madurez de su creador.

¿Qué es lo que conduce al plasmador artístico hacia la completa producción racional de la técnica? Los medios
de que se vale para plasmar la forma, pues su veracidad interior, la ejecución en correspondencia con la
función de un organismo en todas sus partes en forma escueta y sin frases, el audaz aprovechamiento de los
nuevos materiales y métodos, es también una lógica premisa para la creación artística. La labor de arte tiene
exactamente que funcionar en el sentido material como en el sentido espiritual de la palabra, lo mismo que el
producto del ingeniero, como por ejemplo, un aeroplano, cuyo destino axiomático es volar. En este sentido
puede el que crea artísticamente, ver un modelo en el producto técnico y al profundizarse en el proceso de su
elaboración recibir estímulo para su propia obra, sin abandonar por esto su propio terreno que se diferencía en
esencia del proceso creador técnico. Pues la obra de arte es siempre, sin duda, un producto de la técnica, pero
tiene al mismo tiempo también, propósitos espirituales que cumplir, cuya realización evidente a los sentidos se
logra sólo por medio de la fantasía y de la pasión.

………….¿Qué es espacio, con qué medios se plasma o conforma?

…………..Los hilos de la liga con la industria se amarraron más estrechamente.

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…………..Y los talleres ganaron en forma más decidida el requerido carácter de laboratorios de preparación
para la investigación de los productos en serie de la industria.

…………..La meta de la “Bauhaus” no es ningún estilo, ningún sistema dogma o canon, ninguna receta; y
ninguna moda; se mantendrá viva en tanto no dependa de la forma sino busque el fluido de la vida misma
detrás de la forma variable.

En el mundo del trabajo que se está plasmando han entrado en competencia con los viejos materiales
naturales, los materiales elaborados industrialmente y comienzan a vencerlos.

………….Pero estas nuevas modalidades exigen cálculo y calidad refinados, encerrando lo material en el
mínimo espacio (wesenlose stofflichkeit).

………….El constructor debe conocer además de la parte técnica las preguntas especiales relacionadas con la
plasmación de los volúmenes, cuyos medios derivan de las evidencias naturales fisiológicas del genus hombre,
a las que hay que subordinar las exigencias secundarias de la raza, de la nación, del individuo”.

………….Así vemos que el funcionalismo implicó un llamado al orden a los arquitectos para decirles: “las
industrias de la construcción, las ingenierías auxiliares de la arquitectura, la técnica constructiva han avanzado
prodigiosamente en el siglo XIX, los recursos de que puede valerse el arquitecto para plasmar su obra son
enormemente diversos y mucho más variados que los de la época anterior y en vez de valerse de ellos os
habéis petrificado y seguís concibiendo la arquitectura; la pereza natural ve sólo la máscara de la más necia
fantasía decorativa, producto de una habilidad de lápiz y pincel”.

Nótese también como el concepto de lo racional no excluye en Walter Gropius, la necesidad de lo espiritual y
de lo bello como meta ineludible del arquitecto.

Ya así definido el origen del funcionalismo y delineadas las características de su primer etapa, precisa hacer
notar que el movimiento así iniciado prosigue, y en su avidez de captar la vida nueva como resurgiera, ya no del
desenvolvimiento individual y científico del siglo XIX sino incuestionablemente de la catástrofe económica y
espiritual, abortos de la guerra mundial, transforman la esencia de su ser y van sugiriendo en su adolescencia
las ansiedades e inquietudes de índole general humana, haciendo las grandes interrogaciones sociales de la
nueva era. El problema económico amalgamándolo admirablemente con los postulados del funcionalismo
inicial, crea las nuevas formas, las nuevas apariencias, pero sobre esto y más que esto, el tema actual del
colectivismo contra individualismo traza a los funcionalistas extremos la nueva meta.

Copio algunas de las conclusiones del Congreso para la Racionalización de la Habitación de la Industria de los
Edificios en donde francamente se expresan las nuevas tendencias:

Nos esforzamos por una cura de simplificación. Pero nuestros medios son débiles con relación al ambiente de
particularismo en que vivimos.

Creemos ser nuestro deber interesarnos en los trabajos del ingeniero, del higienista, del sociólogo; seguir y
ayudar a los industriales, a los productores y a los contratistas. Queremos establecer una colaboración entre
estas diferentes actividades.

Oponer la razón al empirismo.

P. Verbruggen.

Se reconoce, en general, la importancia de la estandarización, pero se ve mal la extensión de su dominio, se


menosprecian fácilmente sus dificultades.

La verdad es que puede dar resultados notables pero a cambio de tiempo, sacrificios y esfuerzos.

Las aplicaciones más numerosas de sus principios se relacionan con la forma de los objetos, sus dimensiones,
la calidad de materiales primos y la ejecución, las condiciones de recepción, los usos comerciales, las
condiciones de empleo y seguridad.

Esta enumeración demuestra:


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1º.- Que fijar las dimensiones no es el único objeto de los estudios que hay que emprender.
2º.- Que la estandarización no puede hacerse y propagarse sino con la condición que sea el resultado de un
acuerdo entre los diferentes grupos de interesados.
3º.- Que los “standars” no pueden ser reglas inmutables que obstaculen el progreso, sino, por lo contrario, que
es necesario revisarlos periódicamente para ponerlos al nivel del progreso de la técnica.

La concepción y la realización de un edificio exigen del arquitecto y del contratista, conocimientos siempre más
variados, imponiéndoles CONTROLES siempre más numerosos. Por eso, ellos deben favorecer el desarrollo y
difusión de la estandarización, pues pone a su disposición los medios de simplificar su tarea en su parte menos
interesante para consagrar el tiempo ganado a actividades más en relación con sus gustos y con sus intereses.

M. Reichert.

M. R. Caussin.
Entre los factores que contribuyen al precio del costo relativamente elevado de las construcciones, se puede
anotar desde luego la preponderancia del trabajo físico y el empleo limitado de auxiliares mecánicos.

R. Verwilgen.
En el curso del siglo XIX, ni los poderes públicos, ni los técnicos se dieron cuenta del papel económico de las
ciudades.

Se preocuparon casi únicamente del papel monumental de ellas.

De aquí que las mismas no se adaptan de ningún modo a sus funciones económicas y construyan instrumentos
de trabajo muy defectuoso y que implican muchos gastos.

J. B. Van Loghem.– racionalista holandes.


La arquitectura funcional no es utilitaria en el sentido vulgar de la palabra; es el modo de expresión de los
arquitectos que manifiestan de nuevo abierto a su ser a todos los valores culturales y materiales del presente,
así, sus obras pueden pretender ser como fué en todo período de alta cultura el reflejo de la vida bajo sus
aspectos más integrales; aquellos de entre los arquitectos que han comprendido que su actividad creadora está
LIGADA INDISOLUBLEMENTE A UNA ECONOMIA MUNDIAL SANA, han llegado a la concepción de la
arquitectura como parte integrante del ENGRANAJE SOCIAL Y ECONÓMICO y luchan para que se realice
esta concepción, aunque su lucha no sea una acción política por la naturaleza misma de su trabajo, es evidente
que éste estará impregnado por las nuevas concepciones POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES
HUMANAS.

51
ARQUITECTO
ALVARO ABURTO
Esta plática estará dicha con absoluta sinceridad, sin atender a lo que yo pensaba antes ni a lo que pueda
pensar posteriormente, sino que, impulsado por la realidad de vida de nuestro pueblo, cuyas condiciones no
son nada envidiables, no obstante tantos años de Revolución.
¿QUE ES ARQUITECTURA? ?
Se me pregunta que es arquitectura, y no quiero decidirme a dar la definición más de mi gusto. Creo
que para resolver este primer punto, lo indicado es que se consulte a un diccionario.
¿Que es funcionalismo?
Todas las partes o los elementos de un edificio deben desempeñar una función, un trabajo. Esas partes
deberán estar hechas con materiales adecuados y con dimensiones precisas.
Como absurdos en las construcciones, tenemos, por ejemplo, un acueducto de mármol; una columna
retorcida que no sostiene nada y que puede quitarse sin que haga falta; una puerta de tres metros de lato por
donde han de pasar personas únicamente; una columna de hierro revestida de yeso y pintada de verde, para
dar la sensación de que es de malaquita; y otras muchas cosas ociosas, inútiles, falsas.
¿PUEDE CONSIDERARSE EL FUNCIONALISMO COMO UNA ETAPA DEFINITIVA DE LA
ARQUITECTURA, O COMO EL PRINCIPIO EMBRIONARIO DE TOSO UN DEVENIR ARQUITECTÓNICO?
La arquitectura siempre ha sido funcional. Los egipcios construían sus muros en talud para defenderse
de las inundaciones. Si los policromaban llenándolos de relieves; era en primer lugar, para escribir su historia.
Con ello los faraones mostraban a sus súbditos la tradición y la religión. Quiero decir que hasta esos relieves
tenían una misión; la de subyugar al pueblo.
Los asirios caldeos, por razón particular, construían con ladrillos y adobes, y tenían que revestir sus
muros con ladrillos vidriados o azulejos con objeto de que fueran más durables, Las construcciones estaban
hechas sobre plataformas porque los lugares donde moraban eran pantanosos y llovía con frecuencia. La
decoración tenía la misma finalidad que la perseguida por los egipcios; la representación de sus dioses, la
historia, etcétera, con el objeto de que tales motivos ornamentales impresionaran al pueblo.
Grecia misma, a pesar de los frisos de las Panateneas, de las metopas, de los frontones, en donde
había representaciones antropomórficas de sus divinidades nos legaron los elementos más simples y
fundamentales de la arquitectura: el pilar, el dintel y la techumbre inclinada. El que las haya pulido y
proporcionado, ello sólo nos indica que tal cosa no fue sino un reflejo de sus sentimientos: ese amor a la belleza
física, a la fuerza.
De Roma se ha dicho que copió la arquitectura griega. Nada más erróneo, La arquitectura romana
adoptó los órdenes griegos, utilizó la bóveda y la cúpula asirio - caldea, y construyó gigantescos muros de
hormigón, los que fueron recubiertos con mármol o estuco para darles mayor resistencia y una apariencia
homogénea. Es más: la arquitectura romana no fue solamente de órdenes griegos. Para entenderla hay que
conocer el programa, el proyecto y la realización de LAS TERMAS, del PANTEÓN, del COLISEO. Es allí
donde esa arquitectura nos demuestra sus cualidades específicas y las diversas necesidades que resolvió. En
las palabras de “pan y circo” se basaba el poder de los Cesares y a este poder servía la arquitectura. Si en la
actualidad es enorme la importancia que el pueblo da a un encuentro de box en el que se disputa un
campeonato, no obstante que ese mismo pueblo tiene innumerables distracciones e incontables problemas
sociales que reclaman su atención, ¿qué sería de aquella época, carente de libros, un espectáculo de fieras
destrozando cristianos, tiempos aquellos en los que todas las actividades tenían por ideal la fuerza? Esto
explica por qué los Césares tenían necesidad de impresionar al pueblo con arquitectura fastuosa.
En todas las épocas de la antigüedad observamos que el pueblo tiene una mentalidad estrecha,
impresionable, y es por eso que los emperadores, los generales, los canónigos, se ataviaban con mantas de
púrpura, guirnaldas y joyas deslumbrantes. Hoy, sin duda, esto se modifica grandemente. Tenemos a un héroe
moderno, Lindbergh, por ejemplo, que hizo una proeza enorme, la de cruzar el Atlántico, y sin embargo, para
ello viste overol.
Pero volvamos a nuestro bosquejo histórico.

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La arquitectura cristiana, la de los primeros cristianos, tan pobre como ellos, ¿cómo se hacía? Una
basílica estaba construida con muros desnudos, con columnas arrancadas de otros templos, sin importar que
estas fueran de determinado estilo, ni tampoco se hacían consideraciones acerca de la uniformidad de los
materiales. Los techos eran inclinados, como los de un garage.
Yo siempre he creído que la arquitectura nuestra debe ser como la de aquellos cristianos primitivos:
pobre y desnuda, como somos nosotros, como es el pueblo mexicano.
La arquitectura románica, hecha en un momento en el que se olvidaron los sistemas de construcción,
dado que los arquitectos tuvieron que improvisarse, construyó muros y pilares pesados sin que pudieran
clarearse para darles luz. Se ha querido explicar que esas tenebrosas construcciones fueron impotentes para
resolver el problema de la iluminación, antítesis de la arquitectura ojival.
La arquitectura ojival, cuyos tipos característicos se encuentran en Francia y Alemania, países poco
luminosos y donde llueve mucho, tuvo que resolver el problema de la iluminación, de allí que hicieran grandes
ventanas. Por otra parte, siendo la catedral el centro de reunión del municipio. Fué necesario construir grandes
espacios cubiertos. Mentira que los arcos apuntados, que los pilares elevados, que los pináculos y las líneas
verticales, representaran un deseo de elevación para acercarse a la divinidad. Fué un sistema constructivo
formado por los arcos ojivos, del contrafuerte fuera de la construcción y el botarel. Y a esta arquitectura tan
perfecta, algunos críticos de arte, bastante melindrosos, preocupados de la forma únicamente, han dicho que
esas catedrales parece que tienen muletas. Y se preguntarán: ¿Y la decoración de los vitrales, las estatuas de
los reyes, los misterios religiosos tallados en piedra, qué función desempeñaban? Yo contesto: la catedral,
como he dicho, era el centro de reunión, de vida, de los municipios . Los gremios que habían llegado a un
perfeccionamiento en su técnica, tenían en la catedral el mejor escaparate para exhibir sus adelantos. Por otra
parte la libertad de expresión no existía. El hombre que pensara contrariar las ideas reinantes servía de pasto a
las hogueras. Un escritor decía que para destruir una idea en un manuscrito, bastaba una tea y un turco, y que
para destruir la idea hecha en piedra se necesitaba un cataclismo, y es que entonces no existía aún la imprenta
mecánica que difundiera en cantidades el pensamiento. Quiero decir que en aquellos tiempos, el hombre que
deseaba decir algo, debía ser arquitecto, pintor o escultor, y su medio de expresión era la piedra tallada, pues
quién empleaba la palabra o la escritura tenía como recompensa lo que dije antes. En cambio, perfectamente
bebidos y en compañía de las monjas, e igual cosa, de gran irreverencia en aquellos días, se hacía con algunos
santos.
Aquí hemos visto que la pintura, la escultura y la arquitectura forman un lenguaje. De aquí viene el error
del Renacimiento que las asocia, considerándolas indispensables en un momento en el que el medio de
expresión era distinto. Los Arquitectos del Renacimiento resolvieron el problema de la facilidad de la
arquitectura con el trato de Viñola que era, como son en la actualidad, las tablas de Monterrey. Se tenía una
fachada con sus claros rectangulares, y se escogía del Viñola el encuadramiento que más le cuadraba al
arquitecto, ya fuera frontón curvo, recto, cornisas, pilastras, columnas, ménsulas, y de allí el absurdo hasta
nuestros días. Pero cuatrocientos años en la historia no significan gran cosa, si durante cuatro mil, excluyendo
los anotados, la arquitectura siempre fue funcional.
¿DEBE CONSIDERARSE AL ARQUITECTO COMO UN SIMPLE TÉCNICO DE LA CONSTRUCCIÓN, O
COMO UN IMPULSOR, ADEMÁS, DE LA CULTURA GENERAL DE UN PUEBLO?
El arquitecto no es un simple técnico. El arquitecto estudia la vida de los hombres en sus comunidades,
y aprovecha esta enseñanza para darles una mejor habitación. Así es que el problema de la arquitectura, no es,
como algunos creen, cuestión de resolver el cálculo de una cimentación o de una viga, o el empuje de un muro.
El Arquitecto estudia primero cómo vive un pueblo, cómo se defiende de los elementos naturales, cómo
se agrupa, cómo trabaja, dónde estudia, cuáles son sus diversiones, etcétera. Con estos elementos, en donde
la penetración se pone a prueba para captar lo mejor posible las costumbres, el arquitecto elaborará el
PROGRAMA; después, con sus conocimientos de cálculo y con la ayuda de la composición arquitectónica,
ejecutará el PROYECTO; acto seguido viene la REALIZACIÓN o construcción, y por último la CRÍTICA.
El factor más importante, el decisivo, es el económico, pues las cuatro partes anotadas están sujetas a
él y las modifica todas, de lo contrario, si no se toma en cuenta, se podrá hacer una arquitectura técnica
perfecta, pero teórica, y en consecuencia, absurda para nuestra miserable realidad. Por eso son absurdas las
preocupaciones de ciertos gobernantes de la Revolución que han construido flamantes escuelas–palacios……,
para ponerles una placa de bronce en la que con artísticas letras se lee su nombre….. para la posteridad. Por
eso son absurdas nuestras dos o tres ciudades con sus avenidas, sus palacios, sus monumentos, en un país
de jacales con techos de zacate y paredes de carrizo. Ahora viene a mi memoria lo que dije en otra ocasión:
nos asemejamos a los reyes salvajes de África, que usan lustrosa chistera y taparrabo.
Es justo que el gobierno de la Revolución gaste sumas fabulosas para perpetuarse en monumentos de
un costo insolente y que sólo vienen a significar opresión, aparte de su falta de sentido. ¿Qué se piensa de un
Estadio para reuniones al aire libre, que cuesta millones de pesos a un país pobre, en una ciudad en donde
llueve todos los días del año? Un Estadio, por lo demás, que técnicamente pudo ser perfecto.

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¿LA BELLEZA ARQUITECTÓNICA, RESULTA NECESARIAMENTE DE LA SOLUCIÓN FUNCIONAL,
O EXIGE, ADEMÁS, LA ACTUACIÓN CONSCIENTE DE LA VOLUNTAD CREADORA DEL ARQUITECTO?
Yo creo que en la arquitectura debe omitirse esa preocupación. La arquitectura debe ser buena o mala.
Es decir: eficiente o deficiente, económica o dispendiosa.
Cuando entra la voluntad del Arquitecto, la consecuencia inmediata es la arquitectura de capricho. Sólo
emplearé un mal ejemplo: las escuelas para ejidatarios con copetes y bustos del Cura Hidalgo en la fachada.
¿CUÁL DEBE SER LA ORIENTACIÓN ARQUITECTÓNICA ACTUAL EN MÉXICO?
Dividamos en tres partes las actividades a que puede dedicarse el Arquitecto en nuestro ambiente:
1.- Cuando el Arquitecto sirve al Estado.
2.- Cuando sirve a las comunidades, y
3.- Cuando sirve a los particulares, es decir: cuando hace arquitectura burguesa.
En los dos primeros casos tiene que plegarse absolutamente a hacer la arquitectura más pura, más
simple, más económica y simultáneamente la más eficiente, desoyendo por completo las insinuaciones
caprichosas del gobernante o del líder para hacer algo que sirva a todos.
En la casa burguesa el Arquitecto puede ser pompeyano u ojival. Allí el funcionalismo no cuenta.
Si un hombre con mucho dinero quiere hacerse un baño persa o un pabellón trianón, con esas ideas
fijas no puede comprender al Arquitecto que le indica que un baño deberá tener tales dimensiones para que los
muebles quepan y para que llene su finalidad. Además, por otro lado, un baño persa costará mucho más que
uno funcional, y en este caso, el dinero del rico tendrá oportunidad de distribuirse entre los trabajadores. Pero si
el hombre de dinero quiere construir habitaciones que él no va a ocupar, si desea cuartos menores de lo
humano, con espacios libres absurdos, entonces el Arquitecto no debe ser un instrumento para la explotación.
CONCLUSIONES
Enseñanza de la arquitectura adecuada a estos postulados.
Definir las condiciones que debe llenar la casa habitación para México en esta época.
Ética profesional.

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ARQUITECTO
ALFONSO PALLARES
PROFESIONES DEL INGENIERO Y DEL ARQUITECTO
GENESIS , DESARROLLO Y REALIZACIONES
(EXPLICACION DE LA GRAFICA)

El espíritu humano animado necesariamente por la voluntad congénita e imprescindible de ordenar, plasmar y
utilizar la materia, actúa sobre ella en sus dos realidades vitales: sobre la materia en producción, en estado
dinámico, sujeta a la actuación simultánea de las múltiples manifestaciones de la energía son consideradas
únicamente como causas determinantes de la forma estable.
Estos primarios estados o actitudes de la voluntad del espíritu humano frente a frente de la materia
integral, definen desde su origen lo específicamente diverso entre la actuación y complexión espiritual del
ingeniero, y la complexión espiritual y actuación del arquitecto.
En la gráfica aparecen sintéticamente representados estos conceptos y definiciones. Siguiendo ahora el
proceso del ingeniero, vemos que la energía se manifiesta para él en los fenómenos de la luz, del aire, del
calor, del agua, de la energía humana; fenómenos que están sometidos a las leyes de la mecánica (estática,
dinámica) de la cinemática y de la transformación físico–química. El dominio técnico de esos fenómenos y de
sus leyes, y la relación que guardan con una civilización determinada, o estado de progreso definido, exigen
una suma de conocimientos de índole científica que se ordenan en una serie de estudios relacionados con
(sígase la gráfica) el maquinismo en la vida humana, la actuación de las fuerzas sobre la materia, la técnica de
la máquina, la transformación de las fuerzas y su aprovechamiento, por último, el estudio de la economía. La
diversidad específica de estas materias abarca integralmente el campo de conocimientos dentro de los cuales
se desarrollan las actividades de todos los ingenieros y que constituyen la ingeniería. Dada la amplitud de este
campo y la enorme suma de progresos realizados en lo que se refiere a la intromisión de la vida de los
elementos en la vida del hombre, y puesta también en consideración la importancia del problema social de la
maquinización de la vida colectiva de los hombres, la ingeniería se ramifica día a día en nuevas
especializaciones cuyo campo, a la vez, es cada día más difícil de limitarse y definirse.
Así, actualmente las ramas contenidas en la gráfica, ya en México exigen, si se requiere echar las
bases correctas de un desarrollo armónico del progreso nacional, una enseñanza especializada de una manera
neta e inconfundible definida, que faculte a cada especialista a actuar únicamente en su campo perfectamente
circunscrito, sin dar lugar a confusión o ambigüedad alguna.
Diversamente (no opuesta, ni subsidiariamente) el arquitecto desde el origen de su actividad mental
ejerce su voluntad de ordenar, plasmar y aprovechar no ya sobre la materia en producción, sino sobre la
materia-producto o producida. En esta no es ya la energía la que va a establecer los fenómenos cuyas leyes
debe captar el espíritu, es precisamente la morfología de los materiales puestos a disposición del arquitecto la
que va a imponer a éste sus leyes y condiciones. No interesa al arquitecto el considerar las causas, ni los
fenómenos que deban realizarse para que sus materiales se produzcan, en cambio la forma de los mismos y
las causas que pueden modificarla cambiando su estabilidad y su apariencia, generan lo específico de sus
conocimientos. Por eso las leyes de la morfología de los materiales arquitectónicos, que son, la vida humana,
los materiales pétreos, los que se extraen de los vegetales, los que producen los animales y los que elaboran la
industria como consecuencia del progreso de las ingenierías, son únicamente leyes que se relacionan con la
estática, la resistencia, la contextura, el color, la durabilidad y el desarrollo industrial. Esto hace una suma de
conocimientos de índole científica y sociológica. Estos conocimientos exigen una serie de materias y disciplinas
con las que penetra el arquitecto en la definición y conocimiento de las culturas humanas, desde el punto de
vista morfológico, en las leyes que rigen la estabilidad de los materiales (capítulo éste común con el capítulo
relativo de los conocimientos del ingeniero) le hace considerar, como factor determinante importantísimo de su
profesión, las urgencias sociales de una época, es decir, todas aquellas exigencias que se relacionan con las
comodidades, las jerarquías, las vanidades, el sentido del placer, y la higiene, como se definen en cada época;
luego, necesita una serie de conocimientos que lo amaestren en todo lo que se refiere a la plástica de los
materiales; a todas estas disciplinas se agrega el fusionamiento de su percepción estética con el sentido
estético de la colectividad, y por último la economía le obligará a someter todas sus concepciones a las leyes
impuesta por tan importante rama de la sociología.

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En resumen; la manera de ser de la vida humana y sus exigencias condiciona la construcción del
arquitecto; en cambio, la manera de ser y las exigencias de la vida de los elementos naturales y de las fuerzas
que los rigen acondicionan las construcciones que llevan a cabo los ingenieros.
Luego, se combinan ambas profesiones para su finalidad suprema y última; plasmar la tierra para
acondicionarla satisfactoriamente a servir de morada humana en el sentido más amplio de la palabra.
Esta diversidad de ambas profesiones no implica por lo tanto que la una sea dependiente o subsidiaria
de la otra, pero tampoco quiere decir que puedan concebirse actualmente aislada la una de la otra. Las
ingenierías continuamente aportan al arquitecto los equipos y las maquinarias en donde las fuerzas naturales
transformadas y controladas debidamente, pasan al servicio directo de la vida del hombre. El progreso de la
mecánica, de le electricidad, de la hidráulica, de la ingeniería industrial, aportan continuamente nuevos
elementos al arquitecto que tiene por misión introducirlas en la morada humana para someterlos a sus leyes de
distribución, de economía y de plástica arquitectónica .
En esta forma quedan claramente expresados los propósitos, las necesidades relacionadas con la
suma de conocimientos y de educación especial inherentes a ambas profesiones y la incompatibilidad natural
que existe entre la manera de pensar y de crear entre el arquitecto y el ingeniero.
Así mismo, en lo que respecta a la arquitectura, se perfilan claramente las influencias que las partes
componentes de la profesión pueden ejercer de una manera preponderante en cada época, de acuerdo con las
características culturales de ella, por lo que vemos que a veces lo formal domina sobre lo intrínseco, a veces,
como en la época actual l urgencia social económica impera momentáneamente sobre las otras determinantes,
y sólo en las épocas culminantes del desarrollo cultural humano, la arquitectura llega a ser la integral en donde
actúan, equilibradamente y armónicamente, todas las fuerzas de donde deriva su ser.

NOTA.- Este trabajo fue presentado por su autor en el Congreso de Profesionistas celebrado en la
Ciudad de México el año de 1933, su publicación en este volumen obedece a la natural relación que existe
entre los conceptos analizados en las pláticas y los que se consideran en la Gráfica.

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