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“Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida

como peligrosa.”

Alfred Adler - Psicólogo austríaco

Nuevamente se besaron. Sus labios se unieron de una manera muy


tierna, como si se conocieran y amaran de toda la vida.
La adrenalina del momento no incomodó a Igor, quien no está
acostumbrado a hacer las cosas sin pensar mucho antes, pues sintió
algo especial cuando Alexandra se acercó por segunda vez de una
manera tan apasionada y segura.
Igor sabía que aunque no conocía a la muchacha, sentía una
necesidad más allá de lo posible de estar con ella.

- Te he esperado por tanto tiempo... - dice Alexandra, todavía


extasiada por el momento.
- Es como si te conociera desde siempre, me sucede algo extraño -
señala Igor mientras acaricia el pelo de la joven.
- ¿Nunca te había pasado?...
- ¿Qué cosa? - pregunta Igor.
- Enamorarte a primera vista.
- No. En realidad antes no creía mucho en eso...
- Entonces, ¿ahora sí lo crees?
- Si es que lo que estoy sintiendo en este momento es eso,
entonces sí lo creo.
- ¡Tantos años de espera sin encontrar a nadie especial! - dice
Alexandra.
- Que gracioso, lo dices como si tuvieras muchos años de vida -
dice Igor mientras lanza una sonrisa.
- Para mi es casi una eternidad. ¿Sabes?, como te dije
anteriormente, pensé en dejar esto pasar, pero sentí algo tan
especial aquel día en la plaza que era imposible de evitar.
Desde ese momento supe que tú eras esa persona que he estado
esperando toda mi vida. He tratado, pero no puedo encontrar otra
explicación más lógica que esa.
- No busques lógica en el amor. Creo que los sentimientos son todo
menos cosas estructuradas que se pueden razonar, se sienten y
ya.
- Me preocupa que no nos conozcamos tanto, pero creo que podemos
hacerlo en el camino.
- No puedo dejar de pensar que esto es algo que no haría
normalmente, pero mis sentimientos son más fuertes esta vez.

Igor se acerca y besa a Alexandra con ternura, al pasar los


segundos ese beso se va poniendo cada vez más apasionado. Es
imposible negar la atracción que hay entre los dos jóvenes.
Sin embargo Alexandra comienza a ponerse incómoda, súbitamente sus
ojos comienzan a cambiar de color y el aspecto de su cara va
cambiando rápidamente.

- ¡No!, ¡espera! - dice Alexandra mientras gira para que Igor no


la vea - No me siento muy bien.
- ¿Qué sucede Alexandra?, ¿te hice algo malo?.
- No. No es nada, sólo son unos mareos - dice Alexandra mientras
trata de calmarse. Luego vuelve a girar hacia Igor.
- ¿Estás bien?, si quieres puedo traer un vaso de agua o algo...
- No te preocupes Igor, ya se me está pasando, pero creo que iré a
mi casa para poder descansar, creo que ha sido un tiempo de
emociones muy fuertes y puede ser que eso me esté afectando.
- ¿Quieres que te vaya a dejar?, puedo acompañarte si es que así
te sientes más segura...
- No hace falta, agradezco tu preocupación, y ya sabes, ahora
estamos irremediablemente conectados, te quiero.
- Yo también, y mucho - dice Igor visiblemente enamorado - ¿cuándo
nos vemos de nuevo?
- Escuché que el próximo viernes habrá un eclipse, si quieres
podríamos ir a verlo juntos.
- ¡Verdad!, el eclipse. Lo había olvidado, sería una muy buena
idea, pero...¿nos podemos ver antes?.
- Igor, creo que debemos darnos nuestro espacio, debemos
conocernos poco a poco, mejor nos vemos el viernes ¿si?.
- Está bien preciosa, nos vemos el viernes entonces, podrías pasar
por acá, ya que no deseas que vaya a tu casa, ¿o sí?.
- Sería estupendo, podrías ir a buscarme - saca un lápiz de su
cartera y escribe en una pequeña nota de papel que hay sobre la
mesa de arrimo de Igor - aquí vivo yo, te espero como a las 12.
- Bien, ¡nos vemos el viernes!

La muchacha se va y al instante el sol vuelve a brillar entre las


nubes.
Alexandra se aleja a toda velocidad, es casi invisible a los ojos
de una persona normal.
Igor aún está pensativo y muy impactado por todo lo que ha
sucedido en tan poco tiempo.

- Todo esto es muy rápido, pero es una sensación muy especial -


dice mientras sube las escaleras nuevamente.
Capítulo 6: Te estaré observando desde cerca

- Tienes que ser sigilosa, decidida y cuidadosa en tus movimientos


- le dice Máximo a Amelia mientras se esconden detrás de los
últimos árboles que los separan de sus víctimas.
- Sabes que tengo mucha sed, pero no estoy preparada para hacer
esto - dice mientras desea correr hacia otra dirección.
- ¡Tú te quedas acá!, tienes que aprender a ser una de nosotros,
no te convertí para que fueras una inútil - le grita mientras la
toma del brazo.
- ¡No voy a dejar que me trates así!, ¡ya me cansé! - dice Amelia
enfurecida cuando su rostro se torna sombrío y monstruoso y sus
ojos toman un intenso color rojo.

Amelia muy fuera de sí se acerca hacia la madre junto a su hijo


que están guardando las cosas en el automóvil.
Primero llega donde la madre y con un gran y rápido golpe en su
cabeza, la deja inconsciente.
El niño horrorizado entra en shock, lo que paraliza a Amelia y le
hace cuestionar su accionar.

- ¡Quédate acá!, ¡no corras! - dice al niño que sigue sin


pronunciar una sola palabra. Escúchame bien, mira mis ojos y oye
lo que te voy a decir...vas a salir corriendo, no vas a decir
nada y cuando llegues a la autopista vas a buscar alguien que te
lleve de regreso a tu casa y dirás que tu madre sufrió un grave
accidente, ¿vives con alguien?...
- Con...con mi...hermana mayor... - dice el niño temblando.
- Bien. Le dirás eso, ¿entendido?
- Sí.
- ¡Ahora corre!

El niño sale corriendo en dirección hacia lo espeso del bosque


para lograr encontrar una salida hacia la autopista.
Amelia escucha gritos.

- ¡Te dije que no debías dejar ninguna presa viva! - dice Máximo
enfurecido mientras toma con fuerza al niño por el cuello.
- ¡Deja al niño!, el no tiene la culpa de todo esto.
- Te felicito, porque veo que tienes el poder de controlar la
mente, eso es algo que no cualquier vampiro neófito puede
hacer...ahora te voy a dejar tranquila para que te alimentes,
mientras yo me llevaré a este muchachín, vamos a pasar un gran
momento juntos - dice mientras saca a relucir sus grandes
colmillos.

Amelia comienza a alimentarse de la inconsciente madre, y al


hacerlo siente un gran placer, está fuera de sí y sólo se entrega
al momento.
Mientras lo hace, Máximo se va con el niño que sigue gritando y se
adentra un poco más en los árboles, hasta que se siente un gran
grito y un último quejido del pequeño. Máximo lo ha asesinado.

- ¡Pobre niño! - dice Amelia al beber la sangre de la madre- pero


esta sensación es exquisita, me encanta el sabor de la sangre
humana...me lo estuve perdiendo durante algunos días.

La primera caza de Amelia fue una experiencia llena de


sentimientos contrapuestos. Por un lado ella sentía esa necesidad
de alimentarse, pero los resabios de humanidad que quedaban en su
cuerpo le impedían comprender que debía alimentarse de las
personas. Todavía sentía esa culpa, a pesar de que se dio cuenta
que con esta nueva condición su fuerza, rapidez, prolijidad y
otras aptitudes estaban en mucha mejor forma que cuando ella era
una humana. Intentó salvarle la vida al niño, pero se dio cuenta
también que su iniciador era quien mandaba y tuvo que aceptar el
hecho de que Máximo le quitó la vida y que probablemente en estos
momentos estaba succionando toda su sangre.
Una vez que pudo enterrar sus colmillos en el cuello de la madre
su percepción cambió. Ella comprendió que ese era su destino y que
no había nada más placentero que tomar control de la situación y
transformarse en un depredador. El olor, la temperatura y sabor de
la sangre fresca la indujo en un frenesí del que era imposible
huir. Su cuerpo le exigía más, y eso era lo que ella estaba
buscando. La Amelia tímida e indecisa ya se extinguió
completamente. Era diferente.

Máximo vuelve al ver que Amelia ha acabado con su comida.

- Ahora debemos irnos - dice Máximo demandante.


- ¡No!, ahora me vas a escuchar tú a mi. Me cansé de ser tu
esclava y a alguien que puedas mandar.
- Me debes respeto, yo soy quién te inicié - dice Máximo mientras
saca a relucir sus colmillos listo para la lucha.
- ¡Ya no me intimidas! - Amelia hace lo mismo y comienza a gruñir
tal cual lo hace el más agresivo animal.
- Supongo que no quieres pelear conmigo...yo soy mucho más fuerte
que tú - dice Máximo.

Amelia, quizás comprendiendo lo inútil en su deseo de luchar con


alguien más fuerte, decide dar pie atrás a sus intenciones
bélicas, pero ciertamente se puede distinguir a una Amelia que no
se había visto antes.
Su primera caza significó también el fin de una manera de vivir de
ella y de su personalidad.
Pareciera ser que ella adquirió más valor y más agresividad con
todo lo que sucedió y necesita esa emancipación de quien fuera su
iniciador, pero por el momento no quiere ponerse en contra de
Máximo, ya que pudo ver que está dispuesto a luchar y matarla si
eso amenaza su poderío, por lo que ella buscará la manera de tomar
el control de todo y hacer pagar al vampiro por hacerla una de
ellos.
Casa de Amelia

El Doctor Nielsen está sentado en el sofá leyendo el periódico.


Además de su profesión, leer es una de sus más grandes pasiones y
lo hace siempre, especialmente cuando está muy estresado. Había
llegado hace poco a la casa.
Los últimos días han sido muy difíciles para toda la familia
debido al “accidente” de Amelia. Lo que no sospecha él ni su
esposa es que a pesar de que la mantuvieron “con vida”, la han
perdido para siempre.

Una de las falencias que ha tenido Leonard como padre de familia y


esposo es el exceso de trabajo que le ha quitado momentos
preciosos con sus seres queridos. La poca relación con Amelia
siempre le trajo conflictos, problemas que él resolvía con cosas
materiales.
Justamente en la gala del día del accidente de Amelia, ellos
habían tenido una discusión y esa fue la razón por la que la
muchacha se alejó de su familia y se fue a los jardines. Esa
discusión le cambió para siempre su vida y está a punto de
transformarse en el más grande infierno para él.

Grace, su esposa, baja al living.

- Leonard, ¿has visto a Amelia?


- Bueno, llegué hace poco, pensé que estaba contigo, o que quizás
había salido sola a juntarse con sus amigos...
- Me imagino que no sabes, pues nunca tienes la más mínima idea de
donde está tu hija...
- ¡Por favor Grace, no comiences!
- Buen sí comienzo, porque ya me harté de esta situación. No dudo
que ames a tu hija, pero me parece que una buena parte en ser
padre es estar presente lo más posible...
- Grace, sabes que mi trabajo es demandante...
- ¡Ni siquiera sé si realmente estás trabajando! - dice enojada.
- ¿¡Perdón!?, ¿estás dudando de mi?
- Es que realmente ya no sé que pensar. Últimamente estás muy
alejado de nosotras...
- ¿Sabes?, no tengo ganas de discutir hoy, de hecho, el único
momento que tengo para relajarme en casa es éste y lo has
arruinado con tus suspicacias y discusiones ridículas. Amelia
está bien, si es que te preocupa que esté afuera, ella puede
hacerlo, pues no hay riesgo vital ya, fue una recuperación
milagrosa, ¿recuerdas?...bueno, me voy a la pieza mejor.

Sube las escaleras enojado.

- ¡Ay Amelia!, ¿dónde te habrás metido?, estos últimos días no has


actuado muy normal y ese instinto de madre me dice que en algo
andas metida...

Casa de Igor

La ida de Alexandra fue bastante extraña para Igor, pero le


animaba el que se volverían a ver el viernes en el eclipse.
Este eclipse ha sido anunciado desde hace mucho tiempo, pues es un
acontecimiento muy importante para Bidaria, ya que no siempre es
posible ver uno por esta parte del planeta.
Suena el timbre e Igor va a abrir la puerta. Su corazón late,
ilusionado de que sea Alexandra arrepentida por haberse ido
rápidamente.

Igor abre la puerta.

- ¡Gracias hijo!, se me olvidó la llave y venía muy cargada de


bolsas del supermercado - dice la madre de Igor, mientras
rápidamente le pasa algunas a su hijo - ayúdame con estas.

Igor está notoriamente decepcionado.


Van juntos hacia la cocina.

- A que no sabes quién me llamó - dice Helena.


- No se me ocurre.
- ¡Steven!
- ¿Y qué dijo?
- Dijo que mañana llegará, pues la próxima semana tiene libre
debido al aniversario de la Universidad, y se quedará todos los
días aquí.
- Bueno, al menos tendrás a tus dos hijos contigo, y en el fondo
es lo mismo que yo hacía mientras estuve en la capital. Que
bueno va a ser verlo, debe estar un poco cambiado por el
ambiente de la Universidad.
- Sí, tú sabes que él se ha adaptado mejor a todo a diferencia
tuya...
- No se trata de que no me adapte, sólo siempre he tenido menos
personalidad que él, aunque ahora debido a mi carrera tuve que
desarrollarla mucho, pero me alegro que mi Steven venga a
compartir con su familia...
- ¡Ay sí!, mis dos hijos aquí conmigo, ¿qué más puedo pedir?
- Sí, creo que es algo que no se compara - dice serio.
- ¡Estás muy enojado hoy!, ¿te pasa algo?
- No mamá, no te preocupes, es sólo...el día...ha sido bastante
extraño, y eso que sólo estamos en la mitad de él...me imagino
como será la otra mitad... - dice bajando el tono con cada
palabra.
- Bueno, ahora me voy a la cocina para hacer un rico pastel de
carne - dice Helena mientras toma las bolsas con algunos
ingredientes para el almuerzo y avanza hacia la cocina.

En algún lugar de la ciudad se encuentran Amelia y Máximo,


cansados y satisfechos por todo lo que han podido beber hoy.
Amelia sigue enojada, más que antes. Máximo no le ha dirigido la
palabra, hasta que llegan a un puente que atraviesa el Río Mudd.
- Bueno preciosa enojada, es hora de separarnos, no creo que haga
falta que te diga como volver a tu casa - dice Máximo mientras
trata de tocar el pelo de Amelia - en todo caso ya sabes que
cualquier minuto, hora y lugar puede ser que me presente ante
ti.

Pero ella le quita la mano.

- ¡No me toques!, y no, no hace falta que me digas como debo


volver a mi casa... - dice quitando la vista de él.
- Bueno, mejor me voy, prefiero eso a que seguir aguantando tu
período...aunque...algo me recuerda que ya no lo tienes más,
entonces me pregunto...¿qué te hará tan...? - se habla a sí
mismo casi murmurando mientras dice adiós con un gesto de su
mano y camina, primero lentamente, para luego tomar velocidad y
desaparecerse en el horizonte lleno de grandes edificios.

Amelia está confundida. No puede dejar de lado sus sentimientos


humanos, aunque puede percibir que cada vez se están haciendo
menos presentes en su día a día.
No puede aguantar la frustración de que no tenga la más mínima
cuota de autocontrol cuando de alimentarse se trata.
Tampoco se perdona el hecho de que no tiene la capacidad de
rechazar las constantes obligaciones a las que Máximo la somete.
Todo esto la ha confundido, pero prefiere seguir adelante. Ahora
que ha probado sangre humana su cuerpo se siente mejor que nunca y
la pena que sentía por haber matado va desapareciendo por un
sentimiento de superioridad del cual disfruta bastante.
Un perro sin hogar camina por el puente, que a esa hora de la
mañana se va llenando de gente, y comienza a ladrar a Amelia,
quizás presintiendo su sombría aura.
Ella está tan enojada que lanza un gruñido tan malvado y dominante
como cualquier animal enfurecido y el perro sale corriendo
asustado, indefenso ante el poder de la muchacha.
Ella se asoma en las barandas del puente y mientras mira hacia el
río dice...

- Esto se trata de sobrevivir, creo que seguiré las reglas, aunque


esa parte humana todavía me diga que matar es malo, ya no
obedeceré ninguna regla moral. Bien, es hora de volver a casa.

Corre y da unos saltos hacia diferentes lugares que seguramente la


llevarán de vuelta a su casa.

Entre la multitud, que cada vez se hace más grande, se puede


observar a Gabriel, el vampiro que tanto Máximo como Amelia
tuvieron la oportunidad de conocer en el bosque. Está vestido a la
moda, por lo que pasa desapercibido, y usa unos grandes lentes
oscuros.

- Así como tú estarás observando a esta hermosa dama, yo estaré


observándote a ti, Máximo - dice mientras ríe al caminar con
virilidad - Te estaré observando desde muy cerca, mi hora de
hacerte sufrir ha llegado.

Fin de capítulo.

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