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Facultad de Derecho,
Ciencias Políticas y Sociales
Especialización en Instituciones Jurídico- Penales. Dra Rosa Herminia
Castro de Arenas
Presentado por Catherine Cañón Sarmiento. Código 615063
Introducción
Ese será el contenido del presente escrito, el cual desarrollará los tres puntos
anteriores en el marco de la ciencia y la legislación correspondiente. Como el
detergente es sólo una de las muchas sustancias potencialmente lesivas al
medio ambiente, y no siempre se concreta esta posibilidad, no hay normas
referidas a él explícitamente. Tampoco hay explicaciones extensas sobre las
sus repercusiones ambientales específicas. Por eso, todas las referencias
normativas deben ser leídas teniendo en cuenta este punto, al igual que las
descripciones genéricas de los procesos contaminantes. De todos modos, y
para efectos del análisis del tipo penal en cuestión, haremos las aplicaciones
del caso y mostraremos las especificidades –claro está, siempre que quepan-.
anterior de acuerdo al decreto 2100 de 1995, sobre la clasificación de actividades económicas con miras a la
evaluación de riesgos.
Igual, los desechos del lavado y el baño personal van a parar, gracias a la red
de alcantarillado (desde principios del siglo XX en Bogotá), a las mismas
fuentes de agua que antes albergaron la ceniza y su compañía.
Los jabones, por un lado, son sales de ácidos grasos que deben su capacidad
limpiadora a la reacción de sus cadenas carbonadas frente al contacto con el
agua. En los términos técnicos, su acción se describe así: la cadena
carbonada CH3-(CH2)16- es atraída al interior del cuerpo graso del jabón, y la
extremidad COONa queda en contacto con el agua. La molécula de jabón
establece un enlace entre el líquido y el cuerpo graso que podrá ser
arrastrado al enjuagar.
Los detergentes, por otro lado, son sustancias que aumentan la acción
limpiadora de los solventes, sobre todo del agua. Presentan algunas
diferencias con el jabón común. Por ejemplo, no tienen el problema de éstos
para disolverse en aguas calcáreas o ácidas, lo cual se explica por su calidad
de sintéticos; esto implica que sus componentes son procesados totalmente
en laboratorio, sin necesidad de un cuerpo graso que conduzca los
ingredientes limpiadores. Se diluyen en cualquier líquido, porque puede
romper la tensión superficial del agua más fácil que el jabón. Su acción, en
términos químicos, se describe de esta manera: sus moléculas tienen una
cadena de hidrocarburos (como los jabones), pero en forma de cola que
repelen el agua.
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Básicamente propicia el aumento de bacterias y otros organismos que consumen el oxígeno de las capas
superficiales del agua, la cual recibe exceso de nutrientes. Facilita así el proceso de eutrofilización.
y sales, no pueden disolverse con cualquier cosa ni se mezclan con los
jabones de barra convencionales3.
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En todo esto nos referimos a los detergentes sintéticos convencionales, en polvo, sin ignorar que las barras
detergentes del mercado tienen casi la misma capacidad ultra- penetrante de la otra presentación. Ello debido a la
similitud de su composición.
El segundo proceso mediante el cual muere la fauna de la fuente hídrica
afectada, además de quedar ésta en estado de putrefacción, se llama
eutrofilización. Tiene lugar cuando se supera la capacidad natural del medio
acuático, para absorber cierto volumen de sustancias extrañas. El agua se
depura mediante la acción de algas y bacterias aerobias, es decir,
consumidoras de oxígeno. Ambas fungen como descomponedoras. Cuando
se supera el índice de sustancias y de componentes orgánicos (derivados del
carbono), estas bacterias se deben multiplicar y aumenta la demanda de
oxígeno. Al no ser este suficiente, estos seres mueren; luego dan paso a las
bacterias anaerobias, que siguen fungiendo como agentes de
descomposición ahora de las anteriores. Por su obra y por la ausencia
progresiva de oxígeno (que estos seres no necesitan), el agua se pudre
lentamente y la vida allí existente muere.
Ahora toquemos otro punto de interés. Para que el impacto sobre el medio
ambiente sea mínimo, las aguas de desperdicio deben tener valores de pH
entre 6 y 9, como medida recomendada4. Ese índice de pH indica la
concentración de iones de hidrógeno en el medio acuático, lo que en
palabras comunes se conoce como acidez. De superar o no llegar a estos
índices, el agua puede ser corrosiva por exceso de iones de hidrógeno
(destruyen el metal), o de todos modos aumentar la carga de carbonos e
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Estándares internacionales establecidos mediante organismos internacionales y declaraciones como la relativa al
medio humano. En Colombia, los índices son de entre 5 y 9, e igualmente se presenta variación de acuerdo al país.
hidróxidos del agua de desperdicio. Esto contribuye a la contaminación del
agua y la supervivencia de los seres vivos allí presentes. La alcalinización del
pH -es decir, el proceso de llevarlo a índices aceptables- es importante para
neutralizar los componentes ácidos de los desperdicios, así como el
metabolismo de compuestos orgánicos por bacterias y hongos. En otras
palabras, para frenar los procesos de putrefacción y contaminación de aguas,
máxime cuando en una fuente hídrica hay desechos líquidos y sólidos (v gr,
metálicos o de pilas).
Principios generales
La Convención de Jamaica sobre el Derecho del Mar impone a los estados la
obligación de dictar leyes que conduzcan a la prevención, reducción y control
de la contaminación marina por desechos terrestres (sección 5, art. 207). En
consecuencia, la preocupación debe ser evitar, al máximo, las sustancias
tóxicas, perjudiciales o nocivas (Art. 207 num 5). Según este estatuto
normativo, por contaminación se entiende la introducción directa o indirecta
de sustancias. Esto con producción -o posibilidad de producción- de daños a
recursos vivos, peligros para la salud humana, deterioro de calidad del agua
y menoscabo en lugares de esparcimiento (art. 210, num. 4).
Según la Constitución Política de Colombia, el Estado debe organizar, dirigir y
reglamentar el servicio público de saneamiento ambiental, del cual hace
parte la red de alcantarillado y el tratamiento de aguas servidas para el
consumo humano. Esto bajo los principios de eficiencia, universalidad y
solidaridad (Art. 44). En los preceptos sobre derechos colectivos y del medio
ambiente, la Constitución consagra la necesidad de fijar responsabilidades
por perjuicios a la salud (vía contaminación, por inclusión. Art. 78- inc. 2), y
de prevenir y controlar el deterioro ambiental e imponer sanciones por esta
causa –entre las cuales obviamente se cuenta la penal-, además de exigir la
reparación de los daños ocasionados (Art. 80).
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Estos indicadores, particularmente lo referidos a las concentraciones permitidas de sustancias y el nivel de pH
adecuado para el agua de consumo humano, fueron resultado de acoger los establecidos en las Normas
Internacionales para el Agua Potable (OMS, 1972).
La importancia de estos indicadores radica en permitir la detección de
niveles de contaminación: cuando se tenga que un usuario determinado ha
hecho exceder los valores del artículo 38, se le someterá a un programa de
control especial, según el art. 56. Esto sin mencionar la adopción de otras
medidas, entre las cuales se encuentra la ya mencionada caducidad del
contrato de concesión; incluso podría enfrentar una acción penal, si de su
conducta se desprende una grave contaminación del tramo hídrico que está
utilizando.
Por otro lado, para los permisos de vertimiento hay normas que se refieren a
las cargas máximas permitidas, con relación a los desechos depositados en
el tramo hídrico. Los porcentajes varían según el usuario sea nuevo (≥ 80%),
o ya existente (≥ 30%) pero desee renovar su permiso7. Si, aún realizando el
usuario la actividad en seguimiento de las normas y criterios de calidad, se
superan los indicadores antes mencionados, se exigirá una restricción aún
mayor en cuanto a la carga de desechos depositada en el cuerpo de agua
correspondiente.
Otra vez, no obsta para que el infractor pueda enfrentar una acción penal en
su contra; el tipo se puede configurar, quizá más fácil que en el caso
anterior, cuando se vierten desechos en un cuerpo de agua, más allá de su
capacidad de asimilación (fijada mediante las visitas y estudios previos al
otorgamiento del permiso), o en uno cuya destinación no sea la de recibir
aguas servidas (cuerpos hídricos protegidos).
Corolario
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Este concepto es aplicable sobre todo a la llegada de pesticidas y otras de uso agrícola al agua, pero también puede
usarse respecto de quien lava su ropa con demasiado detergente y deja que se escurra hacia el cuerpo de agua más
próximo.
En el último punto se retomó la cuestión abierta en la introducción a este
trabajo. Respecto a las sanciones de la comunidad de la periferia urbana que
debe botar sus aguas de desecho en cualquier parte, ¿no bastaría imponerles
algunas de las medidas preventivas y sancionatorias arriba descritas, para
no tener que recurrir al derecho penal? Bueno, se supone que esa es la idea,
y por eso la persecución punitiva es ultima ratio. Ahora, en este caso, es
incluso indigno el acto mismo de reprochar una conducta, abiertamente
consecuencia del incumplimiento de las autoridades en sus deberes para con
sus subordinados. Claramente señalamos que el bloque de
constitucionalidad, reforzado por quién sabe cuantos pronunciamientos de la
Corte Constitucional sobre el tema, impone al Estado la obligación de proveer
para sus ciudadanos los equipamientos de servicios básicos. Recordemos que
esto incluye el suministro y tratamiento de aguas para consumo humano,
agrícola, incluso recreativo. Si el Estado lo ha delegado en los municipios y
éstos en empresas que no cubren todo el territorio nacional, ¿no debería
velarse más por llevar los servicios a quienes más los necesitan?