En posprimeros años de la década del 70 el peronismo revivió es difícil hojear una
publicación de esa época que no haga referencia a Perón. Entre el 71 y 72 Isabel volvió al país, pero ahora acompañada de López Rega. Argentina había cambiado debido a la irrupción de la juventud en la política. Tras 5 años de gestión la dictadura buscaba una salida política y convocó a elecciones para el 73. Perón mantenía diálogos con enviados de Lanusse para acordar la transición, lo que implicaba el reconocimiento por parte de los militares como única salida de pacificación. El viaje de Isabel buscaba fortalecer el verticalismo y la función de López Rega era mantener informado al General. La acción interna que Isabel llevó dentro del movimiento fue estructurarlo en distintas ramas: femenina, sindical y de la juventud. Detrás de ello estaba la capacidad de Perón para hacer concesiones a los distintos sectores, aunque éstas fueran contradictorias entre sí. Daba espacio al sindicalismo burocrático y frente a la protesta de la juventud los habilitaba como rama del movimiento, con la excusa del trasvasamiento generacional. La figura de Isabel merecía un tratamiento especial. Había un empeño en mostrarla como una mujer trabajadora, moderna y muy femenina pero al mismo tiempo ella se manejaba discretamente porque su oratoria era pobre, desprovista de la pasión que antes imponía Evita. Las visitas que Isabel realizaba a las unidades básicas, le permitieron tomar contacto con los militantes y sumar su adhesión dando señales equilibradas a la derecha e izquierda del peronismo. Mientras tanto Perón recomponía sus vínculos internacionales desde Madrid. En especial entablo relaciones con miembros de la Logia Propaganda Due ( P2).hecho que allanó el camino para que se convoque a elecciones en Argentina dadas las vinculaciones entre Logias. En noviembre del 72 el primer regreso de Perón desde el derrocamiento fue controlado pacíficamente por las autoridades militares. Aunque se escuchaban consignas juveniles con el nombre de Evita asociado a la lucha Montonera. La adhesión popular no pasaba desapercibida por Perón, pero aún así aceptó la proscripción impuesta por Lanusse.