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Introducción
Por el contrario, casi todos los países de Europa Oriental, que pertenecían al
antiguo Pacto de Varsovia mantienen la conscripción, incluida, por supuesto,
Rusia. Igualmente la han mantenido Turquía y Grecia.
Por lo general, se puede decir que un ejército profesional tiene un pie de fuerza
más capacitado y mejor entrenado, debido a que sus efectivos permanecen más
tiempo en la fuerza que los conscriptos. Esto, además, reduce los costos de
entrenamiento, pues los nuevos reclutas que ingresan anualmente bajo un
sistema de conscripción deben ser entrenados y formados partiendo de cero.
Un ejército profesional, en cambio, lograría un acervo de conocimiento y
experiencia, siempre y cuando sus miembros permanezcan por un tiempo
relativamente largo en el servicio activo.
1
Anna Leander, “Disenchanted Conscription: A Military Recruitment System in Need of Justification”
2
Ibid.
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Bogotá D.C., Colombia
3. Inequidades y falencias del servicio militar en Colombia
Por ejemplo, la Ley 48 consagra tres tipos de soldados conscriptos, a saber, los
bachilleres, los regulares y los campesinos. Estos dos últimos, que son
reclutados entre los jóvenes que no han tenido acceso a la educación media,
prestan más tiempo que los bachilleres, entre 18 y 24 meses frente a 12 que
prestan quienes sí han tenido el privilegio de graduarse del colegio.
Pero lo más grave es que los soldados bachilleres están, por lo general, exentos
de ir al combate, pues son llamados a integrar unidades tales como el Batallón
Guardia Presidencial, los batallones de apoyo de servicios para el combate
(ASPC) o son asignados a labores administrativas en las unidades militares. Los
regulares, por el contrario, entran a formar parte de unidades de combate,
incluyendo batallones de contraguerrillas.
Otros privilegiados son los alumnos que se gradúan de los liceos y colegios
militares, quienes por este simple hecho obtienen libreta de reservista de
primera clase, sin jamás haber prestado servicio militar ni haber enfrentado
riesgo alguno. Lo mismo sucede con los alumnos de las escuelas de formación
de oficiales y suboficiales, a quienes por el hecho de permanecer un año en las
mismas, se les reconoce haber prestado servicio militar, de nuevo, sin haber
asumido riesgo alguno ni haber estado en el frente de batalla. Debe quedar
claro: solo cumple realmente con su servicio militar quien completa el tiempo
reglamentario en servicio activo, en una unidad militar operativa, expuesto a los
mismos riesgos que hoy enfrenta un soldado regular. No se debe considerar
como tiempo de servicio la permanencia en unidades de formación, educativas o
administrativas.
En contraste, los muchachos que cumplen dieciocho años pero que no están
escolarizados, o no pueden ingresar a la universidad y que por lo general son
jóvenes habitantes de las zonas rurales, tienen muchas más posibilidades de ser
reclutados como soldados regulares, quienes por supuesto deben enfrentar el
riesgo de servir en unidades operativas.
• Dilemas de la profesionalización
El gobierno del Presidente Cesar Gaviria (1994-1998) creó la figura del soldado
voluntario quien, luego de prestar su servicio obligatorio, decidía libremente
quedarse en las filas y recibía a cambio una bonificación equivalente a 1.6
salarios mínimos. Estos soldados adquirían más experiencia, más motivación y
un mayor nivel de compromiso.
Pastrana adelantó lo que se conoció como el Plan 10.000 en el que ese número
de soldados bachilleres conscriptos era reemplazado cada año por igual
cantidad de soldados profesionales. El argumento, válido desde el punto de la
efectividad militar, era que los profesionales eran mucho más efectivos que los
bachilleres, quienes ni siquiera pueden ser enviados a combatir.
• Corrupción
En primer lugar, y esto es condición sine qua non de una verdadera reforma
estructural al sistema de conscripción de Colombia, se debe garantizar, tanto en
la ley como en la práctica, absoluta equidad, tanto en la selección de los
conscriptos, como en el tiempo y las condiciones de prestación del servicio
militar obligatorio.
Quién no cumpla con este requisito deberá ser reportado ante las autoridades de
policía, de inmigración, notariales y electorales, de tal forma que no le sea
posible adelantar ningún tipo de trámite publico o privado. No podrá renovar el
pasaporte, entrar o salir del país, celebrar contratos, tomar empleo, abrir cuentas
bancarias o cualquier otra actividad que requiera un registro legal.
Una vez registrados entrarían a tomar parte de un sorteo que se realizará con
las más impecables condiciones de transparencia, eventualmente realizado por
alguna firma internacional especializada en la realización de sorteos y que
debería contar con la supervisión de todos los órganos de control, medios de
comunicación, organizaciones cívicas e inclusive firmas internacionales de
auditoría. El sorteo para elegir quiénes prestan debe ser un modelo de integridad
que debe servir como punto de referencia para todos los demás procesos de
selección o licitatorios del Estado. No se puede pedir menos de un mecanismo
en el que se define el futuro, la vida e integridad de cerca del 10% de los
jóvenes colombianos.
3
Ver Sentencia 058-94 de la Corte Constitucional
4
Ver artículos 27, 28 y 29 de la Ley 48 de 1993 que reglamenta el Servicio Militar Obligatorio.
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Como mecanismo de control, se deben ampliar y robustecer las exigencias para
la presentación de la libreta militar y garantizar que los que ya están actualmente
consagrados no se queden en letra muerta. Adicionalmente, se debería incluir a
quienes no han definido su situación militar en las bases de datos del DAS, tanto
para efectos migratorios como para la expedición del pasado judicial. De tal
forma, quien no cumpla con su deber no podrá sacar el pasado judicial ni cruzar
un puerto de entrada o salida del país.
• Control a la Corrupción
Cabe de nuevo aclarar que este control debe ser una tarea de toda la sociedad,
incluyendo los organismos estatales de control, los medios de comunicación, e
inclusive un ente externo de control y auditoría contratado para este fin y que dé
garantías plenas sobre la transparencia de todo el proceso de sorteo, elección,
vinculación y licenciamiento.
5. Conclusiones
Toda política pública debe aspirar a reducir, de alguna forma, las desigualdades
e injusticias sociales o al menos no debería profundizarlas. El sistema de
conscripción colombiano, tal y como está planteado en la actualidad, ahonda y
profundiza los ya pronunciados desequilibrios sociales.