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1. Localización
Pocos artículos de costumbres de Mariano José de Larra terminan sin una clara petición
de libertad, justicia, honestidad, como vemos en Jardines vacíos, Vuelva usted mañana,
El baratero... Su observación directa de la realidad (nuestro texto es un cuadro de
costumbres) le lleva a proponer idealmente los cambios que habrían llevado a la
sociedad española a la modernización y a la democracia más humana. Comparando su
costumbrismo con el de Mesonero Romanos o Estébanez Calderón, tenemos en Larra a
un militante de la libertad, a un hombre crítico; frente a unos fieles pero pasivos
testigos de la sociedad española. Y también tenemos al hombre que sufre en su carne la
desesperación política y humana que acabó violentamente con su vida, a los veintisiete
años de edad.
El espíritu del Romanticismo es evidente en el texto. Un Romanticismo rotundo,
liberal, de una profunda defensa del individuo y del valor de la vida. Mariano José de
Larra fue un romántico español de la primera generación (primer tercio del siglo XIX).
Comprometió su literatura con su manera de pensar.
Su agilidad expresiva, la versatilidad idiomática que demuestra y la provocación
constante de su frase breve, convierten a este texto en una pequeña joya del
Romanticismo español en prosa, y en un punzante y radical manifiesto en favor de los
derechos del hombre.
2. Aproximación al tema
El tema fundamental de este artículo es el rechazo radical de la pena de muerte,
práctica ejercida por la justicia española durante gran parte del siglo XIX, y también
más adelante. No se queda Larra en esta crítica a las ejecuciones, sino que,ncomo casi
siempre en sus artículos, ahonda en otros problemas fundamentales, como la presencia
de las armas en la sociedad: “¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas?”; el
sinsentido de la ley del Talión instituida en la sociedad: “si había hecho mal matando
a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él”; la morbosidad del pueblo
español, expresada múltiples veces en la ansiedad con la que éste quiere ver la
ejecución: “espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan y se agrupan para devorar con
la vista el último dolor del hombre”; la apariencia social, o el absurdo orgullo de
clase: “¿Qué quiere decir un reo noble? ¿Qué quiere decir garrote vil?”. Larra
construye una profunda crítica contra los españoles por su belicismo omnipresente, su
morbosidad ociosa, y su absurdo separatismo y orgullo de clase. Su afán de valores
humanos delata el Romanticismo beligerante de su pensamiento.
4. El estilo.
El estilo de este artículo se ciñe a la más estricta eficacia comunicativa: brevedad,
concisión en el relato de los hechos (párrafos 2_ y 3_), detallismo narrativo (párrafos
8_ o 9_), fidelidad a la realidad (párrafos 1_ o 6_).
En cuanto al fuerte ejercicio de subjetividad, casi podría considerarse el texto como
una argumentación contra la pena de muerte. La ironía (línea 6), la paradoja (líneas
3,4), la imaginación objetivadora del absurdo (párrafo 4_) en forma de preguntas sin
contestar cuya intensidad se sucede en orden creciente, la oportuna exageración
(“espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan y se agrupan para devorar con la vista el
último dolor del hombre), la queja directa (“¡Siempre bayonetas en todas partes!”), la
pregunta retórica (línea 31) aun contestada (lin. 31-32), la ralentización del tiempo
narrativo para expresar eficazmente la crítica (líneas 37-40; 40-43), la frase lapidaria
(lin. 5, lin. 18, lin. 44)..., son todos procedimientos expresivos para convencer al lector
de la tesis: “Los españoles somos inmaduros, injustos, insolidarios; y nos queda mucho
por aprender en el terreno de la honestidad, la libertad y la justicia”.