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Caracterizada, según lo afirman tanto Searle como sus propulsores, por el postulado de
que las máquinas “literalmente” llegarán a poseer una inteligencia equivalente a la
humana.
Hay que destacar, en este ideario transhumanista, no ya el deseo de superar los
tradicionales rasgos de la condición humana que a todas luces son innecesarios o
indeseables (discapacidad, enfermedad, sufrimiento, envejecimiento), sino incluso la
misma muerte… y la “singularidad tecnológica” sería, a tales efectos, el acontecimiento
irreversible y definitivo que dará sustento a la propuesta, en estos términos tan de suyo
absolutistas.
Esta visión se sintetiza con singular congruencia y amplitud en el best seller “La era de
las máquinas espirituales” [9], y se complementa y actualiza con el abordaje del otro
concepto en “La singularidad está cerca” [10], best-seller asimismo de gran éxito. Dos
conceptos dialécticamente opuestos conforman los cimientos del grandioso esquema
kurzweiliano: la relación entre tiempo y caos, y la así llamada “ley de los retornos
acelerantes”. Según el primero, el tiempo –su velocidad, que a fin de cuentas es el tiempo
mismo- es relativo al orden/caos del medio en el cual sucede. Así, un espacio
infinitamente (totalmente) armónico estará asociado a un tiempo infinitamente rápido, y
un espacio infinitamente entrópico a un tiempo infinitamente lento. Y, según el segundo,
mientras en el espacio hay un universo que se expande permanentemente y que tiende al
caos puro (según lo establece la segunda ley de la termodinámica) y por ende al tiempo
detenido, en oposición dialéctica con éste surge un “cono” de armonía creciente que
tiende al orden puro y al tiempo infinito: la vida. Ahora bien, para que la vida pueda
cumplir su rol de “anti-caos” cuenta con el maravilloso recurso de la “ley de retornos
acelerantes”. Según esta ley, la vida va siendo cada vez más “capaz”, más “avanzada”,
más “potente”. Pueden encontrarse otros sinónimos interesantes, pero la idea es esa.
Curiosamente, dicha capacidad creciente es dimensionada (medida) por Kurzweil
mediante un único índice: la capacidad computacional.
Aquí hay una equivalencia típicamente empleada por pensadores al estilo de Kurzweil: la
inteligencia es el resultado de ejecutar un algoritmo. Entre más complicado éste, más
inteligente el ejecutante, por ponerlo de un modo simple. Más capacidad computacional:
más inteligencia. Una sólida confluencia se presenta, en esta petición de principio, entre
Kurzweil y el filósofo costarricense Claudio Gutiérrez, según puede comprobarse en su
extensa obra “Ensayos para un nuevo humanismo”. Pero no pasa de ser una petición que
no sólo no es demostrable sino que se encuentra en jaque perpetuo, por parte de quienes
adscriben la tesis (Roger Penrose desde una trinchera física-matemática-lógica, Jerrold
Katz desde otra lingüística, por citar dos figuras de primer plano) de que por alguna razón
(aún no esclarecida) la mente humana es capaz de otorgar con precisión valor de verdad a
problemas que no pueden ser resueltos algorítmicamente. En la base de esta afirmación se
encuentra, a su vez, el célebre teorema de la incompletitud (referido a sistemas formales
axiomáticos) de Kurt Göedel , si bien excede los límites de estas notas aclarar
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postula que ésta puede aplicarse también a la capacidad computacional que la tecnología
provee, hoy día con el computador como soporte estelar de ello. Si eso fuera cierto, la
capacidad de los procesadores llegaría en poco tiempo a ser tan asombrosa que la
inteligencia artificial fuerte sería una consecuencia inevitable, un resultado forzoso.
Convencido de su argumento y buen vendedor de éste, Kurzweil se dedica en sus textos a
formular fantásticas predicciones, sobre cómo esa tecnología cuyo poderío computacional
crece exponencialmente no sólo nos sobrepasará, sino que nos obligará (como estrategia
de supervivencia) a subsumirnos a ella, a integrarnos en su decurso, desapareciendo de
paso como especie biológica, como seres de carne y hueso.
Esta retórica transhumanista ha encendido por supuesto un apasionado debate. Están, en
primer término, las objeciones, ya antes mencionadas, con respecto a si la inteligencia
humana (y la biológica, en general) puede o no reducirse a una máquina de Turing, es
decir, a un dispositivo universal capaz de ejecutar cualquier algoritmo formalmente
descrito. Por otra parte, y aún bajo el supuesto de que tal petición fuera cierta, están las
objeciones de corte humanista, que ponen en escena una distopía [11] (por demás llevada
y traída en el cine de ciencia ficción, ver digamos la saga Terminator) inevitable si las
máquinas (totales o semi-biológicas) llegasen a superarnos, ya sea en capacidad
computacional, ya sea en inteligencia como un todo, ya sea militarmente o en el sentido
que sea.
Otras objeciones, de carácter parcial, señalan la necesidad de incluir en la ecuación
consideraciones de carácter social. Bill Hibbard, de la Universidad de Madison,
Wisconsin, desarrolla un interesante análisis sobre las condiciones en las que debería
redefinirse el Contrato Social a partir del surgimiento de una nueva especie (el “homo
sapiens plus”) que sería, muy probablemente, tan superior que su “distancia intelectual”
entre ellos y nosotros sería aun mayor que entre nosotros y nuestras mascotas [12]
Bill Joy, cofundador de Sun Microsystems y una figura de primerísimo plano en
tecnología computacional, publicó en Wired (abril de 2000) un enjundioso ensayo
(“Porqué el futuro ya no nos necesita” [13]) donde rebate a Kurzweil, tanto en los
términos planteados en el párrafo anterior (objeción humanista) como en términos
meramente lógicos. Un argumento de enorme peso se asienta sobre el hecho de que la
especie no vive sola en este planeta, sino que es un elemento más de un complejísimo
sistema de relaciones: el ecosistema global. Los efectos de la “singularidad”
transhumanista según la desarrolla Kurzweil serían, sin duda, de proporciones
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Según ésta (formulada por el co-fundador de Intel, Gordon Moore en un paper de 1965)
el número de transistores que pueden ser colocados en un circuito integrado se ha
incrementado exponencialmente, duplicándose aproximadamente cada dos años.
mayúsculas, impredecibles y en todo sentido indeseables, tanto para nosotros como para
los demás seres vivos.
Las especulaciones y los pleitos continuarán, entre los conservadores y escépticos por un
lado y los audaces futurólogos (los early-adopters, como se les denomina en inglés) por
otra, o entre los humanistas que se mantienen fieles a los imperativos éticos tradicionales
de la cultura occidental (y entre ellos al imperativo categórico Kantiano según el cual
“cualquier hombre deberá ser considerado como un fin en sí mismo, y no meramente
como un medio”) y los desenfrenados soñadores del corte de Moravec, que ha ofrecido su
propio cuerpo como laboratorio para el proceso de convertirse en Cyborg. Fechas como
2040 o así por el estilo aún nos parecen muy lejanas, pero eso mismo debe haber sentido,
George Orwell cuando escogió el año 1984 para describir el régimen totalitario futurista
de su famosísimo libro. Solo el tiempo dirá. Pero si pasara, es decir, si la singularidad
tuviera en efecto lugar, sería el evento mayor de todos, el final de una historia que
empezó hace uno o dos o varios millones de años, como bien lo describe Stanley Kubrick
en 2001, Odisea del Espacio, cuando un homínido tomó un hueso y vio en él un martillo,
una lanza, un bisturí.
Bibliografía y notas:
[1] El transhumanismo es un movimiento intelectual y cultural que promueve el uso
de la ciencia y de la tecnología para mejorar las capacidades mentales y físicas del
ser humano. Los transhumanistas se basan en los avances de la biotecnología para
el logro de tales objetivos. El artículo de Wikipedia, visible en
http://en.wikipedia.org/wiki/Transhumanism, puede ser un punto de partida para
estudiar el tema.
[2] Hago referencia a uno de los sonetos más famosos del poeta del siglo de oro,
Francisco de Quevedo: Amor constante más allá de la muerte. Está en su versión
original en http://www.poesia-inter.net/fq48078.htm.
[3] Del griego “telos”, propósito. Teleología es el estudio filosófico del diseño y del
propósito. Una escuela teleológica de pensamiento suele sostener que todas las
cosas han sido diseñadas para, o dirigidas hacia, un resultado final, que existe un
propósito inherente en todo cuanto exista. En Wikipedia hay un artículo raíz
visible en: http://en.wikipedia.org/wiki/Teleology. y en la enciclopedia Británica
está en http://www.britannica.com/EBchecked/topic/585947/teleology.
[4] En la parrilla de salida del movimiento transhumanista se encuentra este pensador,
cuya entrevista “Supehumanism”, publicada en Wired 03-10, octubre 1995, puede
leerse en http://www.wired.com/wired/archive/3.10/moravec.html
[5] Honoré de Balzac (1799-1850) fue el novelista francés más importante de la
primera mitad del siglo 19. “La comedia humana” es una serie de varias decenas
de novelas, temáticamente entrelazadas, así como de otros trabajos (ensayos,
cuentos), que en total conforman un monumental esfuerzo literario. Ref.
http://en.wikipedia.org/wiki/La_Comédie_humaine.
[6] Personaje legendario de la mitología sumeria. Quinto rey de Uruk, hacia 2650 a.
C. Esta epopeya es la narración escrita más antigua que se conoce, y narra sus
aventuras en busca de la inmortalidad, junto a su amigo Enkidu. Ref.
http://es.wikipedia.org/wiki/Poema_de_Gilgamesh.
[7] Filósofo norteamericano que estudia la conciencia, y que será uno de los puntos
de referencia de otro ensayo de esta colección, dedicado al tema 2, Alcances de la
inteligencia artificial. Su ensayo “Minds, brains and programs”, de 1980, es un
elemento de referencia obligatoria en toda discusión acerca del potencial alcance
de las computadoras como agentes de inteligencia artificial. Puede leerse el
ensayo completo en
http://www.bbsonline.org/Preprints/OldArchive/bbs.searle2.html
[8] Un video ilustrativo puede apreciarse en http://www.youtube.com/watch?
v=0hPS8aKAQeQ&feature=fvsr
[9] Ray Kurzweil, The Age of Spiritual Machines, Penguin Books, 1998.
[10] Distopía es el contrario de utopía. Es una “utopía perversa”, donde todo
ocurre al contrario de cómo uno querría que ocurriera en un escenario utópico.
Ref. http://es.wikipedia.org/wiki/Distopía
[11] Ray Kurzweil, The Singularity is near, Penguin Books, 2006.
[12] The technology of mind and a New Social Contract, Journal of technology
and evolution, enero 2008.
[13] Bill Joy, Why the future doesn´t need us, Wired 08-04, abril 2000, visible
en http://www.wired.com/wired/archive/8.04/joy.html