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El Muro de Berlín.

Tras haber sido derrotada, en 1949, Alemania se vio ocupada por las fuerzas de las tropas
aliadas, y obligada a firmar los tratados de rendición que impedirían que se erigiese nuevamente
en una potencia militar.

Los acuerdos de Yalta, firmados en el armisticio, establecían una administración para el pago de
reparaciones de guerra y también para la reconstrucción económica de Alemania. Esta
administración la deberían ejercer los países aliados en conjunto

Toda vez que la reconstrucción requería de capital, en Estados Unidos surgió El Plan Marshall
que ofrecía ayuda económica a las naciones europeas para su recuperación. La aplicación del
mismo implicó desacuerdos con la Unión Soviética, quienes se negaron a participar.

Tras declinar, los soviéticos organizaron un consejo económico central de Europa oriental,
donde se agruparon las naciones del bloque comunista, pues consideraban que su recuperación
era concerniente sólo a la Unión Soviética.

La necesidad de control territorial, llevó a la administración soviética a establecer un cerco


policial, que paulatinamente pasó de éste, a una cerca de alambre de púas, y finalmente fue
sustituida el 13 de agosto de 1961, con la construcción de un muro de cemento permanente de 47
kilómetros de largo por 4 metros de de alto que rodeaba la parte occidental de Berlín, la capital
alemana, reforzado posteriormente con barreras y minas contra tanques.

Con el pretexto de la división entre los mundos comunista y no comunista las diferentes
naciones se agruparon en torno a la Unión Soviética y a Estados Unidos.

Esta situación derivó en una división real de Alemania en dos: la República Federal Alemana o
Alemania Occidental y la República Democrática Alemana o Alemania Oriental que compartieron
la ciudad capital, Berlín.

Políticamente se llevaron a cabo los procesos que dieron lugar y reconocimiento internacional a
las dos Alemanias, de manera independiente.

No podía imaginarse dos situaciones más diferentes para un solo pueblo.

En este contexto dos sistemas económicos diferentes materializaron sus diferencias en un solo
territorio.

La situación en la República Federal Alemana, pasó de la reconstrucción post-guerra, a lo que


dio en llamarse “el milagro alemán”, pues no solo se logró la recuperación de la infraestructura
económica, e industrial del país, superó incluso a otros países gracias a la aplicación de medidas
económicas liberales, con ayuda de capital estadounidense del Plan Marshall. Esto significaba
progreso económico, empleos y un estilo de vida más occidental con un alto nivel de desarrollo
industrial le permitió ser una de las primeras potencias mundiales.

Mientras tanto en Alemania Oriental, el régimen socialista nacionalizó todas las fuentes de
producción y planificó su desarrollo de acuerdo al modelo de planes quinquenales y fusiones de
empresas estatales y grandes empresas. Los planes quinquenales tenían como objetivo la
recuperación y el desarrollo de la industria pesada y química, esto impulsó la economía alemana
oriental posicionándola como una de las principales productoras mineras y exportadoras de
maquinaria a todo el territorio oriental.

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Sin embargo, el control de precios establecido por el estado dio lugar a grandes desigualdades
reflejadas en salarios y los precios de los bienes de consumo básicos, cuya demanda no era
satisfecha del todo.

Las diferencias ideológicas y de formas de vida, hacían atractiva para los residentes de Alemania
Oriental su migración a la Alemania del Este, incrementando la atención al bloqueo que
significaba el Muro construido en Berlín.

A fines de la década de los 50’s, muchos germano orientales buscaban salir de su patria. Ya no
creían posible seguir viviendo en las condiciones de represión de su régimen, y decidían emigrar
hacia Alemania Occidental. Muchos fracasaron en sus intentos, mientras otros pocos lograban
evadir el muro. Una vez fuera, se convertían en refugiados que eran empleados en la boyante
economía occidental. Muchos de los emigrantes eran gente joven, con formación profesional. Al
iniciar los años sesenta, Alemania Oriental se encontró con un decremento en su fuerza laboral y
en su población económicamente activa.

Al contar un aproximado de 2.5 millones de personas emigradas en 1961, Alemania Oriental


consideró detener este éxodo masivo, construyendo el muro, que eventualmente dividió la
ciudad, dejando a la gente separada en sus trabajos y de sus familiares, en una misma ciudad.
Aunque hubo protestas en la Alemania del Este, y a pesar de las críticas de los Estados Unidos,
no se consiguió nada mas que una acuerdo tácito que reconocía el muro como un mal menor,
preferible ante la eventualidad de una guerra, como lo reconoció en su momento el presidente
Kennedy. Al final, el juicio histórico evaluaría si dicho muro fue capaz de contener el cruce de
personas desde Alemania Oriental, pues, más o menos, 5000 personas cruzaron el Muro entre
1961 y 1989, y quizá, entre 100 o 200 más, perdieron la vida cuando intentaban cruzar.

Después la historia se repitió con tintes latinoamericanos en la frontera del Río Bravo, con
resultados más duros en pérdidas de vidas humanas.

Ni la posibilidad de la muerte evitó que las personas siguieran intentando cruzar desde Berlín del
Oeste.

A finales de la década de los ochentas, Gorbachev, líder de Rusia, decidió abandonar a los
países del bloque comunista para intentar salvar su tambaleante país; en este contexto permitió
medidas democráticas que incentivaran la recuperación, tal como se había iniciado ya, en
Polonia.

Esto incentivó las protestas antigubernamentales en Alemania Oriental que fueron reprimidas
por su líder, Honecker. Este perdió el apoyo ruso, y fue sustituido con un nuevo líder, Egon
Krenz, quien escuchó las protestas antigubernamentales y propuso, mediante un decreto un
relajamiento de las restricciones impuestas a quienes deseaban viajar a Alemania Occidental,
esto con la finalidad de minimizar las tensiones ya existentes.

Así las cosas, el 9 Noviembre 1989, en una entrevista a un miembro del politburó llamado
Schabowski, este leyó a los medios de comunicación el borrador de ese decreto, e hizo una
interpretación errónea del mismo, anunciando que los ciudadanos germano orientales podían
hacer uso de su derecho de viajar, y que las fronteras estaban abiertas de manera permanente.
La noticia corrió ràpido, y la gente se dirigió masivamente a Alemania Occidental, lo que hizo que
las fronteras fueran reabiertas para las dos Alemanias. Desde ese día el Muro fue abierto, con el
consiguiente éxodo de personas, que a la larga significó el debilitamiento del gobierno de
Alemania Oriental, sentando las bases para una eventual reunificación del pueblo alemán.

Sin embargo Francia e Inglaterra no estaban particularmente interesadas en la reunificación de


Alemania, todavía quedaba en su memoria el poder económico e industrial que el industrioso
pueblo alemán puede alcanzar.

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A la luz del creciente apoyo para la reunificación, los diplomáticos occidentales viajaron a la
República Democrática Alemana, unas pocas semanas después de la apertura del Muro.

Helmut Kohl, entonces canciller de Alemania, conservó su postura en mente cuando dio su
discurso frente a las ruinas en Dresde de la Catedral “Frauenkirche”, mismo que captó la
atención mundial

Kohl declaró que la unidad alemana solo sería posible en el contexto de una Europa unificada en
general. El dijo que alemanes y europeos debían unificarse pues eran los dos lados de una sola
moneda. Su discurso le ganó fuertes aplausos de los ciudadanos germano-orientales de la
audiencia.

De todas formas, a inicios de los noventas, la comunidad internacional miraba atenta, el proceso
de reunificación para asegurarse de que los intereses alemanes fueron respetados por los países
aliados en la segunda guerra mundial (Inglaterra, Francia, US, y la Unión Soviética).

Los negociadores alemanes trabajaron en las condiciones y ambos, Occidentales y orientales,


fueron tomados en cuenta en el proceso de reunificación.

Este concluyó con una declaración de soberanía para Alemania, el día 12 de Septiembre de 1990.
El 3 de Octubre del mismo año, el gobierno de Alemania Oriental, se unió oficialmente con el
gobierno de la República Federal Alemana, marcando así el fin de la República Democrática
Alemana y el nacimiento de una República Federal reunificada.

El Muro de Berlín y su caída, pueden tomarse como un símbolo de lo que significó para el mundo
la Guerra Fría y el fin de la misma.

Es una evidencia física del fenómeno político que llamamos Guerra Fría y de la Cortina de Acero
que el mundo comunista puso entre ellos y el occidente.

No sólo era una barrera ideológica, era también una situación muy vergonzosa para la causa
comunista, pues esta debía ser atractiva para los trabajadores, a quienes representaba, y no era
sino un cerco que los limitaba en sus libertades y les hacía mirar con añoranza e ignorar los
errores del capitalismo occidental.

Los líderes soviéticos se percataron de esta paradoja y cuestionaron el mismo, sin embargo sus
razonamientos contra el Muro, fueron acallados por Nikita Khruschev, líder del Soviet Supremo,
quien lo llamó “una cosa odiosa de hacer”, pero que debía hacerse indefectiblemente, pues la
economía de Alemania Oriental, podía colapsar sino se detenía la ya mencionada emigración
masiva, por lo que esa era la única solución al problema.

En efecto, la economía Alemania Oriental, fue estabilizada. Tal como ocurrió con la Guerra Fría
que encontró en el Muro, una válvula de escape a las tensiones que esta significaba, permitiendo
que este no fuera un punto muy delicado en la agenda de política exterior entre EU y la URSS, y
desviando la distensión a cualquier otra parte en el mundo.

Bibliografía:

John Lewis Gaddis, The Cold War, 2005, p. 115

Enciclopedia Hispánica, 1999. Macropedia Vol. 1

John M. Roberts, Historia Universal Ilustrada, Debate Penguin Círculo, Vol. 8

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