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Transformaciones sociales por medio de la verdad

ESTUDIO BÍBLICO SOBRE JUAN CAPÍTULO 9


Leer Juan Capítulo 9.

1 ¿Cuál es el mensaje central del texto dentro de su contexto?

A primera vista pareciera que el tema central de este pasaje es la misericordia, el poder y el
servicio de Jesús o, quizás, de un modo más elaborado, la contraposición entre la ceguera
de la ley y la luz de la gracia. Sin negar que todo ello esté presente en el pasaje, la clave
para comprenderlo en SU contexto está en el vs. 39:

“Dijo Jesús:
-Para juicio he venido yo a este mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven,
sean cegados.”

Parece evidente, a través del relato, que Él hizo que alguien que antes no veía, ahora vea,
vale decir, el ciego de nacimiento; pero ¿De qué modo hizo que los que veían aparezcan
ciegos? ¿Quiénes eran estos? ¿Por qué era necesario cegarles la vista? ¿De qué modo les
cegó la vista?

Hay diversos modos de ver la vida. Se podría afirmar incluso que cada uno de nosotros ve
la vida a su manera. Pero Jesús introduce el criterio para agrupar toda esta diversidad en
2 grandes categorías: Una, cuyo ver es un no-ver (ceguera) y otra cuyo ver es un real-ver.

El ver del no-ver: Hay un modo de ver la vida que busca encontrar justificativos a la propia
insensibilidad, la propia indiferencia y la protección de los propios privilegios, postergando
indefinidamente la obediencia a la voluntad de Dios. Este es el modo de ver la vida que
Jesús viene a poner en evidencia como una gran ceguera que mantiene el pecado.

Observemos este modo de ver la vida en los apóstoles, a través de su pregunta:

“¿Quién pecó, este o sus padres para que haya nacido ciego?” (vs.2)

Los apóstoles estaban viendo, en aquel mendigo, sentado en la calle y ciego de nacimiento,
a un reo pagando una culpa propia o ajena. El sufrimiento de aquel hombre les invitaba a
hacer teología no ha buscar maneras de aliviárselo. Pero esta manera de ver fatalistamente
el sufrimiento como “consecuencia de sus propias acciones” encubría su propia indiferencia
y la no disposición a intervenir allí según la voluntad de Dios.

Es verdad, el hombre era ciego de nacimiento pero, ¿por qué tenía también que vivir como
un mendigo? Este hombre era un mendigo, no porque era ciego ni porque era un
pecador, sino porque Israel no veía en él un ser creado a la imagen de Dios, corona de la
creación, digno de amor y atención.

Jesús responde a la pregunta de sus discípulos introduciendo el real-ver; invierte totalmente


la situación haciéndoles ver a sus apóstoles que - allí donde ellos sólo veían una fatal

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condena que no merecía la molestia intervenir- estaba la oportunidad para la manifestación


transformadora de la gloria de Dios. El real-ver es movilizador y depende de una
conversión del corazón, de estar centrado en uno mismo y en la propia seguridad a estar
centrado en Dios y en su gloria.

Este modo indiferente y auto-protector de ver la vida fue enjuiciado por Jesús como una
ceguera. El que ve el sufrimiento y no atina más que a buscar culpables que le eximan de
ejercitar misericordia, está ciego.

Observemos esta misma ceguera en los fariseos, autoridades espirituales del pueblo,
responsables delante de Dios por instruir en la verdad y velar por la justicia en las
relaciones.

Esta vez, Jesús provocó que salga a luz dicha ceguera mediante un ingenioso acto de
provocación: Como era sábado y ya había sido acusado antes en varias ocasiones de no
respetar el día de descanso, siendo el único argumento en manos de la jerarquía judía en su
contra, decidió sanar al ciego “trabajando” con tierra y saliva: escupió en el polvo, hizo una
masa y untó los ojos del ciego. Luego le pidió al hombre recorrer por las calles de
Jerusalén con esos notorios parches sobre los párpados hasta llegar al estanque del Siloé,
donde debía lavarse. Jesús pudo curarle tocándole, pero hizo todo este trabajo no sólo
para que el que no ve ahora vea, sino también para que los que decían ver, resulten ahora
cegados y su pecado se haga evidente. Esta era la obra completa de Dios, no sólo dar la
vista al ciego, sino también y simultáneamente sacar a la luz pública la ceguera de la
jerarquía judía, indiferente ante el sufrimiento pero pronta a defender sus privilegios y su
establishment.

Al leer el pasaje uno no puede dejar de preguntarse si alguna vez, antes, estas autoridades
religiosas se habrían mostrado tan solícitas e interesadas en aquel mendigo ciego a causa de
su situación de necesidad. Resalta también el uso político que hacían de la religión al
decretar la expulsión de la sinagoga de todo aquel que confesara que Jesús era el Mesías.

A riesgo de su propia seguridad, Jesús puso en evidencia que las autoridades de Israel, lejos
de “ver” la necesidad de su pueblo, y de atender el sufrimiento de su gente, sólo veían las
maneras de proteger sus privilegios, construyendo complejas racionalidades teológicas para
justificar su insensibilidad. Esta ceguera les impedía ver la luz de este mundo en Jesús,
que estaba manifestando por primera vez las obras de Dios con total transparencia y
autoridad.

2 ¿Cuál es el mensaje del texto hacia nuestra realidad?.

La iglesia evangélica del siglo 21, aquí en Bolivia, ¿ve o esta ciega?

¿Cómo estamos participando en la actual confrontación étnico-económico-política que


amenaza destrozar nuestro país?

¿Qué reacción tenemos ante los múltiples “ciegos de nacimiento” que mendigan amor,
consideración y algún tipo de ayuda, por las calles y los campos de nuestras regiones?

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¿Qué lectura tiene la iglesia acerca del poder político? ¿Qué acciones concretas
emprendemos contra establishment injustos? Como se evidenció en el estudio de Juan 9,
la obra de Dios no sólo consiste en hacer que los que no ven vean, sino también y
simultáneamente en poner en evidencia que los que dicen ver de ese modo egoísta, en
realidad están ciegos.

Obviamente que responder estas preguntas en el plano de la acción social trae la cruz y la
persecución aparejada de la gratitud y la conformación de movilizaciones por parte de
aquellos que han recobrado la vista. La contextualización profética del mensaje bíblico
no busca el poder político pero inevitablemente genera poder político. La
contextualización profética puede ser fácilmente confundida como parte un movimiento
revolucionario antes que como parte de un movimiento conservador y por ello puede llegar
a recibir apoyos o resistencias desde las estructuras de poder ajenas a la iglesia.

La tentación de los líderes de este tipo de movimientos, entonces, es triple: o bien quieren
servirse de ellos como plataforma para iniciar una carrera política, o bien buscan crear
dependencia para que la gente siempre acuda a ellos y así disfrutar de situaciones de
privilegio personal y económico a largo plazo o bien se asustan frente a la enorme
responsabilidad y consecuencias de su liderazgo y se hacen a un lado, dejando al
movimiento a expensas de liderazgos oportunistas.

La contextualización profética no busca mover cristianos a la acción mediante el sentido de


culpa; pero es innegable que si nos tranquilizamos diciéndonos “vemos”, dando la espalda a
estas cuestiones, nuestro pecado permanece. Por ejemplo: ¿qué continuidad le estamos
dando a la lucha contra la ley 810 y los protocolos que se han aprobado a favor del aborto y
de la pastilla del día después? ¿la iglesia tiene algo que decir respecto a la quema y tala
indiscriminada de árboles en nuestro país? ¿tenemos algo que decir respecto a las
transnacionales y la explotación de gas y petroleo? ¿estamos orando para que Dios nos de
estrategias para evangelizar en los colegios?

Por ejemplo, volviendo a Juan 9, Jesús podía haber enseñado a sus apóstoles en forma
teórica lo que significaba estar espiritualmente ciego. Con sus insuperables habilidades
didácticas podía haber contextualizado su enseñanza. Pero el Señor no sólo buscaba
comprensión, sino transformación de una situación, así que contextualizó proféticamente
insertando la Palabra en la situación histórica concreta, a riesgo de su propia seguridad y a
un costo social alto. Luego de esta contextualización profética tanto Jesús, como el
exmendigo-ciego así como todos sus seguidores estaban bajo mayor amenaza y riesgo que
antes. La contextualización profética siempre genera por un lado seguimiento y por otro,
algún tipo de persecución.

Lic. Sergio W. Saavedra Belmonte Santa Cruz de la Sierra 2005 3

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