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Eran tan
frescas que los bosques de donde las haba cogido deban estar muy cerca. Sin perder ni
un segundo, Pedro me dio un machete y me dijo que empezase a cortarlas.
Pedro haba aprendido este oficio durante ocho aos de servicio en una cocina; una
cocina que el mismsimo Pablo Escobar visit durante la recogida de un pedido de 70
kilos de cocana pura, fresca y con la marca de la casa.
Cuando acab de cortar las hojas me dijo que le aadiese una sustancia aglutinante. Si
me hubiese pedido que adivinase cul sera esta sustancia, le hubiese dicho que un
huevo, o algo igual de benigno, y me habra equivocado. Pedro sac una bolsa de
cemento y lo esparci por las hojas que tan bien haba troceado yo y empez a amasar la
pasta con las manos.
forma sustancial. As pues, Pedro verti una botella entera de gasolina sin plomo en la
mezcla.
Despus de esperar un poco a que la gasolina hiciese lo que tena que hacer, aadimos
un puado de cido clorhdrico y bicarbonato de sodio. El cido extrae el cido clorhdrico
como un slido y el bicarbonato de sodio aumenta el pH. Despus de una pequea
pausa, quitamos la funda de almohada con volantes que Pedro haba usado para cubrir el
bol donde haba hecho la mezcla para descubrir que la mezcla se haba convertido en
pequeas piedrecitas.
l acab de ponerlas a punto, las enjuag un poco, las puso encima de papel de plata y
las sujet cerca de una bombilla de 60 vatios para que los ltimos hilillos de jugo txico
que les quedasen se evaporasen.
Finalmente, Pedro sac su cuchillo del ejrcito suizo y empez a alisar y cortar su
creacin hasta que quedaron con el aspecto blanquecino y perlado que todos conocemos,
100% puro.